¡Hola mundo, y todos los que lo habitan! Finalmente les traigo el ultimo capitulo de este fic. Aww como siempre, escribir el ultimo capitulo ha sido un tanto difícil. Espero que les guste, otros comentarios al final.

La Maldición de Viluel

Capitulo 12

Al fin y en paz

Nami siguió caminando por el bosque. Tenía frío, pero el único suéter que había llevado a la expedición se había quedado en la mochila de Robin.

Como buena navegante, una vez que aquella extraña nube oscura que la había secuestrado la dejó en el bosque, trató de buscar el camino de regreso guiándose de las estrellas, pero la oscuridad de la noche era tan densa que no había estrellas, no había luna, y ni siquiera podía ver más allá de las copas de los árboles así que tampoco podía ver si se alejaba o se acercaba a las montañas. Al caminar no había conseguido salir del bosque. Llegó a pensar que había estado caminando en círculos, pero también probó marcando los árboles y pudo comprobar que no era el caso.

Estaba asustada, eso sí, pero había tratado de mantener la calma en la medida de lo que podía hacerlo. Llegó a caer en la desesperación, pero solo fueron unos segundos tras los cuales se repuso y razonó la situación: de nada le servía ponerse de los nervios. Así que siguió buscando la salida, manteniendo la calma, y teniendo siempre a la mano su Clima-Tact

Aunque estaba cansada, prefería no detenerse pues no sabía si el peligro podía surgir del lugar menos pensado.

Así que siguió caminando, cuando a lo lejos vio una luz amarilla, pálida, que se acercaba cada vez más a donde estaba ella. Retrocedió un par de pasos, pensando que quizás era alguien que quería hacerle daño. Pensó si podría esconderse entre los árboles, o correr en la dirección contraria sin hacer demasiado ruido.

Pero entonces escucho una voz:

-¡Nami!

Desde las profundidades del bosque, la voz resonó. Nami no supo si debía confiar en aquella voz. La primera vez, actuó con cautela, no respondió y ni siquiera se mostró.

-¡Nami!- escuchó de nuevo, y esta vez tuvo suficiente valor y pudo asomarse un poco. La silueta que se acercaba era cada vez más clara, y la voz, la voz, estaba segura, tenía que ser él, no podía ser nadie más.

-¡Nami!- ahora Nami salió disparada de su escondite y corrió hacia el dueño de la voz. Aunque no podía describir la felicidad que experimentaba en ese momento, su primer impulso fue darle un buen puñetazo en plena cabeza.

-Oh, Nami, ¿Porqué me golpeaste?- gimoteó el joven, pero ella no respondió, pues al verlo se sintió tan alegre que finalmente se rindió al deseo de abrazarse a él y no soltarlo más.

-¿Porqué tardaste tanto, Luffy? Me estaba cansando de esperarte.

-Shishishishi, es que no te encontraba, Nami, este bosque es muy extraño- Luffy le sonrió una vez que la pelirroja se separó de él- Vamos a buscar a los otros- dijo, mientras la tomaba de la mano y la jalaba.

-¿Cómo, también están aquí?- preguntó ella alarmada, haciendo fuerza para que Luffy no la arrastrada. El pelinegro se detuvo y volteó a ver a su navegante, posteriormente, sonrió.

-Sí, los vi mientras te buscaba, pero los perdía de vista muy rápido- se rascó la cabeza- supongo que buscaban el modo de salir. Por lo menos ya te encontré a ti, ahora será más fácil alcanzar a los demás.

La navegante asintió, pues por lo menos ya estaba con su capitán. Ahora podía estar tranquila, pues ella sabía que mientras estuviera con él nada malo podía pasarle. Entonces se sujetó de su brazo y comenzaron a caminar a través del bosque.

-Roronoa.

Zoro se removió. Apretó los ojos, los abrió y se puso de pie perezosamente, aún un poco atontado. Vio a John Mainery en frente de él. Se encontraban en la entrada de la mansión, en frente del camino principal de Viluel, pero todo se veía demasiado etéreo, así que aquello debía de ser un sueño.

-Bueno, sí, te estoy hablando mediante un sueño pero ten por seguro que todo lo que pienso decirte es real.

Zoro esperó. Mainery, al parecer luego de considerarlo mucho, se inclinó ligeramente, con mucho respeto.

-Muchas gracias por todo, Roronoa. Sin tu ayuda y la de tu arqueóloga, jamás hubiera logrado detener a Celine- Mainery sonrió- les estaré eternamente agradecido.

-Era mí deber ayudar- contestó Zoro sin inmutarse- puesto que Robin estaba en problemas. Igualmente me alegro de haber contribuido con tu causa.

Mainery asintió.

-No esperaba de todos modos que admitieras que ayudaste, no era tu asunto después de todo. Pero me alegro de haber podido contar contigo, Roronoa. Yo fui criado como un caballero, y después de todo, un espadachín con honor puede ser una especie de caballero también. Aprecio mucho eso de tu parte.

Zoro agradeció con una inclinación de cabeza. El fantasma lo miró con seriedad.

-Ahora, a lo que he venido. Primero tengo que comunicarte que Celine, finalmente, ha sido llevada a su lugar. No estoy seguro de qué pasará con ella…si recibirá un castigo o simplemente será borrada. Pero lo importante es que ya no va a estar aquí haciendo daño.

-¿Y tu?

Mainery sonrió.

-He logrado trascender. Todo terminó bien, podría decirse que soy libre- suspiró – pero eso tampoco es lo que te tengo que decir. Escúchame, despertarás y será de mañana en la isla, pero empezando por hoy, va a haber tres días de inestabilidad. Lo más probable es que tus nakama ya sean libres, de modo que encuéntralos, vuelvan a su barco y no salgan de ahí hasta que todo pase. Tampoco pueden zarpar pues todo va a ser igual en varios kilómetros a la redonda, así que pueden ser atrapados por las corrientes, los huracanes o los reyes marinos.

-¿Y a qué se debe eso?- preguntó el espadachín, intrigado. Mainery se llevó una mano a la barbilla, pensando detenidamente el cómo contestarle. La verdad no era algo demasiado sencillo, pero decidió no revolver mucho al joven con tecnicismos y habló con la mayor simplicidad que pudo.

-La isla ha sido utilizada por demasiados años como un "objeto" de hechicería. Al desaparecer Celine, y luego yo, se irán todas las cosas que la afectaban, como las protecciones que ella ponía alrededor de su hogar o el hechizo que aplicó por error en la mansión. La isla volverá a su estado natural y para ello debe pasar por un proceso de adaptación.

Zoro asintió, comprendiéndolo todo. Luego pregunto por lo que realmente le importaba.

-Dices que mis amigos van a estar bien, ¿verdad?

-Así es. Como fue Celine quien los aprisionó, ellos son libres desde el momento en que ella desapareció de la dimensión de los vivos.

-¿Y que me dices de Robin?

Mainery guardo silencio. Luego miro a Zoro y lanzo un suspiro de resignación. Sabia que ese momento llegaría.

-No tengo la menor idea de que fue de ella, aunque comencé a buscarla en cuanto derrotaron a Celine. Si está bien o no, tendrás que descubrirlo cuando despiertes.

Zoro apretó los puños. En realidad no había nada mas que pudiera hacer y eso lo tenia muy molesto.

-Es momento de retirarme- informo John Mainery mientras hacia una última inclinación- les deseo suerte en el futuro, sobretodo con tu arqueóloga. Ah….quizás a tu navegante le interese saber que tengo un pequeño tesoro guardado en la mansión, es un poco de dinero pero seguro les sirve de algo. A tu cocinero le encantarán las recetas que están guardadas en la cocina…son viejas pero estoy seguro de que le saldrán deliciosas y…bueno, en la mansión seguro encontrarán algo que les guste a todos. Considérenlo mis disculpas por las molestias que les he causado.

Zoro, taciturno, simplemente asintió. Pero antes de que Mainery se retirara, consiguió esbozar una sonrisa.

-Me alegro mucho por ti, Mainery. Espero correr con tu suerte y lograr trascender cuando muera.

Mainery, parado de lado y a punto de irse, miro a Zoro de reojo y negó con la cabeza.

-No pidas mi suerte, espadachín, porque entonces sufrirás tanto como yo. Mejor pide que te vaya mejor.

-Puedo enfrentarlo. No soy ningún cobarde, Mainery.

-No lo dudo, Roronoa.

Dicho esto, agito su mano en señal de despedida.

Entonces, Zoro comenzó a sentirse somnoliento. Se sentó despacio en el suelo, a los pies de la reja de la mansión, mirando hacia el cielo y preguntándose cuanto más tardaría en despertar. Casi sentía culpa por estar tan tranquilo, pero no había otra cosa que pudiera hacer mientras tanto.

-Como siempre, dormido como tronco.

La voz que lo despertó era, de nuevo, la de cierta pelirroja estresante y chillona que al parecer solo quería molestarlo, sin tener otra ocupación interesante en esta vida.

-Vaya, marimo, para variar- la otra voz era de cierto rubio larguirucho que igualmente, parecía no tener otro propósito para su existencia que estarlo fastidiando.

Sin embargo, dadas las circunstancias, sintió que era el hombre más feliz de la tierra al escuchar las voces de sus amigos,

Se levanto de un salto y se encontró parado frente a la mansión, justo donde se había quedado dormido al terminar el sueño. Pero descifrar el como fue a parar allí no le importó, pues en ese momento, primero estaban ellos.

-¿Cómo fue que volvieron?- fue lo primero que se le ocurrió preguntar.

-Luffy nos encontró a todos y nos trajo hasta aquí- sonrió Nami, con un tono orgulloso.

Luffy sonrió. Pero entonces todos miraron a Zoro, y comenzaron a buscar alrededor.

-¿Dónde esta Robin?- preguntó Franky. Sanji frunció el ceño y se acercó a Zoro.

-¿Dónde está, marimo? ¡Te dije que era tu deber protegerla!- lo tomó de la camisa, pero desistió y lo soltó, casi empujándolo.

Zoro no reaccionó a la agresión de Sanji porque no sabía dónde se encontraba Robin. Al dormirse, la tenía en los brazos, pero al despertar ella había desaparecido. ¿Qué le contestaría a sus compañeros?

Lo asaltó el miedo de que Robin de verdad estuviera muerta. ¿Cómo iba a decirle eso a sus amigos? ¿Cómo iba a darle la cara a su capitán? ¿Cómo iba a vivir tranquilo después de algo así?

Buscó las palabras para decirles que no tenia idea de dónde podría estar Robin, pero antes de que pudiera articular una sola, todos lo empujaron y pasaron a un lado de él, abalanzándose sobre la reja de la mansión.

-¡Robin!- el grito de Nami lo congeló. Escuchó como abrían la reja y entraban en tropel. Se dio la vuelta lentamente.

Ahí, de pie en la entrada principal y con la sonrisa más bella que alguna vez hubiera mostrado, estaba Robin.

-Buenos días a todos.

El abrazo masivo fue, por mucho, uno de los más emotivos que la tripulación hubiera presenciado hasta entonces. Nami y Chopper estaban casi histéricos, los otros simplemente estaban felices. En cuanto a Robin, ella lucía radiante, feliz, tranquila, como si viniera de unas vacaciones.

-¡Robin, que bueno que estás bien!- lloraba Chopper agarrado de sus piernas. Ussop y Luffy saltaban.

-¡No estoy llorando! - gritaba Franky tapándose los ojos con su enorme brazo, mientras lloraba a mares a pesar de que juraba una y otra vez que no lo hacía -¡Pero estar juntos todos de nuevo es SUUUPERR!

Zoro se había quedado aparte, mirando solamente lo que sus compañeros hacían, sin participar, en completo shock. De un momento a otro, Robin separó ligeramente de ella a Nami y a Chopper, que no la soltaban, y miró a Zoro con una sonrisa.

Zoro la miró desde donde estaba, y también esbozó una media sonrisa.

-Me alegra que te encuentres bien- le dijo.

-De no haber sido por ti, nunca lo hubiera logrado, Espadachín-san.

Y pudieron haber dicho muchísimas cosas más, pero no lo hicieron, solo compartieron una mirada, por pocos segundos, que fue interrumpida por el escándalo que la tripulación comenzó a montar. Zoro entonces reaccionó, recordando lo que Mainery le había dicho durante su sueño.

-Debemos volver al barco- soltó de repente, interrumpiendo el alboroto. Todos se detuvieron de su euforia. Nami se dio la vuelta hacia él y luego miró el log pose, que de repente había recordado.

-¡Ya ha cargado!-anunció muy contenta- podremos zarpar cuanto antes.

-No, no podemos- insistió el espadachín- Mainery me dijo que empezando por hoy, habrá tres días de inestabilidad en esta isla y que debemos quedarnos en el barco, mas no podemos zarpar. Habrá tormentas y las corrientes cercanas a la isla podrían tragarnos.

-Tonterías- sonrió la pelirroja cruzando los brazos sobre su pecho- ¿Acaso has olvidado las capacidades de la navegante, Zoro?

-Por supuesto que no, Nami, pero esto es serio. La inestabilidad afectara varios kilómetros a la redonda y no hay forma de que la libremos solo con tu capacidad.

Todos percibieron que la preocupación del primer oficial era genuina. Si él estaba preocupado, quería decir que la cosa era seria. Nami miro a Zoro fijamente y luego de considerarlo un poco asintió con cierta molestia.

-Bien, según tu, ¿Qué hay que hacer entonces?

-Volver al barco y esperar a que pase.

Zoro se veía tan serio, que Nami finalmente asintió y volteo a ver a Luffy.

-¿Capitán?

-Hagamos caso de lo que dice Zoro- sonrió el moreno, con las manos en la nuca sin verse realmente preocupado por nada- volvamos al Sunny.

Todos se encaminaron en seguida al barco a la orden del capitán. El espadachín se acercó a su amigo y aprovechó que los demás no estaban poniéndoles mucha atención.

-Luffy, cuando peleaba con Celine…lamento haber permitido que Mainery me poseyera. Gracias por hacerme volver, de no ser por ti Robin y yo no estaríamos aquí.

Pero Luffy miro a Zoro como si no tuviera la menor idea de que estaba hablando. Esperaba cualquier reacción del pequeño pero lo que dijo a continuación lo dejó realmente sorprendido.

-Shishishi, eres muy divertido Zoro… ¿De que estas hablando?- preguntó el moreno con una enorme sonrisa.

-¿Ah?

-Shishishi, también haces gestos chistosos a veces.

La cara del espadachín no tenía precio. ¿Qué fue todo aquello entonces? Pero después de un par de segundos decidió no darle más importancia, suspiró, pudo reponerse y asentir.

-Olvídalo capitán.

Zoro sabía que Luffy sabia de qué estaba hablando, se lo decía con sus ojos traviesos y su sonrisa juguetona. Sus razones tendría para no decir que había ayudado, su capitán siempre era tan especial en ese sentido. Con la mirada acordaron dejar el asunto allí, cosas de amigos.

De modo que fueron en total tranquilidad al barco, conversando acerca de lo ocurrido en la isla, pero fue hasta que estuvieron reunidos en el comedor que Zoro y Robin les contaron en su totalidad los acontecimientos, cada uno desde su perspectiva…omitiendo ciertos detalles demasiado personales.

-… ¿Entonces sí lograron llegar a la mansión?- preguntó Sanji en algún punto, mientras les servía unos bocadillos a las chicas.

-Así es, pero Mainery me hizo salir de allí para poder hablar conmigo y fue entonces que nos separamos.

-A mi me engañó Celine, durante la mañana- agregó Robin- me hizo creer que ustedes estaban bien y que habían llegado a la mansión. Después de eso fue que me atrapó.

-¿Para entonces Zoro ya había hecho alianza con Mainery?- preguntó Ussop, tratando de atar cabos.

-Espera, espera- interrumpió Franky- ¿Y cuando fue que atravesaron las trampas en el bosque?

-¡Un segundo! ¿Entonces dejaste a Robin a la buena de Dios, Zoro?- preguntó Nami, molesta.

Él enrojeció, pues comenzaba a molestarse mucho.

-¡No puedo contarles como fue si preguntan todo en desorden!- protestó Zoro.

-Creo que mejor volvemos a empezar, Espadachín-san- sonrió Robin.

Zoro se cruzó de brazos y asintió, todavía un poco molesto. Ahora habían vuelto al barco, todo había pasado a ser como una especie de pesadilla, y ahora él volvía a ser Espadachín-san, ya no era Zoro,

Pasaron un buen rato más conversando y finalmente, gracias a la paciencia de la arqueóloga pudieron terminar de contar lo que había ocurrido. Almorzaron lo que Sanji les preparó y decidieron que mientras estuvieran allí no saldrían ni a la cubierta, a menos que fuera realmente necesario. Se reunirían en el comedor la mayor parte del día, y en las noches Zoro haría la guardia.

Así pasaron los siguientes tres días. Sobra decir que no había pasado ni la primera hora cuando Luffy ya había hecho su primer intento de fuga a buscar alguna aventura en la isla, y Zoro y Sanji apenas pudieron detenerlo de saltar por la barandilla del barco, cuando un rayo se vio caer cerca de las montañas, seguido de un trueno tan espectacular que el barco tembló. Los tres se quedaron mirando hacia la isla, sorprendidos del poder de aquel fenómeno natural. Luego comenzo a caer una lluvia más o menos fuerte, que por lo que ellos sabían, bien podía empeorar.´

-Ya comenzó- comentó la navegante, que se asomó por la puerta de la cocina cubriéndose la cabeza con una toalla- todos adentro.

A partir de ese momento una rutina un tanto pesada se dejó caer en el Thousand Sunny. Ussop y Franky se lo pasaban en el taller diseñando uno que otro implemento para el barco, pero les iba a ser imposible probar cualquiera de ellos hasta que pudieran salir, de modo que se aburrían horrores y finalmente hasta la creatividad se les estaba bajando.

Nami intentaba hacer un mapa de la isla, pero debido a los problemas surgidos, aquello le era muy difícil. Aunque había tomado varias notas durante su estancia en tierra, le faltaban demasiados detalles y no era plan ponerse a adivinar. Además, si realmente la magia de Celine había influido en la conformación de la isla, probablemente también había cambiado de algún modo su forma y no se quería arriesgar a eso.

Chopper había tenido un primer día bastante atareado revisando a sus amigos después de aquella aventura, pero luego de comprobar que la única que necesitaba atenderse las heridas y consumir unas pocas vitaminas era Robin, y que todos los demás estaban sanos y salvos, se encontró totalmente sin nada que hacer, de modo que se instalo en la cocina, lo mismo que Luffy.

Para el inquieto capitán, la vida así era un suplicio, de modo que se la pasó los tres días enteros acosando a Sanji para que estuviera todo el día haciéndole de comer, y de vez en cuando jugando alguna cosa sencilla con Chopper, Ussop o Franky, cuando alguno de estos se pasaba por aquel lugar.

Sanji por su parte lo único que hacía era cocinar, hacer bocadillos para su capitán y limpiar y relimpiar la cocina. Y el único motivo por el que soportaba a Luffy era que, de otro modo, no tendría nada que hacer en esos momentos.

Zoro se lo pasaba el día entero entrenando en el cuarto que tenia acondicionado para ello en la torre de vigilancia. Quizás él era el único que no se había visto en la necesidad de cambiar sus hábitos del día a día.

Finalmente, Robin había tomado un enorme cuaderno y se la pasaba, lo que cualquier día normal antes pasaba leyendo, escribiendo con ahínco. Nadie sabia de qué se trataba y era tal la seriedad con que lo hacia que nadie se atrevió a preguntarle hasta que ella misma decidiera contarles. Se le veía todo el día ocupada en eso, en la cocina, en su cuarto, incluso cuando las lluvias calmaban un poco subía a la torre de vigilancia para escribir mientras Zoro entrenaba exageradamente.

Durante esos pocos minutos al día no se dirigían la palabra, pero Robin estaba contenta de que Zoro no la mirara con desconfianza ni que tratara de hacer que se fuera de allí. Por su parte, a Zoro le hacía muy bien que ella lo acompañara, aunque no dijeran nada, aunque en el fondo se estuviera deshaciendo de nervios, aunque necesitara tanto decirle que se alegraba de que estuviera viva y lo mucho que temió perderla y que le hubiera ocurrido algo.

Los tres días transcurrieron sin mayores percances, únicamente que hubo un par de veces que parecía que el cielo les iba a caer encima, tal era la fuerza de las lluvias, las olas, el movimiento de los animales y el feroz vaivén que el Sunny efectuaba cada cierto tiempo. Y durante ese tiempo, trataban de no interrumpir sus tareas, de conversar para no sentirse incómodos, Robin no dejaba de escribir, Sanji no dejaba de cocinar y aún medio muerto de miedo Ussop no dejaba de contarle a Chopper sobre alguna de sus inventadas aventuras, todo con el fin de mantenerse tranquilos.

Finalmente llegó el día en que se suponía que podían salir del barco y Nami, práctica como siempre, comenzó a organizar a sus compañeros para juntar algunas cosas antes de poder irse de la isla, pero no contaba con que su capitán contradeciría sus intenciones.

-¡No! ¡Hemos estado encerrados en el Sunny por tres días! ¡Si prepararemos algo hoy, ese algo será una gran fiesta!- gritó el capitán con los brazos en el aire, evidentemente nadie le haría cambiar de opinión.

Nami se dio una palmada en la frente. Pero era la decisión de Luffy después de todo.

-De acuerdo, de acuerdo, ¿Qué te parece esto?- negoció la navegante- hay que pasar el día reuniendo provisiones. Lamentablemente en estos tres días acabaste con todo lo que ya teníamos así que por ese lado no hay opción- Luffy asintió- y por la tarde haremos la fiesta.

Luffy comenzó a saltar de alegría, eso para Nami era un sí.

-Bien, entonces salgamos a la isla, ya saben qué tenemos qué hacer.

En esos momentos, Robin salió de su habitación, con el cuaderno que había estado escribiendo entre sus manos.

-Antes de eso, me gustaría que me ayudaran con algo. Pero para eso tendríamos que ir a la mansión otra vez.

Caminó hacia sus amigos, que ya se disponían a bajar del barco.

-¿De qué se trata, Robin?

-Es algo que quiero hacer antes de irme. Significaría mucho para mí que accedieran a ayudarme.

-¡Oh, Robin-chwan, no dudes que yo te ayudaré en todo lo que quieras pedirme!- gritó el cocinero, inclinándose ante Robin y tomando su mano, dispuesto a depositar en ella un beso. La arqueóloga levantó las cejas, la navegante puso cara de fastidio, pero a nadie se le pasó por alto el aura asesina que rodeó a Zoro medio segundo antes de darle un puñetazo en la cabeza al rubio mujeriego.

-¡Deja de actuar como estúpido, cejas!

-¿Quieres pelea, marimo?

Pero no llegaron a tanto, pues casi en seguida ambos fueron derribados por una fuerza aún superior a la suya: los puños de Nami.

-Dejen de actuar como idiotas y vámonos de una vez.

Los demás sólo pudieron reír.

Nami, Luffy, Ussop, Chopper y Franky se quedaron fuera de la mansión mientras Robin entraba en ella seguida de Zoro y Sanji. Pasaron unos veinte minutos antes de que los tres salieran de allí. El espadachín y el cocinero venían cargando un bulto envuelto en sábanas, y la arqueóloga venía tras ellos: ya no traía con ella el cuaderno. Franky había estado haciendo lo que su compañera le había pedido antes de entrar; había cavado un agujero en la tierra.

-¿Eso es…?- preguntó Nami en cuanto los vio salir con el bulto.

-El cuerpo de John Mainery- confirmó Zoro, haciendo que la pelirroja se hiciera un paso hacia atrás cuando pasaron frente a ella.

-También le hice un ataúd- le dijo Franky a Robin en cuanto estuvo cerca- espero que sirva.

-Muchas gracias.

Enterraron el cuerpo momificado de Mainery en una ceremonia bastante improvisada. Chopper y Nami reunieron algunas flores para la tumba mientras Zoro, Franky, Sanji y Luffy bajaban el ataúd con respeto y cuidado.

Ussop se acercó a Robin.

-No comprendo. Él te hizo mucho daño, Robin, ¿Por qué te importa enterrarlo decentemente?

-Porque a final de cuentas, Nariz larga-kun, él no tenía la culpa de lo que ocurrió. Él fue una victima más y actuó en consecuencia. No es algo difícil de comprender.

-¿Tiene todo esto algo que ver con lo que escribiste?

Al escuchar esto, los demás pusieron atención a la plática, por que a decir verdad era una curiosidad colectiva que todos se morían por saciar.

-Me sorprende que no me hayan preguntado antes- sonrió la morena, causando una pequeña conmoción general-. Y sí, tiene que ver. Estos días estuve escribiendo lo más detalladamente que pude los verdaderos sucesos ocurridos en esta isla, para que la versión creada por Celine no ocasione más problemas en el futuro. Tal vez ya no importe, pero me gustaría pensar que cuando menos puedo contribuir con algo a la causa de Mainery. Que se sepa su verdadera historia, quizás lo ayude a descansar mejor en paz.

Hubo un silencio profundo entonces, en el que terminaron de acomodar el ataúd en su lugar. Luego terminaron de enterrarlo con ayuda de unas palas y decoraron la tumba ligeramente con las flores reunidas por Nami y Chopper.

-Muy noble de tu parte, Nico Robin- comentó Franky- no cualquiera hace eso por un enemigo.

-Espero que no nos hayas incluido en la historia- comentó Nami- podría traernos problemas.

-No te preocupes, fui lo más discreta posible. Omití bastante nuestra intervención, y firmé como anónimo. Todo estará bien.

Terminado el entierro, todos fueron a cumplir su cometido en el interior de la isla. Reunieron fruta, hierbas medicinales, agua para hervir y madera para las reparaciones que pudiera necesitar el barco en el futuro.

Zoro recordó comentarles a sus compañeros de los regalos que Mainery pensaba darles, y efectivamente, cada quien encontró algo de su gusto dentro de la mansión aunque él y la arqueóloga, por principios, se negaron a tomar cualquier cosa.

Antes de retirarse Zoro, con respeto, dedicó unas palabras en voz muy baja frente a la tumba del caballero, pensando que quizás, en circunstancias distintas, hubiera podido llamarlo su amigo.

Por la tarde montaron una fogata en la playa y mientras Sanji preparaba uno de sus mejores banquetes, Franky comenzó a amenizar la reunión tocando alegres melodias con su guitarra. Nami y Robin colgaron algunas lámparas y guirnaldas para darle a aquello un toque más festivo, mientras Luffy, Ussop y Chopper bailaban. Zoro se sentó en el suelo a beber. Más tarde cenaron y cantaron. En general se divirtieron hasta después de la media noche, cuando Nami les ordenó que se fueran a dormir pues al día siguiente partirían temprano, pero nadie le hizo caso así que al final se quedó dormida cerca de donde su capitán bailaba alegremente.

Conforme iba avanzando la noche los demás fueron cayendo, y a eso de las dos o tres de la mañana estaban tirados en la arena y profundamente dormidos Sanji, Franky, Ussop, Luffy y Chopper.

Zoro se había alejado un poco. Estaba recargado en una palmera, se había sentado en la arena estableciendo una pequeña rutina que intercalaba dormitar y beber su preciado sake. Con el paso de los minutos sus pensamientos se habían tornado melancólicos Miraba hacia el océano. La luna estaba en el cielo y se reflejaba bellamente en el agua. A su izquierda, a varios metros de allí, las ultimas chispas de la fogata despedían una lucecilla roja y ya algo débil. El aire de la noche era tibio y brillaban las estrellas. Le parecía que habían pasado años desde la ultima vez que había encontrado una noche con tanta paz.

En eso estaba, cuando una presencia lo perturbó. Era la arqueóloga, que se acercaba lentamente, deslizando suavemente sus pies en la arena. Llegó y se sentó a su lado. Zoro no se atrevió a mirarla de frente.

-Es una bella noche, ¿No crees, Espadachín-san?

El aludido volvió a sentir la molestia de ser, de nuevo, Espadachín-san y no Zoro.

-Sí, lo es.

-Difícilmente encuentra uno la ocasión para ver tan bello paisaje con tranquilidad- agregó la arqueóloga- casi siempre hay algún impedimento, o una preocupación presionándonos.

Diciendo esto, levantó la cabeza y vio las estrellas. Zoro la observó en silencio, sintiéndose cohibido, restringido, limitado por un sentimiento que se estaba agolpando en su garganta, impidiendo que cualquier sonido que quisiera hacer saliera de su boca.

-Al final… ¿Cuál era la maldición que Celine lanzó sobre este lugar?- preguntó Zoro en cuanto pudo formular algo, sin mostrar un interés demasiado grande o sincero. Robin respiró profundamente mientras cambiaba su vista del cielo hacia el mar.

-Pues…según tengo entendido, Celine impediría que cualquier persona fuera feliz mientras estuviera dentro de esta isla. Al parecer, eso se aplicaría sobretodo a las parejas.

-Pues menos mal que la vencimos, entonces… ¡Quiero decir! Por Luffy, es decir, todos vimos cómo se puso cuando Nami desapareció, y…estem….

Zoro ya no supo qué decir. Nunca había sido demasiado bueno para expresarse y sus palabras habían sonado como una insinuación de que ellos eran pareja, o de que la quería como pareja, por lo cual Robin sonrió. Los nervios y las palabras de su nakama le dieron el valor para dar el siguiente paso.

Se aclaró la garganta y comenzó a hablar, sin darle demasiadas vueltas al asunto.

-Yo…- se acomodó mejor, sujetándose las rodillas- escuché todo lo que dijiste…aunque estaba tan débil, puedo recordarlo todo- Zoro se tensó- llegué a tener demasiado miedo de que de verdad me hubieras abandonado aquella noche en la mansión, pero yo sabía, dentro de mi, que eso no era posible.

Zoro no supo qué decir. Sabía que podía haberle hecho daño a Robin luego de abandonarla de ese modo, y eso lo preocupó aún más cuando Celine lo atacó por ese lado.

-Cuando comenzaste a llamarme comencé a creer más en mi misma. Y cuando- le tembló la voz- cuando me sostuviste entre tus brazos pensé- sonrió- pensé que cuando menos iba a morir feliz.

-Robin…yo…

-Si lo que dijiste no es verdad, Zoro, no digas más. Puedo vivir con eso. Pero si todo lo que dijiste mientras estábamos allí es cierto…entonces ayúdame para saber qué hago con esto que traigo adentro.

Por primera vez en esos cortos minutos, Zoro pudo mirar a Robin directamente, aun con miedo, pero de frente. Ella tenía su vista clavada en el horizonte, pero sus ojos estaban vidriosos, su barbilla temblaba incontrolablemente y una de sus manos estaba agarrándose fuerte a su blusa, sobre su corazón.

Nunca en la vida la había visto tan vulnerable. Robin solía ser más fuerte, pero lo que ocurría parecía estar sobrepasándola.

Zoro suspiró sin saber qué hacer, pero luego decidió que debía hablar con la verdad. Si ella ya había escuchado la mayor parte, lo demás no importaba.

-Todo es cierto, pero yo tampoco sé que hacer con lo que hay dentro- explicó- porque nunca antes me había enfrentado a algo así.

Robin se mordió los labios, sin saber qué estaba sintiendo, se debatía entre una explosión en su pecho y una aplastante angustia. Temía tanto un rechazo, temía mucho sentirse sola y lastimada de nuevo. ¿Sería acaso capaz de hacerle daño otra vez , dándole esperanza y abandonándola de nuevo?

Pero eso no ocurrió, o por lo menos no como Robin esperaba. Zoro tomó una de sus manos, y sonrió. Una sonrisa débil, casi derrotada.

-La verdad es que temía que este momento llegara- susurró- Robin, escúchame. Yo no tengo nada que ofrecer, porque nada de lo que hay en mi me pertenece del todo- siguió- la mitad de mi vida está empeñada en mi sueño, y la otra mitad se la entregué a esta tripulación en cuanto acepté partir con Luffy. Siempre estamos en riesgo de morir y…tú no te mereces algo así, Robin. Tú mereces algo mejor. Todo lo que…lo que yo no podría darte. Si lo aceptas…mi protección, mi apoyo y mi amor. Es todo lo que tengo. Y como la mujer que eres, Robin, yo sé que tú mereces mucho más.

Robin negó con la cabeza, una y otra vez, enternecida por las palabras que le había dado. Jamás pensó que alguien podría mostrarle amor de semejante forma, mucho menos alguien como Zoro, de modo que un poco más y podría ponerse a llorar.

-No…Zoro. Es mucho más de lo que yo merezco.

Entonces ninguno resistió más la necesidad. Robin pasó sus brazos por encima de los hombros de Zoro, mientras el la abrazaba por la cintura, y juntó sus labios con los de él, y por fin después de tanto sufrimiento consiguieron un beso tranquilo, sin miedo, sin amargura. Se tomaron su tiempo, respirando tranquilos, acariciándose suavemente, disfrutando la brisa y el simple hecho de poder, por fin, estar juntos.

Se separaron apenas lo suficiente para poder mirarse a los ojos y volver a sonreír.

Robin soltó una pequeña carcajada.

-Estás muy sonrojado, Zoro.

-¡Tu también lo estás!- contestó el espadachín, fingiendo enojo. La besó una vez más. Robin lo permitió sin dudarlo siquiera.

-Espadachín-san, fui muy tonta. Todo este tiempo estuve ahogándome en un vaso con agua. Estos tres días- confesó- era terrible estar junto a ti y no poder hablarte. Cada segundo que pasaba era como morirme un poco.

-Yo…igual- admitió el peliverde- cada vez que estábamos en la torre de vigilancia… sentía que me estaba quedando sin aire.

Era impresionante que dos de los más peligrosos miembros de la tripulación Mugiwara fueran tan vulnerables uno con el otro. Robin no soltó el cuello de Zoro, y sonreía, sonreía porque había encontrado un lugar perfecto para ella en el mundo; los brazos de su nakama de cabellos verdes. Éste tampoco la soltaba, pues por primera vez en mucho tiempo, estaba en paz.

-Preguntarte si quieres ser mi novia suena algo cursi a estas alturas- comentó entonces Zoro, haciendo una sonrisa cínica y ladeada, aunque no por eso menos incómodo- pero me arriesgaré, ¿Quieres…?

-Te amo, Zoro- sonrió Robin- y no necesitamos un titulo para eso. Podemos decir que somos novios, amantes o lo que tú quieras. Lo que sentimos no tiene porqué cambiar.

-Lo tomaré como un sí- sonrió a su vez el espadachín- pero algún titulo hemos de tener ante los demás. Si Sanji se acerca demasiado voy a tener algo con qué defenderte.

Robin solo rió con más fuerza. Por primera vez en mucho tiempo, podría decirse que era muy feliz.

-¿Te apetece una caminata por la playa, Zoro?

Por toda contestación, él se puso de pie y la tomó de la mano. Y ya no les importó si era demasiado tarde en la noche, pues la isla ya no era tenebrosa y la luna parecía estar aprobando y bendiciendo todo lo que ellos hicieran bajo su mirada. Así, tomados de la mano, se alejaron del campamento y continuaron hacia el amanecer.

Zoro acerco a Robin un poco más a él, sujetándola por la cintura, cuando recordó que aún le faltaba algo por decir.

-Te amo, mujer.

Ella le contestó con un beso rápido en los labios.

Desde algún lugar lejano, alguien los observaba con una sonrisa.

-Te lo dije, Roronoa, a ustedes les irá mejor que a mi. Y me alegro mucho por ello.

Zoro se detuvo abruptamente y miró hacia el bosque. Robin le preguntó si ocurría algo y él negó con la cabeza. Luego sonrío ampliamente.

-Por alguna razón tengo el presentimiento- comentó- de que nos irá bien.

Robin asintió porque ella también lo sabía. Mientras estuvieran juntos, mientras estuvieran con sus amigos, y mientras fueran libres para amarse como en ese momento, ellos iban a estar bien. Sin importar cuantas maldiciones y fantasmas se opusieran en su camino.

Fin

Kyaaa que feliz soy!

Ok…quizás no fue tan emocionante como me hizo sentir a mí. Temo incluso haberlo hecho algo cursi o…no sé, es que es muy difícil. Como he dicho antes, ellos no son una pareja normal, así que hacer este final fue todo un reto. De cualquier modo, me quedé con la imagen de ellos caminando en la playa abrazaditos .w. los amo a morir.

Bueno, muchas gracias a todos lo que me comentaron, los que no lo hicieron, los que siguieron este fic hasta el final e incluso a los que se quedaron a medias .w. espero seguir contando con su apoyo, tal vez pronto comience a publicar alguno nuevo de esta pareja, por lo pronto este ya tiene un lugar especial en mi corazón :´D

Muchos saludos, besos y abrazos a todos!

Atte. Yereri Ashra