Título: Dreaming of Another World.

Categorías: Drama/Angst/FriendShip/Tragedy/Horror/Romance

Capítulos: 20/ (¿?)

Todos los personajes de la Serie South Park le pertenecen a Trey Parker/Matt Stone.

Fluffy Spunchy Muffin.


Chapter XX
Dreaming of Another World
'…Someone knows all better than you. Don't go through the door…'

Cuando el sonido dejó de ser un ruido horrible y desafinado, se convirtió en sonidos de varias trompetas. Las señoras Testaburguer y Stevens salieron a escena.

La Otra Wendy montaba una bicicleta de una sola rueda mientras hacía juegos malabares. Tras ella la Otra Bebe pegaba saltitos con un cesto de flores bajo el brazo, esparciendo pétalos por el escenario. Al llegar a la parte delantera, la señorita Wendy descendió ligeramente del monociclo y las dos señoras hicieron una profunda reverencia.

Los perros agitaron la cola y ladraron con entusiasmo. Tweek aplaudió cortésmente, el Otro Craig sólo asintió levemente.

Entonces ambas mujeres se desabrocharon los abultados abrigos y los abrieron, aunque no del todo. Sus caras también se abrieron como si fuesen dos conchas vacías, y de sus viejos cuerpos, huecos y fláccidos, salieron dos mujeres jóvenes: eran esbeltas, pálidas y bastante guapas, y tenían botones negros en lugar de ojos.

Tweek soltó un "ohh…" jamás pensó que algo así pudiese haber sucedido.

La nueva Otra Testaburguer llevaba mallas verdes y botas altas marrones que le llegaban hasta el muslo. La nueva Otra Bebe lucía un vestido blanco y su cabello rubio estaba adornado con flores.

La señorita Bebe abandonó el escenario, y las trompetas chirriaron cuando la aguja del gramófono se arrastró sobre el disco.

─Ésta es mi parte favorita ─susurró el perrito que ocupaba el asiento de al lado.

La otra señorita Bebe sacó un cuchillo de una caja que estaba en un rincón.

─ ¿Es un puñal lo que veo ante de mí? ─preguntó alarmado el rubio.

─ ¡Sí! ─gritaron todos los perros─. ¡Sí!

La señorita Bebe hizo una reverencia y los perros volvieron a ladrar. Tweek no se molestó en imitarlos.

La Otra señorita Wendy regresó, se dio una palmada en un muslo y los perros ladraron.

─Y ahora ─anunció a continuación─, Wendy y yo tenemos el placer de presentar un nuevo y emocionante complemento a nuestro espectáculo teatral. ¿Algún voluntario?

El Otro Craig le propinó un codazo. He hizo una leve inclinación con la cabeza a donde estaba la señorita Bebe esperando.

Tweek se levantó y subió los escalones de madera que conducían al escenario.

─Solicitó un gran aplauso para el joven voluntario ─exclamó la señorita Bebe.

Los perros gruñeron, chillaron y golpearon las butacas del terciopelo con sus colas. El Otro Craig aplaudió con ganas.

─Bueno, Tweek ─dijo la mujer─, ¿cómo te llamas?

─Tweek ─respondió sin creerse tan mala broma ¡Le acaba de decir su nombre y luego se lo preguntó!

─No nos conocemos, ¿verdad?

El niño contempló a la delgada joven con ojos de botones y negó lentamente con la cabeza.

─Bien ─empezó la Otra señorita Bebe─, pon mucha atención. ─Llevó a Tweek hasta una tabla que estaba en un extremo y colocó un globo sobre su cabeza.

La señorita Wendy se dirigió a la señorita Bebe, le tapó los ojos de botones con una bufanda negra y le puso el cuchillo en una mano. Después, la hizo girar tres veces o cuatro veces y la puso delante de Tweek, que contuvo la respiración y se estrujó los dedos apretando los puños con mucha fuerza.

La señorita Wendy lanzó el cuchillo al globo, que explotó ruidosamente. El cuchillo impactó con un ruido sordo en la tabla, sobre la cabeza de Tweek, que exhaló un profundo suspiro.

Los perros estaban incontrolables.

La señorita Wendy le regaló a Tweek una diminuta caja de golosinas y le agradeció su amable colaboración. Entonces Tweek regresó a su asiento.

El Otro Craig le dio un par de palmadas en la espalda al rubio, felicitándolo.

─ ¿Te apetece uno? ─preguntó Tweek.

El Otro Craig negó con la cabeza, seguido apuntó al pequeño perro que estaba en el otro lado de Tweek, el animal tenía la lengua afuera y la mirada fija en la caja con golosinas que tenía el rubio. Al final, Tweek le dio un bombón al cachorro.

─Gracias ─dijo éste.

─De nada ─respondió el chico.

La señorita Testaburguer y Stevens estaban representando sendos papeles: la señorita Wendy se encontraba sentada sobre una escalera de mano, a cuyo pie permanecía a Bebe.

─ ¿Qué importa el nombre? ─preguntó la señorita Wendy─. Una rosa olería igual de bien aunque se llamase de otra manera.

─ ¿Te quedan bombones? ─preguntó el perro.

Tweek le dio dos más.

─No sé cómo explicar quién soy ─le decía la otra señorita Bebe a la otra señorita Wendy.

─Esta parte acaba enseguida ─murmuró el perro─, y luego empiezan los bailes folclóricos.

─ ¿Cuánto tiempo dura esto? ─quiso saber Tweek, comenzaba a aburrirse ─. Me refiero a la obra de teatro.

─Todo el tiempo ─repuso el perro─, desde siempre y para siempre.

─Quédate con las golosinas ─le ofreció Tweek.

─Gracias ─contestó el perro, y Tweek se levantó del asiento a continuación su acompañante hizo lo mismo.

─Hasta luego─ dijo el animal.

─Adiós─ se despidió Tweek. Salió del teatro y se dirigió al jardín, seguido por el Otro Craig.

Sus otros padres la esperaban en el jardín. Ambos sonreían.

─ ¿Lo han pasado bien? ─le preguntó la Otra madre.

─Ha resultado…interesante ─respondió Tweek. Craig asintió dos veces, queriendo decir "sí"

Entonces los cuatro se encaminaron hacia la otra casa de Tweek. La Otra madre acarició con sus largos dedos blancos el cabello del chico, y éste se alejo.

─No hagas eso.

La Otra madre retiró su mano.

─Bueno ─dijo su Otro padre─, ¿te gusta lo que ves?

─Claro, es más interesante que mi otra casa.

El Otro padre condujo a Tweek al interior de la casa, la Otra madre hizo una seña al chico de que entraría luego, éste se dejó guiar por su Otro padre.

La Otra madre hizo una mueca desaprobadora, no le había agrado que el niño se había negado a su caricia. Dirigió su mirada al chico que la observaba.

─Reúne a todos ─ordenó.

El Otro Craig asintió, y dio media vuelta.

La Otra madre entonces entró al interior de la casa y se dirigió hacia donde estaba el Otro padre y el niño.

─Me alegro que te guste la casa ─comentó la Otra madre de Tweek ─, porque nos encantaría que lo consideres tu hogar. Si quieres, puedes quedarte para siempre.

Tweek no contestó tras esa declaración. Metió sus manos en los bolsillos y pensó en la oferta.

─Si decides quedarte, sólo hemos de ocuparnos de un pequeño detalle.

Entraron a la cocina. Sobre la mesa, en una bandeja de porcelana, había una larga aguja de plata, un carrete de hilo de algodón negro, y para rematar, dos grandes botones del mismo color.

─Esto no me gusta ─dijo Tweek.

─Oh, pero nosotros te queremos mucho ─repuso la Otra madre─, y deseamos que te quedes. Sólo es un pequeño detalle.

─No te dolerá nada ─le aseguró su Otro padre.

Tweek sabía por experiencia propia que cuando los adultos decían que algo no dolía, mentían siempre, así que negó con la cabeza.

La Otra madre sonrió alegremente y sus cabellos ondearon como plantas bajo el mar.

─Sólo deseamos lo mejor para ti ─afirmó, y puso una mano sobre el hombro de Tweek, que se apartó.

─Me largo ─anunció el niño. Metió sus manos en los bolsillos nuevamente.

─Si eso quieres… ─repuso.

─Si ─afirmó el rubio.

─Pero pronto volveremos a verte ─dijo el Otro padre─, cuando vuelvas.

─Hum ─dudo Tweek.

─Y entonces estaremos todos juntos como una gran familia feliz ─señaló la Otra madre─. Por siempre jamás.

Tweek retrocedió. Dio la vuelta, corrió hacia el salón y abrió la puerta del rincón. La pared de ladrillos no estaba. Sólo había oscuridad, una oscuridad misteriosa y negra como la noche, en lo que algo parecía moverse.

El niño vaciló y se echó atrás. Su Otra madre y su Otro padre caminaban hacia él, tomados de las manos y lo miraban con sus ojos de botones negros. Al menos creía que lo estaban mirando, aunque no estaba seguro.

La Otra madre extendió una mano e hizo una delicada seña con uno de sus dedos blancos. Sus pálidos labios esbozaron las palabras "Vuelve pronto", aunque el niño no oyó nada.

Respiró profundamente y se sumió en la oscuridad, llena de murmullos de voces extrañas y del ulular de unos vientos lejanos. Tuvo la certeza de que había algo detrás de él: algo muy viejo y muy lento. Cerró los ojos para no ver la oscuridad.

Por fin, chocó contra algo y abrió los ojos sobresaltado. Había tropezado con un sofá del salón.

A su espalda, el hueco de la puerta aparecía tapiado con ladrillos rojos e irregulares.

Estaba en su casa.

En una oscura habitación se encontraban siete personas con botones en lugar de ojos, rodeaban una larga mesa redonda. La Otra madre escuchaba atentamente cada detalle que decían las Otras señoritas Testaburguer y Stevens. Al parecer, el chico se había aburrido de su función y por ese motivo había salido más temprano de lo planeado, dirigió una mirada fría al más pequeño de todos. Pero la voz del Otro Broflovski interrumpió lo que decían las señoritas antes.

─ ¿Y si no vuelve? ─preguntó el hombre.

La Otra madre le lanzó una mirada de ira, pero el hombre se mantuvo firme, no intimidado por la mirada de su creadora.

─Volverá. Tenemos a alguien del otro lado a nuestro favor, sólo tenemos que presionar al niño a regresar, demostrarle que la vida del otro lado será un miserable poca cosa.

Los presentes rieron tras oír las palabras de la Otra madre, excepto dos personas: el Otro Craig y la Otra señorita Stevens.

Continuará…


¡Dos actualizaciones casi seguidas en una semana! Pero creo que muchos de mis lectores tuvieron un pequeño inconveniente al parecer en el otro capítulo: no pudieron dejar review y creo que es porque cuando subí la noticia de que había tenido un inconveniente muchos habían comentando, y claro, borre la nota hace tiempo, pero los reviews jamás se borran (¿?)

Espero que esto les haya gustado, por fin regresaremos con el verdadero Craig y claro nuestro antagonista casi olvidado: Christoph.

Nos leemos en el siguiente capítulo

Muffin Out.