Capítulo 19:

Observó fijamente aquella mansión desde el otro lado de la calle. Cualquiera que lo viera ahí parado, vestido de "incognito", observando una multimillonaria mansión, pensaría que planeaba algo malo, robarla por ejemplo. Pero no era así, sabía que quería entrar, que quería encontrarlos, que quería decirles tantas cosas, tantas que en su mundo jamás podría. Pero entonces pensó, ¿serian como los recordaba? ¿Su madre sería una amorosa desquiciada? ¿Su padre un amoroso tranquilo? ¿Lo reconocerían? ¿Lo abrazarían? ¿lo amarían? No sabía la respuesta a ninguna de esas cuestiones.

Estaba por dar un paso para cruzar la acera, cuando un auto se detuvo frente a él antes de que siquiera pudiera moverse.

-que sorpresa encontrar por aquí al chico sexi- era la voz de su molesta nueva compañera.

Vio la ventana del auto bajarse, verificando lo que había creído. Notó como lo veía de arriba abajo y luego volteó a la mansión al otro lado.

-¿queriendo conocer a tus suegros?- la vio reírse con burla y apretó las manos para no gritarle.

La ignoró completamente y se alejó de ella, o eso intentó. El auto lo seguía de reversa. Escuchó el sonido de un teléfono y la vio contestar.

-¿hola?... ¿Ranma?...- por un segundo notó un tono diferente, pero lo ignoró -¿estás segura?- Kenta no pudo evitar notar la expresión de tristeza en su rostro –entiendo… de acuerdo… adiós-

Notó la oportunidad de alejarse mientras ella terminaba su conversación, pero fue cuestión de segundos para que lo interceptara, él lo sabía. La vio bajarse del auto y, cruzada de brazo, posicionarse frente a él.

-irás conmigo a la fiesta- no era pregunta.

-¿Qué?-

La vio rodar los ojos, leyendo en ellos un "retrasado".

-mañana habrá una fiesta- señaló la casa de sus "padres" –justo ahí, ¿no es dónde quieres entrar?- Kenta apretó los dientes. Ella tenía razón –no tengo con quien ir, así que tú me acompañaras-.

-no te he dicho que sí-

-no necesito que lo hagas-

-no haré lo que tú quieras, tal vez seas una niña mimada en tu casa peor afuera hay personas reales que no serán tus perros falderos- controló su tono para no gritarle –no puedes ir por ahí diciéndole a las personas lo que tienen que hacer como si fueras su dueña- Hinamori lo miraba sorprendida y molesta –si quieres que alguien te acompañe a una maldita fiesta pídelo, si dice que no insiste un poco y si ni así quiere, déjalo- se dio la vuelta dispuesto a irse.

-¡Te pagaré!- la escuchó. Se volteó a verla, aún más molesto que antes –dime cuanto-.

Kenta estaba seguro que en cualquier momento sus manos sangrarían de tanto que las apretaba.

-y otra cosa, el dinero no soluciona todos tus problemas- volvió a darle la espalda, yéndose definitivamente.

-p…por favor…- se detuvo en seco, volteó a verla. Hinamori estaba sonrojada hasta las orejas de vergüenza –por favor… ve conmigo…- su voz comenzó a apagarse hasta que fue un simple susurro.

Ya habían pasado tres días desde que ella había entrado a la escuela. En ese tiempo, el jamás escuchó salir de su boca la palabra "por favor" o "gracias", siempre daba órdenes e intentaba solucionar todo con dinero.

Kenta suspiró, sabía que luego se arrepentiría de su decisión.

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Suspiró por enésima vez. Apenas había terminado la escuela, Kenta había salido corriendo, lo hubiera seguido, si tan solo no se sintiera tan débil como para apenas y poder regresar a casa. O al menos eso intentaba.

Estuvo sentada una media hora en la banca del parque, a mitad de camino, tratando de no desmayarse antes de poder cruzar el umbral de su casa. Y ahora, por fin estaba ahí, a punto de poder lanzarse a la cama y dormir, como había estado añorando desde hacía horas.

-¡espera!- escuchó el grito de Sasayu proviniendo del interior. Sin pensarlo dos veces, abrió la puerta, encontrando a Daisuke sobre su madre, al parecer, comenzando a hacer cosas que estaba segura no debían ocurrir.

-¡¿Qué crees que estás haciendo?!- con todas las fuerzas que le quedaban, Natsuki caminó a paso veloz hacia la pareja y con toda su fuerza, empujo al chico lejos de su madre/amiga.

El chico se tambaleó un poco, pero mantuvo el equilibrio, estuvo a punto de acercarse para contraatacar a la rubia, pero sintió un aura asesina alrededor de ella que le impidió avanzar.

-¡largo!- por alguna extraña razón, creyó ver sus ojos cambiar de color, de azules a un tono casi rojizo. Antes de siquiera averiguarlo por completo, se encontraba huyendo del departamento a toda velocidad, preguntándose qué clase de personas tan raras conocía su novia.

-¿Qué fue eso?- Natsuki volteó a ver a Sasayu apenas la puerta se cerró.

La castaña desvió la mirada, mientras un sonrojo adornó sus mejillas. Esa era la tercera vez que Daisuke intentaba cruzar la línea con ella, las dos veces anteriores lo había detenido hablándole, pero parecía que en esta ocasión no iba a hacerlo. Agradecía la llegada de su amiga, si no, no sabía que hubiera ocurrido.

-Na…Natsuki-chan, no es lo que parecía…-

-¿no lo es? Porque parecía que él quería algo que tu no- señaló la puerta con molestia. Pasó la mano por su cabello y lo desordenó -¡dios! Si no hubiera llegado… que habría… pas…- antes de poder terminar de hablar, terminó cayendo inconsciente, había su chakra para cambiar adrede la tonalidad de sus ojos, pero eso le había hecho sentirse más débil de lo que ya lo hacía, hasta dejarla inconsciente.

Apenas y Sasayu alcanzó a sostenerla, mientras una expresión preocupada adornaba su rostro.

-¡Natsuki-chan! ¡¿Qué ocurre?!- preguntó la castaña preocupada.

Con toda su fuerza, Sasayu la cargó hasta su habitación. cuando la dejó en la cama notó el tono pálido que tenía, la respiración agitada y el sudor que comenzaba a transpirar.

-Natsuki-chan… ¿Qué te está pasando?- se preguntó la castaña, nunca antes la había visto desmayarse.

Tras secarle el sudor se sentó en la cama junto a ella, esperando a que despertara.

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-bienvenida- la mujer de cabello azul se adentró a la enorme casa, extendiéndole su mano para que ella también entrara, aunque con el nerviosismo que tenía lo costó un poco.

-c-con permiso…- con lentitud, entró, sintiéndose una intrusa.

-bienvenida a casa, Hana-sama- Natsuki respingo al notar a un chico que se acercaba a ellas, haciendo una reverencia.

-hola, Ko-kun- la mujer se acercó a él y de entre la manga de su kimono sacó un paquete que le dio al chico –es para ti-

Natsuki vio como el chico se emocionaba al ver lo que era y, haciendo una reverencia, salió corriendo hacia otro lugar. La pequeña rubia se mantuvo en el mismo sitio, viendo sin entender la actitud del chico.

-a Ko-kun no lo dejan comer dulces de miel- afirmó la adulta –a pesar de que son sus favoritos, eso no es justo- Natsuki asintió, ella conocía perfectamente el sentimiento de desear comer algo que no te es permitido. Por ejemplo a ella no la dejaban comer ramen todos los días.

-vamos, te enseñaré tu habitación- Hana se acercó a las escaleras, donde espero a que la niña se acercara también.

Después de buscar por toda la aldea a los padres de Natsuki sin éxito, decidieron buscar su casa, pero por lo visto la pequeña no sabía dónde estaba pues, a donde habían ido no habitaba nadie más que una anciana. Así que, mientras trataban de encontrar a su familia, la pequeña se quedaría con ellos, de ninguna forma Hana permitiría que una niña durmiera en la calle.

-has vuelto, madre- una suave voz desde arriba hizo que ambas voltearan.

-Hinata-chan, ven a saludar- Natsuki vio bajar a una pequeña niña, quizás un poco menor que ella, era la viva imagen de Hana, a excepción de los ojos, los de la niña eran de un tono grisáceo. Esa niña le recordaba demasiado a su madre.

-¿Natsuki-chan?- la volvió a llamar tan preocupada como al inicio de esa situación.

La rubia lentamente comenzó a reaccionar, volteando a ver a su alrededor sin enfocar la vista. Vio a la castaña al lado suyo, aun pensando en el sueño que acababa de tener.

-Hinata…- susurró. Sasayu se estremeció ante la mención de aquel nombre, ¡era el mismo que había recordado! Pero, ¿Quién era Hinata?

Le restó importancia a ese nombre al recordar el estado de Natsuki.

-ma…mamá- la escuchó susurrar de nuevo. Un estremecimiento recorrió su cuerpo ante aquella mención.

-¿sí?- por alguna razón, respondió.

-tuve un sueño extraño- parecía estar delirando –soñé que viajaba en el tiempo y hacia que tú y papá se separaran… tuve miedo- vio un par de lágrimas formarse en sus ojos.

Por instinto Sasayu la abrazó. Natsuki volvió a cerrar los ojos y se acurrucó en el pecho de la castaña.

-todo estará bien, cariño…- prometió sin saber por qué –tu padre y yo jamás nos separaremos- Sasayu se sintió insegura de decir esas palabras, especialmente porque no debía hablar sobre cosas que no tenían nada que ver con ella, o al menos, eso creía.

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-mmm… aun no estoy segura- Kenta rodó los ojos por enésima vez. Llevaba más de una hora en esa tienda de trajes y la chica aun no decidía que traje le podría para la fiesta.

¡Por él no había ningún problema! ¡Incluso podría ir con su traje ninja y todo le iría perfectamente! Pero por lo visto, la chica no pensaba igual.

-¡ya sé! Mejor este- finalmente se decidió. Lo mandó a probárselo y, al ver que le quedaba perfecto, lo compró y salieron de aquel lugar. Ambos subieron al auto de la chica, quien, para sorpresa de todos, lo llevaría a casa después de comprar el traje. En el trayecto Kenta no pudo esconder más su curiosidad.

-Hinamori…- la chica volteó a verlo -¿Quién es Ranma?- preguntó. La vio estremecerse, pero luego su expresión de niña mimada volvió.

-nadie que te interese- le respondió, después de eso, no volvieron a hablar.

Cuando llegaron frente al edificio donde vivía el peli-negro, él abrió la puerta y salió. Sin decir nada más, ella se fue. Cuando llegó a su departamento, abrió con cansancio y se dejó caer en el sofá. Sabía que cuando Natsuki se enterará le destrozaría lenta y dolorosamente, y lo disfrutaría. Por ello, debía evitar a toda costa que la rubia se enterara de sus planes para el sábado.

-Kenta…- la voz de Sasayu lo tomó por sorpresa, haciéndolo incorporarse de inmediato. Cuando volteó a verla, notó la preocupación en su rostro –algo le pasa a Natsuki-chan-

En el acto, el azabache se encontraba caminando a paso apresurado hacia la habitación de la rubia, donde ella reposaba aun inconsciente.

-¿Qué ocurrió?- se veía preocupado, y lo estaba.

-Natsuki corrió a Daisuke y entonces… se desplomó- omitió el detalle del casi sexo, restándole importancia, pensando que el chico no volvería a sobrepasarse de esa manera.

-¿Qué rayos te está pasando?- se preguntó a si mismo el chico, haciendo que Sasayu se sintiera deprimida de nuevo.

-parece ser que ella te importa mucho…- soltó lo que cruzaba por su mente.

-claro que me preocupa, es mi amiga- respondió el chico.

-pues, parecen algo más que amigos- Sasayu se cubrió la boca, esperando que el chico omitiera lo que había dicho.

-lo somos- Sasayu sintió algo dentro romperse –ella técnicamente es mi prima- respondió.

-¿Qué?- lo vio asentir, jamás se había sentido tan aliviada en su vida.

-por cierto, ¿Qué hacia Daisuke aquí?- Sasayu enrojeció y desvió la vista –no me digas que ustedes…- no volteó, dándole la razón –demonios… Sasayu- estaba por decirle Hinata, pero se abstuvo, como siempre.

-yo… debo irme- Kenta le impidió alejarse, arrinconándola contra la pared -¿Qué estas…?- la molesta mirada del chico no la dejó hablar.

-Sasayu, quiero que me veas a los ojos y me digas que no sientes nada por mi, quiero que me digas que amas a aquel idiota…-

-¿Por qué…?-

-¡dímelo!- gritó desesperado, molesto. El sólo hecho de imaginar a aquel chico con Hinata, lo hacía desear destrozar todo.

-¡¿Por qué me pides eso?!- gritó ella también.

-¡porque te amo, maldita sea!- volvió a gritar -¿Cómo es que aún no lo has entendido? ¡Te amo! Y si te amo tanto no puedo dejar de sentir rabia al pensar en alguien más contigo, dios, ¿Por qué eres tan despistada…?- antes de poder terminar de hablar, ella lo estaba besando.

Cuando reaccionó, intentó separarse, pero Kenta se lo impidió. Tomó su cabeza, enredando su cabello entre sus dedos, profundizando el beso. La aprisionó entre la pared y su cuerpo de nuevo, pero esta vez más pegados. Se detuvo para poder respirar, sin despegar sus labios y, cuando volvieron a normalizar un poco su respiración, reanudaron el beso.

-sí, justo así fui concebida- la voz de Natsuki los hizo separarse. Sasayu aprovechó la oportunidad y huyó, avergonzada por lo que acababa de hacer. Kenta volteó a verla, entre molesto y avergonzado.

-gracias, arruinaste mi quizás única oportunidad- se quejó el chico. La vio encogerse de hombros, fingiendo restarle importancia. Aun había oportunidad de que sus padres estuvieran juntos, de no ser así, no se sentiría tan bien como en ese momento.

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¿Qué clase de personas usaban esas cosas tan infernales? ¡ah, sí! Las personas de "alta sociedad". Aquel traje negro comenzaba a incomodarle. Quería deshacerse de él y volver a su cómoda ropa suelta, no a algo tan ajustado.

-te ves guapo- alagó Hinamori cuando lo vio frente a su casa –seré la envidia de mis amigas- Kenta frunció el ceño al ver que lo volvía a considerar un objeto de accesorio.

-¿nos vamos?- preguntó sin ocultar su enfado. Y la vio asentir.

Ambos se alejaron de la casa de la chica, hacia la limosina de la misma. Subieron y en cuestión de minutos llegaron a la mansión Namikaze. Fue entonces que Naruto supo la razón de celebración. Era el cumpleaños de su padrino Jiraya. Extrañaba verlo.

Lo vio en medio de la fiesta, coqueteando con todas las chicas, grandes y chicas, que cruzaban por su camino. Definitivamente, seguía siendo Ero-sennin.

-ahí están- dijo Hinamori, alejándose hacia donde estaban sus "amigas".

Kenta se quedó ahí, estático, sin saber que hacer o a donde ir. Vio un balcón y lo primero que llegó a su mente fue que ahí podría estar lejos de todas esas personas. Salió y suspiró una vez fuera. Volteó hacia el cielo, pensando en lo hermosa que parecía la luna.

-te he dicho que no, Hinata- al oír ese nombre volteó hacia el balcón de al lado, sorprendiéndose por la escena.

Ahí estaba Hinata, llorando mientras su "yo" de ese mundo, parecía molesto. Lo vio alejarse, dejándola ahí, destrozada. No lo pensó ni un segundo y saltó de ese balcón al otro. Quedando a pocos centímetros de ella. Al verla ahí, tan mal, no razonó lo que hacía.

-Hinata…- la vio estremecerse al voltear a verlo. Inmediatamente dirigió la vista a otro lado.

Kenta la vio en el suelo, notando aquel hermoso vestido color azul cielo, pero eso no le importaba. De nuevo, sin pensar, se bajó del borde del balcón, donde había aterrizado y la abrazó. Cuando Hinata elevó la vista, se sorprendió de que aquel extraño la abrazara, tanto que soltó un grito y se alejó de él.

-¿Qu…Quién eres tú?- preguntó.

-soy Kenta Uzunami- se presentó. -Dime, ¿Qué te ocurre?- ella desvió la mirada, parecía no querer pensar en ello.

-nada-

-entonces dime que te hizo ese idiota- ella pareció molestarse por cómo se llamó a sí mismo, pero no dijo nada.

-Naruto-kun… él… él lo niega- la vio posar la mano en su estómago, queriendo llorar de nuevo. Se sorprendió de lo fácil que fue decirle eso a aquel extraño, pero ya no había vuelta a atrás.

-¿Qué niega?-

-niega que el bebé es suyo- Kenta se sorprendió demasiado.

¡¿Qué había dicho?!

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Chan chan… ¡CHAN! ¿Ahora qué pasará? Eso ni yo lo sé xD pero muchos problemas estoy segura. Por fin volví, de nuevo. ¡OH SÍ NENA, HE VUELTO! Ok no.

Namikaze Hanoko fuera…