POEMARIO


A pesar del Caos...

Yo no estuve.
No tengo rostro ni nombre.
Ni alma, ni amor, ni sombra.
Y sólo éramos una pareja
de amantes enrollados
como agitada catedral
en la eternidad del
tiempo.

Yo estuve.
Estiré de polo a polo, una
forma de los que podría
ser, una cosa, retazo, un
ósculo del cambio, piedra
diente, mano serpiente
lanza vegetal o vino poni.

Yo no soy.
¿Me amaste en la tormenta?
Pero anduvimos juntos, oh
querida, en la azulada dolor
cosmogónica, apenas iluminada
por nuestro calor afásico
te amé, querida idea, dolor
amado, sentido del tiempo.

Yo soy.
Yo hice del sentido una forma.
Yo te di un sendero en la flor,
y sé que me quisiste, aunque
en el frío sufrimiento de mi
pueblo, las letras de la
extinción estaban marcadas
con tinta permanente.
Tierno y amoroso fui,
pero paso a paso
el destino de mi raza
estaba decretado.

Yo no seré.
No iba a ser parte del recuerdo,
un beso funerario o casco traidor.
En cambio fui un idiota.
Y en la insólita extensión
de la batalla
los edictos de las armas quedaron
truncados.
Pero te perdí, joven joya de azúcar
y oro tornasol,
y me perdí en mis propios senderos
arcanos, cuando (demasiado tarde)
me di cuenta
que ni siquiera el Mago del Caos
más poderoso
puede luchar contra el destino.

Yo seré.
Encadenado en la piedra.
Veré morir la arcilla de la que
surgí, y no veré ya tu rostro
irisado por mi amor arcano.
Desde aquí veré morir
todo lo que una vez amé
y llegaré a amar:
las suaves formas de mi raza,
los mitos de las flores alejadas,
las costumbres tranquilas de un
estambre guerrero extinguido
por el "bien."

Encadenado en la piedra,
perdido mi sentido
por el bien de todos.
Y en el recuerdo mi raza amorosa
será negada.
Y nuestro amor antiguo
será olvidado.