¡Hola por allí!, ¡sigo viva!. Solamente tardé meses en actualizar, nuevamente vuelvo a disculparme… De verdad intento ser constante, pero mi musa es bastante… cruel. Como detalle especial, quiero agradecer a Mido que siempre me aguanta, y desearle un muy feliz cumpleaños a Miku D Juri, ¡este capi va como regalito a ustedes dos! 3

En la actualización de hoy, tenemos a Chun Yan y a Vanya. Realmente, espero que les guste.


Disclaimer: Rusia y China, aquí citados, pertenecen a su creador original (Hidekaz Himaruya) la trama es de mi propiedad y los sucesos son ahistóricos.


Huérfanos. ―

El viento estival contaba secretos, mechones de cabello bailaron al compás. Con tempranas estrellas rasgando al moribundo cielo, Chun Yan sonrió divertida. Sus pasos, cortos y elegantes como la doctrina le imponía, imitaron el vuelo de una bella mariposa.

―¿Pequeño Moscovia? ― llamó y las risitas le guiaron hacia los arbustos que en su tiempo libre cuidaba. ―¿Será que Moscovia se perdió y nunca más lo volveré a ver?

Risitas, pasitos débiles, la visión de hebras rubias suspendidas en el aire. Feliz de poder darle un poco de paz al niño que siempre llegaba sucio y herido, la mujer arrugó sus labios como si estos fuesen coquetos pétalos de peonías.

―¿Entonces comeré sola todos los dulces que preparé? ― sabía que él caminaba detrás de ella, sabía de la picardía infantil que de a ratos le delataba, sabía que aquellos ojos congelados por el frío brillaban llenos de ilusión. Aún dispuesta a pasear por el pasillo, China volteó y su mirada jamás bajó hacia el suelo. ―¿Y si te digo que tengo un juguete para ti?, ¿saldrás de tu escondite?

Saltitos emocionados, manitas pequeñas tímidas de rozar al delicado hanfu, el inicio de la noche matando a las aves cantarinas. Agachándose para coger al niño en sus brazos, la mujer sintió la pena que aquel pequeñito llevaba en su piel maltratada.

―¡Eres muy bueno escondiéndote!, ― felicitó y, por un momento, pudo jurar que la expresión del niño se iluminó con la fuerza de un sol invisible. ―¡mereces un premio por eso!

Moscovia batió sus bracitos pero no habló, ella no se extrañó. Desde que la araña oscura lo tomó en su poder, Chun Yan supo que él aprendió a callar y aguantar, a correr y esconderse. La china era ya un país demasiado viejo y no podía recordar quién fue el padre o la madre del muchachito, pero todos eran mejor que el Yugo Mongol y su fascinación por la tortura y los castigos.

―A veces, ― empezó el chico con cabellos de día y su voz sonó tan tímida que logró arrancarle un suspiro maternal. ―Ama está furiosa y yo me escondo. Ama no siempre me encuentra y eso me da tiempo.

Guardó silencio, su ceño continuó arqueado, los brazos de ella le regalaron algo de calor. Acomodado en un gesto que podría ser considerado un abrazo, recostó la cabeza sobre el pecho púber de la oriental.

―Es por eso que te regalaré algo, ― susurró la gaviota en un tono que sólo buscaba escapar de la bestia que dormía. ―¿Alguna vez te conté del yo-yo? ¡puedo enseñarte a hacer muchos trucos!, ¡seguro lograrás vencerme con algo de práctica!

Un trozo de seda, elegantes discos de marfil, el aire cargado por el fresco olor de las peonías. Sorprendida ante una pequeña fuerza que buscaba apartarse, la Perla de Oriente pestañeó varias veces. Lunas color caramelo buscaron soles amatistas.

Nyet, — él susurró y sus cabellos saltaron ante cada movimiento. —Moscovia quiere otro premio… — dudó, se puso rojito, las mejillas regordetas resaltaron. —un… un beso de la señorita sería lindo…

Ser llamada por un mote que hacía años había perdido era extraño, ser llamada por una tan respetuosa no parecía lo propio. Con el rostro tintado del mismo color que la peonía que siempre usaba, Chun Yan debió agarrar fuerte al pequeño. La impureza de una flor deshojada, se meció con las últimas gotas de rocío.

Da, — continuó y un dedito lastimado se apoyó sobre un cachete blanco. —uno aquí… Ivan está sucio y huele mal, ¡p-pero puedo bañarme y…!

Se removía nervioso, se removía como si hablar hubiese sido un pecado. Al verlo cada vez más cercano al llanto, ella rompió la tensión. Labios cálidos se apoyaron sobre la carita fría, murmullos de sombras corrieron rápidas, el olor a sal y girasoles se mezcló con el perfume de las especias.

Convertido en un bonito adornito enteramente rojo, Moscovia dibujó una sonrisita de niño. El tiempo se congeló por unos momentos, y fue ella la que rompió el contacto.

—Ahora Chun Yan te va a dar dulces y te enseñará a jugar al yo-yo. — dijo y un brillo maternal resplandeció en sus perlas. —¡Espero que aceptes todo, Pequeño Yi-wán!

Sorprendido por tantos regalos, el territorio más joven alzó la carita. La mueca que ella le dedicó, logró que algo en él palpitara.

—¿Señorita China será mi novia, cuando Moscovia sea grande y fuerte?

Los niños decían cosas, los niños tenían mucha imaginación. Echando a caminar con la delicadeza de las concubinas que su jefe escogía, la mujer acarició la espalda de Ivan. Si decir una mentira creaba ilusiones, también podría ayudarles a imaginar.

—Seré tu esposa, — soltó y una risita feliz se le escapó de la garganta. —porque es más digno, aru.

Una mentira, podía sanar a la desesperación.

Perdiéndose como figuras recortadas sobre un hermoso fondo azul, dos huérfanos de la existencia vagaron entre los recuerdos nebulosos de República Popular. La sonrisa que ella curvó, hizo que Federación Rusa pestañara. El vaho de una taza de té, se alzó tan alto que logró alcanzar al desgastado yo-yo que sobre una moderna estantería descansaba.

Mariposas del ayer, se esfumaron con imágenes que nunca les abandonarían. Lo bueno, lo malo, lo triste, se suprimió con un nuevo beso. Esta vez, fue en sus bocas.


Según mi Word, ¡un total de 883 palabras!. Quedé muy conforme con el final de esta entrega, aunque dudé mucho en cómo terminarla. Realmente, agradezco a todos los lectores que me han seguido hasta hoy día: Aunque sea asquerosamente lenta para escribir, gracias por siempre estar.

Sinceramente, lamento la demora y siempre pienso en ustedes.

Aclaraciones.

Yo-Yo. Mi HC personal es que, tanto Yao como Chun Yan, le regalaron un yo-yo a los rusitos. ¿Pueden imaginar la emoción que tanto Ivan y Anya sintieron? ¡Aquel objeto seguro fue la única cosa que Yugo les dejó tener!

Como ya deben suponer, los yo-yo chinos (encontrados entre 1386 y 1644 durante la dinastía Ming) eran dos discos de marfil con un cordón de seda arrollado alrededor de su eje central. Algo bastante bonito y duradero, si me lo preguntan. (Aunque apuesto que el Pequeño Moscovia logró lastimarse en muchos trucos)

Dazaru Kimchibun. ¡Siento mucho la demora! Xx Adas, me alegra tanto que te gustase, de verdad 33. Anya… por alguna razón, creo que ella no es una mujer muy feliz: claro que ama a Chun Yan y ciertamente es Chun la que le da mucha felicidad, pero creo que la rusita ha pasado mucho tiempo tragándose cosas (eso explicaría que sea emocionalmente inestable) De verdad corazón, espero me alegra saber que tu situación anda mejor 3. Muchos ánimos y gracias por leer.

MIKU D JURI. ¡Siento mucho la demora! y ¡feliz cumpleaños! Adas, linda, Kizu está bien. No tienes que lamentar nada, soy yo la que lamenta mucho el no poder actualizar más seguido. Me gusta escribir para ustedes y no para que me halaguen o algo: escribo porque me gusta dales unos poquitos feels. En esta ocasión, el drabble es para ti. Ojalá te haya gustado : 3

9696. De verdad, ¡lamento mucho la demora!. Creo que, comparada con Ivan, Anya es la que más sufre con las cosas que en su país ocurren. Ama a sus hijos con una devoción profunda y siempre intenta hacer lo mejor para ellos, pero nada le sale demasiado bien. La situación rusa es bastante delicada y Anya es una mujer que ha pasado por muchas cosas: especialmente, porque su pueblo aún se encuentra en una edad muy joven.

Tienes razón con respecto a las mariposas: fue por eso el título y por eso mismo es la analogía. Además, las mariposas (por más bellas que sean) tienen una vida corta. Es una metáfora hacia ellos, hacia lo complicado que puede ser una relación de toda índole (pero, especialmente, si son países) No obstante, hay un juego en el hilo conductor de todas las historias : D. Nuevamente, mil perdones por la demora.


¡El siguiente capítulo, espero que antes del año siguiente, será de Yao con Ivan!


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