Hola a todos! hoy por fin les traigo el último cap de esta historia. Ojala y les guste.

Quiero agradecer a tayloves , Espartano y Chofis por sus reviews y en general a todos los q anonimamente leyeron y me aguantaron (XD) hasta hoy.

Muchas gracias..

Ahora no los distraigo más.. cap 4 y final!

DISFRUTEN!


Capítulo IV

Patapez se encontraba volando sin apuros en el último puesto. No había estado de acuerdo con la carrera y no quería participar, pero Patán, Brutacio y Brutilda le habían insistido tanto que ya harto de que lo molestaran, había cedido.

Ahora se encontraba ahí. Último. Volando sin presiones. Le daba igual llegar primero, como último.

Además definitivamente la rapidez en el vuelo no era su fuerte. Es más, su Gronckle estaba hecho para trasladar cosas pesadas (como a él), romper grandes muros, rastrear (habilidad que con sus grandes fosas nasales podía realizar), entre otras cosas, pero definitivamente no estaba hecho para el vuelo rápido.

De repente un grito le sacó de sus pensamientos. Buscando con la mirada vio como dos sombras caían hacia el mar rápidamente. Sin pensarlo dos veces voló hacia ellos.

Era exactamente en esos momentos cuando Patapez maldecía internamente por no tener un dragón más rápido. Pero a pesar de todo tenía una ventaja… él y su Gronckle se encontraban a menor altura de… lo que sea que estuviese cayendo, lo que le dio la posibilidad de posicionarse justo debajo de los que caían.

Astrid ya no podía sostener más a Hipo (y aunque pudiera, este jamás le perdonaría salvarlo a él y dejar caer a Chimuelo). Sus brazos ya no podían hacer más fuerza… pero de un momento a otro ya no necesito hacer ninguna fuerza más. De hecho…ya ni siquiera estaban cayendo.

Al mirar hacia un costado Astrid pudo notar algo extraño sobresaliendo de Chimuelo…una cosa llena de protuberancias que parecían piedras incrustadas de color café grisáceo oscuro. Fue cuando escucho una voz familiar.

- ¿Astrid estas bien?

- ¡Patapez! – exclamó aliviada la vikinga – no tienes idea cuanto me alegra verte.

- Si, claro… pero podemos hablarlo en tierra firme – dijo con algo de dificultad. Ciertamente un Gronckle se podía a otro dragón, y con un jinete como Hipo o Astrid, carentes de una significativa masa muscular, no era gran problema… pero…

…dos dragones… más dos jinetes… más Patapez… era demasiado.

Con mucha dificultad el Gronckle de Patapez logró llegar a la orilla de playa. A penas estuvo a una distancia prudente del suelo se sacudió hasta deshacerse de todo su peso extra. Su jinete, Astrid, Hipo y sus dragones cayeron bruscamente a la arena.

- Siento el golpe– se disculpó Patapez una vez se saco el cuerpo de Stormfly de encima – ¿Qué fue lo que pasó allá arriba? – preguntó.

- No estoy segura, iba atrás de Hipo cuando de repente comenzó a perder velocidad – dijo la vikinga rubia mientras se arrodillaba al lado del chico – y luego un imbécil lo pasó a llevar haciendo que perdiera el equilibrio - agrego con un brillo de ira en su rostro. Ya se encargaría después del tarado que casi los manda al vacío.

- Hipo – lo llamó suavemente Astrid. Él no contestó.

Estaba inconsciente.

- ¡Hipo! – volvió a llamarlo esta vez con más urgencia en su voz, posando su mano sobre su mejilla. Pero el chico seguía sin responder. En ese momento Astrid notó que había una mancha oscura en el chaleco de piel de Hipo.

El horror se apoderó de cada uno de los presentes al darse cuenta que dicha mancha era producto de la propia sangre de Hipo que en esos momentos brotaba de la herida de su pecho.

- ¡LA HERIDA!, ¡Patapez debemos hacer algo ahora! – exclamó Astrid arrodillada al lado de Hipo.

Patapez se acercó rápidamente. De un pequeño bolso sacó unas cuantas vendas y una botella con un extraño liquido adentro. Tomó un paño de gasa y rápidamente untó de ese líquido en la herida de Hipo y luego con ayuda de Astrid lo vendó.

- EL ungüento que le aplique solo evitara que se siga desangrando, pero la herida aun hay que cerrarla o sino se infectará y…

- Él no va a morir – dijo firmemente Astrid no dejando que Patapez terminara la frase. Hipo no iba a morir...no podía morir. Ella no iba a dejar que una estúpida herida le quitara lo que más quería en el mundo. No lo permitió antes y tampoco lo haría ahora.

Astrid se dirigió rápidamente hasta su dragón dispuesta a subir a Hipo con ella y llevárselo, pero con pánico se dio cuenta que el ala de su Nadder estaba quebrada. Seguramente en la caída había sufrido algún tipo de lesión. ¡Esto no podía estar pasando!

- ¿Patapez crees que tu Gronckle nos pueda a Hipo y a mi?- preguntó.

- Yo creo que ni el mismo se puede ahora – contesto el robusto vikingo palmeando a su cansado Gronckle que se encontraba echado (literalmente) sobre la arena. Astrid pateó el suelo con frustración. En ese momento un resoplido a sus espaldas la hizo girarse.

Era Chimuelo.

El Furia Nocturna se acercó a la chica y le hizo un gesto para que se montara en él. Astrid abrió sus ojos con sorpresa. ¿Que acaso el dragón se estaba ofreciendo? Con entusiasmo se dispuso a subirse al dragón, pero al hacerlo se dio cuenta de un importantísimo detalle.

La montura que dirigía la aleta del dragón.

Era especialmente hecha para Hipo, y aunque ella pudiese usarla…no sabría como. ¡MALDICIÓN!

- Tal ves si sostuvieras las cuerdas con tus manos – dijo Patapez de repente al darse cuenta de los pensamientos de la vikinga. Astrid y Chimuelo lo observaron. – el mecanismo de control de la aleta se basa en los movimientos del pedal izquierdo, por lo tanto todas las cuerdas salientes de este están destinadas a las distintas posiciones de la aleta… - dijo.

Astrid y Chimuelo se le quedaron viendo por unos instantes y luego se miraron entre ellos. Realmente ese chico era inteligente.

Sin perder tiempo Astrid se subió al lomo del Furia Nocturna y con ayuda de Patapez subió a Hipo situándolo delante de ella de forma de sostenerlo. Luego tomando bien firme cada cuerda remontó vuelo.

- ¡PATAPEZ, ¿CÓMO SABRÉ QUE CUERDA Y HACIA DONDE DEBO SOSTENERLA PARA MANIOBRAR A CHIMUELO? – escucho Patapez que Astrid preguntaba ya estando unos metros en altura. Patapez dudó.

- ¡Realmente no tengo idea! – contestó el vikingo - ¡tendrá que ser por ensayo y error!

Ensayo y error. Tres palabras que ni a Astrid ni a Chimuelo agradaron.

Con sumo cuidado se dirigieron al pueblo. La visibilidad era muy escasa producto de la nieve que ya estaba comenzando a caer y el viento no les daba tregua, pero Astrid confiaba que Chimuelo podía guiarlos. La tarea de ella era maniobrarlo… algo que no era para nada sencillo. Cada vez que realizaba un mal movimiento en vez de esquivar arboles, los chocaban o en vez de subir, bajaban.

El viento los azotaba y les impedía avanzar libremente. Los músculos de Astrid estaban entumecidos por el frio y el cansancio. Ya ni siquiera sentía sus extremidades. Pero no podían rendirse.

A lo lejos diviso unas luces. Chimuelo también las notó, ya que apuro el paso. Esta acción pillo a Astrid de sorpresa haciendo que Hipo se le resbalará y casi cayera, pero logró afirmarlo. Aunque al hacerlo descuido las cuerdas que sostenían la aleta, desestabilizando por completo al dragón.

Comenzaron a golpear con casi todo lo que se encontraron de frente. Chimuelo se llevaba la peor parte. Astrid trató con todas sus fuerzas de sostener las cuerdas, pero estas comenzaron a cortarse. ¡El pueblo estaba a metros!, pero ya no podían sostenerse más en el aire por lo que con un gran estrepito chocaron contra el suelo, justo al pie de la colina de la casa de Hipo.

Astrid cayó a un costado de la colina lejos del dragón. Estaba adolorida, pero la urgencia de atender a Hipo era más grande, por lo que se obligo a sí misma a levantarse, tomar al chico y llevarlo hasta la curandera.

Era entrada en la mañana. El frío viento se colaba por las rendijas de la ventana. Afuera una tormenta de nieve se alzaba desde la noche anterior.

Hipo se sentía sumamente adolorido. Sentía que su cabeza le daba vueltas y el pecho le ardía. No podía recordar bien los hechos de día anterior.

Se acordaba de la carrera, recordaba haber hablado con Astrid y que ella no había querido escucharlo… pero luego… todo se nubla.

El chico intento levantarse, pero algo lo detuvo. Con dificultad enfocó su vista a algo negro que estaba frente a él reteniéndolo.

- Hey, amigo – dijo en a penas un susurro. El dragón se acercó cariñosamente al chico. – estoy bien…aunque no recuerdo muy bien lo que paso.

El chico intentó levantarse nuevamente, pero el dragón volvió a impedírselo. En ese momento la puerta de la habitación se abrió.

- Me imaginaba que si despertabas intentarías levantarte – dijo una voz conocida para Hipo.

- ¿Astrid? – Hipo no sabía si estaba soñando o no. La rubia vikinga se acercó a la cama y se sentó junto a Hipo. Reviso su temperatura para cerciorarse de que no tenía fiebre y luego reviso las vendas de su pecho.

- Nos diste un gran susto ayer – le dijo a Hipo, mientras limpiaba las pequeñas heridas su rostro. Producto del fuerte impacto al caer tanto Hipo como ella se ganaron algunos magullones, aunque nada grave. – ¿verdad Chimuelo?- El dragón asintió. Realmente ese flacucho vikingo los había hecho pasar un susto horrendo.

*** Flash Back ***

Astrid luchaba contra la sensación de querer llorar. La curandera llevaba dos horas atendiendo la herida de Hipo, ya que producto del impacto esta había vuelto a sangrar. Ahora Hipo se debatía entre la vida y la muerte. Si tan solo ella hubiese sido más tajante a la hora de dejarlo participar en esa estúpida carrera. Ni siquiera había tenido tiempo de arreglar las cosas con él…

No.

Si se había dado esa oportunidad. Antes de la carrera Hipo se le acercó para aclarar las cosas, pero ella lo había rechazado… de no ser por eso… Hipo no estaría ahora con un pie en el Valhalla.

Astrid pateó el suelo de frustración. Las lágrimas corrían por su rostro sin que nada las detuviese. El Furia Nocturna puso su hocico en el hombro de la chica. Astrid lo abrazó. De seguro ese dragón también estaba sufriendo… él era el mejor amigo de Hipo… el primer amigo de Hipo… el primero en aceptarlo… en conocerlo… más ella… por años lo desprecio por ser distinto, por tener ideas diferentes… por… por ser el mismo siendo que justamente eso fue lo que le atrajo de él una vez lo conoció. Ella había sido muy injusta en ese tiempo y aun a pesar de todo eso Hipo, en todos esos últimos años, jamás le había reprochado algo… ¡jamás!

Hipo Horrendo Haddock III era el mejor vikingo que había conocido en su vida… y ahora… estaba a punto de perderlo…y ni siquiera había tenido la oportunidad de decirle lo que sentía por él.

El sonido de una puerta abriéndose la hizo volver de sus pensamientos. La curandera había terminado su trabajo.

- He hecho todo lo que he podido – dijo – el flujo de sangre se detuvo, pero aun así perdió mucha… ahora solo depende se su propia fuerza quedarse aquí con nosotros.- y diciendo esto último dejo la entrada libre para que Astrid y Chimuelo fueran a verlo.

Hipo estaba acostado, más pálido de lo normal y con una fea cicatriz en su pecho. No se movía. Si hasta parecía…..

No. Muerto jamás.

Lentamente se acercó hasta el y tomo una de sus manos.

- Hipo… si puedes escucharme… por favor – dijo entre lágrimas – no me dejes – y con esas palabras, arrodillada junto a Hipo, se quedó por el resto de la noche.

***Fin Flash Back***

Hipo miro a Astrid y luego a su cicatriz.

- ¿Qué fue lo que…? – pero no pudo terminar la frase ya que los labios de una rubia vikinga se lo impidieron. Aunque ni siquiera alcanzó a disfrutar de aquel beso, ya que de un momento a otro Astrid se separo y lo golpeó.

Un sonoro "AUCH" se escucho por toda la casa.

- Esto es por no obedecerme y salir a volar – dijo y en seguida volvió a darle otro golpe – y esto es por casi matarme del susto – dijo para nuevamente darle otro golpe – y eso otro es … es… es por todo lo demás – dijo para luego darle un fuerte abrazo. – si te hubiese pasado algo… nunca … jamás me lo habría perdonado – le susurro al oído.

Hipo, a pesar del dolor, le devolvió el abrazo.

- Lo siento – le dijo – siento haber sido un tonto, yo… no tenía derecho a hablarte como lo hice… pero… estaba tan celoso y… – pero es interrumpido por una sorprendida y algo incrédula Astrid.

- ¿Celoso?

- Bueno…es que….ya sabes… Patán, su insistencia y bueno… yo creí… - comenzó a balbucear completamente sonrojado.

Astrid lo detuvo con gesto de su mano. Sus ojos brillaban de una manera especial.

- ¿Tu tenías celos de... Patán? – preguntó aún incrédula con una mal disimulada sonrisa en su rostro.

- Yo… es que creí… - Hipo tomó una gran bocanada de aire y continuo – creí que preferías salir con Patán a estar conmigo – dijo desviando la mirada - y por eso yo… dije muchas cosas… cosas que no eran ciertas…

Astrid sonrió.

Por primera vez en muchos días sonrió de verdad. Con ternura pasó su mano por el rostro de Hipo para hacer que este la mirara.

- No debes tener celos… - comenzó a decir Astrid, mientras acariciaba la mejilla del chico – jamás me fijaría en alguien como él…

Hipo sintió que todo dentro de él se revolvía de dicha al escuchar aquellas palabras.

- Además… - continúo la chica – ya tengo novio.

Hipo parpadeó un par de veces. ¿Acaso había escuchado mal?.

- ¿Novio? – repitió Hipo en una octava más arriba de lo común y con una horrible sensación de amargura, pero antes de continuar cayo en cuanta de algo… sería posible que…

- Tu….yo… ¿So… somos… novios? – preguntó Hipo con el corazón casi saliéndosele del pecho.

Astrid no pudo aguantar la risa. No se estaba burlando, más bien estaba sorprendida de lo tierno que podía ser ese chico a veces.

- De verdad ¿somos novios? – preguntó nuevamente Hipo, pero esta vez con más seguridad. Astrid dejó de reírse, pero no dejó de sonreír.

- ¿Por qué?, ¿Tienes alguna objeción? – preguntó a su vez acercándose más a él.

Hipo sonrió. La sonrisa más boba, pero a la vez más linda que Astrid había visto. Se miraron el uno al otro y sorpresivamente para Astrid, fue Hipo quien la beso. No era un beso agresivo lleno de ímpetu, como los de ella, mas bien era suave, delicado, tierno… un beso lleno de amor.

Esa mañana Hipo se despertó: con una herida recosida que iba desde su hombro derecho hasta su costado izquierdo, con su cabeza vendada, con rasguños en el rostro y brazos… y con la mujer más hermosa, inteligente y valiente de todo el mundo como su novia.


Si llegaste hasta aqui es porque eres un valiente al haberle dado una oportunidad a este fanfic y de verdad espero tu opinion. Les gusto? no les gusto? esperaban otra cosa? ..bueno...espero todo eso en un review...

Muchas gracias a todos nuevamente y q tengan un genial fin de semana

ATTE

VEDDARTHA