EDITO: Quería recordar mi twitter ^^ Es Gilbirda (incluís el arroba y ya está. Buscando en google sale). Allí podéis seguir mis vivencias, alegrías y tristezas. Lo que me hace reír y demás cosas xDDD También podéis hablarme de tú a tú ;D Lo visito cada 5 segundos xDDD No tengo vida.


Hola!^^ Sé que debería estar escribiendo más que traduciendo, pero no pude evitar la tentación de traducir este maravilloso fanfic. Es de los más asombrsos que he visto nunca! Joder, en el fandom de Inuyasha hacen falta más gente como esta, ya que está lleno de fanfics que, seamos sinceron, son horribles con horrografías que duelen a la vista.

Bueno, ahora sobre mi trabajo de traductora: Lo adoro. Es la primera vez que traduzco un "libro" (que es el término por el cual definiría este fic), así que ya veréis muchísimos fallos, sobretodo en expresiones coloquiales y demás. Hacen que me duela la cabeza. En lo personal el estilo de escritura me parece muy limpio y me fue fácil seguir la lectura aunque no sea realmente buena en el idioma, creo que gustará en español.

Disclaimer: Inuyasha no me pertenece, sino a Rumiko-san. La trama del fic tampoco, ya que es para su auténtica dueña: RosieB ( fanfiction u/38149/), quien amablemente me ha dejado su permiso para traducir.

Aquí dejo el link hacia el fanfic original :) - fanfiction s/3153922/1/The_Once_and_Future_Taiyoukai (quitad los espacios, FF no me deja, ya sabéis xD)

Otra cosa que me gustaría aclarar del fic: Su título. En el original es "The Once and Future Taiyoukai", y RosieB me ha dicho que viene del título de un libro "The Once and Future King") No sabía muy bien cómo traducirlo, pero lo dejé como está ahora. Si alguien sabe de una traducción mejor, agradecería la ayuda :D


El Taiyoukai del Pasado y el Futuro.

Capítulo 1: Mil Grullas de Papel.

Ella tomó otra hoja de papel y se la enseñó al niño zorro. El papel brilló en la luz de la hoguera, llamas encima de azul zafiro. Poniéndolo encima de su libro, ella sonrió.

— De acuerdo, te enseñaré a hacerlo, Shippo. Es muy fácil- ella lo dobló de manera que las esquinas diagonales se encontraron y lo plegó con manos expertas- Y la otra por el otro lado- el zorro contemplaba fijamente con sus ojos verdes.

— Oye Sango, ¿tú sabes hacer eso?- preguntó, manteniendo sus ojos en lo que hacía Kagome. La taijiya sonrió y sacudió su cabeza.

— No, pero he visto a Kagome hacerlo antes.

— Vamos, Shippo- Kagome le tendió otra hoja de papel, esta vez dorada-. Sólo sígueme.

El kitsune cuidadosamente alineó los bordes e imitó los pliegues de la miko.

— ¿Por qué la gente hace esto, Kagome?

— Bueno, dicen que los dioses le concederán un deseo a quien haga mil grullas de papel.

— Vaya. Tal vez lo intente- miró al papel que tenía en las manos con nuevo respeto. Miroku se giró desde el tronco del árbol del otro lado de la hoguera.

— ¿Qué desearías, Shippo?- el zorro se quedó en silencio unos momentos, con una mirada pensativa en su rostro.

— ¡Desearía que te quedases con nosotros para siempre, Kagome!- dijo finalmente mirando a su madre adoptiva. La miko sonrió y abrazó al niño, las grullas medio dobladas entre ellos.

— ¡Eso es muy dulce, Shippo! Gracias- Miroku miró a la cazadora de demonios.

— ¿Qué desearías , mi querida Sango?- ella suspiró y levantó Hiraikotsu, pesado entre sus manos.

— ¿Por qué quieres saberlo?

— Sólo quiere saber si es sobre él- pinchó Kagome. Sonrió a la taijiya- ¿Lo es?- color oscureció sus mejillas.

— No, por supuesto que no. Yo desearía la muerte de Naraku y que reunamos todos los fragmentos.

— Lo que me liberaría del agujero negro y me dejaría casarme contigo- dijo Miroku. Rió ante su expresión avergonzada- Ah, Sango, todos tus caminos llevan hacia mí.- el sonrojo de la cazadora de demonios empeoró.

— ¿Qué desearías tú, Kagome?- preguntó mientras mantenía un ojo en el monje.

— ¿Nos vas a preguntarme qué desearía yo?

— ¡No!- replicaron las chicas al unísono. Cuando el monje puso mala cara, Kagome sacudió su cabeza con una sonrisa sardónica adornando su rostro- Creo que todos sabemos qué desearías tú, Miroku. ¡Tenemos niños presentes!

— Un niño.

La cola del zorro se movió ligeramente.

— ¡Sí, e incluso yo sé tú respuesta!- gritó- ¡Y no lo digas!- Kirara maulló en de acuerdo mientras se sentaba junto a Sango. Kagome se rió del monje oprimido.

— Lo siento Miroku. Pienso que esta vez hay mayoría.

— Así que, Kagome, ¿qué pedirías?- preguntó Sango otra vez.

— Lo mismo que tú- dijo inmediatamente. Fulminó con la mirada al monje mientras aclaraba su garganta- Por distintas razones de las que piensas, Miroku.

— Ah, qué mal.

El silencio cayó y ellos se removieron incómodamente en sus asientos cerca del fuego. La habilidad de ignorarlo sólo duraba hasta ahí. Estaban acostumbrados a la oscuridad envolvente de la noche de otoño, pero nunca se acostumbrarían al silencio. Últimamente, había estado siguiéndoles una Naturaleza que espía mientras cruzaban los bosques. Aunque no lo habían discutido entre ellos, los tres humanos estaban de acuerdo sobre quién era el culpable del silencio opresivo.

Kagome se sacudió, intentando luchar contra el escalofrío, y se acercó más al fuego. Mirando fijamente las llamas, preguntó lo que todos sabían que tenía que preguntar.

— ¿Qué desearías ?- era poco más que un suspiro.

Un ligero silbido llenó el aire mientras una figura parecida a una serpiente salía de la oscuridad. Esquivó el fuego, firmemente sujeto al perímetro de la luz. Rodeando a Kagome y a Sango, se situó en el hombro de la miko antes de regresar a la oscuridad.

— No te importa.

Kagome subió su mirada para ver los colores apagados de las ropas de sus amigos, poco visibles en la luz del fuego. Si se moviese un par de centímetros hacia atrás, sólo Shippo y Kirara podrían verla.

— Sí me importa- enderezó su espalda- Por favor, cuéntanos.

— Desearía poder tomar mi venganza final contra aquel que me ha hecho daño, tanto en mi vida como en mi muerte- el rostro pálido de Kikyo encaró a su reencarnación- Pienso que no es un deseo muy diferente del tuyo.

— Pienso que no- murmuró Kagome. Se miraron la una a la otra,

— Inuyasha está volviendo- dijo la otra miko.

Kagome miró hacia el fuego otra vez con un suspiro. ¿No se tiraban algunas mujeres a la pira funeraria de sus amados? Ellos las habían abandonado, y ellas no querían ser abandonadas. Ella se sentía como si ya estuviese quemándose.

Se levantó, rompió una rama y la tiró al fuego. Un par de hojas caídas crujieron y soltaron humo. Inuyasha llegó al claro arrugando su nariz.

— Quitas las hojas primero la próxima vez- murmuró.

— De acuerdo.

Había traído pescado para cenar porque Miroku se había quejado de que sólo había tenido conejo durante bastantes noches seguidas. Cocinaron el pescado en la única sartén de aluminio que le quedaba a Kagome de los que su madre le había dado en su décimo octavo cumpleaños, cuando el otro que había recibido en su décimo sexto cumpleaños había quedado destruido más allá de reparación. Inuyasha se sentó entre Kikyo y Kagome, aunque había mucho más espacio donde sentarse, y habló en voz baja con Kikyo mientras los cazadores de almas revoloteaban detrás.

Desde que Inuyasha había convencido a Kikyo de que los acompañase en su búsqueda cinco semanas atrás, era el único que parecía cómodo hablando con la miko mayor. Ignoró el malestar de los demás, incluso cuando Miroku hizo un comentario sutil sobre ello. Kikyo, por otro lado, hablaba con Inuyasha con el mismo ánimo que con el resto del grupo. Era doloroso para todos, pero a veces daban gracias de que Inuyasha estuviese ahí, para que así sus ojos helados no pasaran por su piel. Sango tocó el hombro de Kagome con suavidad.

— ¿Qué tal estás?- preguntó. Este era otro cambio; la preocupación periódica de Sango, Miroku y Shippo por la atención hacia la reencarnación. Nunca hablaban sobre ello, principalmente porque "ello" estaba sentado a un par de pasos más allá, pero preguntaron de todos modos aunque ella nunca podría responder.

— Estoy bien.- sacó su pescado del fuego y lo inspeccionó. Un pavo mal cocinado arruinó sus vacaciones de invierno de su último año de instituto y ya no le quedaban oportunidades. Satisfecha, mordió el pez.

— ¿Vas a volver pronto a casa?- preguntó la cazadora de demonios mientras cogía su propio pescado. Kagome se encogió de hombros.

— Puede. Necesito abastecerme de suministros de primeros auxilios y ramen. ¿Por qué?

— Has estado aquí por un tiempo, eso es todo. Sé que ya no tienes más de esos exámenes ahora, pero pasaste tu cumpleaños aquí. ¿No te extraña tu familia?

— Por supuesto, pero ellos saben que estoy aquí- tomó las espinas del pescado fuera de su boca y los tiró al fuego- Y no es como si tuviera mucho por lo que volver. Todos mis amigos están ya en la universidad y Sota está ocupado con todas esas clases extras que está tomando para entrar en un buen instituto. Sólo están mi madre y el abuelo.- Sango asintió.

— Aún así, necesitas un descanso de todo esto.

Inuyasha detuvo su silenciosa y pausada conversación con Kikyo y los miró.

— ¿Kagome? ¿Necesitar un descanso? Keh, te dejaré ir a casa a por ramen, ¡pero es mejor que regreses inmediatamente!- masticó su cena- ¡Y no todavía! Quiero encontrar otro fragmento primero.

— Pero estamos muy cerca del pozo- dijo Sango frunciendo el ceño- ¿No podría ir a su casa y unírsenos mañana en el pueblo?

— No. Necesitamos más fragmentos primero. La batalla contra Naraku está cerca.- Kagome lanzó el resto de las espinas al fuego.

— Has estado diciendo eso durante más de cuatro años.

— No ha estado en casa desde antes de su décimo noveno cumpleaños, Inuyasha. Déjala ir.

— No.

— Déjala ir- todos miraron a Kikyo.

— ¿Por qué estas de su lado?- preguntó el hanyou, su voz suavizándose considerablemente. La miko mayor sacudió su cabeza.

— No estoy del lado de nadie, Inuyasha. Pero si mi reencarnación quiere volver a su casa, ¿para qué detenerla?- Kagome sintió un nudo formarse en su estómago.

— Bueno, volvería lo más pronto posible.

— ¿Por qué?- preguntó Kikyo con sus ojos fijos en la otra chica. Ella vaciló.

— ¿P-Por qué no tendría que volver?- Kikyo se levantó con una gracia etérea que sólo los muertos podrían poseer. Kagome luchó para levantarse.

— ¿Por qué necesitarías volver?- preguntó la miko mayor, su voz un frío susurro- Puedo detectar los fragmentos y mis habilidades con el arco superan las tuyas. No pondría en peligro a los demás.

— Yo... Yo no los pongo en peligro- Kagome miró a sus amigos- ¿Inuyasha?- él frunció el ceño a Kikyo.

— Kagome nos ayuda- dijo simplemente.

— ¿Bajo qué costo?- preguntó la sacerdotisa- Ella no está segura aquí, Inuyasha. Cualquier demonio puede matarla en cualquier momento. Ella es la única que no es capaz de defenderse sola.

— Después de cuatro años, creo que he mejorado considerablemente- dijo Kagome con los ojos muy abiertos. Kikyo parpadeó lentamente.

— Mejorar no significa nada si no puedes evitar tus heridas. O las de otros. Eres un lastre. Ya le dije a Inuyasha cuando me uní a este grupo.

Ella lo miró, lágrimas formándose en las esquinas de sus ojos.

— Habéis estado hablando sobre esto. No es algo que acabaras de decidir. ¿Por qué no me defendiste?- las orejas de hanyou se aplanaron.

— No lo sé. Tal vez ella tenga razón, Kagome. Ya no necesitas estar aquí. Puedes volver e ir a esa universidad a la que todos tus amigos van. Ya tenemos a alguien que nos ayuda a encontrar los fragmentos.- Sango y Miroku se pusieron de pie.

— Kagome nunca elegiría dejarnos- dijo el monje, su voz fuerte y enfadada- No puedes empujarla lejos sin herirla o herirnos.

Inuyasha siguió sentado mientras la cazadora de demonios se giraba hacia Kikyo

— ¿Cómo puedes decir que ella nos pone en peligro? ¡Todos hemos estado en problemas alguna vez y es normalmente Kagome quien nos salva! ¡Ella te ha salvado a ti en un par de ocasiones que yo recuerde!

— ¡No echarás a Kagome!- lloriqueó Shippo. La otra miko miró fijamente al trío, sin expresión ni perturbada.

— Simplemente he sugerido que parece que Kagome estuviese cansada de esta vida. A diferencia nuestra, ella tiene otra opción. Una en que puede escoger ahora que estoy yo aquí para tomar su lugar.- Kagome miró al hanyou, quien estaba sentado con la cabeza gacha.

— ¿Inuyasha?

— Kikyo puede ocupar tu lugar mientras no estás, Kagome- ella dio un paso hacia atrás, su pecho doliéndole como si le hubiesen dado un puñetazo.

— ¿Quieres que me vaya?- preguntó. Él siguió con sus ojos fijos en el suelo, evitando encontrarse con los de los demás.

— Estarás más segura allí. Puedes tener una vida normal otra vez.

— ¿Por qué nos estás haciendo esto?- le espetó Sango a Kikyo- ¿Por qué incluso estás aquí?- Kikyo parpadeó lentamente.

— Estoy aquí para ayudar en la batalla final contra Naraku. Inuyasha vino a mí con ese propósito. Dijo que había pasado mucho tiempo, que las cosas iban demasiado lento- los contempló mientras expresiones de shock e ira pasaban por sus rostros- Él pidió mi ayuda y yo la doy libremente. Naraku debe ser detenido pronto y mi presencia aumenta considerablemente vuestras oportunidades.- las piernas de Kagome flaquearon pero ella no tenía energías para sentarse.

— ¿Le dijiste que era inútil, verdad?- preguntó- Esperabas que ella me reemplazase, que yo volvería a mi casa a ser "normal" de nuevo.- ojos dorados de pronto se encontraron con los suyos.

— No... Yo...- él miró hacia otro lado de nuevo- Tenemos que acabar con esto, Kagome.

— Por supuesto, qué egoísta de mi parte. No me había dado cuenta de que estaba retrasando tu progreso- Kagome buscó su mochila amarilla a ciegas y se lo llevó a los hombros- Creo que me voy a casa después de todo.

— ¡No, Kagome! ¡Por favor, no!- Shippo saltó hacia sus brazos y lloró, humedeciendo su camiseta inmediatamente con grandes lágrimas.

Las palabras murieron en su garganta. Sólo podía soltarse y pasarlo a Sango, quien estaba deteniendo un par de sus propias lágrimas. Mirando hacia las estrellas, encontró su destino y comenzó a caminar. Miroku inmediatamente bloqueó el paso.

— Irte sólo le dejará ganar- dijo lo suficientemente alto para que todos oyesen.

— No es sobre ganar, Miroku.

— ¿Entonces sobre qué es?- preguntó. Ella sonrió, caminando hacia delante y abrazándolo.

— Mantenerlos a todos juntos- susurró-. Es la única manera de mantenerlos a salvo, ¿no lo ves?

Él sonrió mientas ella se soltaba. Sin mirar hacia atrás, ella se adentró en el bosque con sólo las estrellas y la luna creciente liderando el camino. Detrás de ella se oían los llantos de Shippo.

El bosque pronto se cerró a sus espaldas, sin dejar rastro del campamento. Finalmente giró su cabeza, pero sólo los altos troncos de los árboles se veían a la luz de la luna. Sintió el crujir de las hojas caídas debajo de sus pies mientras retomaba su caminata. Afortunadamente, lo sabía, no habían acampado muy lejos del pozo, y lo habían hecho en un claro conocido. De otro modo, se habría perdido entre los silenciosos árboles. Hubo un silbido y Kagome miró hacia arriba para ver una serpiente caza-almas flotando tranquilamente por encima de su cabeza.

— Vete- le dijo- Sé el camino. Realmente me estoy yendo a casa.- la serpiente se quedó- ¿Qué?- preguntó- ¿Estás esperando a que un animal me mate, para así quedarte con el resto de mi alma? Ya tienes bastante de ella.

Continuó su caminar y la serpiente la siguió. Extrañamente disfrutaba de su compañía, aunque no dijo nada sobre ello. Tomó más de cuatro horas atravesar el paisaje del bosque nocturno, aunque su camino se veía muy bien. No se sintió cansada hasta que cruzó la última línea de árboles y emergió en el claro del Pozo Come Huesos. Miró a la serpiente caza-almas para darse cuenta que ya se estaba yendo.

— Adiós, pues- murmuró sacudiendo el cansancio de su cabeza. Debería ser las dos de la mañana, se dio cuenta.

Se sentó junto al pozo, dejando que su mochila cayese sobre la hierba junto a ella. No estaba tan pesada sin todos los libros, aunque sus hombros seguían doliéndole. Una brisa fría cruzó el claro y ella frotó sus manos en los pantalones. Estaba contenta de que ya no usara el uniforme escolar. A veces se preguntaba cómo había sobrevivido sus días de escuela en la era Feudal sin congelarse.

El frío en el aire de pronto se convirtió en puro hielo. Temblando, se levantó y miró alrededor del claro. Había un youkai allí, se dio cuenta. Inclinándose, tomó su mochila, preparándose para saltar por el pozo rápidamente.

— ¿Inuyasha?- preguntó sabiendo que no era él.

— Debería matarte por semejante insulto- su respiración comenzó a temblar mientras ella se daba la vuelta.

— Sesshoumaru-sama- murmuró inclinándose bastante para el taiyoukai del otro lado del pozo. Estaba vestido con sus usuales ropas blancas y rojas, con una manga vacía en el costado. Ninguno de sus acompañantes usuales estaba con él y se fijó en que llevaba Tokijin en la mano derecha, desenvainada y con remolinos de malas intenciones.

— Me sorprende verle aquí- continuó cuando él no dijo nada. Era la verdad, el grupo no había oído ni un murmullo del taiyoukai en un año- ¿Puedo ayudarle en algo?

— Como si necesitase ayuda de un humano- dijo, desprecio palpable en su voz. Kagome se inclinó de nuevo.

— Por supuesto, qué ridículo de mi parte- se atrevió a mirar su rostro, pálido en su nariz y pómulos aristocráticos, excepto por las marcas en su frente y mejillas. Se dio cuenta con un ramalazo de pánico que en sus ojos había la ira que usualmente guardaba para Inuyasha o Naraku. Y entonces se fue- ¿Va a matarme?- preguntó. Su mirada ámbar barrió su cuerpo.

— ¿Necesitas que lo haga?

— No pero, perdóneme, no le hemos visto en años. ¿Está tras Tetsusaiga otra vez?- él miró hacia otro lado por un momento.

— ¿Qué uso hay en una espada que no puedo blandir?- preguntó. Al ver que ella seguía mirándolo, suspiró internamente- No, no encuentro más deseo en el Colmillo.

— Entonces, ¿por qué está aquí?- preguntó, su voz baja- ¿Qué quiere de mí?- Sesshoumaru inspiró por la nariz.

— ¿Cuándo he mostrado yo interés en ti, humana?

— Nunca- admitió suavemente.

— Entonces, ¿por qué iba a comenzar ahora tal inútil persecución?- la miko frunció el ceño.

— De acuerdo, lo entiendo. No le sirvo a nadie. ¿Cómo iba a saberlo? Quiero decir, por lo que sé, podría haber venido aquí planeando secuestrarme o matarme para atrapar a Inuyasha. No es que funcionase, pero de todos modos, ¿desde desde cuándo ha necesitado un motivo para matar gente? El hecho es que no le hemos visto en un año, así que lamento no poder ayudarle con su búsqueda de poder- respiró hondo y fulminó al taiyoukai con la mirada.

— Debería matarte- repitió, levantando la punta de Tokijin. Lo consideró y entonces bajó la espada, moviéndose suavemente desde sus dedos- Pero no lo haré. Esta noche, no recibirás daño alguno de mi parte, humana- ella entrecerró los ojos.

— ¿Por qué no?

— Porque quieres morir y yo no satisfago deseos de criaturas inferiores- replicó, envainando la espada y dándose la vuelta.

— ¡No quiero morir!- gritó. Él siguió caminando- ¡Oye! ¡Sólo porque no tengo una vida que valga la pena no significa que quiera morir!- se puso blanca mientras hablaba. Sus palabras hicieron que él se parase y mirara por encima de su hombro.

— Tus problemas no son de mi interés- continuó caminando.

— Claro, por supuesto- dijo. Rió un poco, un sonido triste y vacío que incluso Sesshoumaru casi se sobresaltó- ¿Qué pasa con los problemas de Inuyasha? ¿No le preocupa? ¿No le importa que Kikyo lo arrastre al infierno antes de que tenga una oportunidad de vivir?- él se detuvo de nuevo y se dio la vuelta completamente.

— Entonces mi hermano es un insensato.

— No bromeo- replicó- Pero no cambia el hecho de que ocurrirá. Ella lo matará, sólo porque tuvo una muerte amarga.

— Así como la que tú tendrás si continúas vociferando- dijo notando el acercamiento de los youkai atraídos por los gritos de la joven. Kagome suspiró, inmediatamente notando la verdadera advertencia en su voz.

— ¿Por qué está siendo amable conmigo? Bueno no, amable, pero, ¿por qué me está escuchando?- ella lo miró- ¿Por qué está aquí?- preguntó de nuevo.

Sesshoumaru sólo la miró fijamente.

— De acuerdo. Supongo que no hace falta que se explique- suspiró de nuevo- Me voy a casa. Puede que no regrese. Todavía no lo sé, no he decidido aún.

Él siguió allí de pie. Ella bufó. Ahora le daba el tratamiento silencioso, murmuró. Él estaba prácticamente charlatán sólo un minuto antes.

— He tenido suficiente silencio, gracias. Kikyo me ha cargado de silencio- Kagome se apoyó en la pared del pozo- Espero que Inuyasha no sea arrastrado al infierno. ¿Le importaría que lo hiciera?

— No, por supuesto que no- continuó después de un momento- Yo sí. No es justo que ella esté todavía aquí, cuando debería estar muerta. Por supuesto, no es justo que yo esté aquí cuando no debería tampoco. Supongo que soy algo hipócrita.- miró hacia abajo en el pozo, pero no podía ver el fondo.- Es gracioso. Cuando dijo que me mataría, no tenía miedo. Bueno, tenía miedo de la muerte, pero no de usted- ella levantó un poco su cabeza cuando él levantó sus labios en un gruñido suave- No quiero decir que no sea intimidante, Sesshoumaru. Kami sabe que ese gruñido es lo suficientemente intimidante como para que muchos humanos se mojen encima.

» Pero, ¿alguna vez ha sabido algo sin saber por qué lo sabe?- ella lo miró otra vez mientras el gruñido moría- Tal vez sí, tal vez no. Pero sé que usted no es quien me matará. Puedo morir bajo una espada, pero no será la suya. ¿Qué podría ser incluso más gracioso? Que esperase que así no fuera. No creo que me importe que usted me mate.

Kagome le sonrió e inclinó la cabeza por tercera vez.

— Gracias por escucharme, Sesshoumaru-sama. No creo que esté teniendo mucho sentido, lo sé. Sólo digamos que he tenido una noche muy extraña e inquietante.- se sentó en el borde del pozo y movió las piernas por encima- Sé que no concede favores a humanos, pero, ¿Le importaría que le pidiese uno de todos modos?

El taiyoukai levantó una ceja.

— Si no regreso, o incluso si lo hago, ¿Podría echar un vistazo a Inuyasha de vez en cuando? Podrían necesitarle en la lucha contra Naraku, por lo menos- su sonrisa se desvaneció- Gracias.

Se deslizó en las oscuras sombras del pozo y Sesshoumaru observó cómo este expulsaba una nube de luz azulada. Delicadamente olfateando el aire, pudo asegurar que la chica ya no estaba ahí. No había ni siquiera un cadáver en el fondo.

— Interesante- murmuró antes de echar a andar.

Shippo apuntó y disparó.

— ¡Oye!- la mano de Inuyasha fue hacia su pecho, donde había residuos de la sopa de Kaede que se deslizaban por su haori- ¡Tú, pequeño mocoso!- comenzó a levantarse, pero Kikyo tiró gentilmente de su manga. Sango se giró hacia el pequeño zorro.

— Shippo, no es apropiado arrojar sopa a Inuyasha- lanzó una mirada fulminante hacia el hanyou, quien a su vez le devolvía la mirada al zorro- Es un desperdicio de comida. La próxima vez termina tu comida y lánzale el bol vacío.

— ¡Espera un momento!- el demonio perro se quedó mirando a la usualmente correcta cazadora de demonios- ¡No le digas que me tire cosas!

— ¿Por qué no?- preguntó la taijiya mientras regresaba a su comida.

— Claro. Te lo mereces- dijo Shippo dándose la vuelta y yendo a sentarse junto a Sango y Miroku. Inuyasha frotó la mancha en su manga, insultándola.

— Oye, no es mi culpa que no haya vuelto- Sólo ha pasado un día de todos modos, Ya se calmará.- Miroku puso a un lado su bol vacío e intercambió una mirada con Sango.

— En realidad, ya hemos hablado de esto antes. Sango y yo creemos que Kagome no volverá- su ceja se arrugó ligeramente- Y creo que ha sido en gran parte culpa tuya, Inuyasha.

— ¿Cómo podéis pensar eso?- gruñó el hanyou.

El monje se echó hacia atrás contra la pared de la cabaña y cerró sus ojos. Incluso entonces, podía ver a Inuyasha sentarse al lado de Kikyo, más cerca de lo que consideraría apropiado.

— Por dos motivos- dijo cuando creyó que el hanyou había sufrido en la impaciencia lo suficiente- Primero, la has reemplazado y básicamente se lo has hecho saber. Segundo, a diferencia de otras veces que habéis peleado, no has ido a buscarla a su época. Debe de sentirse muy abandonada, ¿no lo crees, mi querida Sango?- abrió sus ojos e inmediatamente los fijó en su prometida. La taijiya asintió.

— No recuerdo la última vez que la hayas dejado allí tanto tiempo.

Inuyasha bufó y miró a su otra acompañante por apoyo, pero ella no tenía nada que decir.

— Vendrá por su cuenta ella sola.

— ¿Estás seguro?- preguntó Miroku, bostezando. Había estado despierto la noche anterior, preocupado por el regreso de Kagome a su época. Había visto el cazador de almas escabullirse para seguirla. Eso sólo empeoró sus preocupaciones hacia la chica. Por la mañana, Sango y Shippo tenían también anillos negros bajo sus ojos.

El hanyou se encogió de hombros.

— Siempre lo hace.

— Tal vez ese es el problema- murmuró Sango. Sus ojos vagaron hacia la puerta y se levantó- Creo que voy a ir a ayudar a Kaede.

— ¿Por qué? ¿Qué está haciendo?- preguntó Inuyasha. La cazadora de demonios se encogió de hombros y se encaminó hacia la puerta, quitando la estera del camino.

— No sé. ¿Vienes, Shippo?

— Claro- el zorro resentido trotó hacia sus piernas, donde esperó a ser levantado por sus brazos. Brazos que lo consolaban, pero como la hacían los de Kagome. Se acomodó en el agarre de su "tía" y echó una mirada por encima de sus hombros, quedando dos puntos esmeralda que vigilaban a los demás.

El incómodo y familiar silencio se situó sobre ellos. Miroku se acomodó en su sitio, sus ojos dirigiéndose hacia la puerta cada poco.

— Kaede ha estado haciendo mucho trabajo hoy- dijo. Cualquier cosa para alejar el silencio. Debería haber seguido a los otros dos, se dio cuenta muy tarde. Ahora sólo parecería que estaba huyendo. Por otro lado, se negaba a dejar solos al hanyou y a la sacerdotisa. Malos pensamientos flotaban por sus cabezas.

— A mi hermana no le agrada mi presencia- dijo Kikyo, su voz inexpresiva.

— Bueno, ¿eres realmente su hermana?- preguntó. No había pretendido sonar tan cortante, pero no podía sentirse arrepentido por ello.

— Mis recuerdos me dicen que lo soy- dijo la miko- Y recuerdos son todo lo que quedó de mí de cuando estaba viva.

Miroku la examinó, pero sólo por un momento. Era otoño y con sólo echarle una mirada a la sacerdotisa no-muerta ya hacía helar su corazón más de lo necesario. Se preguntó vagamente si ella se podría quemar en verano, y llenar sus pulmones de fuego. Supuso que sí. Darles apoyo de algún tipo sería contrario a su mera naturaleza.

— Tienes parte del alma que Kikyo tenía.

Ella levantó una delicada ceja... La primera muestra de emoción en una semana

— ¿El alma que tampoco es mía, así como Kaede no es mi hermana?

La cabeza del monje se giró, rodando en las tablas de detrás. Miró fijamente al lugar que ocupaba Sango, tratando de encontrar la calidez residual. El olor de esa cosa que había puesto en su pelo— el líquido que Kagome le había dado en Año Nuevo— flotaba en el aire.

— Cualquier cosa que poseas, pensarás que es tuyo. ¿Acaso importa algo más?- murmuró. Cerro sus ojos y trató de relajar sus músculos- Voy a dormir. Buenas noches.- Inuyasha bufó ligeramente.

— Lo que sea. Ella volverá- dijo, sus labios curvándose en una ligera sonrisa. Pero Kikyo observó cómo ésta se desvanecía y el hanyou miraba fijamente el fuego sin parpadear.

Pronto, Sango y Shippo regresaron, sus ojos cerrándose por quedarse despiertos muy tarde. Kaede apenas se giró para mirar al grupo reunido en su sala común antes de dirigirse hacia el pequeño dormitorio que tenía sólo un futón y un par de vasijas de hierbas y cuentas. Fueron cayendo dormidos, uno por uno, hasta que sólo ella e Inuyasha estuvieron despiertos. Él finalmente se movió, tomó un palo y removió las moribundas ascuas del fuego. Crujieron débilmente y él se rindió, echándose hacia atrás hasta que encontró un sitio cómodo. Kikyo se levantó.

— Ahora regreso- susurró. No esperaba respuesta, y se deslizó fuera de la cabaña, preguntándose por qué se había molestado en asegurárselo. Restos de la vida que habían compartido juntos, estaba segura. Ahora, se habían quemado y desquebrajado, y no podían tocarse el uno al otro sin desintegrarse. Mucho tiempo atrás, se habría lamentado por este estado en su relación, pero Kikyo ya no tenía tiempo para andarse lamentando nunca más. Su corazón estaba incompleto después de todo. Tal vez la empatía y el amor eran partes que se habían perdido. Tal vez por ello los demás no podían mirarla, aunque tampoco es como si le importase.

Se hizo camino por los campos lentamente, los cazadores de almas uniéndosele cuando estaba lo suficientemente lejos del pueblo para ser vistos. Dejaron caer almas en ella, luces de otras vidas. Otra cosa de la que no se lamentaba.

Y allí estaba. Justo en lo alto de la colina. Kagome había explicado de mala manera lo que el pozo hacía la tercera noche después de unirse al grupo. Kikyo había preguntado por la historia completa, sorprendiendo a todos por su curiosidad, y Kagome había aceptado. La sacerdotisa sospechaba que la chica no había dicho una mentira en toda su vida.

Pasó las manos por la madera, sus dedos encontrándose las imperfecciones y el deterioro que incluso un portal mágico tenía, aparentemente. Podría romperlo, pensó. Entonces Kagome nunca podría volver. Pero no había traía armas, y aunque su cuerpo de barro resistía bastante, no tenía suficiente fuerza como para romperlo con sus manos.

Era culpa del monje, musitó. No debería haber traído el tema. Porque la verdad era que cualquier cosa que poseyera era suyo. Pero no poseía a Inuyasha todavía. Casi lo tenía, pero Kagome impedía el control total. Mientras él tuviese esperanzas de su regreso, nunca sería enteramente suyo.

Necesitaba a Inuyasha. Lo necesitaba para conseguir lo que realmente deseaba... venganza.

Sus manos reposaron encima de la madera otra vez. Podía sentir su magia con sólo un toque. Estaba viejo y deteriorado, demasiado antiguo como para poder determinar su origen. Tampoco era como si importase. Incluso la magia antigua tenía sus debilidades. Podría caer ante ella.

Kikyo cerró sus ojos, imaginando el poder del pozo y el túnel que hacía en el tiempo. Brillaba, arremolinándose de color rosa y violeta en su mente. Empujó un poco más, tratando de llegar al otro lado, donde Kagome estaba y debería estar. El poder del pozo resistió, empujándola de regreso hacia su lugar propio. Era enfermizo, como el tirón del estómago justo antes de ponerse físicamente enfermo.

La sacerdotisa abrió los ojos. Estaba sorprendida de que hubiese resistido y lo haya hecho exitosamente. Se dio la vuelta y vomitó, pero su estómago estaba vacío. Sus cazadoras de almas flotaron por el aire agitadas, sus pequeñas piernas contrayéndose mientras su ama se reponía.

Era una magia más fuerte de lo que había pensado, musitó silenciosamente, pasando las manos por encima de la madera de nuevo. Zumbaba con poder, la fuerza que había empuja a la sacerdotisa no-muerta fuera. El esfuerzo la había dejado temporalmente débil. Kikyo dudó por un momento antes de probar de nuevo, visualizando la nube de magia que provenía del túnel a través del tiempo.

No intentó llegar al otro lado de nuevo. Se detuvo en lugar de su elección, cerca del final del túnel. Su consciencia se extendió hacia los muros y los agarró con fuerza, tirando de ellos. Era una lucha e incluso su mente estaba exhausta debido a la fuerza que tenía que utilizar, pero pronto el túnel se convirtió en un agujero y nada más que una ruptura en el tiempo. Kikyo tiró hacia atrás y lo cerró completamente, satisfecha de que su reencarnación no fuese capaz de atravesarlo.

Sus ojos se abrieron una vez más y miró hacia arriba para ver que el amanecer estaba próximo. Había tomado más tiempo de lo que había pensado. Su cuerpo casi no podía ponerse en pie sin el soporte de sus cazadores de almas, quienes ahora envolvían su torso como un corsé. Trataron de levantarla y llevarla de vuelta al pueblo, pero los detuvo con una simple palabra.

— ¿Kikyo?- la sacerdotisa se giró para ver a Inuyasha subiendo por la colina, con el ceño fruncido y Tetsusaiga sobre su hombro.

— Inuyasha

— ¿Qué haces aquí?- preguntó.

Escuchó sospecha en su voz, aunque quizás él no se diese cuenta de ello.

— Sentí una aura maligna moverse cerca de aquí. Vine a comprobar qué era y me trajo aquí- ella miró hacia el cielo. Las estrellas seguían allí, aunque desvaneciéndose.

— ¿Por qué has venido? Sabes que yo no duermo. No tenía por qué preocuparte por mí.- su ceño se profundizó.

— No- admitió-, Me desperté temprano para ir a por Kagome. Si no lo hado, los otros se quejarán. Además, ella todavía posee los fragmentos.

— Piensas que me equivocaba cuando dije que no la necesitábamos- observó Kikyo- Te sientes culpable.

Inuyasha miró hacia otro lado mientras envainaba su espada-

— Keh, es sólo que no quiero que Shippo me esté tirando comida todo el tiempo.

Kikyo sonrió sin alegría.

— Inuyasha, no has cambiado en nada. Si no puedes admitir la simple verdad de que echas de menos a mi reencarnación, no me sorprende que ella no regrese- ella entrecerró los ojos, aunque la sonrisa permaneció- ¿Crees que si le dices la verdad ella se quedará contigo para siempre?

— ¿Qué verdad?- preguntó- Ella tiene que saber que la echo de menos, a no ser que sea una completa idiota.

La sacerdotisa se encogió de hombros y los cazadores de almas la soltaron. Podía mantenerse de pie ella sola ahora.

— Me refiero a la verdad que hay detrás. El hecho de que no deseas unírteme en el infierno, sin importar las promesas que me hayas hecho.

— Yo... Yo mantengo mis promesas, Kikyo.

— Pero no me amas nunca más. No tengo más sitio en tu corazón que un amor pasado.- rodeó el pozo, las yemas de sus dedos rozando la madera. Inuyasha se puso nervioso.

— Yo te amo- dijo. Ella sacudió su cabeza.

— No hay amor en tu voz- sus ojos marrones taladrándole- Me has dado compañía cuando otros me evitaban, aunque a mi no me importara lo que sientan hacia mí. Me hablaste, aunque no me importase la conversación. Me hiciste sentir cómoda, aunque no me importe mi comodidad. No hiciste ninguna de estas cosas por amor, Inuyasha. No soy la estúpida que mi reencarnación parece ser. Sé que hacer estas cosas por el sentimiento de culpa.

— Te amo.- insistió, alargando sus manos hacia ella. Kikyo no se movió.

— Tratas de llegar hacia mí, pero no deseas tocarme. Si lo hicieras, lo habrías intentado hace mucho tiempo. Temes por los sentimientos de mi reencarnación.

Él frunció el ceño, las líneas arrugando su rostro más profundamente que hace cuatro años, cuando Kagome lo encontró clavado al árbol. Él no tenía edad, pero cada batalla y cada adversidad había añadido peso a sus rasgos.

No la amo- dijo suavemente- No podría. Incluso si no te amo, Kikyo, no es justo para ella. Todavía me detiene aquello que llamas culpa.

Los ojos de la sacerdotisa parpadearon hacia el pozo. Su magia estaba muriendo, aislándose del túnel temporal. Pronto, incluso el hanyou inconsciente pudo darse cuenta de la diferencia en el aire. Kikyo se preguntó si él decía la verdad. Él realmente lo creía. Él creía que no la amaba ni a ella ni a su reencarnación. Realmente tampoco importaba, por supuesto. De cualquier modo, sería más fácil con el pozo cerrado del tiempo de Kagome.

Una prueba más. Por la verdad.

— Muy bien- dijo-. Si es como dices, deberías ir a por ella. Por la cría de zorro, el monje y la cazadora de demonios. Ha sobrevivido hasta ahora- trató de parecer sincera.

Inuyasha sonrió, no dándose cuenta de su tensa expresión de aceptación. El barro no podía oler a engaño, de todos modos.

— Claro, voy a por ella. Ahora regreso.

Kikyo asintió con la cabeza, no creyéndose capaz de decir nada, así que lo dejó pasar. Observó cómo él saltaba sobre el borde del pozo hacia el agujero con una ligera sonrisa en el rostro. Escuchando el inevitable choque cuando vino, componiendo su expresión antes de mirar hacia él hacia abajo.

— ¿Inuyasha?- murmuró.

— No funciona- dijo levantándose y sacudiendo la suciedad- Ay.

— ¿Estás bien?- preguntó. Él asintió y puso sus manos en las paredes a su alrededor.

— ¿Por qué no funciona? ¿Por qué estoy aquí todavía?- miró hacia ella estrechando sus ojos. Un rayo de miedo y satisfacción la atravesó a la vez. ¿Lo sabría él?- Échate a un lado, voy a volver a intentarlo.

Ella dio un paso atrás como se le había dicho y observó mientras él saltaba hacia fuera y se devolvía. Esta vez fue más suave; estaba preparado.

— ¡Maldita sea!

— ¿Qué se supone tiene que pasar?- preguntó manteniéndose fuera de su vista.

Él reapareció de nuevo con un ceño fruncido en su rostro lleno de barro.

— Se supone que tengo que estar allí, en la casa de Kagome- frunció el ceño hacia el pozo.

Ella sabía que era arriesgado, pero si no decía nada, los otros automáticamente asumirían que era culpa suya.

— Tal vez tenga que ver con el aura maligna de sentí antes- dijo dejando sus ojos bajos.

— ¿Era Naraku?- sus ojos se agrandaron y ella pudo ver la desesperación.

— No lo sé. ¿Está enterado del pozo?- sus hombros se hundieron.

— No, no lo creo.- miró fijamente al pozo, sus ojos lentamente oscureciéndose con frustración- Tengo que decirle a los demás.

Kikyo sacudió su cabeza mientras los cazadores de almas rodeaban al hanyou.

— No lo hagas. No tienen que saberlo todavía. Les haría daño y esto podría ser sólo temporal. Veré qué puedo hacer para que el pozo funciones otra vez- sonrió suavemente y dio un paso hacia delante, tocando su mano con sus dedos helados- Confía en mí.

Inuyasha miró el pozo de nuevo y luego miró a la sacerdotisa.

— Lo haré.


RosieB dice que esto es más un prólogo que otra cosa, así que ahora viene lo mejor. El fic te lleva desde el principio, así que hay diversión para rato.

Otra cosa, estoy en un concurso de trabajos de investigación, así que iré leeeento, así que a esperar toca xD Sorry.