I

Patética Alianza

-¿Crees que nuestro plan funcione? ¡Espero que sí! Ya he intentado todo y a él no parece importarle.

Una vez Isabella le dijo aquello a Ferb.

Éste le dirigió una leve sonrisa y asintió con la cabeza.

¿Qué más daba intentarlo?

Isabella estaba más que destruida, durante años había intentado que Phineas se fijase en ella, pero hasta ahora no había tenido alguna clase de resultado. Una mañana, mientras su curioso amigo planeaba algo nuevo, ella, sin querer, pareció percatarse de la extraña actitud que Ferb parecía mostrar hacia Vanessa.

Aquella mañana estaban en una tienda comprando refacciones, y de improviso aquella desinteresada muchacha había aparecido para llevarle varias cosas a su desquiciado padre.

Ferb, quien era su amigo, naturalmente le había dirigido una sonrisa. Vanessa sonrió al verlo y lo saludó, pero así como entró al local, salió y se despidió dulcemente acariciándole el cabello.

Isabella frunció el ceño.

Tenía muchas preguntas que hacerle a su amigo, pero estaba pensando en como hacer que Phineas la mirase a ella.

Y cuando salieron de la tienda: Phineas con una caja enorme en brazos, y Ferb tras él, Isabella estiró el brazo y lo agarró del hombro izquierdo.

-¿Podemos hablar? -Susurró.

Ferb frunció el ceño, miró a Isabella extrañamente, pero aceptó asintiendo con la cabeza.

Cuando Phineas se alejó lo suficiente, Isabella tomó a Ferb de las muñecas y lo apartó aún más.

-¿A tí te gusta ella, no es verdad? -Preguntó tomando a Ferb de los hombros.

Ferb entrecerró los ojos e hizo una mueca de desagrado, como dudando en responder: Tiene novio. -Dijo seriamente.

Isabella frunció el ceño, no podía creer que Ferb aceptara tan rápido aquella cuestión.

-¿Y eso qué tiene? -Preguntó. -Si Phineas tuviese una... -Pero ni siquiera terminó de hablar. La sola idea le hacía daño.

Ferb chasqueó la lengua, y para sorpresa de Isabella, estaba riéndose.

-Es diferente. -Dijo a secas.

-¿Qué quieres decir con eso?

-Bueno. -Ferb entornó los ojos a la derecha y luego regresó a Isabella, soltando un suspiro. -Los dos se quieren, no parece que haya problemas. Es mayor que yo y esa clase de mujeres normalmente no se fijan en un chico de mi edad.

Alzó las cejas.

-No concibo una forma de estar con ella a menos que se encoja, su novio desaparezca, o yo crezca. -Y volvió a dirigir una mirada a la derecha. Intentando ver que Phineas siguiera caminando y hablando estúpidamente sin perderse.

Isabella estaba sorprendida. Ferb quería a Vanessa, pero no era estúpido.

-Bueno, ¿Y si hacemos que ella se fije en tí? -Preguntó con ojos brillantes.

-Ve al grano, quieres usarme para darle celos. ¿No es así? -Ferb le lanzó una última mirada a Phineas, y regresó a Isabella, sonriendo.

Ésta tragó saliva.

-Correcto. -Dijo Ferb. -¿Y cuál es tu plan?

Isabella no podía ni hablar.

-¡Oigan ustedes dos! -Phineas gritó alegre y los hizo despabilarse. -¡No tenemos toda la mañana!

Isabella asintió, aún sujetaba a Ferb de los hombros sin que alguno se diera cuenta. Cuando Phineas los llamó, se exaltó dándose cuenta de aquello y velozmente lo soltó.

-Vamos a hacernos amigos. -Dijo Isabella en un susurro. -Seamos honestos, la única razón por la que te hablo es porque eres hermano de Phineas y tú mismo no tienes interés en dirigirle la palabra a tu vecina.

Ferb alzó las cejas y asintió aburridamente.

-Pero nos haremos tan amigos. -Isabella le lanzó una última mirada a Phineas. -Que él sentirá celos, y hasta la propia Vanessa querrá acercarse a ti.

-Dudo mucho que lo último llegue a ocurrir. -Ferb volvió a usar su tono soberbio. -Pero, qué más da.

Isabella sonrió.

-Entonces, tenemos un trato. -Dijo.

Puso su mano a la altura del estómago, y Ferb la estrechó.

Era obvio que no iban a darse un abrazo.

Finalmente siguieron a Phineas.

Durante los días siguientes, cuando Isabella iba a la casa de ambos, dirigía especial atención hacia Ferb. Lo saludaba de forma melosa, deseándole buenos días o intentando iniciar una conversación con él.

Phineas pareció sorprenderse, pero lejos de molestarse, se puso realmente feliz.

-¡Vaya! ¡Que bueno que ustedes dos se estén acercando más! -Decía. -Eso es perfecto. Ferb, ¿Podrías pasarme el destornillador?

Las ideas de Isabella parecían empezar a volverse en su contra.

Así que empezó a llevarle comida a su nuevo y temporal amigo. Pero Phineas se estremecía de gusto.

Sin embargo, había quienes veían esto de manera un tanto extraña.

Una mañana, cuando Isabella le había llevado a Ferb una caja de galletas caseras, y se había sentado a su diestra; quien pareció especialmente interesada en la peculiar escena había sido Candace.

Pidió a Isabella que fuera a la cocina y le ayudara a llevar algunas cosas al patio, y ella aceptó recelosa.

-Al grano. -Dijo cruzándose de brazos, sin intenciones de querer hablar demasiado.

-¿Qué pretendes con mi hermano? -Preguntó Candace recargando el cuerpo en la barra de la cocina. -¿Desde cuando te gusta Ferb?

Isabella soltó una risita.

-Eso no importa. -Dijo sonriente. -Él y yo estamos en común acuerdo, y hacemos esto porque queremos.

Candace pareció horrorizada.

-¿Él es tu novio? -Preguntó. -¿Cómo es que tan rápido cayó en tus trucos?

Isabella tragó saliva con dificultad, y se sonrojó.

-¡Sí! -Gritó. -Es mi novio, pero nadie debe de saberlo. Todavía no.

Candace se llevó las manos a la boca.

Isabella salió de la cocina algo molesta.

...

-¡¿Qué? -Ferb abrió los ojos aterrorizado.

-Sí, esa tonta de Candace. -Dijo Isabella pujando, con bastante odio por sí misma. -¡¿Qué otra cosa me quedaba decirle?

Ferb se estremeció: Tu novio. -Dijo, como si la sola idea le diera escalofríos.

Isabella pareció estremecerse también.

-¿Y ahora qué? ¿Abandonamos la idea?

-¡Ni muerta! ¡Yo quiero a Phineas! Si usamos esto a nuestro favor, entonces seguro que esta vez sí se encela.

Ferb meneó los ojos a un lado.

-Yo quiero estar con él. -Isabella se recargó en el árbol, abrazando sus piernas.

-Qué tan complicado es que se lo digas. -Ferb volvió a abrir su libro.

-El miedo a que me rechace. -Dijo Isabella acongojada.

Ferb no dijo algo más.

-Mañana lo haremos oficial. -Dijo ella. -Pero, después de media tarde.

Ferb asintió con la cabeza.

Y esperaron a que Phineas saliera de la casa, y les dijera que entraran a cenar.