Claridad

Se conocía mucho del honor de los romanos, uno que para los pueblos vencidos jamás ha tenido significado, pues solo han visto a hombres sedientos de poder, de riquezas y de placeres que han manchado para siempre las civilizaciones más débiles. Para Esca, un britano joven y que estuvo a punto de morir, el culto de los romanos hacia sus extraños dioses y sus costumbres arbitrales que solamente los benefician a ellos los vuelve seres que no merecen el perdón de nadie, que deberían ser exterminados para que el mundo se librara de acciones tan bárbaras como ellos mismos llaman a los que no son romanos. Sin embargo, últimamente su percepción ha cambiado drásticamente.

Desde que fue salvado por Marcus, empezó a creer que no todos los romanos eran iguales, sin embargo, su odio seguía siendo superior, pues recuerda fervientemente el día en que invadieron su pueblo, asesinaron a sus padres y lo capturaron a él para mantenerlo como esclavo, con leyes injustas e hipocresías que nada beneficiaban a los de su clase. Jamás pensó que en algún momento de su vida sería salvado por uno de ellos y a quien no tendría más opción que entregarle su lealtad. Aun así, estaba convencido de que tendría la oportunidad de vengarse, ese romano es demasiado condescendiente, lo que eventualmente le costará la vida.

Llevaba semanas a su servicio, tratando de conocer un poco más de sus tradiciones, pero sin comprenderlas y sin creer en ellas, a veces se convencía de que solo usaban sus rituales para justificar sus homicidios contra los demás pueblos, pueblos como el de Esca, que se tienen que subyugar a cretinos como él. No podía negar que su interés en aquel centurión iba más allá de lo que un principio creyó, pues rompía muchos esquemas a los que se acostumbró mientras servía a otros como él. Se trataba de un hombre amable, siempre agradecido y servicial desde un punto de vista humano, en ocasiones incluso lo ayudaba con quehaceres que solo le competían a los esclavos, hasta lo defendía cuando alguien intentaba ofenderlo o abusar de él.

-¿Por qué lo haces? –se atrevió a preguntar un día, mientras comían lo cazado, al lado del rio, como tantas otras veces, aunque en esta ocasión parecían estar de picnic, pues Marcus estaba muy cerca de él, como su igual, compartiendo la comida, hablando con confianza, portándose no como un amo, sino como un amigo.

-¿Hacer qué? –le respondió y preguntó el romano, dejando de comer y mirándolo con atención.

-Esto, tratarme de esta forma. –Esca siempre tuvo un tono tosco a la hora de hablar, pero muy normal, pues aunque hablara el idioma de los romanos, su lengua no se adaptaba al mismo.

-No se a qué te refieres. –al ver que esa conversación tomaría el rumbo de siempre, el centurión decidió no entrar en ella, no le interesaba explicar sus razones.

-Sabes bien de qué hablo, no solo me salvaste la vida, sino que me das una vida que no es común en los esclavos. –eso es verdad, algunos que lo conocían afirmaban que su rostro se veía menos pálido y que incluso hasta se notaba más fuerte que cuando lo conocieron.

-Entonces deberías disfrutarlo, no cuestionarlo. –dijo sin más, levantándose. –Vámonos, tengo algunas cosas que hacer. –la manera en que terminaba la conversación no fue sorpresa para el britano, quien ya no cuestionó, sencillamente se dedicó a sus obligaciones, recogiendo algunos trastos y la comida que sobró; Marcus ya se encontraba sobre el caballo, esta vez no lo ayudó a recoger nada, quizá en castigo por las preguntas del chico.

Mientras regresaban, se mantuvieron a una distancia prudente, eso siempre sucedía cada vez que Esca intentaba extraer información del romano, solo se escuchaba el crepitar de los caballos, pero siempre el britano detrás de su amo. Esas actitudes dejaban perplejo al chico, pues la mejor idea que se le ocurría en verdad lo dejaba sorprendido, aunque no podía negar que se sentía atraído a Marcus, pero su razón le impedía seguir con ese sentimiento, pues conocía las consecuencias, esas donde se olvida del odio que les tenía a todos ellos y de los que se vengaría en cuanto pudiese.

Cuando llegaron a la casa de Aquila, Marcus se bajó de su caballo sin dirigirle la palabra, pero encontraron entonces a unos soldados que vigilaban la entrada, apenas los saludó, aunque indicaba que se encontraban visitas importantes, no es la primera vez. El britano corrió lo más rápido posible tras su amo, para que los guardias no se atrevieran a molestarlo, lo que funcionó, pues solo lo miraron con desprecio, cosa que de estar solo habría tenido alguna provocación mayor. Al entrar se enteraron que se trataba de senadores romanos de visita en aquellas tierras.

Marcus fue recibido con respeto, pues parecía que sus hazañas ya lo precedían, aunque como bien recordaba, algunos le fastidiaban con la deshonra que manchaba a su familia desde que tenía memoria, pero esta vez fue diferente, incluso se atrevieron a festejar de un manera imprevista, ordenando vino al por mayor, al parecer se trataba de un amigo muy querido por Aquila, cosa que corroboró cuando los vio besarse, un hecho que no sorprendió a nadie, se sabía que el anciano tenía preferencia por las personas de su edad, no por jóvenes inexpertos.

Durante su festejo, Esca aprovechó para escabullirse a su habitación, pues estaba seguro de que no lo necesitarían en mucho tiempo, pues usaron a los esclavos que los senadores traían, una ventaja que no desaprovechó. Cuando llegó acomodó sus pertenencias en un pequeño mueble al lado de la cama, incluida la daga que su padre le dejó antes de morir. Se recostó, mirando al techo, escuchando las risas, algún que otro vaso cayendo, golpes en las mesas, gritos de buenos deseos y de promesas que no se cumplirán cuando la realidad los alcance.

De pronto la puerta fue abierta con brusquedad, se trataba de Marcus, que claramente iba un tanto ebrio, aunque no lo suficiente para caminar como debía, aunque trastabillo un par de veces mientras se acercaba a donde su esclavo. -¿Creíste que no notaría tu ausencia? –preguntó, con una voz menos hostil de lo que el otro pudiera desear.

-Los esclavos siempre pasamos desapercibidos, solo supuse. –contestó, con la misma inteligencia de siempre, demostrando que no se trataba de un britano ignorante, o de un bárbaro que solo peleaba por instinto. Se levantó entonces, encarando a su señor.

-Siempre supones. –contestó Marcus, tomándolo por un hombre y pegándolo con cierta brusquedad hasta la pared. –Es lo que tampoco entiendo de ti, porque sabes, no eres el único que actúa con poca normalidad. –acercó su rostro, haciendo que Esca girara su rostro al percibir el olor del vino. –Otro en tu lugar habría aprovechado todas esas ocasiones en que me mostré vulnerable, para asesinarme y escapar. –habló, al parecer con valor para entablar esa platica.

-Te juré mi vida. –le contestó con aparente tranquilidad, mirándolo directo a los ojos, para que supiera que no mentía. –Nosotros si tenemos honor. –agregó, hablando con algo de rudeza, provocando una mirada de enfado en Marcus.

-¿Y crees que los romanos no? –preguntó, pegándose al cuerpo del chico, aprovechando que es más corpulento que el pobre britano. –Veo arrogancia en ti, te crees superior a nosotros y a mí. –al no obtener respuesta, su enfado aumentó.

-Si lo tienen… yo no lo veo. –esas palabras hicieron que Marcus le diera una fuerte bofetaba, lo suficiente para arrojarlo a la cama. Pero Esca no se mostró temeroso, todo lo contrario, lo retó con la mirada, dispuesto a defenderse de cualquier otro intento de golpe.

-Ofendes a mi pueblo, a mi familia, a mi padre. –habló, mostrando un enojo que jamás se había visto en él. –No permitiré que lo hagas. –todas las cosas buenas que en algún momento pensó del romano, se perdieron con el desprecio y el odio que ahora mismo le causaba.

Intentó ir contra él de forma rápida y contundente, pero no tuvo oportunidad pues el más grande lo atrapó con el peso de su cuerpo y con sus manos elevó las de Esca por sobre sus hombres, aunque el britano intentó moverse, el peso del romano le impidió siquiera hacerlo un poco. –Tal vez deba darte una lección, demostrarte que no soy tan bueno, ¿porqué eso es lo que quieres no?, que te humille como a todos los esclavos. –con un rápido movimiento se echó un poco hacia atrás hasta tener a Esca con las piernas alrededor de su cintura y ligeramente levantadas, restregando su entrepierna con fuerza, sin muchas contemplaciones.

-¿Tan urgido estás que me tomarás por la fuerza? –preguntó, no mostrándose temeroso, sino ofensivo, provocándole más, sin pensar en las consecuencias que ello acarrearía.

-Urgencia no es, pero haré que recuerdes tu lugar. –con una mano siguió sosteniéndolo de las muñecas, mientras comenzaba a darle rudos besos en el cuello y las mejillas, pero cuando intentó darle un en la boca, el rubio volteó el rostro, evitándolo. Sin embargo, no se detuvo, lo apretó más contra la cama, tocándolo por todas partes, dejándose llevar por su deseo y éxtasis. El britano no se oponía, pero tampoco mostraba interés en lo que hacía, de alguna forma presentía que algo así iba a pasar, aunque no estaba seguro de que le haría ver la verdadera naturaleza del moreno.

De pronto se detuvo, cosa que le resultó extraña, después de todo estaba acostumbrado a que lo trataran como una basura, aunque sería la primera vez que intentaran tomarlo, aunque con tantas humillaciones, perder la virginidad por la fuerza es la menor de las deshonras. Decidió mirarlo entonces, encontrándose con un Marcus diferente, uno que parecía avergonzado. Le soltó de los brazos, pero no se quitó de encima

Sus miradas se encontraron, por unos momentos supieron lo que pasaba, ambos se sentían atraídos, podían presentir los sentimientos del otro, la forma en que se hablaban, se trataban y en ocasiones se tocaban, dieron señales de su verdadero sentir. Ya no es tiempo de negar algo que a nadie sorprendería, pues no es la primera vez que pasa, aunque eso sí, jamás un romano ha declarado abiertamente tener una relación con un esclavo, muchos menos uno donde el elegido es un britano, enemigos acérrimos en la actualidad.

-Me avergüenzo de mi actitud. –empezó Marcus, pero al parecer no tenía la intención de levantarse, lo que provocó que Esca reaccionara de una manera que no pudo controlar. El romano se dio cuenta, pero no fue motivo para que decidiera continuar. –No quiero hacerlo de esta manera. –dijo de pronto, sabiendo que ya no necesitaba seguir ocultando sus sentimientos.

-No serías el primero que lo hace. –contestó el rubio, no dejando de mostrarse hostil, de lo que Marcus no se sintió ofendido, sino todo lo contrario, supo que esa actitud se debía a su anterior comportamiento.

-No quiero lastimarte, nunca lo quise. –contestó, con la misma paciencia que le caracteriza. Sin poder contenerse acarició la mejilla de Esca, sin que este se negara o se apartara, cosa que lo hizo soltar una sonrisa. –No te molestaré de nuevo. –se levantó con extrema agilidad y fue directo a la puerta.

Esca no se movió de cómo estaba, sencillamente miró al techo y pensó en lo que estuvo a punto de pasar, de haberlo tomado a la fuerza es probable que todos esos buenos sentimientos que sentía por él se hubieran esfumado; pero ahora no, sus sentimientos chocaron unos contra otros en una vorágine que le impedía pensar con claridad. Ira, dolor, miedo, rencor, amor, pasión, todos ellos se conjugaban en su mente de manera tan fuerte que se le escaparon un par de lagrimas, mismas que dejó perderse entre sus cabellos. Estuvo así por mucho tiempo, hasta que el sueño lo venció.

¿Continued?

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Bien, otro proyecto más, son ya varios los que tengo pendientes, pero por una sencilla razón, así creo que puedo inspirarme un poco más, para no enfrascarme en uno solo. Espero que les guste la idea, igual que siempre, me guiaré por el filme. Debo decir que investigué un poco sobre los actores, sobre todo de Channing Tatum, del que prácticamente no conocía nada. Esas declaraciones sobre "sexo con Jamie", me hicieron más fascinado para hacer este fic. Espero que haya interesads para continuarlo. Jamie Bell, bueno, es uno de mis amores xD. Saludos.

PD. Aquila, es el tío de Marcus. El nombre completo de Marcus es: Marcus Flavius Aquila, entonces, el tío es Flavius Aquila, lo que confunde un tanto, así que lo dejo así y ya.