Disclamer: Los personajes de Sekaiichi Hatsukoi le pertenecen a Shungiku Nakamura. Sólo hago esto por diversión y sin fines de lucro.

Un rollo de película

-"Tranquilo Kisa, respira hondo. Respira y actúa como si nada de esto te afectara"- Aquel único pensamiento resonaba en su mente mientras ingresaba al departamento.

El hombre de cabellos oscuros se dirigió hacía la habitación en busca de las últimas cajas que le hacía falta cerrar. Caminó arrastrando sus pasos pesarosamente, observando todas las estancias de manera parsimoniosa. Con el pecho apretado y la garganta amarga avanzaba sin ganas de llegar a aquella puerta, la nostalgia le nublaba la visión al observar cómo aquel departamento que lo había refugiado por tantos años se encontraba ahora prácticamente vacío.

Aunque no quisiera admitirlo había desarrollado un nuevo temor a la soledad, la incertidumbre del futuro helaba su cuerpo, pensar en cualquier cosa le revolvía el estómago, la piel se le erizaba y las piernas le temblaban tenuemente a cada paso. Sintió que todas las paredes le miraban suplicándole.

"No te vayas" – Escuchó en su cabeza aquella voz tan conocida para él.

Respiró hondo, aún con la angustia dando vueltas por su cuerpo y se apresuró a llevar dos cajas a la sala de estar.

En la primera caja había objetos que había olvidado que existían y se habían acumulado montones de pequeñas notas y cartas que llevaban su nombre. Eligió entre los objetos que más le trajeron recuerdos y los colocó en la caja más pequeña.

Su corazón comenzó a inquietarse al reconocer que todas las notas tenían el mismo remitente, aquel joven que le había hecho sentir que realmente podía enamorarse. Pensó que sería bueno leer algunas, quizás buenos recuerdos estuviesen escritos ahí para animarlo en los días posteriores, pero tan sólo con la mitad de los mensajes sus ojos comenzaron a derramar pequeñas lágrimas que empaparon la escritura difuminando las palabras. Todas las cartas estaban rellenas de frases dulces, por más pequeños que fuesen los recados, cada "Querido Kisa-san" le hacía temblar el corazón y cada "te amo" le agarrotaba la garganta y presionaba contra su pecho la emoción que le invadía. Estuvo un buen rato regresándolas a la caja y respirando agitadamente hasta que finalmente sus sollozos se tranquilizaron.

-"Es realmente vergonzoso ponerme así sólo por unas cuantas palabras."- pensó para sí.

Limpió su rostro con la manga de su camisa y bebió un poco de agua antes de continuar sacando objetos de la caja. Tan sólo quedaban algunas prendas que ya no utilizaba, introdujo sus manos nuevamente para una última revisión y su corazón se detuvo por unos instantes al descubrir, también, un antiguo proyector y un rollo de película envueltos en una tela. Le costó recordar porqué había algo como eso en su departamento pero, poco a poco, las memorias fueron llegando a él, impulsándolo a armar aquél objeto y tratar de hacerlo funcionar. Trató de proyectar la grabación por varias horas, pero nada más logró divisar unas fotografías que saltaban varias veces y se cortaban en tan sólo unos segundos. Se sentó bruscamente en el suelo y empujó la caja hasta esparcir todo lo que quedaba en ella con enfado. Se estiró en el piso sobre todos aquellos recuerdos y continuó pensando para calmar su enojo y su angustia.

El tiempo había pasado inclemente y con ello muchas cosas habían cambiado a su alrededor. Ya no lucía como un chico de secundaria, mantenía la estatura, pero su mirada se había endurecido y constantemente unas pequeñas arrugas amenazaban con alojarse en su rostro. Su salud se había vuelto un poco más débil y debía tomar más cuidado en los días lluviosos.

El romance había invadido su lugar de trabajo alejando a varios de sus compañeros y haciéndole aún más consciente de la avanzada edad en la que se encontraba. Varios de estos cambios en los puestos de trabajo le habían llevado a exceder su esfuerzo para la entrega de la revista y aunque había logrado una posición más alta en la editorial eso también había significado distanciarse mucho más del joven pintor. Sin contar la innumerable cantidad de promesas rotas y las desesperantes noches de insomnio por las que pasó el castaño cuando comenzó a realizar exposiciones, una distancia impasible se había instalado entre ellos al punto que, algunos días, tan sólo habían intercambiado saludos por correo. Todo aquello les había llevado a un período de extensos conflictos y aislamiento. La rutina había ocasionado que Kisa perdiera el interés en el rostro del muchacho, enfocándose más en sus propias capacidades y necesidades.

Solitario en el departamento era tan doloroso pensar en ello, en todas las oportunidades que había desperdiciado, en todo lo que Yukina había tenido que soportar. Había días en que deseaba que todo aquello no hubiese ocurrido jamás, se sentía tan culpable de todo, tan irracional en sus prioridades, tan egoísta, pero ahora, todo estaba hecho y lo único que le quedaba era continuar con su vida.

Se sentó en busca de su vaso con agua, pero al tantear por el piso su mano se encontró con un disco.

-Lo que grabamos en el rollo de película…- Leyó de forma distraída y pausada.- …¡¿Lo que grabamos en el rollo de película?!- terminó alzando la voz al asimilar lo que contenía el disco.

Levantándose torpemente se dirigió en busca de su portátil y se ubicó en el suelo nuevamente insertando el disco ansioso de ver lo que contenía. Sentía la necesidad de aferrarse a cualquier indicio de aquel romance que le reafirmara que todo aquello había sido real. Y que ninguna de sus acciones futuras iba a cambiar lo que había ocurrido.

- -"Buenas tardes, soy Kisa Shouta, y esta es una filma… digo, grabación sobre nosotros… Una entrevista de… No… ¿Qué era lo que venía en esa parte?"- Se avergonzó al escucharse a sí mismo en la pantalla de manera tan infantil.

- - Kisa-san, debes hacerlo bien, vamos a grabar de nuevo.- Ahí estaba, esa forma de decir su nombre resonaba en su pecho.

- - ¿Eh?, ¿De nuevo?, No, ¿Por qué no sales tú haciendo la presentación?.-

- - Por supuesto que no, ya lo habíamos acordado.-

El moreno soltó una risilla ante las imágenes aunque su corazón se apretaba con cada segundo. El video seguía pasando por media hora, ambos respondían preguntas que les hacía el otro y al final ambos aparecían haciéndose arrumacos y discutiendo sobre que debían parar de grabar antes de seguir. En el rostro de Kisa se encontraba una sonrisa pero sus ojos habían vuelto a derramar lágrimas. Aquella muralla que había antepuesto frente a todos, para que ningún hombre o mujer pudiera dar con sus verdaderos sentimientos, se había vuelto frágil ante el recuerdo de un amor tan jovial e ingenuo como el que ellos habían tenido. Tenía miedo de que todo hubiese sido un invento de suyo, que fuese una ilusión con la que soñó una noche mientras se dejaba amar por cualquier hombre que no le importaba realmente. Temía que el siguiente paso no llegara, que no pudiera perdonarse, que no pudiese rehacer su vida y recuperar el tiempo y el amor que había dejado en algún lugar.

Dio un respingo cuando sintió que abrían la puerta del departamento y se apresuró a correr hasta el baño para ocultarse antes de que lo viesen en ese estado. Se sentía miserable, estúpido e incompetente.

-¿Shouta, estás aquí? – escuchó a lo lejos mientras sacaba papel higiénico de manera exagerada para limpiarse el rostro con gestos nerviosos.

-Uh…um… Sí, ya voy. – Trató de fingir normalidad con su voz.

-¿Aún no terminas de empacar?- cuestionó un hombre más para sí mismo que para el azabache, mientras buscaba un lugar donde sentarse.

Al poco tiempo el pelinegro volvió a la sala, tratando de ocultar su aspecto vulnerable. Trató de hablar con un tono molesto sobre el desastre que había ocasionado para disimular la inseguridad en sus palabras:

-Yo realmente… no sé qué hacer con todas estas cosas. -

-Puedes botarlas si no las necesitas… O puedes llevarlas si las quieres, buscaremos un lugar donde ponerlas.- contestó el hombre alto mientras revisaba la hora.

- Yo… voy a ser una molestia. Es mejor que no vaya.

- Shou… pero, ¿qué dices?... – Lo observó por unos instantes, hipando y desviando su mirada avergonzado. Suspiró al entender- eh… ya entiendo, ¿nuevamente estas pensando en el pasado?, ¿Es por eso que no quieres ir?.-

- No es eso…Estoy… Demasiado viejo, sabes…-respiró profundo antes de continuar- ¡mira mi cabello!, ¡mira estas arrugas que aparecen en mis ojos!, ¡Por supuesto que estoy viejo!.-

- No lo estás- respondió con todo firme el hombre de cabello castaño y corto.- Eres un hombre mayor. Eso es todo.-

El hombre se puso de pie con preocupación y se acercó a él para reconfortarlo. El mayor tenía las mejillas rojas y los ojos un poco hinchados, sus labios temblaban y sus manos se aferraban a su camisa de manera nerviosa. El castaño le abrazó fuertemente, y pese a lo rígido de sus movimientos a causa del abrigo acarició su espalda y besó dulcemente su rostro y sus labios.

- Yo también he envejecido, Shouta.-dijo observándolo a los ojos.- Pero mi corazón sigue amándote. Pese a todo. Y quiero… por sobre todas las cosas, compensar el tiempo que estuvimos separados… y también quiero que estés conmigo en este momento tan importante. Tienes que venir conmigo. -

- Pero… yo… no soy el indicado, Kou..., esta es tu última oportunidad para hacer tu vida como quieras…

-Después de quince años juntos, en una relación que nos costó una infinidad de cosas, ¿No eres el indicado?- le sujetó de los hombros y le miró de frente, con esa mirada profunda que ocupaba sólo para las cosas serias-...Escucha, Quiero hacer mi vida contigo. No me importa si es sólo por mi rostro o por mi dinero… Quiero ir contigo…- Respiró un poco para calmarse, le entristecía que aún después de tantos años su amante fuera tan inseguro- o Es… ¿Es que ya no me amas, Kisa-san?...-

El corazón del pelinegro comenzó a latir nuevamente, se reconstruyó pedazo a pedazo al escuchar su nombre pronunciado de esa forma. Todos aquellos malos pensamientos se fundieron hasta convertirse tan sólo en una parte de los más románticos recuerdos que guardaba su memoria. Contuvo su aliento, sus mejillas se sonrojaron y sus ojos chocaron con la miel de los ojos ajenos. En ese momento se juró a sí mismo, nunca más herir al muchacho, nunca más dudar de sus sentimientos y confiarse a él sin importar lo que pasara.

- Aún te amo, Yukina. No es sólo tu rostro… yo… amo todo de ti. –

Sellaron con un beso aquél pacto silencioso que les permitiría continuar amándose sin temores. Un abrazo apretado y los suspiros más íntimos que podían entregarse. Un pacto que dictaba que nada volvería a interponerse entre aquél primer amor que les había hecho experimentar las más diversas situaciones y había desatado en ellos los más turbios sentimientos sólo para unirlos hasta el final de sus días en un romance como ningún otro.

Nota de Asu: Aww, ¡Lloro! La verdad…. Este fue el primer capítulo que se me ocurrió, pero no pude escribirlo como lo imaginé. En realidad es súper loca la idea, espero que se entienda al menos un poco: Yukina fue solicitado para hacer exposiciones en el extranjero permanentemente y quería que Kisa lo acompañara. Yo, en realidad, creo que el primer amor nunca dura, pero siempre pienso en que ellos seguirán juntos por los siglos de los siglos hasta que sean abuelitos. No puedo soportar la idea de que alguno muera. Debe ser porque realmente me gusta esta pareja. Fue muy difícil hacer coincidir la idea con el título y aunque no quedó como estaba en mi mente, igual me gustó este final. Lleno de melosidad y amor. (Estuve a punto de cambiar la idea, SPOILER, ya que Nakamura-sensei usó sus nombres principales en el capitulo cinco de Kisa no baai y 2 de Yukina no baai, ¡pero continué!). Bueno, a pesar de todos los altibajos que pasé en el desarrollo de este copilado de historias puedo decir que lo terminé satisfactoriamente, espero que hayan disfrutado de esta serie de historias cortas y que se animen a seguir otras historias que publique después. También espero que hagan más fanfics sobre ellos. Les agradezco mucho a todos por leer hasta aquí, me siento muy satisfecha con el resultado y agradezco también sus encantadores comentarios, favoritos y follows que alegraron mis días, en especial cuando estuve bien mal. Les deseo lo mejor a todos en este nuevo año, que logren todos sus proyectos, y ya saben, como Kisa y Yukina, no hay que rendirse jamás. Pd: Para mantener su cabello negro en el futuro, Kisa se lo tiñe! Obvio, no podría soportar las canas jajaja.