Bueno, me imagino que algunos se estarán preguntando ¿Qué se supone que es esto? Y la respuesta es sencilla: un crossover entre Maho Shojo Lyrical Nanoha y Punisher. O creo que el termino correcto es fusión fic… no lo sé. En cualquier caso esta idea me ha estado rondando por la cabeza desde hace algún tiempo y he decidido darle un intento. Para ello he recurrido a la última temporada, cronológicamente hablando, de Nanoha: el manga Force. Si no han leído el manga y desean hacerlo este fic está lleno de spoilers. Si no piensan leer el manga en ese caso no se preocupen, yo me ocupo de que la historia se entienda para los fanes de las otras temporadas.

Como fan de Nanoha debo decir que desde StrikerS la serie ha experimentado un fuerte decaimiento. Los mangas de ViVid y Force van de aburridos a poco inspirados o deicidamente ridículos. Aun así he decidido ambientar mi crossover en esta época porque si llego a meter la pata, no puede ser peor que el producto original. De esta forma y aunque en un principio seguiré el manga, tarde o temprano pienso separarme del mismo y llevar mi historia por mi propio rumbo. No soy de decir demasiado y sé que los pocos que se metieran en este fic no desean pasar la mitad de su tiempo con los pensamientos del autor al respecto, así que allí les va la historia. Espero que la disfruten y cualquier comentario es bienvenido.

Disclaimer: Maho Shojo Lyrical Nanoha y Punisher son propiedad de sus respectivos dueños y yo no tengo ningún derecho sobre ellos.


I – El Encuentro

¿Cómo has estado Su-chan?

Entré al área de preservación cultural de Ruwella hace dos días. Incluso después de haber dicho aquellas palabras tan egoístas, solo quedan tres meses más de mi viaje. Las comunicaciones inter-dimensionales son difíciles en el área de preservación así que no podré estar en contacto muy a menudo. Ahora mismo estoy lleno de energía y aprendo mucho de Steed. Como prometimos estoy explorando el mundo para encontrar mi propia respuesta.

Thoma

Con gesto definitivo el joven dejó el lápiz y cerró la carta que acababa de escribir. Se puso de pie y se acercó al mostrador donde una sonriente monja recibió el sobre.

—Oh… una carta para Mid-Childa—comentó la mujer mirando la dirección en el sobre— ¿Estas de viaje?

—Así es—respondió el chico con una sonrisa—Voy a las ruinas de la montaña a buscar tesoros y…

Tomar fotos—intervino el pequeño dispositivo que llevaba en el cuello.

—Ya veo—la mujer sonrió y se acomodo los lentes—veré que tu carta llegue a salvo, que tengas un buen viaje.

—Muchas gracias hermana.

El joven se inclinó ligeramente y salió de la iglesia, despidiéndose con la mano de las otras dos monjas que atendían el lugar y que estaban trabajando en el jardín. Aferró bien su mochila al hombro y comenzó a caminar siguiendo la ruta a la montaña. Hacía buen tiempo, con el sol brillando fuerte en lo alto pero el aire a esas alturas mantenía una temperatura relativamente baja así que llevaba un abrigo blanco. A decir verdad era un paisaje sumamente tranquilo y pintoresco, con la hierba y los árboles mecidos por el viento y las montañas de fondo, el joven se permitió simplemente disfrutar de la vista mientras caminaba.

—Hey Steed—dijo rompiendo el silencio—Será de noche para cuando lleguemos allá ¿Verdad?

Así es, Thoma—respondió el pequeño dispositivo en su cuello—Pero llevas suficiente comida, así que deberías estar bien.

—Eso es bueno, no queremos que pase lo mismo que la última vez—Thoma se rasco la cabeza recordando.

Si llegaras a tener problemas tu novia se enfadaría conmigo.

—Ya te he dicho que Su-chan no es mi novia.

Entonces ¿Por qué no aceptaste cuando te ofrecieron ser parte de su familia?

Thoma se quedó meditando su respuesta. A decir verdad una parte de él consideraba a Su-chan y a sus hermanas como su propia familia, pero no podía simplemente olvidarlo todo y continuar con su vida tranquilamente. Aun necesitaba hallar respuestas a lo que pasara en su pueblo 7 años atrás, cuando su mundo y todo aquello que le importaba fuera destruido. En realidad deseaba vivir tranquilamente y tener esperanzas para el futuro pero antes debía resolver los últimos enigmas de su pasado. Por eso se había metido en este viaje, le había prometido a Su-chan que si en esos 6 meses no encontraba la verdad de su pasado dejaría de buscarlo y entonces podría darle una respuesta apropiada.

—Bueno… a decir verdad me atrae la idea, pero primero quiero resolver mis asuntos—dijo Thoma finalmente—No quisiera empañar la felicidad de ellas con los recuerdos amargos de mi pasado.

Todos tienen recuerdos amargos—apunto Steed.

—Es cierto, pero en mi caso aun no estoy listo para dejarlo atrás. Un último intento para saber que pasó, eso es lo que me propongo—el joven apretó los puños ligeramente—Si luego de mi viaje aun no consigo esas respuestas, entonces podre plantearme tener un futuro ¿No crees?

Aun así creo que podrías tener un futuro en cualquier parte. Pero la decisión en tuya, sea cual sea.

—Aunque suene egoísta solo deseo esta última oportunidad—dijo Thoma. Levantó la mirada para apreciar el horizonte y sonrió—De cualquier manera ¿No te parece que este paisaje es digno de una foto?

Steed no respondió pero se soltó del cuello de su dueño para poder ser usado como cámara, respetando el hecho de que su dueño quisiera cambiar de tema.


El hombre levantó su cerveza y tomó un trago de su botella. Su compañero, sentado frente a él, solo se quedó mirando su propia cerveza sin hacer ningún intento por cogerla. Alrededor de ambos el resto de los clientes del bar charlaban o reían, ocupados en sus propios asuntos y nadie les prestó atención a los dos hombres sentados en una de las mesas de la esquina. Uno de ellos era bastante más alto que el otro y tenía una presencia significativamente superior. Llevaba una larga gabardina negra y unos guantes de cuero que no se había quitado. El otro hombre que en ese momento bajaba su botella era mucho menos impresionante físicamente y vestía un traje de color marrón.

Ambos hombres compartieron un silencio un poco incomodo, pero que ninguno hizo intento de romperlo. El hombre de la gabardina dio unos golpecitos impacientes en la mesa pero su acompañante parecía embutido en un silencio de tumba. Pasaron otros 20 segundos antes de que finalmente uno se rindiera.

— ¿Y bien?—dijo el hombre de la gabardina— ¿Qué tienes para mi Microchip?

El más bajo sonrió de medio lado al oír el apodo por el que su compañero gustaba llamarle. Desde que ambos se conocían él nunca había usado su nombre, salvo en las ocasiones en las que le hacía perder la paciencia y lo llamaba por su apellido. Así que para aquella persona él era Microchip o Micro para abreviar aun más. Era una situación que le molestaba pero sobre la cual no tenía ningún control. Decidió no mencionarlo e ir al grano.

—Esto es algo especial Frank—respondió Microchip con calma. Metió una mano en su chaqueta y le paso un sobre—Allí está todo lo que la TSAB tiene respecto al caso.

—No pareciera mucho—comentó el otro hombre guardándose el sobre luego de ojearlo— ¿Algo que deba interesarme en particular?

—De lo que hay allí: todo. Tiene la información de los blancos, esto es un asunto serio ¿Sabes? Creo que esta deberías dejárselos a ellos. Muy grande.

— ¿Qué tanto?

—Lo suficiente como para poner a una vieja unidad especial en marcha.

Un gruñido salió de la garganta de Frank. Micro lo ignoró y aprovechó para tomar otro trago y darse algo de valor para seguir con esta conversación. Frank se apoyó un poco más sobre la mesa, sus músculos tensos bajo la gabardina negra.

—No me interesa. Está vez tiene que hacerse el trabajo correcto—dijo con un tono bajo y casi amenazante.

—Lo sé… pero es que has estado trabajando mucho últimamente—su compañero sonrió con suficiencia— ¿Cuántas horas has dormido esta semana? ¿Cinco? ¿Seis?

—… Tres—repuso Frank con otro gruñido.

— ¿Lo ves? Creo que te estás dejando llevar, quizás deberías bajar un poco el ritmo.

—No empieces otra vez. Ya hemos hablado de esto antes.

—Como quieras Frank, se un inmaduro—dijo Microchip con hastío. Levanto sus anteojos y se frotó el puente de la nariz—Al menos considera dormir como Dios manda.

—Al grano Micro—Frank tomó su botella y le dio un buen trago—No me llamaste aquí para hablarme del caso y tomar una cerveza.

—No, tienes razón—reconoció el hombre de los lentes—… los encontraron Frank, están aquí como temíamos.

— ¿Dónde y cuándo?—inquirió él.

—Esta noche, en el aeropuerto de Saint Valerie, hangar 18—respondió Microchip—Es un cargamento, pero tengo razones para sospechar que la Biblia de la Cruz de Plata podría estar allí con ellos.

Frank no respondió mientras sopesaba este dato y Micro lo dejo estar. A decir verdad él estaba más preocupado por esa gente en el aeropuerto que por su compañero. Si lo conocía bien él iría allí esa noche… y que Dios ayudara a quien se cruzara en su camino.

—Entonces parece que tengo trabajo—Frank se puso de pie, vaciando la botella con dos largos tragos y dirigiéndose a la salida.

—Espera—Microchip lo agarró por la manga de la gabardina y lo obligó a parar—Te deje la van cerca, podrás encontrarla con Soulbreaker. Solo… ten cuidado ¿Ok? Las investigadoras de las que te hablé también estaban siguiendo la misma pista, quizás haya magos allí.

—No quedará mucho para revisar cuando termine.

Frank se soltó del agarre y se acomodó su gabardina, dejando ver por un instante la ropa que llevaba debajo: una camisa negra con una gran calavera blanca.


El sol comenzaba a ponerse tras las montañas cuando Thoma alcanzó la base de las mismas. Por suerte el camino no era muy largo y confiaba en que llegaría antes de que fuera noche cerrada. En cualquier caso el sendero era ancho y fácil. Thoma se ajustó la chaqueta cuando una rafaga de aire frío lo azotó. Estaba acostumbrando a andar a la intemperie y realmente emocionado por llegar a su destino.

La única razón por la cual había insistido en ir ese mismo día hasta las ruinas en la mina era simplemente su deseo de aventura. Comparado a aquellos días luego del accidente el viaje desde la iglesia hasta las ruinas se le había hecho un cómodo paseo. Se acomodo la mochila en el hombro izquierdo para descansar el otro. Debería asegurarse de tomar fotos para enviárselas a Su-chan cuando tuviera la oportunidad, aunque claro tendría que esperar a la mañana. No creía que a ella le hiciera gracia que estuviera metiéndose en unas ruinas en medio de la noche. Una parte de él pensaba que ella en realidad podría sospecharlo pero no quería entregarle pruebas concretas. Finalmente llegó hasta la parte en la cual el camino dejaba ver el emplazamiento de las ruinas.

Las ruinas de la montaña se trataban de una antigua construcción de piedra en la cara rocosa de una cañada, sin duda producto de la erosión. La construcción de piedra era bastante asimétrica y se creía que era parte de un antiguo complejo abandonado luego de que una supuesta maldición callera sobre el lugar. Se decía que en el interior se extendían túneles profundos que albergaban tesoros. Thoma no daba crédito a esos cuentos pero el lugar era digno de visitarse incluso aunque solo fuera por la vista desde arriba.

—Mira eso Steed, parece que hemos llegado—dijo Thoma mirando hacia abajo, aprovechando los últimos retazos de luz.

Eso pareciera. Pero ya es de noche, busquemos un lugar donde acampar antes—respondió el dispositivo.

—Tienes razón ¿Crees que debería…?—Thoma se interrumpió cuando algo captó su atención.

Varias luces iluminaron los alrededores de las ruinas y lo que medio segundo antes estaba vacío se llenó de repente de una frenética actividad. Por instinto el joven se alejó de la cornisa y se ocultó en unos arbustos para mirar bien. Había una docena de personas allí abajo, junto a unos grandes camiones que no había visto por estar camuflados como grandes montones de follaje verde, abundante por allí. No distinguía bien por la distancia, pero parecía como si estuvieran llevando algo hasta los camiones, al menos unos cuantos hombres, otros se habían colocado en posiciones separadas a lo largo del límite de la ruinas como si estuvieran guardando el lugar.

—Parece que hay gente que llegó antes que nosotros—comentó Thoma.

¿Quién vendría hasta un lugar tan lejano?

—No lo sé…—el chico miró hacia abajo pero no podía decir mucho por la distancia—ayúdame a averiguarlo Steed.

El pequeño dispositivo se soltó de su cuello y Thoma activó su magia con delicadeza. Era un hechizo sencillo de soporte, creando una minúscula esfera que le permitía al usuario ver y escuchar cualquier cosa que estuviera cerca de la misma. El joven envió el hechizo hasta abajo, guiándose por la imagen que proyectaba Steed en una pantalla. La mayoría de las personas parecían soldados, llevando armaduras corporales y cascos que cubrían sus rostros, además de estar fuertemente armados, pero un grupo más pequeño se veía como científicos o investigadores, al menos eso supuso por las largas batas blancas que traían puestas. Thoma decidió escuchar lo que decían estos últimos, acercando la esfera hasta una pareja compuesta por un hombre mayor y una mujer que parecían hablar seriamente.

—Hemos terminado de mover el equipo y los datos—decía ella mientras tecleaba en un pequeño dispositivo de almacenamiento de datos y mostrándole la pantalla al hombre—Solo quedan los materiales.

—Ya hemos decidido abandonarlos y destruirlos—replico él secamente.

— ¿Lo destruimos todo? ¿Los cuerpos y a Strosek?

—Nunca hay que atarse a los fracasos del pasado—el hombre se movió y observó la pequeña caja de cristal que tenía entre manos. La caja contenía un tomo negro con una extraña cruz plateada encima—Solo tenemos que cambiar algunos componentes en la Cruz de Plata ¡Destruyan a los sujetos de prueba y a ese producto defectuoso!

Habiendo escuchado suficiente Thoma deshizo el hechizo con un ligero escalofrío bajando por su espalda.

Suena a muchos problemas para tratarse de una simple mudanza…—dijo Steed rompiendo el silencio.

—S-sí. T-tienes ra-razón—respondió el joven con una ligera risa nerviosa—lo mejor es no involucrarse. Así que vámonos ahora en silencio.

Thoma retrocedió lentamente y se volvió, dispuesto a desandar lo que había caminado y salir de allí antes de que lo vieran. No es que no le gustaran las aventuras pero aquello tenía toda la pinta de ser algo demasiado peligroso. No había dado ni tres pasos cuando la escuchó.

"¡DUELE MUCHO!"

La voz en su cabeza fue igual a un martillazo debido a lo súbito de ella y la fuerza de la misma. El dolor se extendió por su mente como si alguien hubiera agarrado su cerebro y lo exprimiera solo por diversión. Cayó de rodillas agarrándose la cabeza y tratando de mantener sentido de donde estaba. Su visión se volvió borrosa un segundo antes de que escuchara una nueva llamada, aunque no tan intensa como la primera.

"¡Duele! ¡De verdad duele!"

¿Thoma?—preguntó Steed al notar la actitud de su dueño.

No respondió de inmediato mientras sentía como la presión en su cabeza se aligeraba, pero no así el llamado si bien este se volvía más suave y tolerable. Una llamada desesperada de ayuda. Agarrándose la cabeza Thoma se sentó para ordenar sus ideas.

— ¿Qué diablos fue eso? ¿Telepatía?—dijo en voz alta.

—… Yo no he dicho nada—dijo Steed con evidente desconcierto.

— ¿No lo escuchas?—preguntó Thoma mirando a su dispositivo que flotaba junto a él—ese llamado de ayuda…—la voz era mucho más tenue, como si estuviera escuchándola desde una gran distancia pero no por ello desparecía su tono de urgencia. Se puso de pie y no le costó mucho deducir de donde venía la voz—Allí, en las ruinas—señalo hacia la construcción de piedra—Hay alguien pidiéndome que la salve en esas ruinas.

Thoma no estarás considerando el…—empezó el dispositivo.

— ¡Ella dijo que quiere que la salve!—interrumpió el chico.

Incluso así no creo que esto sea una buena idea ¿Qué voy a hacer si sales herido? Tu novia me castigara.

—Tienes razón compañero, tendré cuidado—le sonrió Thoma mientras se adelantaba y comenzaba a bajar, con la pequeña cámara flotando tras él.

Mientras descendía el joven pensaba en cómo se las arreglaría para escabullirse entre los guardias. Una cosa era irse y evitar problemas, pero otra muy distinta era simplemente ignorar un llamado de ayuda como ese que resonaba en su cabeza. No era la gran cosa como mago pero no pensaba dejar a alguien que sufría tanto, no si él podía hacer algo para ayudar. Deslizarse entre la gente de afuera no fue tan difícil como había pensado. Todos parecían muy ocupados y la vigilancia era relajada, claramente nadie esperaba que llegara alguien a ese lugar tan remoto. Escurriéndose en las sombras Thoma logró alcanzar la entrada a la estructura sin que nadie lo viera. Se internó en los túneles, iluminados por una serie de lámparas colocadas en el techo.

El interior de la mina era profundo, pero él estaba acostumbrado a andar bajo tierra, así mismo la incesante llamada de ayuda no dejaba de repetirse una y otra vez conforme se internaba más en los túneles. La voz era el recuerdo del porque había decidido llegar hasta allí. "Solo espérame, detendré tu dolor, lo prometo" pensó Thoma cuando la llamada se alzo nuevamente, aunque sin alcanzar el mismo nivel que la primera vez. Fue cuando notó que ya no estaba caminando sobre piedra o tierra si no sobre metal. El piso y las paredes habían sido forrados con metal en el pasillo por el que se había metido. Siguiendo el mismo dobló la esquina.

—Debe ser una laboratorio de investigación—soltó Thoma mirando el lugar al que acababan de llegar.

Esto no se ve muy bien—comento Steed.

La habitación era larga y ancha con dos series de 10 grandes tubos de vidrio a cada lado de la misma. Los tubos eran más altos que Thoma y estaban llenos de un extraño líquido amarillento, con una especie de masa carnosa en su interior. En un momento el chico pensó que podría tratarse de cerebros pero un examen más cercano reveló que no lo eran, parecían una extraña masa de carne y huesos con la forma más bizarra que hubiera visto. La base de los tubos tenía conectados unos cables que llevaban hasta lo que parecía una maquina monitora que mostraba una serie de datos que resultaban incomprensibles. A Thoma todo el asunto le estaba dando muy mala espina, pero ni siquiera una vez pensó en devolverse. El llamado volvió a resonar por las paredes de su cráneo. Siguió caminando por el laboratorio hasta que llego a una puerta metálica. La voz salía detrás de esa puerta, estaba seguro. No había ninguna manija o hendidura perceptible en la sólidas planchas de metal por lo que decidió usar magia.

Unlock—recitó mientras un círculo mágico aparecía a sus pies. Con un ligero zumbido metálico las puertas se abrieron de par en par.

Un poco inseguro Thoma dio un paso al frente y entró en la habitación. El lugar era casi tan grande como la otra sala con los contenedores amarillos, solo que esta estaba mucho más deteriorada y no completamente forrada en metal. Sin embargo lo que captó su atención fue una figura en el fondo de la cámara. Esposada a una gran placa de piedra, con los brazos extendidos en cruz estaba una joven de cabello gris y ojos verde pálido, más o menos de la misma edad que él. La placa de la cual estaba aprisionada descansaba sobre unas escaleras como si fuera una especie de altar. La chica pareció despertar de un trance y clavó sus ojos en los de Thoma. El joven dio un par de pasos hacia ella, sin saber muy bien lo que hacía, pensando solo en liberarla. No obstante ni bien dio esos dos pasos hacia ella un nuevo dolor le atacó, esta vez en su ojo izquierdo.

—Aww… ¡Duele!—Thoma apoyo una rodilla en el suelo y su mano tocó el piso. Sin que se percatara activando una señal mágica en su muñeca.

En el exterior las alarmas sonaron. Y varias pantallas aparecieron frente a los dos científicos que Thoma escuchara hablar antes de meterse en la cueva.

— ¿Un intruso?—el hombre miró las pantallas incrédulo—Alguien ha entrado en contacto con Strosek y… ¡¿Está generando una reacción?


— ¡No! ¡Por amor de Dios! ¡NO!

Un estallido silenció la voz.

— ¡Está arriba! Tenemos que…

Otro estallido. Esta vez le siguieron varios estallidos más, gritos, golpes y el horrible e inconfundible sonido de huesos rompiéndose. Al otro lado de una puerta parecía estar librándose una guerra, pero a la doctora Lisa eso no le importaba. Tenía que poner a salvo los datos. Su equipo de investigación estaba perdido, los especímenes y las copias también pero quizás aun pudiera salvar los datos. Miró la pantalla desesperada mientras la marca que señalaba la carga parecía estática, llenando lentamente la pequeña unidad. Necesitaba solo unos minutos más, el problema era que dudaba mucho que fuera a tenerlos.

—Es un caso perdido doctora ¡Tenemos que salir de aquí!—su asistente estaba parado junto a la puerta, temblando de miedo bajo su bata blanca—Los está matando a todos, es cuestión de tiempo antes de que nos encuentre.

Normalmente hubiera mandado a callar sus lloriqueos pero tenía razón. Los sonidos de la pelea eran cada vez más débiles y no le quedaba la menor duda de quién era el que estaba ganando. "Maldito sea ¿Cómo diablos pudo pasar esto?" pensó ella mientras sus datos se cargaban lentamente. Se suponía que sería una sencilla mudanza, llevar los implementos del laboratorio en el campo hasta el aeropuerto en Saint Valerie para un traslado corto ¿Cómo había podido filtrarse esa información? Ni siquiera la TSAB estaba enterada del cierre de las operaciones en este mundo, pero él se había enterado ¿O era solo el azar lo que lo había llevado hasta ellos? La doctora lo dudaba.

— ¡No! Es-espera ¡Me rindo!—esa voz suplicante se escucho muy cerca de la puerta. Un golpe seco—Mira es-estoy des-desarmado. Por favor…

Un estallido puso fin a la suplica. La doctora Lisa soltó un bufido mientras dejaba la consola y corría al fondo del laboratorio. Esa era su justa recompensa por confiar la seguridad a semejantes imbéciles. Su asustadizo asistente la siguió, manteniendo el equilibrio sobre sus flojas piernas.

— ¿Qué está haciendo?—la voz de aquel hombre salía en un susurro.

— ¿Y tú qué crees? Me aseguro de que salgamos con vida de esta—replicó Lisa de mala manera alcanzando el contenedor al final de la habitación.

—Pe-pero no está terminado. El sujeto es inestable, si lo dejamos salir…—empezó al ver que ella llegaba al contenedor y comenzaba a desactivarlo.

— ¡Cállate! Con algo de suerte esos dos se mataran entre ellos y si no lo hacen siempre podemos huir en la confusión—ella comenzó a teclear desesperadamente.

La verdad era que no quería llegar a eso, ni siquiera para enfrentar a su perseguidor, pero se quedaba sin opciones. Terminó de ingresar la secuencia de seguridad justo cuando la endeble puerta del improvisado laboratorio se abrió de una patada. Por instinto la doctora se agachó para esconderse detrás del contenedor, que era lo bastante grande como para taparla a ella, pero su asistente entró en pánico y trató de correr hacia la otra puerta. Grave error. No llegó ni a dar tres pasos antes de que un disparo resonara en el lugar y le derribara en plena carrera.

La doctora se quedó en silencio, sin atreverse a respirar. Una parte de ella se aferraba a la esperanza de que él se fuera si no escuchaba nada, otra en cambio temía que su alocado corazón estuviera latiendo tan fuerte que la delatara. El silencio duró lo que le pareció una eternidad hasta que unos pasos tranquilos y una voz fuerte destruyeron sus últimas esperanzas.

—Sé que estas allí, de pie, ahora—no elevó demasiado la voz, no le hacía falta.

Lisa obedeció y se puso de pie despacio. Él estaba parado en medio del pequeño laboratorio con calma. Era bastante alto y ancho de espaldas, su pelo era tan negro como sus ropas: una especie de armadura de combate, separada en placas y cubriéndole todo el cuerpo salvo el rostro. Armado con un par de pistolas grandes recargaba sus armas con gestos lentos y calculados, sin prisa. Sus rasgos eran duros y estaba mal afeitado, debería tener alrededor de unos 50 años, pero lo que más le llamo la atención a la doctora fueron dos cosas. Lo primero fueron sus ojos, grises y apagados, duros como el acero. Lo segundo fue la gran calavera blanca que llevaba en la placa del pecho de su armadura. Solo ese símbolo despejaba cualquier duda acerca de su identidad: él era Frank Castle, Punisher. Y sus ojos revelaban sus intenciones incluso más que sus movimientos. Había muerte en esos ojos y estaban firmemente clavados en los suyos, como dos cuchillos de hielo. Ella dio un paso atrás sin darse cuenta.

Frank Castle cargó sus armas y miró atentamente a la mujer frente a él. Era relativamente joven, de 1.50, pelo marrón oscuro en una cola, típico aire de intelectual solo reforzado por su vestimenta de investigadora, ojos verde claro. Normalmente no mataba mujeres, pero había aprendido a lo largo de los años que el mal no respeta géneros y por consiguiente él tampoco. Todo en aquella mujer le daba mala espina. Estaba asustada pero mantenía la calma, imponía control a sus instintos de supervivencia que le decían correr. Era una persona preparada, una persona acostumbrada a lidiar con monstruos. Una persona con la conciencia culpable. Pero tenían que hablar.

— ¿Cómo nos encontraste?—preguntó ella de repente. Era valiente o estúpida.

—No importa—replicó él—habla ¿Dónde están?

— ¿Quienes?

—La Cruz de Plata y el Divisor.

—No están aquí. Nunca lo estuvieron. Nosotros no éramos los encargados de estudiarla.

— ¿Dónde están entonces?

—No lo sé. Nos mantienen separados, sin contacto entre nosotros. Podría estar en cualquier parte.

Él frunció el ceño ante la respuesta, sonaba posible pero algo le decía que no era toda la verdad. Un pequeño pitido llamó su atención. Una consola cercana mostraba un mensaje de alerta en su pantalla «Transferencia terminada», sin mediar palabra Castle extendió la mano y tomó la pequeña unidad de datos que salía de la terminal para guardársela encima, quitando los ojos de la mujer por unos instantes. Ese fue su primer error.

— ¡Vete al infierno Punisher!—le grito la doctora de repente.

Con rápidos reflejos Frank se giró hacia ella y vio que acaba de presionar unos botones sobre la consola de una unidad de contención de vida. La tapa se abrió de golpe y él le disparo a la doctora, dándole en el abdomen. Ese fue su segundo error. Lo que sea que estuviera encerrado en el contenedor dio un fuerte golpe que arranco la pequeña tapa metálica que le retenía, se deslizó fuera y salto sobre Castle mientras este disparaba contra la mujer. Demasiado tarde Punisher se dio cuenta de que debió haberle disparado primero a lo que estaba en el contenedor o siquiera conjurar una defensa.

El impacto sacó a Castle de su balance y cayó al piso, con el otro encima de él. Ambos se revolvieron, forcejeando. Frank perdió una de sus pistolas pero consiguió apuntar la otra a su atacante y le disparo tres veces, quitándoselo y rodando para ponerse de pie de un salto. Su oponente era un hombre joven, de al menos la mitad de su edad, vestido solo con unos pantalones negros, de ojos de un extraño rojo vivo y una expresión de rabia en su rostro. Ante sus ojos las heridas de bala que tenía dejaron de sangrar y se cerraron en un instante, eso lo distrajo por una fracción de segundo.

Con un grito incoherente el hombre se lanzo sobre él, conjurando algo en su mano derecha mientras embestía con el cuerpo. En un acto reflejo Frank creó un escudo mágico pero se hizo trizas ni bien el otro lo golpeó con su arma. Moviéndose como una serpiente Punisher evitó el golpe y de paso consiguió meterle otros dos disparos a su oponente, que perdió el pie y rodo hasta golpearse con unos contenedores al fondo de la habitación. Las cosas eran dos grandes tubos llenos de un liquido amarillo/dorado y con unas extrañas masas carnosas en ellos, se hicieron trizas cuando el hombre las golpeó como producto de su embestida.

—Soulbreaker, identifica al enemigo—dijo Punisher a su dispositivo, que colgaba desactivado en su cuello.

Enemy nature unknown, my Lord, analyzing—fue la respuesta que obtuvo.

—Tomate tu tiempo—masculló en voz baja.

Su oponente se puso de pie y levantó su arma, una especie de dispositivo que parecía una mezcla de pistola y cuchillo. Castle tuvo un mal presentimiento al ver el cúmulo de energía en el extremo. Conjuró otro escudo, pero en lugar de confiar en la barrera mágica decidió también agacharse. El rayo de luz roja destruyó su escudo como si fuera de cristal, destrozando la puerta y la pared tras éste y además estallando al golpear contra el avión guardado en el hangar al otro lado. La nave, un modelo pequeño para transporte, estalló en una bola de fuego, convirtiendo el hangar en un autentico infierno. Castle sintió como las llamas lo envolvían, creando un muro de fuego a su alrededor mientras el pequeño laboratorio aledaño y todo dentro del hangar salía despedido por doquier o se consumía hasta quedar hecho cenizas.

La barrera generada automáticamente por Soulbreaker evitó que Punisher saliera despedido junto con el resto de la habitación y sus muebles. Castle desactivó la barrera y se colocó de pie. Su traje de batalla se ajustó para permitirle soportar el ambiente extremo, ahora que todo estaba envuelto en llamas. Por sobre su cabeza alcanzaba a ver el cielo estrellado de Fedikia y casi le parecía ver los helicópteros de rescate que sin duda acudirían al lugar en seguida. Tenía que irse. Dio un paso para buscar una salida y entonces el hombre lo atacó de nuevo.

Salió debajo de una pila de escombros ardientes, con la piel quemada y tostada por el fuego, pero igual lo embistió y golpeo con suficiente fuerza para levantarlo en el aire y hacerlo caer hacia atrás. Punisher rodó por el piso, tratando de mantener distancias y de ignorar el dolor de los golpes. Su oponente volvió a la carga, disparando varios proyectiles rojizos con su extraño dispositivo. Castle los esquivó y levantó su pistola pero uno de los disparos mágicos del otro la destruyó. Maldiciendo conjuró un círculo mágico a sus pies y disparo su propio hechizo.

¡Dark Bullet!—levantó la mano de la cual salió un haz negro con un siniestro brillo rojizo. El ataque sin embargo se deshizo antes de tocar a su oponente y se disolvió sin hacer ningún daño. El hombre no parpadeo mientras sus quemaduras desaparecían y atacaba de nuevo.

The enemy is an Eclipse Driver. Magic is useless against he—la voz mecánica de Soulbreaker llegó hasta los oídos de Castle mientras peleaba con el otro, tratando de manejarlo cuerpo a cuerpo— I recommend retreat.

"Vete al diablo, eso es obra de Micro" pensó Frank mientras el infectado lo golpeaba con fuerza. La única razón por la cual Punisher no había perdido era por su habilidad y que su traje de batalla mejoraba su nivel físico. Sin embargo no podía seguir así toda la noche. Notaba como se estaba cansando en tanto que el otro parecía imparable. Usando su energía mágica para reponer la física Castle siguió retrocediendo frente a la feroz acometida de su oponente. Ya podía escuchar las sirenas de los equipos de rescate acercándose, tenía que terminar aquello.

— ¡Ignition!

Su dispositivo se activó con un repentino brillo blanco. La pequeña cruz en su pecho desapareció y una espada de perfil firme y estilizado se materializó en su mano derecha. El arma era una espada de hoja ancha y negra, con la empuñadura del mismo color y una piedra roja brillando en el centro de la misma. Castle movió el arma y bloqueo el ataque del Eclipse Driver, casi sintiendo como se hundía por la fuerza del golpe. Con rapidez conjuró su poder mágico en el puño izquierdo y utilizando la magia para acelerar su velocidad y fuerza golpeó al otro en el pecho. Sintió como los huesos de la mano se resentían y algunos se fracturaban, pero su puño atravesó el pecho del otro con fuerza, como si fuera un ariete golpeando un muro. El infectado soltó un aullido ahogado y cayó de espaldas, llevándose las manos a la herida. Mientras se retorcía Punisher sacó fuerzas de flaqueza y llegó hasta él blandiendo su arma. De un solo y fuerte golpe le cortó la cabeza antes de que pudiera empezar a curarse. El cuerpo dejo de retorcerse de inmediato.

—… Frank… testa… Frank, contesta—una voz llegó hasta Punisher desde su intercomunicador en el oído. Con un suspiro cansado lo activo al tiempo que se guardaba a Soulbreaker.

— ¿Qué pasa Micro?—dijo a modo de saludo al reconocer la voz del hacker.

Eres música para mis oídos, Frank—respondió el tipo con tono aliviado—Escucha tienes a media ciudad sobre tu pista. Las investigadoras van para allá. Tienes que irte.

—Es una lástima. Me gusta el lugar—gruñó Punisher comenzando a moverse— ¿Por dónde?

Vienen de todos lados, pero no están vigilando bien, escabúllete en dirección noreste. El viento ha llevado el fuego a los dos hangares cercarnos estoy seguro que podrás evadirlos en la confusión. Estoy llevando la van hasta ese lugar, Soulbreaker puede encontrarla.

Castle comenzó a correr, saliendo del incendio y alejándose mientras los helicópteros, patrullas y demás inundaban la zona. En efecto fue fácil escurrirse entre los rescatistas, más interesados en ver si alguien había quedado atrapado en el fuego que en detener a alguien. Punisher se permitió examinarse la mano izquierda brevemente. Dos dedos rotos, quizás algunos más con fisuras. Sin su traje de batalla se hubiera hecho pedazos todo el brazo o incluso perdido la mano. Al final no había encontrado la Cruz de Plata o el Divisor pero había podido castigar a unos 12 criminales y detener a un infectado con el Eclipse. En resumen una buena noche.


Dolía. Estaba sola. Tenía miedo. Todos estaban muertos. Todos los que la tocaban morían ¿Por qué nadie podía salvarla? Era doloroso, asustaba. No quería causar muerte no quería hacer daño, pero ellos seguían llegando y seguían muriendo. La gente con las batas blancas estaban enfadados, decían que era su culpa que ella estaba "defectuosa". No sabía de que hablaban solo quería que la sacaran de allí, pero nadie acudían en su auxilio, nadie parecía dispuesto a terminar con su sufrimiento. Incapaz de gritar con su garganta profería otra clase de llamado que por silencioso no era menos intenso.

Las puertas se abrieron y alguien las cruzo. Era diferente. No parecía asustado, no llevaba las batas blancas. Era un joven de cabello marrón y ojos azules, con ropa ligera gastada por el aparente uso. Se acerco a ella y entonces pasó. Su ojo izquierdo se volvió rojo y su pupila se inundó de sangre. Soltó una exclamación de dolor y cayó de rodillas en tierra. Era ella otra vez, estaba pasando de nuevo. Lo estaba matando.

"¡No puedes! ¡No vengas! Duele, tengo miedo, estoy sola ¡No vengas!"

Le comunicaba de la única manera que podía, sin mover los labios. Él debía irse mientras podía, no quería matar a nadie más.

—Estoy bien—dijo él, por primera vez dirigiéndose a ella.

La persona se puso de pie y a través de sus lágrimas pudo ver que estaba… sonriendo. Parpadeó con fuerza segura de haber visto mal pero no era el caso. El desconocido le sonreía amablemente mientras limpiaba la sangre de su mejilla y se ponía de pie.

—No llores más—continuó mientras se acercaba sin dejar de sonreírle—He venido aquí para salvarte.

No podía creerlo. Al fin alguien había venido por ella, le sonrió y quiso ser capaz de soltarse de sus amarras por si sola pero las insensibles restricciones de metal se mantuvieron firmes. El desconocido siguió acercándose y cuando estaba frente a ella sus esposas se soltaron y cayó de la placa de piedra. No obstante él la atrapo en el aire antes de que se golpeara contra el piso.

— ¿Estás bien?—preguntó Thoma atrapando a la chica y quitándose de en medio cuando la lápida de piedra se derrumbo. Tardo solo medio segundo en darse cuenta de que la joven que tenía en brazos estaba completamente desnuda. El chico enrojeció hasta las orejas y se apresuró a colocarla en el suelo con amabilidad, luchando para apartar la mirada de su cuerpo— ¡Ropa! ¡Ropa! ¡Encuentra algo Steed!

Creo que vi algo por aquí—respondió el dispositivo moviéndose en el aire y señalando unas telas en el suelo.

Con rapidez Thoma tomó la cosa y se la puso a la joven, concentrándose en mirar solo la tela y sintiéndose casi mareado de la cantidad de sangre que tenía en la cabeza. Ni bien le colocó la prenda, que era una simple bata corta, las alarmas se activaron. La puerta de la habitación se cerro de golpe y una reja metálica termino por sellar la única entrada y salida del lugar mientras la sirena seguía resonando en todo el lugar.

[Precaución. Precaución. Existe riesgo de una infección. Comenzando protocolo de limpieza mediante incineración]

— ¡¿Incineración?—exclamó Thoma poniéndose de pie de un salto.

Oh, esto es malo. No soy bueno manejando el calor—dijo Steed mientras flotaba para acercarse a su dueño.

[A todos los trabajadores, favor evacuar de inmediato]

Thoma observó en todas direcciones pero estaban atrapados, incluso aunque existiera un camino para salir nunca conseguirían escapar de las instalaciones antes de que el sistema de purga se activara. Miró a la joven que acaba de "rescatar". Ella seguía en el suelo y parecía igual de desconcertada por la situación que él. Menuda ayuda le había terminado prestando, ahora no solo seguía atrapada si no que serían quemados vivos. Eso de los rescates no era lo suyo. Thoma sacudió la cabeza, aun era demasiado pronto para rendirse. Si podía crear una barrera lo bastante fuerte quizás consiguieran sobrevivir al fuego y escapar. Era una esperanza débil, pero no pensaba rendirse y sentarse a esperar la muerte.

[Iniciando proceso en: 5]

Varias mangueras comenzaron a bombear el líquido inflamable dentro del cuarto en tanto que el resto de la maquinaria cargaba el sistema que iniciaría la reacción en cadena.

— ¡Steed ayúdame!—le dijo a su dispositivo mientras se agachaba y conjuraba un círculo mágico de resplandor celeste bajo sus pies, expandiéndolo con ayuda de Steed hasta formar una barrera alrededor de los tres.

¡Protection!

[4]

—Lo lamento—dijo Thoma de repente mirando a la joven a su lado. Esta le devolvió una mirada confusa—El irrumpir así y hacer que todo se volviera de esta forma. Pero…—apretó la mano y la miró a los ojos con una seguridad que no sabía que sentía—No te preocupes, te prometo que te salvare.

[3]

Ella no dijo nada mientras él volvía su atención a su hechizo de defensa. Aun podía sentir la débil conexión entre ambos. Sin saber que hacer miró su muñeca y la de él, en la cual podía apreciarse un anillo con símbolos mágicos que no tenían nada que ver con la defensa que estaba conjurando. Ella no sabía de dónde sacaba la información, pero tenía el presentimiento de que había algo que ella podía hacer, incluso ahora. Lo miró mientras se concentraba, dispuesto a salvarla. Pero la defensa no aguantaría, lo sabía.

[2]

No quería hacerlo, no quería volver a entrar en contacto con alguien de esa forma. Ella no quería causar más muerte y dolor pero el quedarse sentada y ver como moría una persona que estaba tratando de salvarla era algo que no podía soportar. Mirando el semblante decidido del joven, ella tomó una decisión. Le agarró la mano y la llevó hasta la altura de su pecho. El círculo mágico se extendió y envolvió la unión de ambas manos.

[1]

Thoma no sabía lo que la chica estaba haciendo y antes de que se le ocurriera preguntar una luz brilló y vio como se formaban dos brazaletes, uno en su muñeca derecha y el otro en la izquierda de ella. La luz lo envolvió y se tragó su conciencia junto a cualquier pregunta que pudiera haber formulado al respecto.

"¡Acoplamiento!"

[0]

La habitación estalló en llamas, con unas temperaturas tan altas que tallarían la roca y derretirían el metal. En el exterior del complejo las pantallas se llenaron de fuego y estática mientas el interior de las minas se convertía en un infierno. El doctor frunció el ceño mientras el fuego remitía y el humo comenzaba a disiparse.

—Entiendo que tuviéramos que deshacernos de todo pero ¿Realmente teníamos que destruir al intruso?—pregunto su asistente—Parecía haber reaccionado con la 4ta Strosek.

—Es un fracaso defectuoso, claro que era necesario—replicó el doctor. Una parte de él se preguntó por qué mejor no la mandaba a callar—Ahora estará muerto, sin importar lo poderosa de su defensa ningún ser humano podría…

Fue cuando notó que la Cruz de Plata había desaparecido de su contenedor junto a él. "No puede ser ¡¿Están vivos?" pensó mientras miraba las pantallas, desesperado y con la esperanza de equivocarse. Pero ni bien la imagen se aclaró le reveló sus peores temores. Una figura se veía en medio del humo y rápidamente tomó una forma humanoide que fue reconocible para los científicos.

— ¿Cómo pudieron sobrevivir?—la voz de la asistente estaba cargada de sorpresa y miedo.

—Sí esa cosa realmente fue completada aun puede funcionar incluso a esas temperaturas—masculló el doctor mirando las pantallas—Capaz de resistir temperaturas que pueden derretir el metal… Algo así era lo que estábamos tratando de crear ¡El arma viviente perfecta!

La imagen se aclaró permitiéndoles ver al intruso. Ahora tenía un traje de batalla negro, con rastros de una capa rasgada colgando de su cuello y cintura. Sus ojos eran rojos y en sus brazos llevaba a una joven que reconoció como la 4ta Strosek. El joven levantó la mano y el Divisor apareció en la misma. El doctor maldijo en voz baja consciente de lo que pasaría a continuación e incapaz de hacer algo para impedirlo.

[Eclipse Divider Code 996. Star up!]

¡Divide Zero!

El rayo de energía que surgió de la punta del dispositivo fue inmensamente poderoso. Atravesó limpiamente la roca y el acero haciendo un agujero recto desde la sala donde estaba el dispositivo hasta el exterior. El rayó se elevo en los cielos y su resplandor iluminó la noche como un sol de otro mundo antes de apagarse y desparecer. En el exterior de las ruinas varios camiones salieron volando por los aires cuando el haz de energía pasó a través del suelo y toda la maquinaria dejó de funcionar al tiempo que los científicos y el personal de seguridad quedaban incapacitados por el efecto de distorsión del ataque.

Thoma ¡Thoma!—la voz mecánica de Steed logró finalmente alcanzar a su joven amo, que parecía haber quedado en un trance luego de disparar.

— ¿Qué? ¿Cómo?—el joven bajó el brazo con el arma, mirando a su alrededor ¿Qué era lo que había pasado? Lo último que recordaba era estar creando una barrera con Steed y luego a la chica tomando su mano y todo había desaparecido en un resplandor blanco.

¿Estás bien Thoma?—Steed se acercó y utilizó los cables con terminales ópticos para tantear el brazo de su amo— ¿Y qué hay con el raro atuendo?

— ¿Eh? Pero…. ¡¿Qué se supone que es esto?—exclamó el joven al darse cuenta del extraño traje de batalla y el revólver con cuchilla plateada que tenía en la mano. Antes de que pudiera hacer más preguntas el atuendo se desactivó con un brillo y apareció un brazalete dorado en su muñeca derecha.

"¿Qué habrá sido todo eso?" pensó Thoma mirando el brazalete y tratando de quitárselo, pero no tenía ninguna fisura o hebilla visible y dudaba que fuera a pasar por su mano. Además ¿Cómo había sobrevivido al fuego? Porque todo el lugar perecía sacudido como si alguien hubiera soltado una bomba por allí, pero no tenía heridas y Steed y la chica parecían estar bien… ¡La chica! Se sintió como un idiota por haberla olvidado.

—Discúlpame ¿Estás bien?—preguntó mientras se agachaba para ayudarla a ponerse de pie. Ella no parecía tener mucha fuerza en las piernas así que dejó que le abrazara para mantenerse erguida—Ahora que lo pienso no me he presentado. Me llamo Thoma Avenir ¿Podrías decirme tu nombre?

"Soy Lily" la voz de ella resonó en su cabeza "Lily Strosek"

—Lily, es un nombre muy bonito—sonrió él. Por toda respuesta ella se le abalanzó encima, aferrándose a su ropa con fuerza. Sintiendo que los colores se le volvían a subir a la cabeza el joven se las arregló para separarla un poco y hablarle a su dispositivo—Por ahora creo que deberíamos irnos. Steed, busca una salida.

Claro, sígueme—la pequeña cámara comenzó a flotar para buscar un camino.

Sin pensarlo mucho Thoma se agachó ante Lily y la invitó a subir a su espalda.

—No parece que puedas andar muy bien, iremos más rápido de esta forma—dijo él con su misma sonrisa amable cuando notó la mirada que Lily le dedicó—Vamos.

Con un leve asentimiento la joven se agarró a la espalda de su salvador y dejó que la sacara de aquel horrible lugar. Mientras ambos salían de las ruinas y se perdían en los senderos de la montaña, guiados por el pequeño Steed, Lily se encontró a si misma sonriendo. Se acomodó en la espalda de Thoma y sin darse cuenta se quedó dormida. El joven notó que el cuerpo de Lily estaba menos tenso y al voltear para mirarla la vio profundamente dormida. Meneó la cabeza y continúo su ascenso con Steed por la montaña, dejando las ruinas de las minas tras ellos.


El olor a quemado era intenso. Mientras los bomberos se apresuraban a extinguir las escasas llamas restantes un esquipo sacaba los cadáveres de los restos humeantes del primer hangar. Habían encontrado 10 cuerpos, junto con un cargamento con extrañas armas y los restos carbonizados de lo que parecía maquinaria científica. La policía tomaba los restos y trataba de identificar a qué pertenecía que. La Enforcer Fate T. Harlaown reprimió un suspiro cansado mientras caminaba por la escena. Escuchó unos pasos y vio llegar a su asistente, Shario Finieno o "Shari" como le gustaba que la llamaran.

—Hemos revisado todo el lote confiscado Fate-san—dijo la investigadora acomodándose los anteojos—No hemos encontrado los dos objetos especificados en esta carga.

—Así que—una nueva voz se unió a la conversación—Tal parece que la Cruz de Plata y el Divisor no se encontraban aquí.

—En efecto ese es el caso, Teana—respondió Fate mirando a la Enforcer de las pistolas—No cabe la menor duda de que esta gente estaba relacionada con el Eclipse.

Ninguna le respondió y la Enforcer rubia no esperaba que lo hicieran. Mirando a su alrededor apretó el mango de Bardiche con fuerza. Se suponía que eran ellas las que habían llegado a Fedikia siguiendo el rastro de un grupo que se sospechaba guardaba relación con la peligrosa infección del Eclipse. La idea había sido localizar y poner al grupo bajo custodia pero algo había salido inmensamente mal. "Se supone que evitamos más muertes" pensó Fate derrotada. Un joven oficial de la policía local se acerco hasta ellas.

—Disculpe, Enforcer Testarossa—saludo el policía en un tono formal y rígido.

— ¿Sucede algo oficial?—inquirió Fate volviéndose hacia él. Era bastante joven, de unos 18 años y probablemente bastante nuevo en la fuerza.

—Los equipos de rescate han encontrado una sobreviviente—dijo de golpe.

— ¡¿Qué?—Todos los sentidos de Fate se pusieron alerta, Shari y Teana también encararon al joven— ¿En qué condiciones se encuentra?

—La trasladaron de emergencia al hospital pero el paramédico me dijo que no es probable que pase la noche. Tenía una herida de bala y varias quemaduras por todo el cuerpo, la encontramos sepultada bajo los restos.

— ¿Y qué más?—inquirió Fate al ver que el policía se detenía y dudaba un momento.

—Bueno… aparentemente ella dijo algo cuando la encontraron y…—el hombre parecía incomodo—El paramédico dijo que pudo ser que escuchara mal… pero le pareció que la sobreviviente le dijo un nombre antes de perder la conciencia.

— ¿Qué nombre?

—… Frank Castle.

Fate se puso tensa al escucharlo. El caso del Eclipse acaba de complicarse aún más.

—Entiendo. Gracias por informarnos—dijo Fate despidiendo al policía que se fue de regreso con los suyos. Al quedarse sola con sus dos ayudante la Enforcer dejo salir ese suspiro que había estado reprimiendo—Esto era lo único que nos faltaba.

— ¿Cree que es verdad, Fate-san?—pregunto Teana—Existe la posibilidad de que la víctima se confundiera o que el nombre solo sea una casualidad.

—No creo que sea eso—dijo Fate. Volvió a pasar la mirada por el lugar destruido y ennegrecido—Tendremos que verificarlo, desde luego, pero solo confirmaremos lo que se nos dijo. Hay que reportarse con Hayate, cuanto antes podamos activar la Sección Especial Seis mejor.

— ¿Cree que esto sea un problema mayor?—intervino Shari.

—Cuando metes a alguien como Frank Castle en la ecuación todo se vuelve un problema mayor—Fate miró a sus asistentes decididamente—No podemos permitir que nadie se infecte con el Eclipse y si llegara a darse el caso deberemos capturar a esa persona a toda costa. Sobretodo tendremos que encontrar a esos infectados antes que Punisher.


Eso sería todo para mi primer capítulo. Muy apegado al manga ¿No creen? De momento creo que esta será la formula por un rato, al menos por unos cuantos caps más. Dicho sea de paso que es mi intención darle mayor protagonismo a Nanoha en este fic del que se le otorga en su manga (Donde es prácticamente un personaje secundario ya) pero que el propio formato de la historia me lo ha impedido. Si les ha gustado esa fue mi recompensa, si les ha ofendido les pido perdón.