Ow. Un año más, comiendo chocolate en honor a mis personajes favoritos de Death Note, Matt y Mello. Thnks fr th mmrs a todo volumen y abandonando todo estudio -Como alumna responsable que es una- en consecuencia.
Esta por vosotros~
Hacía una semana que las frías nevadas de comienzo de año habían concluido, pero no por ello el clima estaba más cálido, al contrario, las lluvias se sucedían agitando y empapando los muros de la Wammy's House.
Ambos niños, estaban de nuevo en su habitación, escuchando el tintineo del agua contra la ventana. Sobre su cama, a la espera. Porque creían que así podrían fastidiarles, y porque era tentador y bastante entretenida la idea de desordenar el inmaculado cuarto.
Matt, como siempre, más tranquilo, jugaba pacíficamente con su gameboy, echado sobre la espalda de Mello, que, inmune a aquel halo de serenidad que ofrecía su compañero, hacia tamborilear sus largos dedos sobre la libreta en la que recientemente había estado escribiendo. Alternaba nerviosamente la mirada, primero a la ventana, luego a la puerta. Achinó los ojos, tratando de mejorar su vista.
Bingo.
Al fondo del pasillo, aunque difícilmente discernible, se veía la cabellera blanca de Near asomando por una esquina, caminaba cabizbajo.
A Mello le fue imposible ocultar la sonrisa que surgió divertida en sus labios. Dio un suave codazo a Matt, haciendo que se percatara de la situación.
Éste afirmó, igualmente complacido. Se tumbó cuan largo era en la cama y dejó un sitio para que el otro se recolocara a su lado. Cerraron fuertemente los ojos. Se escuchó una risita y los pasos del chico aproximándose. Y silencio.
Entonces, una fina gotita de agua cayó sobre la frente de Mello. Y una segunda y una tercera.
Abrió los ojos, extrañado. Sobre su cabeza, la cara de un Near que escurría agua desde la punta del pelo hasta los dedos de los pies. Sus ojos negros mirando hacia los suyos, tan inalterables como de costumbre.
Se incorporó corriendo, alertando a Matt, que al segundo le imitó.
– ¿Qué demonios, Near? –Preguntó éste. – ¿Te has duchado con la ropa puesta o qué?
– ¿Podríais hacerme un hueco? –Preguntó a media voz.
Ambos chicos se miraron, inseguros. Al final, Mello habló.
– ¿Quién ha sido esta vez? –Inquirió, molesto.
–Unos chicos de cuarto. Me encerraron fuera. Roger dice que tiene que ser alguna clase de envidia…
Los mayores pusieron los ojos en blanco. Hicieron un hueco al empapado Near, y allí se quedaron los tres.
–Mañana les daré una paliza… –Gruñó Mello.
Todo quedó en silencio, entonces. Se durmieron.
Fuera tronaba, pero estaba comprendido entre los cuerpos de ambos. No sonreía, Near no tenía tanta facilidad para ello. Pero dentro, debajo de aquellas frías ropas, bajo su piel. Aquella cálida sensación, que sólo ellos le provocaban, le hacía querer parar el tiempo en aquellos días.
Movió la cabeza una vez y abrió los ojos, molesto por la luz del monitor frente sí.
Treinta y dos horas despierto habían acabado agotándole. ¿Qué diría L ante tan holgazanería? Cómo si con el caso que tenía entre manos tuviera el privilegio de haber dormido… tres horas. Según el ordenador…
Oh.
¿Ya era veintiséis de enero? Enredó un mechó de pelo con un largo dedo. Se levantó de la silla, con un molesto dolor en el cuello. Con fatiga en el estómago. Con una presión en la garganta. Encorvado, caminó hacia la única ventana que la sala tenía. La abrió de par en par, recibiendo el calor del sol invernal.
Suspiró, se lo permitió así mismo.
¿Un sueño? ¿Recuerdos? Qué más daba.
No se dejaba engañar por aquello que sus ojos mostraban. Porque en realidad… Llovía.
De hecho, estaba helado.
Ais... mis pobres chicos.
Esperemos que no me odieis, que lo he hecho a toda leche, y así ha salido...
En fin, esto es todo.
Haineko, 260110