CAPITULO 14. SALIDA DOBLE I

El resto de la mañana Hermione permaneció en su estudio trabajando, aún tenía muchas cosas que hacer y el desfile estaba muy próximo. Draco, por su parte, al parecer no tenía la más mínima intención de ir a la Mansión Malfoy ese día, paso el tiempo viendo televisión, le resultaba sumamente cómodo y acogedor el apartamento de la castaña.

- ¿Sigues molesta? – indagó sonriente desde el sofá, al verla pasar hacia la cocina.

- No – musitó simplemente mientras servía un vaso con agua.

- Pues no te creo – se puso de pie y caminó hasta la barra.

- Ya te dije no – insistió y a continuación comenzó a beber el agua.

- No sabía que te molestaría tanto – de pronto se puso serio – Entiendo que te urge tener novio, pero…

- ¿QUÉ? – no pudo evitar escupir el agua - ¿De qué carajo hablas?

- Lo ves… a eso me refiero – comenzó a reír – Si lo prefieres puedo excusarme con tú amigo para que estén solos, necesitas relajarte…

- Y tú callarte – dijo con enfado - ¿Qué no tienes cosas mejores que hacer?

- No… nada es más productivo y relajante que fastidiarte a ti - expresó y una media sonrisa se dibujó en su rostro a escucharla emitir un sonido parecido a un gruñido – Y ¿ya me vas a contar quien es tu amigo? – curioseó después de un momento.

- Obviamente no, es parte de las reglas – le indicó un poco más tranquila.

Pero esta es una excepción… saldré con su hermana – dijo a su favor.

- ¡Osh!… ni me lo recuerdes – bufó e hizo una mueca de asco.

- Entonces ¿la conoces? – inquirió el rubio.

- Por su supuesto… trabajamos juntas, es modelo – dijo al fin – pero es una creída, odiosa.

- ¿Modelo? – enarcó las cejas – Entonces supongo que debe estar guapa ¿no?

- Pues… mmmm… si, es guapa – admitió de mala gana.

- Interesante, muy interesante – dijo pensativo.

- Te lo advierto, como te enredes con ella…

- Eso no es parte de las reglas – alegó él antes de que continuara – Podemos salir con quien nos plazca ¿no?

- Pero ella es muggle, hermana de Emmet, ambos trabajan conmigo y…

- Como sea – interrumpió – sería mi problema, no rompería ninguna regla – sonrió satisfecho, sabía que tenía razón.

- Pues has lo que se te pegue en gana… tú sabrás si te enredas con la Parkinson muggle – se encogió de hombros y pronto ambos comenzaron a reír.

- Acéptalo Jane, lo que no quieres es compartir esto – dijo refiriéndose a sí mismo.

- Vaya vanidad… he visto mejores, ya te lo he dicho.

- ¿Krum y Weasley? – soltó una carcajada – vamos Jane, no es lo mismo… júrame que con ellos la pasabas tan bien como la hemos pasado estas semanas.

- Pues… mmm… pues… si – se sonrojó.

- ¡Jaja! Lo ves – sonrió de manera seductora – Soy Draco Malfoy… "el dios del sexo" – apuntó engreído recordando su antiguo apodo en Hogwarts.

- Sí, claro… según todas las zorras de Slytherin – no pudo evitar reírse.

- Y a todo esto ¿Qué comeremos? – preguntó él, después de un momento.

- ¿Disculpa?... que yo sepa deberías estar en tu casa - señaló la castaña.

- ¿De nuevo insistirás con eso? – bufó el rubio – Que afán de correrme de tu apartamento, me utilizas para saciar tus instintos carnales y después me echas como si nada – hizo una fingida mueca de decepción.

- ¡Jajaja! ¿es en serio? – no pudo evitar reírse – Sigues viendo telenovelas latinas ¿no es así?... ahora eres más dramático que antes – apuntó sin dejar de reír.

- ¡Jajaja! – río también – Vamos… ya tengo hambre, te invito a comer – le dijo al cabo de un momento.

- Esta bien – accedió ella, honestamente también moría hambre – iré por mi bolso.

Hacía mucho que no salían juntos, únicamente procuraban verse en el apartamento de Hermione, la mayoría de las veces cocinaba ella y en contadas ocasiones el rubio se encargaba de pedir comida a domicilio. Apenas la castaña cogió su bolso, salieron del edificio y caminaron hasta el centro, se dirigieron a un restaurante italiano que se encontraba cerca y conversaron sin problemas durante la comida. Apenas salieron del lugar continuaron paseando por las calles Londinenses, Hermione había terminado casi todo el trabajo que tenía pendiente, motivo por el cual se hallaba más relajada y la conversación de ambos, sobre sus primeros años en Hogwarts resultaba muy amena.

- Vamos por un helado – sugirió la chica, señalando un establecimiento que se encontraba frente a ellos.

- Pues, vamos – concedió Draco sin problema.

- Son deliciosos – aseguró ella mientras entraban a la heladería.

- Ya lo creo… aunque supongo que no se comparan con los de Florean Fortescue – comentó él.

- Obvio no… los del Callejón Diagón son los mejores – coincidió la castaña.

Tomaron su helado sentados en una de las bancas del parque, mientras veían el atardecer, Draco verdaderamente disfrutaba esos momentos en el mundo muggle, sin que nadie estuviera pendiente de lo que hacía para publicarlo en "El Profeta". Que escándalo se hubiera armado ya si Rita Skeeter los hubiese visto juntos en algún momento: Hermione Granger, una joven hija de muggles, integrante del "Trío de oro", salvadora del Mundo Mágico y Draco Malfoy, exmortífago reivindicado y descendiente de una de las familias más reconocidas e influyentes antes de la guerra, mantienen una relación furtiva, ¿Qué pensarán Harry Potter y Ronald Weasley de esta situación?, seguro eso sería lo que pondría en la nota. Sonrió por lo bajo imaginando aquello, seguro sería el acabose, tanto Potter como "La Comadreja" se le echarían encima y que decir de Pansy y Blaise, seguro lo encerrarían en San Mungo pensando que estaba demente…

- Iré a ver televisión – anunció Draco al terminar de vestirse, eran casi las ocho y la chica apenas comenzaba a alistarse para su cita.

- Ok – dijo sin prestar demasiada atención mientras buscaba en su armario en atuendo que usaría.

Le llevo bastante tiempo arreglarse, eligió un sencillo, pero bello, vestido entallado de color verde esmeralda que ajustaba perfectamente a su figura, le llegaba apenas arriba de las rodillas y cubría perfectamente su parte delantera, aunque el escote de la espalda era mucho más profundo, dejando ver gran parte de su perfecta piel de la espalda, se colocó unos hermosos pendientes y calzó unos zapatos de tacón alto a juego. Se hizo un medio recogido en el cabello y, solía usar maquillaje discreto, pero esta vez optó por poner un poco más de sombra de ojos y colorete, por nada del mundo iba a permitir que Christina luciera mejor que ella, antes de salir de la habitación atomizó un poco de su fragancia favorita en su cuello y el nacimiento del busto.

- Ayúdame con esto – pidió al rubio mientras le extendía el collar que traía en la mano.

- Sí, claro – respondió él sin dejar de mirar el televisor.

- Pues hazlo, anda – le ordenó impaciente.

- ¡Wow! – se sorprendió apenas la miró – Vaya, vaya… Jane… - no sabía que decir, estaba extasiado por su belleza, de inmediato se puso de pie y tomó el collar.

- ¿Qué tal luzco? – indagó Hermione sonriente al ver la reacción que había provocado - ¿Te gusta? – se giró para que Malfoy apreciara todos los ángulos de su atuendo.

- Por supuesto que si – la miró seductoramente – Quien lo diría… Hermione Jane Granger… cuando te bañas no luces tan fea – sonrío.

- ¡Jaja! Que no soy fea – sonrió también – anda pónmelo – señaló el collar.

- Ok – accedió, se colocó detrás de ella, rodeó su cuello con el accesorio metálico y antes de abrocharlo aspiro el delicioso aroma de su piel – Sabes que el color verde es mi favorito ¿no? – le susurró al oído.

- Si – musitó ella en un tono apenas audible, sintiendo una especie de toques eléctricos provocados por la cercanía de Draco.

- Podemos excusarnos con tu amigo… ¿qué dices si mejor yo te invito a cenar? – la tomó con una mano por la cintura y comenzó a besarle detrás de la oreja.

- Mmm… pues… yo – no sabía que contestar, maldito Malfoy ¿por qué tenía que ser tan condenadamente sexy?, pensaba ella.

- Anda… nos divertiremos más aquí – aseguró, atrayéndola más hacía él, pegando la parte trasera ella a su pelvis, ella simplemente cerró los ojos dejándose llevar.

- Es él – dijo de pronto al escuchar el timbre – Tengo que abrirle – se liberó de los brazos del rubio y se encaminó a la puerta, no se sentía capaz de plantar a Emmet.

- Eso significa que iremos ¿no? – expresó con aburrimiento, resignado a perder la oportunidad de pasar otra noche de pasión con "amante".

- Claro que iremos – apuntó justo antes de abrir la puerta - ¡Buenas noches Emmet! – lo saludó con una sonrisa.

- ¡Hola! – respondió él – Herm, luces preciosa – le dijo el moreno boquiabierto, al igual que Draco, cautivado por la belleza de la castaña.

- Christina espera en el auto ¿nos vamos? – preguntó sin poder dejar de mirarla.

- Claro, iré por mi bolso y le diré a Draco – diciendo esto se dirigió a su recamara para tomar su bolso y posteriormente le indicó al rubio que era hora de irse.

- ¡Buenas noches! – saludó formalmente, el chico de ojos mercurio.

- ¡Hola Draco! – respondió el pelinegro.

Los tres chicos caminaron en silencio por el pasillo hasta llegar y abordar el elevador, nadie decía nada y, ambos varones miraban de cuando en cuando a Hermione. Al bajar del elevador el moreno se apresuró a tomar el brazo de la chica para salir del edificio y guiarla hasta donde se hallaba su auto.

- ¡Ay! – se quejó de pronto la castaña mientras caminaban, alguien había tocado su trasero.

- ¿Sucede algo Herm? – preguntó Emmet de inmediato.

- Eh… no, nada – respondió al tiempo que volteaba y fulminaba a Malfoy con la mirada.

- No le hagas caso, a veces tiene espasmos involuntarios – comentó el rubio como si nada, una sonrisa maliciosa enmarcaba su rostro.

- Mmmm, si… bueno – dijo el pelinegro confundido – Es aquí – anunció.

Frente a ellos estaba un lindo auto negro y en ese momento, una chica peliteñida de ojos azules bajo del asiento del copiloto, al igual que la castaña, tenía una bella figura, sin embargo, ella portaba un vestido rojo bastante entallado y provocativo.

- Draco, ella es mi hermana… Christina – la presentó Emmet.

- Draco Malfoy – la saludó cortésmente el rubio mientras tomaba su mano y la besaba en el dorso – Mucho gusto.