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El caso Regulus

1

Si tan solo decidiera no casarse

By Gyllenhaal


"Todos mis amigos cayendo ahora desde el cielo
muchos más de los que jamás pensé que tenía
Todos están agudizando sus ángulos
cuando todo lo que reamente quiero es..."

Greg Laswell - Sing, Theresa Says (Canta, dice Teresa)


"All of my friends fall from the sky now
many more than I ever thought I had
everyone is sharpening up their angles
when all I really want is..."

Greg Laswell - Sing, Theresa Says


Opening: "Sing, Theresa Says" de Greg Laswell


Londres, noche de 1891

Sherlock estaba recostado en su cama, leyendo El retrato de Dorian Gray, pensando en cuán narcisista era el protagonista que Wilde había construido para la obra cuando de pronto la inquietante idea de que él pudiera convertirse en una persona similar cruzó su mente. Se preguntó a sí mismo qué pasaría a continuación. Watson estaba por mudarse: iba a casarse con Mary, y eso, aunque para él representara un desperdicio de sus habilidades intelectuales y la inminente transformación de una vida de libertad a una monótona y llena de conformismos, para Watson era la esperanza de ser una persona normal.

Estaba totalmente consciente de que una persona con potencial —como lo era Watson— podría fácilmente echar a perder un prometedor futuro como uno de los mejores detectives que el mundo hubiera o fuera a conocer , y todo por pensar en realizarse como un hombre más en la sociedad inglesa, de prestigio, con apellido y una presumible familia. «Como si no valiera más presentarse como el compañero de Sherlock Holmes», pensó. Watson estaba despreciando un prometedor futuro, como sucesor de Sherlock Holmes. Y es que, de algún modo, Sherlock presentía que su vida no sería tan larga, ni tan prometedora como lo sería la de Watson; si tan solo decidiera no casarse.

Sin embargo, pensó, considerando la manera en que se desenvolvían las personas en la sociedad era, hasta cierto grado, natural de parte de un hombre (sobre todo uno como Watson) el deseo de concretar una relación. No obstante, aunque Watson lo preocupaba sobremanera, le inquietaba aún más ponerse a pensar en qué pasaría con él mismo una vez que Watson estuviera lejos. Indudablemente se dedicaría a resolver casos, o al menos a investigarlos, pero ¿seguiría arriesgándose tanto?

Había cometido demasiados riesgos en los últimos años, pero eso había sido porque aprendió a confiar en Watson, a considerarlo en cada una de las ecuaciones; ya no sólo era él quien se enfrentaba a villanos sin escrúpulos, a casos en los que su pellejo corría peligro, sino también Watson. Y siempre podía contar con su apoyo.

Cuando recordó que estaba leyendo un libro se dio cuenta de que sus ojos habían avanzado ya un par de páginas sin que sus pensamientos hubieran seguido el ritmo de la lectura. Estaba demasiado distraído.

«¡¿Distraído? ¿Sherlock Holmes… distraído?»

Puso el libro en el buró, contiguo a su cama, y a continuación se levantó. Llamó a la señora Hudson y le pidió que alistara la bañera.

—¿Necesita pensar, eh? —dijo ella, con malicia.

—Indudablemente, señora Hudson —respondió, buscando en el cajón del buró su pipa y el tabaco—. Hay un par de cuestiones que ya comienzan a darme dolor de cabeza.

La señora Hudson lo miró con indulgencia, y al ver que comenzaba a fumar su pipa dijo:

—Para orillarlo a fumar y a bañarse al mismo tiempo debe ser algo muy grave —Sherlock detectó la ironía en su voz, pero también en sus gestos halló un impulso de contracción que le hizo saber que la señora Hudson no quería discutir; solía no quererlo cuando era indulgente con Sherlock, cuando sabía que la pasaba verdaderamente mal.

No contestó, inhaló el humo y sólo pensó para sí que, en efecto, se trataba de una cuestión gravísima: no debía echar a perder los planes de Watson y su prometida, Mary Morstan, así que debía considerar seriamente remplazar a Watson como compañero, o luchar por él aunque fuera con Mary.

—¿Luchar por él? —se dijo, y sonrió.

—Debo confesar que a veces me asusta, señor Holmes —dijo la señora Hudson, sin comprender a qué se refería Sherlock—. Iré a prepararle la tina.

A continuación salió de la recamara.

Cuando se encontró en la bañera, con el agua caliente y las burbujas que tan amablemente había preparado la señora Hudson continuó pensando en su problema. Con cada exhalación le venía Watson a la mente, y con cada inhalación del humo, la posibilidad de remplazarlo.

—¡Pobre Watson! ¡Tentado por la mediocre vida común! —exclamó; lo había hecho en voz alta porque escuchó los amortiguados pasos de su amigo del otro lado de la puerta.

En ese momento tocaron la puerta, y la voz de Watson dijo:

—Deja mi fastidiosa vida común en paz.

—Dije "mediocre", Watson. Lo fastidioso al menos fastidia.

Se abrió la puerta y Watson entró con un periódico en la mano.

—Toma —dijo, y le extendió el periódico—. Hay un par de cosas que tal vez te interesen.

Sherlock lo tomó y lo arrojó a un lado, sin prestarle atención.

—Oh, mi querido Watson, por ahora sólo me interesa que no se termine el tabaco y que las burbujas duren lo suficiente.

Wantson lo miró inquisitivamente. Después de haber compartido la casa y a veces la cama o incluso el baño durante varios años era normal que comprendiera de inmediato que algo le pasaba a Sherlock. Al igual que la señora Hudson, dedujo que algún problema tenía imposibilitado al detective, y que tal problema debía ser sumamente grave como para no permitirle hacer algo más que fumar y bañarse.

—¿Qué ocurre, Holmes? —preguntó al fin.

—Estoy pensando si sería prudente remplazarte o retirarme.

La expresión de Watson no se inmutó. Era obvio que consideró ésa una broma sarcástica de las que Sherlock solía hacer en todo momento; solía confundir, según apreció Sherlock, su sarcasmo y su exceso de honestidad.

—Tú y yo sabemos que algo como eso no te tendría pensando a este grado —dijo, sonriendo y señalando con ambas manos la bañera.

Sherlock sonrió. Inhaló humo y exhaló.

—Al parecer tú lo sabes. Yo no.

»¿Quieres entrar a la tina conmigo? —añadió sonriendo.

Watson no hizo más que voltear la mirada y dirigirse a la salida, pero antes de irse sentenció:

—No necesitas decirme lo que te pasa si no quieres.

Y cerró la puerta.

Sherlock permaneció inmóvil por un rato más, inmerso en sus ideas. Entonces vio el periódico tirado, lo levantó y leyó. La primera plana era la noticia de que las prensas sacarían a la venta el libro de ensayos Intentions, de Óscar Wilde; algunas columnas daban recomendaciones de obras de teatro que se exhibirían en aquella semana, y otras eran entrevistas con los parlamentarios; un artículo sobre Scotland Yard y abajo una nota que mencionaba a Sherlock y un vasto historial de casos resueltos. Debajo de esa nota había otra que anunciaba el compromiso de Watson y Mary. Seguramente era eso lo que Watson quería que leyera. En ese momento comenzó a preguntarse si algún día el nombre Sherlock Holmes aparecería en los diarios al lado de otro, anunciando un compromiso matrimonial. Sonrió, convencido de que la sola idea de imaginarlo iba en contra de sus principios. Pero una noticia más llamó su atención: ¿Regulus un nuevo Holmes?

La nota era acompañada por la fotografía de un joven, quizá de unos 25 años, con el pelo crespo y la mirada extraviada.


Ending: "Rain" de Mika


Bueno, aquí les traigo mi segundo trabajo y el segundo fic que escribo, está vez será un fic un poco más largo que el anterior, esta es la primera entrega de no sé cuántas.

Espero que les agrade, tanto como yo disfruté escribiendo.


¡Hola!

Aquí les traigo uno de mis primeros fics, en español, que gracias a HarleyJaneJackson puede llegar ahora a ustedes en inglés.

Le agradezco profundamente a ella por esta labor; sé que no es tan fácil como pareciera, y porque yo solo jamás me hubiera atrevido a hacer algo como esto.

Les agradezco también a ustedes, lectores por comenzar este viaje conmigo en compañía de Holmes y Watson.

Espero que les agrade, tanto como yo disfruté escribiendo. ¡Saludos!