Declaimer:Katekyo Hitman Reborn! y sus personajes no me pertenecen.

Advertencia: Posible OoC, no lo sé. Palabras obscenas. Quedó raro u.u

Resumen: –Eres un idiota. Hiciste que el Décimo se preocupara.– Gokudera tuvo deseos de hacerlo estallar, como una bomba. Quería hacerlo explotar, pero el que explotó e hizo bom fue él.


Fuego

Lo mira desde el otro extremo de la habitación con su mirada verde hostil y abrasadora, tratando de traspasarlo lenta, muy lentamente, quemándolo lentamente. Él se la devuelve, calma, tranquila, incluso el bastardo se atreve a sonreír de esa manera jodidamente estúpida e irritante -porque sí, Gokudera odia esa maldita sonrisa.- (Idiota, deja de sonreír, estoy tratando de quemarte.)

El Décimo Vóngola vuelve a soltar otro discurso acerca de lo preocupados-que-estábamos-todos-no-lo-vuelvas-hacer, y él tiene ganas de acallar todas esas malditas palabras, evaporarlas del aire de la habitación -en un pluff- y de golpear con fuerza el rostro de Yamamoto -y que haga clack.- Pero se contiene, como tantas veces, se queda rezagado. Cambia su peso de una pierna a la otra y se cruza de brazos, evitando soltar el gruñido que amenaza en su garganta y piensa en las ganas que tiene de fumar un puto cigarro -esfumarse entre el humo y perderse en su olor.- (No puedes fumar aquí hermanito. Tsk. Mierda)

–Es hora de irnos, descansa Yamamoto. –Dice Tsuna con amabilidad, levantándose de la silla colocada al lado de la cama del hombre y sonriéndole casi tan estúpidamente como lo haría su amigo -no, solo él sonríe de esa manera. Tsuna solo sonríe de manera inocente, como un gilipollas.-

–Recupérate ¡al extremo! –Ryohei lanzó un puño al aire y le giñó el ojo.

Tsuna lo miró antes de salir y supo que no debía decirle nada y Hayato agradeció que el Décimo fuese intuitivo. Una vez los dos visitantes estuvieron fuera de la habitación de la enfermería de la guarida Vóngola, Gokudera volvió a centrar toda su furia en el hombre acostado en esa cama de enfermo. Takeshi observó sus ojos desde su posición y casi estuvo dispuesto asegurar que del verde esmeralda de sus orbes salía fuego, fuego caliente, crepitante, mortal y todo dirigido hacía él -y no era la primera vez que veía el fuego en él, porque Gokudera era explosión, dinamita, fuego puro.- (Quémame todas las veces que quieras, eso no cambiará la realidad.)

–Adelante, suéltalo ya.

Takeshi estaba resignado a soportar sus palabras. Hayato se lo tomó como una provocación y su rabia se arremolino en su estómago, subió por su esófago y arrasó con todo a su paso. Apretó los puños con fuerza, volviendo los nudillos blancos, y su mandíbula crujió.

–Sigues siendo un idiota. Hiciste que el Décimo se preocupara. (Bastardo, hiciste que me preocupara por ti, joder.)

–Era mi misión, no podía fallar. Además, todo salió bien. –respondió con tranquilidad, escogiéndose de hombros.

Gokudera tuvo deseos de hacerlo estallar, como una bomba -que hace bom y ya nada más existe.-

–Por poco, casi te mueres, gilipollas. –gruñe.

–Pero sigo aquí. (Sigo a tu lado.)

Y sonríe. Yamamoto sonríe. Una sonrisa grande, tranquilizadora y estúpida a la vez, como si no importara que su vida hubiese estado en peligro, joder, como si de verdad todo fuese un juego -como cuando eran niños y él pensaba que jugaban a ser parte de la mafia.- Y fue la gota que rebasó el vaso. Takeshi le estaba restando importancia a su vida y a la bala que atravesó su brazo izquierdo, rozando su corazón -cuando en realidad si vio la luz cegadora de los cuentos y sintió el yugo de la muerte amenazarlo.-

Hayato quería hacerlo estallar, pero el que explotó e hizo bom fue él. La pólvora recorrió todas sus venas, llegando a todo su cuerpo, y ya no quedó más raciocinio. El poco sentido común que le quedaba se le fue a la mierda y se dejó llevar por sus instintos, su rabia lo dominó completamente -Yamamoto lo sabía, no tuvo que provocarlo.-

Se acercó a él con grandes zancadas y lo agarró del cabello negro, acercándolo a su cara, obligándolo a incorporarse. Entrecerró los ojos, fulminándolo con tan solo esa mirada y Takeshi llevó una de sus manos al brazo agresor y devolviéndole la mirada sin señales de enojo, es más, la sonrisa seguía dibujada en su rostro, sin intenciones de alterarse.

–Te golpearía, pero no es mi estilo pegar a bastardos heridos. –gruñó Gokudera, respirando con dificultad.

–Solo hazlo. –y ahí seguía la sonrisa. (Bésame.)

Y Gokudera se transformó en fuego -puro, ardiente, destructor.-

Hayato siguiendo el impulso que lo guiaba, estrelló sus labios contra la boca de Takeshi sin compasión. Ni siquiera era un beso, era un choque de bocas violento y excitante a la vez. La rabia presente en cada movimiento -expresando todo y nada a la vez, porque él era impredecible como el fuego, decía lo que no quería decir y destruía lo que no quería destruir.- (Te quemaré, idiota.)

Gokudera fue quién comenzó a mover sus labios con fiereza sobre los otros, arrastrándolos consigo en su danza. Paseó la lengua por ellos y tras un gemido ahogado de Yamamoto, él mordió con rabia su labio inferior. El sabor metálico de la sangre se mezcló con la saliva y ambas lenguas se entrelazaron entre sí, jugando. (Me gusta quemarme, Gokudera.)

Hayato era fuego -uno que aparece de la nada dispuesto a todo-, tan ardiente, tan explosivo como una de sus bombas y tan destructor como una tormenta. Takeshi era ceniza -la que deja el fuego después de su aparición-, le quemaba la piel, la boca, los sentidos, cada fibra de su ser.

El fuego odia a la ceniza porque cuando ella aparece, él deja de existir. (¿Qué mierda me haces, bastardo?) La ceniza ama al fuego porque sin él, no puede existir. (Prenderte.)


¿Hola? xD

Aclararé algo: Es mi segundo fic que incluye relación chicoxchico y la primera vez que hago un Gokudera/Yamamoto. No es una excusa, (a quién pretendo engañar si lo es xD) pero todavía me siento extraña escribiendo sobre la relación entre dos chicos, y recientemente comencé a leer este género, no se me puede pedir más xD