¡Aquí estoy de nuevo! Un besito y que lo disfruten ^^

B.S.O:

Timebomb: Kylie Minogue

Como odio amarte: Ha-Ahs

Hasta mi final: Il Divo


Capítulo 4: La esperanza entre el caos.

Ha pasado un mes desde que empecé la universidad y sinceramente no era tan fácil como yo pensaba. No sólo tengo la obra de teatro en menos de dos meses, sino que también tengo que entregar diez trabajos y hacer los parciales de invierno. ¿Quién demonios me mandaría meterme en esto?

Alice me ayuda en lo que puede pero no quiero que lo haga. Esté es su último año de universidad y después de todo lo que ha pasado ha conseguido mantener una buena medía, así que no quiero que pierda su tiempo conmigo. Yo me metí en esto y yo solita lo sacaré.

Miro como Alice prepara otro de sus maravillosos desayunos. Si no fuera porque sólo tiene 3 años más que yo, la llamaría mamá. Es una gran persona pero demasiado testaruda. Todos los días le saco el tema de que debería de ir a ver a Jasper pero se niega en rotundo. Dice que ella es fuerte y que puede con ello, ahora más teniéndome a su lado, pero yo sé que no está bien del todo y que necesita ayuda extra.

Jasper es peor que un padre. Con el rollo de la universidad apenas he podido ir a verle en estos días. Sé que me echa de menos, normal porque soy su única amiga, pero es peor que un dolor de muelas. No para de decirme que vaya a verle, que le tengo que tener informado sobre mi bebe y sobre mis condiciones de vida. "Bella es por tu bien" me dice cada vez que me llama. Qué pesado.

- ¿Bella me estás escuchando? – Alice está sentada comiendo sus tortitas en frente mía.

- ¿Qué?

- Que a qué hora tiene la cita con el médico.

- ¡Ah sí, el médico! Dentro de una hora – La barriga me ruge como un león de repente y la miro sorprendida – Dios mío sí que tiene hambre este demonio – Sin pensarlo dos veces comienzo a comer desesperadamente.

- ¡Isabella! ¡Cuántas veces tengo que decirte que no lo llames demonio! ¡Es un bebe por el amor de Dios! – Alice es demasiado exagerada, sólo es una broma pero ella se lo toma muy a pecho.

- Alice, es un demonio por su culpa tengo hambre todo el día y meo cada media hora. ¿Sabes lo que es que en clase tenga que salir siempre dos veces para ir a mear? Creo que mis compañeros piensan que tengo un problema de vejiga, suerte que Carlisle informó a los profesores de mi estado y no he tenido que darle explicaciones a nadie. Odio dar explicaciones – Bebo un gran buche de mi zumo de naranja y le sonrió cuando termino. Alice niega con la cabeza. Por fin parece que se rinde.

- Ve a vestirte y no tardes – Es como una madre.

- Alice tienes complejo de madre, ¿seguro que no me robaras al bebe después de que lo tenga? Si quieres uno, no es muy difícil conseguirlo – Me mira furiosa y eso sólo significa que mi broma no le ha hecho ni la más mínima gracia – Está bien, ya me voy.

- Será lo mejor.

Subo corriendo a mi habitación y miro mi enorme guarda ropa. Hoy me siento realmente eufórica porque por fin voy a ver a mi bebe. Ya estoy de ocho semanas y el doctor Dawson dice que aunque es pronto y que no voy a ver apenas nada, podré escuchar el latido de mi hijo.

Me acerco al gran espejo de cuerpo entero de la habitación y observo detenidamente mi vientre. Sigue exactamente igual de plano que siempre, con la diferencia de que ahora mi cuerpo está más fuerte dado que me estoy alimentando mejor. Mi piel está recobrando un color más natural y los dientes me los han arreglado lo mejor que han podido. Ya tengo una sonrisa más bonita. Poco a poco mi cuerpo se está adaptando al mono, ya no siento tanta necesidad como antes porque mentalmente no pienso en ello. A veces sí lo hago, sobre todo cuando tengo a Jessica a mi lado pero de momento no he sufrido ninguna crisis de ansiedad ni nada. Es cierto que estoy más irascible, me enfado con facilidad y tengo que reprimir las ganas de degollar al primero que se me cruce. Claro, que tampoco sé si es por las hormonas del embarazo o si es por la abstinencia. Voy al baño y enciendo la radio; la música inunda todo el piso inmediatamente y yo bailo al ritmo que va marcando.

"…Rápido, el tiempo hace tic tac, oh, tan rápido,
El sonido corre ágil a través de nuestras manos,
Beat, siente el ritmo en mi latido,
¿Por qué no mueves tu cuerpo, al ritmo de mi cuerpo,
Antes de que desaparezcamos?

Ahora dime, woo,
Quieres, quieres, quieres, woo,
Quiero, quiero bailar como si este fuese el último baile de mi vida,
Quiero woo, quiero, quiero, quiero, quiero, woo,
¿Quieres, quieres bailar, como si este fuese el último baile?..."

Me meto en la ducha y me relajo casi al instante. El agua caliente recorre lentamente todo mi cuerpo y sinceramente no recuerdo la última vez que me sentí tan… en paz. Cuando salgo elijo una bonita camiseta azul y unos pantalones a juego con mis converses. Hoy me siento hermosa, mucho más que antes. Ya no estoy tan llena de mierda y aunque aún me queda un largo y arduo camino que recorrer no me importa. Sé que lo conseguiré, por mi y por mi bebe.

Cuando bajo las escaleras Alice está cruzada de brazos mirándome con los ojos entrecerrados. Parece molesta pero no entiendo porqué.

- ¿Por qué me estás mirando así?

- ¿Cuánto tiempo llevas viviendo aquí Bella? – Trago saliva y me mantengo a una distancia prudente. Puede que en cualquier momento salte a mi yugular.

- Poco más de un mes – Respondo tranquila.

- Bien… y qué fue lo primero que acordamos cuando entraste por esa puerta – Mueve el pie insistentemente mientras que a cada segundo la vena de su cuello parece hincharse más y más.

- No… no me acuerdo – Instintivamente retrocedo otro paso. Sé que no era la respuesta correcta pero es la verdad, no me acuerdo de nada.

- ¡Qué te deshicieras de esa asquerosidad! – Grita mientras con su dedo fulmina la urna de Rony.

- ¡Ah eso! – Respiro más tranquila. Por un momento creía que me mataría por algo peor.

- ¡Sí eso! ¡Ha pasado un puñetero mes y esa cosa sigue ahí! ¡Y lo peor no es eso, no! ¡Lo peor es que la que le da de comer soy yo! Si al menos te hicieras cargo de ella pues podría acostumbrarme a su presencia, pero no lo haces así que ¡tiene que irse! – La miro con los ojos como platos - ¿Por qué me miras así? No he dicho nada del otro mundo.

- Así que esto es que te regañen… vaya, no creí que fuese así – Sonrío contenta porque acabo de vivir algo que jamás había llegado a pensar qué sucedería. Es cierto que Jasper me regaña pero a él no le puedo llegar a tomar en serio; en cambio Alice, da miedo – Dame una semana más de prueba. Si no me hago cargo de ella en este tiempo la llevo a algún refugio de animales o la sacrifico o algo – Alice me mira horrorizada por eso último – Vale, vale, la venderé, no la mataré.

- Está bien… - Suspira profundamente y me observa de arriba abajo – ¿Nos vamos?

- Sí – Avanzo hasta la puerta y sonrío con malicia. Siempre me salgo con la mía.

Nos montamos en el coche y me empiezo a poner nerviosa. Es la primera vez que veré a mi bebe, ¿cómo será? ¿Sabré ya si es niño o niña? ¿Y si son gemelos? ¿Dolerá tanto como me imagino? No sé si hacerme todas estas preguntas sirve de algo pero al menos el camino hacia el hospital se me hace más corto. Nos bajamos y camino con ilusión hasta recepción.

- Buenos días, ¿el doctor Dawson? – La mujer me mira detenidamente y después me sonríe con amabilidad, y eso sólo quiere decir una cosa, o es nueva o he cambiado mucho desde la última visita.

- Sí, siéntense. El doctor les atenderá enseguida.

- Vale, gracias.

Alice y yo nos sentamos en los incómodos sillones azules. Con lo mucho que tenemos que pagar por la sanidad ya podrían poner sillones más cómodos.

- ¡Bella! – La voz de Jasper me sorprende. Está de pie analizándome con la mirada.

- ¿Qué haces aquí? – No entiendo porqué está aquí, ¿tendrá cita con el médico?

- ¿Cómo que qué hago aquí? He venido a acompañarte a la ecografía, qué si no – Frunce el ceño por mis dudas y yo le dedico una de mis mejores sonrisas. Ha venido, por mí y sin que yo le obligue.

- Por fin sales de tu cueva. Mira Jasper te presento a Alice, la chica de la que te he hablado – Alice me mira extrañada pero cuando le mira se queda momentáneamente paralizada. Jasper la observa de arriba abajo y le extiende la mano. Alice vuelve a mirarme a mí y se levanta rápidamente mientras le estrecha con demasiada efusividad la mano.

- Encantado de conocerte. Bella me ha hablado mucho de ti – Jasper le sonríe e intenta soltar su mano pero Alice lo mira con la boca abierta para después mirarme a mí de nuevo. ¿Qué demonios le pasa? ¿Es la primera vez que ve un hombre o qué?

- Pues a mí no me había hablado de ti – Le suelta la mano rápidamente. Parece que ya ha vuelto en sí. Jasper me mira y me da un pequeño empujón con su brazo.

- Ya veo lo importante que soy para ti ¿eh?

- No insinúes estupideces, claro que le he hablado de ti, pero como mi psicólogo – Pongo los ojos en blanco y niego con la cabeza. Primero me dice que soy una pesada por estás todo el día en su casa, y ahora que tengo una vida se molesta porque no le presto la suficiente atención. Los hombres y sus absurdeces.

- Señorita Swan – Una de las enfermeras ha salido de la consulta del doctor.

- Sí soy yo – Los nervios vuelven de repente. Me suda todo el cuerpo, sobre todo las manos. Odio que me suden las manos.

- Pase a la consulta por favor – La enfermera se hace a un lado y entro seguida de Jasper y Alice.

- Vaya Bella te veo bien acompañada – El doctor Dawson me sonríe para acto seguido estrecharnos las manos a todos – Siéntense por favor. ¿Cómo va todo Bella?

- Bien, las nauseas están cesando poco a poco y últimamente meo muy a menudo.

- Vale, parece que todo está en orden. ¿Estás siguiendo el plan de comida que te indiqué?

- Sí, un poco más de azúcar de la que me recomendó – Miro a Alice de reojo y ella se sonroja levemente – Pero por lo demás todo bien. Aunque sinceramente las verduras no las soporto – Se ríe por lo que he dicho y parece que la tensión que fluye en el ambiente se va calmando poco a poco. Menos mal, porque a este paso acabaría deshidratada de tanto sudar.

- Vale, no te preocupes por eso, tú sigue intentándolo y come lo mejor que puedas. ¿Has empezado alguno de los libros?

- Sí, pero con la universidad no he tenido mucho tiempo.

- Bien, recuerda que no debes estresarte por tu bien y sobre todo por el del bebe, ¿estás lista para verlo?

- Sí… - Me sonrojo un poco sin saber bien porqué. Tal vez sea porque no quiero aceptar que es lo que más ilusión me hace en este momento.

- De acuerdo, pero te advierto que no se verá apenas nada – Se levanta e inmediatamente lo imitamos, me indica que me tumbe en la camilla y así lo hago. El doctor acerca una especie de monitor con una manguera extraña. Eso debe de ser los infrarrojos eso raros – Súbete la camiseta por favor – Lo hago rápidamente. Me echa esa especie de loción pegajosa. Está fría así que automáticamente los vellos se me ponen de punta. Jasper se acerca a mi lado y me coge de la mano. Le sonrío agradecida por estar aquí hoy - ¿Es usted el padre? – Jasper y yo nos miramos y nos reímos con fuerza, pero cuando veo la mirada de desaprobación de Alice me callo de inmediato.

- No señor, él es mi mejor amigo y ella también – El doctor los mira y sonríe – Hacen buena pareja – Jasper abre los ojos desmesuradamente y Alice se vuelve un tomate.

- ¡No, no lo somos! – Dice sin controlar su voz. Frunzo el ceño y la miro extrañada. ¿Qué carajo le pasa hoy?

- ¡Oh, lo siento! Bueno será mejor que empecemos.

El doctor termina de toquetear unos botones y me pone la manguera en la barriga. Me bloqueo momentáneamente hasta que una imagen en blanco y negro aparece en la pantallita. Comienza a moverla por mi barriga hasta que se para y ahí puedo ver algo moverse muy rápido.

- Ahí tenemos a tu bebe Bella. Eso que se mueve a gran velocidad es el corazón, ¿quieres oírlo?

Asiento con la cabeza mientras los ojos se me llenan de lágrimas. De repente la habitación se hunde en los sonidos de un latido, el latido de mi pequeño. Las lágrimas recorren mis mejillas sin control y yo me quedo embelesada observando la pantalla mientras escucho como su corazoncito funciona. Es lo más hermoso que he visto en mi vida y lo he creado yo. No puedo describir lo que siento en este momento porque no tengo palabras, simplemente siento una felicidad desmedida. Ese es mi hijo, mío y de nadie más, y es precioso.

- Bueno parece que está todo en orden, ¿quieres un video?

- Sí – Me reconforta saber que todo está bien. Sigo viendo como se mueve y es todo tan asombroso que no puedo ni pensar. Hoy es uno de los día más felices de mi vida.

Cuando salimos de la consulta parece que todo está en paz. Es como si por fin todo estuviera en su lugar. Ha sido perfecto. Vamos hacia el coche en absoluto silencio y lo agradezco porque es mi momento. Por una vez puedo decir que me siento orgullosa de mí misma.

- ¿Bella? – Esa voz. Me giro lentamente y veo a Edward. Sigue siendo el hombre más guapo que jamás haya visto.

- ¡Edward! ¿Qué tal? – Me acerco a él ignorando que mis amigos nos están observando. Tal vez quieran irse a casa, me giro y veo a Jasper que me observa preocupado mientras que Alice no puede dejar de mirarlo. Me encojo de hombros y vuelvo a mirar los hermosos ojos verdes de Edward.

- Bien, he venido por el caso en el que estoy trabajando, ¿y tú?

- Una ecografía – Sonrío feliz mientras él me mira asombrado.

- ¿Estás… estás embarazada? – Su voz suena un poco apagada.

- Sí – De repente mira hacia Jasper y después a mí.

- Enhorabuena, ¿él es el padre?

- ¿Quién, Jasper? ¡No! Él es sólo un amigo. No hay padre – Me encojo de hombros y él parece más relajado ahora.

- ¿Y está todo bien? ¿De cuánto estás?

- Sí, todo está perfectamente. Estoy de 8 semanas – Sonrío orgullosa y Edward me devuelve la sonrisa. Deberían hacerle un retrato, pagaría millones por estar mirándolo todo el día… - ¿Quieres que nos tomemos ese café que te debo? – Le guiño el ojo y él se queda momentáneamente paralizado. Antes de que le dé tiempo a darme una negativa me giro y hablo con Jasper.

- ¿Me haces el favor de llevar a Alice a casa? O a dónde quiera ir. Yo me quedo aquí, ¿vale? – Miro a Alice que niega insistentemente con la cabeza pero en el momento que Jasper la mira, para y sonríe.

- ¿Te importa?

- ¡No! ¡Sin problema! – Alice habla con demasiada efusividad. Tal vez le da vergüenza o algo. Bah, qué más da. Yo me quedo aquí con el guapísimo de Edward.

- ¿Vamos? – Un muy alucinado Edward me mira y sin pensarlo le cojo de la mano y tiro de él hacia el hospital. Una vez que estamos dentro le suelto y lo observo. Va vestido con otro traje impecable, está vez negro con la corbata a juego. Se ve tan sexy en traje…

- Bella no sé si tengo tiempo para esto… - Me mira detenidamente, está serio y callado. No me gusta cuando me mira así, parece como si estuviese planeando algo – Aunque… - Se rasca nervioso la nuca y se sonroja levemente. ¡Dios! ¿Edward Cullen sonrojase por mí? - ¿Quieres ayudarme con el caso?

- ¡Sí, claro! Me encantaría – Sus ojos se iluminan y me sonríe como si fuese un niño el día de Navidad. Es tan mono… ¿de verdad he dicho mono? ¿Quién eres tú y qué has hecho con Bella?

- Vale, sígueme.

Pasamos por recepción sin dar explicaciones y vamos directamente hacia los ascensores. Al montarnos estamos solos pero inmediatamente después, estamos apretujados el uno contra el otro. Noto que empiezo a sudar y no es precisamente por el calor que emana el ascensor con tanta gente, sino por la proximidad que hay entre Edward y yo. Es alto, muy alto. Me saca al menos un poco más de una cabeza. Me gusta. Respiro profundamente y un delicioso olor a hombre me embriaga. ¿Cómo puede oler así de bien? Si sigo respirando no creo que pueda seguir soportándolo. A medida que vamos subiendo el ascensor se va quedando cada vez más vacío y después de casi un minuto aguantando la respiración, me separo y respiro profundamente. Un segundo más y habría muerto por asfixia voluntaria.

- Es aquí.

Quita planta. Área de oncología. Miro extrañada a Edward y lo sigo a través de los pasillos.

- ¿Qué hacemos aquí? – Edward se frena en seco y me observa. Sabe que tengo muchas preguntas y que antes de continuar con esto necesito algunas respuestas.

- El caso con el que estoy es muy delicado. Se trata de David, es un niño de 7 años con un tumor cerebral. Los mejores neurólogos del país han venido a verlo pero dicen que es imposible extirparlo sin causar daño alguno en el cerebro. Su padre murió hace un par de años en un accidente de tráfico y su madre se está pluriempleado para poder pagar el tratamiento. Mis jefes desde que murió el padre llevan el caso del niño y últimamente la madre apenas puede pasar tiempo con él por culpa del trabajo y cada día se le acumulan más deudas… - Se pasa la mano por el pelo y se tira levemente de él – sé lo que vas a pensar pero no me queda más remedio. Es por el propio bien del niño.

- ¿A qué te refieres con que es por el bien del niño?

- Ven, te lo mostraré – Me coge de la mano pillándome por sorpresa y me lleva a la habitación 106. Edward llama a la puerta y la dulce voz de un niño al otro lado nos da permiso para pasar - ¡Hola David! – Entro detrás de Edward y cuando veo el estado del niño se me cae el alma al suelo. Apenas puede moverse y está lleno de cables por todos lados. Varias máquinas rodean su cama, mientras que en la habitación aún existe un recóndito lugar de alegría por los cientos de juguetes y peluches que inundan el cuarto - ¿Qué tal estás campeón? – Edward se acerca a su lado y le da un dulce beso en su frente vendada. Tiene sólo 7 años y se está muriendo... Sin pensarlo llevo mis manos a mi vientre y lo acaricio con miedo. ¿Qué haría yo si le pasase algo así a mi pequeño? – Mira David, voy a presentarte a alguien – Edward me indica que me acerque y con miedo de tropezar con algún cable y desconectar algo importante, lo hago despacio sin atreverme a levantar la vista para ver a David – Ella es Bella, es una nueva amiga – Edward me sonríe pero yo no puedo devolvérsela. ¿Por qué he aceptado esto? Es demasiado fuerte para mí…

- Es muy guapa, ¿es tu novia? – En cuanto oigo su dulce aunque débil voz mi corazón empieza a latir a toda velocidad. Lo miro asombrada por la pregunta y cuando nuestras miradas se encuentran siento que me enamoro perdidamente de este niño. Tiene unos ojitos marrones preciosos y una sonrisa tan iluminada y esperanzada qué harías lo que fuese por verla una y otra vez. ¿Por qué la vida es así de cruel? ¿A caso no se supone que existe un Dios allí arriba? ¿En qué demonios está pensando para dejar que un niño sufra de esta manera? En estos momentos lo odio con toda mi alma. Respiro profundamente y le devuelvo la sonrisa. Nada de lástima, a nadie le gusta que le miren con lástima.

- Gracias David, pero no, más quisiera él que yo fuese su novia – Miro a Edward que me sonríe y me da las gracias sin pronunciar palabra.

- ¡Au! ¡Eso dolió! – Edward se toca el pecho como si le hubiesen dado un golpe y David se ríe. Dios mío, apenas tiene fuerzas y aún puede reír.

- Entonces puedes ser mi novia, yo soy más guapo que Edward – Me sonríe enseñándome todos sus dientecitos y yo me acerco hasta su cama, me agacho y le susurro al oído.

- Eso está hecho – David me mira ilusionado y ríe avergonzado. Sus blancas mejillas se sonrojan levemente y yo le guiño un ojo haciéndole reír de nuevo. Es un niño maravilloso.

- Vaya… veo que has hecho una nueva amiga – La voz de una mujer nos sorprende. Me giro y veo a una joven doctora.

- No es mi amiga Ana, ella es mi novia, ¿a qué es guapísima? – David me agarra de la mano y los ojos se me llenan de lágrimas. Putas hormonas… no es el mejor momento para hacerme llorar.

- ¿No es un poco mayor para ti? – La doctora se acerca a nosotros y me sonríe con complicidad.

- ¡Qué cosas dices Ana! En el amor no hay edad, ¿verdad Bella? – David tira de mi mano con fuerza y yo lo miro asombrada. Parece tan débil pero en realidad es un granuja. Le sonrío y le vuelvo a guiñar un ojo.

- Claro que es verdad David – La doctora me sonríe pero en el momento que ve a Edward su sonrisa desaparece, e inmediatamente se tensa.

- Señor Cullen, no lo había visto.

- Yo también me alegro de verla doctora Simpson.

- Qué pena que no pueda decir lo mismo… - Abro los ojos como platos al oírla decir eso. ¿por qué le habla así? ¿qué habrá hecho Edward para recibir tanta hostilidad por su parte? Miro a Edward que está igual de serio que la doctora.

- Vengo para ver como continua David y para llevarme la copia del parte médico.

- ¿Cómo puede hacer esto? – La doctora Simpson lo mira con odio y yo miro a David que los observa triste. Ahora sí parece estar enfermo de verdad.

- Siento inmiscuirme en sus asuntos pero creo que lo más conveniente sería que hablaran fuera – David me mira agradecido y la doctora asiente con la cabeza dándome la razón. Ambos abandonan la habitación y yo me quedo a solas con el pequeño David.

- Bella, ¿puedo hacerte una pregunta?

- Sí, claro. Dispara.

- ¿Qué hacen los novios? – Sus mejillas se vuelve a sonrojar. ¿Todos los niños son así de encantadores?

- Pues… - Miro por la habitación y sólo veo juguetes por todas partes hasta que en su mesita de noche veo un viejo libro – Leen, los novios se cuentan cuentos entre ellos, ¿quieres que te cuente alguno? – Sé que suena ridículo, pero es un niño. Ellos se lo creen todo.

- ¡Sí!

- Bien – Doy la vuelta a su cama y cojo el libro, cuando me voy a sentar en la silla que está a su lado él me agarra por el brazo.

- Mami siempre me lee en la cama, conmigo, ¿quieres hacerlo tú también? – Le acaricio la carita. Tiene una piel realmente suave.

- Claro – Con esfuerzo me hace un hueco a su lado y como puedo me acomodo. Le doy un dulce beso en la frente y sus mejillas se vuelven a sonrojar. Definitivamente me he enamorado.

Una hora después David ha caído rendido, así que decido ir a buscar a Edward para ver si sigue vivo. A lo mejor la doctora lo ha sedado y después ha dado sus órganos, quién sabe. En cuanto salgo por la puerta los veo. Siguen discutiendo pero ahora están peor, ambos parecen que van a entrar en cólera de un momento a otro. Me da miedo acercarme pero no tengo otra opción.

- No puedo creer que le hagas esto a ese pobre niño, ¿sabes todo lo que ha sufrido? ¿Sabes por cuantas operaciones ha tenido que pasar? ¿Y lo que está luchando su madre por él, para que ahora vengas tú y se lo arrebates? – Ahora lo entiendo todo, por eso Edward no ha terminado de explicarme el caso de David. Él ha venido a quitarle la custodia a la madre del niño. Edward va a separar a David de su madre. Lo miro horrorizada. ¿Cómo puede hacerle algo así a ese pobre niño?

- Sabes que no soy yo quien decide, yo sólo tengo el poder de informar, nada más.

- ¡Pues miente! – Grito. Las lágrimas se me han vuelto a saltar por la impotencia.

- No es tan simple Bella, si miento pueden denunciarme por negligencia en mis obligaciones. Hay testigos en todo el hospital e incluso si lo hiciera, si me descubrieran la madre no vería jamás a su hijo de nuevo.

- No puedo creer que seas así Edward… - Paso por su lado dispuesta a marcharme pero él me lo impide interponiéndose en medio.

- Yo no soy así Bella, es mi trabajo. ¿De verdad crees que yo sería capaz de hacer algo así?

- Lo estás haciendo ahora mismo… - Edward me mira con tristeza y se aparta de mi camino. Busco el ascensor y espero a que suba. ¿Qué tipo de persona haría algo así? ¿Por qué no termina con esto? Si no es feliz haciéndolo pues que no lo haga.

- Bella, lo siento… - Edward está a mi lado pero lo ignoro. No me logra entrar en la cabeza que alguien tan perfecto sea tan… cruel - ¿Podemos hablar?

- Hablar de qué, ¿de cómo le jodes la vida a la gente? ¿De cómo engañas a las personas con tu sonrisa encantadora para después arrebatarle su felicidad? ¿De eso quieres hablar? ¿O prefieres que hablemos del tiempo? – Ambos nos montamos en el ascensor y él pulsa el botón de la planta baja.

- Bella, ¿me dejas al menos explicarme? – Sigo sin poder mirarlo a la cara. Me siento asquerosa por haber tonteado con él.

- No tienes que darme ninguna explicación, ni siquiera te conozco – Me cruzo de brazos y espero impaciente que llegue la hora en que él desaparezca de mi vista.

- ¿Eres de ese tipo de personas que juzga sin conocer? – Me giro alucinada por el tono de reproche en el que me habla. ¿Cómo se puede ser tan sin vergüenza? – No creía que fueses tan frívola - ¡Y encima ahora es él el que se indigna!

- ¿Se puede saber qué mierda te pasa? ¿Te falta algún tornillo o te caíste varias veces de la cuna cuando niño? – Las puertas del ascensor se abren y salgo a toda velocidad. Es el hombre más idiota que he conocido.

- Estúpida cría… - Gruñe.

- ¡Espero no volver a verte nunca más! – Grito sin darme la vuelta.

- ¡Igualmente!

- ¡Bien!

- ¡Bien!

Las puertas del hospital se cierran y ya no le oigo gritar más. Menudo imbécil, ¿cómo me ha podido gustar? Es un egocéntrico, un capullo, y un sádico que se dedica a romper familias.

Me subo en el coche indignada conmigo misma por ser tan estúpida. La música empieza a sonar pero la ignoro. No quiero pensar en nada y mucho menos en él. ¡Agh! ¡No lo soporto!

"…Camino me llevas, me elevas sin parar,
yo corro y tropiezo con mi ingenuidad
despierto perdida enredada
en tu forma de involucrarme
Ay como odio amarte.
Más que negarlo quisiera olvidarlo
pero hay algo entre los dos
deja de sentir algo a tu corazón
toma todo más en serio
o yo te digo adiós
Te odio, te amo, te amo, te odio
Ay como odio amarte..."

En cuanto entro por la puerta un fuerte olor a pintura me golpea en la cara. Alice está en mitad del salón pintando un enorme cuadro. Todo está patas arriba, pero nada en comparación con ella misma. Parece que se ha bañado en pintura.

- Que sepas que esto lo vas a recoger tú solita. No tengo ánimos para ponerme a limpiar tus restos de inspiración – Voy a la despensa y cojo unas galletas con trocitos de chocolate. Exacto, chocolate es lo que necesito. Paso con cuidado por el lado del cuadro y me tiro en el sofá. Observó la pintura llena de rojo, negro y amarillo. Todo es abstracto pero no sé porqué puedo entenderlo.

- ¿Inspiración has dicho? – Su voz suena cabreada. Espero que no sea por mi culpa – Esto es pura rabia Bella.

- ¿Rabia? – Digo con la boca llena de galletas.

- Sí rabia. El rojo por dejarme sola con ese… hombre.

- ¡Oh vamos Alice! Jasper es un amor de persona – Alice me está matando con la mirada así que intento reprimir la risa que me provoca verla tan horrible – Tienes un poco de pintura aquí – Le señalo con el dedo en la mejilla y me rio sin para cuando me apunta con la brocha.

- No tiene ni puñetera gracia, todo esto es por tu culpa – Y de nuevo vuelve a pintar como una obsesa.

- ¿Y el negro? – Alice para de pintar en seco y observa la pintura.

- El negro es por Jasper, tu querido amigo del alma.

- ¿Qué te ha hecho para que le pintes de negro? – El paquete de galletas ya casi me lo he acabado. Me levanto y cojo un paquete de patatas; me quedo delante de ella mirándola mientras como como una cerda.

- Creo que Jasper es el hombre más imbécil del planeta – Abro los ojos como platos por su sentencia.

- ¿Jasper? ¿Mi Jasper? – Estoy alucinando.

- ¡Sí, el mismo! Es engreído, sabelotodo, cabezota, en definitiva, ¡un gilipollas! – Se levanta y se va hacia la cocina a lavarse las manos.

- ¿Por qué dices eso? Es imposible que te haya dado tiempo a conocerlo tanto en tan poco tiempo – Me subo en la encimera y la observo limpiarse las manos.

- Verás, cuando me dejaste ahí, sola, con ese individuo desconocido me propuso ir a tomar un café.

- ¿Jasper? ¿Mi Jasper te propuso ir a tomar algo?

- Sí, eso he dicho.

- Jasper no sale nunca a tomar algo. Es más podría decir que hoy ha sido la primera vez que lo veo salir de su casa – Alice me observa por unos segundo pensativa pero de inmediato desecha cualquier idea y niega con la cabeza.

- Bueno, eso da igual, no relevante. El caso es que yo acepto porque no todos los días un hombre tan guapo me propone tomar algo.

- ¿Guapo? ¿Jasper? Por Dios, qué asco… - Nunca imaginé que oiría decirle eso a una chica de Jasper.

- Sí, Bella, lo creas o no, Jasper es un hombre atractivo. Por eso estuve sin habla la mayor parte del tiempo – Ah, ahora lo entiendo todo – Bueno, que nos desviamos del tema. Me lleva a un starbucks y comenzamos a charlar sobre diversos temas, nada importante pero todo el tiempo se lo pasa exponiendo su punto de vista y analizando cada detalle. No me dejaba apenas dar mi opinión y ¿sabes qué es lo peor? ¡Analizó hasta cómo me tomaba el café! Después de veinte minutos aguantando su discurso absurdo sobre por qué el hombre es cómo es y se comporta cómo se comporta intenté desviar el tema a algo más… polémico. Empezamos a hablar, bueno más bien él empezó a quejarse, de porqué las mujeres éramos tan… ¿cómo dijo? ¡Ah, sí! ¡Tan sumamente obsesivas, absurdas e irremediablemente estúpidas! – Intento aguantar la risa pero la cara de indignación de Alice no ayuda - ¡Deja de reírte! ¡Esto es serio! Bueno, como tú comprenderás está vez no me quedé de brazos cruzados y con argumentos le discutí todo lo que él decía.

- ¿Y qué pasó?

- Le llamé misógino de mierda y él me llamo reprimida y loca – No lo aguato más y me rio, me rio como hacía mucho tiempo no lo hacía – Bella… - Su voz de advertencia no ayuda a que deje de reír – Bella como no dejes de reírte meto tu cabeza en el cubo de la pintura roja y ese pelo castaño que tienes acabará podrido.

- Está bien, está bien… - Cojo aire y me tranquilizo – Ya.

- ¿Cómo puedes ser amiga de ese…? Mira mejor me callo – Me vuelvo a reír pero está vez paro antes de que me amenace.

- No sé. Él es excéntrico, malhumorado y gruñón, pero es un cielo de persona. Yo también discutía como una loca con él al principio, pero luego nos hicimos amigos. Dale tiempo – Alice saca una cerveza de la nevera y se sube en la encimera, justo a mi lado – Así que… te ha gustado ¿eh?

- No digas bobadas Bella – Pone los ojos en blanco y se va a admirar su nuevo cuadro. La sigo y lo vuelvo a mirar. En realidad es intenso, como todo lo que he vivido hoy – Y tú qué tal con ese guaperas.

- Ni me lo nombres.

- ¿Por qué? ¿También era un capullo?

- Peor. Se dedica a romper familias. Me da asco… - Miro el cuadro y observo el amarillo. Es el color que más resalta de los tres – ¿Por qué es el amarillo?

- Por tu bebe – Se lleva la cerveza a la boca y se la bebe de un tirón. Me mira y me sonríe y yo la abrazo con fuerza por hacerme ese regalo. No todos los días tu amiga pinta lo que significa un bebe para ella en un cuadro – Es lo único brillante y esperanzador que he visto hoy.

- Gracias – La suelto y Alice pone música - ¿Dónde lo vamos a poner?

- ¿Qué tal aquí? – Alice señala la pared de encima del sofá.

- Me parece perfecto, ¿cómo lo vas a llamar?

- La esperanza entre el caos – Dice observándolo.

- Me gusta. Un tanto lúgubre pero me gusta.

- ¿Quieres que veamos la ecografía de nuevo? – Se sienta en el sofá y me mira con cariño.

- ¡Sí! – Grito saltando al sofá para sentarme a su lado. Alice pone el DVD que me han dado y esperamos a que comience. Mientras tanto la música nos invade y mis ojos vuelven a llenarse de lágrimas. Me he vuelto una llorica. Malditas hormonas…

"…Tu lugar es a mi lado,

Hasta que lo quiera Dios,

Hoy sabrán cuanto te amo

Cuando por fin seamos dos

Yo nunca estuve tan seguro

De amar así sin condición

Mirándote mi amor te juro,

Cuidar por siempre nuestra unión…"

- Es precioso – Dice Alice emocionada. Las lágrimas de felicidad vuelven a recorrer mis mejillas.

- Sí, lo es – Y es mío. Sólo mío.


¿Bien o no?

Muchísimas gracias por sus comentario a Mentxu Masen Cullen y Ini narvel =)

Gracias también por sus alertas y favoritos, me encantó que les haya gustado.

Y mil gracias a todas las lectoras anónima por sus visitas, de verdad, gracias.