Terminamos, gracias por leer y si me he retrasado un poco lo siento, causas de fuerza mayor (no tenía internet) Un abrazo :)

Nothing Else Matters

So close no matter how far
Couldn't be much more from the heart
Forever trusting who we are
No, nothing else matters

Epílogo:

"Y nada más importa"

El agente especial del NCIS, G. Callen, siguió a Tamara Russ cuando la atractiva viuda abandonó la ferretería llevándose una bomba de presión hidráulica. La misteriosa mujer de cabello corto y figura estilizada había sido puesta bajo vigilancia unos días atrás al encontrarse sus huellas en el escenario de un crimen que investigaba su servicio.

El tipo fornido de cabello castaño y barba de varios días que ella recogió en el motel le resultaba familiar aunque no lograba saber de qué. Llamó a su compañero Sam Hanna por la frecuencia de la agencia de investigación cuando la Ford 150T enfiló la salida norte de Los Ángeles.

Erick estaba usando uno de los satélites para no perder el rastro del vehículo. Richard Valley, el tipo que se reunió con la mujer se llamaba así. El nombre le vino como un flash y Callen tenía la completa seguridad de que no se equivocaba ¿Cómo sabía el nombre de ese tipo si no lo había visto nunca? Recogió a Sam y siguieron la autopista norte en dirección a la frontera con Nevada.

Creían que se trataba de una célula de eco-terroristas. Un grupo de pirados que creían luchar contra el gobierno y la destrucción del medio ambiente a bombazos. Por suerte, hasta el momento, no habían causado ninguna víctima mortal, pero el robo de varios detonadores de misiles y una pequeña lanzadera era lo bastante importante para que su equipo se encargase de la investigación.

La persecución los llevó al Valle de la Muerte. Junto a la entrada de una mina abandonada encontraron varios vehículos aparte de la camioneta que habían seguido hasta allí, y uno era ¿Una limusina?

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No había tiempo para saludos y bienvenidas, hacía seis meses que no se habían visto pero los Winchester se comportaron con sus colegas como si hubiese sido hacía unos minutos. Richard Valley tomó al vuelo el sable que le lanzó el cazador de casi dos metros y Dean descargó la bomba hidráulica de la furgoneta, para conectarla a un equipo electrógeno autónomo.

- ¿Funcionará? – preguntó Tamara

- Funcionará – respondió el cazador de fríos ojos verdes.

- ¿Te fías de Crowley? – Dick ayudó al otro hermano a descargar los bidones de disolución de bórax y vaciarlos en el conducto subterráneo instalado apenas unas semanas atrás.

- No, pero también quiere a Román fuera de su camino, es un favor que pagaría por hacer – sonrió con dureza el cazador más veterano - ¿Te han seguido?

- Por supuesto, ¿por quién me tomas? – replicó molesto el antiguo agente del FBI

- No le hagas caso Dick, mi hermano está un poco tenso – sonrió el otro Winchester conciliador – ya sabes las ganas que le tenemos a ese leviatán en particular.

Corrieron al centro de la mina, era una oquedad enorme, casi circular, la roca de las paredes estaba pulida. En el centro había un dibujo de diez pies de largo con la forma de un triskel. Había una tapa de madera en el suelo que se comunicaba con los tubos de plástico que habían enterrado durante las semanas anteriores.

- ¿Funciona? – preguntó Tamara

- Sí – Dean se arrodilló y separó un poco las juntas superiores para que viesen cómo la disolución vertida fuera de la mina, circulaba ya por allí – Dick, Tamara, más de dos es multitud.

- Dean, esos bichos son cinco, y uno es Román – protestó la atractiva cuarentona

- Como si son veinte – el duro cazador sonrió a la morena como disculpa y estrechó la mano de su amigo y compañero durante unos meses – esto es cosa nuestra, poned a salvo a los del NCIS. Que los usemos como tapadera no implica que los metamos de cabeza en la línea de fuego.

La pareja de cazadores dejó a los hermanos en medio de la caverna y se ocultaron en los alrededores. Unos minutos después contemplaron cómo una Hummer-limusina aparcaba junto al impala y su camioneta. De ella bajaron cuatro tipos con aspecto de seguridad privada y Dick Roman.

Los recién llegados entraron en la Mina y ambos cazadores se acercaron un poco más a la entrada para asegurarse de que los leviatanes no habían tomado precauciones adicionales. Un todo terreno se detuvo quedando semioculto entre las rocas a un lado de la pista de tierra y dos hombres bajaron agazapados acercándose a dónde estaban Tamara y Richard.

Era su parte: impedir que los dos agentes, que fueron sus jefes en un tiempo que nunca existió, corriesen peligro. Valley sorprendió a ambos hombres encañonándolos con su rifle.

- Callen, Hanna, por favor, levanten las manos y no hagan ruido – advirtió con el tono de voz controlado para no ser oído dentro de la cueva

- ¿Cómo sabes quiénes somos? – se giró lentamente el fornido agente de color levantando las manos a la altura de la cabeza.

- Eso no es importante aún, aléjense de la entrada – replicó Tamara apuntándoles también con su recortada.

- Los llevaron a su propio vehículo y los esposaron con sus propias bridas en el asiento trasero, de espaldas, uno contra otro. Quedándose con ellos a la espera de una explosión que tardaba en producirse.

- ¿Qué haréis con nosotros? – preguntó G, confuso por la extremada educación del tipo que acompañaba a su sospechosa.

- No se preocupe Callen, todo esto terminará en unos minutos, y entonces podrán irse – explicó el cazador – están tardando demasiado.

- No debimos dejarles solos con esos monstruos – se quejó la morena

- ¿A quiénes?

- No os importa – cortó fríamente la mujer

Pero tenía razón y Richard lo sabía. Estaban tardando demasiado. Quizás no era tan fácil como había asegurado Dean Winchester. Quizás necesitaban su ayuda.

- Quédate con ellos yo voy…

- Ni hablar – cortó su compañera – dijeron que se encargaban solos, si nos metemos por medio podemos empeorar la situación

- Tamara…

- La última vez que no les escuché perdí a mi esposo Dick, esperaremos – sentenció la morena.

El último intento de discusión se vio interrumpido por una fuerte explosión que provocó una avalancha de rocas y tierra que sepultó la entrada de la mina, la limusina y la furgoneta, dejando intacto milagrosamente al Impala.

Richard salió del todoterreno de los federales como una exhalación. Ni siquiera echó un vistazo a la furgoneta (aunque sólo hiciera unos meses que la compró). Como se había temido, la caverna trampa había sido sellada y no había rastro de sus amigos por ningún lado.

Tamara se quedó dentro del coche con los dos agentes que mantenía prisioneros aunque ya no por mucho tiempo. Abrió las tijeras de la navaja multiusos y los desató. Sam hizo ademán de desarmarla y la atractiva mujer le encañonó clavándole su recortada en el pecho dolorosamente.

- Tranquilo hombretón, todo esto tendrá su explicación en un momento – el otro cazador volvió al vehículo mortalmente serio - ¿no hay rastro de ellos?

- No

- ¿Y el plan B?

- Tendremos que improvisar – los ojos grises miraron distraídos el coche negro rodeado de escombros y sin ningún arañazo salvo una cantidad desorbitada de polvo cubriéndolo, sacudió la cabeza – bien caballeros, están libres, voy a contarles una historia y de ustedes dependerá el final.

Durante un par horas puso al corriente a los dos escépticos agentes de lo que había ocurrido allí, les proporcionó pruebas documentales y les dejó decidir sobre su libertad y la de Tamara. Todo ello sin mencionar a los Winchester.

- Nuestro deber es arrestaros – manifestó Sam Hanna no demasiado convencido, palmeando una carpeta con fotos y documentación sobre los leviatanes – pero esto…

- Vuestros compañeros, quienes fueran, tenían razón, lo mejor es que en nuestro informe pongamos que habéis sido enterrados por la explosión – admitió Callen pidiendo el consenso de su amigo

- Es lo que vamos a hacer. Podéis iros – el fornido agente de color murmuró preocupado al ver los coches destruidos - ¿podréis llegar a la civilización?

- Desde luego chico grande – sonrió por primera vez Tamara, su atractivo creció exponencialmente con esa sonrisa – el Impala está intacto

- ¡Un Chevy Impala clásico? – Callen se acercó al coche negro de agresivas líneas deportivas – está impecable, ¡qué cosa más bonita!

- ¡Eh tú! ¡Aléjate de mi nena! – gritó un montón de tierra y raíces andantes

- ¿Estáis bien? ¿Y Sam? – preguntó Valley

- Aquí – musitó el gigante castaño a su lado sacudiéndose un poco de tierra del cabello – no calculó bien la huída y el respiradero se derrumbó cuando salíamos…

- ¿No calculé bien? Mis cálculos eran perfectos, ¿Qué culpa tengo si los detonadores esos tenían un fallo en el temporizador? – gruñó el montón de tierra sacudiéndose y dejando ver al cazador debajo de todo ese estropicio - ¿Dónde comprarán los militares sus armas? ¿en un mercadillo? Eh, Callen, como no te alejes de mi nena te corto las manos.

Los dos agentes del gobierno no sabían cómo reaccionar, su primer impulso era detener a los cuatro pero después de todo lo que le habían contado Valley y Tamara preferían tener más datos antes de actuar.

No se arrepintieron nunca de la decisión de encubrir a los cazadores de monstruos. Aunque no recordaran el tramo de tiempo borrado de la historia de sus vidas, su experiencia como investigadores y las pruebas que les había proporcionado Valley les fueron muy útiles para desactivar parte del entramado que Dick Roman tenía establecido por todo el país y por medio mundo, acabando con la terrible amenaza que suponía que aquellos seres estuviesen organizados.

Y así, durante los años que siguieron, la colaboración secreta de la agencia estatal con un grupo de delincuentes dados por muertos, fructificó eliminando poco a poco cuanta amenaza sobrenatural iban encontrando por el camino.

NCIS-SN Sioux Falls, primavera de 2016 NCIS-SN

El taller de automoción "Bobby House" estaba cerrado por motivos familiares aquella hermosa mañana de sábado. Frente al pequeño desguace adyacente había aparcados una serie de vehículos que podían haber formado parte del catálogo "Automóviles con personalidad".

Desde un Ford 34 Street Rod de color rojo, a un Hemi Challenger del 71, pasando por un flamante y recién pintado Chevrolet Impala, eso sin contar los otros modelos que sin ser parte de la historia del automovilismo eran tan bonitos como funcionales… Salvo el Ford Crown Victoria del sheriff, o la sheriff en este caso, que era un modelo que ya sólo se veía en las películas.

Jethro Gibbs vestido elegantemente con un traje de Hugo Boss color marengo, sujetó a la pequeña Kattie con delicadeza impidiendo que la pequeña manchara el costoso traje. Sonriendo llamó a la puerta de la vivienda principal, el novio y el padrino aún no se habían reunido con los invitados así que podría limpiar a la niña sin problemas.

- ¡Ah! ¡Gibbs! Pasa – el padrino aún no se había cambiado de ropa – Pero, ¿a quién tenemos aquí? ¡Si es la princesita de Sioux Falls!

El mecánico, aún con el mono lleno de grasa tomó a la risueña chiquilla de los brazos del recién llegado, que no puso ningún reparo en que fuese él quien cambiara a la pequeña.

- Ven Kat, vamos a quitarte toda esa porquería, uf, ¡hueles a cloaca chiquitina! ¡eres la princesita más apestosa de todas las princesitas! – el bebé reía feliz ante los gestos exageradamente asqueados de Dean Winchester - ¿Con qué la alimentas Gibbs? ¿Con queso roquefort y coles de bruselas? ¡Asombroso! ¡oh, por favor, no me extraña que se le dejes al primer chiflado que te abre la puerta!

El rubio no podía borrar la sonrisa de los ojos cuando Kat comenzó a balbucear "Soboso, soboso" entre carcajadas.

- Venga muchacho, date prisa, que todavía tienes que vestirte – apremió el padre de la criatura, aliviado de no tener que cambiarla él

- Pues estamos buenos, vienes en el último minuto, no me dejas acabar de arreglar al novio, no me dejas arreglarme yo y me pones a esta mofetilla mofletuda en los brazos para que le cambie el pañal – la niña daba grititos de alegría con cada cosa que decía y con cada cómico gesto de disgusto del cazador – esto es asombroso, sencillamente asombroso

- ¡Somboso! – soltó la pequeña con otra carcajada cuando Dean le quitó el pañal y arrugó la nariz

- ¡Demonios! ¡Esto huele a infiernos! – Gibbs le dio una colleja en el cogote – ¡Ay! ¡Qué!

- ¡Nonios! – gorjeó el bebé feliz de la vida

- ¡Eso! – riñó el antiguo militar, director de operaciones del NCIS en Washington - ¡La segunda palabra que aprende! ¿y es papá? No, ¿Mamá? ¡que va!

- Tampoco fue la primera, Gibbs – Sam Winchester entró enfundado en su chaqué gris perla con la pajarita en la mano – Dean, ¿vas a tardar mucho?

- No me lo recuerdes chaval – ambos hombres se fundieron en un abrazo – a ver, yo te haré el lazo, deja a tu hermano que siga enseñando vocabulario de camionero a mi pequeña.

- Vamos Gibbs, no exageres – se rió el mayor de los Winchester vaciando medio bote de talco en el pañal de Kattie – es muy chiquitina, sólo es que le caigo bien ¿a que sí Kat?

El novio y su improvisado ayudante tuvieron que reír cuando la pequeña siguió con su parloteo sin sentido intercalando la nueva palabra.

- ¿Sabes Dean? Podías enseñarle a decir papá o mamá, Jody se va a mosquear cuando se entere que la segunda palabra después de "Asombroso", es "Demonios" ¿verdad Gibbs? – sugirió Sam

- Esto ya está, Gibbs – Dean tomó a la pequeña – lista para la acción ¿Verdad Kat?

- Dámela y ve a cambiarte que la que tiene que llegar tarde es la novia y no el padrino – riñó el viejo soldado – y podías hacerme el favor de enseñar a mi pequeña a decir mamá antes de que Jody la oiga decir demonios

- ¡nonios! ¡nonios!

- ¡Pero Gibbs! ¡no lo repitas! – se echó a reír el cazador – ay Gibbs, así no conseguiremos nada

- ¡Gis! – balbuceó el bebé

- Me largo antes de que le enseñes algo más – dijo el soldado con una sonrisa de oreja a oreja – no cariño, di papá, pa-pa, no Gibbs

- ¡Gis!

- Una mirada asesina de Sam impulsó a su hermano a subir a su habitación y arreglarse a toda velocidad para el enlace. El mayor de los Winchester casi no podía creerlo, por fin, después de tanto tiempo todo parecía ir bien.

Miró la imagen del espejo, un hombre de treinta y siete años le devolvió la mirada, franca, abierta, y en el gesto no había nada que le recordase toda la basura que había sido su vida hasta no hacía mucho tiempo. Sonrió, y se hizo el nudo de la pajarita satisfecho.

- Lo hicimos Bobby, lo pusimos a salvo y ahora el niño deja el nido – murmuró

- ¿Todavía? – Sam estaba aguardándole en la puerta de la habitación – y yo que creí que ya me considerabas un hombre

- Mírate, ¡Vas a casarte! – replicó el pecoso ilusionado como un colegial

- Sí, voy a casarme, y esta vez no hay ningún trato demoníaco por medio – Sam Winchester envolvió a su hermano en un abrazo en el que ponía todo el cariño por quien le había criado y toda la fe de la nueva vida que emprendería en cuestión de… - Démonos prisa que faltan diez minutos para que empiece la ceremonia.

NCIS-SN Sioux Falls, primavera de 2016 NCIS-SN

La parte trasera del desguace había sido limpiada y acondicionada cuidadosamente para el evento. No había demasiada gente, a los Winchester no les quedaban demasiados amigos y su familia se reducía por el momento a ellos tres. La familia de la novia tampoco era muy numerosa y casi todos los amigos de ella también lo eran del novio.

Abby Sciutto, se dirigió al altar al sonido de "I Don't Wanna Miss A Thing" de Aerosmith. No era la canción nupcial más común pero su traje tampoco. Estaba guapísima, con el cabello suelto sobre los hombros desnudos, y el vestido palabra de honor en tonos beige y marfil.

Sam la tomó de la mano al unirse a él frente al altar dónde Dean Winchester a un lado y Zhiva David al otro ejercían respectivamente de padrino y dama de honor. El sol bañaba el patio de butacas dónde Gibbs sujetaba a Kattie de pie sobre sus rodillas mientras su esposa, la sheriff del pueblo hasta las siguientes elecciones, comentaba con Lisa Valley lo guapos que estaban los novios y los padrinos.

El esposo de la atractiva morena paseaba por un lateral de los asientos meciendo a uno de sus gemelos y Tamara Russ arrullaba al otro bebé mientras comentaba con Sam Hanna cómo le habían ido los últimos trabajos.

En los bancos del lado del novio un grupo de cazadores se rebullían inquietos ante las miradas de los bancos del lado de la novia, agentes federales que conocían bastantes de aquellas caras por haberlas visto en más de un expediente. Pero uno de los invitados era nada más y nada menos que el subsecretario de defensa León Vance, otros dos los directores del NCIS de Washington y de Los Ángeles y si ellos mismos estaban invitados era porque conocían bastante bien a la pareja que unía sus vidas frente al sacerdote de cabello oscuro y ojos azules.

- ¿Tenéis los anillos? – preguntó Jim Novak a la pareja y sus padrinos. Dean rebuscó por todos los bolsillos de la americana y se quedó blanco – Lo suponía, no pasa nada, podemos seguir.

- Lo siento – murmuró avergonzado el cazador – debí dejarlos en el recibidor al cambiarme la chaqueta.

- ¡Tranquilos! – Adam Winchester llegó a la carrera y dio un pequeño estuche a su hermano mayor – me imaginé que podía pasar, continúa padre Jim.

El joven se sentó en primera fila con Ben Valley y su mentor en el instituto de medicina forense, el anciano doctor Mallard. Estaba orgulloso del hermano que contraía matrimonio esa mañana y del que se retorcía las mangas de la americana de puro nerviosismo. Tío ¿Dean Winchester estaba llorando? No, debía ser el sol que ahora daba de lleno en los rostros del padre Novak, los padrinos y los novios.

- Samuel Winchester quieres a Abigail Sciutto para amarla y respetarla en las alegrías y las penas, la riqueza y la pobreza, la salud y la enfermedad y que sea tu compañera de camino durante todo lo que te quede de vida

- Si quiero – afirmó el gigante enamorado colocando el anillo de boda en el fino dedo de la novia.

- Abigail Sciutto – prosiguió Jim sonriendo satisfecho – quieres a Sam Winchester para amarlo y respetarlo en las alegrías y las penas, la riqueza y la pobreza, la salud y la enfermedad y que sea tu compañero de camino durante todo lo que te quede de vida

- Si, si, le quiero – rió con los verdes ojos brillantes de emoción y encajando el anillo en la enorme mano del nervioso cazador.

- Escucha, Padre de bondad, nuestra oración y concede a tus siervos, que confían en ti, conseguir los dones de tu gracia, conservar el amor en la unidad y llegar con su descendencia, después de esta vida, al reino eterno. Por Jesucristo nuestro Señor.

- Amén – respondieron todos con entusiasmo

La ceremonia terminó y allí mismo el catering montó las mesas para el almuerzo mientras la banda musical que habían contratado se desesperaba con las peticiones de la novia y el padrino.

Vale que no fue la fiesta más elegante, ni la comida más selecta, ni el típico vals nupcial, pero ninguno de los presentes quería ni esperaba una fiesta de pompa y boato. Después de la guerra de nata, que se montó cuando se partió la tarta, comenzó el baile que acabó transformado en karaoke al no saberse los músicos la letra de las canciones que les habían pedido.

Hanna le quitó el bajo a uno de los jovenzuelos del instituto de Ben contratados para la ceremonia y la novia le quitó el micro a la chiquilla que estaba a punto de llorar (por supuesto que el hijo mayor de Richard Valley se apresuró a consolarla ante el orgullo de su padre adoptivo y de quien lo fue por un breve lapso de tiempo)

- ¡Aquí vamos a cantar todos! – gritó la novia - ¡Es mi boda! ¡Así que suba León! – el subsecretario de defensa no podía ponerse más blanco o se parecería a Michael Jackson – Vamos, no tiene que subir solo, puede subir con su esposa y sus hijos…

Y así, uno grupo tras otro (nadie se atrevió solo), subieron y cantaron tan mal que la tarde se fue nublando sin lograr empañar la alegría de las casi cincuenta personas que bebían, cantaban, comían y disfrutaban como no lo habían hecho en mucho tiempo.

- ¡Venga cuñado! ¡Sube aquí conmigo y no dejes que cante el novio o lloverá! – se rió Abby de su flamante esposo - ¿Una de Metálica?

- Vale, un momento que convenza a mi pareja – tomó a Kattie en brazos y subió al escenario ante los vítores de los concurrentes – vamos allá.

Sam Hanna atacó los acordes de una de las pocas que conocía del antiguo grupo de rock, más que nada por las versiones posteriores que se habían hecho. Por primera vez en esa tarde todos acabaron cantando contagiados por la felicidad que la hermosa pareja desbordaba.

Sam Winchester subió al escenario y abrazó por detrás a Abby mientras la muchacha entonaba con entusiasmo "Nothing Else Matters" convertido en un tema a dos voces, aunque en ese caso eran dos voces y un murmullo vergonzoso.

- ¡Vamos Sammy! – apremió el pecoso con el bebé de poco más de un año subido a coco - Never cared for what they say, NO, Never cared for games they play, NO, Never cared for what they do, NO, Never cared for what they know… And I know

No se preocuparían por el mañana, por el trabajo, por lo que los demás pensaran, por lo que hiciesen a sus espaldas, ese era su día, y lo disfrutaban porque se lo habían ganado con sangre, sudor y lágrimas.

Unidos sin importar la distancia, como sólo une la fuerza del corazón, confiando siempre los unos en los otros. No, nada más importa.

FIN