A/N: Lo prometido es deuda, como ya dije ayer en fb xD Como siempre, lamento muuuuucho la demora, ustedes saben que me cuesta escribir, no por falta de inspiración sino que por falta de tiempo, además de desorganizada que soy y que tengo otros cuatro fanfic esperando ser actualizados ^^U De todos modos, muchísimas, MUCHÍSIMAS GRACIAS a Sheyla que siempre está atenta a mis movimientos. Muchas gracias por tenerme tanta paciencia xD También muchas gracias a Tomoyo Arison por dejarme su lindo review en ff y a ayase-chan, XxTomoyoxX y a Dark_Princess por dejar un comentario en MY. Como siempre digo, no planeo abandonar ninguno de mis fics, me demoraré, pero actualizaré tan pronto como pueda.


¿Por Qué No Puedo…?


Capítulo 04: Saliendo en Secreto.


(…)

- Gracias por este día, la pasé bien contigo –dijo Haruhiko deteniendo el auto frente al edificio de departamentos donde el muchacho vivía con su hermano.

- Gracias por traerme, Haruhiko-san…

- Haru-san –le corrigió de inmediato, mirándolo con seriedad.

- Claro. Gracias por traerme… Haru-san.

El hombre asintió y esperó a que cerrara la puerta del auto para irse. Al borde de la vereda, Misaki observaba cómo se iba y perdía entre las calles antes de volver al departamento. Y se quedó pensando, pensando en el día que había tenido y lo que había pasado con Haruhiko.

Después de esperarlo en su oficina a que saliera de la reunión, conversaron sobre lo que el muchacho quería mientras almorzaban. Y a pesar de ser tan incómodo y complicado, el resultado fue bastante agradable. Haruhiko seguía siendo una persona demasiado extravagante para él, pero sabía moderarse, o al menos con él aprendió cómo.

"Tal vez ya me conoce…", pensaba en el ascensor mirando los números del piso ir subiendo. Cualquier cosa que decía interesarle o gustarle, Haruhiko de inmediato se lo ofrecía en cantidades excesivas, pero al momento de sacarlo a comer elije lugares no muy lujosos. "Aunque aún tengo que cuidar lo que digo con él, sino me preguntará si es lo que quiero que me dé…"

Por mucho tiempo no entendía por qué ambos Usami querían comprarle todo lo que miraba, pero podía sospechar que eso era por su crianza. Mientras él había sido criado por sus padres y luego hermano, los Usami fueron criados por tutores y sirvientes. Mientras él tenía que esperar y ser consciente de lo que quería o pedía, ellos lo que querían lo tenían de inmediato. Aunque claro, eso era en el sentido material, porque en el emocional estaban al revés, él con una cálida y alegre familia presente, y ellos con una fría familia ausente.

Entró al departamento con su cabeza en las nubes, complicado. El día ya empezaba a atardecer y en el comedor entraba la luz anaranjada que caracterizaba esa hora. Tan normal era estar ahí, a esa hora, y disfrutar de los colores que delineaban el horizonte, pero ahora se sentía tan distinto…

Subió las escaleras a dejar la mochila en su habitación y luego buscó en las demás al conejo, encontrándolo dormido en su cama.

- Usagi-san, despierta… –susurró parándose a su lado en la cama- ¿qué quieres de cenar?

- A Misaki –gruñó sin moverse mucho, sólo abrazando más fuerte su almohada.

Sonrojado, el estudiante se enderezó y distanció pensando en el hombre que con tanto anhelo lo esperaba. Aunque eran dos, no podía sacar del primer plano a su Usagi-san. El hombre que antes que nadie en toda su vida le había declarado su amor y con el que tenía constantemente momentos de intimidad sexual. Él fue su primero en tantas cosas y hasta la fecha le hace sentir tantas más. No podía dejarlo. Haruhiko podía estar esperándolo y esforzándose por complacerlo, pero él no estuvo cuando necesitaba a alguien el día que su hermano se casó y se fue, tampoco cuando se sentía solo o tonto con alguna materia en la universidad.

"¿Quién será el más dependiente…?", se preguntó sentándose en el suelo y apoyando su cabeza en la cama de Akihiko.

(…)

- Disculpa la demora. ¿Aún tienes hambre?

Pasaron cerca de dos horas desde que Haruhiko había entrado a la reunión y ahora que volvía tenía el placer de saludar a un adormilado Misaki, quien al escuchar su voz, saltó en el lugar.

- Ah, bienvenido de regreso* –se restregó los ojos y continuó, mirándolo-. Un poco… creo. Lo siento, me quedé dormido. ¿Terminó bien la reunión?

- Algo así, aún hay varios asuntos que tratar, pero lo que era urgente ya se ha solucionado. ¿Quieres ir a una habitación?

Despacio, Haruhiko se arrodilló frente a él y posó su mano sobre la suya, apenas tocándolo con la punta de los dedos. Los ojos de Misaki se exaltaron y un largo escalofrío recorrió su espalda, terminando en un fuerte sonrojo.

- ¡Q-Qué está proponiéndome, Haruhiko-san! –interrogó su vergüenza.

- Que vayamos a una habitación, puedo pedir una suite con una cama muy cómoda. Por aquí cerca hay unas muy buenas, te pueden gustar –respondió sin inmutarse por la exagerada reacción.

- ¡Haruhiko-san! –terminó por saltar sobre sus pies, intentando escapar del contacto del empresario, tropezándose y cayendo de lado.

Hubo un incómodo momento de silencio en la oficina antes de que Haruhiko agregara, con su monótona voz:

- ¿Es así como te despiertas siempre o prefieres que llame por una ambulancia?

La situación era ridícula, Misaki lo sabía y temía que el suelo fuera lo suficientemente resistente como para soportar el peso de su vergüenza. Este era otro de esos momentos en los cuales deseaba que se abriera un agujero y lo tragara. Aclarando su garganta se colocó sobre sus dos pies rápidamente, limpiando con ambas palmas sus pantalones.

- Estoy bien, no pasó nada, no es necesario que haga algo por mí…

Dicho eso recogió su mochila y pretendió escapar, aprovechándose del "pánico" –más bien su propio pánico-. Lástima que Haruhiko no estaba tan alterado como él. Con una mano sobre su hombro lo detuvo a medio camino.

- Pensé que iríamos a comer juntos –dijo serio.

- Lo siento, Haruhiko-san, Usagi… digo, Usami-san me está esperando y yo…

- ¿Y no puede esperarte un poco más? Sólo es un almuerzo.

- Lo siento, Haruhiko-san, pero de verdad que no puedo salir con usted a almorzar y no, no es porque usted me desagrade, es sólo que…

- ¿Que Akihiko es un bebé que no puede cuidarse por sí solo ni por un día siquiera? –Lo interrumpió, sugiriendo su pregunta como el resto de la frase- ¿Tan inútil es?

- No. ¡Que no es eso! –exclamó poniéndose ansioso.

- ¿Entonces qué? ¿Qué es lo que te impide salir a almorzar conmigo? Sólo eso te estoy pidiendo.

- Lo siento… simplemente no puedo –con la mirada escondida pronunció esas palabras.

- ¿Aunque sea por Haru-san?

- Por lo mismo no puedo, porque se trata de Haru-san que no puedo. Para empezar, Haru-san es un hombre…

- ¿Y qué con eso? Akihiko es un hombre, también.

- Lo sé, pero aun así… –sacudió su cabeza, intentando ordenarla- es un problema…

- Misaki, no te estoy pidiendo algo más que un poco de tu tiempo. No es muy distinto a lo que ibas a hacer con tus amigos.

- Sí lo es. Haru-san está esperando mucho más de lo que un amigo espera. Ya… Ya es bastante difícil con Usagi-san como para hacer lo mismo con Haru-san. Por eso no puedo…

Aunque fuera difícil decirlo, tenía que hacerlo. Aún le era difícil aceptar su relación con Akihiko y ahora con Haruhiko haciéndose camino hacia él todo parecía querer complicarse más, tanto en su corazón como en su mente.

Con la mirada triste se dirigió al empresario, esperando que lo entendiera, pero para su sorpresa la única respuesta que recibió fue un:

- Entonces Haru-san decidirá a donde iremos a comer.

- ¿Qué? ¿Acaso no me estás escuchando, Haruhiko-san? –exclamó desesperado.

- Sí te escuché y por eso yo tomaré las decisiones de ahora en adelante, para facilitarte un poco las cosas. ¿Tienes alguna queja al respecto?

- ¿Que si tengo una…? –El hombre tomó sus cosas y se acercó a la puerta mientras lo escuchaba- ¡Pues sí, la tengo! ¡No puedes decidir por mí lo que quieras y mucho menos a tu favor! Ambos son tan distintos y al mismo tiempo tan similares –murmuró en un gruñido no muy bajo-. ¿Por qué siempre hacen lo que les viene en gana, Usagi-san y tú?

- Porque tú nunca te decides, ¿tal vez? O al menos ese es mi motivo, no sé Akihiko. Vámonos ya, no será más que una comida y luego te llevo de regreso con él. Él podrá cuidarse solo en tu ausencia.

Abrió la puerta y lo dejó pasar delante de él, atento a su postura defensiva.

- ¿Por qué mi opinión nunca cuenta con ustedes…? –se quejó.

- Porque no eres honesto.

(…)

El olor a comida lo despertó. Olía tan bien que supo de inmediato que su pequeño castaño había regresado, tenía que ir a saludarlo de inmediato y calmar esas dudas con las que se había ido a dormir.

- ¿Ya estás despierto? ¿Cómo te sientes? –preguntó el castaño al verlo bajar las escaleras, aún concentrado en la comida.

- Bien… sólo un poco necesitado –respondió abrazándose a la espalda de su amado, hundiendo su nariz en sus cabellos-. ¿Cómo te fue en la prueba?

- No sé, estaba muy complicada. Aunque respondí todo no estoy muy seguro de qué tan correcto estaba…

- Hmmm… ya veo… –suspiró apretándolo más fuerte contra su pecho-. ¿No hay algo que quieras decirme?

Akihiko sintió a su pareja tensarse bajo sus brazos e intentó escapar de su contacto sin mucho éxito.

- ¿De qué hablas, Usagi-san? ¿Acaso sigues dormido? Mejor anda al comedor que aquí puedes ocasionar un accidente –le pidió, eludiendo su pregunta.

- Has estado raro últimamente, ¿seguro que no hay algo que quieras decirme?

- ¿Qué? –Tartamudeó, mala señal- ¡Seguro! Ahora mejor anda al comedor que aquí te puedes quemar –señaló la sartén que usaba en ese momento.

- Estás extraño…

Dicho eso le obedeció y se sentó al otro lado de la mesa americana de la cocina, mirándolo con sus ojos aún adormilados.

- Debes estar imaginando cosas –volvió a tartamudear, sonrojándose.

Ninguno agregó algo a su conversación, sólo esperaron en silencio a la comida. Una vez lista, Akihiko lo ayudó a acomodar la mesa.

Una comida bastante simple, como siempre, con el mismo sabor de la cocina de Misaki, pero con algo ausente. Algo que sólo Akihiko podía sentir, pero todavía no lo entendía.

"Tal vez ese Haru-san tenga algo que ver…", pensó analizándolo por todos lados, su rostro, sus gestos, sus movimientos. Todo, lo que sea que le diera una pista.

- ¿Sucede algo? –preguntó nervioso Misaki por su insistente mirada.

- ¿Viste a Haru-san hoy? –Fue al grano, obteniendo una inesperada reacción de vergüenza en su adorado castaño-. ¿Me estás engañando con él, Misaki?

- ¿Qué? ¿De dónde sacas esas cosas…?

- No sabes mentir, Misaki, tu rostro me lo dice todo.

- ¡Pero no te estoy engañando! –gritó tartamudo.

- ¿Entonces sí pasó algo con ese tipo? –se paró de golpe, molesto.

- ¡No pasó nada, Usagi-san! ¡Deja de ser tan celoso!

- Dime la verdad, Misaki. ¿Te ha tocado? ¿Te ha hecho algo?

Akihiko se apresuró a su lado, tomándolo por los hombros, alterado con sólo pensar que alguien había puesto sus manos sobre su Misaki y lo besó con ansiedad.

- Usagi-san… Detente, por favor…

- ¡Tú eres mío! ¡Que no se te olvide, Misaki! –exclamó apoderándose con ambas manos de su rostro y volviendo a reclamar sus labios.

- ¡U-Usagi-san…! Cálmate… un momento… por favor…

La voz de Misaki se ahogaba entre los labios del escritor, esperando que fuera escuchada, pero la situación se repetía nuevamente y no parecía haber escapatoria.

Las manos ansiosas de Akihiko se metieron bajo su polera, aferrándose a su cintura y forzándolo a ponerse de pie, pegando su pecho contra el propio, manipulando sus labios en un necesitado beso.

- Eres mío, Misaki…

Repitió sin aliento hasta el cansancio, ahogando a Misaki entre la ausencia de aire y los intensos sentimientos.

- Sin ti… sin ti yo me muero, Misaki… –susurró con desespero. Lo cargó entre sus brazos y de alguna manera lo logró acostar en el sofá. Dejó de besar sus labios para morder su pecho mientras apretaba con una mano su excitado bulto-. Te necesito, Misaki…

Las palabras de Akihiko ya no eran extrañas para Misaki, pero aún no podía entender lo que sucedía con él y los hermanos Usami. ¿Qué era eso que los provocaba a "necesitarlo" tanto? Él no tenía nada que lo hiciera especial. No tenía ni el dinero ni la educación que lo hiciera digno de ellos, y aun así disfrutaba su compañía.

¿Pero qué era lo que él esperaba de todo esto?

(…)

Los platos los acomodó una amable mesera frente a cada uno de los usuarios de la mesa y deseándoles una excelente velada, se despidió.

Sentados en un restaurante familiar, comiendo una comida común, Misaki observaba la expresión de póker de Haruhiko frente a su plato. Él había pedido una hamburguesa para almorzar y Haruhiko pidió lo mismo, exactamente lo mismo que él. El plato era bastante grande como para contener la gran hamburguesa y acompañarla por una buena porción de papas fritas.

De haber sabido que Haruhiko pediría lo mismo que él, habría elegido algo más simple de comer.

Al notar la mirada de Haruhiko en él, inclinó la cabeza a un lado, peguntando.

- ¿Sucede algo, Haru-san?

- ¿Acostumbras comer esto?

- No mucho, pero pensé que no sería mala idea comerlo ahora. ¿Quieres que llame a la mesera? De seguro te podrán cambiar el plato.

- No. Estoy bien –lo interrumpió sin desconectar la mirada de su bandeja.

- ¿Habías comido antes una hamburguesa?

- Claro que sí, pero sólo cuando estaba en el instituto. Ryuuichirou me forzó un par de veces a acompañarlo a lugares así –tomó con ambas manos su pan y lo contempló-. Aunque no recuerdo que fuera tan grande.

- Bueno, este restaurante se caracteriza por servir grandes platos –señaló Misaki mirando hacia las demás mesas que tenían platos casi tan o más grandes que los suyos.

- Ah, ya veo –asintió siguiendo su mirada y volviendo a su hamburguesa.

Tal vez era porque llevaba un tiempo compartiendo con él, pero Misaki se hallaba impresionado por la ligera expresión de desconcierto que logró distinguir en el rostro de Haruhiko. Cualquier otra persona diría que simplemente estaba mirando la comida, pero la leve curvatura de sus labios y el pequeño espacio estrechado entre sus cejas le dio las pistas suficientes a Misaki para suponer lo que estaba sucediendo en su cabeza.

"Aún me sorprende que haya gente como él en el mundo", tomó nota, mentalmente, dejando que una suave sonrisa lo animara.

Miró su plato y, como tenía acostumbrado, destapó su hamburguesa agregando a su contenido un poco de mayonesa y salsa de tomate, aprovechando de untar un poco del último sobre sus papas fritas. Una vez terminó con los condimentos, tomó con ambas manos su hamburguesa y abrió la boca bien grande para degustar la primera mordida.

- Tienes una boca muy grande –comentó ciegamente Haruhiko, sorprendiéndolo.

Alcanzó a morder cuando lo escuchó hacer semejante comentario, pero con la boca llena no tenía cómo responderle. Sonrojado de una fuerte tonalidad rojiza, tragó su mordida y espero poder tener el aire para responderle.

- Eres demasiado directo, Haruhiko-san.

- ¿Te molesta?

- No es que me moleste –desvió su mirada evitando la atención que estaba recibiendo-, pero a veces dices cosas muy inesperadas… o innecesarias.

- Entonces sí te molesta –confirmó Haruhiko.

- Que no me molesta, te digo, sólo es inesperado, nada más –volvió a replicar.

- Y yo solamente hacía una observación, no esperaba que eso fuera a ofenderte.

Aún sonrojado, Misaki prolongó otro poco la discusión con el jugador de póker hasta que se vio derrotado a confesar lo que sucedía en su mente.

- Son vergonzosos esos comentarios.

- ¿Ves que no hace mal ser honesto? –Dijo Haruhiko observando su bebida y tomando un sorbo, pronto frunció el ceño- Por cierto, ¿qué bebida es esta, Misaki?

- Coca-Cola, ¿no te gustó, verdad?

- No estoy acostumbrado a las bebidas con gas…

Misaki sonrió, observando cómo exploraba una comida tan común para él, pero que al parecer, para el empresario, era una muy distinta a la que acostumbraba.

- Ahora que lo recuerdo, nunca me gustaron las bebidas gaseosas –agregó Haruhiko, dejando a un lado el vaso plástico con una expresión que declaraba sus intenciones de no volver a tocarlo. Misaki reía mentalmente al notarlo-. A Ryuuichirou le encantaba venir a estos lugares, aún no sé el porqué, y las veces que lo acompañaba terminaba lleno de gases debido a las bebidas que me hacía probar. En esa época tenían más gas que las de ahora, pero todavía no les puedo encontrar el gusto. Oh, perdona, te debo de estar aburriendo con historias de hace más de diez años. Debe ser aburrido para ti conversar con alguien de mi edad –murmuró lo último, cruzándose de brazos, buscando un tema más "universal" para los dos.

Sorprendido, salió de sus cavilaciones cuando Misaki exhaló una cómoda risa. Lo miró esperando que se explicara.

- Discúlpame, no me estoy burlando de ti, te lo aseguro –sacudió sus manos para enfatizar lo que decía-. Es sólo que me recordaste un poco a mi hermano.

- ¿A tu hermano? ¿Cómo?

- Pues veras –sonrió suavemente, intentando disimular lo incómodo que estaba debido a la penetrante mirada de Haruhiko-, como ya sabes, él es diez años mayor que yo y desde que era pequeño, siempre me contaba varias anécdotas. Hasta inventaba cuentos para que me portara bien. Varias veces me habló de series, personajes y hechos de su infancia, pero yo no siempre puedo seguirle el hilo porque somos de distintas generaciones. Aun así me gusta escucharlo, es divertido ver cómo se emociona con algo, aunque sea algo que no entienda por completo. Sobre todo cuando habla de nuestros padres, hay cosas que sólo él vivió o recuerda de ellos –su mirada se suavizó y tomó una papa frita-. Gracias a eso aún puedo sentirlos cerca, a pesar de haberlos perdido cuando apenas tenía ocho años…

Tímidamente bajó la mirada, siendo lentamente acompañada por su cabeza, escondiéndose de lo que quería escapar de sus labios. Masticó su papa frita y pronto continuó.

- Creo que es por lo mismo que me preocupo cuando Usagi-san y usted hablan de su propio padre con tanta frialdad y se tratan de la misma manera entre ustedes dos. Sé que hay muchas cosas de ustedes que desconozco, pero… –apretó los puños bajo la mesa, arrugando sus bluejeans recopilando el valor necesario para decir lo que estaba en su pecho- Mis padres lo eran todo para mí y ahora lo único que me queda es mi hermano. No puedo siquiera pensar en odiarlo o querer ignorarlo, no después de todo lo que hizo por mí. Sin él yo me habría quedado solo, quién sabe dónde y haciendo qué cosas. Se supone que la familia está para apoyarse los unos a los otros, así es como creo y tengo entendido que es, pero con ustedes eso no sucede, aunque sea el mismo Fuyuhiko-san el que intente mejorar los lazos. Me cuesta mucho entenderlos, pero aun así me gustaría poder hacerlo. Me gustaría conocerlos más para poder ayudarlos…

Las palabras enmudecieron al heredero Usami mayor. Misaki apenas había levantado la mirada cuando se hizo consciente de la desconcertada y dubitativa que Haruhiko le dedicaba. Llegó a pensar que había dicho algo innecesario y que debía disculparse. Sin embargo, lo que pasaba en realidad por la mente de Haruhiko era contrario a lo que él creía. Haruhiko no estaba ofendido, al contrario, estaba sorprendido y conmovido. Las palabras que Misaki le había proporcionado lo motivaron a hablar con libertad:

- El asunto con mi padre es complicado –empezó a contar-. Akihiko y yo no somos hijos de la misma madre, supongo que eso ya lo sabías, ¿no? –vio a Misaki asentir y reacomodó la posición de sus brazos cruzados- Eso es porque, para él, nosotros no somos una familia, sólo somos otra inversión. La señora Usami, la madre de Akihiko, estaba más que consciente de eso, por eso nos permitió adoptar el apellido, pero mi madre no estaba enterada.

Esta confesión que Haruhiko realizó, captó la atención de Misaki, lo cual significó que se atreviera a levantarla cabeza y mirarlo a los ojos. La mirada de Haruhiko, sin embargo, estaba perdida en la bandeja de comida de Misaki. Sorprendentemente, esa expresión no lo incomodaba y lo observó continuar su relato.

- Mi familia, la de mi madre, era dueña de una micro-empresa nacional. Si no mal recuerdo, era una empresa bastante humilde, no anhelaba llegar a ser una gran empresa, le importaba ser más un aporte para la comunidad que enriquecerse, pero cuando mi madre se casó con… mi padre, el enfoque empezó a cambiar.

La historia de Haruhiko fue escuchada con fiel atención por parte del joven que lo acompañaba, lentamente entendiendo el ambiente en el que creció. La historia era larga, pero sonaba tan honesta y real que Misaki no podía pensar siquiera en que le aburriera.

- Finalmente, a los pocos meses después del resultado del juicio en favor de mi padre, me enteré que mi madre…se había suicidado.

Su mirada finalmente se elevó a los ojos de Misaki, por primera vez desde que se conocían, demostrando un profundo dolor por el simple recuerdo del pasado.

- Una vez que perdió mi custodia, mi madre decidió suicidarse. Dejó una carta donde explicaba cómo se sentía, cuanto le dolía perder las tres cosas más importantes de su vida: Su esposo, su hijo y la empresa de la familia. Decía que no quería vivir sin sus seres queridos. Que su vida se había ido lentamente, primero con la empresa, luego con su esposo y finalmente… cuando perdió mi custodia…

Esas últimas palabras salieron de sus labios con una forzada calma.

(…)

Una vez apaciguada su pasión, el cuerpo de Akihiko cayó en el mundo de los sueños sin siquiera alcanzar a llevarse consigo a "su Misaki", quien ahora simplemente lo miraba desde la postura en la que había terminado el acto. Afortunadamente no lo tenía encima, sino en ese momento estaría asfixiándose.

Contempló su nuevo conocimiento, reflejando en el rostro de Akihiko el rostro de Haruhiko, intentando hacerse una idea de cómo era su madre. Para su desgracia había muchos rasgos que indicaban su relación sanguínea con Fuyuhiko. Hasta en eso parecía querer controlar a sus hijos.

- ¿Qué sucede conmigo…? –murmuró sintiendo un profundo deseo de ver la sonrisa de Haruhiko de nuevo.

(…)


*Uso tan común como lo es "okaerinasai"

A/N: ¿Y va bien? ¿Va mal? ¿Qué opinan?