LA BELLA Y EL SAQUEADOR


Epílogo

Lo mejor de mi vida

Llegó feliz al pueblo, escoltado por Hawkguard y Whitespirit. No como prisionero, sino como una criatura libre, al fin.

"Regreso como un héroe".

—Tengo que decir que usted es muy valiente —dice riendo Hawkguard—. Lo que hizo para enfrentar a esos Magos Tenebrosos fue sumamente temerario pero efectivo.

"Quería ser libre, eso me motivó a hacerlo".

—Gracias —responde feliz Reaver—. No sé qué rango tendrá en la Guardia Real, pero no es el que merece.

"Es el Guardia Real más amable que he visto, el mejor sin duda".

—Yo estoy donde soy más útil —se ríe Hawkguard—. Pero me honra que diga eso, usted es lo que el Reino necesito.

"No, sólo soy un saqueador".

La ciudad se veía en mejor estado. Un año y siete meses habían pasado desde el sangriento amanecer del Tridente, y el invierno amenazaba con llegar de nuevo. Quería pensar que esta vez sería un dulce invierno, hasta el final, pero las misiones que había hecho le dejaban en claro que ninguno de los Tres Dientes del Tridente pensaba tomarse un descanso. Había hecho al menos una docena de ataques contra ellos, y el último fue tan duro que sobrevivió prácticamente de milagro.

"Pero valió la pena, me ganó la absolución de mi condena".

—Si lo desean, pueden venir a mi boda —dice él.

"Vamos, se lo merecen".

—Bueno, si nos invita usted —dice riendo el Guardia Real—. Claro que sí nos quedaremos.


Pinkie había planeado toda la fiesta.

Los diecinueve meses fueron duros. Un año lo pasó en la más absoluta tristeza. Pensaba en Ragnar continuamente, lo sentía en cada cosa: en la brisa de la primera, en el sabor de la primera manzana que comió en la temporada, en cada una de las estrellas del cielo. A veces, le pedía a Winter Soul que la llevara en carreta hasta el río Nerung, y entraba hasta que el agua cubría su lomo. Le parecía sentir la voz del grifo en el murmullo de la corriente.

Fue una reunión de los Cutie Mark Crusaders lo que le devolvió la risa.

Oyó a Zeta hablarle a sus amigas sobre cuántas veces buscó a su padre en sus sueños, y en todas las ocasiones lo encontró. Ella se sintió intrigada, y decidió imitarlo, y buscaría a Ragnar cuando fuera a dormir.

Lo encontró.

Se veía magnífico, y lo mejor es que sonreía. Parecía el mismo grifo que ella recordaba, pero había un brillo nuevo en él, como si irradiara toda la gloria de sus antepasados. Él mismo ahora se había vuelto un antepasado. Y habló con él, le dijo todo lo que quería decirle. Le pidió perdón, en nombre de todo el pueblo, le pidió perdón por ella misma, por no haber sido una mejor amiga para él.

Y Ragnar sonrió, y la abrazó. Le dijo que no había nada que perdonar, que ella había sido su mejor amiga, y que le había devuelto toda la alegría de vivir. Le pidió que hiciera eso por los demás habitantes del pueblo.

Y vaya que lo cumplió. Durante los siguientes meses, ella se preocupó por devolverle la sonrisa a cada vecino. Fue difícil: muchos la miraron con enfado, como si quisieran aferrarse a su tristeza. Pero ella no se dio por vencida.

Mucho menos cuando Fluttershy le dijo que se casaría. Ahí podría haber estallado de la emoción, y se decidió a hacer la mejor fiesta que jamás había hecho. Había planeado cosas grandiosas, que no habría podido realizar sin la ayuda del señor Ibrahim.


Y es que la boda de Fluttershy unió a la tierra y a las criaturas.

Como si supieran que sus frutos serían necesarios, las cosechas dieron en abundancia. Las tierras áridas dieron abundante cosecha, como la de una granja normal. Y dichas granjas dieron el doble. Campos extensamente cuidado regalaron el triple. Cada planta se esforzaba por producir todo lo que podía, y eso alivió el estómago de tantos habitantes que habían perdido sus hogares y su sustento en las escaramuzas del Tridente.

Pero no sólo fue alto el número, sino también la calidad, y ningún agricultor dudó de que la calidad de sus productos era la mejor en años. El aceite más barato era tan bueno como el aceite de primera calidad, el aceite de primera calidad parecía un producto divino. Las espigas de trigo, cargadísimas a más no poder, parecían quintuplicarse en el molino, y casi faltaron sacos para almacenar la harina. Incluso los viajeros lloraban al ver tanta abundancia en el campo.

El señor Ibrahim corrió con todos los gastos, y el clima parecía acompañarlo en todos sus negocios. Dulce como la alegría era el Gran Océano cuando sus barcos lo cruzaban, y nunca en su vida había visto semejante calidad en joyas, madera y telas.

El pueblo estaba desanimado, pero no las amigas de Fluttershy, y ellas se ocuparon de todo con una alegría que las desbordaba y comenzaba a contagiar a los demás. Uno a uno, fueron sumándose. Comenzaron a armar la fiesta más grande que había visto el pueblo.

La maestría de Rarity hizo el vestido más bello, con una seda tan delicada que parecía la más fina y cara del mundo. Comenzó a trabajar un lunes y no paró hasta tenerlo listo al anochecer del martes, tal fue su velocidad y su inspiración.

Twilight iba de un lado a otro, tratando de que todo estuviera en orden y en el plazo establecido. Spike cargaba varios pergaminos, y en varias ocasiones eran un saco repleto de ellos que el bebé dragón arrastraba, cada uno dedicado por entero a un aspecto de la fiesta.

Applejack y su familia estuvieron preparando sidra con semanas de antelación. A los ponis no les gustaba muy fermentada, pero a los mineros y Wing sí, y ellos llegarían en gran número. Además, los extraños selenitas habían desarrollado un curioso gusto por el vinagre de manzana, algo que ella no lograba entender, pero si ayudaba a alejarlos de sus instintos caníbales, mucho mejor.

Pinkie Pie, qué no hizo esos días. Si antes era hiperactiva, ahora parecía totalmente incapaz de estar quieta. Buscó toda clase de recetas, las ensayó, y creó un complejo menú de postres para la boda. El pastel de bodas fue una obra magnífica de ingeniería.

Rainbow Dash quiso ayudar, y la mejor forma que halló fue de mensajera. Llevaba mensajes de Canterlot a Ponyville, y desde ahí a Spurwing Hollow, para que Twilight, el señor Ibrahim y los Wing pudieran coordinarse de forma óptima.

Los Paladines Verdes llegaban y se iban, como la escarcha. Parecían visitar casas al azar, saludaban, dejaban pequeños regalos, a veces solicitaban almorzar, a veces vendían cosas en la plaza. Lo cierto es que cuando llegaban, los colores parecían más vivos.

Así, la boda no tardó estar lista, hasta el más mínimo detalle. Y la alegría, después de tanto dolor, regresó por fin al pueblo.


Sus misiones fueron difíciles, pero eso lo sabía ya al aceptar el trato.

La mayoría de ellas fueron acompañados por Stomnight, quien jamás le falló en ninguna ocasión. Otras veces iba la Agente Hooves, Stein o Shining Armor, pero no era muy común. La mayoría de las veces era él, el selenita y otro especialista.

Muchas veces tuvieron el apoyo de los mercenarios Iron Walkers. La compañía había jurado lealtad a Applejack y a la Reina Chrysalis, y sabían que a ambas les beneficiaba el fin del Tridente.

Harek y sus soldados fueron el ejército que soportó sobre sus hombros la difícil tarea de derrotar a la Legión, el conjunto de guerrillas que formaban el Diente armado del Tridente. Y siempre peleaban acompañados por magos del Covenant y engendros de la Cofradía Oscura. Las batallas siempre fueron en inferioridad numérica, y en sitios sumamente inaccesibles y poco beneficiosos para los mercenarios. Encima, nadie en el Reino sabía lo que estaba pasando, pues toda la campaña se manejó en estricto secreto. No en vano lo llamaron "La Guerra Subterránea", pues peleaban bajo tierra y sin el conocimiento de ningun civil, de ningún reino.

Pero ganaron.

La Reina Chrysalis fue la única soberana que los ayudó en algo. regaló una numerosa leva de voluntarios changelings, les proporcionó armas y suministros, y muchas veces acudía con sus propios soldados para ayudarlos. Ella les hizo alcanzable la victoria.

Reaver mismo estuvo en el asedio más complicado, en la fortaleza que fue sede del Covenant, Anarank'graddûr, y fue él quien le permitió a los mercenarios entrar. La batalla fue muy dura, y la misma Reina Chrysalis estuvo ahí con varias legiones, y gracias a los Paladines Verdes lograron superar los encantamientos Oscuros para finalmente demoler la fortaleza.

Sin embargo, y para su sorpresa, conoció en la cárcel a varios antiguos miembros del Tridente y de los Shadowbolts. Hatred Angerson, Raven Dark, Tearin' y Starfire, los tres últimos habían perdido las alas a manos de Zursodda. Pasó algo que él francamente no esperaba, y que si se lo hubieran dicho, lo habría tomado a broma: se volvieron sus amigos, y muy buenos amigos.

El primero fue Hatred. Los presos habían comenzado a darle una dura paliza, y Reaver fue a defenderlo, sin saber quien era; el poni terrestre lo insultó. Pero el pegaso recordaba las palabras de Fluttershy, cuando ella lo rescató de la mantícora:

—A veces, hay que tener un poco de Bondad.

Y puso en práctica eso, con aquel villano y con los tres Shadowbolts que duramente lo torturaron. Los protegía cuando los demás prisioneros iban a golpearlos, y eso era fácil porque en la cárcel todos lo respetaban. Lo complicado fue ganarse la amistad de ellos: lo odiaban. Rechazaban cualquier intento de Reaver de acercarse a ellos, e incluso lo golpeaban en el rostro para alejarse, pero finalmente fue capaz de formar lazos. Descubrieron que en realidad no eran tan diferentes.

Incluso convenció a la Princesa de reducirles sus condenas o al menos darles beneficios si lo ayudaban en sus misiones. Accedió, pero el SESE casi nunca requirió de ellos, quizás para evitar que se ganaran una reducción importante de condena. Lo felicitaron cuando ganó la absolución, y se alegraron cuando supieron que iba a casarse. Pero cuando se marchó, no pudo evitar girarse, para ver la cárcel y pensar que tal vez volverían a golpearlos.

Le dijo a Fluttershy que quería invitarlos. A Harek, al menos, y a Stormnight, Darkeye y Viewshade. Fueron grandes compañeros y amigos para él. Y ella le respondió que sí podía, y que Pinkie ya estaba planeando la cena para cada mercenario.


Cuando llegó, de inmediato Rarity comenzó a preparar su traje.

Reaver quería algo sencillo, pero la unicornio había hecho un traje digno para un príncipe o una rey; tuvo que descartar algunos detalles demasiado exagerados para lo que en el fondo era la boda entre Fluttershy y un poni libre.

Lo cual jamás sería poca cosa.

Y cuando ya hubo pasado una semana, los mineros levantaron un escenario a un costado del pueblo, porque acompañarían la celebración de la manera que ellos conocían, con mucha música de sus Reinos. Pinkie lo permitió y hasta le encantó.

Prácticamente el pueblo estalló cuando se supo que la propia Princesa Celestia llegaría para casarlos. Eso despertó a quienes aún no se sumaban a los preparativos, y en poco tiempo hasta la calle más olvidada estaba totalmente decorada para la fiesta.

Todo estaba preparado, y los mineros arrendaban sus casas para alojar a los invitados a la fiesta. Sin embargo, hubo un punto que incomodó bastante a Twilight y a la mayoría, si no todas, de las organizadoras:

Reaver quiso invitar a Chrysalis.


Es el día de la boda, y ya han llegado la mayoría de los invitados. Ahí está el señor Ibrahim con su cuantiosa familia, todos vestidos como verdaderos príncipes de Krallikistán. Hassan se veía como un conquistador, y Omar sencillamente se veía adorable.

Llegaron Harek y sus oficiales, vestidos con armaduras, como si fueran válidas en un evento formal. Guaicaipuro y Sitting Bull con sus trajes tradicionales de gala, repletos de plumas que bailaban al caminar.

Diamondheart casi se ve ridículo, con un elegante traje que parece a punto de romperse. Winter Soul se ve hermoso, con un traje sencillo y hecho a su medida. Lobero también destacaba, Rarity le hizo un traje blanco que contrastaba con su pelaje negro.

Wisemurk se ve francamente extraño, con un traje dorado que no sienta bien en sus colores. Cheerilee por el contrario, se ve bastante mejor, y qué decir de Lyra y Bon-Bon, que había coordinado sus vestidos para combinar mutuamente.

Ahí llegó Luna, y junto a ella, los selenitas: Darkeye, Viewshade, los jóvenes Nightfall y Sundown. Ahí llegó Celestia, y junto a ella venía Cadence, escoltadas por Shining Armor, Hawkguard y Whitespirit.

El grifo llamado Stein desentonaba totalmente. No traía puesta ropa de gala, sino que en su lugar llevaba su clásica bata de laboratorio. Se acercó a saludar a Derpy, quien estaba acompañada por un unicornio gris que se presentó como Dante.

Cualquiera esperaría que las reacciones de Amethyst Star y Dinky serían negativas, después de todo, Derpy llevaba varios años sin aceptar algún pretendiente, pero se veían muy felices con él. Después de la fiesta, una semana después, se supo que era el padre de Dinky, supuestamente liberado por Reaver de una prisión del Tridente, y entonces tuvo sentido toda la alegría que sentían.

No hubo rastro de Chrysalis, ni de ninguno de sus hijos. Habría sido extremadamente incómodo, pero el verdor de los ojos de una poni en la multitud le hizo pensar a Shining y a Reaver que sí asistieron..., pero a su manera.

No tardó en llegar la familia de Wandering: sus hermanos Gale Travel, Skulk, Dusky Cloud y Leopard, acompañados por su prima Wendy, todos grises y de crin negra, y no se alejaron de Daring ni de Zeta, a quien le llevaban regalos. Desde el ataque a Ponyville, ella se hizo muy cercana a la familia de su esposo, y ellos le brindaron todo su apoyo, como si la consideraran parte de su familia. Y se llevaban muy bien con Zeta.

Larkgazer y Strider se recuperaban aún de la dura batalla. Ambos debían estar en silla de ruedas por un tiempo; al menos, para Strider el pronóstico era positivo. Para Larkgazer no había aun una expectativa clara, y eso ponía nervioso al unicornio.

Pero Applejack no dejaba que se deprimiera. De hecho, ella misma lo llevó ahí, subiéndolo con cuidado a la carreta que tiraba ella misma, y luego lo bajó con una delicadeza que el unicornio jamás imaginó que tenía. Y la yegua no se separó de él. Le hablaba, empujaba la silla de ruedas hacia lugares con paisajes hermosos, y trataba de cubrir cualquier requerimiento suyo de la mejor forma que podía. Larkgazer se sintió tremendamente enternecido: jamás esperó que una yegua tan fuerte y hermosa como Applejack se preocuparía así de un débil unicornio como él.

Y la familia de Applejack también lo mimaba. Al parecer, habían asumido que él quiso proteger a Applejack, y al menos la Abuela Smith y Apple Bloom creían que efectivamente él había alejado a Azrael de ella. Big Macintosh no decía mucho, era probable que también pensara así. La cosa es que todos le tenían mucho aprecio: la Abuela tejía ropa para él, sábanas, frazadas, y se preocupaba de que se alimentara bien, demasiado bien para el pobre unicornio, que debía comer cinco platos en cada comida.

Apple Bloom contaba historias bastante fantasiosas sobre él a las Cutie Mark Crusaders, quienes las tomaban por verdad y hacía que tanto ella como Sweetie Belle y Scootaloo le hicieran miles de preguntas y pregonaran a todo el pueblo que era un héroe.

Big Macintosh no hablaba mucho con él, pero siempre estaba dispuesto a ayudarlo, incluso para las tareas más mínimas y que él podría solventar con magia simple, era como si el inmenso poni terrestre se hubiera convertido en su mayordomo y sirviente.

El hermano de Daring Do se sentía tan feliz como Larkgazer. Rainbow Dash se preocupaba mucho por él, y aunque era muy impulsiva y muy poco delicada, Strider apreciaba sus acciones.

Los Paladines Verdes usaban ropas muy elegantes, pero para sus naciones. Huáscar, Aldebarán, Merlín, Zecora, Insanity, Anmergal, Gilda, Kyuzo, Víctor, Gabriel, Zursodda, Windheart, Kaley y Wong Fei Hung, tan antiguos como Equestria, reunidos para ver lo que en apariencia era la sencilla boda de dos pegasos, pero que para ellos significaba mucho más: la unión de la Pachamama y el Pachacútec.

La promesa que uniría a la tierra.


Tres mariposas salieron volando a través del hermoso cielo.

Son de un color verdoso, y tienen alas totalmente rosas. Se elevan a través del cielo, juntas, y cada una parte hacia una dirección diferente, como si ya supieran hacia donde ir. Parecen moverse en perfecta coordinación.

La primera vuela en dirección a Canterlot. No tarda tanto en llegar, y no tiene dificultades para atravesarla, pues los Guardias Reales apenas le prestan atención a los insectos. Vuela buscando un pequeño grupo de presos.

Es Raven Dark quien se percata de la presencia del insecto, y estira su casco para recibirlo. La mariposa se detiene ahí, y el pegaso sin alas siente que ella lo observa. Por alguna razón, se siente mejor.

—Mira, Starfire, quien nos visita —dice alegre Raven Dark.

—¿Una mariposa? —pregunta ella, y él asiente animado.

—Hace tiempo que no veía una —dice Tearin', acercándose.

—Pues aquí hay una para ver —dice él alegre.

Hatred Angerson los observa. Desde que se marchó Reaver, las hostilidades hacia ellos regresaron. Disfrutaban dándoles palizas, aunque al menos no intentaban ir más allá. Él mismo sufrió una fractura en una pata hace poco.

Sin embargo, al ver la mariposa, se siente extrañamente feliz, como si fuera una promesa de lo que está esperándolo fuera de los barrotes. Y recuerda que Reaver le contó una vez que su novia tiene tres mariposas por Cutie Mark.

—Lo lograste, Reaver —susurra feliz—. Lo lograste.

La segunda mariposa viaja hasta una profunda fortaleza subterránea, colándose por entre los ductos de ventilación, y llega hasta donde está Raider. Usando magia y algunos trasplantes, logró reponerse, pero lo mantenían constantemente vigilado.

En ese momento, Raider se encuentra atado a una pared, completamente encadenado de patas y alas por grilletes de Zenecar, un mineral que le impide usar magia. La mariposa entra y se detiene justo en su nariz, para que pueda verla.

El pegaso tiene un bozal, y la mariposa está parada ahí. Al principio, la mira con molestia y agita la cabeza, pero al ver que no se va, cierra los ojos y varias lágrimas comienzan a caer. Raider Subterra llora hasta casi inundar el piso.

La tercera mariposa voló hasta el corazón del Bosque Everfree. Voló hacia la zona más tenebrosa, donde los árboles son gruesos como toneles y sus ramas se entrecruzan, tan juntas que impiden que pase la luz del sol.

La mariposa busca una antigua fortaleza, y la encuentra. Entra hacia un inmenso rosal de metal negro, donde cada flor es una alquímica Rosa Gélida. Un solitario unicornio, uno que estaba maldito hace siglos, coloca una nueva Rosa Gélida en su lugar.

—Espera un poco más, Lóryn —dice él, hablando con la flor mágica—. Espera sólo un poco más.

La mariposa, sorpresivamente, se detiene en ella, y parece mirarlo. Deadhoof no sabe cómo reaccionar, y alza un casco para aplastarla, pero un recuerdo de su amada Lóryn lo detiene, y una gran tristeza inunda su corazón.

—Quizás..., deba buscar otros caminos —susurra él, y la mariposa se detiene en su cuerno.

Eso por alguna razón, lo alegra.


Había llegado al fin el gran día.

Ella llegó en un carruaje precioso, tirado por una mantícora que parecía llorar de la emoción, y varios pájaros y mariposas multicolores se detenían a veces en su vestido, haciendo las veces de adornos. Incluso algunas aves tejieron una corona de flores para ella.

Él llegó en un carruaje negro, tirado por un oso. Abejas y gorriones lo escoltaban, también varios zorros, y unas cuantas arañas añadían mejoras en su traje, cosiéndolas con su propia seda. Unos cuervos trenzaron sobre él una corona de hojas.

La Madre Naturaleza y la Tierra Combatiente.

Todos aplaudieron cuando la novia cruzó la alfombra roja, al hermoso aire libre, mientras las Cutie Mark Crusaders repartían flores a su paso. Reaver se sonrojó tanto que muchos pensaron que se desmayaría ahí mismo.

La Princesa Celestia comenzó a dar un discurso sobre el matrimonio, que ella y él ignoraron, pues durante todo ese discurso no dejaban de mirarse, y sonreían con una felicidad que podría haber inundado el cielo.

—Disculpen —dijo la Princesa al notar aquello, aunque no había enojo en su voz— ¿Oyeron algo de lo que dije?

—Claro que sí —dijo Reaver, y una pequeña ola de risa recorrió las sillas de invitados.

Ella se rió también, y pasó a la parte que todo el público deseaba oír.

—Reaver, ¿Aceptas a Fluttershy como tu esposa, aceptas serle fiel en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte los separe?

—Sí, acepto —dijo él, y jamás se sintió más seguro de lo que decía.

—Fluttershy, ¿Aceptas a Reaver como tu esposo, aceptas serle fiel en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte los separe?

—Acepto —susurró ella, con su vocecilla suave y de tan bajo volumen, pero para él y para la Princesa bastaba.

—Puede besar a la novia —dijo ella alegre.

Y así, Reaver se acerca a Fluttershy, y le da un tierno beso. No es uno de los besos impresionantes que suelen aparecer en los cuadros y novelas, pero es propio de ellos, de dos corazones tímidos, pero firmemente enlazados.

Pero aún así, se desata una fiesta en todo el planeta.

Primero celebra la tierra. Olas de tamaño imposible se alzan en lo más oculto del Gran Océano, sin tocar ningún barco pues no había ninguno que pudiera verlos. Los continentes temblaron, pero ningún edificio se cayó a pesar de su potencia.

Entonces, la Naturaleza se remece, con el triple de potencia que el suelo. Árboles crecen de un solo tirón, una multitud de flores se abren en cada planta, las últimas flores de la temporada, y de improviso maduran también unos inesperados frutos.

Y eso acompaña a la celebración que se desata en cada nación del mundo.

Greifland, Cerinia, Ándalos, las Tierras Medias, Medvesia, Draconia, Catay, Krallikistán, Sindhu, Cipango, Anahuác-Mazatlán, Quazai, Los Confines, la Meli Witran Mapu, el Tahuantinsillu, cada una de las islas de Thule. Todo el Mundo Conocido celebra y no sabe por qué. Una intensa alegría espanta el mal de la Melancolía, y se ríen, se reúnen en sus ciudades, hacen sonar campanas y tocan música, porque de improviso tienen ganas de bailar, de salir a la calle y abrazarse, de ser felices.

Todas las criaturas del bosque, de la selva, las montañas, los valles y las cargadas aguas salen y forman una tregua. Es la paz bajo las hojas, son los conejos bailando sobre la panza de un oso, es un halcón haciendo una tregua con las palomas, son los tiburones saltando junto a las ballenas. Como un girasol parecen los canarios cuando se reúnen en la espalda de un lobo. Todos los peces del agua giran en círculos infinitos, en el azul más oculto, y las estirpes milenarias de los reptiles suben a las rocas para recibir el tierno beso de las mariposas. Y así, la presa y el depredador conviven juntos.

Es la paz en el Mundo Conocido, pero incluso en las costas desconocidas es el amor y la alegría. Y las criaturas que ningún explorador ha visto surgen para hacer sus propias treguas, en las islas infinitas, más allá del Gran Océano.

Hay paz, sí, hay paz por todo el planeta, hay alegría para todos, como si el amor fuera una antorcha que guía todas las almas, como si el amor de ambos fuera una tormenta que recorre todo el planeta.

Así, aunque fuera por un día, hay unidad.


La fiesta es la mejor que Pinkie Pie ha planeado.

Equinos, selenitas, grifos y toda clase de criaturas se han reunido, principalmente a causa de la Guardia Lunar y los Iron Walkers. Dicha compañía contiene muchos changelings, pero ese día Reaver no ve ninguno. Seguramente se hacen pasar por otras criaturas.

De todas formas, no importa. Se han dispuesto largas mesas, para que pudieran acomodarse todos los invitados, y hasta el último habitante del pueblo o mercenario alcanza su lugar.

El tiempo es sumamente benévolo, y no es por acción de Rainbow Dash, ni otros pegasos, ni de la Princesa Celestia. Da la impresión de que toda la naturaleza se ha puesto de acuerdo para poder otorgar la temperatura óptima, el sol brilla de un modo que Celestia jamás vio.

Los Paladines Verdes deciden ayudar a servir, y el unicornio llamado Merlín hace levitar los platos hacia cada puesto, cada uno parece flotar entre chispas de colores. Para relevarlos, simplemente desaparecer, y reaparecen ya limpios en sus cestos.

Insanity, Windheart y Zursodda inician un acto de circo que divierte a toda la audiencia, mientras ven como Kyuzo y Wong Fei Hung mezclan un raro polvo gris dentro de tubos de colores. Aldebarán impide que alguien se acerque y los toque.

Gilda está junto a Rainbow Dash y Pinkie Pie, y felicita a la poni rosa por todo. En el tiempo que lleva en el pueblo, han llegado a hacerse grandes amigas, y a veces Rainbow piensa que Pinkie la pasa mejor junto a la grifo que junto a ella.

Y al pensar en los términos en que se marchó Gilda, se siente extrañamente feliz.

—Quiero proponer un brindis —dice Diamondheart de pie.

—¡Sí, un brindis por los novios! —grita Winter Soul feliz.

—Reaver nos demostró que hasta el más miserable de nosotros puede ser feliz —dice riendo el inmenso poni terrestre— ¡Salud por el minero!

—¡Salud! —gritan todos los ponis de Sitting Town, y beben la sidra fermentada que tanto les gusta.

Reaver se ríe, pues se toma con humor lo que su gran amigo dice. Fluttershy no toma muy bien que lo llamen "miserable", pero el pegaso toma su casco y le sonríe, haciendo que ella se sonroje.

—Em..., no me gusta que..., se exprese así de ti —dice ella, con su timidez característica, que él tanto ama.

—A mi me asustaría más que no lo hiciera —dice él, besando su mejilla, y ella se sonroja más, pero sonríe—. No te preocupes.

—Esto es como cuando el océano toca el cielo —dice alegre Huáscar.

—¿Ya pasas por tu fase de poeta? —se ríe Insanity, abrazándolo por sorpresa.

Una vez acaba la comida, Octavia se une a la orquesta, y Harek decide acompañarla con su guitarra eléctrica. Varios pájaros se acercan a trinar, y así se forma una extraña melodía, un estilo nuevo que le agrada bastante a todos.

Reaver y Fluttershy se juntan y bailan uno de los valses más inolvidables que han oído. La guitarra eléctrica suena de un modo muy tranquilo, pero aún con su inconfundible sonido, y al sumarse con la orquesta y los trinos de los pájaros, forman una hermosa melodía que no se parece en nada a lo que alguno ha oído, que es extraña, pero de ninguna manera fea, y que los motiva a bailar también.

Fluttershy apoya su cabeza en el hombro de Reaver, y cierra los ojos. Literalmente está viviendo un sueño: cada noche, en la mansión del señor Ibrahim, pensaba en su boda con el saqueador. Eso le daba buenos sueños. Y al fin, es realidad.

Reaver sonríe, y también cierra los ojos para no concentrarse en nada que no sea Fluttershy. Siempre soñó con estar con ella, con ese día, eso lo motivaba a participar en las misiones y a sobrevivir en las mismas.

Una de las sorpresas más grandes de la fiesta, es que, a los selenitas, feroces y caníbales, les gusta bastante la nueva música que se crea fusionando las tres diferentes melodías. Constantemente piden que continúen.

Jamás los vieron celebrar antes, y es que los hijos de la luna odian las fiestas, para ellos debe haber una muy buena razón para celebrar. Es tan raro verlos riendo, y danzando en movimientos ondulantes, como serpientes, cuando siempre los han visto insultándolos, peleando y buscando carne. No comprenden que ellos puedan ser tan violentos, y llegado el momento, tan alegres.

—Stormnight, no sabía que pudieras bailar tan bien —le dice el saqueador.

—Nosotros sólo bailamos cuando hay un motivo para hacerlo —responde él.

—¿Una boda es un buen motivo? —dice alegre Reaver.

—Creo que es universal a todas las culturas.

Pinkie Pie revuelve el ponche y se sirve un poco. Tuvo especial cuidado de no emplear los jugos fermentados que tanto disfrutan los mercenarios y habitantes de Sitting Town. Se sirve un trago y luego come un muffin, antes de reflexionar.

Ve los rostros felices de sus vecinos, y siente una felicidad que la inunda como un océano. Todos los rostros carcomidos por la tristeza hoy sonríen, y ella contribuyó a hacerlo. Le habría encantado ver a Ragnar en aquella fiesta. El grifo tenía una manera de reírse que a ella le parecía adorable, como si el General consideraba cada carcajada una recompensa a todo lo que había vivido.

Es el héroe de Ponyville y apenas los ponis lo recuerdan.

Pensar aquello la hace sentirse decepcionada. Parte de ella siente que lo ignoran por no ser equino, una parte vengativa que hace tiempo dejó de escuchar. Se tranquiliza pensando que tal vez no lo honrar porque todos estaban demasiado aterrados huyendo como para fijarse en el grifo que peleaba por defender el pueblo. Una vez, le sugirió a la Alcaldesa que construyera una estatua en su honor.

En su país natal, el Reino Grifo, fue honrado como el héroe que es, pero Greifland está demasiado lejos como para poder admirar los cientos de estatuas que construyeron en cada ciudad del reino, o para visitar su antiguo castillo convertido en un museo.

Ella suspira, y decide servirse más ponche, cuando una pluma negra cae en la mesa, justo enfrente de ella. La poni terrestre rosa se sorprende, y la levanta para verla mejor. Le recuerda al pelaje de Ragnar, y reflexiona en eso, cuando otra pluma desciende lentamente.

—¿Ragnar? —se pregunta, levantando la vista al cielo.

El General jamás se vio más radiante. Está segura de que nadie más ve lo que está viendo ella, pues la fiesta se interrumpiría de inmediato si todos contemplara ese magnífico castillo de oro, dibujándose entre las nubes, y las legiones de grifos en armaduras doradas, descendiendo cada uno sobre una nube de tormenta. Y Ragnar, su gran amigo, desciende viéndose mucho más joven y con la sonrisa más sincera que Pinkie vio en su rostro.

—¡Ragnar! —grita ella, con sus ojos comenzando a soltar sus lágrimas.

—Mi dulce Pinkie —dice el General, bajando de su nube para abrazarla—. Has sufrido tanto.

—¿Eres feliz donde estás? —dice ella llorando—. Yo..., necesito saber que eres feliz, ahí con todos esos valientes. Deben respetarte mucho porque no creo que sean más valientes que tú.

—Tranquila, hay fiestas todos los días —dice riendo, para luego añadir en un tono más confidencial—. Pero ninguna es como las tuyas.

—¡Eso es malo! —dice ella alarmada— ¡No te estás divirtiendo! ¡No es justo, nada de esto lo es! ¡Eres el héroe más grande de la historia, mereces algo mejor que eso!

—Yo sólo pido que tú seas feliz —dice el grifo besando su frente—. Hagamos una promesa Pinkie: yo voy a ser tan feliz como lo seas tú.

—Sigo pensando que mereces más —dice ella, aun con lágrimas en sus ojos que el grifo seca con sus manos. Se sienten tan suaves, como una brisa de primavera.

—No es justo para ti que sufras tanto por mí. Mírame, soy un ancestro, estoy en el Valhala, me siento junto a mi hijo, mis hermanos, mis padres, mis abuelos y todos mis antepasados, en la mesa de Odín. Tengo más de lo que merecía, mis errores fueron muchos y todo se paga.

—Te extraño —dice ella, mirándolo a los ojos.

—Y yo a ti, por eso quiero que seas feliz —dice él—. Y que nos volvamos a ver después de que tú hayas tenido una vida larga y hermosa, llena de cosas buenas, cosas que te gusten a ti.

—Pásalo bien con toda tu familia —dice ella—. Promesa Pinkie, seré extremadamente feliz para que tú también lo seas.

—Promesa Pinkie —dice él, feliz, y la abraza una vez más—. Ya es hora de irme, pero no te sientas mal: siempre estoy pendiente de ti.

—Recuerda que debes ser tan feliz como lo seré yo —dice ella, intentando no llorar al ver cómo sube a su nube negra.

—Hice una Promesa Pinkie —dice alegre mientras la nube se eleva— ¡Sé feliz!

Ragnar asciende de regreso a los cielos, escoltado por todos sus antepasados. Pinkie Pie cierra los ojos por unos momentos, cuando el resplandor de las alturas es demasiado. Cuando los abre, no hay nada.

Suspira, con algo de tristeza. A su alrededor, todo prosigue normal, y teme que todo sólo haya sido producto de su imaginación, de tanto extrañar al grifo. Sin embargo, ve algo que dibuja una gran sonrisa en su rostro.

Entre sus cascos, hay una pluma negra.

—Disculpa que pregunte esto, Twilight —dice Rarity, acercándose a su amiga—. Pero me encanta esa corona de violetas.

—Gracias, Rarity —dice ella, sonriendo un poco.

—¿De dónde las obtuviste? Por aquí no florecen a esta fecha —pregunta la unicornio blanca, con todo el interés del mundo, pues desea algunas flores para sus vestidos.

—Bueno..., las compré donde las floristas —responde Twilight, aunque con mucha duda, y no convence a Rarity para nada.

Pasa que no las consigue ahí. Desde la batalla de Ponyville, ha estado recibiendo una violeta al día, sus flores favoritas. Nunca ve quien las entrega, sólo sabe que inevitablemente aparece una en su puerta.

Sin embargo, cree saber quién puede enviárselas.

Más que saberlo, tiene la fuerte esperanza de que sea él, por improbable que parezca. Había aceptado su partida, claro que sí, pero hallar esa violeta hizo que comenzara a investigar, a pensar que de alguna forma ciertos límites se cruzaban.

Un gesto así es muy propio de Lightdawn.

Y no ayudó a calmarla el hecho de que tanto Gabriel, como Merlín, le dijeran que existía una posibilidad de que volviera a verlo. Una muy remota, eso sí, casi tentando a la suerte, pero de todas formas ahí estaba.

—Los Dioses son capaces de hacer las cosas con las que los mortales sueñan —había dicho Merlín, cuando ella pudo preguntarle.

No se había aferrado desesperadamente a esa posibilidad. Su estancia en el Imaginaerum le había llevado a estar en paz con sus pérdidas. Sin embargo, no es impedimento para que piense que recibir una violeta al día es sinónimo de algo grande.

Quizás volvería a ver a Lightdawn...

Siente que alguien la mira, y se gira, pero no hay nadie a su espalda, sólo la extensión de la llanura, la loba negra de nombre Zursodda, comiendo canapés sobre la hierba, y a lo lejos, el Bosque Everfree, que parece poseer ojos ocultos bajo las ramas.

Pero hay algo que la convence de su teoría, y la hace sonreír.

A unos pasos de ella, hay una pequeña flor de violeta, esperando ser recogida, cosa que la unicornio hace feliz, y se la coloca en su vestido, cerca de su corazón. Rarity está algo confundida porque ella no vio nada extraño.

—¿Qué pasó, Twilight? —dice la unicornio blanca— ¿Cómo la encontraste?

—Realmente no sé —dice ella, sonriendo de manera sincera—. Pero seguramente tendré una respuesta pronto.

Rarity no sabe qué responder, pero está alegre de ver que está feliz. A diferencia de sus amigas, ella no pasó por ningún sufrimiento grave en la batalla de Ponyville. Sí tuvo graves traumas y pesadillas por la visión de tantos cadáveres, como todos en el pueblo, pero no perdió a un gran amigo como Pinkie, ni fue secuestrada como Fluttershy y Twilight, ni vio a dos amigos ser gravemente heridos como Applejack y Rainbow Dash.

No, ella había salido bien librada. Salvo el terror de cuando desapareció Sweetie Belle, no sufrió nada. Por unos días sintió que era demasiado el hecho de haber caminado entre plagas y cuerpos, pero luego vio el sufrimiento que otros pasaron.

Se sentía..., extraña. Casi sentía que era injusto que a ella no le hubiese pasado nada más que ensuciarse, como si el reparto de sufrimiento debiese ser equitativo para todos. Sentía como si hubiera timado a sus amigas.

No tenía sentido y lo sabía, pero aún así, no podía evitar pensarlo.

—La culpa del sobreviviente —le había dicho Kyuzo—. Algo normal en quienes sobreviven a desastres donde otros no tienen tanta suerte.

Escuchar aquello no contribuyó precisamente a hacerla sentir mejor.

Intentó colaborar lo mejor que pudo. Prácticamente todos los trajes que usan los mineros son gratuitos, y confeccionó dos trajes más para cada uno, diseñados para el invierno. También hizo tres trajes para los ponis del pueblo.

Fue muy poco, y eso la desanima. No es algo que sirviera para alegrar sus corazones, no era como sus amigas, capaces de hacer grandes cosas que encendían los ánimos como si fueran incendios.

—Señorita Rarity —le dice Lobero, acercándose a ella.

Aquel poni es una caja de sorpresas. Lo veía como el esforzado y eficaz trabajador que tiene talento para la costura, y también como el bravo jinete que se enfrentaba sin temor al Tridente, a lomos de un centícoro que sólo tiraba arados.

—Lobero —dice ella mirándolo a sus ojos—. Espero que te estés divirtiendo.

—Cómo no voy a divertirme, señorita Rarity —dice riendo—. Si se casa mi mejor amigo, casi mi padre.

Oír eso hace que se sienta enternecida. Fue una tarde lenta en la boutique cuando Lobero le contó su historia, por voluntad propia. Ahí supo lo que Reaver y sus amigos habían hecho por aquel poni negro.

Había llorado de la emoción.

—¿Te gustó el traje que te hice? —pregunta sonriendo, esta vez con más énfasis.

—Bastante, señorita Rarity —dice él, alegre—. Usted es muy generosa. A nombre de toda Sitting Town, quiero darle las gracias.

Ella sonríe, enternecida, y se olvida de lo que estaba pensando. Lobero y los mineros le agradecen cualquier cosa, incluso algo tan pequeño como un traje fabuloso para el invierno. Jamás se siente más querida.

—Eres muy amable, Lobero —dice enternecida.

—Alguien como usted lo merece —dice él, feliz, y ella se sonroja un poco— ¿Bailaría conmigo esta pieza?

—Claro que sí —dice ella, y no podría estar más feliz.

Comienzan a bailar el vals, y ella siente que Lobero baila mejor que ningún otro semental, a pesar de que posiblemente jamás lo haya hecho antes. No le importa. Siente que todo ha valido la pena.

Applejack lleva a Larkgazer a la mesa de bocadillos, empujándolo con cuidado. El unicornio se siente una verdadera carga. Todo le parece ridículo: prácticamente todo el pueblo insistió en que fuera.

Pero francamente, preferiría no ser un héroe. Antes quiso ser fuerte por Applejack, y lo único que consiguió fue ser más débil que antes. Al unicornio llamado Azrael no le costó nada romperle la espalda. Ahora se siente realmente inútil.

Lo más doloroso no fue tanto saber que tal vez nunca volvería a caminar. Fue descubrir que ni siquiera podía subir escaleras solo. Antes no era fuerte, no hacía grandes proezas físicas, pero podía ir donde quería. Agradeció más que nunca ser unicornio: su magia le hacía todo más fácil. Incluso podía empujar él solo su silla de ruedas, pero por alguna razón, Applejack disfruta haciéndolo.

Está seguro de que ella no lo hace con mala intención, pero él lo siente como un recordatorio de su discapacidad.

—Mira, unos dulces de miel —dice ella— ¡Y dulces de miel con manzana! Sé que prefieres la miel, pero deja que coma uno de esos.

Se sonroja un poco. fue hace muchos meses atrás, para el desayuno, cuando él en broma había dicho que prefería la miel a las frutas. No pensó que Applejack llegaría a recordar eso, de hecho, pensaba que ella jamás le prestaba atención.

—No tienes que quedarte conmigo, Applejack —dice él—. Ve a divertirte.

—Lo dices como si no pudiera divertirme aquí, contigo —dice ella de buen humor.

—Precisamente, no vas a divertirte conmigo —dice él—. no puedo bailar, ni tengo ganas de hacerlo. Ve con tus amigas, no te preocupes por mí.

La yegua terrestre lo mira, y la mirada que le da no es de compasión o tristeza. Es amistad pura, y Larkgazer de inmediato se arrepiente de lo que acaba de decir. Applejack sonríe cuando sus ojos se encuentran.

—No puedo divertirme si un gran amigo está solo.

El sonríe, enternecido, y permite que ella lo acompañe a comer unos bocadillos de manzana y miel. Él se siente feliz..., y Apple Bloom aparece con Scootaloo, seguidas de varios otros potros, que miran admirados a Larkgazer.

—Miren, él es el unicornio que se enfrentó a Imperial Blue —dice Scootaloo, mirándolo con la misma admiración que siente por Rainbow Dash.

—¿Él es el que hacía cambiar el cielo? —pregunta admirado Inkheart.

—Chicos, yo solo lo enfrenté una vez, y me venció, no soy ese unicornio —dice Larkgazer. Antes le fastidiaba que lo confundieran con Merlín, pero el propio Paladín Verde alimentaban el rumor de que Larkgazer fue quien enfrentó a Azrael.

—¿Entonces como explica todas esas heridas? —dice Inkheart—. Un poni normal no habría resistido ningún golpe.

Larkgazer suspira, mientras Applejack rompe a reír. El potro terrestre se gira a mirarla, mientras Mustafá el genio desciende en una nube verdosa. Está vestido con un elegante traje oriental, de color verde oscuro.

—Usted jamás miente —dice Inkheart—. Dígame, qué pasó.

—Bueno, ese día Larkgazer atacó a Azrael para impedir que me lastimara, y el unicornio lo hirió —explica con simpleza. No es una mentira, pero está tan poco detallada que el potro puede llenar los huecos faltantes con su imaginación.

—Claro, lo hirió en esa dura batalla —dice alegre. Larkgazer involuntariamente se ríe.

—¡Todo es cierto! —grita Mustafá—. Yo mismo lo vi, ese unicornio es un héroe.

Larkgazer va a replicar, pero se da cuenta de lo inútil que es todo eso, y decide callarse, mientras Applejack vuelve a reírse y Mustafá levita varios bocadillos para comer. Derpy logra atrapar un muffin.

Rainbow Dash empuja a la silla de ruedas de Strider hacia el ponche, y se apresura en llenar un vaso para él. El autor de los libros de Daring Do se siente enternecido. Con el dinero que tiene pudo pagar un buen tratamiento, pero Dashie...

Sus libros tenían miles de fans, pero ella es la mejor. Al principio temía que sólo se acercara a él por su fama, pero no tardó en darse cuenta de que el amor que Rainbow sentía por los libros era genuino.

Y ella trataba de ayudarlo. No por que esperara algo a cambio, sino porque realmente lo admiraba. Aquello era muy importante para él.

—Rainbow, te agradezco todo lo que haces por mí, pero en serio no tienes que hacerlo —dice él.

—¿Bromeas? —dice ella—. Te atreviste a enfrentar a Azrael, es algo que nadie excepto Larkgazer se había atrevido a hacer.

—Tengo que decir que en mi caso fue mala suerte —dice riendo—. Celestia, ese unicornio sí que pegaba fuerte...

—Fuiste muy valiente —dice ella—. Deberían respetarte tanto como a Larkgazer.

—Él merece lo que recibe. No combatió todo lo que dicen, pero tuvo el valor de enfrentarlo.

—Sigo pensando que mereces más crédito.

—Ya soy un autor respetado, no necesito nada —dice él riendo, y la pegaso también se ríe.

Cerca de ahí, Omar y Sweetie Belle bailan juntos, alegrando al señor Ibrahim, a sus cuatro madres y dieciséis hermanos. Hassan aplaude, totalmente animado, pues la felicidad de su pequeño hermanito es su felicidad también.

—Hassan —le dice su padre— ¿Cuándo te casarás tú?

El lobo se sonroja tanto que su rostro es indistinguible del fuego.

—Algún día, papá —dice avergonzado Hassan, haciendo que su padre se ríe.

Y así, todos bailan y se divierten. La Princesa Luna saca a bailar a Stormnight, y el selenita tropieza por la impresión, provocando una risotada general. Ella baila como la luna llena, danzas que no se bailaban en Equestria desde hace mil años, y que permanecen en la memoria únicamente de los selenitas y de los pegasos Wing. Precisamente, ellos ven admirados a la Princesa Luna, y se unen a ella en la pista de baile.

Zeta acompaña a su madre a bailar, y cuando lo hace, siente que repite lo que su padre, su abuelo y todos sus ancestros hicieron antes que él, danzar sobre la tierra para celebrar un enlace. No es nada del otro mundo, pero para él sí lo es.

Siente que lo enlaza con su padre.

Reaver se separa de Fluttershy un momento, y va a sacar unos cuantos bocadillos de la mesa, cuando alguien susurra su nombre, y al voltearse, no puede creer lo que ve. Se sorprende tanto que casi grita.

—¡Trixie!

—Silencio, Reaver —susurra ella—. No puedo quedarme mucho tiempo.

—Dijeron que te habías...

—En cierta forma, Trixie sí murió —dice ella—. Ahora me llamo Nightmare Tricks.

—No es un buen nombre para ti.

—Eso no importa —dice ella abrazándolo con fuerza—. Muchas felicidades, payaso. Lo lograste.

Hay mucha felicidad en su voz, y Reaver se entristece como un océano, pues el nombre que usa ahora, Nightmare Tricks, lo reconoce. Una de los miembros de mayor nivel en los Oscuros. La que había sido su amiga cuando fue un simple payaso.

—Trixie, abandona el Tridente —dice él—. Pueden reducir tu sentencia...

—Cuando sea el momento, pagaré toda mi culpa sin falta —dice ella—. Pero por hoy, el Tridente hará una tregua. Hoy puedes celebrar tranquilo.

Ella se aleja antes de que él pueda contestar, y ve a Azrael, esperándola con calma. Toma su casco, y se alejan bailando un vals, esquivando a las demás parejas con habilidad. Reaver entonces comprende que nadie más puede verlos.

Le cuesta acostumbrarse a la magia. Las artes de los unicornios son distintos, es un poder que cambia el mundo. Las artes empleadas por Paladines Verdes y Oscuros son mucho más increíbles: parecen manejar el propio mundo para desatar poder.

Aldebarán es el mejor ejemplo de aquello. El Brujo está ahí, sentado en total tranquilidad mientras come una fruta, vestido con un traje de plumas verdes y lana beige. Se gira para verlo con sus ojos de Hidra, y sonríe.

—Tranquilo, pactamos hace tiempo esa tregua —dice alegre el Brujo—. Oscuros y Paladines Verdes nos hemos enfrentado desde hace siglos. Pero a veces, hasta los más crueles se cansan de tanto odio y toman un día de respiro.

—Concuerdo con el Brujo —dice una voz a su espalda.

Harto de que se presenten con tanto misterio, se gira para gritarles..., cuando ve el rostro de Wandering Wing, el barbado Desterrado, sonriéndole con emoción. Y detrás de él, ve a Lightdawn, el unicornio que tanto amó Twilight.

—Chicos... —dice triste el saqueador, pero Wandering coloca un casco en su hombro.

—Nada de lágrimas si no es por alegría —dice el pegaso—. Has cumplido el deseo más hermoso que alguna vez los Seres Vivos le pidieron a sus Dioses: si la Madre Naturaleza tendría a alguien que la defendiera. Ámala. Cuídala. Sé que ya haces ambas cosas.

—Ten por seguro que no le faltará nada de esas dos cosas —dice Reaver, sonriendo un poco.

—Reaver —dice Lightdawn acercándose—. Fuimos grandes amigos, y siento que no hice nada por ti.

—¿De qué hablas? —dice riendo el pegaso—. Me enseñaste que los ricos y los pobres pueden ser los mejores amigos.

Los tres se ríen y se dan fuertes apretones de casco, para felicitarlo. Reaver llora, pero de alegría, y Wandering lo permite.

—Por favor, que tú y Fluttershy sigan siendo amigos de Twilight. Necesita quien la acompañe en este mundo.

—Tiene a cinco grandes amigas —dice alegre el pegaso—. Y todo un reino que la ama.

El unicornio sonríe, y el pegaso con alas celestiales camina hacia su hijo, y despeina un poco su crin. El potro se gira, pero no logra verlo, sin embargo, es capaz de sentir su presencia, y eso lo reconforta. Lo abraza a él y a Daring, y los tres lloran, pero sienten paz.

Ya la tristeza fue asimilada.

Fluttershy se aleja un poco para admirar la fiesta que se desarrolla. No podría estar más feliz: al fin se casó con el poni que ama, y han traído tanta alegría a su pueblo que había sufrido tanto.

Entonces, ve que desde el Bosque Everfree se acerca un poni de gran altura, uno que ella reconoce bien.

—¡Tío! —grita ella, emocionada y sorprendida, corriendo hacia él— ¡Sacred Lion!

—Sobrina —susurra él, abrazándola—. Mi Fluttershy. Mi querida hija.

Ambos permanecen un largo tiempo abrazados, y ella llora con amargura en su hombro, pues no quería separarse de él cuando partió. El la abraza y espera pacientemente a que se calme.

—Te echo mucho de menos —confiesa ella con tristeza.

—Nunca me he alejado de ti, Fluttershy —responde él.

—Fue tan injusto que tuvieras que partir —dice secándose las lágrimas que caen por su rostro, y al golpear el suelo, hacen crecer manzanillas.

—Es algo que tuvo que pasar, el mundo es un tejido perfecto —dice él—. Y tal vez mi partida era parte del diseño.

—Me has hecho mucha falta —dice ella mirándolo, pero sonríe.

—Pero has podido seguir adelante, y eso me llena de orgullo. Te quiero, Fluttershy. Sé feliz con Reaver.

—Lo seré, tío —dice ella, mirándolo a los ojos—. Espero..., que estés orgulloso de mí.

—Siempre lo estuve, Fluttershy —dice sonriendo, mientras se aleja, y a medio camino hacia el bosque, se gira y le giña un ojo— ¡Nos vemos!

—¡Nos vemos, tío! —grita ella, volviendo a llorar, pero de la emoción.

Ella contempla la ruta que toma su tío, y su corazón late con fuerza. Sonríe, y vuela de regreso a la fiesta, sin percatarse de que, en el otro extremo del llano, Deadhoof preparaba una serie de pequeños cañones.

Su magia enciende las mechas, y los cañones disparan..., una gran andada de fuegos artificiales, que hacen reír a pequeños y a adultos. Deadhoof contempla la mariposa posada en su casco, y siente algo que no sentía en siglos.

Tranquilidad.

Y al contemplar los fuegos artificiales, la fiesta ha entra en su otoño, y Reaver sube a una elegante carroza junto a Fluttershy, tirada por la amable mantícora que los hizo conocerse. Y entre llantos de todos sus amigos, Applejack, Twilight, Rarity, Rainbow Dash y Pinkie Pie, Diamondheart, Winter Soul, Lobero y Wisemurk, todos agitan sus cascos y se despiden. Todo el pueblo grita de alegría mientras la carroza, con el lema de "Recién casados" escrito atrás, se aleja del lugar de la fiesta.

La mantícora los lleva a su casa, que Squeeze y Dream Moon han ordenad cuidadosamente antes de irse. Por el camino, reflexionan sobre su relación.

Se conocieron de un modo tan fortuito. Se enamoraron de una forma tan dulce. Tuvieron sus altas y sus bajas, pero al final, siempre cada uno prefirió al otro. Siempre cada uno supo que amaría al otro hasta el último de los días del sol.

Bajan de la carroza, y él la carga con cuidado, mientras la mantícora se marcha. Jamás va a dejar de amar el aroma de Fluttershy, tan dulce limpio, como el pasto recién bañado por el rocío de la mañana.

Sube por las escaleras, y ella se abraza a él. Ella nunca va a dejar de amar su aroma a minerales y nieve. Mira a su amado y está mirando todo lo que ama del Bosque condensado en un humilde pegaso que logró conquistar su amor.

Y antes de que entren a su cuarto, Reaver la besa.

—Fluttershy, sé que no soy el mejor pegaso del mundo, ni tampoco soy bueno con las palabras, pero quiero dejarte bien en claro algo: jamás dejaré de serte fiel. No amaré a nadie más que a ti, y a nuestros hijos, pero ese será un amor diferente.

Ella se sonroja, pero sonríe un poco, y el pegaso siente que en vez de sellar el matrimonio, podría quedarse mirándola toda la noche. quizás, toda la vida.

—Yo confío en ti, Reaver. Te creo —dice ella, dándole un tierno beso. El pegaso se sonroja, y ella pierde todo el temor que sentía sobre aquel momento.

—Tú eres lo mejor de mi vida —dice él finalmente, con una alegría que hace florecer al sol—. En ti late mi corazón.

—Mi vida eres tú —dice ella, feliz, y rodea con sus cascos su cuello para darle otro beso igual de tímido que el anterior. Pero para él es suficiente.

Entran al cuarto, y la luna se oculta sobre su hogar, y el viento no se atreve a interrumpir. Pues ya sea que conciban sus primeros hijos, o simplemente se dediquen a mirarse toda la noche, es algo que sólo les concierne a ellos.

Y la Naturaleza, todos los animales del mundo, hasta las criaturas más sanguinarias, y hasta la más humilde planta, está feliz por Fluttershy, la bella.

Y la Tierra Combatiente, todos los maremotos, volcanes, inundaciones, todo el medio defensivo de la Madre Naturaleza, se repliega sabiendo que ya hay uno más que la defiende, y está feliz por Reaver, el saqueador.

Un amor que se repitió en el pasado y se seguirá repitiendo, pues lo único inmortal es el amor, y hasta el Odio se cansa en algún punto de odiar.

Y Reaver jamás obtuvo una gran fortuna, y el futuro le tenía preparado eventos difíciles y catastróficos. Pero aún en el momento más oscuro, le pareció que no podría tener de nuevo un mal día, pues junto a Fluttershy todos eran igual de hermosos.

Y Fluttershy jamás volvió a sentir temor, pues su amado se encargó de eliminar cualquier rastro del miedo. Siguió siendo amable, tímida y bastante pasiva, pero miedo..., ese sentimiento jamás regresaría, pues Reaver la volvía valiente.

Desde ese día, contemplaban el Bosque y pensaban que todo comenzó por un poco de Bondad.

Una mariposa y un caracol.

Un aleteo tímido y un ladrón subterráneo.

Es lo que ambos siempre serían, cada uno al lado del otro.

La bella y el saqueador.