~ Las Powerpuff girls no me pertenecen ~
¡Hola! bueno aqui con mi segunda historia de las PPG. Tenia esta idea desde hace mucho y ahora que la empeze a escribir me moria por ¡publicarla!
¡Espero que la disfruten!
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Criaturas de la Noche
Ese había sido el último golpe.
Los tres estaban demasiado cansados para seguir luchando pero el mayor de los tres se incorporó con dificultad y atacó de nuevo, su látigo de sangre chocó contra el pavimento donde los otros dos se alejaron para que no les afectara.
Cansados, sucios, llenos de rasguños y sangre siguieron luchando.
El menor cogió su espada contra atacando a lo que el ultimo por nombrar mostró sus manos donde de ellas salieron unas largas y afiladas garras con las cuales atacaba a los otros dos.
Definitivamente era una guerra entre ellos. Matarse hasta que solo quedara uno.
Querían destruirse.
-¿Qué hacen aquí?- habló molesto el mayor tratando de esquivar unas garras. – Llegue a esta ciudad para alejarme de todo y me encuentro con ustedes.
Se separó difícilmente de ellos mientras regresaba su látigo rojo y atacaba nuevamente.
-¿Crees que te vengo siguiendo, estúpida sanguijuela?- le gruñó el ente de las garras. – Ustedes son los idiotas que se cruzaron en mi camino.
- Y tú te cruzaste en el mío, perro inútil- dijo ahora el menor de los tres atacándolo. – Tu especie sólo sabe ladrar. – el de las garras alcanzó a esquivar su estocada. - Y tú - apunto ahora al mayor. - Tú eres solo una sanguijuela pedante.
Se había acercado al mayor peligrosamente con su espada pero fallando en el último intento por atacarlo pues éste la había esquivado fácilmente esbozando una sonrisa de suficiencia.
-Pues tú no eres una blanca palomita que digamos. – bufó hacia el menor haciendo que éste enfureciera.
Mientras el ente de garras saltaba irritado hacia el menor por la palabra con la que se refirió a él anteriormente.
-¿¡Qué has dicho de mí, estúpido cuervo!?- bramó enojado rasguñándolo profundamente en el brazo.
-Maldito…- se quejó éste agarrando su brazo de donde brotaba la sangre libremente por su camisa para después atacarlos de nuevo con todo lo que tenía.
Era de noche, la luna y las estrellas eran cubiertas por unas enormes y densas nubes grises. Todo estaba oscuro y pareciese que iba a llover en cualquier momento, y solo las nubes eran las únicas testigos de aquella guerra que estas criaturas tenían entre ellas.
Porque eso eran, criaturas.
-¿Por qué no te echas a volar cuervito?- se burlaba el de las garras.
-¿Y parecer un cobarde como tú?- habló con sorna. - No lo creo. - el menor le atinó a dar en el brazo con su espada a lo que el otro maldecía.
-¿Por qué no se callan, par de imbéciles? – apareció ahora el mayor tirando de su látigo de sangre alcanzando a darle a los dos en un estrepitoso movimiento.
A simple vista pareciesen ser un humano normal, pero no eran una persona, ni mucho menos un ser humano.
Cada uno era un ser diferente, una especie diferente de criatura que esa noche se encontraban luchando por sus diferencias.
El mayor había escapado dirigiéndose a otro lugar donde no lo pudieran molestar. Seguir su propia ley sin restricciones, sin que sus superiores le dijeran que hacer. Sin los criterios y reglas de su clan que, aunque a veces a él no le parecían correctas, tenía que obedecer a toda costa de mala gana.
Y así llego a esa ciudad, Townsville, sin que nadie supiese. Pero tenía que toparse con los tipos que menos quería ver en su vida.
El del medio estaba igual. Escapó por capricho y por vivir una aventura. Se alejó de su manada donde según él todo era monótono y aburrido ¿Por qué no un poco de diversión? Y así fue como huyó llegando a ese lugar. A esa hermosa ciudad donde se divertiría un tiempo y luego regresaría con su manada, a las reprimendas que le iban a dar sus líderes, pero al menos se iba a divertir. Sólo que no contaba con que esos estúpidos también se encontraran ahí.
Mientras el menor era el único que vivía ahí. Había estado en Townsville desde que tenía memoria, su historia no era muy bonita, pero esos idiotas eran los que se metían con él. Él había estado en esa ciudad desde que recordaba y estos mezquinos llegan de la nada y, nomas volverse a ver los tres otra vez, pelean a morir.
Estos chicos ya se habían encontrado en esta misma ciudad antes cuando eran más jóvenes, unos niños todavía. Desde entonces hubo este desprecio y rivalidad que las mismas familias de los chicos alimentaron en ellos diciéndoles que esa clase de criatura no debería de existir, que ellos eran la especie más fuerte y la única que debería de existir, que las otras no valían la pena sólo eran inferiores y poca cosa.
Los niños, creyéndose todo lo que les decían sus superiores, sólo pudieron alimentar el odio y el desprecio iniciando así la lucha entre ellos tres cada vez que se veían. Pero ya había pasado un tiempo desde la última vez que se encontraron y habían peleado de la misma forma.
Pero no de la misma forma que antes. Ahora eran más grandes y fuertes que la ultima vez, ya no eran unos niños… ahora luchaban a morir.
Los tres se encontraban exhaustos y heridos en el suelo helado de la calle. Ya no tenían aliento y les quedaba poca fuerza para levantarse. Aun así se incorporaron con dificultad, gastando la poca energía que aun les quedaba, y se preparándose para dar al parecer lo que era su última lucha.
Pequeñas gotas de agua empezaron a caer lentamente.
El mayor volvió a formar su látigo de sangre, el mediano sacó sus garras filosas y el menor levantó su extraña espada dificultosamente.
-Esto es inútil. Estoy perdiendo mi tiempo. Esto acabara aquí. - el mayor se lanzó hacia los otros dos con su látigo, ya hastiado de ese teatrito de lucha que tenían.
-¡Argh!- un fuerte gruñido irritante fue lo único que se dejó escuchar del ente de las garras mientras corría para dar su último ataque.
-Ya no tengo más fuerza... – susurró el menor al tiempo que blandía difícilmente su espada. Y en un grito molesto salía corriendo hacia ellos con toda su limitada energía.
Se escuchó un fuerte ruido proveniente de los ataques que habían impactado al mismo tiempo provocando que los tres salieran volando en diferentes direcciones dando fin a la frenética batalla de esas criaturas…
Y dando inicio a la lluvia que ahora caía fuertemente.
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Estaba empapado, la lluvia caía fría por su cara pero no le importó. Estaba herido y muy cansado, ese último ataque había mandado a los tres en diferentes direcciones. Él, después de tomar algo de aire y fuerzas, se había incorporado y había comenzado a caminar lentamente buscando un lugar donde descansar y refugiarse de la lluvia.
Pero la lluvia era muy fuerte y su andar era cada vez más lento y torpe.
Exhausto y adolorido cayó en el mojado y frio suelo, pero no era liso, había caído en unas escaleras.
Levanto su mirada con esfuerzo encontrándose con la entrada de algo que no le agradaba para nada ver.
Frente a él se alzaba una imponente estructura, la entrada era grande como las puertas que ésta poseía. Y hasta arriba del monumento se podía divisar una enorme cruz oscura.
¿Por qué de todos los lugares de Townsville tuvo que parar ahí?
Se encontraba en el lugar de su peor enemigo. Se encontraba en la entrada de la Iglesia.
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Estaba agotado, ya no quería caminar, ya no podía dar un paso más y la lluvia no ayudaba mucho.
Había pasado por una calle casi sin iluminación y con establecimientos nada confiables abiertos las 24 horas. Se tiró frente a uno ya sin fuerzas. No tenía idea donde estaba o de qué era el local, pero no le importó. Tenía un pequeño techado que lo cubría de la lluvia así que exhausto y dolorido de su brazo izquierdo se recargo en la pared desmayándose.
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Estaba recargado en el tronco de un árbol del parque, al menos lo cubría de la lluvia, pero estaba fatigado. Había perdido mucha sangre y no podía pensar bien.
Necesitaba eso para recuperarse, lo necesitaba para tomar fuerzas y sentirse mejor. Pero por más que se resistía al deseo de eso, lo necesitaba con urgencia y no por capricho, eso era de vida o muerte.
Cuando de pronto lo sintió.
Sintió ese olor, que era casi imperceptible con la lluvia. Ese olor que encontró desde que llegó a esa ciudad y del cual lo había buscado como loco antes de que esos inútiles se metieran en su camino.
Pero ahora lo percibía muy cerca de él otra vez. Se acercaba lentamente. Y por un momento se sintió tranquilo, cerrando los ojos, perdiendo así la conciencia.
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Continuara
¿Tienen alguna idea de quienes son estos chicos y que son? jajaja yo creo que si.
Si lo saben dejenme un ¡Review! ¡si no tambien! jajaja
y quien lo adivine le dedicare el siguiente cap. jajaja
Nos leemos pronto
¡Ciao a Todos!