NADA DE ESTO ME PERTENECE, ES DE NICK, SOLO ME DIVIERTO ESCRIBIENDO HISTORIAS.

¡Hola a todo el mundo!

Uff, sé que ha pasado tiempo, pero menos de lo usual creo XD... ok no :(

Este capítulo fue cardíaco, enserio, llegó un punto en que debí recordarme que necesitaba ponerle final porque me emocioné escribiendo, al final recorté algunas escenas que vendrán hasta el siguiente capítulo, que espero poder subir mucho más pronto. Quizá les canse, porque se centra demasiado en Katara y muy poco en los demás, el próximo capítulo tratará más de Zuko, Aang y también de Ozai, por ahora ésta es una introducción al gran problema que enfrentara nuestra maestra agua con la boda.

Comentarios:

Klan DDL: ¡Hola! hace mucho tiempo que no sabía nada de ti, me alegra ver que después de los años me sigues leyendo y sigues disfrutando mis historias ^^ sobre todo este fic viejísimo que no he podido terminar (¡pero este será el año, lo prometo!). Te mando muchísimos saludos y buenos deseos, ojalá encuentres interesante este capítulo también.

Guest: No es tanto que sea una etapa de mi vida que haya olvidado, es sólo que no tengo ya el tiempo que antes tenía y soy quisquillosa, prefiero tardarme un año en subirles un capítulo que me gustó a subirles capítulos mal escritos cada semana. Una combinación de poco tiempo y mucho perfeccionismo. Sé que da la impresión de que ya no escribo, y lo siento de verdad por lectores como tú que me demuestran lo mucho que disfrutan leyendo mis historias, pero no me olvido de esto enserio y algún día terminaré todos estos proyectos. Por ahora, hay un capítulo nuevo ;)

Ma: Exactamente, llegan cosas nuevas a la vida y pues dejas de tener el tiempo que antes... pero aquí está un capítulo nuevo que espero disfrutes.

Nube: si te digo una fecha te quedaría mal, pero ten por seguro que así tarde hasta que muera termino esta historia ¡Ya falta tan poco!

Mitzka Avatar: te debo una actualización rápida, enserio, te la debo...

Maryel Tonks: Pues aquí no se habla mucho de los planes aún, pero es un chapter lleno de emociones, como te gustan XD

Jezreel Hernandez: no creo, no soy mucho de hacer lemmon, puedo hacer escenas subidas de tono pero el lemmon simplemente no me sale muy bien (aunque intentaré)

lupita leal: Gracias a ti por ser siempre fiel y leerme, enserio, gracias 3


Capitulo 26

La Boda, primera parte

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Toph estaba sentada sobre una roca, con los ojos cerrados y pensando. Desde que había tenido su charla con Iroh había aprendido a relajarse de poco en poco, y con eso agudizó aún más sus sentidos. Antes era capaz de escuchar a la tierra, y estando en los templos fue capaz de escuchar al aire. Supo que las cosas estaban mal cuando una ráfaga de viento golpeó sus mejillas tornándolas anormalmente frías.

No se equivocó, y eso le agradó por que había aprendido a comunicarse por medio de otro elemento, pero al mismo tiempo le disgustó porque algo andaba mal y estaba relacionado con sus amigos. La situación del mundo era demasiado tensa, Toph sabía que debía reportarse pronto con su tío el Rey Tierra antes de que el Reino colapsara en una guerra civil. Pero antes de ello, había que poner fin a la amenaza de la Nación del Fuego.

En el Templo y con mucho tiempo libre, Iroh les había explicado a ella y a Lu Ten el origen de la guerra y para ello debió contar el sacrificio de Ursa. Para Lu Ten, saber que su difunta tía era en realidad su madre y conocer la verdadera historia de sus padres le causó un dolor terrible. El muchacho corrió por los senderos de las montañas durante días enteros, sin que nadie supiera nada de él.

Toph, Iroh, Gyatso y varios monjes volaban sobre las nubes y caminaban entre los senderos buscando al muchacho, pero simplemente no aparecía. Al séptimo día de que Lu Ten hubiera desaparecido, los monjes hicieron una ceremonia especial con incienso de sándalo para pedir ayuda a los espíritus. Toph no participó en la ceremonia y siguió caminando, encontrando gracias a su ceguera un sendero oculto que descendía drásticamente al interior de la montaña hacia una caverna.

Mientras caminaba por esa caverna sentía suaves brisas y el olor de flores, supuso que había algún río que traspasaba la montaña y regaba una especie de jardín. Seguía caminando, esperando a que Lu Ten estuviera ahí. Llevaban siete días buscándolo, y con cada día su corazón se encogía más de miedo ante la idea de perder al único hombre que había llegado a querer.

Finalmente, sus pies sintieron a lo lejos que la caverna llegaba a su fin sobre una ancha cueva y que ahí estaba un hombre joven, de la misma complexión que Lu Ten. Llena de alegría, la chica corrió gritando su nombre, esperando que no fuera una ilusión de sus sentimientos encontrados.

Pero no lo fue.

—¿Toph?—era la voz de él, y ella estaba tan feliz que lo primero que pudo hacer fue abrazarlo.

—¡Lu Ten!—dijo, llorando de alegría, pero repentinamente recordó que llevaba siete días preocupada buscándolo detrás de las montañas.

—¡Auch!—gritó el chico, sobándose el adolorido brazo—¡Dolió!

—Más me dolió no saber de ti estos días—reclamó—¿Qué hacías? ¿Tienes alguna idea de lo preocupados que estábamos tu padre y yo?

Lu Ten resopló, y de no ser porque era ciega, Toph habría visto una mueca de desagrado en sus ojos.

—Lo siento mucho—dijo—Estaba demasiado confundido, me caí y llegué aquí por accidente. Es un lugar hermoso.

—¿Cómo es?—Toph se abrazó a sí misma, como consolándose por no poder verlo.

—Imagina que al centro de esta cueva hay una fuente de agua, no tiene más de un metro de profundidad y es perfectamente circular.—le colocó una mano sobre su hombro y con la otra sostuvo la mano de la noble ciega—el agua es cristalina, no tiene nada de suciedad y en ella caen hermosas flores de loto que crecen en árboles alrededor de la fuente de agua.

—Suena precioso—dijo, aunque apenas se lo podía imaginar. Lu Ten le besó la mano y luego la frente con mucho cariño.

—Todo el tiempo que he estado aquí he meditado—le confesó, mirando nostálgicamente la fuente de agua cristalina—Ursa siempre me trató con demasiado cariño, me abrazaba cuando podía y me compraba preciosos obsequios. Siempre pensé que era una tía cariñosa, pero ahora me doy cuenta que tenía su intenso amor de madre reprimido.

—Debió ser una mujer muy valiente y fuerte—continuó ella, recordando la triste historia de Iroh—Debes sentirte orgulloso de lo mucho que tu madre de amó.

—Al punto que se privó de ser mi madre—dijo él con tristeza—Ella debió sostenerme en brazos cuando era bebé, ayudarme a dar mis primeros pasos, enseñarme a hablar, a escribir y comprarme mis primeros juguetes. Ella debió criarme y verme crecer, pero en su lugar debió casarse con un desgraciado que la obligó a tener más hijos y a ser una prisionera en un enorme palacio.

—Ozai será un desgraciado, pero sigue siendo tu tío.

—¡Eso es lo peor!—gritó Lu Ten—¿Cómo pudo hacerle eso a su propio hermano? ¿Volverlos a él y a una mujer inocente tan desdichados?

—Hay gente que simplemente nace malvada, y no hay mayores explicaciones para ello, Lu Ten—le dijo Toph—Pero creo que lo estás viendo del lado negativo.

—¿Es que hay algún lado positivo?—inquirió con sarcasmo.

—Tu madre quizá se casó con un desgraciado para proteger a tu padre, pero los espíritus la premiaron dejándole tener un hijo con el hombre que amara. Imagina el consuelo que debía ser para ella saber que el amor de su vida estaba cuidando de su amado hijo, y el enorme consuelo que debió ser para tu padre cuidarte y tener en ti a una parte de la mujer de sus sueños.

Lu Ten guardó silencio, esperando a que ella continuara hablando.

—Sí, Ozai fue cruel y manipulador, un verdadero criminal despiadado sin corazón. Tu madre debió sufrir al verte lejos y creciendo sin que ella pudiera mimarte. Y tu padre debió sufrir al ver cómo Ursa cuidaba y mimaba de sus hijos con Ozai, siendo su esposa. Pero ambos tuvieron el consuelo de que su amor dio fruto a un buen hijo, sano e inteligente, y que fue bastante amado por sus padres.

Tu padre te ama y te ha cuidado y enseñado sobre todo lo que sabe, y tu madre te amó tanto que dejó de lado sus intenciones de cuidarte para que pudieras seguir vivo, cerca de ella y de tus medios hermanos.

—Mis medios hermanos—dijo Lu Ten en voz baja—No son mis primos…

—Ahora tenemos la oportunidad de hacer que el sacrificio de tu madre valiera la pena. Ella ya no está aquí, tristemente, tu despiadado tío encontró la forma de hacer que tu padre sufriera aún más, pero todo habrá valido la pena si Ozai es encerrado y tú coronado.

—No—dijo con firmeza—No pienso manchar aún más a esta familia. Quiero que Zuko se coronado como el nuevo Señor de Fuego.

—¿Zuko?—inquirió Toph sorprendida—¿Es enserio? ¡Pero si es el hijo de…!

—También es el hijo de mi madre, y por ello es que hay bondad dentro de su corazón.

—Bueno… puede que tengas razón.

—Y no sólo en eso—aclaró Lu Ten—Debería ver la historia de mis padres como una de verdadero amor, trágico claro, pero al final de cuentas amor.

Toph le dio un beso en los labios, que Lu Ten respondió con entusiasmo y verdadera felicidad. Todo lo que le había dicho era demasiado cursi para ella, no estaba acostumbrad a expresarse así, pero estando en los templos un lado más emocional y empático había despertado en su espíritu, y aunque seguía sintiéndose algo extraña diciendo ese tipo de palabras, le agradaba mucho ver cómo ayudaba a Lu Ten y cómo ella misma se sentía mejor.

—Llevo una semana meditando, pero contigo encuentro más paz.

Dicho esto, la feliz pareja caminó hacia la superficie y después hacia el Templo, donde el ritual hacia los espíritus fue interrumpido por el grito de alegría que dio Iroh al ver sano y salvo a su hijo. Después de hablar sobre lo ocurrido y pedir una disculpa, Iroh llevó a su hijo aparte y con cuidado, sacó de su túnica un pergamino. Sin decir nada, Iroh dejó a su hijo a solas.

Lu Ten abrió el pergamino, reconociendo rápidamente la letra de Ursa.

Mi muy amado Lu Ten:

Para este punto debes saber la verdad, y supongo que tienes muchas preguntas. Lamento no estar a tu lado para responderlas, me hubiera encantado sostener tu mano y abrazarte mientras tu padre y yo te contábamos la verdad. Pero la vida no nos dio esa oportunidad, así que espero que guardes estas palabras eternamente en tu corazón.

Eres, y siempre serás, lo mejor que me ha pasado en la vida. Ozai fue ruin, lo reconozco, y jamás diría algo bondadoso de él excepto que me dio otros hermosos hijos que amar. Pero los espíritus me bendijeron dándome la oportunidad de conocer el amor de un buen hombre, tu padre, y más me bendijeron dándome a un hermoso hijo que cargué con amor y ternura nueve meses en mi vientre antes de poder sostenerlo en mis brazos.

Cada vez que venías al palacio, cuando eras un niño, te cargaba, te cantaba y te regalaba muchos juguetes esperando poder transmitirte mi amor de madre en esos ratos fugaces, que siempre atesoraré en mi corazón. Cuando estabas lejos, rezaba por ti y llevaba un relicario con una miniatura tuya sobre mi cuello. Te amé todo lo que una madre puede amar a un hijo o hasta más. Siempre ha sido mi mayor miedo el saber que quizá no me perdones por ser tan cobarde y no luchar por ser tu madre a los ojos del mundo, hijo mío, ojalá algún día me perdones, pero quiero que sepas que te amo y siempre he estado orgullosa de ti.

Con amor, mamá.

o-o

El viaje de la Isla Ember hasta la capital de la Nación de Fuego fue aún más estresante que el viaje desde el Polo Sur. Ahora Katara sabía que todo era una farsa para ganar tiempo y así detener los planes de Ozai. Pero saber eso lejos de calmarla la había puesto mucho más nerviosa, y no por ella, Katara estaba muy convencida de sus habilidades para pelear, pero le preocupaba ver en qué espantosa situación había metido a su hermano y a la pobre de Yue que estaba embarazada. Además, la idea de ver a Aang peleando por su vida ahora que sabía que estaba vivo le llenaba el alma de terror.

Cuando llegaron al puerto de la capital Katara pretendió lucir lo más serena y calmada posible, pero se podía ver a distancia cómo temblaba ligeramente. Afuera en el puerto, mucha gente se había reunido para dar la bienvenida a la princesa y al príncipe Zuko. Todo el mundo estaba conmocionado por los drásticos cambios y problemas políticos que habían surgido, pero aunque la Nación de Fuego había movido cielo, mar y tierra para arruinar la reputación de la princesa, para la mayoría de la gente Katara inspiraba confianza, decoro y elegancia.

El príncipe Zuko descendió del barco con Katara a su lado, ella luciendo sus más vistosos atuendos y joyas de la Tribu Agua, haciéndola muy llamativa entre las prendas rojas de los soldados de fuego. Caminó ansiosa, intentando esconder con cada paso su nerviosismo, todos los habitantes la saludaron con respeto y algo de entusiasmo, pero advirtieron que la princesa se veía cohibida y preocupada. Para nadie era un secreto que Katara había accedido a ese matrimonio forzada por la situación para evitar una guerra innecesaria, pero viéndola caminar con pasos cortos y temblorosos, ocultando sus inquietas manos y controlando sus asustados ojos, los ciudadanos de la nación de fuego inclinaron sus cabezas en señal de respeto y condolencias, se veía débil y frágil ante el inminente destino que se le abría enfrente, pero también se veía cómo estaba dispuesta a cumplir con su palabra como la digna heredera que fue.

Atrás de ella estaban el rey Sokka y su esposa Yue, cuyo estado de embarazo estaba demasiado avanzado. Los dos caminaban juntos saludando a los ciudadanos con respeto y gratitud, después de todo ellos no tenían la culpa de que su Señor de Fuego fuera un demente. Los soberanos fueron llevados a diferentes palanquines que los escoltaron hasta el Palacio Imperial.

Katara tenía su palanquín personal, pues era mal visto que viajara una doncella con un hombre en el mismo palanquín. La princesa se sentó y vio al guardia cerrar las cortinas, dándole al fin privacidad. Sintió cómo los cargadores elevaron el palanquín y emprendieron marcha. A través de la cortina, Katara divisó la silueta del palanquín de Zuko, que estaba frente a ella, y el palanquín de Sokka y Yue que estaba detrás. En todo el camino hubo personas vitoreando al príncipe y deseándole prosperidad a la princesa. Katara sintió su corazón enternecerse, porque los ciudadanos le estaban dando una bienvenida muy alegre, como si realmente desearan que ella los gobernara.

Pero en su mente lo más importante era Aang. No sabía dónde estaba, desde que bajó del barco él debió perderse entre los demás soldados cumpliendo con sus obligaciones para no despertar sospechas. Le aterraba la idea de tenerle lejos, porque se sentía menos protegida, pero pronto apartó esa idea de sus pensamientos, ella era la poderosa princesa del sur que había combatido valerosamente por su vida y por su tribu, ella podía cuidarse sola. Aún no confiaba plenamente en Zuko, pero esperaba poder hacerlo pronto considerando lo tenso de la situación.

El Palacio Imperial había sido decorado para recibirla. En la Nación de Fuego, cuando una mujer se casaba automáticamente dejaba a su familia natal para pertenecer a la familia de su marido, y en agradecimiento por esa aceptación debía ser recatada y obediente con su marido hasta que tuviera hijos, momento en el que gozaría de independencia para visitar a su familia natal. Katara sabía que mostrarse resuelta e independiente era una afrenta para las tradiciones de la Nación de Fuego, y que por precaución debía mantener un perfil bajo. Confiaba en que la boda no se llevara a cabo, pero no debía despertar sospechas.

Las enormes puertas del palacio se abrieron para que los palanquines entraran, los tambores tocaron una melodía especial que, según la tradición, alejaba a los espíritus malignos que la novia pudiera traer consigo. Los palanquines se detuvieron y Katara sintió que su corazón se detenía. Aunque la boda no se llevara a cabo (si es que los planes de Aang y Zuko salían bien) ella debía cumplir con todas las tradiciones y ganarse el favor de la corte, pues estaba en territorio enemigo.

Según las tradiciones de la Nación de Fuego, un día antes de la ceremonia la novia sería presentada a sus suegros y a la familia del novio, en un evento donde ella sería evaluada. A través de la cortina pudo ver cómo Zuko salía del palanquín y se inclinaba ante su padre, el Señor de Fuego estaba sentado en un trono frente a una mesa, la princesa Azula estaba a su lado y el resto de la corte presidía el evento. Zuko recitó las palabras tradicionales que dice un novio ante sus padres, luego se inclinó otra vez y caminó hasta el palanquín de Katara.

Nerviosa, ella respiró profundamente tres veces, conocía bien estas tradiciones, debía acatarlas de manera intachable para que no sospecharan nada de ella. Zuko abrió las cortinas, y Katara bajó su rostro rápidamente, en señal de respeto. Aceptó la mano de Zuko para descender del palanquín y caminó delicadamente hasta la mesa donde estaba la corte. Se inclinó frente al Señor de Fuego tocando el suelo con la frente, luego de alzó y dijo:

—Os obedeceré y honraré vuestra casa, mostraré obediencia, recato y gratitud, garantizaré el linaje de vuestra familia y seré modelo de elegancia y rectitud.—dicho esto volvió a inclinarse y así se mantuvo, con la frente en el suelo y las manos ocultas.

Eran las palabras que las novias deben decir por tradición. En la Tribu Agua los esponsales eran menos reverenciales y más alegres, además la novia tenía más libertad y no debía someterse a la autoridad de su familia política. Pero aunque Katara no estuviera de acuerdo con esas tradiciones, por prudencia debía respetarlas.

Ozai se levantó y con un gesto los músicos entonaron una melodía que según la tradición daba buena suerte a los futuros esposos.

—Siéntete bienvenida bajo mi techo, a partir de ahora tengo una hija más, a la cual cuidare y protegeré con respeto y cariño—era la respuesta que usualmente daba la suegra, pero en ausencia de Ursa era Ozai quien debía responder—Serás honrada, protegida y cuidada—concluyó diciendo la frase tradicional del suegro.

Ozai mandó a Katara para que se levantara, ella lo hizo pero mantuvo siempre la cabeza baja. En señal de bienvenida, Ozai le señaló un asiento para ella en la mesa, el propio Zuko la escoltó y se sentó a su lado. Al otro lado de la larga mesa, Sokka y Yue veían todo el protocolo pensando en que Katara estaba siendo estrictamente analizada por toda la corte.

Una vez sentada, Katara mantuvo las manos ocultas en las mangas y no subió la mirada, con una señal de Ozai el banquete se sirvió y todos comenzaron a comer, pero Katara no probó bocado, se mantuvo quieta, en silencio, respondiendo con educación y mesura cuando le preguntaban algo. Pronto se escucharon los murmullos de la corte, que estaban emitiendo su juicio. Desde su llegada la princesa Katara había sido respetuosa, cauta y muy femenina, se veía frágil como una buena dama y recatada como toda una doncella.

Azula comentaba que se veía temerosa y débil, pero las ancianas, cuya opinión era de suma importancia, decían que se veía obediente y resignada, como una buena esposa. Finalmente, Ozai dijo a las ancianas que la princesa tenía un carácter fuerte, pero que sabía dominarse y ser respetuosa ante los demás. Con éste y los otros comentarios quedó establecido que Katara había pasado la prueba, y sería considerada como una buena princesa y esposa.

El banquete terminó y, según la tradición, una dama de compañía debía escoltar a la novia a sus aposentos. Katara caminó siguiéndola por todos los correderos hasta llegar a su alcoba, que estaba aislada y cerrada. La criada la ayudó a bañarse y a vestirse con una bata especial de color dorado que tradicionalmente le permitiría engendrar muchos hijos, cuando la criada se fue cerrando su puerta para darle privacidad, Katara se echó a llorar. Estaba asustada y nerviosa, aunque sabía que se había comportado de la mejor manera temía por su vida al estar en el palacio del enemigo, no sabía dónde estaba Aang, o su hermano, o Yue, y según la tradición la novia no podía salir de su aposento hasta que el novio la recogiera para desposarla.

Se desplomó en su cama, llorando, intentando reconfortarse con la idea de que Aang haría su parte del plan y ella sería libre pronto.

o-o

Yue tenía una mano sobre su abultado vientre, sentía cómo su bebé se movía inquieto, como si la criatura no nacida también estuviese preocupado. La habitación que le dieron a ella y a Sokka era muy grande y estaba al lado de la de Katara, pero por tradición sería mal visto que la visitaran antes de la boda. La reina del Polo Norte miraba a través de una bella celosía, estaba oscureciendo y sentía la luna brillando en el cielo protegiendo a su gente.

Sokka ya la había puesto al tanto de los eventos, sabía que Aang estaba vivo e infiltrado y que estaba orquestando un plan con Zuko y con su esposo para detener la guerra y a Ozai sin que Katara se casara. Era importante la discreción, y Yue estaba completamente segura de que por el momento nadie en el palacio sospechaba de ellos. Había hablado con una que otra noble de la corte y todas coincidían en que la princesa Katara se veía digna del matrimonio, pero aún así Yue recordaba la mirada de Azula, llena de desconfianza y desagrado.

¿Cómo iban a salirse con la suya? Sokka no quiso darle más explicaciones para no preocuparla, y ella lo agradecía. Yue no era como Katara, una maestra agua poderosa y enérgica que imponía su voluntad cuando era necesario; Yue ni siquiera era maestra, jamás tuvo un carácter y fuerte y además estaba embarazada. Ella no era una guerrera, ella era una dama refinada y perfectamente educada para el gobierno, burocracia y política. La reina se mordió el labio inferior con nerviosismo, quizá si no estuviera embarazada ya habría intentado ser de más ayuda, pero en su condición no expondría a su hijo por nada del mundo.

Escuchó que abrían la puerta y enseguida se alejó de la celosía, viendo fijamente la silueta alta que entraba a sus aposentos. El soldado se quitó la máscara revelando el rostro del avatar, quien sonrió con cariño a su amiga. Yue sintió sus ojos llenarse de lágrimas, el embarazo la hacía mucho más emocional de lo normal y no pudo evitar darle un fuerte abrazo a Aang, sintiéndose más segura al confirmar con sus ojos lo que Sokka ya le había dicho.

—No hables recio—le dijo el avatar—Sokka y Zuko están terminando de trazar sus estrategias, quería saludarte y pedirte dos favores si no es mucha molestia.

—Claro—susurró.

—El primero es que deslices este papel bajo la puerta de Katara—le dio un pergamino doblado, no era muy grande y tenía papel delgado—No te preocupes, al ser compañía de la novia no será mal visto siempre y cuando no intercambies palabras con ella ni la veas físicamente. Sé que Katara estará preocupada y quiero que se sienta segura.

Yue guardó el papel en la manga de su vestido, asintiendo, no conocía esa parte de la tradición pero estaba dispuesta a correr el riesgo.

—El otro favor es que mañana, cuando acompañes a Katara, te asegures de que estarás a salvo. Las cosas se pondrán feas y conociendo a mi querida princesa ella intentará luchar, no pierdas tiempo razonando con ella, quiero que te ocultes y estés segura. Sé que Sokka te lo pedirá también, pero enserio quiero estar tranquilo de que mi amiga y su hijo estarán bien.

—No tienes nada de qué preocuparte.—respondió con la voz más clara y baja que pudo—No pondré nunca a mi bebé en peligro.

Lo dijo con sus dos manos encima del vientre, de manera protectora. Aang admiró ese gesto tan natural que solo las madres tenían; colocó una mano sobre su vientre y rezó a los espíritus para que la cuidaran, aunque ninguno de los dos lo vio los tatuajes en la mano del avatar brillaron, brindándole protección al bebé, luego besó la frente de su amiga y se despidió sin más reverencia. Colocándose la máscara, salió de la alcoba tras asegurarse que nadie lo veía.

Yue se sentó en el pequeño escritorio que tenía la habitación, sacó papel y preparó tinta para escribir su propio mensaje. Fue un mensaje corto y conciso, a sabiendas de que su amiga lo que necesitaba era practicidad. Esperó a que la tinta se secar y dobló el papel alrededor de la carta de Aang, luego salió de la alcoba y se paró frente a la puerta de Katara.

Para su sorpresa, una noble estaba deslizando un pergamino bajo la puerta de Katara, al ver a Yue con una carta en sus manos la noble le sonrió y preguntó:

—¿También hacen cartas de bendiciones y consejos en la Tribu Agua?—Yue se sorprendió al darse cuenta de lo bien que Aang conocía esas tradiciones, y buscó rápido una respuesta.

—No en realidad, pero no quiero ofenderlos faltando a sus tradiciones—respondió con una voz amable y dulce.

—Es una tradición muy bonita—continuó la noble, que era joven y aparentemente soltera—todas las mujeres podemos dejar nuestras cartas bajo la puerta de la novia, deseándole bendiciones las solteras y dándole consejos las casadas para que pueda relajarse la noche antes de la boda. Las novias suelen hacer libros con las cartas que recibieron que recitan en fiestas especiales. Se dice que mientras más cartas se reciban más hijos tendrá la novia.

La joven miró el evidente embarazo de Yue con un dejo de envidia, en la Nación de Fuego se daba mucha importancia al linaje y casi todas las tradiciones encaminaban a las mujeres para que tuvieran muchos hijos. En cierto modo, aunque Yue no lo sabía, muchas de las buenas opiniones que se tuvieron de Katara ese día fueron porque vieron a la reina del Polo Norte encinta, lo cual mostraba que la familia era fértil y por lo tanto la princesa tendría buena descendencia.

—No tenemos nada parecido en las Tribus Agua, y lamentablemente ya estoy casada, pero si tengo una hija podría usar esta tradición, es realmente bella—y Yue así lo pensaba, aún recordaba con añoranza los poemas que su madre y amigas recitaron cuando se casó, y pensaba que sería bello tenerlos escritos para leerlos con los años.

La noble comentó unas pocas cosas más y se marchó. Yue tocó la puerta dos veces y deslizó la carta por debajo, yéndose poco después. Esperaba que su amiga de toda la vida pudiera leer el mensaje y que encontrara algo de calma en sus palabras.

o-o

Katara veía cómo iban deslizando cartas en su habitación, recordaba aquella vieja tradición, pero no le interesaba leer lo que las desconocidas mujeres de la corte pudieran decirle. Las cartas se acumularon durante horas, hasta que la aburrida princesa se quedó sin lágrimas y no tuvo más remedio que comenzar la lectura, consciente de que necesitaba hacer algo que la distrajera para calmar sus pobres nervios.

Pero las cosas que le escribían eran desesperantes. Las nobles no la conocían, así que usaban frases típicas de la región que decían las mujeres a las novias, al ser Katara de la Tribu Agua no encontraba ni consuelo ni empatía por dichas frases estereotipadas.

"Una buena mujer es obediente, recatada y dulce. Atiende a su hogar, le da hijos a su marido, cuida de sus padres cuando son ancianos y entierra dignamente a sus suegros"

"La dicha de una mujer es casarse, la gran dicha de una mujer es tener hijos"

"Sé siempre cuidadosa con sus palabras y amable con tus expresiones. Obedece, obedece, obedece, y después haz lo que quieras"

"Es triste alejarse de la familia natal, pero una buena mujer siempre regresa a su hogar, hay que ser como el agua que fluye y se deja llevar por la corriente del río"

Por más tradiciones que Katara conociera, encontraba todas esas palabras frustrantes y desesperantes. Si ella fuera de la Nación de Fuego, sus amigas de toda la vida le habrían escrito largas cartas recordando tiempos felices y deseándole un matrimonio alegre, pero como no tenía amistades en ese enorme palacio las mujeres le escribieron frases que las comadronas recitan para facilitar los enlaces maritales.

Katara estaba a punto de rendirse cuando recogió una carta particularmente pesada. Eran dos hojas, y una envolvía a la otra. Reconoció a primera vista la caligrafía de Yue, así que corrió a la cama y se recostó mientras leía. Eran las primeras palabras sinceras que leía en toda esa desdichada tarde.

"Amiga mía, recuerdo cuando éramos dos niñas ingenuas que jugaban entre la nieve de los palacios tuyos y míos, pensando en días bellos de un futuro amable. Ahora estamos en una nación que amenaza de muerte a nuestra gente, casi como cautivas, y tú siendo la más valiente de entre todos al sacrificarte por tu familia y tu pueblo. Admiro tu valor, y te recuerdo mi cariño, confío en que todos los planes de mi esposo y del príncipe salgan bien. Estoy en la habitación de al lado, piensa que te vigilamos y cuidamos y que no estás sola. Yue."

La princesa lloraba, miró a la pared pensando que sólo esa madera roja la separaba de su más querida y vieja amiga. Se sentiría mejor de estar a su lado, de poder hablarle, de poder sentirse cerca de alguien. El estar sola, aislada y condenada a no salir de su recámara la ponía más nerviosa e iba agotando sus fuerzas para los planes que tenía con Zuko y Aang.

Desdobló la otra carta, y su corazón dio un salto cuando supo que era de su amado. La leyó rápidamente, atesorando cada palabra y deseando que fuera larga.

"Katara, todo está saliendo a la perfección. Te has comportado tan bien siguiendo todo el protocolo que nadie sospecha en la corte de ti ni de tu hermano. Zuko ha cumplido con sus propias tradiciones y los preparativos se están llevando acorde a lo planeado. Mañana, cuando estés en el patio esperando por la ceremonia, Zuko, Sokka y yo intervendremos para detener esta farsa. No puedo darte más detalles, porque sería arriesgarnos mucho, confía en mí por favor y haz caso de lo que Zuko te pida mañana mientras te escolte al patio. Te amo, con todo mi corazón, admiro tu valor, tu belleza y tu lealtad. Por favor, recibe mis bendiciones para que tengas fuerza en esta noche y que todo salga bien mañana. Queda ya muy poco de soportar esta carga, princesa del sur, ánimo, sé valiente mi princesa."

Llorando, Katara estrechó la carta en su pecho y se recostó, imaginando que Aang estaba a su lado acariciándole el rostro y diciéndole esas palabras al oído. Él tenía razón, debía ser fuerte, debía mantener esa farsa, debía soportarlo una noche más. Ella había dado su palabra, ella había demostrado ser poderosa y en esa ocasión no sería la excepción. Todo saldría bien, todo tenía que salir bien. Pensando en Aang, rezó a los espíritus antes de caer profundamente dormida.


NOTA.-Las tradiciones que puse sobre las bodas en la Nación de Fuego están basadas en antiguas tradiciones chinas.

¿Y bien, qué les pareció? sé que se centra muchísimo en Katara y en las tradiciones de boda, pero créanme será importante en el siguiente capítulo, donde ahondaré más en Ozai, Zuko y el plan para librarse de la boda.

¡Muchísimas gracias por leer!

chao!