NADA DE ESTO ME PERTENECE, LOS PERSONAJES SON DE NICK, SOLO ME DIVIERTO ESCRIBIENDO.

¡Hola a todos!

Este es el proyecto que tanto tiempo llevo diciéndoles y me emociona al fin publicarlo. He estado pensando mucho sobre esta historia y no sé, creo que les gustará, simula una novela por el drama.

Me basé en la historia de un one-shot que escribí hace bastante tiempo. Se llama "Traición" y fue de las primeras historias que subí. ¿Qué les puedo decir? Lo releí y comencé a cambiar un poco la trama, la narración, todo, hasta formar esta historia. Es muy parecido en unas cosas, no en todas.

Es un UA (Universo Alterno) Donde nunca aconteció la Guerra. Sozin fue detenido a tiempo por Roku y las Cuatro Naciones han seguido enormes eras de paz que las hizo crecer. He reconstruido muchas ciudades a como creo yo que debieron crecer sin conflictos bélicos. Además, por alguna extraña razón, Aang vive en el mismo tiempo que todos los demás (Katara, Sokka, Toph, Zuko...) culpen a mi pluma. Además, hay personajes que tienen su carácter algo cambiado, esto es parte de la trama y espero no les moleste mucho.

DEDICATORIA: A todos mis fieles lectores que han seguido mis historias desde hace casi dos años, que es el tiempo que llevo aquí en Fanfiction. Sin sus ánimos, mensajes, comentarios, y todo su apoyo no estaría donde ahora estoy. Se los debo todo. :)


LA PRINCESA DEL SUR.

By

Nefertari Queen.


Capitulo 1.

La Tribu Agua del Sur.

El mundo se había convertido en un imperio de paz andante. Bajo la estricta vigilancia del Avatar Kioshy y Roku, la paz finalmente había caído como plomo gobernando por más de cuatrocientos años a las Cuatro Naciones. Éstas, desenvolviéndose en un ambiente ameno y cultural, fueron creciendo y desarrollando una identidad propia que no solo protegían, si no que expandían lentamente eliminando cada frontera conocida. Fue así que comenzó un periodo de armonía y crecimiento económico, social, cultural, y artístico impresionante.

Al extremo sur del planeta estaba el Polo Sur, que albergaba una de las más impresionantes naciones. La Tribu Agua del Sur había crecido inmensamente en esos cuatro siglos llegando a ampliar sus fronteras y desarrollar un arte único. Su belleza era cautivante.

Ésta tribu se había fundado por maestros agua que emigraron de la Tribu Agua del Norte, explorando el mundo y encontrando en éste polo condiciones similares a las de su tierra natal. Fundaron una nueva ciudad que crecería lentamente siguiendo las mismas reglas, costumbres y creencias norteñas. Así, dos culturas casi idénticas crecieron en los dos extremos del planeta.

Ahora, la Tribu Agua del Sur no era el pequeño manojo de iglús que fue durante años sin posibilidades de crecer, debido a la falta de comercio e industrialización. La monarquía se implementó rígidamente tras un siglo y medio de su fundación, y con ésta un sistema simple pero efectivo basado en valores, calidad, y belleza, que llevarían al crecimiento de la ciudad paulatino pero efectivo.

Como era muy pequeña a comparación de su tribu hermana, claro que tuvo hostilidades por parte de las islas más sureñas que pertenecían al Reino Tierra y alguna que otra de la Nación de Fuego. El Avatar poco conocía aún esos poblados surgidos repentinamente en el Polo Sur, al menos en aquella época.

Lentamente se fue creando la paz, el Avatar Yanchen introdujo un concepto de igualdad nunca antes considerado: una totalitaria y en donde absolutamente todas las personas tenían derechos. Ideas que su sucesora, el Avatar Kyoshi, terminaría de solidarizar sobre el mundo. Como ya se mencionó, esta avatar fundó una era de paz en que la Tribu Agua del Sur creció impresionantemente.

La inmensa muralla de diez metros de altura por cinco de ancho, hecha completamente de hielo, delimitaba una línea de cuarenta kilómetros protegiendo así la Ciudad Capital. La muralla tenía en el centro el enorme símbolo del Agua-control, y una puerta inmensa que se abría y cerraba por maestros agua bajo un horario muy estricto.

La Gran Muralla (como se le llamaba) era divisible desde veinte kilómetros a partir de vuelo o barco. Al pasarla, se llegaba a un puerto muy grande acondicionado para buques, barcos o pequeñas canoas. El puerto se dividía en dos secciones, los que iban por comercio o por turismo. Las dos grandes casetas con veinte ventanillas cada una atendían las veinticuatro horas del día, otorgando permisos a los recién llegados.

Una de las casetas atendía exclusivamente a los mercaderes o políticos. La otra, a gente simple que iba por paseo. El costo por entrar a la Tribu Agua del Sur era meramente simbólico: una moneda de cobre por persona. Al pagar la moneda se entregaba un boleto sellado, el pasaporte para entrar.

Las Tres Murallas Menores se alzaban detrás del puerto y se podían cruzar a pie o a barco. En cada una de las murallas había una caseta de vigilancia, donde los Soldados de Turismo revisaban las mercancías y que cada una de las personas tuvieras su boleto. Todos los caminos que se extendían por las tres murallas, al final de unificaban en la Avenida Central.

¡Ah! Porque por la Tribu Agua del Sur se andaba siempre a canoa. Tras la Tercera Muralla Menor muchos vendedores ofrecían canoas económicas a personas que no llevasen barco y fuesen a pie. Todas las calles eran bellos ríos de aguas cristalinas.

La Avenida Central se expendía por dos kilómetros hasta llegar a una enorme fuente de donde se desprendían más caminos, las calles principales de la Ciudad Capital en la Tribu Agua del Sur. Después de la fuente, la Avenida Central seguía su rumbo hasta llegar al Puente Real.

Y es que, al fondo de la Ciudad Capital, separada de todas las calles y casas, había una gran "isla" circular delimitaba por un río de siete metros de largo. En esta enorme isla estaba ubicado el Palacio Real. El río que lo dividía se conocía como Calle de la Realeza. Para conectar el Palacio con la demás ciudad, estaba el exquisito puente de madera finamente tallada por Maestros Agua. Una preciosura de la humanidad.

La Calle de la Realeza se extendía no solo delimitando el palacio, si no que además conectaba con las cuatro casas culturales más importantes de la metrópoli: La Universidad, La Academia de Agua-Control, El Teatro, y El Templo del Océano y la Luna.

Desde la Gran Fuente, donde partían todos los caminos, se podía acceder a la Calle Conexión, misma que llevaba hacia las afueras de toda la urbe hacia el extremo norte de la ciudad, más lejos aún que el palacio (el Palacio Real tenía un camino al que solo accedían los reyes, surgía del patio trasero para llegar al mismo destino) y llegaba a la Estación Capital.

Estación Capital era un edificio cilíndrico con decoraciones de hielo que formaban arco iris bajo la luz del sol. De la Estación surgían los diferentes ríos o avenidas, que conectaban con las Diez Ciudades.

Sí, además de la Ciudad Capital, la Tribu Agua del Sur tenía otras diez bellas y enormes ciudades.

Cada ciudad estaba conectada entre sí y con el simple boleto comprado en la caseta del puerto, se podía llegar a todas ellas. Cada una tenía edificios que las diferencias y les otorgaban bellezas personales. Al centro de cada ciudad, estaba el Palacio de Ayuntamiento.

Ahí vivía el gobernador designado por el Rey, los jueces, y la sede de la policía local. Además, cada ayuntamiento tenía un piso con secciones a las que solo accedían miembros de la familia real, eso cuando visitaban las ciudades por una o mas razones. El gobernador administraba el dinero que la Ciudad Capital mandaba para el mantenimiento absoluto de la ciudad. Ese dinero llegaba mensualmente sin falta, por medio de emisarios confiables.

Así, en la Tribu Agua del Sur siempre se vivía tranquilo, a gusto, con mucha seguridad.

La Calle de la Realeza era el centro cultural de toda la Tribu Agua del Sur. El Palacio Real tenía una enorme muralla para delimitar y era amplio, hermoso, lleno de riquezas especialmente diseñadas para honor de los espíritus patrones (luna y océano). Al Gran Palacio Real solo podían acceder la familia real, y a quienes éstos daban autorización para pasar. Cabe destacar, que el solo hecho de cruzar los muros de aquel Palacio era un privilegio impresionante. Fuera del Salón Real, en donde se hacían las fiestas para ocasiones especiales, casi nadie podía vanagloriarse de decir "He sido huésped en el Palacio Real de la Tribu Agua".

Los habitantes del Polo Sur daban mucha importancia al linaje, al protocolo, al arte y sobre todo, a sus espíritus. El Palacio Real resultaba ser un lugar sagrado, al ser construido encima del Primer Templo Sagrado, donde según la tradición el espíritu de la Luna indicó a los exploradores por medio de una laguna de agua cristalina que ahí debían fundar la ciudad.

Así pues, solo la realeza, personas distinguidas asignadas por los mismos espíritus para gobernar, tenían el privilegio de habitar ahí y reservarse el lujo de abrir la puerta a sus invitados. La única persona que podía entrar y salir a voluntad, aún sin consentimiento de los reyes, era el Avatar. Pero él era cosa aparte.

La calle Realeza se extendía por casi un kilómetro a todo lo ancho de la ciudad, y por ella se accedía, además del Palacio, a la Universidad.

La Universidad del Polo Sur era la más hermosa y prestigiada del mundo, rivalizando únicamente con la Universidad del Polo Norte. Los Maestros Agua tenían una pasión impresionante por el conocimiento, perfeccionando siempre las fórmulas, encontrando nuevas soluciones, y con gusto por lo estético que nadie pudo jamás superarles. Sus ciudades eran tan bellas, que nadie era inmune al suave hechizo que obligaba a los turistas enamorarse de esos edificios de hielo, brillantes bajo la luz del sol.

La Universidad era un domo gigante tallado para recrear las ondulaciones del mar. El Domo era solamente parte de la Universidad. Una vez que se entraba por la gigantesca puerta siempre abierta del domo, se accedía al complejo de edificios cilíndricos y muy altos divisibles por cualquier parte de la ciudad. Se impartían clases de todas las profesiones conocidas, salvo el dominio elemental. El Director de la Universidad tenía un poder e influencia tan grande, que formaba parte del Gran Consejo.

Cada facultad de la Universidad tenía un dirigente, estrictamente vigilado y evaluado mensualmente por el Director. A su vez, los dirigentes debían aplicar pruebas semanales a los profesores para controlar su eficiencia. Y al mínimo bajo de desempeño, eran despedidos. Así se mantenía la excelencia. La Universidad tenía su propia y enorme biblioteca, la más completa del hemisferio.

La Academia de Agua-Control estaba al lado de la Universidad. Era un edificio rectangular, de cinco pisos, divinamente decorado y con dos esculturas de Maestros Agua en la entrada. La explanada gigante en la parte trasera de la Academia permitía un campo de batalla excelente.

El Rector de la Academia también tenía su puesto en el Gran Consejo. Con un selecto grupo de maestros que jamás superaba a diez personas, impartía clases a diferentes y muy pequeños grupos de estudiantes, hombres y mujeres, que desearan dominar su elemento. Ingresar a la Academia era difícil, y una vez dentro no se podía salir a menos que dominase el elemento agua. Podían durar desde uno hasta diez años aprendiendo, pero siempre salían siendo excelentes maestros.

El Teatro era un edificio cuadrangular muy grande no así alto, con una gigantesca cúpula encima que permitía una excelente acústica para conciertos y orquestas. Con una capacidad superior a los diez mil espectadores, era el más grande del mundo solo superada por el teatro de Ba Sing Se (que albergaba diez mil quinientas personas).

Ahí se presentaban actores, obras, orquestas, y todo tipo de evento cultural de renombre. Agradar al exigente público del Polo Sur no era fácil, y llenar al menos la mitad del lugar era toda una proeza.

Pero el lugar de reencuentro entre todos los habitantes del sur era el Templo del Océano y la Luna. Había sido construido por la primera generación de la familia real, y concluido por la quinta generación. Era un edificio rectangular muy alto y divinamente decorado con la fachada más exquisita conocida en el mundo. Ofrecía, además de una estética imagen, toda la historia del Polo Norte y Sur en divinos relieves fáciles de entender y complejos subtemas entendibles para personas con cátedras.

La gran torre del Templo que se alzaba desde el patio del mismo era altísima y podía vérsele desde más de diez kilómetros de distancia. La entrada, ancha, permitía el paso de hasta diez filas. Con entradas y salidas colaterales, ventanas cubiertas de cristales, este Templo estaba preparado y equipado para albergar a casi toda la población del sur.

El salón de devoción era a donde todas esas entradas daban acceso. En su centro, estaba un pequeño estanque con menos de medio metro de profundidad, siempre lleno de agua cristalina. El suelo de aquel estanque tenía el símbolo del Ying y Yang, eternos representantes del Océano y la Luna. Una varilla colocada en minuciosa forma y parte del techo dejaba caer, cada segundo, una gota de agua al centro del estanque sagrado, manteniendo así la paz y el equilibrio del tiempo.

La Tribu Agua, tanto norte como sur, era reconocida por ser una sociedad devota y profundamente espiritual. La gente podía acudir cuando quisiera al Templo para orar a los espíritus y purificarse a sí mismos mediante la meditación, técnica que era religiosamente enseñada en todas las escuelas desde la edad de cinco años, y perfeccionada conforme el niño crecía.

En la parte trasera del Templo estaba el Monasterio, donde vivían los Sabios del Agua. Personas dedicadas al perfeccionamiento espiritual que meditaban y oraban diariamente. Ellos vivían en pequeños cuartos con las Sabias del Agua, dedicadas a lo mismo. Ofrecían votos de castidad y servían al Templo y sociedad de por vida. Usualmente, eran entrenados por los mismísimos Monjes del Aire, los más espirituales del mundo.

El Solsticio de Invierno era la época en que se conmemoraba el nacimiento del Agua-Control. Esto significaba el primer contacto real y propio entre el ser humano y los espíritus de la luna y océano. A modo de gratitud por enseñar tal don, los Maestros Agua y todo el Sur acudían al Templo en devotas peregrinaciones desde las diez ciudades y se sentaban alrededor del estanque sagrado a meditar en armonía por parte de la noche, para después hacer una inmensa fiesta.

Sí, la vida en el Polo Sur era realmente amena y tranquila.

No así, también era rígida, una disciplina muy bien conocida organizaba a las sociedades de las Tribus Agua. Y ninguna persona seguía tanto ese régimen como la Familia Real.

Esta generación tenía a la Familia Real más amable, afable y rígida. Conformada oficialmente por cuatro personas, con tres miembros indirectos, los habitantes de las Tribus Agua obedecían ciegamente a sus soberanos y los consideraban personas buenas, devotas, consagradas y llenas de los dones espirituales.

El Rey Hakoda, líder absoluto, era un hombre que apenas pasaba los treinta y cinco años. De cabellos castaños, algo largos, siempre peinados para sostener la corona grande, dorada y plateada llena de joyas. Su rostro moreno mostraba usualmente pequeñas sonrisas a las personas que quería y miradas severas a nobles. Veía mucho por el porvenir de su pueblo, deseando que su Ciudad jamás cayera en manos de algún mal.

Estaba profundamente enamorado y le era fiel a su esposa, la Reina Kya. Dulce mujer de afables expresiones y cabellos más claros, ojos azules. Siempre vestía túnicas celestes y colgaba de su cuello un medallón con el símbolo de la luna. No usaba prendas ostentosas a menos que fueran ocasiones especiales. Tampoco acostumbraba llevar la corona, reemplazándola en su quehacer cotidiano con una tiara o diadema a juego con su atuendo del día.

De jóvenes habían sido unos novios muy apasionados, que fueron formalizándose cuando los deberes reales así lo exigieron. El padre de Hakoda, Katrón, había sido un rey inflexible y severo que veló a su pueblo con orden y disciplina. A su muerte prematura, y siendo viudo, tuvo su hijo que casarse prontamente con su ya prometida y ambos asumir el trono cuando apenas tenían veintiún y diecisiete años respectivamente.

El matrimonio fue bendecido con dos hijos. Uno que les nació dos años después de casarse. Le llamaron Sokka porque les recordó, por ser un bebé sano y fuerte, al aguerrido y legendario guerrero que vivió supuestamente en tiempos de la Fundación. Al crecer, descubrieron que bien escogieron el nombre. Aunque apenas el príncipe tenía doce años, era un apasionado del combate.

Apenas tenía cinco años cuando pidió a sus padres aprender a pelear. Aunque eso era obligatorio desde los siete en príncipes varones, adelantaron las clases por los deseos del soberano. No era Maestro Agua, pero a pesar de su joven edad dominaba a la perfección el boomerang, el arco con flecha, y perfeccionaba el arte de combate cuerpo a cuerpo y la espada. Tenía a los mejores maestros del mundo. Podía pelear, hacer brillantes estrategias, leer, memorizas y hacer sus propios mapas, navegar entre las peores tormentas… pero era incapaz de aprender algo sobre matemáticas, literatura o historia.

Sus padres se preocuparon de eso al principio y después lo pasaron por alto. A fin de cuentas, era un gran guerrero y maestro de la diplomacia. Iría puliéndose con el tiempo. O en eso confiaban.

Sokka tenía una hermana menor, que nació dos años después de haber nacido el primogénito. Fue un embarazo realmente difícil y la reina guardó cama desde el sexto mes, causando consternación y aflicción en su pueblo y claro, en su esposo. Kya estaba débil, no quería comer, y sentía que su bebé iba muriendo dentro de ella. El parto, según los médicos, fue tan costoso que es un milagro tener vivas a las reina y a la princesa.

La niña nació pequeña y menuda, pero extrañamente sana. Duró en intensos cuidados por parte de doctores y enfermeras dos semanas enteras, temiendo que su diminuto tamaño la matase. Fueron los peores días para Hakoda. Por un lado, su recién nacida debatiéndose entre morir y vivir; por el otro, su esposa tan cansada y desgastada que apenas y podía abrir los ojos.

Dos semanas después del nacimiento, Kya estaba completamente recuperada y ansiosa de conocer bien a su bebé. La niña, aunque no estaba realmente mal, seguía siendo en opinión de los médicos muy delicada. Costó dos meses engordarla lo suficiente para que estuviera sana.

¡Quién diría que esa bebé, nacida con menos de dos kilos y calva, sería ahora la princesa más enérgica de todas! La nombraron Katara, y encomendaron su alma a los espíritus, así como su salud. La niña fue creciendo normal, muy fuerte, hábil, inteligente, y para sorpresa de ambos, una maestra agua llena de talento. No había rastros de esa bebita por la que tanto se preocuparon.

Katara era una princesa inquieta, curiosa, juguetona y que encantaba de hacer bromas tanto a su hermano como a sus padres. Se llevaba muy bien con Sokka aunque claro, al ir creciendo y diferenciando los gustos, fueron distanciándose. Tenía la niña diez años y sus lindos vestidos la hacían relucir en todas las fiestas. Excelente maestra agua, su maestro estaba seguro que dominaría el elemento a muy temprana edad.

Kanna y Pakku eran los padres de Kya y abuelos maternos de ambos príncipes. Eran nobles sin títulos. Pakku era el director de la Academia de Agua-Control y Kanna del Teatro. Los dos tenían puestos muy influyentes dentro del Consejo por no mencionar que tenían el privilegio de vivir en el Palacio Real.

Pero, las cosas no son siempre perfectos y utópicas. En el Polo Sur comenzaría, no muy tarde, lo que en el futuro sería una guerra.


Y bien, eso fue todo. Sé que no es, por el momento, la gran cosa. Este capítulo es mas bien una explicación de la Tribu Agua y la situación del Mundo actual. Katara y Sokka ahora son príncipes, y válgame el señor qué princesas irán a ser.

No tengo muchas cosas más que decirles. Solo agradecerles por leer y que espero encontrar un comentario perdido por ahí :)

chao!