Recuerdos de invierno.

P.O.V. Rei.

Son mediados del mes de diciembre ya y supongo que como de costumbre fuera de este horrible hospital las calles deben estar llenas de luces de colores y dentro de las casas debe haber pinos llenos de esferas y guirnaldas pues se acerca la navidad.

Navidad.

Navidad, esa época de compartir y pasar tiempo con los seres queridos. De dar y recibir.

Nunca fui cristiana; de hecho fui educada por mi abuelo bajo el sintoísmo y no sólo eso, sino que también cuando mi salud era buena y era más joven fungí como sacerdotisa en el templo Hikawa. El templo Hikawa quien dirigió mi abuelo hasta hace 3 años en que falleció y que ahora debe encontrarse abandonado a raíz de su muerte y de que yo me encuentro enclaustrada en este horrible hospital, debilitada y cada vez más enferma.

¿Sera esta la maldición de las mujeres Hino?... 25 años, esa era la edad en la que tengo entendido murió la abuela de una terrible neumonía. 25 años, esa era la edad en que murió mi madre a causa de un cáncer en su estómago y 25 años son los que yo tengo ahora y al igual que ella estoy pálida y debilitada, en la cama de un hospital, cansada de las horribles terapias que lejos de ayudarme parecen ir matándome y llevándome a la muerte lentamente.

¿La diferencia entre mi madre, mi abuela y yo?

Aunque pareciera que nuestras historias son similares viéndolo desde el punto objetivo y un tanto egoísta no lo son. Mi abuela al morir tuvo la dicha de estar al lado de mi abuelo, ese hombre que siempre la amó y nunca se volvió a casar, ella la más afortunada de las tres sin duda; en cuanto a mi madre, sí bien mi padre por cobardía se alejó de ella cuando estaba muriendo, al menos ella tuvo de lado a su padre y a mí, su querida hija. En lo que respecta a mi estoy abandonada sola en el cuarto de este hospital sin nadie que vea ni se preocupe por mí, tanto que estoy segura de que si desapareciera de la faz de la tierra en este momento a nadie le importaría y quizá no sólo eso, quizá ni siquiera habría alguien que notara mi ausencia.

Los ojos me pesan, siento como si pronto el sueño fuera a tomarme y llevarme a un lugar lejano al sufrimiento donde no hay quimioterapias, donde no escucho la palabra cáncer y donde no me siento como un despojo humano y entonces escucho una dulce y suave voz dentro de la horrible habitación.

"Buenos días Rei."

Abro los ojos y sonrió al ver a Makoto enfundada en un pantalón negro ceñido a su cuerpo y un abrigo en color verde a juego con sus ojos y su cabello castaño sujeto en una alta coleta, como suele peinarse.

Makoto ciertamente no es de esas amigas que conozco desde la infancia, pero aun así es una chica a la que le he tomado cariño y a seis meses de conocerla se ha ganado un lugar especial en mi corazón.

¿Cómo la conocí?... Eso fue lo más gracioso del mundo.

Justo fue hace seis meses, el día en que me entere que tenía cáncer. No podía yo asimilar la noticia, él abuelo había muerto algunos meses atrás, mi relación con Jedite acababa de terminar y para colmo me entere de que tenía cáncer. Recuerdo haber recorrido las calles en el auto, sintiendo miedo del futuro incierto que se me avecinaba y entonces fui a la casa de mi querido amigo Andrew a quien conozco desde que yo tenía 13 y el 15, ósea desde hace 12 años atrás y fue Makoto quien enfundada en una de las camisas de mi amigo me abrió la puerta.

Recuerdo que en un momento había pensado que era una nueva de sus conquistas que terminaría odiándome como todas sus novias por haber sido yo la primer novia de Andrew, pero contrario a eso ella resultó ser sólo su amante y por cierto nada celosa.

Para no hacer la historia más larga, Andrew que como siempre ha sido mi buen amigo me ha apoyado en esta situación tan difícil y también esta mujer llamada Makoto.

"Hola Mako." Trato de sonreír, aunque hasta para hacer eso me siento debilitada. "¿Cómo estás?... Pensé que pasarías navidad con tu familia."

Ella toma una silla que se encuentra dentro de la habitación, se sienta a mi lado y me toma una de las manos. Después abre su bolsa y saca un libro titulado "En otra vida".

"Este es tu regalo de navidad. Me gustara que lo leas cuando te sientas mejor." Me dice. "La verdad es que al final decidi no ir a Kokunodate". Dijo mencionando el pueblo de donde es originaria. "Estas fechas no significan nada para mí, pero quise venir a visitar a mi querida amiga Rei y darle un regalo."

"Gracias… y que pena… yo no tengo nada para ti." Le digo apenada.

"No te preocupes. Cuando estés mejor entonces habrá muchas cosas que hacer."

"Cuando este mejor" es algo que constantemente escucho decir a Makoto y Andrew, pero la verdad es que tanto ellos como yo saben que ese "cuando estés mejor" nunca llegara. Ambos tratan de alegrarme, de darme una falsa esperanza, pero siempre veo la preocupación en sus miradas.

¿Por qué mentirme de esa manera?... Bueno, no los culpo. Quizá desean darme un poco de paz y tranquilidad, no desean asustarme, pero yo sé que pronto moriré.

Desde hace seis meses he ido perdiendo fuerza con las quimioterapias, aunque quien sabe porque no me han tumbado el cabello han ido debilitándome día con día.

¿No sería mejor morir de una buena vez?

Tan sólo me he convertido en una carga tanto para Makoto que me ha apoyado desde el principio y para Andrew que todos los días pasa por aquí a verme.

¡Me hubiera gustado hacer tantas cosas!

Viajar a Europa occidental, escalar una montaña, tirarme de un paracaídas y porque no decirlo, conocer al amor de mi vida.

No es que no haya tenido novio. De hecho he sido muy noviera, Andrew fue mi primer novio cuando tenía 14 años, duramos poco, un noviazgo inocente del cual quedo sólo una amistad, después tuve otros muchos novios y entonces apareció Jedite que era con quien pensé me casaría, pero bueno, las cosas no siempre son como uno quisiera.

Volteo a ver a Makoto y me doy cuenta de que lleva unos pendientes en forma de rosa. Sí, son esos pendientes que hace dias me mostro Andrew, un regalo que compro para ella y ahora ella porta, me pregunto entonces cuando se decidirán a ser algo más que "amigos con beneficios".

"¿Qué hay con Andrew?" Le pregunto.

"¿Lo dices por los aretes?" Me pregunta Makoto. "Son muy lindos… ¿Verdad?"

El silencio se torna incómodo. Me doy cuenta de que algo sucedido, algo que Makoto quiere decir, algo que tiene que ver con Andrew y como yo necesito estar en otro plano que no sea mi enfermedad entonces la comienzo a cuestionar.

"Andrew te ama Makoto… ¿Cuándo darán el siguiente paso?... Nada me daría más gusto que verlos juntos… ¿Sabes?... Yo que fui novia de Andrew hace 12 años y ahora que es mi mejor amigo… te puedo decir que le he conocido a todas sus novias después de mi… la mayoría de ellas me han detestado porque piensan que entre nosotros todavía hay algo… pero bueno… yo nunca he visto a Andrew tan enamorado de una chica."

Makoto esboza una sonrisa nerviosa.

"¿Tienes algo que contarme?"

"Andrew… hoy me ha dicho que me ama."

"¿Y?... ¿No deberías estar feliz?"

"¿Cómo puedo estarlo cuando sé que lo estoy haciendo sufrir?" Me responde Makoto con otra pregunta. "Yo fui muy clara con él, Rei. Cuando tuvimos sexo la primera vez… ambos quedamos en que sólo sería sexo. Yo se lo deje muy claro y él acepto. Yo le dije que yo no me enamoraba… que no me gustaba tener relaciones de noviazgo. Es sólo sexo."

De sobre sabía yo la historia de Andrew y Makoto. Andrew se había inscrito en un curso de cocina algunos meses antes de que yo descubriera mi enfermedad, siempre me platicaba sobre la chef "buenota y sexy" que le daba clases hasta que termino enredándose con ella. Él no suele enamorarse fácilmente, pero bueno, ahora está enamorado de Makoto quien yo estaba segura correspondía a sus sentimientos.

"¿Pero no amas a Andrew?... Él es un chico muy lindo, es atractivo, es fiel cuando tiene novia, es muy agradable…

"Nunca he tenido novio." Suelta Makoto de pronto aquella confesión. "Aunque me he acostado con muchos hombres nunca he tenido novio."

"¿No?" Pregunto sorprendida. He conversado muchas veces con Makoto. Ella me ha comentado sobre los muchos hombres con los que ha tenido sexo, me ha hablado de los malos en la cama que le ha tocado probar, de los buenos y de Andrew que siempre me decía cumplía más allá de sus expectativas en la cama… ¿Cómo era posible entonces que nunca hubiera tenido novio?

"No." Responde Makoto. "No me gustan las relaciones, Rei. No creo que podría con el compromiso que implica una relación, además no amo a Andrew. Aunque he tenido muchos hombres en la cama siempre he tenido bien claro que no quiero asumir el compromiso que implica tener un novio."

Sin duda Makoto me hacía pensar que en la vida no siempre se tiene lo que quiere. Ella tenía ahí a un hombre que la amaba con locura y ella lo rechazaba.

¡Qué no daría yo por tener a un hombre que aunque no fuera tan atractivo como Andrew me amara como él la ama a ella!

"Andrew es bueno en la cama, pero no lo amo." Dice Makoto. "Bueno, creo que no tiene caso de hablarte de lo bueno o malo que es Andrew en la cama, digo tú fuiste su ex novia…

Esbozo una sonrisa ante el comentario de Makoto. Ahora que lo veo de otra manera… ¿Quién no tiene sus secretos?

"Nunca tuve sexo con Andrew." Le confieso a Makoto. "Cuando fuimos novios yo tenia 14 y el 16." Hago una pausa reuniendo valor para lo que voy a decir. "Makoto… yo… nunca he tenido sexo."

"¿Qué?" Me pregunta como si el hecho de no haber tenido sexo a los 25 años fuera una blasfemia. "¡No te burles!... Sé que has tenido mucho sexo pero… la verdad es que de un faje no he pasado. Dirás que soy cursi pero… me estuve esperando para hacerlo con alguien especial… con el amor de mi vida… si hubiera sabido que no lo encontraría entonces lo hubiera hecho."

Me quedo pensativa, pensando que quizá debí aprovechar mi oportunidad. Moriré virgen entonces, tanto esperar al amor de mi vida y entre tantos novios que tuve ninguno sentí que lo fuera.

"Yo pienso que el amor verdadero existe." Interrumpe Makoto mis pensamientos. "Sólo que aparece en el momento preciso. Animo Rei."

La puerta se abrió y entonces mientras Makoto acababa de decir esas palabras sobre el amor cuando apareció Andrew con su mejor sonrisa y llevando en mano un ramo con tres azucenas casa blanca, mis flores favoritas. Veo turbación en su mirada cuando se da cuenta de que Makoto está ahí, pero trata de controlarse y entra estoicamente a la habitación.

"¿Cómo está la paciente más linda de este hospital?" Me besa en la frente y pone las flores en una cómoda a un lado de mi camilla. "Te traje tus flores favoritas Rei."

"Gracias." Le respondo. "Tú siempre tan lindo."

Andrew y Makoto, como personas adultas y civilizadas, dejan lo que hayan hablado a solas entre ellos y la plática gira en torno a mí, pero la situación es incomodas más en algún momento la hora de visitas se termina y ambos se despiden de mí.

¿Qué sucederá allá afuera entre ellos?... No lo sé. Sólo sé que los aprecio a los dos y que nada me gustaría más que verlos como pareja.

Las horas pasan dentro de la habitación del frio hospital, donde al final estoy sola leyendo el libro que me ha regalado Makoto.

Volteo a la camilla que está a un lado dentro de la misma habitación que yo.

En esa camilla estaba una semana atrás Minako Aino, una joven rubia de grandes ojos azules que era todo alegría y entusiasmo. También al igual que yo estaba enferma de leucemia, pero finalmente murió.

Tan sólo recordar su alegría, sus palabras de esperanza, como ella misma hacia chistes con su enfermedad siento un nudo en la garganta y me echo a llorar… ¡La extraño tanto!

¿Cómo la estarán pasando sus padres en navidad?... Aún recuerdo a los señores Aino al venir a visitarla, a la señora Aino llorar a veces a escondidas de su hija. Recuerdo también a Armand, su novio… ¡Que terrible debió haber sido para él perderla!

Los sentimientos se agolpan en mi interior. No puedo evitar pensar en los padres y en el novio de Mina y me echo a llorar, pienso también en lo sola que estoy, en la falta que este día les hará Mina a sus seres queridos (pues ella era católica y si celebran navidad en su familia) y en la poca falta que yo le hare a alguien cuando muera.

Nunca había tenido miedo. Andrew y Makoto dicen que soy muy fuerte, Mina también lo decía, pero no lo creo tanto y entonces siento las lágrimas quemando mis mejillas.

P.O.V. Darien.

Cierro mi computadora portátil después de discutir con Serena vía mail. De un tiempo a la fecha mi relación va mal con ella, es como si estuviéramos en sintonías distintas y ella no comprendiera mi labor.

Yo siempre fui muy claro con ella, le dije que la carrera de medicina era muy dura, que requería muchos sacrificios y ella así lo a pasar la navidad con ella?

Sí, yo también deseaba pasar este día con ella como todos los años, pero estudie medicina, esta es mi profesión y claro, como soy un medico novato, con poco tiempo dentro de este hospital entonces al personal se le ocurrió que nadie mejor que Darien Chiba para quedarse a hacer guardia en el hospital general esta noche del 24 de diciembre.

Escucho mi estómago gruñir y me pongo de pie, pues necesito comer algo, pero claro, no sin antes dar un recorrido por el hospital para cerciorarme de que todos y cada uno de los internos estén bien más cuando salgo al pasillo me encuentro con Amy, mi ex compañera de clases durante la carrera y quien por cierto también se ha quedado a hacer guardia.

"¿Alguna novedad en el área de urgencias?"

"Todo está muy tranquilo." Comenta Amy. "Afortunadamente está noche no ha habido ningún mal conductor que ocasione un accidente de tráfico. Por cierto, voy a ir a comprar algo de comer en uno de los restaurantes de cerca… ¿Quieres que te traiga algo?"

"Pensaba de echo ir a traer algo después de que diera un recorrido por el hospital, pero aprovechando que vas tú entonces te encargare Teriyaki."

Después de darle algunas monedas y despedirme de Amy, comienzo a recorrer las habitaciones donde se encuentran cada uno de los pacientes, para cerciorarme de que estén bien y porque no, para desearles una pronta recuperación y desearles una feliz navidad en caso de que suelan celebrar estas fechas.

Estoy casi a punto de terminar el recorrido por entre cada uno de los pacientes, contento de que todos estén bien, cuando al llegar a una de las habitaciones escucho dentro a alguien llorar. Inmediatamente entro a la habitación, preocupado de que la paciente, Rei Hino, como dice en el reporte que se llama la mujer que está en esa habitación se haya puesto mal, pero al abrir la puerta veo que la mujer no parece llorar por dolor físico, sino más bien por algún sentimiento de soledad o tristeza, mas siempre he pensado que un buen médico no debe preocuparse sólo por la salud física de sus pacientes, sino también por su salud emocional, muchas veces muy importante para su recuperación y me acerco a ella.

"Señorita Hino Rei… ¿Se encuentra bien?"

La joven voltea y me doy cuenta de lo demacrada que luce, pero aun con ello me percato de que es una mujer hermosa, su piel es blanca como la nieve y parece suave y cremosa, su cabello es negro como el ébano y sus facciones finas y delicadas como las de una muñeca de porcelana, pero lo que más me llama la atención en ella son esos orbes color amatista, un color de ojos muy extraño y hermosos aun cuando están empañados de lágrimas.

"Sí." Me responde ella rápidamente limpiándose las lágrimas, como si le apenara que la haya visto llorar de esa manera. Echo un vistazo a su expediente y es ahora cuando presto atención de que lo que tiene es leucemia en su etapa avanzada. Se lo que eso significa, es una lástima que mujer tan joven y en la flor de la vida este padeciendo esa enfermedad. "No sucede nada doctor."

Un silencio incomodo se hace entre nosotros y ella esboza una sonrisa nerviosa.

No sé si es que me ha conmovido verla sola, o quizá su enfermedad, o mi vocación de médico, o su belleza o todos esos factores juntos, pero siento la ansiedad de saber más de ella, de consolarla en su tristeza.

"Nadie llora sólo por nada." Le digo mientras tomo una silla y me siento frente a la camilla. "Cuando lo hacemos es a veces porque algo nos aflige y entonces a veces necesitamos alguien con quien hablar."

"He hablado una y otra vez sobre mi leucemia." Me responde ella. "No es algo de lo que no haya hablado más de una vez."

"Supongo que lo has hablado con los médicos." Me dijo él. "Pero quizá no has hablado de cómo te sientes."

P.O.V. Rei.

No suelo ser una persona que confié fácilmente en los demás. De hecho se puede decir que soy una persona muy selectiva, pero no sé si es la necesidad que tenia de desahogarme o si es que Darien supo convencerme, pero de pronto me di cuenta de que ya le había contado sobre mi niñez, sobre la muerte de mi madre, sobre Jedite (mi ex novio), sobre mi leucemia y sobre lo sola que me sentía.

"Animo Hino." Me dice palmeando mi hombro. "Nunca debes perder las esperanzas."

"Tengo leucemia en su fase terminal doctor." Le digo. "No trate de engañarme, usted es médico y también lo sabe, es gracioso escuchar a un hombre de ciencia hablando de fe."

"Tienes razón." Comentó Darien. "Como médico soy un hombre de ciencia, pero creo en los milagros señorita y también creo que el estado de ánimo influye mucho en los pacientes. Lo que sí me parece gracioso es que una miko como usted, una mujer espiritual como lo es una sacerdotisa tenga tan poca fe."

No puedo evitar echarme a reír ante el comentario de Darien. Justo si yo le he criticado que me hable de fe cuando se supone que él es un hombre de ciencia él me ha aplicado la misma pero a la inversa, criticando que una mujer espiritual tenga tan poca fe.

"¿La deje sin palabras señorita Hino?"

"Son pocos los que suelen dejarme sin argumentos." Le respondo. "Pero dígame doctor Chiba… ¿Qué hay sobre usted?... ¿No le molesta pasar su día en este hospital en vez de estar con su familia?"

No sé qué me llevo a hacerle esa pregunta. Yo sólo suelo preguntar cuando a alguien le tengo mucha confianza, pero bueno… ¿Qué más daba?... Sí, éramos desconocidos, pero si yo ya le había contado mucho de mi vida en menos de una hora… ¿Entonces porque él no?

"Me gusta está carrera señorita, aunque no negare que es muy pesada y requiere mucho sacrificio." Me responde. "Pero nunca me he arrepentido de haber estudiado medicina."

P.O.V. Darien.

Los minutos pasaron y yo comencé a contarle a Rei como había sido mi época de estudiante cuando estudiaba en la Universidad de Kyoto. Después como fui transferido a Tokio para estar en este hospital, sobre mis padres y mi hermana Naru y al final sobre mi relación con Serena y lo mucho que me molestaba que estuviera molesta y no comprendiera que no estaba en mis manos no poder estar en este día con ella en Kyoto.

"Muy incomprensiva su novia doctor Chiba. Suelo hablar sin pelos en la lengua, así que perdone que se lo diga, pero su novia así como la describe me parece un tanto incomprensiva."

"Lo es." Le respondo. Dándole la total razón. "Pero mañana me comunicare con ella, espero se le haya pasado el coraje."

"Yo también lo espero." Me responde Rei.

No sé cuánto si es poco o mucho tiempo el que he pasado ya en la habitación con Rei, platicando sobre trivialidades, logrando hacerla reír y riéndome con sus ocurrencias, olvidándome de que tenía hambre hasta que escucho el sonido de alarma de una de las habitaciones debido a que uno de los pacientes se ha puesto mal.

P.O.V. Rei.

Lamente que otro de los pacientes se pusieran mal y que la plática entre el doctor Chiba y yo hubiera acabado. Debo reconocer es un hombre agradable que me hizo sentir mejor con sus palabras, me hizo sonreír y olvidarme por un momento de mi misma y como si me hubieran inyectado una buena dosis de optimismo y alegría tome el libro que Makoto me regaló comenzando a leerlo con ahínco.

Aquella noche recuerdo que dormí muy bien. Los días transcurrieron y además de recibir las visitas de Andrew y Makoto también recibía las visitas de Darien durante esa semana entre la navidad y la celebración de año nuevo.

Las quimioterapias seguían tan fuertes como siempre, acabando con mi fuerza física, haciéndome ver demacrada, pero si algo había con lo que las quimioterapias no podían acabar era con mi nueva fe renovada.

Me había propuesto aliviarme, que la leucemia no acabara con mi vida o al menos luchar hasta el último momento para recuperarme

No podría decirse que estuviera bien, pero al menos conseguí que hoy 31 de diciembre me dieran permiso de salir del hospital para celebrar la fecha en compañía de Makoto y Andrew pero entonces justo ahora que vy saliendo del hospital en una silla de ruedas, con la promesa de volver a internarme mañana, me encuentro con Darien quien va llegando al hospital no vestido con su bata blanca, sino con unos pantalones de mezclilla, camisa verde y gabardina negra.

Me sonrie al verlo y siento como el rubor sube a mis mejillas tan sólo verlo. Días atrás había conversado con él cuando en sus ratos libres se apareciera en la habitación donde me encuentro internada regularmente y me comentó que le habían dado la oportunidad de ausentarse del 30 a 2 de enero del hospital y él estaba feliz pues iría a Kioto a ver a sus padres y a su novia, pero por lo que veo no viajo.

"Señorita Hino." Me sonríe y Andrew quien movía la silla de ruedas donde yo estoy sentada la detiene. "Me da gusto verla tan sonriente… ¿Le autorizaron salir este día del hospital?"

"Sí." Le respondo con alegría. "Mire, ellos son mis amigos de los que le he comentado. El señor Furuhata Andrew y la señorita Kino Makoto."

Los tres expresan su gusto de conocerse. Después Darien y yo intercambiamos algunas palabras. Le pregunto porque es que no ha viajado y me comenta que por mal tiempo los vuelos han sido cancelados así que siempre no tenía caso viajar. Me pasa por la mente que no tendrá con quien pasar la velada y entonces me atrevo a hacerle una pregunta que yo misma después me sorprendo de hacerle:

"¿Con quién pasara la velada del año nuevo doctor Chiba?"

"Este… la verdad no sé." Sonríe. "No conozco a nadie aquí en Tokio salvo a la doctora Mizuno que fue mi compañera de clases durante la carrera, pero ella voló hace algunas horas a Kioto."

"¿No le gustaría pasar la velada en compañía de nosotros?" Le propongo al doctor Chiba. "Makoto es chef y ha cocinado unos platillos deliciosos para esta noche y pensamos cenar en el departamento de ella y después ir al templo."

Andrew y Makoto insistieron en convencer al doctor Chiba que al principio lucia indeciso, pues no conocía a Andrew ni a Makoto hasta que acepto y así fuimos a casa de Makoto donde estuvimos cenando y brindando por el año nuevo, deseando que fuera mejor para cada uno de nosotros.

Me sentía tan feliz en compañía de mis amigos, en la compañía del doctor Chiba que en un momento me pare de la silla de ruedas dispuesta a ayudar a Makoto a limpiar el desastre en casa, pero apenas me levante de la silla sentí mi cuerpo pesado, como si todo a mi alrededor se nublara, la falta de aire y como estaba a punto de caer al piso de no ser rescatada por Darien, quien me di cuenta me tomaba en brazos y me recostaba en uno de los sofás.

Escuche los gritos de Makoto, la voz de Andrew que trataba de tranquilizarla y a la vez le exigía al doctor Chiba que hiciera algo por mí y entonces sentí en mi nariz el olor del alcohol y poco a poco sentí que mi vista se aclaraba.

"Furuhata… deje mi maletín en su auto… ¿Podría ir por él?" Le preguntó a Andrew quien no puso objeción. "Señorita Kino… ¿Podría traerme un poco de refresco de cola?"

Andrew y Makoto desaparecieron, obedeciendo las palabras del doctor Chiba, dejándonos solos, sintiendo como el clavaba sus orbes azules en los míos.

"¿Cómo se siente Hino?"

"No me dejes nunca Darien." Me atrevo a decirle, hablándole por su nombre de pila.

Darien acaricia una de mis mejillas y yo me estremezco ante ese contacto. Nos miramos por un par de segundos y entonces ocurre lo que deseaba en ese momento pero que no pensé que ocurriría: Darien me besa.

Su beso es apenas una caricia a mis labios, dulce y estremecedora y le correspondo olvidándome de Andrew y de Makoto, como si en ese momento sólo existiéramos nosotros dos.

N/A: Hola maga, en verdad sabes que yo tenía la intención de terminar el dia de hoy tu regalo y el de la mona, pero bueno parece que él mundo conspiro en mi contra para que yo no tuviera mi lap top y heme aquí entregando regalos en dos partes.

Llevo medio regalo tuyo y medio regalo de Mona, pero en la semana termino lo que falta.

¡Feliz navidad maga del sur!

Espero saber tu opinión y que te guste la segunda parte.

Atte:

Mademoiselle Rousseau.