Lenore no me pertenece ni me pagan por hacer esto.

Las palabras sentimentalosas haya abajo ;D


"El último día"

Por Mlle. Janusa.

Para Mic Agatha.


"Porque Lenore no siempre fue nuestra pequeña niña muerta."


El viejo médico se colgó el estetoscopio en el cuello y salió de la sombría habitación, cerrando la puerta tras de sí. Fuera de esta se hallaba una, preocupada, pareja esperando el veredicto del hombre.

— ¿Cómo la ve, Doctor Randall? — preguntó la mujer con voz temblorosa.

Tenía miedo de lo que pudiera escuchar pero sabía peor el abstenerse.

Observó al viejo tragar. El hombre se encontraba nervioso; ese tipo de noticias siempre eran duras de dar, no importaba cuantas veces lo hicieras.

—No les voy a mentir — dijo mientras limpiaba sus gafas con un paño que sacó de su bolsillo y adoptó un gesto sombrío —, la pequeña está muy grave; la enfermedad ha avanzado demasiado y sinceramente no creo que pase la noche.

Ni siquiera había procesado lo dicho por el hombre, frente a ella, cuando ya se encontraba en el suelo, llorando. La pena en esa joven madre era tangible, también por parte del padre que en ese momento se hallaba como ausente; sin poder aceptar lo que acababa de oír.

—Tal vez sería mejor que entraran a verla —sugirió Randall, dirigiéndose a la entrada —, ella los necesita.

No se despidieron del viejo, ni él espero que lo hicieran, simplemente tomó su sombrero y abrigo del perchero y se marchó. Nadie querría ver cómo, la preciosa, Lenore moría.

La pareja entro prácticamente corriendo al cuarto y lo que vieron sólo terminó de estrujarles el corazón.

Allí yacía su pequeña niña, Lenore, respirando dificultosamente y con el rostro perlado de un sudor frío. La palidez en su rostro daba miedo; parecía aún más muerta que viva e irónicamente más hermosa.

La madre se arrodillo a la orilla de la cama y se dedicó a observar a la pequeña, acarició su pómulo y una cálida lágrima resbalo por el suyo. No era justo, ¡la vida no era justa! ¿por qué a su pequeña y no a ellos?

El padre que se encontraba al otro lado de la cama, jugando con uno de sus bucles dorados, una vieja manía para hacerla dormir.

Maldita enfermedad, maldito Dios, maldito destino y malditos todos. Las campanadas del reloj marcaron las dos de la madrugada y con cada minuto que pasaba las respiraciones de la niña se iban haciendo más pausadas, el pecho le chillaba y veían el final cerca.

Deliraba algo acerca de "llegar tarde para su presentación".

Un suspiró de parte de la hermosa niña y murió.

Los padres se quedaron allí al amanecer, con las caricias hacia su difunta hija.

Los pájaros no cantaron, el sol no ilumino como antes ni siquiera se escuchaba en la calle el típico alboroto de mujeres peleando por la verdura más fresca o a los aboneros tocando puertas. Era como si toda la ciudad le guardara luto.

—Demasiado hermosa, mi niña, como para ser sepultada o quemada — murmuró el padre.

O, tal vez no fuera un luto sino la bienvenida a una nueva vida.


Amore, sé que amas a Lenore casi tanto como a mí y quería regalarte esto, nosotras que no conocemos el cómic (y sólo sé que murió de una enfermedad)

debíamos de tener un final sobre su vida. Te loveo y amodoro con locura y pasión.

Platicamos al rato.

Buh bye