CAPITULO 3: Mis amigos o mi intuición

"Sé que realmente él no es malo. Hay algo en su corazón que está atormentándolo. Mi mamá me enseñó cuando era pequeña a ver el interior de cada persona, y a pesar de que a veces me dejo llevar por las primeras impresiones -porque soy humana y cometo errores-, creo que esta vez tengo razón, y que él tiene algo de bondad detrás de esa coraza en la que se refugia, y a la que todos temen. Sé que puedo destruirla, puedo hacer que él ame a las personas tanto como yo amo a los pokemon. No todos somos malos. No todos los humanos somos crueles. Ya lo verás."

La lluvia y las nubes grisáceas que cubrían la región de Hoenn ya se habían despedido. Era un día nuevo, el cielo estaba despejado, la tristeza del día anterior era cosa del pasado, y May vio esto como una señal: tenía que intentar hablar con la criatura llamada Mewtwo.

Existía un problema, y era que no sabía cómo, o dónde encontrarlo. Cuando lo hizo, fue por pura casualidad. Aquella vez, la chica se había decidido a visitar un nuevo gimnasio construido próximo a Ciudad Portual. Allí le dijeron que había espacio para pokemon salvajes que necesitaban ser domesticados, así que quería visitarlo y ver las instalaciones. Hubiera querido ir con su hermano, pero como él estaba leyendo algunos libros, decidió ir sola. Sus planes tuvieron que cancelarse durante la marcha cuando escuchó algunos truenos y vio que pronto llovería.

Como no tenía paraguas y no quería empaparse y contraer un resfriado, tuvo que resignarse a volver de donde había venido estando ya a mitad de camino, y en eso divisó una extraña figura a lo lejos. Se acercó un poco para ver qué era, mientras lo hacía podía ver que esa silueta no pertenecía a un ser humano, era anormalmente grande para serlo. Estaba parado delante de la entrada al bosque que había que atravesar para llegar a Ciudad Portual. Y cuando estuvo lo suficientemente cerca, supo de quien se trataba: al verlo quedó petrificada por unos largos segundos, no podía creer lo que sus ojos le estaban mostrando. El pokemon llamado Mewtwo estaba allí, inmóvil, mirando hacia el cielo.

"El pokemon que vino a este mundo por medios no naturales. Me preguntaba si alguna vez en toda mi vida tendría la chance de verlo. Y aquí esta".

La chica no sabía qué debía hacer. Temía que al verla él se fuera, cosa que no sucedió. Descartando eso, se tranquilizó, y avanzó hacia él muy despacio, cada paso lo daba en cámara lenta, no quería que su presencia allí sea tomada como un acto de hostilidad. Estando ya próximo a él, decidió saludarlo amigablemente. No obstante, él continuaba contemplando las alturas.

A May le dolió un poco la indiferencia de Mewtwo. Considerando que probablemente sería la única vez que lo vería, se arriesgo y gritó su nombre. El pokemon misterioso abandonó su concentración y al fin dejó de ignorarla, Bajó la cabeza, giró su cuello hacia la dirección de donde venía la voz, y la miró detenidamente.

Allí estaban los dos frente a frente, humana y pokemon. Ella, fascinada porque al fin podía conocerlo en persona. Era decididamente más alto que ella, tenía brazos grandes y pies del mismo tamaño, su piel era del color de la nieve, y de su estómago nacía una cola de color púrpura. Fugazmente tuvo curiosidad por saber cómo la encontraría el... ¿Atractiva? ¿fea? ¿demasiado pequeña?. No pudo seguir imaginando cosas, porque aquél la estaba mirando de mala manera. Pensó que eso debía ser por haberlo interrumpido en su meditación silenciosa. Estaba esperando que dijera algo, pero no sucedió nada. Él no hablaba.

"En esa ocasión recuerdo haber sido amable, cortés. Yo no fallé en nada. Sólo me falló una cosa, ajena a mí. La naturaleza no me ayudó. Estaba todo tan gris, tan triste. Si hubiera estado el día como hoy, quizás hubiese tenido una oportunidad de recibir alguna mirada alegre, o una sonrisa por parte suya. Y él... parecía también tan triste, como la naturaleza misma. Su mirada me indicó eso. Me indicó enojo, tristeza. Me indicó soledad."

La escena le resultó imposible de olvidar: sus ojos amenazantes observándola, sus puños cerrados, parecía listo para atacar. Ella sintió que se le venía el mundo encima, imaginó que el cielo se caería en cualquier momento de lo oscuro que estaba, incluso el pasto que estaba pisando estaba duro y costaba trabajo hacer pie. Y no podía olvidar que lloró. La había llamado cruel alguien que no la conocía, y sin embargo a ella le llegó el adjetivo como un baldazo de agua fría.

"Al parecer la naturaleza sabía lo que iba a pasar, y decidió acompañarme en el sentimiento."

Recordaba que ella misma inició la breve conversación entre ambos, y también fue ella quien la terminó. Él no contribuyó demasiado. No estaba interesado, solo quería seguir en silencio. Y entonces la chica se fue, bajo la lluvia, con la cabeza gacha y un aura de derrota alrededor suyo.

Al pokemon no le importaban las lágrimas de la humana, porque en breve solo sería un recuerdo de los tantos que él poseía, y porque por fin pudo retomar su calma inicial.

-Me pregunto si después de lo que pasó entre nosotros siguió pensando en mí- pensó la chica en voz alta, tocándose un labio. -Tan sólo pido que no me haya olvidado, y sé que eso es algo difícil, pero si al menos pude dejar una huella en su corazón...

"Si al menos pude dejar una huella en su corazón... habré hecho algo..."

Una lágrima recorría su mejilla, y rápidamente se la secó. No tenía ninguna intención de volver a llorar. No con el día hermoso que tenía por delante... podía hacer muchas cosas, y podía volver a intentar conversar con la criatura. ¿Qué podía perder? Volvió a tener esperanzas y a confiar en ella misma. No le tenía miedo, era fuerte, y podía lograr cualquier cosa.

En ese instante, un ruido sonó en su estómago, y la razón de eso era que estaba con hambre. Miró su reloj de pulsera, y comprobó que era mediodía, tiempo de cocinar algo para ella y para su hermano. Una vez saciada, estaría dispuesta a buscar al pokemon que odiaba a los humanos. Contempló una vez más la inmensidad del cielo, y al hacerlo, vio dos escenas casi al mismo tiempo.

La primera escena la protagonizaba un torbellino de humo que arruinaba la claridad del cielo, y que tenía su origen en el bosque que había que cruzar para ir a Ciudad Portual, y en cuya entrada conoció a Mewtwo. Y la segunda, tres siluetas que avanzaban hacia ella velozmente. De inmediato los reconoció, eran sus buenos amigos Ash, Brock y Pikachu, que llevaban consigo una canasta, y que al verla la saludaron alegremente. May los miró sonriendo, pero no podía dejar de preguntarse por qué salía todo ese humo de allí, qué había sucedido y quién lo había provocado... ¿Sería Mewtwo?

Su cerebro imaginó lo peor, que Mewtwo se había decidido atacar a personas indiscriminadamente, y que ella era la responsable por haberse atrevido a invadir su espacio personal. De sólo pensar en eso se le estremeció el cuerpo, sentía una culpa inmensa. Tuvo ganas de vomitar, pero debía contenerse a toda costa, guardar la compostura, no quería preocupar a sus amigos, y además ni siquiera sabía lo que había pasado en realidad, así que ¿para qué imaginar cosas? ¿Y si era un simple incendio?

La curiosidad que había dentro de ella empezaba a brotar, pero la culpa no se iba. La paz interior que anhelaba se iría una vez que supiera qué sucedió allí. Algo dentro suyo le decía que no era nada bueno.

-May, despierta, ¿estás ahí? - le decía Ash, chasqueando los dedos frente al rostro de la chica, que parecía haber viajado a otra dimensión.

-¿Qué estará pensando? -se preguntaba Brock- ¿Qué puede ser más importante que saborear los deliciosos sándwiches que preparé esta mañana con tanto amor y empeño?

-Es como si estuviera soñando despierta -expresó extrañado el joven entrenador de gorra colorada y cabellos negros, y sujetando los hombros de la chica y dándole un fuerte sacudón, trató de hacerla volver a la realidad, de forma exitosa esta vez.

May abrió grandes sus ojos color cielo, y se dio cuenta que sin quererlo, había preocupado a sus amigos. Era lo último que quería, no necesitaba inmiscuirlos en sus problemas.

-Lo siento, chicos - se disculpó ella, acariciando a Pikachu-, es que acabo de levantarme, y estoy algo dormida.

-No te disculpes, todo está bien, aquí con Brock hemos venido a invitarlos a ti y a Max a un día de picnic, ¿qué dices?

"Ellos son mis amigos... si algo me preocupara, tengo la total certeza que van a escucharme, y si es posible, ayudarme a resolver ese problema. Pero... hay algo que me dice que no debo contarles de mi encuentro con Mewtwo. Y aunque se los contase, no podrían hacer nada, él odia a todos los humanos, y ellos no serían la excepción. Nada cambiaria".

-May, ¿otra vez te fuiste a soñar? -bromeó Ash, con risas cómplices de Brock y Pikachu.

La chica de cabellos castaños observaba el humo que no cedía en su marcha hacia el cielo. Sentía que tenía que ir hacia ese lugar. Algo definitivamente había pasado.

"Oh vaya... algo anda mal, lo sé. Me veo en la necesidad de abandonar a mis amigos, y suspender el día de picnic que tantas ganas tenían de compartir con nosotros.. oh Dios, no los merezco...".

-¡Si, claro!, lo siento... q-quiero decir, claro que iremos con ustedes, además es un hermoso día, y sería una pena echarlo a perder. Max está dentro de la casa, y conociéndolo, aún debe estar durmiendo... ese haragán. Vayan a despertarlo, yo los esperaré aquí, necesito que se me pase esta somnolencia, estoy demasiado distraída...

Ash, Pikachu y Brock aceptaron, y entraron en la casa donde vivía May junto a su familia. Su padre Norman se encontraba en el gimnasio de Ciudad Petalia, del cual era líder, muy ocupado últimamente puesto que mucha gente concurría allí para entrenar junto a él. Su madre Caroline estaba desaparecida desde que el barco que la transportaba se hundió junto al resto de los tripulantes que formaban parte de una expedición, cuyo objetivo era encontrar los restos de una criatura mitológica que llevaba tiempo enterrada en el fondo de un océano, a muchos miles de kilómetros de distancia de su hogar. Nadie supo nada acerca de ellos, por lo que se los consideraba muertos. May se negaba a creer eso, y tenía fe que un día su mamá volvería.

Pero no podía esperar ese día de brazos cruzados, tenía que ser fuerte por su hermano y su padre, y debía aprender a valerse por sí misma. Había aprendido a superar esa pérdida, y la tristeza que le ocasionaba la convertía en energía para salir adelante y llevar a cabo las tareas del hogar. No era fácil, pero estaba segura de que si su mamá volvía y veía todo lo que había hecho por su familia se enorgullecería de ella, de lo mucho que había madurado y aprendido. Max también sufrió, ella le enseñó a ser fuerte y a verle el lado bueno a las cosas, aunque algunas noches lo escuchaba sollozando en su habitación. A pesar de todo, y de haber transcurrido un año sin la presencia de su madre, los dos enfrentaban a la vida con entusiasmo y con deseos de seguir conociendo más sobre el mundo pokemon.

"Ellos son todo para mi, mi papá, y mis amigos. Su amistad es lo más valioso que tengo. Les pido perdón. Sé que sabrán entender porque no puedo quedarme, y me duele irme así, a escondidas, pero debo encontrar a Mewtwo."

Sin perder un segundo, y aprovechando que los demás estaban ocupados intentando despertar a su hermano, May se alejó de la casa lo mas rápido que pudo, sus piernas trabajando por un lado, mientras que su cerebro trazaba el recorrido, cuya meta final era el bosque. Allí tenía que ir. Estaba segura que sus amigos no tardarían demasiado en notar su ausencia, así como el humo que ya era notoriamente visible, y con esa certeza en mente, se apuró aún más. Para su mala suerte, su bicicleta estaba dentro de la casa, y por obvias razones no pudo hacerse con ella. De haberla tenido, no habría tardado nada en llegar a destino.

-No quería preocuparlos, pero al fin de cuentas lo termino haciendo. A veces me odio a mi misma -pensaba tristemente, mientras se perdía en la extraña combinación que formaba el cielo azul alegre, el bosque verde vivo y la nube gris deprimente.

A los muchachos les costó algo de trabajo despertar a Max de su sueño. Dormía profundo, y estuvieron llamándolo por su nombre varias veces sin obtener resultado. Pikachu decidió lanzarle una pequeña descarga eléctrica, que hizo que el niño se levantara de su cama de un salto.

Eso hizo que Max se enojara con ellos, por despertarlo por un lado, y por haber recibido esa descarga por el otro. Los chicos se disculparon rápidamente, alegando que no tenían otra forma de despertarlo. Él acepto la disculpa de mala gana.

-Vamos Max, ya pasó la hora de dormir, hoy es día de picnic. May nos está esperando afuera, y seguro ha de estar irritado, porque llevamos varios minutos tratando de sacarte de la cama.

El pequeño, de anteojos grandes y cabello verde, no tenía demasiados deseos de levantarse, y quería volver a su sueño. Pero cuando Brock comento de forma picara que tenía un almuerzo que el mismo preparo en la canasta, Max se animo súbitamente y las fuerzas comenzaban a despertarse en su cuerpo adormilado. A Ash y Pikachu la situación les hizo mucha gracia, todos sabían que el muchacho alto de piel morena cocinaba mejor que nadie, y su comida era algo a lo que nadie podía resistirse.

Max se aseó y se vistió con su atuendo tradicional. En unos pocos minutos ya estaba listo. Al salir de la casa, llamaron a May, avisándole que todo estaba en orden y que ya podían partir. Tenían pensado acampar en un pequeño descampado ubicado algo cerca de la casa de los hermanos, ya que por ahí había un rio del que se podía sacar agua.

Pero no estaba May. No la vieron por ningún lado. Los cuatro quedaron como estatuas. Lo único que pudieron ver era un torbellino de humo que arruinaba la claridad del cielo, y que tenía su origen en el bosque que había que cruzar para ir a Ciudad Portual. A Brock se le cayó la canasta y los sándwiches que había preparado esa mañana para compartir con sus amigos quedaron desperdigados por el suelo, adornando con sus condimentos el pasto y algunas flores que recibían alegres los rayos del sol.