Prólogo
Los personajes y la historia en general son de JK, yo solo me dedico a fantasear y jugar con la historia.
Muy bien, estoy de nuevo por aquí con una aventura, que ha salido de la misma manera que todas las demás, de mi loca cabeza.
Primer capítulo dedicado a Caro, mi nueva beta… ¡muchas gracias!
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—Apártate. ¡Apártate, muchacha!
La luz verde brilló intermitentemente en toda la habitación y Lily cayó como su marido.
El niño no había llorado en todo ese tiempo. Estaba de pie, aferrando firmemente los barrotes de su cuna, y levanto la mirada hacia la cara del intruso con brillante interés, quizá pensando que era su padre el que se escondía bajo la capucha, para hacer más luces bonitas, y que su madre se levantaría en cualquier momento, riendo.
Apuntó con mucho cuidado la varita a la cara del niño. Quería ver como ocurría, la destrucción de este inexplicable peligro.
El niño comenzó a llorar. Había visto que no era James. No le gustó que llorase, nunca había podido soportar a los pequeños lloriqueando en el orfanato.
— ¡Avada Kedavra!
Los merodeadores se encontraban sentados en un gran árbol observando la nada, divagando entre sus problemas. James estaba recargado en el árbol, viendo las nubes y pensando en su adorada pelirroja; Sirius por otro lado, se encontraba acostado con los ojos cerrados, a punto de dormirse; Remus como muchas otras veces, estaba leyendo un gran libro que todos conocían pero muy poco leían "Hogwarts a través de los tiempos" y Peter sin nada que hacer, sentado arrancaba el pasto sin mucho interés.
—Este será mi año, Evans finalmente me dará el sí— dijo James sin referirse a nadie.
Pero no pudo evitar, que Sirius medio dormido se carcajeara, acompañado después por Peter.
— ¿Cuánto llevas diciendo eso Cornamenta? ¿tres años? No sé qué hará diferente este año de los otros— dijo Black medio burlón.
El azabache bufo y alcanzó a darle una patada a su amigo que al instante aulló de dolor pero no hizo el intento de pararse
—¡Diablos! Sí que tienes un genio, yo no digo más que decir la verdad.
—Pues yo también— aseveró James. —Evans me dirá que sí, es nuestro último año—
Lupin sin poderlo evitar bajo su libro y observó a su amigo con algo de pena, las posibilidades de que Lily le dijese que si eran casi nulas.
—Aja— dijo Sirius sin hacerle mucho caso y volviendo a cerrar los ojos.
—Ya lo veras Canuto, este es mi año— volvió a decir asegurándose de que su voz sonara segura.
Black rió.
—Claro querido amigo, es más déjame ser testigo de vuestra boda— James sin captar el tono mordaz con que le hablo su amigo, sonrió y sus ojos brillaron.
—¿Se imaginan? Nosotros tendremos una boda grande, y Lily llevara un vestido enorme que la hará lucir como una princesa. Yo trataré de peinar mi cabello y todos nuestros amigos asistirán a la boda, habrá past…— pero no pudo continuar porque fue interrumpido por las estridentes risas de sus amigos; hasta Remus se encontraba totalmente tirado en piso, agarrando su estómago. James arrugo el ceño y se cruzó de brazos molesto.
—Lo siento cornamenta— dijo Remus que se había podido tranquilizar un poco. —Pero estas peor que una adolescente enamorada— terminó volviendo a reír junto a sus amigos, haciendo que James se enojara más.
—¡Y que se supone que soy! ¿El hermano gemelo de Dumbledore? ¡Soy un adolescente! Pero búrlense, que falta poco para que yo lo haga de ustedes, cuando por fin la pelirroja me de él sí— sus amigos no le hicieron gran caso, y hubiesen seguido riéndose de no ser porque justo frente a ellos apareció una luz brillante que por un momento los dejo ciegos. Los cuatro muchachos, conociendo el peligro en el que se encontraban, ya que estaban en plena guerra, parándose se fueron acercando al árbol que hace unos minutos les había dado sombra y que les daría ahora protección y con la varita en alto estuvieron listos para pelear contra algún mortífago o lo que fuese que saliese de esa luz.
Cuando la luz cegadora comenzó a perder fuerza y todo se volvió a aclarar fue tal el asombro de los merodeadores que incluso Peter que se encontraba un poco rezagado escondido tras sus amigos comenzó a temblar soltando su varita.
Frente a ellos, y por imposible que pareciese, se encontraba un niño de no más de dos años, llorando desconsoladamente.
Por un momento los merodeadores no pudieron salir de su asombro. Simplemente era imposible que un niño apareciera de la nada y menos en un lugar donde era imposible aparecer o desaparecer. ¿Y si era un trampa? Pero, ¿Cómo podría serlo? Algo raro pasaba ahí, el niño se veía demasiado exaltado, llorando sin control y en cierta manera, gritando, parecía traumado.
¿Qué habría pasado? Porque para que negar que el niño se les hacia un poco conocido, aunque ¿de dónde conocerían ellos un bebe?
Y James sin saber muy bien porque, y con la varita aun en alto, se acercó haciendo que sus amigos primero con sorpresa y luego con una expresión solemne le siguieran los pasos.
Pronto James quedo frente al pequeño, que no lo había visto y seguía llorando sin control, e hincándose lo observó a los ojos. La sorpresa fue tal que soltó su varita en el acto, cayendo de una manera limpia y silenciosa en el pasto. Esos ojos los conocería en cualquier parte; eran los de Evans ¿Cómo era posible? el niño primero pareció observarlo con interés dejando que las salvajes lagrimas recorrieran sus mejillas y haciendo que el corazón de James (por alguna extraña razón) se sintiera infeliz al observar la triste carita, y para sorpresa de todos él bebe dejo de llorar y al instante sonrió aun algo exaltado. James se sintió inmensamente feliz, ese niño era hermoso y en algún momento, en cuanto lo había visto a los ojos había pasado algo (y aun no sabía exactamente qué) pero había acabado queriendo al niño. Porque la mirada del niño se había posado en la de él, tan verde y pura, inocente y blanda le había hecho querer protegerlo. Ese niño no podía ser ninguna trampa.
Por otro lado sus amigos que observaban todo como testigos mudos, se encontraban sorprendidos, porque la sonrisa que en ese momento poseía Cornamenta no la habían visto nunca.
Y era asombroso como en el momento en que ambos personajes se observaron a los ojos se había creado un no sé qué en el aire, que hacía que se sintiesen incomodos, como si observar al bebe y a su amigo fuera algo tan suyo, tan personal, que no tenían derecho a observarlo. Era como si para ambos, Cornamenta y él bebe, no existiera nada más que el otro.
—Papá— dijo el niño apenas en su susurro, que fue escuchado perfectamente por los cuatro adolescentes.
Lo que paso a continuación no se lo esperaba nadie, ya que él bebe después de soltar esas cuatro letras se abalanzó hacia el adolescente abrazándole con fuerza y repitiendo cada pocos segundos "Papá" mientras balbuceaba también cosas que nadie más entendía.
Ninguno supo que decir, o hacer, y James helado como estaba solo atinó a darle suaves golpecitos en la espalda, pero acordándose de sus amigos los volteo a ver lleno de dudas mientras agarraba su varita y poco a poco se levantaba con el niño aun aferrado a él.
—Vamos con Dumbledore, él sabrá que hacer, Cornamenta— dijo Remus hablando por primera vez.
James, que observaba al niño feliz en sus brazos algo torpes quedarse dormido, pegó un brinco de la impresión y observando al licántropo asintió. Sirius sin poder evitarlo se acercó al pequeño, que en esos momentos ya mantenía sus ojitos totalmente cerrados.
— ¿Quién será?— los tres merodeadores restantes se observaron y levantaron los hombros en señal de duda.
Sirius continuo observando al bebe casi seguro que el niño le daba un aire de familiaridad a alguien. Pero ¿a quién?
—¿Por qué te habrá dicho papá, Cornamenta?— dijo una vocecita chillona perteneciente a Peter.
El azabache después de pensárselo un momento negó mientras suspiraba.
—Tal… tal vez me parezco a su papá— dijo con la voz un poco temblorosa.
El niño le había tocado una fibra en el corazón. Sus amigos, que se dieron cuenta del estado emocional de James, decidieron no hacer comentarios. Y es que el estado de su amigo era totalmente comprensible, si a ellos les hubiese pasado algo así también se encontrarían sorprendidos.
—Tal vez deberías darnos al niño para que alguno de nosotros lo cargue— dijo Remus mientras alargaba las manos hacia él bebe; pero James, algo brusco, se alejó y negó con la cabeza apretando un poco más al niño.
Y como siempre Sirius no pudo evitar soltar uno de sus típicos comentarios.
—Vaya Cornamenta, cualquiera diría que el niño te ha hechizado, parece que la pelirroja ya tiene competencia— Peter soltó unas risitas y Remus negó divertido mientras James fulminaba con la vista a su amigo.
—No digas tonterías. El pobrecito apareció en medio de un castillo donde no se puede aparecer ¿Qué crees que le haya pasado? Por la manera en la que lloraba no creo que nada bueno—
Sirius se quedó callado, tenía razón, nada de lo que rodeaba al niño era normal.
—Anda pues, vamos a buscar al abuelito— dijo Sirius mientras se ponía a caminar, pero ninguno lo siguió.
— ¿Qué pasa?— le dijo a Remus acercándose de nuevo al grupo.
— ¿No crees que llamaremos demasiado la atención llevando a un niño de un año por el colegio?— contesto el licántropo. Y Black pareció pensarlo.
— ¿Qué sugieres papá Cornamenta?— dijo después de reír.
James pasó en alto su comentario.
— ¿Por qué no lo tapamos con la capa de invisibilidad de Cornamenta?—dijo Peter.
— ¡Gran idea Colagusano! ¿Dónde está papá Cornamenta?—dijo Sirius, y el azabache le lanzo una mirada amenazante para después suspirar.
—La deje en mi habitación—Sirius negó enojado.
—¡Fantástico! Y ni siquiera la podemos traer con un accio porque tu capa es única y blablá, ¿Qué haremos?
Remus tras pensárselo un segundo, sonrió, y con un movimiento de varita, hizo aparecer una cobija de lunares brillantes y de colores.
—¿Qué es eso?— peguntó James riendo quedito, para no sobresaltar al bebe.
—Es todo lo que conseguí, ¿de quién es?—los cuatro se observaron, y Peter algo nervioso levanto la mano.
—Es mía. Me la mando mi madre hace ya unos meses, no la había sacado porque es demasiado ridícula— sus tres amigos asintieron dándole la razón.
— A ver; déjenme entender esto, no quieren llevar un bebe así porque llamaremos la atención, pero planean taparlo con esa horrible cobija (sin ofender Colagusano) que llama más la atención que nada— dijo divertido Sirius después de un minuto de silencio.
—No hay otra opción— contestó Remus suspirando, mientras tapaba al bebe y juntos, los cuatro merodeadores, caminaban dentro del castillo.
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Hola! La historia desde el momento que se me ocurrió, me gusto… espero que haya sucedido lo mismo con ustedes.
¿Qué tal les ha parecido?