Disclaimer: Ya saben que Harry Potter es propiedad de Rowling y un puñado de gente más, que esto no lo ha escrito ella y que yo no recibo nada (más que sus comentarios), por hacerlo.

Nota: Pequeño drabble escrito para el Reto Navideño para el foro The Ruins. Es cortito, pero fue lo primero que se me vino a la mente cuando comencé a pensar qué podía escribir. Estoy bastante satisfecho, sobre todo porque es algo totalmente distinto a lo que suelo escribir. Disfruten :)


Navidad sin ti

La nieve caía copiosa al otro lado de la ventana y se amontonaba, abundante, sobre el jardín esmeralda. Con una mano apoyada sobre el helado vidrio y la otra aferrada a una taza de chocolate caliente, Angelina observaba la blancura que teñía el exterior. Amaba la Navidad, ¿quién no? Pero siempre le causaba cierta nostalgia, aun cuando intentara mantener su mente despejada y centrada en el hoy, no en el ayer.

—¡Mami, mami! ¡Mira el regalo que me ha traído Santa! —exclamó emocionado su hijo más grande, mientras agitaba una pequeña escoba en el aire.

Angelina sonrió, feliz. Su hijo le recordaba tanto a él… Eran idénticos, excepto tal vez por la tez más morena del pequeño Fred II. Pero, aún así, ella sentía que una parte de su viejo amor vivía en él. En su sobrino.

—¿Lo extrañas? —le susurró una voz a sus espaldas.

Ella se giró inmediatamente para encontrarse con los tristes ojos azules de su esposo, de George. El hombre llevaba en brazos a una pequeña niña que dormía apaciblemente. Apoyó su cabeza en el hombro de Angelina y se dedicó a observar cómo su hijo sobrevolaba la sala y esquivaba astutamente las lámparas que colgaban del techo.

—Yo también lo extraño, ¿sabes?

Angelina se tensó un poco. Nunca hablaban mucho de Fred, aunque no sabía exactamente por qué. Tal vez el recuerdo aún doliese demasiado.

—Lo sé, cariño —le dijo, y le acarició la mejilla con la palma de su mano.

Aquel momento duró solamente un par de segundos. Inmediatamente George se recompuso y le pidió a su esposa que sostuviera a la pequeña Roxanne mientras él iba a acomodar todos los regalos que habían comprado para su multitud de sobrinos. Iban a reunirse en la Madriguera aquella mañana.

Angelina acarició a su pequeña hija y volvió a observar a través de la ventana mientras pensaba, no sin cierta culpa, que el mejor de los regalos que ella podría recibir sería verlo de nuevo a él, vivo…