Después de unas semanas Alizia empezó a ir con una chica, Susan Bones, de la que Joseph se enamoró irreversiblemente. Hasta que vio a la otra amiga de Alizia, Melisa Sporkiff, aún más guapa que Susan.

Joseph era extremadamente enamoradizo. Siempre estaba buscando faldas que acosar, y si tenía la ocasión, de tocar. No le importaba tener las mejillas constantemente rojas e hinchadas de las bofetadas que recibía, ni que casi todas las tardes lo castigaran. Al final, decía, las chicas caían rendidas a su encanto.

Tom, que nunca había sido tan escandaloso, al principio se sintió un poco avergonzado. Se había dado cuenta de que las féminas los preferían a él y a Riley; y como Joseph también se había dado cuenta, siempre que encontraba a una muchacha bonita que acosar, se los llevaba con él. A pesar de eso, Joseph era un buen chico. Sus notas eran las quintas más altas (detrás de Tom, Riley, Abraxas y Alan), superando todos ellos incluidos los ravenclaw (a excepción de Alizia y sus amigas) y siempre ayudaba a todo el que se lo pidiera. Era tan ferviente, que sus amigos a menudo le tomaban el pelo diciéndole que él no era Slytherin, si no Hufflepuff.

Ellos cinco eran inseparables, y junto a Samantha, Abie Crawford, Adelyn Parkinson, Alessia Nott (estas últimas amigas inseparables de Samantha) y Alizia y sus amigas, eran los más envidiados de todo el colegio. Incluso los alumnos más mayores les respetaban, y eso era algo insólito entre los de primer curso.

El primer trimestre en Hogwarts pasó deprisa y fugaz, dejando a Tom más contento que nunca. Habían hecho tantas cosas… Él y sus amigos, los magníficos, los maravillosos, los… No se le ocurrían palabras suficientes para describir cómo se sentía, pero su autoestima había crecido tanto que se creía capaz de comparar su felicidad actual con la de sus amigos.

Lo malo del fin de trimestre fue que sus compañeros se iban de Hogwarts. Sus familias los esperaban con los brazos abiertos, y a Tom no.

Todos se iban, todos menos Alizia.

El día después de que la mayoría de los estudiantes se marcharan, Alizia y Tom se juntaron y durante una semana entera no se despegaron ni para comer. Tom, que nunca había sido muy apegado a los demás, empezó a sentirse algo incómodo, pero Alizia estaba radiante, así que él no dijo nada. Unos dos días antes de Navidad, Alizia recibió una carta de sus padres y Tom no la volvió a ver. Se había quedado solo de nuevo.

Se concentró en buscar escondrijos por todo el colegio, y no le costó mucho encontrar lugares polvorientos y abandonados que nadie había pisado en años, si no en décadas o siglos. Al menos, así le gustaba pensar Tom. Al final de las vacaciones había encontrado tantos lugares que se decidió a hacer un mapa. Un mapa con todos los rincones excepto uno. Uno que estaba en la séptima planta y que era sólo para él. Gracias a un libro que había leído la semana pasada, fue capaz de hechizar el pergamino para que nadie pudiera ver su interior. El mapa mostraba todos los lugares de Hogwarts.

Pasó las navidades casi siempre leyendo, y el bibliotecario le había "prestado" la llave de la sección prohibida, por lo que las noches también las pasaba en la biblioteca.

Fueron unas navidades "instructivas".

Cuando sus amigos volvieron, Tom había decidido que no los necesitaba. Él había pasado toda la vida solo y lo único que realmente necesitaba era… Era… ¡Él no necesitaba nada!

Samantha se había dado cuenta del cambio en Tom, pero nadie más lo hizo. Alizia no había vuelto. Y como Alizia era quien mejor le comprendía, Tom sólo tuvo que preocuparse por Samantha. Empezó a hablar más con ella y a revolotear a su alrededor. Y pasó los dos trimestres siguientes haciendo lo mismo. Había sacado en todas las asignaturas un Extraordinario, y había inventado nuevos hechizos.

La última noche del curso, probó su hechizo inventado más preciado. El hechizo permitía hacer magia indetectable, y conjurar el hechizo en si mismo también era de manera indetectable, por lo que si hacía magia fuera del mundo mágico, no le podrían castigar.

El hechizo funcionó.