Miró a todas partes y notó que no había nadie en los pasillos de McKinley, las clases ya habían comenzado y él iba atrasado, no le importaba llegar unos minutos más tarde, todo con tal de no recibir un granizado y una nueva paliza por parte del equipo de fútbol.

-¿Te escondes de mí?-escuchó a sus espaldas.

-No-se atrevió a responder y volteo a ver-Karofsky-lo miró asustado, pero sin bajar la cabeza.

-¿Seguro? Porque parece que sí-dijo tomándolo por un brazo.

-Aléjate-susurró intentando soltarse.

-Tú viniste a buscarme-dijo con una sonrisa y lo lanzó contra los casilleros-Y te daré tu merecido por molestar-dijo acercándose y golpeándolo fuertemente en las costillas-Te mereces esto marica, y mucho más-dijo riendo y volviendo a dar un certero golpe en su abdomen.

-¡Déjame! ¡Déjame! –intentaba apartarse de ahí, pero lo tenía completamente atrapado, la situación era desesperante y lo único que quería era salir de ahí-¡Suéltame!-gritaba desesperado.

-¡Kurt!- escuchó que lo llamaba-¡Kurt! Despierta-al instante se sentó en su cama y se abrazó a su padre, había sido una maldita pesadilla, una vez más Karofsky invadía sus sueños y lo golpeaba sin compasión.

-Papá-susurró comenzando a llorar, se había sentido tan vulnerable, creyó que lo mataría, que todo era real.

-¿Otro mal sueño?-susurró en su oído intentando calmarlo, su hijo sólo movió la cabeza afirmativamente-Tranquilo, estás conmigo y no dejaré que nadie te dañe.

-Lo sé-susurró abrazándolo con más fuerza.

-¿Quieres que me quede contigo?-dijo separándolo un poco y secando sus lágrimas.

-Sí-dijo bajando la mirada-Por favor.

-Aquí estaré, entonces-dijo arropando al castaño y sentándose a un lado-Intenta dormir, son las 4 de la mañana-dijo mirando a su hijo. En ese momento se dio cuenta de que su padre traía el pijama puesto y que aún era de noche. Kurt sólo volvió a recostarse, pero lo hizo hacia el lado de su padre, se acurrucó en sus piernas-Tranquilo-susurró Burt acariciando su cabello-estoy aquí y nada ni nadie te podrá hacer daño-susurró quedándose dormido.

-Gracias, papá-susurró comenzando a dormirse.

Se despertó con la alarma del reloj, lo miró y eran recién las 6.30 de la mañana, tenía el tiempo suficiente para bañarse y vestirse, ese día no ocuparía su tiempo poniéndose cremas y arreglando su cabello, no estaba de ánimos para eso, no después del sueño que lo había aterrorizado durante la noche. Se levantó y tomó su bata, se calzó las pantuflas y salió hacia el baño, una vez ahí se dio una ducha rápida, sin notar qué champú tomaba ni ver el acondicionador que usaba, le daba igual, porque esa mañana no tenía ganas de ir a clases, no quería ver a los del equipo de fútbol, no se quería encontrar con Karofsky.

Bajó tranquilamente las escaleras, sin apresurarse mucho, porque no le importaba mayormente llegar tarde o no, de todas formas tenía que ir a la escuela. Al entrar en la cocina vio a su padre desayunando junto a Carol. Los saludó con un beso en la mejilla y luego se sentó en una de las sillas. Los miró por unos segundos, se sentía cansado, todo por dormir poco, pero al menos ya estaba por terminar esa semana, era jueves.

-¿Te sientes bien, Kurt?-dijo la mujer preocupada y poniéndole una mano en la frente.

-Sí ¿por qué?-dijo tomando un pan para ponerle algo de mermelada.

-Anoche no durmió bien-dijo su padre mirándolo detenidamente-Si no te sientes bien no vayas a la escuela-dijo con tranquilidad.

-Estoy bien, aunque no dormí bien-dijo en un susurro-eso es todo-sonrió y miró la hora-¡Debo irme sino llegaré tarde!

-¿Te llevo?-preguntó Burt poniéndose de pie.

-Me iré con Finn-dijo tomando con fuerza su bolso.

-Finn se fue temprano, cariño-dijo Carol con suavidad-tenía que pasar a buscar a Rachel.

-Oh-susurró apenado.

-Yo te llevo-dijo su padre-Iré por una chaqueta y las llaves-dijo con una sonrisa y salió de ahí.

-Gracias-susurró viéndolo salir.

-Kurt.

-Dime, Carol-dijo mirando a la mujer, no se sentía bien, tenía un leve dolor de cabeza y sentía que en cualquier minuto se desmayaría, no solo por no poder desayunar, sino que de sólo pensar en ir a McKinley se sentía así.

-Kurt-susurró nuevamente-¿Estás bien?-dijo preocupada y tomando una de sus manos.

-Sí-dijo bajando la mirada-¿Por qué lo preguntas?

-Tus brazos tienen moretones-dijo con seguridad y viendo como los ojos del castaño se aguaban.

-¿Cómo… cómo lo sabes?-dijo en un susurro y mirándola sorprendido.

-Anoche fui a verte mientras dormías y estabas destapado, ahí pude ver unos moretones en tu brazo izquierdo-dijo preocupada-¿Quién te los hizo?

-Nadie-susurró bajando la mirada.

-Hijo-dijo tomándolo por el rostro con ambas manos-dime quién fue, hablaremos en la escuela y…

-¡No!- gritó asustado-Realmente no es nada sólo… sólo fue un accidente, nada más-aseguró mirándola a los ojos.

-No es la verdad, dime quién te hizo eso-insistía preocupada.

-Nadie, sólo me pase a llevar el otro día, nada más-susurró dejando hasta ahí la conversación.

-Puedes confiar en mí-insistió.

-¿Le dijiste a papá?

-No-suspiró cansada-No podía sin saber qué es lo que realmente pasa.

-Ahora sabes que no ocurre nada-dijo seriamente, en ese momento Burt entró al lugar.

-¿Vamos?

-Sí, papá-dijo el ojiazul mirando a Carol-Nos vemos más tarde-sonrió y le dio un beso en la mejilla.

-Qué te vaya bien-susurró preocupada, los vio salir y los siguió hasta la puerta, una vez en el umbral pudo ver como Burt retrocedía en el auto y se iban a McKinley.

Miraba a su hijo desde hace unos minutos, no sabía cómo comenzar con esa conversación, era difícil hablar cuando no sabía qué era lo mejor para decir. Un semáforo en rojo lo detuvo y se dio el tiempo de observar a Kurt, ahí notó que su rostro lucía cansado y que su piel estaba más pálida de lo común, sin contar las ojeras negras que se asomaban por debajo de sus ojos. Algo le pasaba a su hijo, más allá de haber pasado una mala noche, debía hablar con él.

-Papá-se adelantó a hablar el castaño-¿Cuándo estará listo mi auto?-dijo en un susurro y sin mirarlo.

-Esta tarde lo terminaremos ¿me ayudas?-dijo con una sonrisa y reiniciando la marcha al momento que el semáforo le daba la luz verde.

-Tengo práctica con el Club-dijo haciendo una mueca.

-¿A qué hora sales? Te puedo esperar-dijo entrando al estacionamiento de McKinley.

-Salgo a eso de las 5, Mercedes me puede llevar a casa.

-Te estaré esperando-dijo mirando a Kurt.

-No me lo perdería por nada-dijo con una sonrisa y le dio un beso en la mejilla-Hasta la tarde-se despidió y bajó del auto.

-Hasta la tarde-dijo su padre con una extraña sensación en el pecho, no sabía por qué no quería que se bajara del auto, tenía un extraño presentimiento, como si algo estuviera pronto a ocurrir.

Cuando entró a McKinley miró por todas partes y sólo pudo suspirar aliviado al no ver a nadie del equipo de fútbol cerca, por una vez en la semana su ropa no sería ensuciada con granizado y al fin llegaría seco a una de sus clases. Se apresuró para avanzar hasta su casillero y una vez allí sacó sus cuadernos y libros, y se marchó a la sala en la que tendría clases, una vez dentro pudo respirar tranquilo.

Miró a todas partes buscando a Mercedes, pero la morena no estaba, de seguro se había atrasado. Cuando vio al frente de la sala pudo ver a los jugadores de fútbol entrar y se asustó, por un momento sintió que no respiraba, se sintió mareado y con una presión en el pecho, pero se tranquilizó al escuchar la voz del señor Schuester.

-Buenos días, chicos-dijo alegre-¿Listos para el examen?-preguntó con una sonrisa.

-No-contestó la mayoría y él sólo se acercó a la pizarra y escribió la palabra "EXAMEN" ¿Qué manía tenía con escribir palabras en las pizarras? Hacía lo mismo cuando estaban en el Club Glee.

-Les entregaré la prueba y tienen una hora y media para desarrollarla, los que vayan terminando pueden salir-dijo tomando un montón de papeles de su escritorio y comenzando a repartirlo-¿Kurt me ayudas?-preguntó mirando al contratenor.

-Sí-dijo en un hilo de voz, siempre pasaba lo mismo, le pedían ayuda y él nunca se negaba, respiró con fuerza y tomó las hojas que le ofrecía el maestro. Mientras el profesor repartía por la izquierda él fue por la derecha y se topó con todos los jugadores de fútbol.

-¿Eres modelo ahora, Hummel?-lo molestó Karofsky.

-Para ser una nena es bien fea-rió Azimio.

-Ni que lo digas-Dave chocó su mano con el moreno. Kurt sólo se apresuró a repartir las hojas y volver a su asiento, no sabía cuánto más podría soportar todo eso, recién era jueves y aún faltaba el viernes para rematar la semana.

-Gracias, Kurt-dijo el profesor viendo al ojiazul tomar asiento-Pueden empezar-dijo juntando sus manos y volviendo a su escritorio.

Cuando había pasado recién una hora, el castaño se levantó de su asiento, tomó su bolso y su prueba, se acercó al escritorio del profesor y dejó allí la hoja.

-¿Cómo te fue, Kurt?-dijo Will con una sonrisa.

-Supongo que bien-dijo bajando los hombros y sin sonreír.

-¿Te sientes bien?-preguntó preocupado, notaba la cara de cansado que tenía el ojiazul.

-Sí, no se preocupe, sólo no dormí bien-susurró intentando sonreír, pero sólo consiguió hacer una mueca.

-Puedes faltar a la práctica si quieres, no te veo bien-dijo con seguridad.

-No se preocupe, iré, no puedo faltar-dijo dándole la espalda para salir de allí, a penas estuvo fuera del aula suspiró cansado. Recién eran las 10 de la mañana y se quería ir a casa, tenía que aguantar un poco más, ese día no podía ser tan malo.

Habían pasado dos clases y ya era la hora de almuerzo, lo agradecía por ese momento, pero podía declarar que ese era uno de los peores días, había recibido cuatro granizados de fresa, lo habían tirado dos veces al basurero y empujado tres veces contra los casilleros, su espalda dolía y se sentía asqueroso, su ropa estaba sucia y ese día sólo había llevado un cambio de ropa, no podía creer que esa era su suerte. Además, Mercedes no había ido y en ese momento intercambiaba mensajes con ella vía celular, la morena le contaba que había amanecido con fiebre y se sentía pésimo, que probablemente no iría a clases hasta el lunes.

-¿Mensajes a tu novio?-dijo Karofsky empujándolo y quitándole su teléfono.

-¡Devuélvelo!- gritó molesto el castaño-¡Karofsky!- dijo siguiéndolo hasta los vestuarios del equipo de fútbol.

-¿Quieres verme desnudo?-dijo molesto y mirándolo con una ceja alzada.

-Devuélveme mi teléfono-exigió acercándose.

-No-dijo cruzándose de brazos-¿Qué harás ahora?-dijo con una sonrisa.

-¡Qué ganas con molestarme!- gritó enfurecido

-Es divertido molestar a los maricas como tú, Hummel-dijo con la burla en sus labios.

-¿Sólo por diversión?-dijo sorprendido-¡Te molesta que no deje de ser quien soy! Te molesta que no deje de ser gay sólo porque a ti y a tu grupo de amigos no les gusta.

-No podría importarme menos lo que hagas-dijo intentando pasar por su lado, pero Kurt lo tomó por un brazo.

-Entrégame mi teléfono-exigió molesto.

-No-dijo secamente-¿Qué harás?-lo retó con una sonrisa y el ojiazul lo empujó con fuerza, haciéndolo caer al suelo.

-¡Cómo te atreves!- gritó Karofsky molesto y se puso de pie con rapidez- Esta no te saldrá gratis-dijo lanzando el teléfono a un lado y luego tomó al castaño por el cuello alzándolo unos centímetros por sobre el suelo-Ya no eres tan valiente, nena-dijo con una sonrisa y apoyándolo contra los casilleros.

-Púdrete-dijo en un hilo de voz y le escupió en el rostro, al instante sintió un fuerte dolor en su estómago, Dave le había dado un certero puñetazo.

-Te ganaste eso y más-lo lanzó contra uno de los pilares de los vestidores, Kurt cayó fuertemente al suelo, cuando intentó levantarse Dave lo pateó con fuerza en las costillas-Eso es para que aprendas a cerrar la boca-dijo antes de marcharse de ahí.

Sentía el frío suelo contra su rostro y estaba seguro que algo se había quebrado dentro, sintió el sabor de la sangre en su lengua, paso el dorso de su mano por sus labios y comprobó que sangraba, no podía aguantar más esa situación, tenía que salir de ahí. Intentó ponerse de pie, pero el ardor que crecía en su abdomen podía más, por lo que se arrastro a una banca de metal y se apoyó en ella para comenzar a levantarse, poco a poco lo fue logrando y se sentó en ella. Respiró con fuerza para poder levantarse, lo intentó al menos tres veces y cuando pudo estar de pie sintió un fuerte mareo y junto a eso una punzada en sus costillas, que de seguro estaban rotas.

Se sujetó con fuerza el costado y sintió como pronto se desmayaría, no podía soportar más ese día, debía irse a casa, y no importaría lo que dijera su padre o Carol, él simplemente entraría y se daría una ducha. Luego inventaría algo para dejarlos tranquilos, pero no podía continuar así. Caminó con cuidado hasta la puerta, cuando iba a salir de los vestidores chocó con alguien y sólo esperó caer al suelo, pero fue atrapado en el aire.

-¿Estás bien?-dijo preocupada la mujer.

-No-murmuró abriendo un poco los ojos-Entrenadora Beiste-dijo con sorpresa y ella sólo lo guió hasta una de las bancas del lugar y lo sentó.

-¿Quién te hizo esto?-preguntó viendo como un hilo de sangre corría por su labio.

-Nadie-dijo bajando la mirada-sólo tropecé-dijo sintiendo como sus ojos se aguaban.

-No me mientas-murmuró tomando su barbilla-¿Quién te hizo esto?-dijo firmemente-¿Fue alguien del equipo de fútbol?

-No fue nadie, sólo tropecé-insistió y las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas-Yo sólo… tropecé-insistió sintiéndose estúpido por encubrir a su agresor ¿qué ganaba con eso? Sólo lo seguiría golpeando, se había salvado de que no lo matara ese día, pero nadie le podía dar la confianza de que a la próxima no lo mataría.

-Te llevaré a la enfermería y…

-¡No!- gritó asustado-No, por favor-dijo suavemente y mirándola con detención-Mi padre no puede enterarse-dijo al instante.

-¡Tú hiciste que mis porristas…!- entró gritando Sue Sylvester, pero al ver a Kurt en esas condiciones no pudo decir más, se quedó parada en su lugar y lo miró sorprendida-Porcelana-susurró acercándose.

-Entrenadora Sylvester-dijo bajando la mirada.

-¿Qué animal te hizo esto?-dijo molesta-No puedo permitir que uno de mis porristas este en estas condiciones para el juego del sábado.

-Na… nadie… sólo tropecé-susurró-Y ya no pertenezco a las Cheerios.

-¿Tropezaste con un montón de piedras?-dijo alzando una ceja y sin creerle.

-Sólo tropecé-insistió y comenzó a sentirse débil.

-Hay que llevarlo a enfermería-insistió Beiste.

-Será mejor llamar a su padre-dijo Sue.

-¡No!- dijo asustado-Por favor, no-pidió con la voz quebrada.

-Porcelana, debo seguir las reglas de este lugar y mi deber, aunque no quiera-dijo con una mueca-es llevarte a enfermería y luego llamar a tu padre.

-Mi padre no se puede enterar que…

-¿De qué no se puede enterar?-dijo Beiste con extrañeza.

-Na… nada-susurró.

-Porcelana, si no nos dices quién te hizo esto llamaré a tu padre-dijo arqueando una ceja y poniendo una mano sobre su hombro.

-¿Prometen no decirle a nadie?-dijo en un susurro.

-No puedo hacer eso, debo avisar al director-dijo seriamente Sue.

-Fue… fue…-en ese momento entró Karofsky junto a otros muchachos del equipo de fútbol.

-¡La nenaza ya está llorando!- se burló Dave junto al resto.

-¡Volviste a la escena del crimen!- gritó Sue molesta y tomó al jugador por un brazo.

-¡Suélteme!-dijo molesto y mirando a Kurt.

-No-dijo autoritaria y arrojándolo contra los casilleros-¿Tú lo golpeaste?-dijo azotándolo contra los casilleros.

-No-dijo seriamente.

-No me mientas-dijo furiosa-¡Él te golpeó!- preguntó la entrenadora mirando a Kurt, quien hizo un gesto afirmativo-Eso me basta, vamos con el director-dijo Sue y tomó a Karofsky del brazo para llevárselo de ahí.

-No te dejaré solo-dijo la entrenadora Beiste ayudándolo a ponerse de pie, el castaño caminó junto a ella hasta la salida de los vestidores, pero ahí se topó de frente con Sam, Puck y Finn.

-¡Kurt!-dijeron los tres muchachos al verlo-¿Qué le ocurrió?

-Karofsky-susurró el ojiazul bajando la mirada.

-Yo me encargo, entrenadora-dijo Puck tomando al castaño en sus brazos.

-Puedo caminar-susurró sintiéndose peor en los brazos del futbolista.

-Viejo, créeme que no puedes-dijo mirando su rostro-Estoy seguro que la peor parte está aquí-dijo presionando un poco su costado izquierdo.

-No hagas eso-susurró adolorido.

-Ese animal siempre golpea ahí, pero ahora no se las llevará gratis-dijo seriamente y caminando hacia la enfermería.

-¿Puedo hacer algo, Kurt?-dijo Finn caminando a un lado de Puck.

-No le cuentes a papá-susurró sin mirarlo-Por favor.

-No puedo hacer eso, Burt se enterará de todas formas…-intentó decir.

-Que se entere, pero tú no abrirás la boca.

-No creo que eso esté en discusión, viejo-dijo Puck a Kurt- Quedaste bastante mal, lo notara a penas te vea-dijo entrando con él a la enfermería, lo recostó en la camilla y se quedó a su lado.

-Váyanse, estaré bien-susurró viendo como la enfermera lo examinaba.

-Volveremos y no permitiré que ese animal se te acerque de nuevo, ahora si se las verá conmigo-dijo Puck golpeando con su puño una de sus manos.

-Gracias-susurró con una sonrisa.

-De nada-murmuró Finn-¿Está con el director?

-Sí-dijo Puck con una sonrisa, lo esperaremos a la salida de la oficina-susurró el chico del mohicano con una sonrisa, salieron de la enfermería y Kurt fue revisado, pero sólo recibió unas pastillas para el dolor. Él agradeció y salió lo más rápido que pudo de ahí, no quería quedarse por más tiempo en McKinley, estaba seguro de que si se encontraba con Karofsky esta vez sí lo mandaba a la tumba, no tendría compasión de él.

Se movió lo más rápido que pudo a su casillero y tomó su bolso, que había quedado botado ahí cuando el futbolista le quitó su teléfono, el que por cierto no tenía, de seguro había quedado en los vestuarios, no le interesaba volver por él, apreciaba más su vida que ese aparato. Notó que no había nadie en los pasillos, debían de ser las 3 de la tarde y sólo faltaba una hora para que las clases terminaran, lo mejor sería irse de ahí, nadie lo notaría y podría ayudar a su padre con el arreglo de su auto, así olvidaría al menos lo ocurrido ese día.

Salió sin que nadie lo viera de Mckinley y una vez fuera se permitió calmarse un poco, aunque era difícil si cada vez que daba un paso o respiraba sentía un fuerte pinchazo en el costado, caminó por la calle, lo más rápido que podía, no debía dejar que nadie lo viera en esas condiciones y tenía que aprovechar la hora de la tarde, justo cuando todos dormían la siesta o trabajaban, nunca había mucha gente a esa hora.

Había caminado unas cuantas cuadras cuando vio una Van negra pasar junto a él, llevaba los vidrios polarizados y era bastante grande, no le tomó mucha importancia, sólo iba concentrado en respirar y caminar, no podía hacer otra cosa en ese momento, cuando sentía que no iba a aguantar más se detuvo y vio como la camioneta hacía lo mismo, pero a unos metros más allá. Miró extrañado y vio a alguien bajar de ella, llevaba un pasamontañas negro y su ropa era del mismo color, corrió hasta él y Kurt sólo pudo intentar correr en dirección contraria, pero fue alcanzado y recibió un fuerte golpe en la cabeza, al instante su cuerpo cayó con pesadez al suelo, sólo pudo sentir como alguien lo cargaba y depositaba en un sitio blando. Luego escuchó como la puerta corrediza de la camioneta se cerraba y quedó inconsciente.