Seis: "Fue mi primer amor"
Ella no tenía ningún plan después de huir de aquella fiesta.
Quería culpar a la mujer que le arrebató a Sesshomaru, pero, ¿cómo podría? Kagome Higurashi ni siquiera asistió a su propia boda, ella huyó con el hombre que amaba y Rin aunque la juzgaba, también agradecía que eligiera a Inuyasha. Sin embargo, eso no hizo volver a Sesshomaru.
Él no llamó, no la buscó o pidió perdón. El gran Sesshomaru Taisho salió de Tokio y no dio importancia a sus sentimientos.
Había llorado tanto que volver a hacerlo ya no era una buena opción; tanto dolor harta, tanto amor desespera y tantos sentimientos arrastrándose hacia una persona que no los quería, apestaba. Así que Rin tomó la opción de amarlo pero sobrevivir, aceptó una cita con el chico de su colegio, hizo el trámite para obtener una beca y un mes después. Ella era una chica que tenía el privilegio de dominar su camino, de elegir y olvidar. Era una joven segura de vivir la aventura.
Iba a ser fuerte, porque Sesshomaru también lo era. Él se enamoró de la mujer incorrecta y seguía imperturbable, Rin imitaría sus acciones.
Disfrutaría de haber conocido a Sesshomaru y seguiría adelante.
…
Ayame acarició los hombros de su prometido, se inclinó para ver qué es lo que mantenía tan consternado a Kouga y luego arqueó una ceja al leer el nombre de Kagome en el pedazo de papel, ella sonrió y arrebató la invitación; Kouga no se quejó de aquello a pesar de que era importante.
—¿Quieres que le diga que no iremos?
El pelinegro negó con lentitud, sus ojos perdidos en la nada.
—Iremos— dijo en voz pausada —Pero antes necesito verla.
Ayame esbozó una mueca, su bonito rostro mostró un poco de dolor y decepción.
—¿Para qué?— indagó, sacudiendo el sobre en el aire —Ella va a casarse, no hay nada que puedas hacer.
Kouga levantó su mirada, los ojos azules estudiando a la mujer más bella del mundo, sonrió antes de levantarse y encerrarla entre sus brazos.
—¿Cuál es tu miedo?
—Yo no tengo miedo— dijo con voz decidida. —Solo pienso que es innecesario.
—¿Lo es?— se preguntó a sí mismo, rascándose la mandíbula.
—Si, ella va a casarse. No creo que esté planeando dejar en el altar a Inuyasha como lo hizo con su hermano, no sería tan cruel.
—No lo sabes.
—¡Ni tú!— exclamó sonrojada —¿Por qué se arriesgaría a tanto si no va a casarse?
—Kagome huyó una vez y no estuve ahí para ayudarla; ella me necesitó y no estaba cerca. ¿Qué si ella está atrapada? ¿Si está siendo obligada?
—Ella ya no es tu problema— se acercó a Kouga, disminuyendo su tono. —Si es obligada hallará la forma de salir del problema, ya lo ha hecho.
—Aun así, voy a verla; necesito saber si está bien.
—¿Ah sí?— inútilmente trato de controlar su temperamento —Si ella no quiere casarse, ¿qué harás tú? ¿Salvarla de nuevo y proponerle matrimonio?
Kouga gruñó su nombre. —No es de esa manera. Kagome fue importante en mi vida, aún lo es; pero voy a casarme contigo. Te amo.
Ayame retrocedió lejos de su tacto. No comprendía esa devoción ciega hacia la pelinegra.
En el pasado, ella fue vil, grosera e implacable cuando intentó adueñarse de Kouga; tendió aquella trampa y permitió que Kagome viera lo que le convenía a Kouga, rompió en pedazos el corazón de esa joven y no le importó. Y a pesar de su esfuerzo, no fue elegida. Presa de su propio plan había tratado de seguir adelante y sin embargo, un día Kouga solo la llamó. No fue fácil acceder a su plan, Ayame pensó que después de todo lo que soportó, al fin podía tener el amor de este apuesto hombre. Pero nada cambió, Kagome Higurashi iba a casarse, estaba embarazada y probablemente era la persona más cruel de la historia por engañar a todos, y sin embargo, tenía el amor de Kouga. No había suficiente rencor en ella para seguir odiándola, ya no tenía fuerzas para pelear contra el recuerdo de Kagome.
—Estás malinterpretando todo— le dijo él, sin ninguna intención de acercarse y susurrarle al oído palabras de aliento.
Ella le dio una mirada desconsolada.
Si la sonrisa de Kouga cada mañana, si las palabras de amor y aquella mirada profunda de añoranza no eran reales, ¿cómo podía simplemente dejarlo ir de nuevo hacia Kagome? Sabía que no volvería, si él veía a esa mujer, Ayame habría perdido por segunda vez.
—Vuelve a mí— pidió —Incluso si ella te dice que no ama a Inuyasha, regresa a mí. Hiciste un trato conmigo y tu deber es cumplirlo. Continuaremos con este matrimonio no importa cuál sea la respuesta de ella. ¿Está bien?
Kouga sonrió, un momento parecía inalcanzable y al siguiente la rodeaba con sus brazos.
—¿Por qué habría de dejarte ir?— murmuró sobre su cabello —Te amo, mi vida y mi alma son tuyas para siempre.
El dolor y la inseguridad solo fueron opacadas por ese instante de felicidad. Ella negó en silencio, si Kagome quería de regreso a Kouga, debía dejarlo ir. Ya había sido cruel, no iba a serlo de nuevo.
…
Inuyasha arqueó una ceja ante su indeseado visitante, su mano sosteniendo la puerta; todo buen humor se esfumó cuando Kouga apareció en la entrada de la mansión. Los detalles que aún quedaban por terminar tenían a todo mundo ocupado, razón por la cual hoy era el encargado de recibir entregas, a escasas horas de su boda. Pero admitía que nunca se esperó semejante sorpresa.
—Por si no leíste bien la invitación— se burló el ojidorado, rascando la punta de su nariz —faltan cinco horas para que empiece la ceremonia.
—No vine con intención de felicitarte en tu 'grandioso día'— gruñó a cambio.
—¿En serio?— la intensidad de la mirada ámbar lanzó una amenaza implícita —Es por mi esposa, ¿cierto?
Kouga sonrió con descaro.
—Aún faltan cinco horas para que sea tu esposa— regresó Kouga, sus ojos azules buscando un atisbo de la pelinegra. —Necesito hablar con ella.
—No está disponible.
—Que tú no debas verla antes de esta farsa no significa que no esté disponible para mí.
—¿Quieres que tu nariz giré en un nuevo ángulo?— amenazó el ojidorado.
Kouga sonrió de lado, hizo crujir los nudillos en una señal de que no se acobardaría.
—¿Kouga?— la amable voz femenina interrumpió cualquier riña que pudiera llevarse a cabo. Inuyasha vio sorprendido como la madre de Kagome se acercaba a la puerta y saludaba al idiota. Ella le sonrió y luego lo envolvió entre sus brazos, un gesto que ni siquiera el joven Taisho había recibido.
—Madre.
—¿Madre? ¿La llamas madre?
La señora soltó una risita, como si coqueteara con ambos.
—Cuando conocí a Kouga, él era un muchacho muy educado y siempre me llamó así; incluso antes de que saliera con mi hija— explicó ella —No te enojes por una pequeñez como esa.
El ojidorado asintió mecánicamente, permitiendo que su rival entrara a la mansión; la señora iba colgada de su brazo como si fuera una acción tan natural. Ambos demasiado concentrados en su propia charla. Él trató de ser razonable, intentó no sentir celos o miedo, y al final, cuando Kouga desaparecía por las escaleras hacia el primer piso, aceptó a regañadientes que quizá era necesario que Kagome terminara de una vez las cosas con el sarnoso.
—No te la va a robar— consoló la mujer, el cabello peinado en bucles sujetados a su cabeza.
—No tengo miedo a que se la lleve— expresó —Pero es el único que podría hacerla cambiar de elección, él la ama y aun no sé si Kagome superó los sentimientos que tenía por él. Quizá Kagome solo está aceptándome porque Kouga ahora va a casarse con Ayame.
—¿Va a casarse con esa señorita?
Inuyasha asintió.
—Pero ninguno ha dado una fecha exacta para la boda.
—¿Piensas que es debido a lo que ocurrió en el pasado? ¿Crees que va a dejar a su prometida por tener otra oportunidad con mi hija?
—Si aquello fue tan fuerte, ¿cómo no dudar?
—Porque de ser así, Kagome no habría llamado a Niigata y pedido que viniera— la delgada mano se posó en el hombro de quien pronto sería su hijo político —Deja ir esos miedos, ella te ama y sé por cómo la miras, que tú también.
Inuyasha asintió sin bajar la guardia, esperando que lo peor pudiera pasar. Si las cosas se complicaban, tenía un coche y un avión listo para despegar en dirección a Atami.
…
—¿Qué haces aquí?
Kagome lucía un albornoz blanco, el rostro limpio y el cabello húmedo. Kouga le sonrió y por última vez, se permitió el placer de adorarla con la mirada, de mostrarle los sentimientos que siempre tendría para ella, aunque ahora amara a otra mujer.
—Pensé que debería estar aquí en caso de que decidas huir.
Ella le devolvió la sonrisa.
—Es muy pronto para recibir tu ayuda, se supone que faltan horas para que salga de mi cuarto y pueda despistar a todos.
Hubo un silencio que pronto se volvió incómodo. La mirada café se desvió a todo menos al apuesto hombre que amó, él ahora se veía feliz, completo y por qué no aceptarlo, verdaderamente atractivo.
—Solo que esta vez quiero llegar a la ceremonia— a pesar de la inseguridad, del miedo y los nervios; Kagome estaba lista para convertirse en la esposa de un Taisho, del Taisho correcto.
—Lamento no ayudarte cuando me necesitabas.
—¿Pero qué cosas dices? Fuiste tú el que se sacrificó para abrir una brecha en mi escándalo. No hay nada que te agradezca más que el simple hecho de haberte conocido. Tú fuiste mi primer amor, el hombre que me dio los sueños para llegar aquí y la persona más increíble que jamás haya conocido; te amé y te sigo amando, pero ya no es de la misma manera. Voy a casarme con Inuyasha y es algo de lo que estoy segura, porque lo amo, verdaderamente lo amo. Él es con quien quiero pasar cada día de mi vida.
—Lo entiendo— dijo a cambio, las manos dentro de sus bolsillos del pantalón —Yo también encontré a alguien perfecta para mí.
—¿Ayame?
Kouga rió ante el tono pícaro de la azabache.
—¿Por qué no pareces tan sorprendida?
—Oh no lo sé— dijo ella, jugueteando con el nudo de su bata —Será porque era demasiado obvio.
—¿En serio? La acabas de conocer, eso no es verdad.
Entonces la luz en los orbes caoba se opacó.
—En realidad ya la conocía, ¿recuerdas?
Kouga lamentó su tropiezo.
—Lo sé, disculpa.
—No hay nada que perdonar, ella siempre estuvo decidida a ir por el hombre que ama. Es algo envidiable, su tenacidad y valentía. Ayame realmente te ama, quizá, ella siempre te amo y tú solo estabas ciego. Obligándote a mirar en otra dirección.
—¿Obligándome?
—Obligándonos, al parecer. Nunca iba a funcionar.
—Claro que iba, pero no estaba destinado.
La tristeza estaba impregnada en la voz de Kouga. Siempre iba a ser difícil dejar ir esos sentimientos, porque atado a ellos estaban los recuerdos, las emociones y la necesidad de tenerlos. Kagome jamás iba a olvidarlo, el primer beso, su primer novio y su primer amor.
—Asegúrate de ser feliz— las lágrimas ganaron la batalla, tan vulnerable como se sentía solo se dejó llevar —¿Entendido?
Kouga la abrazó inmediatamente, acariciando el cabello negro.
—Lo seré, así que tú también sé feliz. No quiero tener que ir a prisión por golpear al imbécil de Inuyasha.
Ella sonrió a pesar de que los sollozos seguían saliendo de su boca.
Más tarde ese día, Kouga estaría en las butacas asignadas a los invitados, sujetando la mano de su preciosa pelirroja; su sonrisa genuina asintiendo a Kagome, mientras una de las mujeres más hermosas avanzaba hasta enredar los dedos con el imbécil más afortunado del mundo.
La ceremonia logró sobrepasar el propio miedo del que fue su rival, a su lado, Ayame se apretó contra él; una elegante sonrisa le fue dedicada.
—Te amo— susurró, perdido en los maravillosos ojos de su chica.
—Y yo a ti. Te amo Kouga.
N/A: Hola! Estoy subiendo este capitulo con solo una revisión, pensé que si lo releía iba a arrepentirme y probablemente no viera la luz, no al menos hoy. En fin, esto es el cierre de cada uno de los personajes; iba a hacer uno por pareja y al final creí que era el título perfecto para Kouga y Rin, así que lo convertí en uno, de esa manera no es un capitulo de apenas un párrafo. Solo voy a tardar en editar y terminar de escribir los últimos dos capítulos que pienso subir; una vez acabado daré por terminado este fic y en cuanto a la edición, ya solo corregiré partes incoherente de los primeros siete capítulos.
No basta en decir que la razón de ir más lento con esta y mis otras historias es debido a que me siento bloqueada, es decir, me gusta escribir y tengo un capitulo bonito y bien armado de BB (Blue Bird), pero me temo que para las chicas que quieren InuKag no hay nada, todo lo que escribí sencillamente apesta, supongo que este capítulo es para pedir disculpas y espero puedan esperar un poco más. Necesito terminar el siguiente capitulo de Propuesta y sencillamente no hallo cómo. Me parece tan soso y sin sentido lo que he escrito que me siento frustrada. Ese fue el impulso para decidirme a subir este capítulo hoy, me gustó el resultado y me hizo creer que aun tengo futuro, al menos en escribir fics.
Gracias a cada una que se toma en leer esto aunque no contenga ninguna escena hot. Las quiero.
Besos:
Layla Ryu.