Mermelada

Capítulo uno: Constelación

Disclaimer: Adventure Time no es de mi autoría, sólo es mi actual obsesión.

Advertencias de este capítulo: OOC.

Aclaraciones previas:

—Este es un fic que toma como eje la relación entre Marshall Lee y el Príncipe Gumball. Desde sus inicios como simples conocidos y retomando sus etapas como amigos, pareja y el quiebre de su relación. El romance no siempre será lo central en cada episodio y la existencia de lemon se dará sólo cuando tenga sentido.

—En la línea de tiempo principal de esta historia: Fionna y el Príncipe Gumball mantienen una incipiente relación desde tiempo atrás. Ella tiene 18 años y es una heroína consagrada, aunque, aún así no es capaz de conciliar todas las rencillas que comienzan a brotar fieramente en la tierra de Aaa. Entre esos altercados está el reclamo de la condesa de Lemongrab por el trono del Dulce Reino, razón por la cual Gumball ha decidido contraer nupcias con su amada.

—Cualquier duda o aclaración que requieran: pregunten :3.

Agradezco de antemano la lectura y posibles comentarios.

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Desde un primer momento fue capaz de comprender lo que Cake intenta comunicarle mediante mímica, sin embargo, es más divertido fingir lo contrario. Aunque, le es un reto el simular seriedad ante las cada vez más hilarantes contorsiones de las extremidades de la minina. Finalmente, termina por estallar en carcajadas y ante tal acción: las mejillas de Fionna se inflan en un gracioso mohín, y es que ella estaba siendo bastante seria con la invitar a su amigo a la cabalgata nocturna de nubes en las mesetas de caramelo.

—¡Marshall...!— exclama con cierto reproche la heroína, mismo que se disipa en cuanto el vampiro se transforma en un pequeño murciélago y en esa tierna forma roza la mejilla de la fémina.

—Fionna...— responde juguetonamente mientras vuelve a su forma humana y no retira su pómulo del de la blonda muchacha.

Años atrás, ante tal cercanía: la aventurera se habría sonrojado, sin embargo, ahora sólo reconoce que tal invasión de su espacio personal es parte de la naturaleza del ser de la oscuridad. La felina es quien aumenta su tamaño y termina separándolos, mientras su cola está erizada y sus ojos son apenas una rendija. Ella está consciente que entre esos dos sólo existe una buena amistad, pero, no por ello consentirá que ese vampiro se "sobrepase" con su hermana.

—¡Woah!— emite con sorna el varón desde su nueva posición a unos metros de distancia de la única humana en esos territorios— No era para tanto, gatita... — puntualiza con un guiño que haría caer a las princesas en un mundo alterno.

—¡Vi hacia donde se dirigían esas manos!— advierte con seriedad la prometida de Lord Monochromicorn, ante el desconcierto de su familiar que no se ha enterado acerca del pequeño lío.

—Erhm— carraspea la pesadilla de la Reina de Hielo— Entonces, ¿Marshall, quieres ir a montar nubes con el príncipe Gumball y nosotras?— entrevista con la misma emoción con la cual mueve sus brazos como si estuviese domando a una salvaje nube.

Lee sonríe anta la cuestión. Finge hacerlo. Si su intuición no le engaña: durante esa salida el científico rosado le pedirá matrimonio a la chica frente a él. Les desea lo mejor a ambos, pero, no le resulta fascinante la idea de presenciar las interacciones románticas —y seguramente: cursis— de esa pareja. Así como tampoco se arriesgaría a ser devorado por una gigantesca felina, dispuesta a defender la felicidad de su mejor amiga con todas sus garras y bolas de pelusa.

—¿No te lo dije?— inquiere y comienza a flotar— Tengo que ensayar para una de las fiestas de la Duquesa de la Nuez—alza los hombros para restar importancia a la decepción reflejada en el rostro de su amiga—Si me da tiempo, los alcanzaré allá— enuncia al no ser capaz de contemplar tristeza en las orbes azules.

Tras un efusivo abrazo por parte de la heroína, los tres se despiden al tener Fionna y su aliada que presentarse a un duelo de magia y espadas. Tras su marcha, el vampiro se recarga en el umbral con la mente ocupada en recordar cómo las conoció y cuánto se divirtió en ese primer encuentro. Fionna había sido muy valiente, casi tanto como el debilucho de la realeza durante la primer cansina conversación que sostuvieron.

Ashley, su antigua novia, era la culpable de su relación con Bubba. Ella practicaba con su magia cuando incendió el hogar que ambos compartían, obligando al vampiro a salir por aire fresco, a pesar de la proximidad del amanecer. Éste había vagabundeado sin sentido por durante algunos minutos, hasta ser atraído por una conversación que tuvo lugar en las mesetas de caramelo.

—¿Qué edad tienes?— se escuchó cuestionar a una preciosa y gélida mujer cuyos ojos contemplaban esperanzados al galante varón.

—Casi trece, señorita— amablemente dispuso de un suave pañuelo a la doncella en apuros, sin percatarse de cómo es observado por ésta—¿Se encuentra con bien?, ¿desea que la acompañe a casa?

—No, aún es muy pronto para eso— replicó con las mejillas sonrojadas, dado que en su mente se proyectó una fantasía acerca de ella como la esposa de ese encantador príncipe—Aunque, siempre podría tenerte en el calabozo por estos cinco años...

El infante se encontró azorado ante las palabras de la mujer que había auxiliado, al hallarle entre lágrimas y lamentaciones. No obstante, por protocolo real no demostró su sorpresa ni cuando de las azules manos comenzó a emerger una extraña energía. El rayo que congelaría al miembro de la realeza: no llegó a su destino; una fuerza invisible empujó a la mujer para que errase en su objetivo, una y otra vez hasta que ésta desistió de su empresa.

—Príncipe Gumball, me parece que aún no tengo nada que hacer aquí—enfadada se dio la vuelta, dispuesta a esperar el tiempo necesario para capturarlo y mientras tanto: investigaría por otros príncipes que fuesen dignos de desposarla.

El chico elaborado con base en goma de mascar se despidió amablemente de la reina. Empero, se mantuvo en su sitio, a la espera que esa presencia invisible se delatara. No era ningún tonto; en su tiempo libre leyó todo acerca de los especimenes en la tierra de Aaa y los vampiros formaban parte de los habitantes de esos territorios post-apocalípticos. En su interior, ante la espera del encuentro no se gestó temor alguno; sólo nació curiosidad infantil que disfrazó de científica.

—Disculpe, ¿podría mostrarse, por favor?— solicitó en un tono tan educado que molestó a Marshall Lee, quien no creía en ese tipo de formalidades.

La reina de los vampiros había sido así: estirada, hueca y débil. Por ello, asesinarla fue un trabajo sencillo para el ahora gobernante de los entes de la oscuridad. Quien se prometió nunca dejarse dominar por los absurdos requerimientos de etiqueta que traían consigo los títulos nobiliarios... ¡absurdos requerimientos que no le habrían permitido disfrutar de ser un rey en un mundo de príncipes!

Dejó de ser invisible para dejarse ver como una bestia gigante con tentáculos y dispuesta a atacar al diminuto ser de suculenta apariencia. Sólo por eso lo había ayudado con la loca de hielo: para degustarlo como su postre de madrugada. Aprehendió fácilmente a la cría con sus extremidades y lo acercó hacia sus fauces que se abrían aterradoramente mientras hilos de saliva amenazaban con empapar al niño que observaba todo con escrutinio, como si viese uno de esos antiguos documentales.

—Soy el príncipe Gumball del Dulce Reino, encantado de conocerle— saludó con algo de dificultad ante el aumento de fuerza con la cual el monstruo lo mantenía atrapado.

—Eres mi cena— declaró el ser con la más espeluznante voz de su repertorio y se relamió por anticipado ante el brillante rosa que le pareció exquisito a la luz de la luna.

—El amanecer está por llegar en exactos veinte minutos, ¿no se hará daño de seguir así?— instigó con la cordialidad recomendada en el manual para gobernar que leía antes de irse a la cama.

Rugió la bestia antes de volver a su usual forma: un delgado muchacho de cabellos oscuros y estilo contrastante al del niño que seguía observándolo con tranquilidad. Gumball permaneció calmado, en gran medida porque no percibió maldad en el otro; tal vez fuese joven, mas, por su formación real había aprendido lo que era la maldad tras visitar la cueva del Lich y lidiar con sus intentos de dominación.

—Eres como una hormiga para mí— anunció con burla, el enano era de lo más entretenido que había encontrado en ese sitio— ¿Y cómo es que un príncipe como tú se encuentra fuera de su cama a esta hora?— se elevó en el aire, casi riendo ante la mirada del menor. Al parecer los mortales siempre encontraban más fascinante la habilidad de flotar que la de transformación o invisibilidad.

—Buscaba un páramo despejado para contemplar la constelación gominola, aparece una vez cada vuelta solar...

Marshall Lee suspiró, ese infante perdía toda su gracia al hablar como un estirado... costumbre que al parecer no había perdido con el paso del tiempo. Ahora, el mocoso es ya un hombre, un aburrido hombre que frente a él está impartiendo una soporífera cátedra acerca de las supuestas capas de la atmósfera. Además, es fácil adivinar por las expresiones de Fionna y el príncipe Grumos, que sólo el orador encuentra interesante tal tópico de conversación.

—¡Bubba!—exclama y coloca su brazo alrededor de los hombros del mencionado— No te basta secuestrarme a un desierto lugar, ahora buscas torturarme con tu bla, bla acerca de cosas que a nadie le importan...

—¡Marshall!— profiere indignado el varón y comienza a replicar acerca de la relevancia del conocimiento; dándole tiempo a Fionna para alejarse a buscar una nube salvaje que domar mientras el otro príncipe va por una bebida.

El vampiro se mantiene escuchando el discurso de su compañero, porque de esa forma pueden mantenerse juntos. Sorpresivamente esa noche se ha transformado en una fiesta, en la cual todos los amigos están reunidos a la espera de la llegada de más nubes a esas mesetas. Lee imagina que tal vez todos fueron convocados con el fin de compartir el precioso momento en el cual cierta chica diga: "acepto"...

—Estás equivocado— interrumpe con mala cara el de piel clara— No podría pedírselo en este día...—susurra y se muerde los labios antes de continuar con la explicación acerca de los mantos invisibles del planeta.

La suave música de la máquina Beemo se ve opacada ante los gritos de la heroína que ha conseguido montar a una de las nubes líderes, Cake se lo celebra mientras otros príncipes aplauden la proeza. Tal captura permite que el hasta ahora nublado cielo se despeje, pues el resto de las nubes guerreras temen ser capturadas por la chica que derrotó al Lich en más de tres ocasiones.

—Príncipe Gumball— enuncia respetuosamente el rey para sorpresa del otro— Guarda silencio, y ...— le sujeta con su otra mano del mentón, elevando con suavidad el rostro de tono apetecible— contempla, es la absurda constelación gominola...

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La mayoría de capítulos (aproximadamente: 20) tendrán esta extensión y su contenido hará saltos en el tiempo para mostrar la evolución de la relación. La actualización no será tan periódica como me gustaría por cuestiones de la vida real.

De nuevo: gracias por leer.