CapítuloVIII: Visitasinesperadas. Celos, peleasy amores.

(Emmett)

Era muy raro pensar que hace unos meses mientras fastidiaba a mi hermano, habíamos encontrado a mitad de la carretera desierta y empapada de lluvia, a una jovencita que nos había cambiado nuestras vidas.

En sí, no era mucho lo que habíamos cambiado. Es decir, seguíamos siendo vampiros vegetarianos y seguimos amando a nuestras parejas y nuestra familia. Pero desde que ella está con nosotros, los días tenían más color y eran más divertidos. Siempre riendo, siempre jugando.

Desde ese primer momento en que había abierto los ojos, fue como si nos hubiera hipnotizado. Antes todos girábamos en torno a la protección de la vida humana. Pero ahora todos girábamos a su alrededor.

¡Sobre todo Edward!

El muy pedófilo asalta cunas…

¿Es que no se daba cuenta? Ella era un bebé en comparación a él. ¡Pero no! El idiota no pensaba en eso. Y lo peor es que Rose y Alice lo apoyaban. Que tan lindo esto, que tan tierno aquello. ¡Que la quiera, que la ama, que la adora!

¡Bla, bla, bla!

Pero Jasper y yo sabíamos muy bien lo que él era… "Un asalta cunas" Y no íbamos a permitir que éste idiota se robara a nuestra hermanita. ¡No señor!

Siempre que Jasper sentía el "toque de peligro" corríamos y la arrebatábamos de los brazos del pedófilo. Nos las habíamos arreglado para inventar todo tipo de excusas para aparecer de la nada y separarlos; y hasta ahora había funcionado.

Lo habíamos hecho durante meses, y así nuestra pequeña había estado a salvo de las garras del idiota… digo de Eddy.

Pero por desgracia, no nos dimos cuenta que Bella necesitaba, también, protección del mundo externo… Cuando caímos en la cuenta, todos estábamos en nuestros coches manejando como locos para salvar a la pequeñita. No llegamos tarde…pero tampoco llegamos a tiempo.

Luego de unos pocos segundos de sacarnos de encima a esos tres infelices corrimos hacia nuestra hermana, a quien Edward ya tenía en brazos e intentaba hacer reaccionar. Bella estaba aún recostada sobre el suelo con los ojos abiertos, pero al acercarse a ella uno notaba que no estaba consciente. Estaba en estado de shock. Y era comprensible; era la segunda vez que le sucedía.

Aún me viene a la mente la imagen de la cara de Edward totalmente descompuesta por la rabia; y el rostro de Bella mirando hacia la nada, con su cuerpo surcado de heridas, sus labios pálidos… Y no puede más que hacer que esa gran comparación entre la imagen que se presentaba ante mis ojos y la que a menudo solía ver en casa. Bella radiante de alegría, de mejillas sonrosadas, riendo siempre; y Edward riendo con ella, siempre con Bella en brazos, siempre de bien humor, haciendo chistes, riendo. Y ahora… ambos perdidos.

Jasper intentó interceder pero era como si Bella no estuviera allí. Y realmente no era alentadora esa noticia.

Edward la llamaba desesperado. Y creo que casi toda la familia estábamos pensando lo mismo… Si Bella no reaccionaba, Edward haría lo que fuera por estar con ella, así fuera que tuviera que perderse con ella.

No podía ser así. No podía perder a dos hermanos en cuestión de horas y de minutos. Era simple mente imposible. No sólo porque no podía perderlos sino porque al perderlos a ellos, sería todo diferente. Ya nada podría ser igual.

Por suerte Bella reaccionó. Ella puedo volver a nosotros. Aferró su pequeña mano a la de Edward y pronunció su nombre. Al escucharla todos nos reímos de alivio. Era como volver a respirar.

Edward la alzó n brazos y corriendo la sacamos del Instituto para llevarla al hospital. Una vez allí Carlisle se cambió y entró al quirófano para atender a Bella, quedándonos nosotros en el pasillo escuchando únicamente el ruido de los monitores, los suspiros de mi padre, y las veces de los Instrumentalistas.

-Soy un idiota- dijo débilmente Edward, sentado en una silla semi-inclinada con sus codos sobre sus piernas y sus anos cubriendo su rostro.

-Claro que no. No digas eso hijo.

-"YO" la dejé sola. Mientras estaba encasa creyendo que hacía la imposible para protegerla, la estaba arrojando a la boca del lobo.

-Todos tenemos la culpa- le dije yo-. Alguno de nosotros debió quedarse con ella con algún pretexto. Pero no. Nos fuimos todos. Así que tú no eres el único culpable.

Luego de eso nadie dijo más nada. Un tiempo después salió Carlisle del quirófano satisfecho por el trabajo realizado pero preocupado por los posibles daños psicológicos que pudieran afectan a Bella. Entre ellos se encontraba la teoría de que pudiera perder la memoria nuevamente. Siendo francos mucho no nos sorprendió luego de verle el lado lógico del asunto… Ella una vez había bloqueado su mente, luego de un ataque, al sufrir un ataque casi similar no era de extrañarnos que su mente quisiera protegerse una vez más.

Papá nos dejó pasar a verla y nos dispusimos a montar guardia para velar los sueños de la pequeñita.

-Oigan, tengo una duda- dijo Jasper al rato-. ¿Qué vamos a hacer con los tres animales que atacaron a Bella?

-Y no se olviden del profesor –aporté yo-. A ése también hay que darle una buena lección.

-Es cierto- dijo Rose sentándose en una de mis piernas-. ¿Qué vamos a hacer? ¿Edward?

Mi hermano seguía a un lado de la cama, sosteniendo la mano de Bella, pendiente de cada signo vital, monitos, y respiración; pero abstraído del mundo y su avance.

-Creo que hay que dejarlo fuera de todo plan- dijo Jasper, tal vez tanteando los humores de Edward-. No será de mucha ayuda. ¡Créanme!

-Ya le contaremos cuando esté consciente- propuse tratando de apresurar las cosas, ya que no estaba acostumbrado a quedarme sin hacer nada-. Hasta podemos tomarles una fotografía a los cuerpos mutilados.

-Emmett, nada de sadismo- me dijo Carlisle serio. Lo que echaba por tierra un par de ideas que tenía.

Hice mi clásico puchero y Rosalie riendo suavemente me besó en los labios. Todos nos pusimos en pié y salimos de la habitación (dejando a Bella semi-acompañada de Edward). Bajamos hasta es estacionamiento donde papá nos despidió dejándonos instrucciones básicos de qué debíamos hacer.

Todos subimos los autos (Esme iba con Jasper y Alice) y nos fuimos. En el camino llamé a estación de Policía y desperté a medio mundo con placer. Al que me tomó la declaración le ladré, ceo que hasta el punto de que casi la reventaran los tímpanos. Le exigía que mandara a nuestra casa al jefe de Policía y que pusieran en acción los traseros.

-¿Estás bien, amor?- le pregunté, cuando noté que retorcía sus manos y mordía sus labios.

-Yo sí… Pero ella…

-Bella es fuerte.

-Pero es muy pequeña. Emmett, es apenas una niña y ha pasado por casi lo mismo, dos veces.

-Rosalie, escúchame- le dije mirándola a los ojos-. Bella no está sola. Nos tiene a todos detrás de ella para darle el empujón cuando lo necesite. Créeme no voy a permitir que ni tú, ni Bella, ni nadie vuelva a sufrir.

-¿Ves? Es por eso que te amo Emmi- me dijo besando mis labios con fervor y apoyándose en mí brazo derecho.

-Yo te amo más mi Rose.

En eso llegamos a casa. Y como supimos por Alice que el Sheriff tardaría un rato más nos pusimos a refinar los detalles. Hasta que por fin llegó el Sheriff. Tocó a la puerta y Esme fue a abrirle.

-Buenas noches señora Cullen- dijo desde el umbral de la puerta.

-Buenas noches Sheriff, pase por favor.

Pasó, tomó asiento y nos dispusimos a contarle lo sucedido. Desde lo del docente maltratador de niñas, hasta lo de los tres tipos en el Instituto. Cuando acabamos, el Sheriff Mark nos contó que luego de mi llamado sus oficiales salieron rumbo al Instituto para arrestar a los tres "vándalos", y que pudieron hacerlo ya que los tres estaban inconscientes. También nos contó que no salía de su asombro con respecto al profesor de Literatura y su trato para con una estudiante.

-Supongo que van a tomar medidas con respecto a eso ¿verdad?- le preguntó Jasper algo desdeñoso.

-Claro que lo haremos, pero yo no puedo…

El celular de mi madre comenzó a sonar y todos nos callamos.

-Hola cariño ¿sucedió algo?- preguntó Esme preocupada. Todos nos quedamos quietos, pues se nos heló la sangre. El suspenso tensaba cada fibra en nuestro cuerpo. ¿Podría haber sucedido algo en el lapso de tiempo que nos fuimos?

El miedo nos rodeo. Hasta que la voz de Carlisle respondió e hizo que Esme sonriera. Todos nosotros nos agolpamos a su alrededor.

-Oh por Dios- dijo mi madre.

-¡¿Qué sucedió?- preguntamos todos juntos.

-Despertó- nos dijo.

-¡¿Despertó?- volvimos a preguntar todos juntos.

Esme asintió y cayó sentada sobre el sillón que tenía detrás. Yo le arrebaté el teléfono y lo puse en alta-voz.

-Carlisle, pon el manos-libres- medio le grité por la emoción.

Se escuchó la risa de Carlisle y un clic al otro lado, luego la voz del médico de la familia diciendo: "Habla con tus hermanos".

-¿Hola?- la voz débil y dubitativa de Bella se hizo oír.

-¡Hola!- le gritamos todos radiantes de alegría.

-¿En dónde están?- nos preguntó.

-En casa dormilona- le contestó Alice-. Te demoraste mucho en despertar.

-Lo siento- nos dijo y pude imaginar cómo se sonrojaba al decir esto.

-No te preocupes, Bellis- dijo rose- en un rato iremos a visitarte, así que prepárate…

-¿Prepararme? ¿Para qué?- el miedo filtró e su voz.

-Es obvio ¿no?- dijo Jasper malicioso-. Para todos los regalos que llevaremos.

-No chicos, saben que no…

-Oh, claro que sí. Nada de no, hermanita- la cortó Rose.

-Está bien – Bella se oía resignada.

-¿Claro no? A ellos le aceptas regalos, pero a mí no me aceptas un simple ramo de rosas. ¡No es justo Bella!- se quejó Edward.

-Es que a nosotros nos quiere más ¿verdad Bellita?- le pregunté para poner un poco el dedo en la llaga.

-Eh, yo, hum…- ella empezó a tartamudear- es que… ¿Por qué mejor no viene chicos? Crep que papá y Edward necesitan un descanso.

-No creas que no sabemos que te estás yendo por las ramas, pero ¿por qué lo dices?- le preguntó Jasper.

-Porque lo primero que hizo Edward cuando desperté, fue preguntarme si lo recordaba.

Todos nos reímos.

-Hay Bella. Todos sabíamos que Edward está loco. Sólo faltabas tú- le dije yo y todos volvimos a reír.

-Emmett agradece que estoy buen humor y no tientes a tu suerte, porque te daré tu merecido.

-Uh, se oyó como a una amenaza, qué suerte que aquí aun lado tengo al Sheriff de la Policía.

-Emmett ¿por qué no…?- dijo Edward.

-Chicos por favor…- intervino Bella-, no peleen. Vamos Edward- se escuchó como si Bella estuviera acariciando a mi hermano y Jasper y yo entrecerramos los ojos-. Sé un chico bueno.

-Está bien- dijo él y se pudo oír la adoración en su voz-. ¿Saben qué chicos? Bella tiene razón. Terminen de hacer lo que tienen que hacer con el Sheriff y luego vallan de compras con Alice, y mientras tanto, yo dormiré un rato con Bella. Adiós.

Luego de eso se escuchó su risa u el tu-tu-tu del teléfono que indicaba que el muy maldito había colgado.

-Lo castro- dijo despacio, sólo para que me oiga mi familia.

-Yo te ayudo a sostenerlo- dijo Jasper con los dientes apretados.

Después de unos minutos charlando con el comisario, decidimos resolver, primero, el tema del profesor, así que volvimos a subir a los autos y acompañamos al Sheriff hasta la casa de éste (claro que no podíamos actuar ni nada, pero sí íbamos en calidad de testigos).

Fue una sorpresa la que nos llevamos en la casa del profesor de Literatura quien borracho, desalineado y de mal humor recibió al Sheriff en la puerta de su casa, sin permitir que entrara. En el estado de ebriedad fue casi sencillo sacarle una confesión de lo que había hecho y una justificación de lo que había hecho.

Entre gritos incoherentes el profesor nos habló de su esposa que lo había abandonado cosa que todos sabíamos en el pueblo) hace unos años. Hasta allí todo bien, pero ¿qué tenía que ver Bella ahí? Es decir ¿cómo conecta con su despecho?

Con un poco de "Magia-Jasper" lo persuadimos de que siguiera hablando (o más bien gritando), y así descubrimos que, según él, Bella era idéntica, su doble. Su rostro, su cabello, su voz, sus ojos, su forma de pensar, hasta su escritura… El Sheriff nos miró y supe que todos pensábamos lo mismo: Psiquiátrico.

El comisario se lo llevó al profesor a la comisaría y nosotros nos dirigimos al hospital, claro que luego de una acordada parada en el centro comercial en donde compramos todo cuanto pudimos para mimar a la pequeña. De vuelta a los autos Rosalie se entretuvo inflando globos en forma de estrellas perladas, como decoración de una canasta. Para cuando llegamos al hospital, todos se nos quedaban viendo ya que cada uno llevaba al menos cuatro bolsas de colores, Rosalie la canasta con globos flotantes y yo iba con un oso polar de peluche con un lazo en el cuello y un corazón en la barriga que medía casi como Bella. Tomamos el ascensor y subimos los cinco pisos para llegar a la habitación de Bella. Con Jasper nos adelantamos y sigilosamente nos acercamos a la puerta para espiar por la puerta.

Bella estaba acostada en la cama boca arriba y Edward estaba acostado junto a ella de perfil (recostado sobre su brazo derecho) dándonos la espalda. Sus manos se movieron peligrosamente hacia el rostro de Bella, más específicamente hacia sus labios.

-Guarda tus manitos Edward- lo amenacé en un susurro a sabiendas de que me oiría.

-O las pierdas- completó Jazz.

Escuchamos como el muy pedófilo se reía y decidimos entrar a la forma "Emmett": con un gran estrépito.

-¡Bellis!- gritamos Jasper y yo.

Ella dio una sacudida y alzó el rostro por encima del hombro de Edward sobresaltada.

-Hola chicos- nos dijo sonrojada.

-¡Bella!- entraron las chicas y todos juntos nos abalanzamos sobre ella.

Quince minutos después de besos y mimos; preguntas y silenciosos pero certeros golpes a Edward; pasamos a darle todo lo que le habíamos comprado, transformando la blanca y fría habitación de hospital, en una habitación cálida y llena de colores.

Rosie le entregó la canasta que traía en manos, repleta a rebosar de dulces y chocolates (con los lobos flotando amarrados a la orilla de la canasta); yo le entregué el oso, el cual fue un poco difícil de ocultar y juntos lo nombramos "Eddie"; Alice le regaló un set de cremas hidratantes (para que la piel dañada se repusiera de mejor manera, y más rápido según ella), uno de perfumes y una gran caja con decoración de flores (que si no fuera por ello pasaría por un maletín) que por dentro llevaba maquillaje de todo tipo, desde sombras y labiales, hasta esmaltes para uñas y esas cosas que utilizaban ella para arreglaras. Jasper por otro lado le regaló una gran colección de libros de cuentos; y Esme le regaló una medalla de oro de "San Miguel" para la protección (luego de que se la entregara y explicara qué era y su significado nosotros nos miramos entre aprensivos y avergonzados). Creímos que la ronda de regalos pero Carlisle nos sorprendió entrando con un gran ramo de rosas rojas y una caja de bombones en forma de eso.

Bella estaba colmada a rebosar de obsequios y aunque recibió todo con una sonrisa y un "gracias" y sin quejarse, sabíamos que con tantos halagos se sentía incómoda.

Pasamos todo el día en el hospital cuidándola y ayudando en lo que más se pudiera, aunque mucho no había para hacer ya que Bella estaba muy adolorida y debían administrarle sedantes constantemente. Cuando llegó la noche ella insistió en que regresáramos a casa a "descansar" y como de todos modos no podíamos quedarnos nos fuimos con un fuerte sentimiento de inquietud (con el que Jasper nada tenía que ver). Pero sabíamos que en el hospital estaría segura… o tan segura como Bella pudiera estar; a demás Alice estaría al pendiente.

Todos nos fuimos a casa y allí les relatamos a papá y a Edward lo sucedido. El arresto de los jovencitos tendría más relevancia ya que estaban drogados y en posesión de sustancias ilegales, peligrosas para el consumo. En cuanto al profesor de Literatura, todo dependía de lo que dijera el examen psíquico. Si él no estuviera en posesión de sus facultades mentales sería llevado a una Institución Mental y si no, presumíamos que los directivos del Purgatorio lo suspenderían por su actitud, claro que también (en ése caso) podíamos levantarle una demanda por daños psicológicos y prejuicios hasta el punto de hacerle perder la licencia para dar clases, pero conociendo a Bella no querría y habría muy pocas probabilidades de que sucediera.

Luego de eso, todo el mundo se dispersó. Por mi parte, tomé a Rose de la mano y juntos fuimos a nuestra habitación. Una vez allí nos recostamos y yo la atraje a mi pecho. Después de todo ella era como mi talismán. No importaba si por fuera el mundo se estuviera cayendo a pedazos, siempre y cuando ella estuviera a mi lado, ente mis brazos.

Rosalie se aferró a mí. Yo sabía que aunque por fuera demostrara esa apariencia de mujer fuerte y superada que se enfrentaba al mundo sin claudicar, ya sabía muy bien que por dentro, aún, era una jovencita asustada de lo que le hicieron y temerosa del mundo. Hasta hace un tiempo sólo se demostraba así ante mí; pero la llegada de Bella nos revolucionó a todos y Rosalie se convirtió para ella en amiga, hermana y madre, sin saberlo ni la una ni la otra.

Así, abrazados, pasamos los pocos segundos de esa noche. Ya era de mañana cuando escuchamos el auto de Edward encenderse e irse. Me erguí en la cama sentando a Rose conmigo.

-¿A dónde va Edward?- pregunté en voz baja a mí mismo, entrecerrando los ojos.

-Emmi si ya es difícil para nosotros, para Edd debe ser imposible- me dijo colocando sus manos en mi rostro para hacer que la mire a los ojos. Luego viendo que aún estaba disperso, comenzó a besarme… Y me distraje de todo. Sólo importaba ella. ¿Por qué seré tan débil?

Unas horas más tarde, nos cambiamos y bajamos para poder irnos al hospital todos juntos.

-¿Edward aún no ha regresado?- preguntó Esme cuando nos reunimos en la sala.

-¿No se fue al hospital, ya?- le pregunté yo confundido.

-No- me contestó Alice-. Dijo que tenía algo que hacer y que por favor lo esperáramos. Pero cambió de idea.

En ese momento, sonó el celular de Ali avisando que tenía un mensaje. Lo sacó de su bolsillo y nos mostró que decía:

No llegaré a tiempo. Los encuentro en el camino. Tardé en encontrar lo que necesitaba. Edd.

-¿Y qué era lo que necesitaba?- pregunté.

-Te enterarás en el hospital. Ahora vámonos- me dijo Alice guiñándome un ojo.

Nos pusimos en marcha y a mitad del camino nos alcanzó Edward, quien dentro de todo se veía contento. Llegamos al hospital y nos reunimos con él. Lo revisé con la mirada intentado ver si traía algo, pero no alcancé a ver nada así que supuse que lo que sea que andaba buscando no lo había sacado del auto o era muy pequeño y lo llevaba guardado en algún bolsillo.

-No seas metiche, Emmett- me dijo con una sonrisa.

Dejé correr el comentario y entramos al hospital, subimos nuevamente al ascensor entramos a la habitación quince, donde encontramos a una Bella sonriente charlando con Carlisle y comiendo chocolates.

No podíamos estar con ella como normalmente lo haríamos, ya que estaba muy delicada y adolorida, eso significaba que ni Jasper ni yo podíamos hacerle cosquillas y las chicas no podían llevarla de compras, todo eso al menos en un buen rato. Al único que no se le prohibía nada era a Edward, quien pasaba la mayoría del tiempo abrazándola. Todos nos resignamos a eso y nos comprometimos a ayudar en lo que sea cuando Carlisle nos dijo que sólo bajo esa condición podríamos llevarla a casa. A demás no era muy difícil, ya que habíamos actuado así cuando encontramos a Bella en la carretera.

Entre charlas y bromas, se nos fue el día. Era divertido ver la expresión de Bella cuando le bromeábamos sobre que tenía surte de tener un padre doctor para que la dispense de ir al Instituto; o cuando le comentábamos que todos sus compañeros la estaban esperando para que les relate su historia y ser el centro de atención, por al menos algunas semanas.

De pronto era hora de irnos, y nos entristecía hacerlo, pero nos reconfortaba saber que en unas horas más podríamos llevarla a casa. Pero al parecer Bella no lo veía así… Se veía en sus ojitos la tristeza y el miedo. Nos alarmamos un poco, pero antes de poder hacer nada, Alice nos sacó de la habitación con cualquier excusa dejándolo a Edward a solas con Bella.

-Bella- dijo él- ¿qué sucede?

-Nada- contestó ella. Pero claro, aún sin verla, por el tono de su voz supe que mentía.

-¿Sabes? No eres nada buena mintiendo. Te compraré un libro- le bromeó Edward-. Dime qué sucede. Te vez asustada.

-Es sólo que… tengo miedo.

-¿A qué?- le preguntó mi hermano.

-A lo que veo cuando cierro los ojos.

-No te entiendo. ¿Tienes pesadillas?

-Sí. Todo el tiempo.

-¿De las personas que te atacaron?

-No… No son ellos.

-¿Entonces? ¿Quiénes son?

-Es que no lo sé. Ni siquiera sé qué son.

-No lo entiendo Bella. ¿Cómo es eso de que no sabes qué son? ¿A qué te refieres?

-Es que…son sólo sueños, pero por momentos veo menos que quieren agarrarme y luego sombras negras que se mueven muy rápido como si quisieran hacerme algo… Pero lo que más me asusta es ver esos ojos que me observa.

-¿Ojos?

-Ojos color rojo. Como si fuera sangre.

-¿Ojos…color sangre?- a todos se nos atoró el aliento en la garganta. ¿Bella podría llegar a recordar con este episodio? ¿Y si ella se enteraba de lo que éramos? ¿La perderíamos? ¿A caso este episodio sería el detonante del fin?

-Lo sé… Estoy loca- Bella comenzó a reír y nosotros soltamos el aliento que se nos había quedado atravesado.

-No creo que estés loca- dijo Edd tras una breve carcajada-. Pero eso no quita que sigas con miedo. Bella sabes que yo siempre…- Jasper y yo nos aclaramos la garganta ruidosamente para que nos oyera- Sabes que nosotros siempre estaremos para ti, para protegerte y acompañarte. Pero… Tengo algo para que lo recuerdes.

-¿Más regalos?- preguntó Bella congojada.

-No es un regalo, sólo es un simple recordatorio. ¿Quieres ver qué es?

-¿Tengo opción?- preguntó juguetona.

-Siempre tuviste opciones. Sólo tú puedes decidir hacia dónde va tu camino y si él te lleva hacia nosotros.

-Creo que en parte fue el destino quien me llevó hasta ustedes. Pero… SIEMPRE los elegiría. Son todo lo que amo.

-Y sabes que nosotros también te amamos ¿verdad?

-Por supuesto que lo sé. Ahora… ¿dónde está mi regalo? Perdón, quise decir "recuerdo".

-Eres TAN mala mintiendo. En serio, te conseguiré un libro. Ahora, cierra los ojos.

Jasper y yo alzamos los rostros hacia la ventanita que tenía la puerta de la habitación. Vimos a Bella con los ojitos cerrados, como la buena niña que es, y a Edward sacando una cajita pequeña de terciopelo negro del bolsillo interno de su abrigo.

-Ahora abre los ojos- dijo mi hermano.

-No tienes un anillo ahí ¿verdad?- le pregunté a Edd sabiendo que me escucharía. Él sólo sonrió sin contestarme.

-Edward ¿qué es esto?- preguntó Bella tras abrir los ojos.

-Ábrelo y sabrás.

Bella abrió la cajita y Jasper y yo suspiramos cuando vimos que dentro no había un anillo ni nada que se pareciera a una alianza, sino más bien un medallón de oro. Sólo pudimos ver el grabado de afuera, es decir el exterior, cuando Bella lo abrió, pero al parecer fue lo que había dentro lo que hizo que se emocionara, ya que se arrojó a los brazos del pedófilo con lágrimas en los ojitos.

No pudimos ver más porque nuestras esposas nos tomaron por las orejas y nos llevaron a las rastras hacia los autos. Quisimos discutir, ya que Edward volvería más tarde él solo, pero por la mirada que nos dieron supimos que era mejor decir que sí a todo o nos las veríamos negras unos largos meses.

Habían pasado casi dos horas cuando Edward volvió. Jasper y yo estábamos sentados jugando videojuegos mientras las chicas hablaban sobre las nuevas tendencias de la moda y un posible viaje a Europa para llevar a Bella de compras a un lugar con estilo. El santurrón volvió con una sonrisa de idiota en su cara de idiota.

-¿Por qué sonríes?- le pregunté.

-Porque la vida es bella.

-¿La vida es bella? ¿O Bella es bella?- le pregunté desconfiando de sus palabras.

-Pues, diré que la primer opción es sólo posible a través de la segunda- se dejó caer sobre un sillón al lado de Alice le pasó un brazo por los hombros-. Alice ¿sabías cuántos te adoro?

-Lo sé. ¿Le gustó el obsequio?

-Sí. Mucho.

-¿Qué le regalaste?- le pegunté.

-Lo viste Emmett. Cuando Jasper y tú andaban de chismosos.

-Sólo estábamos vigilando que no te pasaras de listo- dijo Jasper molesto.

-No fastidies Jasper- dijo Edward riendo.

Seguimos con lo nuestro un rato más y el tonto de mi hermano nos acompañó hasta que sin decir más se levantó, subió al segundo piso, y pocos segundos después bajó cargando en sus brazos varios libros encuadernados en cuero de diferentes colores.

-¿Qué es eso hijo?- preguntó Esme.

-Algo que Alice, en las prisas de las corridas olvidó mencionarles.

-Así es. El día anterior al ataque que sufrió Bella, retiré impresas todas las fotografías que he estado tomando. Sólo que como Bellis fue con Edd al hospital a llevarle algo a Carlisle y volvió tarde no tuve oportunidad de mostrárselas, ya que quería que estemos todos juntos. Y al otro día… Bueno, fue imposible.

Había al menos veinte álbumes en la mesa del salón. Cada uno tomó uno y nos pusimos a ojearlos. Yo tomé el que tenía las primeras fotos que había tomado Alice. El libro de color blanco marfil guardaba fotografías de Bella con pequeños pantaloncitos y sus piernitas vendadas, sentada en un sillón jugando carreras conmigo. Sentada en el jardín (más vestida) junto con Esme podando un Bonsái. Sentada en la mesa de la sala con Jasper mientras él le mostraba un libro, que a lo lejos se veía de historia. Había una que no fue tomada en casa, sino en el centro comercial y mostraba a Rose y Alice paradas detrás de Bella con Jasper parado detrás de su esposa cargando al menos quince bolsas y la pobre de Bellis sentada en las piernas de Edward con su cara roja por el esfuerzo y una pequeña mueca de color. Me reí al recordar la escena. Alice había hecho recorrer a la pequeñita casi todo el shopping sin recordar que la pobre no debía hacer esfuerzos. Para cuando se detuvieron para "comer" algo Bella se sentó con Edd y luego ya no podía levantarse; mi hermano tuvo que llevarla cargada hasta el auto y luego estuvo casi sin poder caminar dos semanas. Otra foto mostraba a Rose con Bella y tenía en la mano una botella de perfume que le había comprado hace tiempo y que Rose amaba. Fotos de Carlisle poniéndole una curita en el dedo a la pequeñita, o de Edward sentado en el sillón abrazando a Bellis con una manta cubriéndolos, mientras tenían en sus manos unas tazas de algo caliente y se miraban a los ojos sonrientes. Debía admitir que se veía bien juntos… ¡Diablos! Si hasta tenían un fondo de imagen natural de una lluvia cayendo a torrentes y un rayo cruzando el cielo nocturno. Tonta Alice y su cámara preparada.

Las imágenes iban fluctuando en escenas familiares casi iguales. Había una foto muy bonita en la que aparecía Bella con Carlisle y Esme sentados en el sillón comiendo helado. Ella estaba medio inclinada, mientras papá intentaba untarle la cuchara con helado de chocolate en la nariz.

Fotos de todos juntos, o fotos en la que nos apretábamos los cinco hijos y sólo aparecían nuestros rostros sonrientes.

Cada vez que terminábamos un álbum nos los intercambiábamos y volvíamos a revivir un capítulo en la familia. Poco después llegó Carlisle y se unió a la actividad familiar.

La noche pasó dentro de todo, rápido, entre anécdotas familiares, y pronto nos descubrimos apresurándonos para cambiarnos y macharnos al hospital. Pero antes de eso repasamos cada detalle para la estadía de Bella, para que fuese lo más cómoda posible. Habitación remodelada (más almohadas, otro colchón, un escritorio más amplio, una computadora portátil, un interruptor de luz que estuviera a mitad del cabecero de la cama, así no tendría que estirarse, más cobertores y también colocamos dos pequeños sofás blancos); un botiquín médico en su baño; más pijamas; otro sistema de calefacción; y pequeños detalles que quisimos arreglar, cambiar, remodelar o simplemente deshacernos de lo que no nos gustaba.

Cuando llegamos al hospital era tarde. Bella saldría del hospital 9:30 am y nosotros pisamos el hospital a las 10:15 am. Cuando llegamos a la habitación Bella estaba sentada al borde de la cama con ropa de calle, ya peinada y con sus cosas listas para irse. No sé si era la emoción de volver a casa, o la emoción de simplemente abandonar el hospital, pero mi hermanita se veía radiante.

Edward se le acercó y se sentó junto a ella en la cama, le pasó un brazo por la espalda y le dijo:

-Parece que ayer, después de todo, sí pudiste dormir bien.

-Sí, y todo fue gracias a ti. Gracias Edd- la peque recostó su cabeza en el hombro de mi hermano.

-¿Y por qué gracias a Edward? ¿Te dio somníferos?- interrumpí yo.

-No Emm- me dijo luego de una carcajada-. Me dio algo mucho mejor.

-¿Cómo qué?- pregunté.

-Mmm- Bella dudó y luego miró a Eddie y él asintió-, lo que me dio es esto.

Nos enseño un medallón de oro en forma de corazón que decía:

Bella

Te amo por siempre

Edd.

(o)

(o)

(o)

(Edward)

Era un alivio tener a Bella en casa. Después de un poco más de una semana en el hospital, volvía al refugio de nuestro hogar; y al refugio de mis brazos.

Cuando por fin estuvo instalado en casa, todo volvió a la normalidad. Hasta la casa parecía más acogedora; era como si Bella expandía su luz hacia todo lo que la rodeaba. Todos celebramos su regreso a casa con efusividad, aunque claro deberíamos tener sumo cuidado con ella ya que volvía a estar tan delicada como cuando la encontramos a mitad de esa carretera.

Todos estábamos al pendiente de ella, de cada movimiento, quejido de dolor, muecas… bueno, básicamente de todo.

Mi ángel estaba predispuesta a hacer todo cuanto le decíamos para que esté más cómoda o mejor, a sabiendas de que se lo pedíamos por ella. La colocamos en el sillón grande a mitad de él, la rodeamos de almohadones y la tapamos con un acolchado de esos nuevos que compramos; uno nuevo súper peludito, de color blanco y muy suave.

La colmamos de regalos y mimos. Y a la hora de dormir, la tomé en brazos ante las miradas iluminadas de mis padres y hermanas, y las miradas de furia y advertencia de mis hermanos, quienes aún seguían enojados ante mi audacia de haberle regalado a Bella un medallón que dijera que "laamaba"… Y eso que no habían visto el regalo al completo. Si lo hubieran abierto, habrían encontrado una fotografía que Rose nos había sacado unas semanas antes, en donde aparecíamos nosotros dos abrazados en el patio, ella con su espalda pegada a mi pecho, mientras yo rodeaba su pecho y su cintura. Ambos reíamos de oreja a oreja. Era una de las fotos que más me gustaba, así que no dudé en hacer una copia pequeña y pedirle al joyero que la colocara dentro del medallón, claro que no terminaba allí el detalle. Yo quería que Bella tuviera siempre presente que la amaba, así que lo que hice fue hacer que grabaran dentro:

Cuando pensé

Que el mundo había

Cerrado sus puertas

Ante mí,

Apareciste tú

Para hacerme feliz.

Eras mi ángel Bella…

(o)

(o)

El tiempo pasó con celeridad y prono Bella se reintegró a las clases y obtuvo un nuevo profesor de Literatura que era como Dios mandaba. Por supuesto ella nunca estaba sola, me daba poco más que pánico abandonarla nuevamente, aunque de vez en cuando le daba su espacio cuando hablaba con sus amigos Ángela y Ben; eran de lejos los únicos amigos que me agradaban de Bella.

Aunque pronto llegó lo que tanto temí.

Bella había sido invitada a ir de compras con Ángela (nada importante, sólo libros); para lo cual había solicitado (muy cariñosamente, como sólo ella podría hacerlo) que le prestara el auto. Me puse un poco (bastante mucho) de los nervios, aunque claro me calmé al saber que sólo conduciría hasta la casa de Ángela, luego utilizarían su coche. La dejamos ir con un poco de inquietud, pero felices de que pudiera llevar una vida más o menos normal.

Al volver de las compras Bella volvía con los ojos brillantes de lo que me pareció ilusión. Cuando la abracé, sentí que el mundo volvía a retomar su macha. Entre todos vimos lo que había comprado y luego esperamos a Carlisle para sentarnos a "cenar". Ya sentados todos, cenando mi padre indagó sobre el paseo de compras que había tenido a Bella con unos cuantos chistes por parte de Jasper y Emmett. Todo normal, hasta que mi ángel nos contó de Ángela iría ese fin de semana a la playa con un grupo de compañeros y amigos y estábamos invitados… y pedía permiso para poder ir.

¡Trágame tierra!

Mi padre nos miró como instándonos a permanecer tranquilos y callados.

-¿Este fin de semana será apropiado para ir a la playa?- preguntó mi padre intentando irse por la tangente para no contestarle.

-Sí. Ángela dice que hará sol. Que el clima será lindo- dijo emocionada de poder ver un día soleado en el pueblo de Forks.

-Bueno, no veo ningún problema en que vallas ¿verdad Esme?- le preguntó a mi madre.

-Claro que no. Siempre y cuando te cuides y prometas que no te meterás en ningún lío.

-Claro que lo haré-dijo Bella sonriendo con ganas, luego se giró hacia nosotros y nos dijo- ¿Qué dicen chicos? ¿Quieren ir a la playa?

Nosotros nos miramos como intentando decidir qué hacer, y qué decirle. Como siempre Alice fue quien empezó por desligarse.

-Lo siento Bellis, pero Jasper y yo vamos a ir al cine.

-Yo le prometí a Rose que la llevaría de día de campo hermanita, lo siento.

Bella me miró a los ojos, como esperando que dijera: Claro mi amor, yo te acompaño. Pero la realidad era que esa frase era la última que podría decir yo, y menos en un día soleado. ¡El mundo, Dios, destino, la vida (o lo que sea que nos guiaba) me detesta!

-Lo siento cariño- le dije sonriéndole a modo de disculpas-, pero desde hace semanas que vengo prometiéndole a mamá que la acompañaría al vivero para traer más plantas y macetas pesadas.

-Bueno- dijo ella sumamente decepcionada y triste-, puedo quedarme y acompañarlos si quieren.

-No- le dije a regañadientes, aunque debo admitir que me salió un tono muy displicente-. Ve tú con tus amigos Bella. Ve a divertirte.

-Es cierto Bellis- dijo Rose- siempre estás con nosotros. Debes salir de vez en cuando con tus otros amigos. O sino los del pueblo creerán que te tenemos de rehén.

Todos nos largamos a reír por el comentario de Rose. Bella por lo absurdo y nosotros porque era lo más acercado a la verdad.

-Pero, ir sola…- dijo ella dudando.

-No vas a estar sola- dijo Jasper- ¿o sí?

-No, por lo que dijo Ángela irían casi todos mis compañeros.

-Entonces ve cariño- la alentó Esme-. Te hará bien estar un día en la playa rodeada de todos tus amigos… Y sin tus hermanos sobreprotectores a tu alrededor.

-Sí, mamá tiene razón Bellis, aprovech… ¿qué quisiste decir con eso mamá?- Emmett miró fijo a Esme con los ojos entrecerrados.

Después de eso no pudimos más que echarnos a reír.

(o)

(o)

El celular de Bella comenzó a vibrar y supe que empezaría a sonar dentro de pocos segundos. Con muy pocas ganas o prácticamente ninguna, me levanté velozmente y salí corriendo del cuarto, a tiempo suficiente para que Bella no me viera.

Hoy era sábado. Maldito sábado.

Hoy, tenía tres martirios en la cabeza: el primero era que hoy haría sol, o sea que me tendría que esconder del resto del mundo (obviamente mundo que no sea de mi familia); segundo Bella saldría SOLA con los idiotas hormonales de sus compañeros de clase (cosa que ya me ponía de los pelos); y la tercera y última, la que terminaba de cavar y apuntalar mi fosa: Bella iría SOLA a la playa de LA PUSH, lugar a donde se me prohibió la entrada hace mucho tiempo.

Me tiré sobre mi cama, y me sepulté en mi deprimente morada, la cual ya había sido previamente preparada por Alice, para evitar hasta el más pequeño e insignificante rayito de sol; para lo cual había colocado unas gruesas y oscuras cortinas sobre las ventanas de cristal.

Me quedé tirado en mi cama con mis manos detrás de mi cabeza, mirando hacia el techo pensando en mí amada, a la cual podía oír en su cuarto despertando de su mundo de ensueño, moviéndose por la cama, como si estuviera buscando algo.

-¿Edward?- ella susurró.

Una sonrisa de idiota se alzó en rostro cuando supe que me buscaba al despertar. Pero más me gustaba el hecho de saber que era lo primero en lo que pensaba al despertar. La escuché cómo salía de su habitación y se encaminaba hacia mí. Ayer por la noche había fingido un dolor de estómago para tener que dejarla sola por la noche y no tener que justificar el hecho de colocar cortinas oscuras.

Vi el rostro de Bella asomarse a través de la puerta, y luego entrar a mi habitación en puntitas de pie. Se sentó en la cama sin moverla demasiado y destapó mi rostro de debajo de las sábanas (en las que me había metido). Acarició mi rostro con las yemas de sus dedos, recorriendo mis mejillas, mis pómulos, mi barbilla, mis ojos, mis labios… Fue demasiado difícil ignorar sus caricias, su roce, su tacto, su perfume, su calor.

Sentí cómo abría las mantas y se metía bajo ellas, junto a mí, por fortuna Alice (a la que debía ponerle, mínimo un monumento) había comprado cubrecamas con calentadores térmicos y las mantas estaban calientes. Sentí su cuerpo pegado al mío y me dejé levar. Aún con los ojos cerrados me estiré dentro de la cama alejándome a consciencia de ella, y para no decepcionarme, inconscientemente, ella siguió el movimiento de mi cuerpo amoldándose. Sonreí, de espalda a ella, y busqué con mi mano la suya, para poder arroparme con su calor.

-¿Estabas despierto?- preguntó en un susurro.

-Ajam- le contesté dándome la vuelta para mirarla cara a cara.

-¿Desde cuándo?- me preguntó medio avergonzada.

-Creo que cuando te subiste a la cama- le mentí para que no se sintiera peor.

-Y ¿cómo te sientes esta mañana glotón?- me preguntó en son de broma, aunque con un marcado fondo de preocupación.

-Me siento algo descompuesto, pero estaré mejor durante el día, ya lo verás.

-¿Estás seguro de que no quieres que me quede?

-No Bella- dije a mí pesar-. Ve a divertirte, no va a ser la primera ni la última que sufra una descompostura.

-¿Estás seguro?

-¡Claro que sí!- dije imprimiéndole a mi voz un mentiroso tono de optimismo.

Nos acurrucamos debajo de las mantas un rato más, hasta que Rose fue a decirnos que bajemos a desayunar.

Luego de eso vimos a Bella prepararse para ir a la playa, asegurándonos de que tuviera todo cuanto necesitara o quisiera. Y una vez que tuvo todo en su lugar nos despedimos de ella. Debo decir que no es para nada sencillo ni agradable ver partir a la persona amada lejos de la protección de tus brazos, al encuentro de personas que no son tú, y a un lugar donde tienes prohibida la entrada.

Pasé gran parte de la tarde sentado junto a Alice viendo a Bella a través de distintas visiones. Vimos como llegaba a la tienda de Mike, como junto a todos sus compañeros llega a la playa, la vimos eligiendo un lugar donde permanecer, y también vimos cómo iba de caminata con sus amigos. Alice y yo nos reímos un rato viendo cómo ella se caía, se levantaba y volvía a caer. Luego al relatarle a la familia desventuras de mi ángel, nos reímos todos juntos.

Por momentos Alice perdía las visiones y se quedaba en blanco, pero mi padre nos calmó diciendo que era algo muy normal de los adolescentes que variaran sus decisiones o que incluso se dejara llevar por sus deseos y entonces dejáramos de ver su futuro. Así como dijo mi padre sucedió que dejamos de saber de Bella un tiempo. Estaba en un estado depresivo cuando el sonido de un mensaje entrando en mi celular me despabiló. Pero me sorprendí al darme cuenta de que no era un mensaje sino una llamada. Y no era de mi amada, sino de la última persona que esperaba un llamado.

¡Diablos!

El celular sonó varias veces hasta que colgué y apagué el celular, pero cuando lo hice me arrepentí; no porque me importara la persona que estaba llamando sino porque luego pensé que Bella podría llegar a llamar.

-Si lo hace lo veré Edd- me dijo me enana psíquica favorita-. Es mejor que lo apagues, me volvería loca escuchar sus llamados cada cinco segundos.

-Si es quien creo que es, podrías atenderle Edd- me dijo Rosalie sonriendo con compasión, temiendo la tormenta que luego vería llegar.

-Le llegas a atender y te mato Edward- me dijo Alice enojada, mientras tenía una visión de Bella con un muchacho de piel morena charlando sentados sobre un tronco de árbol caído. Me enojé algo pero cuando vi que mi ángel estaba seria (no enojada sino más bien concentrada) me relajé. Sólo están conversando Edward…

Tanto Alice como el resto de la familia, y en especial yo, respiramos de alivio cuando vimos cómo los jóvenes levantaban campamento y se disponían a volver. Monitoreamos a Bella durante todo el camino de vuelta. Ya quedaba poco para que llegara cuando todos nos pusimos en nuestros lugares. Mis padres se sentaron en el sillón con tazas de té, y Emmett y Rosalie salieron de la casa y Alice y Jasper se disponían a ofrecer un aspecto de recién llegados.

Yo subí a dejar un pequeño obsequio sobre la cama de mi ángel y luego al escuchar, ya más cerca, salí al pórtico para esperarla sentado en las escaleras de entrada, como sabía que le gustaba. Dos minutos después vi cómo aparecía el auto cerca de la entrada de la casa. A lo lejos pude ver el rostro de mi amada y estaba serio, como pensativa y escéptica al mismo tiempo, pero al ver mi rostro ella sonrió y pude ver amor, cariño y dulzura en sus ojos color chocolate. Bella estacionó el auto y salió y corrió a mis brazos, saltó sobre mí y enredó sus piernas en mi cintura. De sólo sentir su calor a mi alrededor sentí que volvía a mi hogar, a vivir…

Cuando la abracé y escuché su risa envolviendo mi nombre la envolví en un abrazo fuerte y junté nuestras frentes. Vi en sus ojos que en verdad le alegraba verme.

-¿Me extrañaste?- le pregunté.

-Muchísimo- me dijo mirándome directamente a los ojos.

-¿Al menos te divertiste?

-Algo- me contestó escuetamente-. ¿Y tú? ¿Tuviste un día divertido?

-No mucho. Pero… pasa, todos te están esperando.

-¿Y tú? ¿Qué hacías afuera?

-Esperándote, por supuesto. Siempre te espero.

La miré a los ojos. Ella me miró. Por un segundo creí que había entendido la veracidad de mis palabras, pero luego vi la vergüenza nadando en sus ojos y supe que no había interpretado en mensaje oculto entre mis palabras. Me reí y luego junté nuestras frentes otra vez. Quería sus labios sobre los míos fundidos en un beso eterno, y que jamás se separa de mí. Que mi piel se fundiera a la suya y que sus ojos siempre estuvieran puestos en mí.

Estaba respirando su aliento cuando unas luces enormes nos deslumbraron. Era un Jeep. En el que venían Mis hermanos.

-Bellis- gritaron Rose y Emmett.

Con algo de vergüenza Bella se separó de mí, bajando sus piernas de mi cintura. Sus mejillas sonrojadas se debían ver a lo lejos.

Todos juntos entramos en la casa gritando y saltando. Bella saludó a todos y nos contó sobre su día en la playa y cada dos palabras nos repetía que nos había extrañado mucho y que lo había pasado mejor si hubiéramos ido con ella. Cuando le preguntamos por qué había vuelto tan "temprano", nos respondió que sus compañeros de clases temían por una repentina tormenta que se avecinaba.

Todo iba perfecto hasta que un ruido nos pinchó la burbuja.

-¿Edward?- me llamó Bella. No sabía por qué pero su voz me sonaba más delicada de lo usual. Como si las pocas horas que hubiéramos pasados lejos hubieran aumentado mi adoración por ella, casi hasta el punto de la idolatría.

-¿Qué cielo?- pregunté sumamente embobado.

-Está sonando tu celular- me dijo tendiéndomelo.

-¿Y quién es?- le pregunté sin reparar en mis palabras. Es demasiada la confianza que le tenía que quería que ella supiera todo de mí (claro que todo lo que ella pudiera saber).

-Edward… ¿quién es Tanya?

Mis ojos se abrieron. Giré y busqué a Alice con la mirada. Ella estaba tan sorprendida como yo, al igual que toda mi familia.

-Ella es…

A lo lejos se escuchó el ruido de unos neumáticos rechinando sobre el asfalto, acercándose hacia nosotros. Entonces Alice y yo lo supimos.

Eran problemas… Y muy grandes.

-Bella, ¿por qué no vas a cambiarte?- preguntó Alice intentando cambiar el rumbo de la conversación-. ¿O prefieres que elija yo tu ropa?

-No- dijo ella apresurándose a subir las escaleras, sabiendo lo que podría pasar si dejaba que Alice eligiera si ropa.

-¡Demonios!- dijimos mi hermana y yo- ¡¿Ahora qué hacemos?

-Perdón, pero… ¿la persona que se acerca en ese auto es quien creo que es?- nos preguntó Jasper.

-¡Sí!- dijimos nuevamente a dúo.

-Okey, tenemos problemas- dijo Emmett entendiendo por dónde venía el conflicto.

Todos tragamos en seco cuando los coches frenaron en el garaje y los pasajeros bajaron de ellos. Ahora sí estábamos perdidos. No había forma de salir de éstas en buena forma.

¡¿Qué haríamos?

(o)

(o)

(o)

(Bella)

Subí a mi habitación después de un día de lo más extraño. A pesar de que había sido un lindo día, me habría gustado más si mis hermanos me habrían acompañado a la playa. No es que sea acomplejada ni nada por el estilo, sino más bien que me encantaba estar junto a ellos. A cada momento recordaba lo que ellos habían hecho por una pobre chica abandonada a mitad de una carretera y me llenaba de amor. No había nada que yo amara más que a ellos, o estar en su compañía.

Llenaban mi vida con risas y mimos. Colores y amor. Eran simplemente perfectos. Pero sabía que aunque me amaban, había personas a las que amaban aún más. Por ejemplo Jasper a Alice. Era algo hermoso ver cómo Jasper contemplaba a Ali cuando caminaba a su alrededor. Como si estuviera viendo a su felicidad pura, encarnizada, bailando a su lado. Su mirada denotaba la mágica sabiduría del saber que allí donde estaban posados sus ojos estaba lo único que necesitaba para ser completa y simplemente feliz.

Otro tanto pasaba con Emmett quien por momentos se mostraba como un niño pequeño y por otro lado actuaba como un celoso y sobreprotector hermano mayor, pero siempre sin perder su calor, su cariño, su dulzura, su forma de ser. Pero cuando estaba con Rose volvía a transformarse. En ocasiones Rosalie lo regañaba como si fuera su madre, pero había momentos en que era Emmi quien abría sus brazos para proteger a su ser amado. Hubo una ocasión en la que estaba con Edward viendo una película en el sillón grande, Rosalie estaba sentada en un sillón individual molesta por algo; quise preguntarle pero Edd no me dejó… A los pocos minutos apareció Emmett y se la llevó hacia un lugar para hablar solos. No quise ser entrometida, pero en algún momento volteé mi rostro y pude ver a Rose acunándose en el pecho de su novio como si fuera una niña asustada, y él abrazándola como si ese fuera su única prioridad en la vida. No había escena más conmovedora que esa.

Así era en la familia. El amor era un condimento que se integraba inconscientemente a cada cosa que se hiciera.

Sin mirar hacia ningún lado entré a mi habitación, completamente oscura, y me dirigí al enorme armario que mi enana y mi rubia (ambas) mis favoritas, habían llenado para mí. Busqué un pantaloncito de algodón (ya que aún tenía calor en las piernas) y una remara cualquiera. Como siempre el pantalón era color azul marino y la blusa color blanca; eran los colores que mejor me quedaban.

Me senté a mitad de la cama (al pie) y me tiré de espaldas. Algo me pinchó en la espalda y me levanté a ver qué era. Un paquete cuadrado y pequeño fue lo que encontré. Lo tomé y lo llevé hasta la luz. Un envoltorio plateado con diseño de rosas fue lo que envolvía a lo que sea que hubiera dentro; lo abrí y encontré un libro con una nota firmada por… ¿Quién más podría ser?

Edward.

Sé que lo querías

(aunque no hubieras dicho nada)

Espero que lo disfrutes tanto,

Como yo disfruto

Ver tu rostro sonriendo.

Vi el libro que había debajo de la nota y los ojos se me llenaron de lágrimas. El muy tonto me estaba regalando "Orgullo y Prejuicio" con tapa de cuero.

Bajé corriendo las escaleras. Vi a mi familia de espaldas a mí, de cara a la chimenea.

-¡Edward!- lo llamé.

Él giró para verme y yo terminé de bajar las escaleras. Llegué hasta él y salté en sima suyo. Colgué mis manos alrededor de su cuello y mis piernas alrededor de su cintura (realmente no sabía cómo lo lograba, pero al parecer tenía talento para eso), y le planté un gran beso en la mejilla.

-Muchísimas gracias- le dije al oído.

-¿Y eso por qué?- me preguntó sorprendido y al parecer contento de mi efusividad.

-Por el libro… Muchas gracias. Aunque no deb…- una mano sobre mi boca me imposibilitó el habla.

-No digas la frase "no debiste"- me dijo guiñándome un ojo y sonriéndome.

-Muchas gracias- le dije mirándolo a los ojos.

-Sabes que no es nada- me dijo acariciando mi rostro con una mano mi rostro, y con la otra sosteniéndome.

A sus espaldas se escuchó el ruido de una garganta al aclararse, pero sabía que no eran ni Jasper ni Emmett. Esa era una voz femenina.

Me fijé y vi que había personas en la sala. Personas que no conocía.

-¡Oh por Dios!- dije sumamente avergonzada- Edd bájame por favor.

-No te preocupes Bellis- me dijo al oído-. Son familia. Te presento a nuestros primos adoptivos, él es Eleazar y ella su esposa Carmen. Primos ella es Bella- nos presentó mientras aún yo estaba alzada sobre él-. Y ellas son nuestras primas, Irina, Kate y… Tanya…

-Hola- dije yo muy avergonzada y algo cohibida por la mirada que me dedicada la última, la mencionada Tanya.

-Perdón pero...- dijo Tanya mirándome a los ojos de forma que me dio miedo. Tanto que inconscientemente me encogí en los brazos de Edward. Al parecer él se dio cuenta porque aumentó la presión de sus brazos alrededor mío- ¿Quién eres tú?

Muy lentamente me fui deslizando (del cuerpo de Edd) hacia abajo, hasta quedar de pie en el suelo. No sabía por qué pero su voz me sonaba muy molesta u ofendida para con mi persona. Y la forma en la que se había dirigido hacia mí, me hacía pensar que era persona poco grata para la que era mi nueva prima.

-Soy Bella… su nueva prima.

-¿Nueva prima?- preguntó como si no entendiese, quien identifiqué (creo) como Irina.

-Así es- dijo Alice parándose frente a nosotros-. Bella es la nueva integrante de la familia Cullen.

-Es una broma ¿verdad?- preguntó Tanya medio riendo.

-No Tanya, no lo es- le contestó Edd abrazándome por la espalda y apoyando su mentón sobre mi hombro-. Bella no tenía pasado, y como nosotros no podíamos separarnos de ella, le pedimos que por favor se quedara a nuestro lado. Así fue como Carlisle y Esme la adoptaron. Ahora están viendo a Isabella Cullen…

-Y… ¿por qué la adoptaron?- preguntó Tanya como si su mente hubiera colapsado por tanta información o porque la información que se le estaba brindando era sumamente imposible de aceptar para ella.

-Muy sencillo… Porque la amamos- dijo Edward girando su rostro mirando directamente a mis ojos.

-¡¿Qué?

El grito de furia se escuchó por toda la casa y creo que a los alrededores también. La cólera se veía a lo lejos llameando en los ojos dorados de la que ahora era mi nueva prima. Mi nueva familia.

No sé qué fue exactamente lo que sucedió. De un momento al otro, todos mis hermanos y mis padres estaban en frente mío, Edward me había corrido con un movimiento fluido de brazo, de adelante hacia atrás de su espalda. Todos estaban serios como si me estuvieran protegiendo de algo demasiado malo y peligroso.

Me entró el miedo nuevamente… ¿Qué iba a suceder?

Antes de poder reaccionar, mis párpados comenzaron a cerrarse y un sueño muy pesado y extraño a mí, me invadió. Sin poder evitarlo, sentí que, solté la camisa de Edward a la que me estaba aferrando. Y luego…

Todo se volvió oscuridad.

Chan Chan Chan!

¿Qué habrá pasado con Bella?

Jajajajaja…. Sé que es muy cruel que se los deje ahí pero… Si seguimos nos adelantamos de más. A la señorita Paty4Hale… Le respondo que no. No acertó en ningún detalle. Quise mandarle un mensaje respondiéndole pero no sé por qué no se me permitía.

Bueno chicas (y chicos si los hay), comenzó lo bueno. Lo único es que me da un poquito de pesar saber que (creo) no voy a llegar a los 30 capítulos. Peeeeeeeeeeero bueeeeee….

Les dejo el comienzo del próximo cap. " El significado de la Palabra amor". Espero que lo disfruten. Por fis déjenme sus comentarios para saber si les gusta la historia o no! XOXO