Sí, me hace feliz

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Bella POV

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Pegué un gran salto en la cocina al escuchar de nuevo los gritos en la sala. El corazón me estaba golpeando con fuerza el pecho y juraría que la casa vibró por un momento a causa de los gritos. Observé como mi pequeña venia corriendo hacia a mí con el rostro asustado.

—Mami — murmuró y me abrazó las piernas con toda la fuerza que ella podía—. Están locos.

Reí por lo bajo al escucharla y después de enviarle una mirada a la ensalada en el suelo, la tomé en mis brazos, besando su regordeta mejilla. Woody vino rápidamente hacia el tiradero y comenzó a comerse todo en un tiempo casi imposible.

Ese perro comelón. Estaba en mejor forma que yo.

—Tranquila, mi amor, ellos sólo se alocan cuando están viendo el futbol. Es como cuando tú y yo vemos los concursos de moda en la televisión, ¿recuerdas? — ella asintió —. Así con ellos, les gusta mucho el futbol.

—Pero a mí no — se cruzó de brazos y miró de reojo como las gemelas de Rosalie y Emmett aparecían en la cocina con muecas también —. Papi no quiere cambiarle a Jessie.

Las gemelas alzaron la mirada.

— ¡Nosotras queremos Jessie! — dijeron en un unísono, al mismo tiempo que entraba Alice, con su creciente vientre, a la cocina.

—Esos hombres están locos, enserio, ya asustaron a Eva dos veces el día de hoy — dijo con gesto malhumorado y se sentó a comer papas fritas —. ¡Están locos! ¿Ponerse de esa manera sólo por futbol? ¿Enserio? Y no creí que Peter tuviera una buena relación con ellos sólo por apoyar al mismo equipo.

Me encogí de hombros.

—El poder del futbol.

Nos encontrábamos en nuestra casa de Los Angeles, junto con Esme, Anne, Elena y Derek. Alice, Peter, Emmett y Rosalie estaban quedándose en un hotel cerca de allí pero sólo iba a dormir y a limpiarse porque la mayoría del tiempo salíamos con los niños. El día de mañana sería la inauguración de la nueva tienda y todo el mundo iba a acudir.

Los niños eran ignorantes de todo lo que pasaba a su alrededor y nosotras las mujeres estábamos intentando abarcar todo para que Alice no tuviera bastante estrés por su embarazo.

Otro grito bastante alto se hizo escuchar por toda la casa. Gritos de júbilo, al parecer, todos los hombres estaban gritando. Sentí como Elizabeth apretaba sus piernas alrededor de mi cintura y escondía su rostro en mi pecho.

Que hombres más salvajes.

—Eso es un…

—Escandalo.

Las gemelas estaban con una mueca de disgusto. Cualquier cosa que tuviera que ver con Ethan y Derek les molestaba y eso a Rosalie le parecía más que mejor, así decía que no había incomodidad en los dos bandos. Rosalie amaba a las gemelas.

Alice miró con diversión a las niñas mientras ellas desaparecían por la puerta trasera hacia el jardín, donde estaba Esme preparando las carnes para esta tarde. Se suponía que eso lo harían Edward y Emmett pero hubo bastantes cambios de planes.

—No creo que ellos terminen pronto — comentó Alice aun masticando una de las papas fritas. Miró cómo Elizabeth le quitaba una con los ojos entrecerrados. — Niña, no creo que eso sea conveniente.

Elizabeth la apuntó con una papa frita.

— ¡No! — y después de la metió a la boca.

Sacudí la cabeza en forma de negación, agradeciendo también internamente que ya no se escucharan los gritos, sólo las habladurías de los comentaristas de la televisión y de ellos.

Mientras volvía a hacer la ensalada en el enorme bol, escuché como Edward se ponía a discutir y explicarle a Anthony cómo funcionaba todo eso y cómo Anthony respondía muy alto, temiendo no se escuchado por las voces de la televisión.

—Esta niña es muy rebelde — comentó Alice de nuevo con la mirada sobre mí —. Y supongo que Anthony es aún peor, ¿no? — yo asentí volviendo a poner las cosas en el bol en la mesa y lo aparté —. Espero que mi Eva no sea así.

Yo tuve que apretar los labios para no reírme.

—Eva, con ese padre que tiene, va a ser peor que mi pequeña.

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Una vez que la comida estuvo completamente lista, los hombres dejaron a un lado la televisión, — en donde ya no estaban pasando el futbol y se dedicaban a escuchar los comentarios y entrevistas — y ahora se encontraban en el jardín, alrededor de la enorme mesa. La playa estaba a tan sólo cincuenta metros de nosotros.

— ¡Mamá, yo quiero más carne! — gritó Mark al otro lado de la mesa, donde estaba completamente rojo del rostro y los hombros gracias a que no llevaba la camiseta y el sol daba directo en su blanca piel.

— ¡No, yo más! — gritó Anthony mirando a su hermano mayor con los ojos entrecerrados.

— ¡No, Anthony no! — gritó Elena.

—Cállate — en la boca de mi hijo pequeño se formó un puchero y se volteó a mirarme —. Mami… — lloriqueó y Mark rodó los ojos.

La relación de Anthony Mark estaba empeorando cada vez más y más. No sabía qué hacer para poder solucionar eso pero tenía que dividirme en dos muchas veces. No era algo que me agradara, y a Edward mucho menos.

—Elena, no tienes porqué meterte en sus asuntos — riñó Rosalie a su hija, que estaba vestida con un vestido de playa color blanco, igual que su hermana.

Miré como mi cuñada se limpiaba la boca con una servilleta y apretaba los labios junto con sus ojos.

Edward podría llamarme loca, y todos los demás también. Pero podría jurar con mi propia sangre que Rosalie estaba embarazada. Lo había comentado con Edward hacia tres noches atrás y él estaba convencido de que eso no podía ser porque le habían dicho que ella ya no podría tener más bebés. Yo pensaba de diferente manera. Ella estaba embarazada. Estaba totalmente convencida. Pero no sería decisión mía decírselo o hacer que ella nos lo diga. Sus motivos podría tener. Emmett se comportaba de manera muy protector con ella muchas veces.

Ella exhaló el aire contenido y pude ver como apretaba la mano de Emmett que estaba a su lado. Aparté la mirada de inmediato y me dediqué a servir más comida.

Escuché un carraspeó y volví a retomar mi lugar junto a Elizabeth y Mark.

—Tenemos una noticia — anunció la rubia y se puso de pie, seguida de Emmett rápidamente.

Sabía que Esme también tenía la ligera sospecha y sus ojos se iluminaron al verlos allí de pie. Alice se tragó lo que tenía en la boca y junto a Peter volvió su vista a ellos. Todos los niños miraron a Rosalie y a Emmett con cierto interés pero mis mellizos comenzaron a comer de nuevo en cuanto les serví de nuevo comida.

—Vamos a tener un bebé — soltó Rosalie.

Todo el lugar se volvió un escándalo. Había expresiones de asombro, mucho asombro, felicidad, entusiasmo y molestias. Derek parecía bastante contento con eso, Anne estaba con el rostro crispado en una mueca de disgusto, al contrario de su hermana, que estaba también con una sonrisa e Ethan estaba saltando en su pequeño asiento.

Alice, Esme y yo nos levantamos de nuestro lugar para ir a felicitarla. Me voltee solo un poco para enviarle una mirada a Edward de "te lo dije".

Después de que la comida terminó, fui a llevar los platos sucios a la cocina para comenzar con la limpieza mientras los demás se quedaban conversando sobre algunas cosas triviales, pero todo se centraba en Rosalie y el nuevo bebé. Ella estaba bastante feliz de decirlo finalmente y Emmett estaba esperando que fuera un niño para poder tener más "fuerza masculina" en la casa.

Pegué un salto cuando sentí las manos de Edward sobre mis caderas ciñéndose en mi piel. Tomé aire de nuevo y volví a mi trabajo de fregar trastes sucios.

— ¿Por qué no estás allá fuera con los demás mujeres hablando sobre bonitos bebés? — murmuró muy cerca de mi oído, lo que me hizo estremecer y hacer que mi entrepierna cosquilleara.

—Porque tengo deberes, sólo yo tengo bonitos bebés — respondí lo más firme que pude y comencé a moverme de nuevo, colocando los platos y vasos en su lugar —. Odio dejar todo al final del día.

—Yo no creo que eso sea lo que te sucede realmente — dijo de manera casual pero a la vez acusatoria. Envolvió sus brazos alrededor de mi cintura, como llevaba haciéndolo las últimas semanas y recargó su barbilla en mi hombro. Antes de que pudiera decir algo él volvió a hablar —. Lo que pasa contigo es que estás nerviosa por el día de mañana, pero todo estará perfecto el día de mañana, nena. Molly es muy buena organizando las cosas, no tienes de qué preocuparte.

Suspiré a intenté con todas mis fuerzas no comenzar a ponerme histérica. Él no tenía la culpa de decir mierda todo el tiempo.

—Tengo mucho de qué preocuparme, Edward, todo esto me pone nerviosa.

—Te estresas de más.

Me voltee para mirarlo mal. Él estaba de broma, ¿cierto? Iba a golpearlo de verdad. Venía a decirme que todo está perfecto cuando no lo está. ¡Odiaba los grandes eventos! Y éste por fin era uno al que acudiría toda la familia después de aquella pasarela.

No, no podía golpear a ese hombre tan hermoso y guapo.

—Será mejor que vayas a ver a los niños, ahora.

Antes de poder voltearme de nuevo, él me tenía muy bien sujeta de la cintura, y antes de poder decir algo más, se inclinó hacia a mí y junto sus labios con los míos.

Él estaba comenzando a tener hábitos sobre besarme antes de hablar o hacer algunas cosas. Debía tomar nota de que eso no tenía que tomarlo como un verdadero hábito o le patearía los huevos, enserio.

Me di por vencida cuando sentí a su lengua tener contacto con la mía y enredé mis manos en su cabello, logrando mojarlo con el agua con jabón. Esa sería una buena venganza. Me apretó contra él una vez más, haciéndome sentir cuanto necesitaba de mis atenciones. No lo culpaba, tener la casa llena de niños despertándose a la mitad de la noche no nos dejaba mucho tiempo libre para nosotros.

Sus manos se colocaron en mi espalda baja y yo gemí por sus manos frías en mi piel caliente. Me iba a volver loca. Me recargué en el fregadero gracias a su insistencia y lo seguí besando. Amaba besarlo.

—Ustedes dos — intervino la voz de Emmett con cierta diversión. Intenté separarme pero las manos de Edward no me dejaron —. Hey, ustedes — Edward estaba moviendo sus labios de manera insistente contra los míos, eso me hizo gemir y el tono divertido de Emmett se reemplazó por frustración —. ¡Busquen una habitación!

Después se escuchó la puerta de la cocina cerrarse de golpe y Edward se separó sólo un poco hasta que nuestras frentes se juntaron y los labios quedaron a centímetros.

—Parecemos adolescentes — le dije y él sonrió.

—Sólo no quería que el idiota de Emmett interrumpiera — se encogió de hombros y enterró su rostro en mi cuello. Sentir su respiración caliente allí me estaba causando cosas —. ¿Estás mejor?

Yo sacudí la cabeza.

—Trataré de relajarme, Edward, lo prometo —. Besé el tope de su cabeza y lo mantuve abrazado durante un largo tiempo.

Después de diez minutos en esa posición tuvimos que separarnos porque un pequeño niño —muy pequeño— entró a la cocina luciendo malhumorado.

Las mejillas de Anthony estaban completamente rojas, al igual que todo su cuerpo por el sol. Sus ojos estaban a punto de derramar lágrimas; su cabello estaba mojado y su short estaba escurriendo encima de sus pies, haciendo que el piso se humedeciera también.

Se dedicó a correr hacia nosotros y antes de que yo pudiera tomarlo para que no resbalara Edward ya lo había hecho. El niño estaba mirando mal a su padre y supuse que era porque lo había visto abrazarme.

— ¿Qué sucede? — le pregunté de manera suave. Él estiró los brazos a mí y yo lo cargué.

—Yo quiero estad contigo —dijo en forma de chantaje mirando a mi dirección y después se volvió a su padre —. Y contigo, en agua.

—Papá entrará contigo en el agua, ¿sí? Yo tengo que limpiar aquí — le expliqué tan suave como pude y lo abracé hacia a mí —. Pero después, tú y yo podemos jugar solos, ¿Qué dices? Mamá pasará tiempo contigo.

Su enorme mente estaba pensando en las posibilidades que él creía que eran buenas, lo sabía. Él estaba pensando en que era lo que le convenía y tal vez había pensado bien porque eligió la segunda opción.

—De acuerdo, papá — llamé a Edward que se volteó con la boca llena de alguna comida. Sacudí la cabeza en forma de negación a su acto —. Lleva a Toni al agua, estoy segura de que Elizabeth está por allá.

Anthony se fue gustoso con su padre cuando le mostró una manzana cubierta de polvo de chile y azúcar. Después los vi desaparecer por la puerta de la cocina mientras ellos peleaban por quién debía tener la primera mordida de la manzana.

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La "fiesta" terminó alrededor de las nueve de la noche. Se suponía que todos deberíamos irnos a dormir temprano porque mañana sería el gran día, en donde muchísimas canas me saldrían por tanto estrés. Uff.

Los niños estaban acomodados en dos habitaciones, esta vez Ethan no soportó estar mucho tiempo sin su madre y se fue con ellos al hotel. De modo que sólo tenía seis niños en casa, si es que Edward no contaba esta vez. Estaba cerrando la habitación donde estaban mis mellizos cuando pegué un salto gracias a Edward.

Todo estaba oscuro, excepto por la luz que estaba al final del pasillo y que iluminaba la puerta donde estaban los niños por el miedo a la oscuridad. Tan sólo podía ver parte del rostro de Edward iluminado por la lámpara. Pude notar que no llevaba camiseta gracias al glorioso calor de Los Angeles. Él podría tener casi los treinta años pero… mierda, al parecer no se pondría todo gordo.

Antes de poder gritar una barbaridad él me tapó la boca con la mano, colocando la otr en mi espalda baja. Su contacto —esta vez caliente— estaba afectándome de nuevo. Lo miré con los ojos entrecerrados y finalmente cerré la puerta de la habitación.

Aparté su mano de mi boca aun mirándolo incrédula.

— ¿Qué demonios sucede contigo?

Él rio por lo bajo.

—Nada, sólo que no creía que te ibas a poner de esa forma.

—Pues ya lo has visto — respondí y suspiré de manera cansada —. Lo único que necesito es ir a dormir, Edward.

Arrugó su nariz de manera graciosa y me tomó de la cintura con sus fuertes brazos acercándome más a él. Sentí por segunda vez en el día cuan emocionado estaba su miembro. Sonreí cerca de sus labios.

—Ahora entiendo que es lo que quieres.

Él me sonrió de manera inocente.

— ¿No tiene ni siquiera un poco de consideración sobre mí? — reí y me incliné para poder besarlo.

El besó se puso intenso casi al instante. Tantos sus labios como los míos se movían a un compás apasionado. Sentí como me alzaba con sus brazos y se dirigía a nuestra habitación moviendo sus manos insistentes por mis muslos y clavando su miembro en mi cadera una vez que logró depositarme en la cama.

No tardó mucho en deshacerse del suave y delgado vestido que me estaba cubriendo durante la tarde y yo con mis pies logré quitarle el short de basquetbol que llevaba puesto. Finalmente quedamos los dos sin ninguna capa de ropa entre nuestros cuerpos.

Mis manos estaban bastante entretenidas con su cabello, tirando de él mientras mis labios se dedicaban a besarlo. Amaba besarlo, enserio.

No fui consciente de la fuerza que usé para tirar de su cabello cuando sentí como su miembro, tan duro e hinchado se abría paso en mí. Contraje mis músculos interiores al sentirlo palpitar y tuve que separarme de sus labios para poder tomar aire.

¿Por qué no hacíamos esto más seguido? Podríamos perdernos durante cinco minutos de los niños.

Apreté mis ojos cuando comenzó a embestirme de verdad, rozando su pelvis con la mía, estimulando mi cuerpo aún más. Mis pezones erectos se rozaban con su pecho desnudo haciendo que mi cuerpo se calentara aún más.

No terminaba de gemir, por supuesto, y al parecer él también temía que nos escucharan porque se inclinó hacia a mí y volvió a besarme, callándome con eso.

Después de llegar al orgasmo tan fácilmente, me dediqué a dejar que me hiciera todo lo que quisiera. Sentí como sus dedos me recorrían de manera lenta los costados y como se liberaba dentro de mí. Su respiración agitada se soltaba contra mi cuello, haciendo que mi piel se erizara por completo.

Se dejó caer en la cama con la respiración entrecortada y, como de costumbre, se inclinó hacia a mí, con los brazos alrededor de mi cintura y su mejilla contra mi hombro. Él era demasiado lindo cuando hacía eso. Parecía como si estuviera dependiendo de mí en esos momentos. Un hábito que no me molestaba para nada.

Mi cuerpo vibró gracias a la risa y él alzó la cara para poder mirarme.

— ¿Qué es lo gracioso? — su voz estaba ronca y su boca de nuevo estaba a centímetros de la mía, con sus labios hinchados.

—Bueno, teniendo en cuenta tu edad, ahora comprendo por qué te cansas más rápido — le dije con una enorme sonrisa en mi rostro llena de diversión.

Al parecer a él no le gustó mucho mi comentario porque me miró muy mal. Bajó su cabeza de nuevo, dejando su mejilla contra mi piel desnuda y suspiró pesadamente.

—Te recuerdo que tú y yo sólo tenemos un año de diferencia, así que te acercas a los treinta tanto como yo — sentí sus mejillas estirarse contra mi piel hasta que sus labios formaron una sonrisa.

Le fulminé con la mirada

—Como sea, sigues siendo más anciano, no puedes negarlo — me defendí.

—Lo sé, pero te arrastro conmigo.

Durante largos minutos la habitación se quedó en silencio, excepto por el sonido de las olas del mar que entraba por las ventanas abiertas. La respiración de Edward no era acompasada por lo que sabía que seguía despierto. Él estaba acariciando la curva de mi cadera con la punta de su dedo y parecía que me estaba quemando con eso. Estaba intentando no estremecerme pero ahogaba mis movimientos acariciando su cabello.

— ¿Y ahora? ¿Sigues nerviosa? — murmuró de nuevo contra mi piel. Abrí los ojos por completo tratando de no quedarme dormida.

—No es… Probablemente… — suspiré —. No sé qué es lo que pasa conmigo. Estoy muy nerviosa. No hice ninguna inauguración con las tiendas en Rusia; no hice esto antes y estoy nerviosa. Además, allí estarán todos.

Él se separó de mí hasta colocarse de costado a mi lado, apoyándose del codo. Se notaba cansado y no lo culpaba. Había estado con Emmett y Peter llevando cosas a la tienda desde muy temprano en la mañana y todo porque Esme dijo que ellos debían servir para algo. Todo el día Edward no tuvo la oportunidad de atender su teléfono celular especial para el trabajo y justo cuando lo haría, los niños reclamaron su atención.

Desde que volvimos a Los Angeles, Esme había sido más dura con Edward de lo normal, tanto como él y Emmett estaban siendo mandados por ella bastantes veces. Sospechaba que era por la plática que ellos dos tuvieron con ella semanas atrás. Edward había decidido no comentar eso y yo no estaba exigiendo algún comentario acerca del tema. Él estaba bien con eso y yo no tenía problema.

Y Esme por supuesto era más apegada a sus nietos con el paso de los días. En menos de cuatro años ella ya tenía siete hermosos nietos, y con los bebés de Alice y Rosalie en camino. Entendía como se sentía ahora, tal vez. Había pasado de tener casi nada, a todo. Era imposible no sentirse bastante relajado o feliz junto a los niños. Sobre todo con las gemelas, cada ocurrencia que tenían provocaba la risa de los demás.

—Creí que te sentirías mejor si ellos estaban allí — comentó Edward, trayéndome de nuevo a la realidad —. ¿Te molesta que tengan algo que ver con tu trabajo? No creo que tengan malas intenciones.

Sacudí la cabeza aun con la mirada en el techo.

—No, no es eso. Es sólo que… cuando estaba allá en Rusia, no me preocupaba hacer tanto las cosas bien y a la perfección porque allí no había nadie a quien impresionar, pero ahora están ellos, tu madre, tu hermano, Rosalie, Alice… tú…

— ¿Piensas que yo juzgaré tu trabajo? — Su tono de voz me decía que eso le había dolido, sobre todo porque él me estaba ayudando últimamente con el trabajo extra —. Yo no busco juzgarte.

Tapé mi rostro con mis manos aguantando mis lágrimas. Odiaba ponerme de esa manera. No quería tener los ojos hinchados para el día de mañana.

—A mí me impresionas todo el tiempo — siguió al ver que yo no tenía alguna intención de hablar —. Siempre lo has hecho, y sobrepasaste los límites que yo creía que tenías cuando te encontré, después de dejarme. Supe que lo habías hecho por un bien. Supe que habías tomado la decisión correcta y fue así, ¿no es cierto? Es por eso que ahora tienes todo esto. Siendo sincero contigo… no puedo ser capaz de pensar en otra cosa que me haga feliz. Estoy aquí, contigo, estoy aquí con los niños, estoy aquí con mi familia. Y tú haces lo que te gusta, no parecer alguien vulnerable, pero lo eres, igual que yo. Lo soy todo el tiempo estando contigo, no sé cómo es que vas a reaccionar con algo que yo haga, si ya he cometido un desliz… si he dicho algo que no te gusta… si le he puesto a Elizabeth un vestido que a ti no te gusta o tenías pensado que usara ese día… O si e doy a Anthony algún alimento que no tenías tú en el menú del día… O si dejo jugar más a Mark con su videojuego por las noches — se encogió de hombros —. Pero si no lo hago entonces… no me siento alguien que sirve con los niños y también quiero servir contigo, de cualquier forma. No te juzgo, Bella. Nunca te he juzgado. Antes… no lo había hecho, siempre reaccionaba de esa manera contigo justamente porque creía que era mejor ocultar mi vulnerabilidad de esa manera. Pero durante mucho tiempo tenia esperada alguna reacción tuya, y decidiste hacerlo cuando supe que iba a ser padre, pero desde antes tomé la decisión de dejarse ir. No podía cambiarla. Tú tenías todo el derecho de hacer lo que quisieras porque yo no intenté remediarlo. Yo espero que tú me juzgues todos el tiempo, enserio lo hago, pero sé que tú no lo haces y no quieres hacerlo.

La sinceridad en sus ojos no podía ser más. Él estaba siendo sincero y él se había abierto conmigo ahora mismo y me lo había contado todo. Él no era el mismo de siempre. Este Edward me gustaba y mucho. Lo amaba. Mucho.

No tenía idea de qué era lo que podía decirle ahora. ¿Qué es lo que podía decirle después de eso?

Me incliné hacia a él y lo abracé, rodeando su cuello con mis brazos y acercándolo a mí con fuerza. Casi en un segundo él fue a rodearme con sus bazos también, acercándome a su cuerpo. Podía sentir el calor que él desprendía y su respiración caliente también sobre mi cuello, pero eso no importaba, eso era relajante. Lo que importaba era que Edward estaba aquí conmigo y me apoyaba bastante.

Luché bastante para que las lágrimas no salieran de mis ojos y no me separé de él en un largo tiempo. Sentía sus dedos acariciar de manera lenta mi espalda desnuda. Sentía como sus labios rozaban mi piel como si estuviera murmurando algo.

—Gracias — murmuré con mi voz amortiguada en su hombro —. Te amo.

Esas palabras casi siempre habían sonado para mí sin sentido al momento de decirlas en voz alta. Pero yo necesitaba decírselas a él y no sólo quedarme con el pensamiento. Él se merecía más, pero yo no tenía ni siquiera una idea de lo que podía responderle.

—También te amo — respondió y besó mi hombro —. Y por eso vas a dejarme estar contigo hasta que mi vida termine, ¿cierto?

¿Por qué jodidos tenía que ponerse sentimental esta noche?

Asentí en respuesta y me separé de él lo suficiente para que lo mirara a los ojos aun con mis brazos a su alrededor.

—Sí, así será, si es que yo muero yo primero a causa de los nervios.

Él sonrió, con esa sonrisa tan deslumbrante que hacía que mis piernas aun temblaran.

—Nada de nervios, mañana será un buen día. Y… ya que me llamaste anciano, te demostraré que no es así — sonrió aún más y se colocó sobre mí, presionando su duro miembro contra mi muslo.

—Creo que voy a disfrutar esto.

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— ¡No quiedo eso! ¡No! ¡No!

Los gritos de Anthony estaban sacándome de mis casillas por quinta vez en la mañana. Amaba a mi hijo, enserio, pero a veces me daban ganas de encerrarlo en una caja completamente dormido y no abrirla hasta que mi día haya terminado. Era un niño torbellino. Y cuando se ponía de ese humor nada parecía pararlo.

Necesitaba dejar de ser demasiado blanda con él.

—No te estoy preguntando. Ven aquí — le llamé con voz seria. Él estaba a semanas de cumplir tres años y entendía perfectamente todo lo que le decía ahora mismo —. Contaré hasta tres, Anthony, si termino y tú no tienes puestos los pantalones irás castigado

Me envió una mirada retadora, quedándose al final de la cama con sólo sus calzoncillos de Batman. Odiaba que cualquiera de mis hijos me retara.

—Uno… — comencé la cuenta con voz seria. Él seguía en el rincón, esta vez con menos entusiasmo —. Dos…

Él miró como tomaba el reloj que marcaba el tiempo de su castigo. Aun colocaba dos minutos en su castigo porque legalmente tenía dos años, Edward quería dejaron allí tres, diciendo que faltaba poco para que él fuera un niño de tres años. Cuando comencé a darle vueltas él ya estaba caminando hacia a mí con su manito en la boca.

—No, mami — murmuró con voz baja. Yo aparté su mano de su boca, resistiéndome a sus encantos. Estaba a punto de gritar y ni siquiera habíamos salido de la casa.

—Mete tu pie aquí — le señalé y él obedeció de inmediato, dejándose vestir por completo.

Esme se había ofrecido a vestir a Anthony, pero rápidamente decliné su oferta sabiendo que en estos momentos ella probablemente estaría sacándolo de la bañera. Esme no se resistía para nada a su "pequeño Edward". Anthony terminaría vestido como Batman a final de cuentas sólo porque era su gusto.

Una vez que estuvo listo le entregué el chupete, que aún me estaba causando problemas, y lo baje al suelo. De inmediato se fue al pasillo a reunirse con Derek y Mark. Mi pequeño niño tenía que jugar solo muchas veces. Mark y Derek se ponían a conversar cosas o jugar cosas que Anthony no entendía. Y las niñas usaban muchas veces a Anthony como su muñeca vistiéndola y desvistiéndola una y otra vez; Anthony odiaba eso. Así que siempre iba en búsqueda de su papá o de mí. Me partía el alma ver su carita mientras los otros niños estaban jugando. Por suerte, Ethan estaba de la misma edad que él y cuando se juntaban eran lo peor de todo.

Volví a mirarme en el espejo que estaba en la habitación de los niños. Mi cabello lucia bien, recogido en un chongo con algunos mechones sueltos alrededor de mi rostro. El vestido consistía en un corsé negro y una falda color crema. Me veía bien, decente; físicamente. Mentalmente estaba horrible. Quería ahorcar a alguien y parecía que el muñeco en forma del Dr. Doofenshmirtz, sería genial para que le arrancara esos ojos saltones que tenía allí. Anthony lloraría después, así que decidí dejarlo.

Justo cuando solté el aire contenido apareció Esme en el marco de la puerta luciendo un precioso vestido verde haciendo que sus ojos resaltaran. Ella me estaba sonriendo de manera amigable y se fue a acercar a mí.

—Ya es hora de irnos — me informó —. Edward te está esperando con los niños allá abajo — ella notó mi nerviosismo —. Todo va a salir bien, Bella. Todo lo has preparado excelente.

Esme siempre había sido bastante maternal conmigo que no sabía cómo corresponder a su gesto. Me sentía extrañamente cómoda a su lado y ella siempre trataba a la gente con tanta dulzura…

—Además, ya has hecho esto antes — comentó encogiéndose de hombros y colocó su mano en mi hombro —. Edward parece que tiene ánimos de ayudarte con los pequeños diablillos.

Suspiré. Yo no me pondría a contarle mis miedos y todo lo que sentía como lo había hecho con Edward. Se suponía que Edward y yo compartíamos algo que otras personas no debían saberlo. De eso se trataba el matrimonio, ¿o no?

Asentí en su dirección y sonreí.

—Está bien, lo haré.

Edward estaba fabuloso vestido de gala pero sin corbata. Y estaba fabuloso siempre, con lo que sea, hasta con un saco de basura puesto sobre él. Quien quiera podría decir lo contrario pero sabía que estaba equivocado.

Me dedicó una mirada lujuriosa cuando me miró bajar las escaleras de la casa. Rodé los ojos cuando sentí su mano en mi trasero, "ayudándome" a subir a la camioneta.

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La fiesta estaba excelente. Todo había salido espectacularmente maravilloso. Varios artistas estuvieron aquí, ¡hasta escritoras y organizadores de revistas! Ni que decir de los camarógrafos. Estaban por todas partes.

Anthony y Elizabeth estaban bastante sonrientes y no se pusieron nada enfadosos como temía que fueran a estar. No necesitaron mucha de mi supervisión ya que Rosalie estaba con ellos, cuidando también de Ethan. Me enteré de que Ethan y Anthony habían hecho un espectáculo de baile afuera para los camarógrafos. Ellos estaban bastantes alegres, y Rosalie no pudo hacer nada por ellos porque estaban demasiados entusiastas.

Habían asistido más personas de las que creí. Estaba contenta. Estaba orgullosa de mi misma y de Molly. Molly era una gran persona a la cual le estaba muy agradecida. Ella se veía divina también junto con Aidan. Ellos dos tenían las mejillas sonrojadas tal vez por todo el revoloteo que había a nuestro alrededor… pero yo sabía que como eran ellos dos de pervertidos eran por las cosas que se decían al oído. Aidan era un puerco.

Cuando logré ver a Molly sola me dirigí hacia a ella bebiendo un poco de la copa de champán que tenía en la mano. Ella me sonrió con ojos brillantes y fue a darme un abrazo.

Me di cuenta de tantas cosas que ella había hecho por nosotros durante mucho tiempo y quise llorar. Me contuve bastante mientras la estrechaba.

—Esto es genial, Bella, es excelente — dijo con entusiasmo y yo le sonreí, estando de acuerdo con ella —. No creíste que sería de esta manera, ¿cierto? Pero he podido ver lo rebosante de felicidad que has estado desde que llegaste. Es un éxito.

—Bueno, nunca se habría logrado si no fuera porque te tengo a ti — ella abrió los ojos en grande —. Y por eso debo agradecerte muchas cosas, Molly. Eres una gran amiga y una gran compañera. Pensé que me dejarías en cuanto terminaras tu universidad.

Ella sonrió.

—Claro que no. Esto es lo que me gusta y yo sé que tú me necesitas así como yo te necesito a ti.

—Lo sé, es por eso que tengo que decirte algo.

Ella me miró con interés, y la mano que le estaba sosteniendo se puso inquieta y sudorosa, le di un apretón para tranquilizarla.

— ¿No me digas que has venido a decirme lo buena que soy pero que es hora de que me vaya?

La miré con cierta ofensa.

—No, no es eso. Al contrario. Edward y yo no vendremos a Chicago, pronto, aún no sabemos cuándo, probablemente cuando los niños terminen el año escolar, no lo sé, o tal vez el próximo año, no sabemos cómo lo tomará Mark — la expresión de Molly cambio mucho y sentí una opresión en mi pecho —. Es por eso que quiero que tú seas la encargada oficial de las tiendas en Rusia. No he pensado en nadie más. Tú te lo mereces, así que ¿lo aceptas?

Lo siguiente que supe es que me vi en vuelta en un fuerte abrazo y, por suerte, logré poner la copa con champán aun en ella en una mesa antes de que cayera. Molly me estaba aplastando de verdad, pude sentir el cuerpo de Molly vibrar contra el mío gracias a la risa nerviosa que le estaba atacando.

—Muchas gracias, Bella — agradeció con voz contenida. Yo la abracé con fuerza contra mí.

—Te lo mereces, Molly.

—Pero no puedo creer que te vayas — dijo una vez que se apartó — ¿Estás segura de que quieres dejarme?

Rodé los ojos ante su intento de chantaje.

—Estoy segura, pero aún no sé cuándo. Lo comenté con Edward unas semanas atrás y él está más que contento con eso porque así no tendrá que viajar todo el rato a la empresa. Nos preocupa Mark.

Molly hizo una mueca.

—Tendré a Emma llorando como una magdalena cuando se vayan.

Suspiré al escuchar eso. Eso también lo tenía en mente a la hora de planearle la pregunta a Edward. Tenía miedo de cómo podía reaccionar mi hijo mayor, pero me consolaba un poco que tuviera la consideración de ver la oportunidad de tener a todos sus primos juntos y a su abuela también.

—Creo que es mejor no pensar en eso por ahora — le sonreí —. Hoy también se celebra tu nuevo puesto y mañana podremos salir a cenar también.

—Creo que ahora te gustan un poco más las fiestas, ¿no?

—Sólo un poco.

Pasé unos minutos más charlando con Molly sobre el lugar y la gente que había acudido allí. Ella estaba tan emocionada como yo. Después de eso, me dediqué a recorrer el lugar, conversando con algunas personas —también hice un par de entrevistas con unas personas agradables— y finalmente, después de tres horas más, logré sentarme en uno de los sillones que estaban allí.

Al sentarme, inmediatamente divisé a una niña de rizos achocolatados saltando de un lado a otro, tomada de las manos con su pequeño hermano de cabellos cobrizos revueltos. Ellos estaban bailando al ritmo de la música, junto con tres mujeres más que yo ya había saludado antes.

Anthony me miró rápidamente y soltó las manos de su hermana de la misma manera, dejándola allí parada con una mueca de disgusto. Inmediatamente una de las mujeres la cargó y bailó con ella.

Confiaba en que no se la robara.

— ¡Mami! —gritó y me abrazó, subiéndose a mis piernas. Cuidé perfectamente que no se alzara el vestido y logré abrazarlo contra mi pecho.

—Hola, mi amor — lo saludé y dejé mi vaso de agua a un lado — ¿Te estas divirtiendo con Eli? — aparté sus rebeldes cabellos de su frente sudorosa y besé su pequeña nariz.

Él rascó su nariz y después puso su mano en mi boca, yo cubrí mis dientes con mis labios y mordí su manita.

—Sí y con Ethan — dijo con una bellísima sonrisa — Abu Esme es muy divetida cuando baila, y papi y Mak están teniendo una chadla — su ceño se frunció, probablemente estaba intrigado por saber de qué hablaban y Edward no le había dejado seguir allí.

—Probablemente están hablando de aquella vez en la que el tío Emmett cayó a la piscina, ¿lo recuerdas? — rio un poco divertido al recordarlo y dejó caer su cabeza sobre mi hombro frotando sus ojos con su mano.

Liberé sus dedos y acomodé sus piernas alrededor de mi cintura, acariciando su espalda con mi mano. Sabía que él iba a ser quien cayera dormido primero.

Me puse de pie, sonriendo a unas cuantas personas más y me mecí de un lado a otro mientras iba a la parte trasera del lugar con Anthony a mí alrededor. El niño estaba aún despierto pero probablemente le daba menos de diez minutos para que eso cambiara por completo. Al abrir la puerta de la oficina que estaba allí, agradecí que no hubieran movido nada.

Edward había tenido la idea de colocar una cuna portable allí, especialmente para esa noche sabiendo que lo niños no resistirían mucho. No podíamos obligar a Esme a ir a casa y cuidarlos. No cuando Esme se estaba divirtiendo bastante con las gemelas.

Me dediqué a sentarme en el sillón de color blanco que estaba allí, sabiendo que si colocaba a Anthony aun despierto en la cuna comenzaría a llorar. Él miró hacia a mí, parpadeante, luchando por no cerrar sus ojos. Sabía lo que él estaba pidiendo en silencio.

Para mi gran suerte, Anthony había dejado la teta por completo. Ya no tenía el hábito de estar con su boca pegado a mi pecho todo el tiempo mientras yo estaba sentada en cualquier lugar donde él podía tener acceso a mí. Eso era una gran ventaja. El problema ahora era que él no podía dormirse sin meter mano debajo de mi camiseta.

No sabía si eso debía ser comentado con su pediatra o algo así ya que lo consideraba bastante íntimo. Así que logré buscar en internet a niños con esos hábitos y me alivié de no ser la única, además de que Ethan estaba casi igual que Anthony, sólo por el hecho de que Ethan ya no le tomaba mucha importancia a mamá a la hora de ir a dormir sino a papá.

Anthony no quería a Edward para dormir. Edward decía que era porque a él le hacían falta unos grandes pechos como los míos para poder dormir bastante cómodo. Idiota. Él se aprovechaba todo lo que quería de mi cuando dormía.

Esta vez nos costó un poco de trabajo ya que mi vestido era de corsé, por lo que me coloqué una pequeña manta encima y lo bajé por completo. Anthony colocó su rostro contra mi seno, mordiendo mi piel dejando pequeñitas marcas rojas y un cosquilleo. Y después sentí como me manoseaba. Pensé en que eso sería un gran problema cuando mi hijo comenzara a tener novias.

Probablemente yo también me hubiera quedado dormida en ese lugar. Apenas y se escuchaban los ruidos de la fiesta al otro lado de la puerta. Todo estaba tranquilo, y si no fuera porque Anthony seguía en movimiento yo hubiera caído dormida. Después su manito cesó y se quedó completamente dormido. Esperé un rato más para poder acostarlo en la cuna.

Después de encender las luces azules que estaban al lado, me acomodé el vestido, asegurándome de que todo estuviera presentable y salí de la habitación.

Todo parecía estar bastante bien y justo cuando estaba dispuesta a vagar por el lugar para preguntar a los invitados si no les hacía falta nada, apareció Edward, radiante, como siempre. Él me estaba sonriendo de manera deslumbrante.

—Hola, preciosa — me saludó y me rodeó con los brazos, atrayéndome a su cuerpo.

Durante la mayoría de la fiesta lo había perdido de mi vista aun cuando le había pedido que se quedara conmigo mientras hacía algunas entrevistas con los reporteros. Sabía que estaba ocupándose de los problemas y rebeldías de Mark, así que no hice tanto escándalo.

—Hola, guapo — le devolví el saludo y besé de manera casta sus labios —. Acabo de acostar a Toni.

—Sí, lo supuse — él llevó sus manos al borde de mi vestido y lo subió, acomodándolo mejor —. Sigo teniendo celos de mi propio hijo — sonrió de lado de manera irresistible y yo rodé los ojos antes su absurdo comentario —. ¿Cómo la estás pasando?

Con esa simple pregunta yo podría decir mucho. Y así lo hice. Le conté lo contenta que me había sentido cuando vi que todo estaba marchando bien. También le conté cuando le dije a Molly que ella era ya la encargada oficial de las tiendas en Rusia y que nos volveríamos a Chicago. Le conté a las personas que conocí y lo agradables que eran y él sólo me escuchaba de manera atenta mientras sentía sus dedos deslizarse una y otra vez en mi espalda.

—Creo que merezco algún tipo de premio — dijo finalmente —. Yo te dije que esto iba a salir muy bien y tú n quisiste creerlo. Deberías creer más en mí.

—Tú crees que siempre tienes la razón — le discutí con un puchero. Me parecía a una adolescente ahora mismo, excepto por los años, claro.

— ¿Y no la tuve ahora? — me miró de manera burlona.

—Sí… pero no es siempre — bufé y le di un golpe en su trasero — Deja de alardear.

—De acuerdo —asintió—. Eres excelente organizando fiestas. Esta es una muy espectacular. Ya puedo imaginar lo que dirán las revistas próximamente ¡y los periódicos! ¿Qué te parece si organizas una fiesta más?

—La fiesta de los mellizos ya está siendo organizada, Edward.

Él sacudió rápidamente la cabeza.

—No esa clase de fiesta.

Lo miré con cierta curiosidad. Odiaba que simplemente hablara con frases cortas y no dijera las cosas de una buena vez. Los labios de Edward estaban bastante rosados y me invitaban a besarlos, pero él tenía otros planes y yo moría de curiosidad.

— ¿A qué fiesta te refieres, entonces?

Él sonrió de una manera que temí.

—Una fiesta de compromiso — dijo finalmente. Mi boca se abrió levemente al escuchar esas palabras sabiendo a lo que se estaba refiriendo.

Su mano viajó a su bolsillo trasero, sacando de allí una pequeña caja de terciopelo negro y la puso frente a mí. Después se apartó un poco para mirarme mejor, con mis manos tomadas en la suya que estaba libre. Sus manos estaban calientes y un poco sudorosas. Sus ojos se movían inquietos por mi rostro y yo no era capaz de moverme.

— ¿Qué dices? ¿Te apetece organizar una fiesta de compromiso para nosotros? —habló en voz un poco baja —. Isabella Cullen, ¿aceptas casarte conmigo… otra vez? Te prometo no ser un cabrón.

Pero yo no tenía habla y no sabía ni siquiera cual era mi nombre. Estaba teniendo un revoltijo de emociones.

De reojo vi una pequeña figura de color rosa y supe que Elizabeth nos estaba viendo. Llevé la mirada a ella, que tenía las manos en su boca con gesto nervioso y me miraba con curiosidad.

¿Ella sabía lo que estaba pasando?

Mark apareció detrás de ella mirándome con interés. Él definitivamente sabía lo que estaba pasando. Su labio inferior estaba entre sus labios y me miraba diciendo: "di que sí", además, su cabeza se movía en forma de afirmación.

Recordé que tenía a Edward esperándome por con una respuesta. Volví la mirada hacia a él. El brillo de sus ojos aún no se perdía, pero la sonrisa que tenía hacia unos segundos ya no estaba al ver mi demora al contestar. Ya estaba casada con él, ¿no? ¿Qué más daba poder revivirlo? Y esta vez como se debía.

—Está bien — asentí —. Acepto organizar nuestra fiesta de compromiso y boda — le contesté con una sonrisa.

Edward se apresuró a colocarme el anillo donde ya tenía el de casada. Era un poco extraño, pero la ligera piedra que estaba sobre mi dedo y el peso que se sentía era un poco reconfortante. Después de admirarlo, me envolvió con sus brazos fuertemente, pegándome a su pecho.

Lo único que le falto fue ponerse a gritar. Pero por suerte se contuvo. Se separó un poco y unió nuestras bocas en un suave beso que parecía comprometernos aún más. Envolví mis manos alrededor de sus muñecas, que estaban sosteniendo mi rostro y lo besé con amor.

Nos separamos gracias a que unos pequeños brazos envolvieron nuestras piernas. Bajé la vista y me encontré con Elizabeth, que estaba sonriendo en grande. Ella estaba saltando y su padre la tomó en brazos. Vi como Mark se acercaba a nosotros con una enorme sonrisa y envolvió sus brazos alrededor de mi cintura, apretándome con fuerza.

— ¡Mami, yo quiedo llevad las flodes! — dijo Elizabeth con entusiasmo y se puso a saltar en los brazos de su padre.

—Estoy segura de que será así — le aseguré con cierta emoción contenida también. La mirada que ella me dirigió me decía que estábamos compartiendo esa felicidad tan buena. Me volví a mi hijo mayor — ¿Desde cuándo lo sabias?

Él rio de manera descarada y miró a Edward a los ojos.

—Desde hace mucho tiempo — respondió y chocó los cinco con su padre —. Pero era un secreto, los secretos no se cuentan.

— ¿Aunque sean contra tu madre? — él asintió —. Eso no es bueno, Mark.

—Debes admitir que fue por una buena causa — se encogió de hombros —. Es genial esto, al fin acudiré a una boda.

— ¡Boda! — dijo Elizabeth entusiasta.

Edward besó la sonrojada mejilla de su princesa y la estrechó más contra él. La niña, dándose cuenta de que su padre estaba buscando su afecto, le rodeó el cuello con sus brazos.

— ¿Esto te hace feliz, Bella? — me preguntó Edward.

Yo estaba bastante segura de que él no sólo se estaba refiriendo a sólo ese momento sino que a los demás. Los que estaban por venir.

¿Me hacía feliz?

Lo miré con una sonrisa en mi rostro.

—Sí — respondí —. Me hace muy feliz.


¡Hasta aquí! Finalmente se ha terminado esta historia. Doloroso, sí, la llevo desde el 2011 y duele haberla terminado pero... todo lo que comienza termina. Además, muchas de ustedes están enteradas de que habrá secuela y se llamará "Entre líneas" Aún no tengo fecha en la que subiré esa historia, porque primero quiero tener bien avanzada "Daddy 23". Una vez que lleve bastante de ese fic entonces subiré la secuela, mi mente trabaja mucho con ella, pero no llevo nada escrito.

¿Qué les ha parecido este capítulo? La familia se amplía cada vez más. ¡Son muchos niños! No se ha revelado mucho pero... es lo que tengo para dar. Finalmente ellos volverán a Chicago. Interesante ¿eh? Anthony sigue de mañoso con su propia madre pero logró superar la teta. Elizabeth sigue siendo un amor y Mark entró a la etapa de la adolescencia, pobre.

Gracias a: bel20, Maya Masen Cullen, marianacullen32, , fabiola, beakis, shadooh17, Manligrez, isamariaag29, karenseguram, ninacara, iam Nikkiswan, Karenca Cullen Grey, Laura Katherine, flexer, PattyMirandaGarcia1983, liza, Beastyle, tamipanxi, caritoCM, solecitopucheta, Javiitaah Hale D' Cullen, yolabertay, cintygise, Anahi-littrell, kimjim, Princesa Luthien, katniss de mellark, jessica, lunacullen84

¡Muchas gracias a todas por haberme apoyado en este fic! Se los agradezco.

Esto ha sido todo... ¿nos leemos en otro fic?

(: