Hoola mis chicas!

Vengo a traeros el outtake final; hace tiempo una lectora me pidió saber un poco más acerca de Alice y Jasper, y creo que el otro protagonista del fic también merece que sepamos un poco acerca de él...

Espero que os guste... nos leemos abajo ;)


Outtake: Friedensstigterengel

Londres; 19 de abril de 1948...

Fijando su vista en el paisaje urbano que le ofrecía la ventana de su espacioso, y por una vez no secreto despacho, los ojos de Jasper Withlock bailaban a través de la concurrida Downing Street. Obviamente su despacho no estaba situado en el número diez, que era la residencia oficial del Primer Ministro... pero el Ministerio de Economía, donde él desarrollaba su trabajo en el Departamento de Desarrollo Industrial, estaba unos números más abajo.

Casi tres años iban a cumplirse del final de esa guerra que pasaría a la historia de la humanidad; habían sido muchos años sorteando el peligro, viviendo en las sombras, intentando dar una utilidad a ese entramado de empresas y dinero que heredó de su fallecido padre.

Aunque su parogenitor, Gerrard Withlock, era inglés de nacimiento, sus abuelos eran alemanes, y católicos. Su amada madre, Ángela Marie, la artífice de que él se convirtiera en un burlador al Régimen Nazi, era la única hija de un próspero matrimonio de comerciantes judío, con varias joyerías repartidas por todo Berlín.

Sus padres se conocieron y se enamoraron a primera vista, y su matrimonio civil, sin renunciar ninguno a las religiones que profesaban desde la cuna, no fue bien visto en aquellos años. Su madre fue repudiada y desheredada. Su padre recibió en herencia todo un conglomerado de fábricas repartidas en distintos países tales como Polonia, sur de Alemania, República Checa y otros, unido a una considerable suma de dinero.

Pero una neumonía fulminante segó la vida de su padre cuando él apenas era un muchacho de veinte años. Y aunque él llevaba un tiempo preparándose para sucederle al frente de sus negocios en el futuro, todo le vino de golpe y porrazo.

Dado que muchos de los negocios de su padre estaban en Alemania, su madre y él se mudaron a Berlín en 1935. Abrió un pequeño negocio para esta, que odiaba estar inactiva, mientras que él se encargada de manejar la fortuna familiar.

Pero los tiempos estaban cambiando, y la política alemana empezaba a tomar unos derroteros extraños, muy extraños. Tan sólo dos años antes de su llegada, en 1933, el Partido Nacional Socialista alemán, capitaneado por un peculiar hombre llamado Adolf Hitler, había subido al poder después de unas más que cuestionadas elecciones.

A partir de ese instante, el totalitarismo que también imperaba en Italia inundó las calles del país, en las que empezó a ser común ver la fuerza desmedida y el abuso de la autoridad para combatir los crecientes desórdenes y protestas que surgían cada vez con más frecuencia.

Cuando Jasper y su madre se afincaron en Berlín, la situación con los comerciantes judíos era precaria, pero todavía se podía convivir, por así decirlo. La comunidad judía, conformada por ricos comerciantes y considerables fortunas familiares, habían sido un pilar imprescindible para la economía del país durante muchos años... pero ciertos comentarios y comportamientos hacia toda esa gente estaban enrareciendo el ambiente poco a poco.

Durante tres años consiguió mantener una relación buena con las altas esferas alemanas; en ese tiempo conoció a Carmen y Eleazar, un matrimonio sin hijos que empezó a trabajar con él, dirigiendo sus negocios. Demetri y Gianna, otro matrimonio polaco, pasó a hacerse cargo de la dirección de sus negocios en Polonia y en el este de Europa. Eran personas buenas y generosas, y con el ideal de una Alemania plural y abierta, tal y como él mismo deseaba.

Pero la censura de la política nazi en todos los aspectos, bien fueran en las artes, en la economía, unida a una absurdo bulo que empezaba a circular en contra de la población judía, hicieron que las cosas para esta comunidad se pusieran muy delicadas. El término raza aria cada vez iba tomando más volumen, presagio que terminó por cumplirse la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938.

La ya famosa Noche de los Cristales rotos, que por desgracia había pasado a la historia como el pistoletazo de salida, si se le podía llamar así, al cruel e injustificado horror que vivirían miles de personas hasta que finalizó la guerra...el Holocausto.

Precisamente, su madre estaba en su pequeña tienda del centro de Berlín esa fatídica noche. Ya habían cerrado al público, pero ella, incansable y activa como siempre, se había quedado a cerrar y a hacer la contabilidad de la caja del día. Con ella estaba su fiel Carolina, una muchacha de veinticuatro años que la ayudaba.

Cuando la masacre estalló, detonado por el asesinato de Ernst vom Rath, secretario de la embajada alemana en París, a manos de un ciudadano polaco de religión judía, el caos sumió a la ciudad de Berlín esa noche. Miles de comercios judíos fueron saqueados y destruidos, llenando las calles y avenidas con trozos de cristal procedentes de los escaparates, casas particulares, hospitales... todo edificio o comercio vinculado a la comunidad judía fue saqueado, quemado o demolido, y sus propietarios y habitantes brutalmente sacados, maltratados y detenidos sin motivo aparente; ni siquiera las sinagogas se respetaron, y llamas de fuego las devastaron por completo.

Pero entre todo ese ataque y detenciones, hubo unas noventa víctimas mortales como consecuencia de esa cruenta noche. En esa fecha él estaba de viaje, reunido con un comerciante en una población limítrofe a la frontera con Austria... y para cuando le llegaron las noticias y represó a Berlín a la velocidad de un rayo, no pudo hacer otra cosa que llorar sobre el cuerpo inerte de su madre, abatida a tiros en la puerta de su pequeño negocio.

A parir de ese instante, y viendo con horror como lugares como Buchenwald, Dachau y otros empezaban a surgir, decidió que marchar a Inglaterra por un tiempo sería la mejor solución... pero volvería, y haría justicia a su manera.

Acompañado por sus fieles Carmen y Eleazar, el paso de los meses borró, de manera parcial, ese dolor. Desde allí siguió con sumo interés todo lo que aconteció en Alemania y en el resto de los países; el estallido de la guerra, la odisea de toda la gente judía, comunista o contraria al Régimen y mandada a esos monstruosos lugares. Gente inocente abocada a una muerte segura... tan inocente como su pobre madre, una mujer de sesenta años que no hacía otra cosa que trabajar.

Mientras estuvo viviendo en Reino Unido, gracias a sus contactos y a su buena reputación, enseguida entró a formar parte del engranaje que se montó para derrocar al Tercer Reich. Y también en ese tiempo conoció a su preciosa María, una muchacha alegre e extrovertida, que le hacía sonreír por sus graciosas ocurrencias.

Se casaron a los pocos meses de que ambos se conocieran; y por primera vez en esos casi dos años en Londres, dejó un poco de lado sus ansias de venganza. La alegría de la pareja de desbordó cuando a los dos meses de la boda descubrieron que serían padres... pero de nuevo el destino le jugó a Withlock una mala pasada, llevándose a lo que más quería.

Desprendimiento de placenta... esas tres palabras pronunciadas por el doctor y la matrona que asistieron a María en el parto fueron su sentencia. Con el corazón destrozado y, prácticamente muerto en vida, Jasper se vio en la tarea de sacar adelante a sus mellizos, el legado que su joven esposa le dejó. Al contrario de lo que todos pensaban, no repudió a sus hijos, y desde el primer momento se convirtieron en su razón de vivir.

El suelo ingles le traían demasiados recuerdos, dolorosos muchas veces... y la silenciosa promesa que hizo frente al cadáver de su madre volvió a tomar fuerza. Aceptó la tarea de ser un espía intermediario entre Inglaterra y Alemania, y dejando a sus pequeños seguros allí, comenzó su tarea.

Junto a su fiel equipo, capitaneado por Carmen y Eleazar, a los que se sumaron Demetri y Gianna, fueron poco a poco cimentando las bases para toda esa labor que llevaron acabo. La Organización actuó de manera clandestina... muchas conciencias tuvieron que comprarse a precios desorbitados, sobre todo entre los oficiales de las SS; lo tenían todo a su favor... dinero para llevar a cabo una ficticia compra de esclavos, fábricas utilizadas como tapadera, el importante apoyo en las altas esferas de Aro Vulturi, gran amigo suyo desde antes de la guerra...

Jacob Black; Leah y Seth Clearwater, Jared Meier, Quil von Vathemr, Embry Smicht, Sue Pellegrino, Harry Staufmman, Marco y Heidi Kollert... Paul Meraz... Edward Masen... junto con sus dos matrimonios amigos, sus más fieles colaboradores y amigos. Cuatas vidas habían salvado juntos, a cuanta gente habían permitido seguir con sus ilusiones. Por desgracia, muchos de ellos se quedaron en el camino... Seth, Marco, Sue, Jared... pero sabía que estuvieran donde estuvieran, estarían con una sonrisa en la cara.

Todavía podía recordar con total nitidez el día en el que el teniente Edward Masen, acompañado de Paul, visitó la guarida del centro de Berlín, reclamando comprensión y ayuda para salvar a la mujer que amaba. Le conmovió tanto esa historia de amor que no pudo negarse, y al ver el arrepentimiento sincero en los ojos de ese taciturno y solitario hombre supo que sería un buen aliado para su causa.

A Edward le debía mucho; aparte de una profunda y sincera amistad, le debía conocer a la mujer que consiguió derribar el doloroso recuerdo de María, dejando solo a sus pequeños como el mejor de ellos. Recordaba con una pequeña sonrisa el día que fue a hacer el teatro a Ravensbrück, a sacar a las chicas del teniente Masen. Ella era la prima de Isabella... esos achicados ojos color avellana, llenos de miedo y sufrimiento, captaron al instante su atención... estaba tan asustada...

Durante los siguientes meses, ya con ella a salvo y lejos del campo, tuvo la suerte de conocerla mejor; jamás supo el momento justo en el que se enamoró de ella, pero lo hizo de una manera apasionada. Tan tímida e inexperta en esos temas, tan dulce y buena... su Alice vivió en primera persona el infierno del arresto de Edward, consumida por la depresión de su prima y por no saber nada de él hasta que pudo llegar a Inglaterra a tranquilizarla, para después volver a Alemania con la última misión de la Organización en el bolsillo...

Pero gracias a dios, tanto Edward como él pudieron escapar de ese infierno, y ambos hicieron feliz a sus chicas y al que Jasper consideraba su suegro y cabeza de familia. Todos se apoyaban los unos a los otros, todos recordaban, en mayor o menor medida, la tragedia vivida... nada sería igual, pero estaban vivos, y con eso bastaba.

Las secuelas, algunas perennes, permanecían en mayor o menor medida... y algunas se iban difuminando con el paso de los meses. Su boda con Alice fue sencilla pero hermosa, pero todos los abusos que sufrió por parte del malnacido de McArthy y los otros oficiales le impidieron hacerle el amor; la mueca de terror que apareció en el rostro de su mujer la noche de bodas le partió el corazón. Poco a poco y con infinita paciencia y ayuda, su Alice fue perdiendo el miedo, y las pesadillas que la atormentaban cada noche se fueron disipando.

Los meses avanzaron, y cada uno se hizo cargo de sus propias familias y trabajos. Paul y Kate en Liverpool, Edward y Bella se quedaron en Trent, y él y Alice se mudaron a Londres con sus pequeños, para ocupar ese cargo en el Ministerio. La posguerra era dura, y Londres y el resto de Europa intentaban sobreponerse y salir adelante, como las propias personas...

Un golpe en la puerta le sacó de sus cavilaciones; dio permiso, y se encontró con la mirada amable de su Alice, preciosa con ese traje azul marino, sus tacones negros y su pequeño sombrero ladeado.

-¿Interrumpo?- le preguntó esta, con una pequeña sonrisa.

-No, mi amor- respondió, acercándose a ella y dejando un suave beso en su labios -¿a qué debo el honor de tu visita?

-Peter está con la señora Gibbs- le explicó esta, arreglando su corbata y alisando su chaqueta -y Ben y Angie todavía están en el colegio- Jasper asintió con una pequeña sonrisa -he pensado que podríamos dar un paseo y tomar el té juntos.

-Con muchos gusto, señora Withlock- hizo una graciosa reverencia -además, ya estaba por recoger y marcharme a casa- le explicó.

Unos minutos después, Alice salía del brazo de su marido, después de que este cerrara su oficina y se pusiera su abrigo y sombrero. El aire fresco de la primavera temprana sopló directamente en sus rostros, e inmersos en su cotidiana charla acerca de como ambos habían pasado su día, se perdieron entre los transeúntes londinenses, disfrutando de la ciudad... y de la libertad.


Y este ha sido el outtake final... y ahora sí que sí, la historia termina de manera definitiva.

Ha sido un largo camino desde que, hace más de un año, me planteé la idea del One Shot para el concurso... jamás pensé que desembocaría en toda esta trama.

Gracias a todas por haber estado ahí, capítulo tras capítulo; a las que habéis presionado el botón de alertas y favoritos... a las lectoras silenciosas... a las que habéis dejado todas y cada una de vuestras opiniones...

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y todas las que os paséis por aquí,

aunque la historia ya haya finalizado

London Girl, Sara... os quiero... al igual que a mis reques del alma... este fic os lo debo a vosotras, así que vuestro es también... gracias por todo.

Nicole... gracias por tus palabras, consejos, aclaraciones... gente como tu familia y tú son los verdaderos protagonistas de esta historia.

Solo me queda daros las gracias de nuevo, por haberme acompañado, otra vez, en una de mis locuras. No me despido, ya que a la gran mayoría os seguiré viendo en "Tal como eres"... que anda que no queda historia que contar ;)

Miles de besos mis chicas... y gracias otra vez.