CAPÍTULO TRES

Harry despertó a la mañana siguiente para encontrar a Malfoy ya vestido y sentado frente a la mesa, la cual estaba cubierta de todas sus cosas. La mochila vacía de Harry estaba en el suelo. Harry se sentó y se refregó el cabello antes de buscar bajo la almohada sus anteojos y varita.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó. A pesar de haber dormido, se sentía cansado.

—Hago inventario. Como nos enviaron a un calor abrasador, es lógico que ahora nos manden a algún lado infernalmente helado. Si nos quitan las varitas otra vez, me gustaría estar preparado.

Harry balanceó ambas piernas desde la orilla de su cama y observó alrededor buscando su playera. —¿Y qué harás? ¿Transformar tus pantalones cortos en un anorak?

Malfoy rodó los ojos y levantó la mochila. Metió las cosas mientras Harry saltaba de la cama e iba a por sus jeans, antes que Malfoy los empacara.

—Intento prepararme para las posibilidades. Guantes, encendedor y calcetines extra, para empezar. Nuestras túnicas de auror serán útiles para mantenernos calientes, siempre y cuando no sea un lugar ridículamente helado. Sólo espero que no quieran matarnos —dijo Malfoy.

Harry se puso los pantalones y se preguntó por qué las mejillas de Malfoy estaban coloreadas. Frunció el ceño. —¿El sol te quemó la cara? Creí que la gorra te protegería...

—No, no se me quemó la cara —espetó el otro—. Ahora, presta atención.

Un llamado corto sonó en la puerta. —El desayunó será en diez minutos. Ambos deben estar en el comedor comunal.

—¡De acuerdo! —gritó Harry. Miró a Malfoy y después se puso una playera limpia. Ésta era azul pálido y tenía las letras AUROR al frente en color dorado. Malfoy se veía bien y fresco en una camisa blanca y pantalones grises. Debió haber transfigurado su ropa—. ¿Estás listo?

Malfoy asintió y se levantó. —Veamos quién ha sido eliminado.

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El episodio de la semana pasada mostró una impresionante victoria por parte de nuestro equipo auror, quienes viajaron por el Cañón sobre mulas, escalaron rocas resbaladizas hasta llegar a unas cascadas y usaron el trabajo de equipo necesario para sacar un pesado cofre del fondo de un estanque de agua. ¡Bien hecho, chicos!

Ron y Neville gritaron animados y se palmearon los hombros. Hermione sacudió la cabeza con cariño y sonrió.

Los concursantes estaban de pie frente un enorme fondo de enormes rocas rojas. La voz de Lee Jordan bajó una octava. —Como nota triste, tenemos que despedirnos de Virginia y Norton. Desafortunadamente, el pobre Norton desarrolló una insolación en su camino por el Gran Cañón. ¡Dieron un buen espectáculo, pero este juego es acerca de aguante, perseverancia y la voluntad para ganar!

Los concursantes gritaron y levantaron sus puños, animados, con la excepción de Harry, Draco, Edna y Flora. El entusiasmo de Lee se vio empañado.

Con eso en mente, ¿están listos para la siguiente prueba?

¡Sí! —Se escucharon varias voces.

¡Muy bien! Con la intención de ser justos, se les han quitado sus varitas. Cuando escuchen el silbato, correrán hasta esa pila de pizarra —Lee señaló un escarpado acantilado, en cuya parte inferior descansaba una enorme cantidad de rocas pulverizadas— y cavarán hasta que encuentren una piedra que lleva impresa este símbolo. —Levantó un trozo de tela donde se veía un león rampante sosteniendo una espada—. Cuando la encuentren, tomarán a su compañero inmediatamente, porque el Traslador se activará poco tiempo después de ser tocado. Buena suerte a todos y... —Un potente silbato sonó—, ¡ahora!

Los competidores corrieron hasta el acantilado.

—Amo este programa —dijo Ron, feliz.

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Draco se hizo hacia atrás y dejó que Potter hiciera la mayoría del trabajo. Al fin y al cabo, el moreno no tenía un manicure profesional que arruinar.

Las chicas tontas encontraron el traslador primero, entre muchos grititos y brinquitos. Se tomaron de las manos y con risitas triunfantes, desaparecieron.

—¡Busca más rápido, Potter! ¡Fíjate por ahí! —Draco señaló una piedra cerca del pie de Potter.

—Podrías ayudar, ¿sabes? —espetó Potter, tomando puñados de rocas y pulverizándolos entre sus manos.

Draco arrugó la nariz y sopesó sus opciones. No fue hasta que el equipo de las tipas de la cafetería encontró su traslador y se esfumaron que Draco se encontró al lado de Potter, levantando asquerosas piedras.

Potter sonrió de lado. —Gracias por la ayuda, Princesa.

—Cállate, Potter.

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—Tienes que estar bromeando —dijo Draco, por cuarta ocasión.

—Dioses, Malfoy, ¿podrías dejarlo ya? Ahora, cuando te cargue, tendrás que sostenerte fuerte...

—¿Qué, cargarme? ¡Yo te voy a cargar, muchas gracias!

La expresión de Potter era medio divertida, medio enfadada. Draco ya era familiar con ella. —No seas estúp... terco. No seas terco.

Draco le fulminó con la mirada, regalándole a Potter el tratamiento de hielo por el casi —casi— error de usar la palabra con "E". Draco odiaba ser llamado estúpido, especialmente por el Chico Que Era Perfecto.

—¡Yo no voy a ser la esposa! —dijo Draco, firme.

—¡Pero eres más ligero que yo!

Draco volvió a mirarle feo. Ese reto era idiota. Totalmente idiota. Habían sido el cuarto equipo en llegar a Finlandia, justo antes del admirador de Potter y su compañero. Después de una rápida búsqueda en un almiar[1] por la siguiente pista, les dijeron que iban a participar en el deporte nativo de "cargar con la esposa".

—Da igual, yo no voy a ser la mujer. Yo puedo cargarte.

Potter soltó una maldición y masculló algo que sonaba como "Recuérdame nunca pedirte ser pasivo".

—¿Qué dijiste, Potter? —preguntó Draco, esperando que el tarado lo repitiera, porque era obvio que el rubio había escuchando mal.

—Nada. Mira, yo peso una piedra o más que tú. Es algo lógico. Quieres ganar, ¿cierto?

Draco miró el camino, apretando los labios. Los muggles eran estúpidos, en serio. Aparentemente era un verdadero deporte en Finlandia que un hombre cargara a su esposa y corriera tan rápido como fuera posible por un terreno difícil, pasando por estanques y todo tipo de obstáculos. Kimmy y Lisa luchando en una colina, cubiertas en fango. Estaban tan sucias que era difícil decir quién era la rubia. Toda esa porquería decidió por él.

—Más te vale no tirarme —advirtió Draco.

Potter pareció aliviado. —Ven, entonces.

Draco posó ambas manos en los hombros de Potter y luego saltó y le rodeó las caderas con sus piernas. Habría sido más erótico si Potter no se hubiera tambaleado y casi los mandara a los dos al suelo.

—¡Joder! ¡No más pastelillos de caldero para ti!

¿Me estás diciendo gordo?

—Es que... aguanta y... ya sabes, guarda silencio.

Draco le fulminó con la mirada, cosa que era inútil porque Potter no podía verle. Las manos de su compañero se posaron en sus muslos, manteniéndole en su lugar, y comenzó a correr. El primer obstáculo era un laberinto de montones de paja que Potter debía sortear, acción que hizo con facilidad. Lo siguiente era una ligera bajada y después el primer obstáculo real; un pozo poco profundo lleno de lodo.

—No me dejes caer —advirtió Draco.

—No me tientes —respondió Potter.

Draco se agarró con mucha fuerza hasta que Potter gruñó que dejara de ahorcarle, así que Draco lo soltó un poco. Potter se sumergió al estanque, sus músculos se estiraban por el peso del lodo que se le pegaba a los pies. Draco sabía que sus botas de auror estarían llenas de agua cuando salieran, pero era una suerte que Potter hubiese decidido ponérselas ese día. Sus zapatillas de deporte se le habrían caído al salir del fango, lo que aparentemente le había pasado a Edna, quien seguía descalza cargando a Flora sin hacer pausas. Las dos corpulentas mujeres habían rebasado a las chicas saltarinas como si un tren hubiese pasado a una bicicleta.

—¿Crees que podamos alcanzar a las de la cafetería? —preguntó Draco con esperanza.

—No —dijo Potter, jadeando al salir del estanque. Se balanceó por un momento, acomodando a Draco más arriba sobre su espalda y agarrándole con más fuerza los muslos.

—Podría acostumbrarme a este medio de transporte —dijo Draco y soltó una mano para agitarla en el aire con dirección al camino—. ¡Arre, mula!

—¿Puedes callarte?

Una pista plana a través de una pintoresca línea de árboles fue lo siguiente y Potter corrió fácilmente ese tramo. Draco estaba impresionado ante su fuerza. El hombre tenía un muy buen par de piernas. Claro, eso le llevó a otro tipo de pensamientos que decidió dejar para después, cuando sus pelotas no estuvieran tan cerca del apretado culo de Potter.

Afortunadamente, las piernas de Potter los llevaron a alcanzar a Kimmy y Lisa, permitiéndole a Draco enfocarse en algo más que la masculinidad de su compañero.

—Hola, chicas —saludó Potter, alegre.

—¡Oh! ¡Auror Potter! —La castaña jadeaba por el esfuerzo.

La rubia los fulminó con la mirada. —¡Más rápido, Kimmy! ¡Nos van a pasar!

—¡Es fácil para ti decirlo! —gritó Kimmy—. ¡Yo estoy haciendo todo el trabajo!

—¡Adiós, chicas! —dijo Potter y corrió con más ganas, para alivio de Draco. No le gustaba cómo las chicas miraban a Potter.

Después tuvieron que navegar una serie de aros negros que Potter llamó "neumáticos", que necesitaron que Potter cambiara el peso de Draco de lado a lado mientras pisaba los centros.

Una vez que terminaron, hubo una ligera pendiente hacia abajo, que probablemente fue un alivio para las adoloridas piernas de Potter, y luego Draco avistó al otro equipo —el dúo rockero—. Para su horror, estaban metidos en agua hasta la cintura.

—Potter —dijo, inseguro. Era obvio que su compañero estaba cansado, y caminar a través de agua no era fácil.

—Está bien —dijo Potter—. Agárrate fuerte.

Draco apretó los brazos alrededor de Potter, con cuidado de no ahorcarle. Potter entró al agua hasta que los pies de Draco se sumergieron. El líquido estaba tibio e iba a arruinar sus mocasines italianos. Sabía que no debía habérselos puesto, pero eran muy cómodos y sus botas de auror estaban en la mochila de Potter, por si las necesitaba después.

El agua los cubrió hasta la cintura de Potter y las rodillas de Draco, pero Potter aceleró a través del líquido y alcanzó a los compañeros de banda. Allin les miró cansado, y Jessyka les alzó los pulgares, animándoles.

—Increíbles movimientos, Potter —dijo ella.

—Ustedes también pueden hacerlo —dijo Potter, simpático.

—Jódete, Héroe —dijo Allin y Draco sonrió de lado.

—Oh, ese tipo me agrada —decidió en voz alta.

Potter se tambaleó y Draco gritó, apretando su agarre de brazos y piernas y preparándose para caer. Potter dejó salir una carcajada y dijo: —Intenta recordar quién te lleva cargando.

—Tarado —dijo Draco y consideró morderle el cuello por la bromita, aunque la idea también tenía otra clase de tentaciones. Y en serio que debía dejar de tener tales pensamientos por Potter, quien en definitiva no era apto siquiera para un rollo de una noche. Gracias a que Potter se resbaló al salir del estanque y tuvo que sostenerse en una rodilla, los pensamientos de Draco se alejaron antes de que su cuerpo pudiera reaccionar, porque el calor en su entrepierna le estaba dando nuevas ideas.

Potter volvió a ponerse de pie, con la mandíbula tensa esperando por algún comentario de Draco.

El tramo final era una serie de obstáculos que Potter nada más tenía que pasar por encima, pero Draco sabía que sus piernas le deberían arder del cansancio. La espalda de Potter estaba húmeda de sudor y sus manos en los muslos de Draco se sentían como hierro caliente. Los pasó con cuidado, cruzando las tres barreras y después pasó a la última sección de la tortura; una extensión de densa arena.

Draco pudo ver a las compañeras de cafetería en la línea final. Una de ellas saludaba contenta mientras que la otra parecía aspirar su vaso de cerveza inglesa o de mantequilla. Un silbato sonó cuando Potter cruzó la invisible barrera y soltó las piernas de Draco. El rubio se alejó rápidamente, sacudiendo sus brazos y caminando alrededor para destensar sus articulaciones. Potter se inclinó y descansó en manos y rodillas, jadeando pesadamente.

—Buen trabajo, Potter —dijo Draco.

La oscura cabeza de Potter se levantó y le miró como buscando una broma, pero Draco le sonrió con sinceridad y la mirada enfadada de Potter desapareció. Sus labios se aflojaron en una sonrisa tímida. —Gracias.

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—Ese reto fue de locos —dijo Ron, riendo al ver a las chicas debatirse a través del agua. Rita Skeeter y su compañera las habían pasado y ya iban hacia el obstáculo final, con Rita dirigiendo imperiosamente a su enfadada compañera. El equipo de domadores de dragones iban alcanzándoles rápidamente, habiendo perdido valioso tiempo en el Cañón buscando el traslador.

—Harry y Draco lo hicieron muy bien, aunque creí que Harry iba a tirar a Draco varias veces —dijo Hermione.

—Sí, a propósito —agregó Neville.

Observaron a los equipos finales llegar a la meta, con las cansadas Mejores Amigas ganándoles a los domadores por meros minutos. El rostro de Lee Jordan volvió a llenar la pantalla.

Esta parte de La Carrera Increíble no tuvo propósito de eliminación —les dijo a los participantes—. Fue solamente para determinar las condiciones del siguiente reto. —Lee sonrió y agregó—: Espero que ninguno de ustedes sea homofóbico, ya que este juego probará sus límites, tal como fueron avisados cuando firmaron el contrato. ¿Están listos para la invasión de sus espacios personales?

Los concursantes se vieron los unos a los otros y sólo unos cuantos asintieron.

Ron se sentó de forma más cómoda en los cojines. —Oh, esto va a ser bueno —dijo.

Harry miró de reojo a Malfoy y se preguntó a qué demonios se refería Jordan al decir "invasión de espacios personales". Ya había estado demasiado cerca de Malfoy por un día. La rigurosa naturaleza del reto fue lo único que le mantuvo alejado de pensamientos sobre las fuertes piernas de Malfoy a su alrededor, o el pene del rubio contra su espalda.

Joder, Harry había estado peligrosamente cerca de excitarse durante la prueba de Carga con la Esposa, en especial cada vez que el cálido aliento de Malfoy flotaba contra su piel o cuando decía algo en ese irritante pero delicioso tono. Normalmente Harry no pensaba en otros hombres como 'atractivos', pero cuando se refería a Malfoy, nada tenía sentido.

Lee les guió a una enorme tienda con varios pares de mesas cubiertas con manteles blancos.

—¡Hola, concursantes! En este reto, ustedes y sus compañeros probarán su habilidad de trabajar en equipo bajo cercanas condiciones. —La voz de Lee estaba pintada de diversión—. Como pueden ver, hay un enorme tazón de moras en una de sus dos mesas correspondientes. En la otra mesa hay un recipiente sobre una balanza. El reto consiste en tomar las moras del tazón y transferirlas a su compañero, quien las depositará en el recipiente vacío. Esto continuará hasta que logren cierto peso de moras.

Harry frunció el ceño. Parecía demasiado simple, tenía que haber una trampa.

—Para hacerlo más difícil, sus manos serán atadas a sus espaldas. Exacto, chicos y chicas. Tendrán que pasar las moras usando sólo sus bocas.

Harry inhaló bruscamente y sus ojos se abrieron a más no poder. No se atrevió a mirar a Malfoy. Los otros competidores murmuraban entre ellos, así que supo que no era el único mortificado.

Lee continuó. —Ésta es una prueba de eliminación, así que si alguno de ustedes se siente incapaz de continuar, pueden retirarse ahora y ahorrarles a sus compañeros la necesidad de intercambiar saliva entre ellos. ¿Alguien decide retirarse?

Harry miró a las chicas saltarinas, quienes estaban completamente ruborizadas pero soltaban risitas, y luego a las chicas de la cafetería. Gruñían, pero sus mandíbulas estaban tensas y traían puestas máscaras de determinación al momento de asentir con la cabeza. Los domadores de dragones se encogieron de hombros.

—Te quiero, Gertrudis —dijo Rita Skeeter en tonito tonto—. ¿Intercambiarías saliva conmigo?

—Si eso ayuda a deshacernos de estos perdedores, con mucho gusto, Rita —respondió Gertrudis.

Por fin se atrevió a mirar a Malfoy, quien parecía aburrido. Harry levantó una ceja, preguntándole, y Malfoy sólo se encogió de hombros. El moreno dejó salir un suspiro de alivio. Si Malfoy planeaba sortear ese reto como cualquier otra tarea poco placentera, entonces todo estaría bien.

—Muy bien, pues. Decidan quién va a dar y quién recibirá, y tomen sus puestos. Los ganadores del reto Carga con la Esposa, las adorables Edna y Flora, tendrán ventaja. Cuando su recipiente de moras llegue a pesar dos libras, un banderín se levantará y les revelará cómo llegar al Tapete de la Victoria. Correrán hasta ahí donde estaré esperándoles para anunciarles sus derechos.

Lee miró a Harry y Draco, quienes habían elegido ya su par de mesas. Draco tomó la más cerca al tazón de moras, lo que aparentemente indicaba a Harry como el "receptor".

—Equipo Auror, ustedes llegaron en segundo lugar en Carga con la Esposa, así que se les ha añadido un cuarto de libra al peso que requieren juntar. Necesitarían transferir dos libras y un cuarto de moras al recipiente para poder obtener su banderín. Equipo Rockero, ustedes necesitarán dos libras y media, y así continúa. —Lee se giró a los domadores de dragones, quienes parecían derrotados—. Esto significa, chicos, que como fueron el equipo perdedor, ahora necesitarán llenar su recipiente con tres libras y un cuarto de moras. ¡Pero no teman! ¡Esta prueba no es tan fácil como parece! Requiere coordinación y labios firmes. —Lee rió con ganas.

—Asistentes, por favor, aten a los concursantes.

Varias brujas vestidas de rosa se apresuraron a conjurar ataduras en sus muñecas después de que cada participante cruzara las manos tras sus espaldas. Harry probó las ataduras. Eran fuertes.

—¿Todos están listos? —Lee esperó por respuestas. Cuando nadie se quejó, gritó—: ¡Ahora! —Justo cuando una campana sonaba.

Malfoy se inclinó y tomó varias moras en su boca. Se giró y Harry se acercó a él, abriendo la boca para aceptarlas. Intentó no considerar lo erótico de la situación, e ignoró los labios de Malfoy rozándose con los suyos, así como la humedad en las moras que no solamente era su jugo.

Cuando la boca de Harry estuvo llena, se giró y las escupió en el recipiente vacío, girándose de inmediato para encontrar a Malfoy ya inclinado para pasarle otra cantidad. Sus labios estaban pintados de azul y Harry supuso que los suyos también. Sonrió por un momento y luego la boca de Malfoy estaba de regreso en la suya y su lengua le empujaba las moras. Cuando las puso en el recipiente, Harry se arriesgó a dar un vistazo a los otros equipos.

Las jovencitas eran rápidas y parecían tener ritmo.

Nigel y Brendan parecían incómodos y se inclinaban con un enorme espacio entre ellos. Harry se preguntó si él y Malfoy se veían igual. Con ello en mente, se acercó más al rubio, quien casi se tropieza de la sorpresa cuando se giró.

Harry se inclinó hacia él, pensando en que la diferencia de estaturas era una ventaja a su favor —Malfoy era un poco más alto y podía utilizar la gravedad para ayudarse a pasarle las moras a la boca de Harry.

Concéntrate en la tarea, se reprendió Harry a sí mismo. Y no en el hecho de que Malfoy estaba, prácticamente, besándole. Y tampoco en cómo se sentía la lengua de Malfoy en su labio inferior, enviándole peligrosas ondas de calor a través de la sangre.

Harry estaba tan enfocado en el reto que no notó cuando el banderín salió, girándose hacia Malfoy y casi chocando con él. Las manos de Malfoy lo estabilizaron, sus ataduras se habían liberado igual que el banderín.

—Potter, toma la pista. ¡Terminamos!

Harry parpadeó y miró la bandera que se había levantado tras el recipiente lleno. Un sobre salía al extremo del banderín. Malfoy se movió a su lado y lo tomó antes que la mano de Harry lo alcanzara y lo sacó rápidamente de la tienda, soltándole una vez estuvieron fuera.

Harry se limpió el jugo de moras de su barbilla con el brazo. Vio a Malfoy, cuyos ojos escaneaban el lado de la colina cubierto de árboles, y luego miró el pergamino en su mano.

—¡Ahí! —dijo—. El lado derecho del camino. ¡Vamos, las tipas de la cafetería van delante de nosotros!

Su boca y barbilla estaban púrpuras. Parecía como si hubiese sido horriblemente golpeado. Harry soltó una risita.

—Cállate, Potter. Tú no te ves mejor.

Los músculos de sus piernas ardieron cuando intentó mantener el paso de Malfoy. El ejercicio anterior ya le estaba pasando factura. Afortunadamente, la pendiente continuó una corta distancia antes de que una enorme construcción de madera apareciera.

Lee Jordan estaba de pie en la cima de unas escaleras. No eran muchos escalones, más o menos diez, pero Harry gruñó al verlos, no muy seguro de que sus muslos resistieran más que unos cuantos pasos. Cargar a Malfoy había sido más difícil de lo que podía admitir, el rubio podría parecer delgado y esbelto, pero vaya que era pesado.

Malfoy trotó con facilidad por las escaleras y Harry se forzó a seguirle, soltando un suspiro de alivio cuando llegó a la cima. Se paró a un lado de Malfoy en el Tapete e intentó no mirarle cuando Lee les sonrió.

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Felicidades, Harry y Draco. Han sido el segundo equipo en completar el reto. Están a salvo de la eliminación.

Ron gritó animado y palmeó a Neville en el hombro. El programa había sido intenso, mostrando a los equipos durante el reto pero sin dejar ver quién iba ganando hasta que el equipo de la cafetería llegó al Tapete.

—¡Sabía que podían hacerlo! ¡Segundo lugar! Nada mal. No ganaron el día de compras en el Callejón Diagon, pero al menos Harry no tuvo que besar a Malfoy por nada.

—Ron, no se estaban besando. —Hermione rodó los ojos.

—A mí me pareció puro besuqueo —dijo Neville.

—Me di cuenta que no podías quitar los ojos de encima de las tontas besándose —respondió Hermione—. Tampoco tú.

Ron apartó el dedo que le apuntaba. —¡Hey! ¡Yo te vi muy atenta a los domadores!

—¡No es cierto! —protestó la chica, pero sus mejillas se colorearon.

Ron sólo la miró con picardía y se giró de nuevo a la pantalla para ver a Rita Skeeter y su malévola compañera llegar en tercer lugar.

—¡Buuuuu! —Ron y Neville sisearon. Hermione no dijo nada, lo que era un muy buen apoyo a ojos de Ron.

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La construcción resultó ser una moderna posada. Aún siendo temprano en la tarde, terminaron con los retos del día y eran libres de utilizar las instalaciones, incluyendo la alberca y la sauna. Podían ordenar comida de una pequeña cafetería (usando su preciosa cantidad de galeones) o esperar a la hora en que les dieran de comer.

Draco no estaba hambriento después de tantas moras con las que casi se había ahogado un par de veces, sin mencionar el jugo que todavía podía saborear.

Las tipas de la cafetería estaban sentadas en un par de sofás en el área común. Lee Jordan era visible a través de unos amplios ventanales y era obvio que las mujeres esperaban a ver qué equipo había sido eliminado.

Un asistente le trajo a Potter un paquete. Éste lo abrió y sacó su varita antes de extendérselo a Draco, quien tomó la propia antes de dejarse caer en el sofá recubierto de tela café y verde que deliberadamente simulaba criaturas del bosque. Se estremeció. Un segundo asistente le trajo a Potter su mochila, llena de sus cosas.

—Siéntate, Potter —dijo, palmeando el asiento a su lado en el sofá.

—Necesito ir a limpiarme —dijo Potter.

El paquete donde les dieron sus varitas también contenía una llave de metal con una etiqueta. —Al parecer seremos compañeros de habitación otra vez —dijo Draco y observó la llave—. Habitación 27.

Potter miró las ventanas y se estremeció. Draco se giró y vio a Rita Skeeter y Gertrudis Acrimony de pie junto a Lee Jordan.

—Demonios —masculló Draco—. Esperaba que fueran las siguientes en ser eliminadas.

Potter asintió y se dejó caer a su lado, por fin, justo cuando Rita Skeeter y su amigota entraron, luciendo satisfechas. Draco las ignoró.

—Eres un desastre —dijo Draco y se estiró para tomarle de la barbilla. Potter se hizo hacia atrás fulminándole con la mirada, pero Draco sólo frunció el ceño y lo volvió a agarrar—. Oh, no te alteres. Sigues siendo lindo, pero demasiado... azul.

—¿...Qué?

—Quédate quieto —dijo Draco y levantó su varita hacia la cara de Potter.

Los ojos verdes se abrieron ampliamente pero Potter no se alejó. Draco se concentró y murmuró un encantamiento, borrando el tinte azulado de la boca y mandíbula de Potter.

—Pásame el espejo que está en la mochila.

—¿Hay un espejo? —preguntó Potter.

—Claro que hay un espejo. ¿Qué no sabes nada acerca de supervivencia? ¿Te dormías durante todas las clases en el entrenamiento?

Potter bufó pero obedientemente buscó hasta encontrar el espejo y se lo pasó a Draco. La puerta se abrió, revelando a los domadores de dragones, cubiertos de azul. Nigel levantó una mano y le sonrió a Potter. Draco rechinó los dientes.

—Faltan dos equipos —dijo Draco mirándose al espejo. Conjuró el mismo encantamiento para regresar a su color normal y miró a Potter esperando su aprobación.

—Sigues hermoso —dijo Potter rodando los ojos. Draco le golpeó en el estómago con su varita—. ¡Hey! —Potter se frotó el área dañada.

—Te apuesto un galeón a que Allin y Jessyca perdieron —dijo Draco en un susurro.

—¿Qué? Claro que no, las chicas tenían que pasar más cantidad de moras.

—¿Es una apuesta? —preguntó Draco.

—Sí. —Potter extendió su mano y Draco la tomó.

—¿Tomándose de las manos, Potter? ¿Acaso la última prueba te volvió gay o es sólo la compañía? —La voz de Rita Skeeter era estridente y presumida como de costumbre.

Potter liberó la mano de Draco y la fulminó con la mirada.

—Hola, Draco —dijo ella.

—Rita —respondió Draco, de manera neutral.

—Vi ese hechizo tuyo. ¿Podrías hacérmelo? —preguntó. Su voz cambiaba de tono en una forma que podría tomarse como sugestiva.

—Draco no es tu tipo —espetó Potter—. No tiene caparazón ni antenas.

Draco le miró, sorprendido de que usara su primer nombre y que lo defendiera. Casi sonaba celoso, pero Draco supuso que era sólo el odio de Potter hacia Rita saliendo en su defensa.

Touché, Potter —dijo Rita y luego se inclinó hacia Draco para acariciarle el rostro—. ¿Ayuda, cariño?

Draco dio un suspiro mental y conjuró el encantamiento. En la escuela Rita era odiosa y no tenía ética, aunque le agradó usarla para atormentar a su archi enemigo. Ver a Potter silbar de rabia siempre valía la pena. Magia pareció rodearle cada poro y Draco medio esperó que los vidrios del lugar se rompieran.

Distrajeron a Potter antes de que eso sucediera. La puerta se abrió revelando a las chicas, medio sollozando con lo que parecía alivio.

—¡Cabrón! —dijo Potter—. ¿Cómo lo supiste?

Draco se encogió de hombros. Había visto a los rockeros derramar los contenidos de su recipiente de moras, requiriendo que el personal les llevara otro tazón, lo que les hizo perder valioso tiempo que obviamente no pudieron recuperar.

—Me debes un galeón, Potter.

—Pásame la factura. —Con eso, Potter se levantó y extendió su varita. Draco casi —casi— se estiró y la tomó, hasta que se dio cuenta que Potter quería algo—. Dame la llave. Quiero ir a dejar la mochila y, espero, tomar un baño caliente.

—Voy contigo —dijo Draco.

Potter se encogió de hombros y caminó hasta las escaleras. Draco le escuchó murmurar y luego se levantó. Después de diez escalones, Draco notó que le miraba y se detuvo para admirar el trasero de Potter, quien de repente se veía pálido y tieso.

—¿Estás bien? —preguntó Draco.

Potter asintió secamente. —Estoy cansado. No acostumbro a correr un camino de obstáculos cargando tu...

Draco agradeció que Potter no terminara la oración, garantizando no ser insultado y que se pusieran a discutir de nuevo.

—Dame la mochila —dijo Draco y tomó el objeto antes de que Potter pudiera protestar. Después se acercó y le pasó un brazo por la cintura, forzándole a usarle de soporte.

—¿Qué estás haciendo? —siseó Potter.

—Te ayudo a subir las escaleras, inválido.

—Déjalo, es probable que nos estén mirando.

—Creí que el reto de hoy iba a curar tu homofobia —dijo Draco, sin soltarle a pesar de sus palabras. Era obvio que El Salvador no quería ser visto siendo mangoneado por su compañero. La Cámara Espía ya no estaba, pero Rita Skeeter y su horrible pluma sí.

—¡No soy homofóbico! —dijo Potter. Para sorpresa de Draco, puso una mano en su hombro y se sostuvo, permitiéndole al rubio ayudarle—. Y gracias, mis piernas y la espalda me están matando.

Cuando llegaron arriba, Potter intentó alejarse, pero Draco ignoró sus esfuerzos. Revisó las puertas buscando la número 27. Claro, era la última del pasillo. Liberó a Potter para poder abrir la puerta.

La habitación era el doble de amplia que su rústica cabina en el Gran Cañón de Arizona. Dos camas estaban cubiertas en delgadas sábanas con los mismos motivos salvajes que los sofás de abajo. Una sola mesa las separaba y una lámpara mágica se encendió cuando entraron.

Potter aventó la mochila en el pequeño escritorio. Cayó a medio metro de distancia, pero Potter sólo se sentó en la cama y se quitó los zapatos, todavía llenos de lodo.

—Por favor, dime que tenemos baño privado —dijo Potter.

Draco abrió la puerta a su lado y dio un vistazo dentro. —Tenemos baño privado.

—Gracias a Dios.

Draco entró y abrió las llaves. La bañera era de mármol, del tamaño suficiente para que cupieran cuatro personas. Al abrir la llave comenzó a llenarse de agua de forma misteriosa. Draco metió la mano y después puso un hechizo para calentarla. Otro hechizo la hizo burbujear.

—Tu baño está listo, Potter —gritó.

Potter entró y miró el agua, dudoso. —¿Está hirviendo?

Draco le miró con intención y volvió a meter la mano al agua. —Está burbujeando, torpe. Con el propósito de dar masaje.

—Oh. Gracias. —Potter se quitó la playera y los ojos de Draco se abrieron mucho ante la súbita vista de los músculos abdominales y el suave pecho.

—Disfruta tu baño —dijo Draco, alarmándose ligeramente al escuchar su voz un poco entrecortada. Hizo su camino a la salida y escapó.

Continuará ~~

Notas de Traducción.

[1] Almiar. Se denomina almiar, parva o meda a la manera histórica de almacenar paja y otros vegetales, a fin de disponer de ellos en el tiempo para la alimentación de los animales. Se trata de obtener cierta protección de los agentes atmosféricos y lograr que el producto conserve, en la mayor medida posible, sus cualidades nutricionales.

Notas de la Autora: ¡Sí, la loca carrera de cargar con la esposa existe en Finlandia! ¡Los concursantes entrenan por días y todo eso! :D

Notas de la Traductora: Lamento muuuuchísimo la demora. Este capítulo hace dos semanas debió haber sido publicado, pero por motivos personales me alejé del cibermundo un rato. Y no regresaré al ritmo anterior sino hasta la próxima semana.
Muchas gracias a los que siguen leyendo. ¿Verdad que esto se pone cada vez más bueno? ¿Comentarios?

En el próximo capítulo: Draco sobre Harry. Aceite finlandés con aroma a chocolate... ¿alguien dijo lubricante? ;D