Título: The Incredible Race
Autor: Cheryl Dyson
Clasificación: NC-17
Parejas: Harry/Draco, y menciones de Ron/Hermione.
Género: Aventuras. Humor. Romance.
Advertencias: Slash. EWE. Contenido Adulto en próximos capítulos.
Disclaimer: Esta historia está basada en los personajes y escenarios creados por JK Rowling.
Resumen: Harry Potter y Draco Malfoy, aurores, son forzados a participar en la competencia que será transmitida por televisión a nivel mundial con el fin de dar un poco de publicidad gratuita al Ministerio, a pesar de que los aurores Potter y Malfoy no se llevan muy bien que digamos.

Notas de la Historia: Basada en el reto #164, propuesto por faithwood para el hd_fan_fair 2010 en livejournal.

Notas de la Autora: Este fic fue escrito para el H/D Fan Fair de Livejournal e inició cuando una idea completamente crack tomó mi vida por varias semanas y me forzó a hacer tanta investigación que incluso podría caminar en esos sitios con los ojos vendados. No siempre amo a mis fics, pero éste es uno que adoro por completo. Espero que les guste leerlo tanto como yo disfruté escribiéndolo. :D

No pude hacer que Ron se les uniera, pero creo que cumplí con el resto del reto. Esto se volvió más extenso de lo planeado, ¡pero ahora quiero visitar más lugares de este maravilloso planeta! ¡Disfrútalo, adorable retadora! ¡Muchísimas gracias a la fantástica A por ayudar a que los personajes suenen como británicos y por ser beta improvisada!

Notas de la Traductora: ¡A disfrutar de otro fantástico trabajo de Cheryl Dyson!
¡Muchas gracias a anna_lylian por ser beta reader en español! Guapa, gracias a tí, esta traducción es un trabajo mejor ^^


CAPÍTULO UNO

¡Buenas noches, apreciables televidentes! Y bienvenidos al primer episodio de La Carrera Increíble, traída hasta sus hogares y negocios vía televisión mágica y la WBC. Soy su anfitrión, Lee Jordan. Esta noche estoy al norte del Támesis, esperando por nuestros competidores, siete inigualables parejas que valientemente enfrentarán calor abrasador, frío congelante y rigurosas pruebas para ganar Un Millón de Galeones, ¡y la oportunidad de ser reconocidos como los ganadores de La Carrera Increíble!
Sin más que decir, ¡conozcamos a nuestros concursantes!

—¡Hermione! ¡Ven a ver esto! —gritó Ron—. ¡Ya comenzó!

Neville dejó salir una risita. —¡Lee trae puesta la bufanda de Gryffindor! ¡Qué atrevimiento!

—¡Primero tenemos a los compañeros de banda, Allin y Jessica, miembros de la salvajemente popular 'Bestias Rabiosas'! ¡Saluden a sus fans!

—Buuuuu —abucheó Ron.

—Ron, eso no es muy agradable —sancionó Hermione mientras posaba un platón lleno de emparedados en la mesita de centro—. Oh, Dios, ¿el cabello de esa chica está... rayado?

—Parece una cebra de colores —dijo Neville.

—¡Hola, fans, amigos y familia! ¡Vamos a patear traseros! —La chica de cabello de colores levantó su puño y lo agitó en el aire.

—¡Vamos a ganar! —gritó su compañero, su rostro casi completamente cubierto por una gigante melena de cabello negro.

—Lo siguientes son Virginia y Norton, una feliz pareja de Sussex.

El rostro redondo de Virginia sobresalía de un montón de rizos pelirrojos apenas domados por una diadema. La mujer agitó su mano con ganas. —¡Estamos felices de estar aquí!

Ron resopló. —Se ve delicada. La sacarán en la primera prueba física.

—No la subestimes. No puedes juzgar a alguien por su apariencia.
—Supongo que sí —dijo Ron dudoso, alcanzando un emparedado para sí.

La cara de Norton llenó la pantalla. Era un hombre medio calvo al que le faltaba un diente inferior y tenía una sonrisa bobalicona. —¡Saludos, amigos magos! Nosotros, Virginia y yo, podremos no ser atléticos, pero planeamos dar todo lo que tenemos. Virgie es un hueso duro de roer y yo soy muy rudo. —Norton se palmeó la frente con seriedad.

Ron resopló. —Apuesto que incluso Malfoy podría quitarle lo rudo.

Lee le sonrió a Norton y siguió con una pareja de hombres altos.

Ron vitoreó, escupiendo un montón de migajas sobre la mesa.

—En serio, Ron, el programa acaba de empezar. Contén tu emoción —advirtió Hermione con los ojos fijos en la pantalla, sonriendo a pesar de estarse limpiando las migajas caídas.

Los siguientes son nuestra pareja de aurores, y estoy seguro de que al menos reconocerán a uno de ellos. ¡Démosle un aplauso a Harry Potter! —La tímida sonrisa de Harry llenó la pantalla mientras saludaba al público con la mano, después estiró su brazo y jaló a un hombre que al parecer prefería ser incinerado en Azkaban que estar ahí.

Draco y yo estamos um... complacidos de estar aquí —dijo Harry—. ¿No es cierto, Malfoy? Er... ¿Draco?

Extasiados —dijo Malfoy en tono glacial.

Ron se carcajeó sonoramente golpeándose las rodillas. —Esto será fantástico. Me pregunto si Harry podría iterarlo desde lo más alto en la misteriosa África...

Hermione frunció el ceño. —Es muy injusto que no nos permitan contactarlos hasta que la serie termine. Espero que Harry esté bien, aunque supongo que no pasarían el programa si hubiese sucedido algo serio...

Neville sonrió. —Juzgando por sus expresiones, no es eso por lo que Harry necesita preocuparse.

ooOOooOOoo

—Esta es la maldita estupidez más grande que he hecho —gruñó Malfoy cuando Lee Jordan continuó el programa—. Maldito Edgemont.

Harry rodó los ojos. —Cielos, Malfoy, hemos discutido esto una docena de veces. Sigue la corriente. Podemos ser eliminados en el primer reto y así podrás deshacerte de mí. Entonces todo terminará y podremos volver a ignorarnos el uno al otro.

Sin embargo entrecerró los ojos cuando Lee se detuvo para levantar su varita señalando a dos mujeres, una de las cuales tenía una sonrisa demasiado fingida.

—¡Rita Skeeter y Gertrudis Acrimony! —declaró Lee—. ¡Amigas y colegas de El Profeta, quienes escribirán artículos sobre la carrera mientras dura! ¡Compren mañana su copia para ver las emocionantes escenas detrás de cámaras!

—Escenas —gruñó Malfoy—. Más bien teatritos prefabricados. —Harry asintió, por una vez estando de acuerdo con el idiota. Le dio un vistazo a Malfoy, quien combatía el viento con su capa negra sobre su túnica de auror. Su aparición en La Carrera Increíble no era más que pura publicidad para ayudar a promocionar la nueva versión mágica del televisor muggle. El Ministerio esperaba animar a la población mágica a comprar televisores y promocionar una red de información y aceptación mayor. O eso era lo que el Ministro decía. Harry secretamente sospechaba que el viejo bastardo sólo deseaba humillarle a él y a Malfoy después del Accidente Teca.

—¡Seguimos con Edna y Flora, socias en una cafetería! ¡Manejan Cuppa, un agradable local en el Callejón Diagon que patrocina varios retos de la carrera! ¡Asegúrense de pasarse por una taza de té la próxima ocasión que vayan de compras!

Malfoy resopló mientras Harry les aplaudía a Edna y Flora, quienes parecían más jugadores profesionales de rugby que "socias en una cafetería". Edna levantó un voluminoso brazo y saludó al público mientras que Flora miraba a Lee de forma maliciosa. A Harry le recordaban las versiones femeninas de Crabbe y Goyle.

El siguiente equipo eran dos entusiasmadas chicas que parecían ser exactamente opuestas a Flora y Edna. Tenían esponjadas cabelleras y agradables curvas y saltaban en su lugar mientras Lee las presentaba como "las mejores amigas" antes que las chicas se tomaran de las manos y gritaran, todavía saltando.

—¡Vamos a ganar esta carrera! —gritó una y luego soltó un chillido nivel rompe-oídos.

—¡Podremos ser bonitas, pero somos tan duras como un esmalte de uñas difícil de quitar! —dijo la segunda, saltando.

—Kimmy y Lisa —se burló Malfoy—. El epítome del festival de pechos.

Harry asintió. —Seguido del epítome del pastel de carne.

—Creí que nosotros éramos el epítome del pastel de carne —dijo Malfoy en tono sarcástico, pero Harry secretamente estaba de acuerdo en que Draco era definitivamente más atractivo que los modelos que hablaban con Lee.

Kimmy y Lisa gritaron, saltaron y rieron más fuerte cuando Brendan y Nigel, domadores de dragones, fueron presentados. Los tipos sonrieron y levantaron sus manos en gemelos gestos de la victoria, causando probablemente unas cuantas docenas de desmayos entre los televidentes. Tenían buenos cuerpos, admitió Harry. Brendan tenía el cabello corto y castaño y Nigel era rubio, pero con un toque rojizo en lugar del platinado que portaba Malfoy.

—¡Muy bien! —dijo Lee, girándose hacia los participantes, su voz amplificada por el encantamiento Sonorus—. Como saben, se les quitarán las varitas y nuestro personal las guardará, sin embargo se las devolverán para ciertos retos. Para llegar a su primer destino, no tendrán el beneficio de la magia.

Los participantes se miraron inseguros los unos a los otros y Harry se preguntó cuántos de ellos eran nacidos de muggles. Los sangre pura, como Malfoy, estarían en desventaja sin magia.

—Además, cada equipo tendrá una Cámara Espía que grabará cada movimiento para los que les observan desde sus hogares, y alertará al equipo de producción en caso de trampa. —Señaló las pequeñas burbujas azules que flotaban sobre cada equipo. Lee se mostró particularmente risueño cuando anunció—: Su primer reto será sumergirse en el Támesis y nadar hasta el bote anclado en el centro. —La mirada de Harry fue hasta el medio del río donde un enorme yate de metal flotaba. Parecía un crucero muggle abandonado.

—¡Su primera pista está en el bote! —continuó Lee—. Cuando la encuentren, necesitarán nadar hasta la orilla al otro lado del río y encaminarse al Edificio de Trasladores Internacionales. Desde ahí se trasladarán al destino designado para que encuentren su siguiente pista. Al sonar el gong, la carrera comenzará.

—Maldición —murmuró Malfoy—. ¿De verdad tenemos que meternos en esa agua asquerosa?

En silencio, Harry estaba de acuerdo, pero cuando un sonoro gong se escuchó, no dudó y corrió hasta la orilla para zambullirse en las turbias aguas sin esperar para ver si Malfoy le seguía.

Cuando Harry salió a la superficie, tomó una profunda bocanada de aire y comenzó a nadar, mirando a la derecha y a la izquierda. A su izquierda estaba una de las corpulentas mujeres, Flora, y ligeramente una cabeza adelante, a la derecha, estaba el domador de dragones castaño, Brendan.

Harry nadó más rápido, sus instintos competitivos saliendo a pesar de sus anteriores palabras de perder la primera prueba. Quizá no nos saquen tan pronto, pensó mientras cortaba el agua, maldiciendo el peso de su túnica de auror. Agradecía haber pegado sus gafas a su lugar con un encantamiento, además de haberlas recubierto con un hechizo impermeabilizante para repeler el agua.

Flora iba una cabeza adelante, sus pantalones estilo capri muggle proveían a sus piernas menos resistencia en el agua que la vestimenta de Harry y las botas de piel de dragón de Brendan. Jadeando pesadamente, Harry llegó al bote, que había sido provisto con varias cuerdas para subir.

Flora iba a medio camino subiendo cuando su pie se resbaló en un nudo y la mandó de nuevo al agua. Brendan iba apenas frente a Harry, subiendo con rapidez. Harry mantuvo sus pies en el centro de cada nudo de la cuerda y se iba empujando hacia arriba con cuidado antes de llegar al borde del bote. Se arriesgó a mirar hacia atrás, al río, para encontrar a Malfoy llegando a la cuerda que Harry iba escalando. El moreno le dio una sonrisa y se giró, ignorando al resto de los competidores.

Brendan estaba abriendo una escotilla, por la cual desapareció. Harry corrió y subió saltando los escalones de metal para alcanzarle, a punto de chocar con él.

—Iré por este lado —dijo Brendan y corrió por el oxidado pasillo. Harry dudó, escuchó pasos tras él y corrió en dirección opuesta, sin esperar a ser aplastado por una muy determinada Flora. Varias puertas de metal enmarcaban el corredor y Harry abrió la primera, preguntándose dónde diablos habían escondido las pistas, y qué era exactamente lo que estaban buscando.

Estaba revisando la cuarta habitación cuando alguien le empujó y le hizo girar para encontrarse con una de las chicas saltarinas sonriéndole. Su cabello castaño estaba húmedo y su ropa pegada al cuerpo dejaba poco a la imaginación. —Hola, auror Potter —dijo la chica con voz coqueta.

Harry se ruborizó. —Hola.

—Obviamente ya revisaste ese lugar. Te ayudaré a buscar. Quizá podamos hacer una alianza.

Mientras Harry consideraba la mejor manera para despacharla, alguien mencionó su nombre.

—¡Potter! ¡Trae tu trasero aquí!

—Mi compañero —dijo con una sonrisa a modo de disculpa—. Te veo luego, um...

—Kimmy —terminó ella.

—Adiós, Kimmy —dijo Harry apresurándose a la escotilla de salida. Malfoy estaba parado arriba, sosteniendo un sobre color rosa con negro. ¡La pista! Harry subió de a dos escalones por cada paso, sonriéndole al rubio—. ¿Dónde la encontraste?

Gritos se escucharon a su alrededor.

—En la sala de control, obviamente. ¿Dónde más podría estar? —Malfoy escondió el sobre entre sus ropas y corrió a la orilla opuesta del bote—. Vamos.

Harry admiró la visión de Malfoy mientras se sumergía en el agua, pero un movimiento a su lado le distrajo. Virginia agitaba un sobre en dirección a Norton, quien acababa de llegar a la primera orilla del bote, jadeando con fuerza. Harry esperaba que Norton no sufriera un infarto antes de terminar el primer reto.

Asumiendo que la producción estaría monitoreando en caso de emergencia médica por medio de las Cámaras Espía, a pesar de que la suya parecía estar siguiendo a Malfoy, Harry se sumergió en el agua.

ooOOooOOoo

¡Y es el equipo auror de Harry y Draco el primero en entrar al agua después de encontrar la pista! —La voz de Lee Jordan les llegó junto con la imagen en pantalla de Harry uniéndose a Malfoy en el río, seguidos de cerca por la pareja de viejos y los domadores de dragones.

—¡Sí! ¡Ve, Harry! —gritó Ron.

—¿Estás consciente de que fue Malfoy quien encontró la pista? —preguntó Neville.

—Cuestión de suerte —masculló Ron.

—Tuvo buenas notas en Aritmancia —señaló Hermione.

—¿De qué lado estás?

—Del de Harry, y como Draco es su compañero, tenemos que animarlos a ambos.

Ron suspiró sonoramente y se encogió de hombros. —Supongo que sí. Pero sólo porque va Harry con él. ¡Tú puedes, Harry!

ooOOooOOoo

Harry salió del río, seguido de su húmedo compañero. Malfoy se echó a correr y le aventó el sobre a Harry. Al parecer había sido hechizado para resistir al agua, ya que estaba seco cuando Harry lo abrió.

—Dice que tenemos que trasladarnos a Arizona, Estados Unidos. ¿Dónde diablos está eso?

Harry luchó por mantenerse en pie, agotado por haber nadado tanto y sintiendo el peso de sus ropajes mojados. Pasos se escucharon tras ellos, pero no se molestó en mirar atrás y comprobar quiénes les seguían.

—No sé, en algún lugar por California. ¿Qué haremos cuando lleguemos ahí? —Harry intentó no admirar la forma en que Malfoy corría; algunas personas eran unos torpes corredores y otros eran la gracia personificada. El estilo de Malfoy le recordaba a un guepardo, corría sin esfuerzo aparente y hacía a los demás morder el polvo. Harry se sentía como un jabalí en estampida a su lado.

—Buscar la siguiente pista, es obvio.

Qué mal que Malfoy fuera un patán.

A pesar de sus pesadas y mojadas ropas, llegaron a la oficina de Trasladores Internacionales primero. No por nada sabían dónde estaba con exactitud, aún navegando entre las calles muggles para llegar ahí. Los pocos muggles que iban encontrando les miraban sorprendidos, probablemente debido a que corrían con esas extrañas vestimentas.

Entraron corriendo al edificio y Malfoy se detuvo frente a la pizarra que señalaba los diferentes destinos. —Estados Unidos, Estados Unidos —murmuraba.

—¡Ahí! —dijo Harry—. ¡Cuarto piso!

Tomaron las escaleras hasta el cuarto piso y encontraron una corta fila para comprar boletos a sus destinos en Estados Unidos.

—¿Tienes el dinero, Potter?

Harry asintió y abrió su mojado bolso. Habían sido provistos con suficientes galeones para gastar durante la competencia, aunque era una cantidad muy frugal. Varias personas los observaban y Harry intentó ignorar el hecho de que seguían empapados y olían a agua de río.

—Dos Trasladores a Phoenix—demandó Malfoy cuando llegaron al escritorio. Harry escuchó pasos atrás y se giró para ver a los domadores de dragones entrando al final de la fila. Se preguntó si los demás llegarían antes de que el primer Traslador se activara, lo que sería en —miró el reloj en la pared— diez minutos.

Con los boletos, Harry y Malfoy se unieron a un grupo junto a lo que parecía ser un pasamanos rojo. Varias personas ya lo estaban tocando. Harry observó a Brendan y a Nigel comprar sus boletos y llegar hasta ellos.

Nigel le sonrió. —Llegamos.

Harry asintió y le sonrió de vuelta. Le extendió una mano. —Soy Harry Potter.

La sonrisa de Nigel se amplió mientras tomaba su mano. —Lo sé.

Tras Harry, Malfoy resopló. —Todo el mundo lo sabe.

Una de las chicas de la cafetería fue la siguiente en llegar. Ella empujó a un par de personas en la fila, que protestaron pero después callaron cuando la mujer los fulminó con la mirada.

—Traslador 28 con destino a los Estados Unidos de América, con escalas en Boston, Dallas, Phoenix y San Diego. Por favor, coloquen su mano derecha en el barandal rojo ahora y no lo suelten. —La amigable voz de la asistente fue alta y clara.

Harry se giró y puso su mano en el barandal. Estaba frente a la espalda de Malfoy y podía ver cómo las gotas de agua se liberaban del cabello pálido y caían a su túnica de auror.

—El Traslador 28 partirá en cinco... cuatro... tres... dos... uno...

Harry sintió el familiar jalón y la sensación de dar vueltas duró por lo que parecieron siglos. Viajar por Trasladores trasatlánticos nunca era divertido.

Varias personas se tambalearon cuando el Traslador apareció en una sala circular color gris llena de viajeros. —Hemos llegado a Boston, Massachussets, Estados Unidos. Si éste es su destino, por favor, diríjase al arco verde. Si planea continuar a Dallas, Phoenix o San Diego, por favor, permanezca donde está.

Tres personas se encaminaron al arco verde y otras cuatro se unieron al grupo.

—¡Esto es genial! —dijo Nigel tras Harry—. ¡Nunca había salido de Europa!

Aparecieron en Dallas en lo que parecía una caverna subterránea desde donde partieron por última vez hasta Phoenix. La Terminal de Trasladores era enorme y blanca, con un alto techo abovedado adornado con tragaluces. Dos Cámaras Espía de repente se hicieron presentes y flotaron cerca. Aparentemente los hechizos tomaban su tiempo en reorientarse tras sus objetos de estudio después de que éstos se trasladaban.

Harry, Draco y los domadores de dragones dejaron el grupo del traslador y llegaron a otra habitación, como les fue instruido. Ventanales que iban desde el techo al piso les daban un panorama del cielo azul y una pista gris cubierta de aviones muggles. Mientras Harry los observaba, un rápido avión dejó tierra y se disparó al cielo.

—¡Vaya! —exclamó Nigel corriendo hasta la ventana para mirarlo.

Brendan soltó una risita. —No acostumbra a salir mucho.

Malfoy ya estaba en el escritorio donde una alegre chica en playera azul y jeans muggles le sonrió. —Bienvenidos a Phoenix. ¿Necesitan asistencia para viajar u hospedaje? —preguntó.

—Para viajar —respondió Malfoy—. Necesitamos llegar al Cañón Grande.

Ella frunció el ceño. —¿El Cañón Grande? ¿Se refiere al Gran Cañón?

—Grande, Gran, lo que sea. Necesitamos llegar ahí lo más rápido posible. ¿Hay una red Flú aquí?

La chica parpadeó. —¿Una qué?

Brendan dijo: —No tienen red Flú en los Estados Unidos. No hay suficientes chimeneas.

La chica explotó en carcajadas. —¿Chimeneas? ¿En Phoenix? Oh, cariño, eres de otro país, ¿verdad?

Malfoy suspiró. —¿Entonces cómo hacen para llegar a algún lugar sin aparecerse? ¿Rentan escobas?

Ella negó con la cabeza. —No querrás volar hasta el Gran Cañón. Te calcinarías. Hoy estamos a ciento catorce Fahrenheit.

—¿Ciento catorce qué?

—Grados, Malfoy —dijo Harry—. Son como... cuarenta y cinco grados Celsius.

Malfoy lució horrorizado. La chica asintió. —Honestamente, el mejor transporte es muggle. Todos los autos tienen aire acondicionado, al igual que los autobuses y taxis.

—Autos —repitió Harry. Se giró hacia los domadores de dragones—. ¿Alguno sabe conducir?

Brendan y Nigel negaron con la cabeza. Harry suspiró. Era seguro que Malfoy tampoco; y él nunca había aprendido. —Supongo que no tenemos opción. ¿Dónde encontramos un autobús muggle?

La chica señaló a un lado. —Vayan por la puerta de ahí y caminen hasta el pequeño edificio cruzando la calle. No se preocupen de ser vistos por los muggles, hay un encantamiento para prevenir eso. Opal puede ayudarles una vez lleguen ahí.

—Gracias —dijo Harry y los cuatro se encaminaron a la salida indicada. Una ola de calor les golpeó al momento que la puerta se abrió y su brillantez era cegadora. Harry levantó una mano para protegerse los ojos. Era difícil respirar, el aire parecía cocinar sus pulmones.

—Esto es de locos —dijo Nigel—. ¿Cómo puede la gente vivir aquí?

Malfoy ya estaba cruzando el ardiente pavimento hacia un mediocre edificio blanco cercano. El calor era opresivo y Harry se desabotonó su túnica a medio camino. El calor irradiaba hacia arriba y cuando Harry vio un avión cercano rodar a distancia desde la terminal, ondas de calor se hicieron visibles ante sus ojos.

Malfoy alcanzó la puerta y tomó la manija de metal, antes de alejar su mano con un grito.

—¡Está ardiendo! —espetó Malfoy. Levantó una orilla de su túnica y la usó para girar la manija y abrir la puerta. Una campanita sonó. Aire fresco les alcanzó y les dio la bienvenida. Todos entraron apresurados huyendo del calor.

—¡Hola! —llamó una chica entrando desde una puerta cercada hasta un mediocreescritorio—. ¿Necesitan trasporte terrestre? —Tenía cabello castaño corto y peinado en picos, teñido de rubio en las puntas. Una plaquita en su playera indicaba su nombre: OPAL.

Harry asintió. —Necesitamos llegar al Gran Cañón.

—Oh, turistas, entonces. Seguramente querrán quitarse esa ropa. Tenemos una enorme selección de moda muggle que es más aconsejable para el clima de aquí. —Señaló una pared llena hasta el techo de artículos muggles. Nigel corrió a examinarlos mientras que Brendan se quedó al lado de Harry. Opal continuó—. ¿Necesitan un auto, taxi, limusina o autobús?

Después de discutir los precios y revisar sus limitados fondos, decidieron que un autobús muggle era la mejor opción. Un taxi era demasiado caro y una limusina demasiado extravagante. Harry cambió galeones por dinero muggle —dólares, algo desconocido incluso para Harry— y compró ropa para el abrasador sol de Arizona. Compró también un morral para guardar las túnicas de auror de Malfoy y las suyas, deseando tener su varita para poder empequeñecerlas.

Harry fue el primero en salir de los vestidores con su nuevo atuendo muggle. Se sentía expuesto, pero la expresión en el rostro de Opal era de aprobación. Estaba seguro de que agradecería llevar las piernas y los brazos desnudos una vez regresaran al opresivo calor fuera del edificio.

Nigel fue el siguiente y se quedó mirando a Harry haciéndole al auror recordar incómodo la mirada de Opal. La atención de Harry rápidamente se alejó de Nigel cuando una cortina se abrió y Malfoy salió. Su rostro era como una nube de tormenta.

—No puedes hablar en serio —espetó, su semblante era de rabia pura.

Harry le observó. No pudo evitarlo. Malfoy portaba una playera negra de algún tipo de material elástico que abrazaba cada curva de su cuerpo. Las letras ADIDAS estaban engalanadas de blanco a través de uno de sus musculosos pectorales. Harry le rogó a su mirada no viajar hacia abajo, pero no le obedeció, deslizándose desde los visibles abdominales del rubio hasta sus caderas y muslos enmarcadas de forma prominente —pasando por un nada despreciable paquete— bajo los ajustados pantalones cortos que parecían pintados a su piel. Sus rodillas y pantorrillas estaban desnudas y usaba zapatillas de deporte color blanco con letras púrpuras. Malfoy se veía sorpresivamente sexy en ropa muggle. No sexy, corrigió Harry inmediatamente. Pasable. Sólo pasable. Joder.

—¡Oh, te ves muy atractivo! —dijo Opal, repasándolo abiertamente. Harry de pronto se sintió molesto con ella.

—Bien —dijo—. Necesitaos salir de aquí antes de que los otros lleguen. ¿Dónde encontramos el autobús muggle?

Opal señaló otra puerta. —Vayan por ahí y sigan la línea amarilla hasta la terminal. La parada de autobuses está claramente marcada. Tendrán que comprar sus boletos en la taquilla. ¡Disfruten su visita al Gran Cañón!

Harry se colgó el morral en la espalda y le sonrió a Malfoy. —Vamos, será mejor que terminemos con esto.

La puerta por la que entraron se abrió y salieron varios competidores: Allyn y Jessica, Kimmy y Lisa, y Edna y Flora. Harry se preguntó dónde estaban Rita Skeeter y su horrible compañera. Probablemente estaban más atrás saboteando el desempeño de Virginia y Norton. Harry y los demás no esperaron para intercambiar saludos. Salieron por la puerta —caliente como un horno— y corrieron a través del caliente pavimento hasta un letrero de bienvenida que decía TAQUILLA en enormes letras.

Harry y Brendan compraron los boletos. Aparentemente podían viajar hasta Flagstaff antes de necesitar otro autobús con destino al Gran Cañón. Harry se horrorizó al descubrir que el viaje les tomaría varias horas. Pensar en estar junto a Draco Malfoy en un autobús con un montón de muggles casi le hizo girarse y abandonar la carrera.

Sólo el gesto de determinación en el rostro de Malfoy le mantuvo adelante.

Continuará ~~