1.- Oscuridad

Estaba tan absorbida en los Sí y No de Glamour, que Bella Swan apenas notó cuando el ascensor empezó a dar tumbos hasta detenerse abruptamente. No se dio cuenta hasta que las luces se apagaron.

-¡Ah, vamos!-gritó ella, golpeando su revista cerrada. Quedar atrapada en un ascensor durante un corte de corriente no estaba en ninguna parte de su lista de cosas para hacer. Al menos hoy.

-Ahora no.- dijo una voz refunfuñada, haciendo que ella casi chillara. No sabía que alguien más estaba en el ascensor con ella. Cuando metía su nariz en un libro o revista, no habría notado ni a Barney el Dinosaurio junto a ella en el ascensor.

-Bien, estamos en un buen apuro, ¿eh?- le preguntó ella a la voz.- ¡Tenía que ser el día que había podido dejar mi artículo temprano! Supongo que es cierto… ninguna buena acción resulta impune. ¿A qué voy a llegar tarde? Yo, trato de evitar el tráfico de la hora punta por el puente. No puedo soportarlo…

-Silencio.- dijo aquella voz.

La voz tenía un sonido agradable de barítono, uno que le gustaba a pesar de su brusquedad. Ella se calló, sin ofenderse. A algunas personas no les gustaba hablar con extraños. O tal vez este tipo era claustrofóbico. ¿O… cómo se definía tener miedo a la oscuridad? ¿Oscuro fóbico? Independientemente de eso, él estaba claramente preocupado por estar atrapado en un ascensor sin saber por cuánto tiempo. Pobre tipo. Ella deseó que él no empezara a gritar. No había nada peor que un hombre crecidito con un ataque de histeria.

-Lo siento ella, luego añadió.-estoy segura que no estaremos aquí mucho tiempo.

Ella oyó un sonido y lo reconoció inmediatamente: el hombre atrapado con ella había retrocedido unos cuantos pasos. Casi como si él tratara de poner la mayor cantidad de espacio entre ellos, vamos como si pudiera.

Exasperada, ella dijo.

-¡Por Dios! No tengo nada contagioso. Al menos ahora no.-añadió ella, esperando subirle el ánimo.

-Quédate calladita. Y pégate en la esquina más alejada. Ahora.

-¡Y un cuerno lo voy hacer!-Ella se dio vuelta hacia la voz.-. Mira, porque tú seas una persona antisocial no significa que yo…

No.-esta vez su voz no tenía ese tono agradable de barítono. Más bien sonó como un gruñido, como si él hubiera arrancado a la fuerza la palabra a través de sus dientes.- No te me acerques. Mantente lejos. Cuando te mueves, lo haces alrededor de las corrientes de aire y capturo más de tu olor.

-Y eso es malo, ¿verdad?

"Genial" pensó Bella. Estaba atrapada con un tío que se había saltado esta mañana la medicación." ¿Por qué no bajé por las escaleras?"

-No. No es malo.-Su voz, apagada en la oscuridad, era tan vibrante que ella podía sentirlo a lo largo de su columna.-. Es... extraordinario.

-Cielos, gracias.- dijo ella. "Evidentemente está loco, con voz atractiva o no." Ella no había tenido tiempo de ponerse perfume después ducharse. Él no podía oler ninguna maldita cosa, excepto tal vez el olorcillo persistente de su jabón Dial.- ¿Tiene un doctor especial al que le cuenta estas cosas? ¿Alguien a quien debería llamar cuándo salgamos de aquí?

Él soltó una carcajada.

-No estoy loco. Aunque, no me sorprende de que hayas sacado esa conclusión. ¿Cómo te llamas?

-Hermione Granger

Él se rió entre dientes suavemente.

-¿Qué daño podría hacer el que me diga su verdadero nombre?

-Bien, pero sólo si promete no enloquecerse. Más de lo que ya estás, quiero decir. Soy Isabella Swan, pero todos me dicen Bella.-"Hay un millón de Swan en el área de San Pablo" se consoló ella, así que si fuera un asesino múltiple él probablemente no podría detectarla cuando esto hubiera terminado.- Ahora recuerde, prometió...

—En realidad no he hecho ninguna. Y tampoco hubiera servido. -Él suspiró, un sonido perdido en la oscuridad. Absurdamente, ella lo compadeció, este extraño y loco perdido hablaba de una manera rara y con la voz más sexy que había oído alguna vez.-. Huele maravillosamente.

-No empecemos otra vez con eso.-le advirtió.

-La luna está llegando. Puedo sentirla. -Ella oyó que él tragaba con fuerza.- No hay mucho tiempo.

-Muchacho, has acertado en eso. -Ella extendió sus brazos hacia delante, palpando en la oscuridad, luego avanzó y golpeó violentamente la puerta del ascensor—. ¡Hola!—gritó ella—. ¿Hay alguien ahí arriba? ¡Una agradable muchacha y un lunático delirante están atrapados aquí!

—Estás ovulando.-dijo él directamente en su oído, y ella se encogió y se alejó de él, tan fuerte que saltó a la pared más lejana y se habría caído si él no la hubiera agarrado. Incluso en su sorpresa, ella era consciente de la fuerza de su mano, de su olor, un olor crujiente, limpia y completamente masculina que le gustó muchísimo, a pesar de su repentino miedo.

—Usted.-Su boca estaba seca; ella tragó para forzar la humedad y terminó su discurso enfático—. ¡Casi me mata del susto! No se acerque tan sigilosamente a mí, por el amor de… y puede soltarme, también. —Ella arrancó su brazo de su apretón, su corazón palpitando tan fuerte que estaba segura de que él podría oírlo. ¿Y qué era eso tan absurdo que había dicho? Si, él realmente había dicho…

—Es demasiado tarde. Estás ovulando —dijo él, su voz era un estruendo bajo en la oscuridad—. Estás... en celo, para decirlo un poco más toscamente. Y estoy demasiado cerca de mi cambio.

—Entonces vacíe sus bolsillos —dijo ella groseramente—. Suelte su cambio.

—No quieres que yo haga eso —dijo él suavemente—. Ah, no.

Ella supuso que a algunas mujeres les entraría el pánico a la vuelta de los acontecimientos, pero este bicho raro con esa voz atractiva y manos fuertes no tenía ni idea con quién trataba. Ella tenía cinturón negro en karate, podía perforar una moneda de diez centavos a 45 metros, y había mandado una vez a un aspirante a atracador al hospital con las costillas rotas. Si este tipo intentaba algo con ella, iba a tener un día muy malo.

—Mire, siento que se esté sintiendo... uh... indispuesto, pero si permanece tranquilo, ellos nos sacarán de aquí en un mome...

Con aquella misma brusquedad espantosa, su mano estaba detrás de su cuello, inclinando su cara, y ella podía sentir su boca cerca de su frente, oyó que él inhalaba profundamente.

—Estás en celo—murmuró él en su oído—, y la luna está subiendo. —Él inhaló otra vez, ávidamente. Congelada por sus acciones, ella esperó sus siguientes palabras—. Lo siento mucho.

Entonces su boca estaba sobre la suya. Presionada contra la pared del ascensor, ella podía sentir su larga longitud contra su cuerpo, podía sentir sus manos sobre ella, podía oír su agonía. Ella tenía la absurda idea de que él se revolcaba en su olor, enorgulleciéndose de ello. Y estaba absurdamente cerca de relajarse entre sus brazos, cerca de devolverle los besos. En cambio, moviéndose en contra de los deseos de su cerebro, sus manos se movieron con dificultad apretándose contra su pecho, con fuerza, pero era como tratar de mover un árbol.

—Oh, Cristo —gimió él en su pelo.

—No.

—Lo siento.

—…deténgase...

—Lo siento mucho.

—…antes de que yo rompa su...

— ¿Cree en hombres lobo?

—… grandísimo estúpido… ¿qué?

—Soy un hombre lobo. Y mi cambio está muy cerca. Por otra parte podría ser capaz de… pero la luna está demasiado cerca. Y usted también.

— ¿De qué estás hablando? —gritó ella.

—Estoy tratando de explicarte. Por qué esto va a... por qué esto debe pasar. No tengas miedo.

No tengo miedo. —siseó ella empujando sobre su pecho otra vez. Está vez surtió efecto. O él retrocedió.

—Eres una mentirosa. —Raro, como él podía hacer que sonara como un cariño—. Puedo oler tu miedo.

—No estoy segura de como decirte esto —dijo ella a través de los dientes—, pero no tengo miedo de ningún hombre.Y no huelo

—No tienes miedo. Estás preocupada, entonces —clamó él—. No te culpo ni un poco. Si yo estuviera atrapado en una caja a 30 metros de la tierra con un hombre lobo en el momento de su cambio, me volvería completamente loco.

—Sobre la fijación con los hombres lobo —dijo ella, esforzándose por poner una nota de humor… siempre tenía una necesidad perversa de aligerar cualquier seriedad—. Admito que esto me preocupa un poco. Quizás hay un grupo de apoyo que puede ayudarte. «Hombres-que-aman-a-los-hombres-lobos-y-las-mujeres-atrapadas-en-un-ascensor-con-ellos».

Él se rió, una sonrisita ronca.

— ¿Podría haber esperado otro momento para tener su colapso nervioso? —se quejó ella, complacida de que esto lo divirtiera. Si pudiera mantenerlo distraído, fuera de equilibrio, tal vez la electricidad volvería y ella podría…

Entonces ella sintió sus manos sobre sus brazos, suavemente tirándola hacia adelante.

—Lo siento —dijo él, su voz pesada con la pena. Otra vez, ella agarró su olor agradable, completamente masculino, y otra vez ella luchó contra la involuntaria atracción. Serena no planeaba dejarle hacer nada por lo que se debería disculpar. Ella respiró hondo y se dispuso a golpearlo, a alejarlo, con toda su fuerza. Un golpe que lo aturdiera, y, si ella lo asestara en el puente de la nariz, sería un golpe mortal. Ella deseó darle en la frente o en la mejilla. Ella no quería matar al lunático. Ese era su pensamiento cuando ella golpeó su mano en su barbilla y lo sintió mecerse hacia atrás con el golpe.

—Ouch —él dijo suavemente

Ella sintió su boca abrirse con la sorpresa. ¡Ella lo había golpeado, sabía que lo había golpeado! Su mano estaba entumecida por la fuerza. Él debería estar inconsciente, o al menos gimiendo en el suelo.

—Eso fue un buen golpe —siguió él, como si estuviera comentando sobre una bebida y no sobre un golpe que le había tomado cuatro meses aprender—. Has tenido entrenamiento.

—Estás loco —susurró ella. O ella lo estaba. ¿Podría ser verdad? ¿Él tenía el ridículo pensamiento que era un hombre lobo? Ella se compadeció de él en la oscuridad, segura que él estaba sangrando, y sus dedos encontraron su mejilla lisa. Ella sacudió su mano lejos. —. ¿Está completamente loco, lo sabía?

—No. —Ella lo sintió pasar cerca de ella y le lanzó otro golpe, no más bromas… y su puño golpeó en su palma abierta.

Él había bloqueado su golpe. En sí mismo, era casi imposible a menos que él fuera también cinturón negro. ¿Y cuáles eran las posibilidades de estar atrapada en un ascensor en la Torre Wyndham con un hombre loco que era también cinturón negro? Más inquietante todavía, él había visto su golpe venir. Mientras que ella no podía ver su mano delante de su cara.

Ella sintió sus dedos enredarse alrededor de su pequeño puño, sintió su pulgar acariciando el nudillo de su primer dedo. Sus rodillas querían temblar, ya sea por el miedo repentino, o por la sensación que sus dedos calientes estaban provocando.

—Valerosa Bella Swan —murmuró él, su voz tan baja que sonaba como terciopelo rasgado—. Qué pena que no esperaste el siguiente ascensor.

Entonces él con habilidad levantó sus piernas y ella cayó… pero él caía con ella para amortiguar su caída y en un instante estuvo sobre ella, su boca en su garganta, sus manos ocupadas en su blusa. Ella chilló de cólera y consternación, golpeando sin cesar sus hombros, su pecho y su cara, él recibió los golpes sin desalentarse de su tarea. Ella oyó un rasgón cuando él rasgó su blusa, tiró su sujetador... entonces sintió el shock inundaba todo su cuerpo cuando su caliente boca se cerró sobre su pezón.

Ella trató de sacárselo de arriba pero él la fijó fácilmente con una mano en sus hombros, mientras con la otra rasgaba su ropa.

—Lo siento —gemía él contra su pecho—, no tengas miedo, no te haré daño... oh, Dios, tu olor me está enloqueciendo. —Esto último terminó en un gruñido, un estruendo siniestro que llenó el oscuro ascensor.

Ella tomó aliento para que su grito se escuchara en todo el edificio… pero sollozó en cambio. Él era demasiado fuerte para ella, estaba golpeándolo y arañándolo y pateándolo y él apenas lo notaba. Esta... cosa que él pensaba hacer, iba a pasar realmente. A ella. Hija de una policía y un veterano de las Fuerzas Especiales, un hombre y una mujer generosos con sus enseñanzas, quiénes nunca quisieron que su hija fuera una estadística de asesinato o de una violación. Serena podría escoger una maniobra de defensa y dejar pasmado a la mayor parte de los hombres con un golpe. Pero no podía parar a este hombre de tomarla por la fuerza. No importaba el hecho de que su mente siguiera gritando que esto no le estaba pasando, que esto no estaba pasando, no estaba pasando, no pasaba. Si pasaba.

—No grites —le pidió él, y ella podía sentir sus manos temblar cuando él la apretó contra él—. Habremos terminado pronto. No dolerá. Siento tanto asustarte.

—Por favor no lo hagas —susurró ella, odiando la forma como sonaba, tan indefensa, tan asustada… pero incapaz de hacer algo sobre eso—. Por favor no hagas esto.

Él gimió otra vez y la apretó en un áspero abrazo.

—Tengo que hacerlo. No estoy apareado, no tengo ningún control sobre esto, justo como más tarde no tendré ningún control pero tú no me crees, entonces no hablaremos sobre eso. —Su voz estaba todavía tranquila, y ahora sus manos estaban bajo ella, acariciando su espalda, haciendo subir su pecho, y su boca quedó sepultada en su garganta, besando y lamiendo y hasta muy suavemente mordiendo.

Ella podía oír su respiración entrecortada en la oscuridad, oyó otro rasgón cuando su falda fue rasgada. Ella recordó y arremetió contra él otra vez, ciegamente, golpeándolo con fuerza, pero sin, aparentemente ningún efecto. Él destrozó su falda de lino como si fuera papel... ¡Cristo, él era fuerte! Pero sus manos en su carne desnuda eran suaves, casi lánguidas. Ellas estaban en todas partes, acariciando su piel, deslizándose a través de sus miembros, y ella sintió que sus pezones se endurecían tanto que era casi doloroso. Cuando sus labios tocaron uno ella casi lloró por el alivio, a pesar de ella empujaba contra sus hombros con toda su fuerza. Él frotó su mejilla contra el mismo pezón, su mejilla raspando a través del sensible brote, y sus dedos estaban apretados en puños para que ella no lo tocara con ternura. Ella no podía ceder ante él, no importa como…

¿Barba?

Él estaba recién afeitado hace dos minutos.

Ella empujó ese pensamiento lejos, con fuerza. Su lengua áspera pasó a través de sus pezones, una distracción bendita que la hizo querer gritar, la hizo desearlo, y ella odió desearlo. Ella trató de recordarse que este hombre la estaba violando, pero la única cosa que ella realmente podría entender era que él la hacía sentir como nadie antes lo había hecho. Ella no era ninguna extraña en el sexo, pero el único hombre con el que ella había intimado alguna vez había sido su novio de la universidad, y eso hacía casi tres años.

En un recodo de su mente, un estribillo constante:" esto no está pasando. Esto no es real. Hace diez minutos yo estaba camino a casa; ahora estoy teniendo sexo en la oscuridad con un extraño. Así que, esto es un sueño. No puede estar pasando, ergo no está pasando."

Ella se dio cuenta de que no lo había golpeado recientemente. Que ella ya no quería que él parara. Aquel pensamiento traidor solo la empujó a seguir pegándole en su cabeza, hasta que él agarró sus muñecas y las fijó encima de su cabeza con una mano.

—Suficiente —él dijo con voz ronca, y ella se asustó, preguntándose si él iba a golpearla—. No te culpo ni un poquito, pero... ya es suficiente, Bella

Él separó sus rodillas con las suyas, mantuvo sus manos fuera de su camino manteniéndolas encima de su cabeza, y se inclinó para besarla. Él se retiró bruscamente hacia atrás cuando ella intentó morderle. Él podía ver por lo visto en la oscuridad como un gato.

O un lobo.

Ella puso el pensamiento ridículo fuera de su mente tan rápidamente como pudo. Ese camino llevaba a la locura. Por ese camino estaba...

Su pulgar acariciaba el algodón suave de sus bragas. Y se movía más abajo. Sus pechos estaban presionados contra su pecho, sus rodillas estaban contra la alfombra, forzando a sus muslos a permanecer abiertos, y ahora sus malditos dedos estaban… estaban dentro de sus bragas. Su respiración era tan áspera en la oscuridad, casi jadeante, y ella podía sentir su cuerpo temblar con la tensión, podía oír sus dientes rasquetear juntos mientras él luchaba… ¿qué? Estaba claro que él estaba atrapado por la urgente lujuria, que quería meterse dentro de ella y empujar hasta que no pudiera moverse más, pero algo lo contenía. Y ahora sus dedos acariciaban delicadamente los labios rechonchos entre sus muslos, acariciando tan dulcemente y tiernamente... y luego su pulgar resbaló entre sus labios inferiores mientras su lengua empujó sus dientes y ella casi chilló, de tan intenso que fue su placer.

Él gimió en su boca y luego sus dedos apartaron sus pliegues rechonchos y su pulgar resbalaba dentro de ella y su lengua lamía, se lanzaba y ella sollozó de frustración y se apretó a él. Sus dedos bailaron a través de su carne resbaladiza, dulcemente acariciando, probando, oh tan suavemente frotando un círculo alrededor de su palpitante clítoris, un círculo que se hacía más pequeño y más pequeño... y luego su pulgar dentro de ella otra vez mientras su uña acariciaba su clítoris, y ella tembló con tanta fuerza que casi lo empuja a él lejos.

Él gruñó. El sonido no la asustó. Esto encendió su sangre, la hizo querer gruñir como respuesta, la hizo querer hundir sus dientes en su carne mientras su carne se hundía en ella otra vez... y otra vez... y otra vez...

Ella se dio cuenta débilmente que él no estaba gruñendo, él estaba diciendo su nombre, pero su voz era tan espesa y profunda que le costaba entenderlo.

— ¿Bella… dejo… tus manos… libres?

— ¡Sí! —ella gritó, salvaje por tocarlo, por sentir su carne contra la suya, por arrancar su ropa como él había rasgado la suya. Él liberó sus muñecas y en un segundo sus brazos estaban alrededor de él, presionándolo más cerca, ella estaba rasgando su camisa, frenética por sacarle la maldita tela y él la ayudaba y ahora su ropa no era la única en la ruina total, después de todo, lo que era la salsa para el ganso era la salsa para el hombre lobo, y…

Sus manos estaban bajo sus nalgas, levantándolas, y ella podía sentir esa larga, dura y caliente parte suya acercándose para entrar. Durante un instante, la razón la reclamó. ¿Realmente iba ella a hacer esto? ¿Esta locura? Ella no tenía ninguna protección y sin ello, en ese día y a esa edad, ella estaba tomando su vida en sus manos. ¿Y por qué cooperaba ella en su propia violación, por el amor de Dios?

—Espera… —dijo ella con una voz aguda, alta, pero él seguía avanzando, empujando en ella con fuerza y calor y su sentido común la abandonó; ella tiró su cabeza y gritó hasta que ella pensó que su garganta se reventaría, le gritó que nunca parara y de todos modos él llegó al orgasmo, esa longitud dura y caliente que la separaba, llenándola, y eso debería haberle hecho daño, debería, él era muy grande y ella no había conocido un amante durante años, pero su necesidad de él era tan grande como la de él por ella, y en vez de lastimarla, ella necesitaba más.

Cuando él estaba completamente dentro de ella, de alguna manera, él se obligó a sí mismo a detenerse; la apretó contra él y ella podía oír el martilleo furioso de su corazón. Sus manos detrás de su espalda eran puños duros y temblaba como si tuviera fiebre, y de todos modos él se detuvo. Cuando él se esforzó para pronunciar unas palabras ella apenas podía entenderlo.

—¿… Duele?

—No —jadeó ella, moviéndose contra él, su palpitante pene dentro de ella la volvía frenética—. No, no, por favor, por favor no puedes detenerte ahora no puedes, no puedes...

— ¿Eres…muy pequeña… seguro… que no duele?

—… no puedes, no puedes por favor no me hagas...

—No… estés… asustada… dime la verdad. —Él tomó un profundo y estremecedor aliento, sus puños todavía se apretaban bajo ella y, muy a la distancia, ella oyó la alfombra rasgándose—. Puedo tratar—… esperar… si tu…

— ¡Rogar, no me hagas rogar, por favor por favor por favor POR FAVOR!

Él salió de ella, pero antes de que tuviera tiempo para gemir su desilusión él se introdujo de golpe. Su boca cubrió la suya, su lengua acoplándose con la suya, mientras él la tomaba una y otra vez, mientras ellos hacían el amor tan ferozmente el ascensor tembló. Y encima de todo esto, más allá de todo esto, ella podría oír a alguien gritar con alegría ronca y débilmente se dio cuenta de que era ella quien hacía ese ruido.

Su orgasmo se cerró de golpe en ella como él, espasmos tan feroces que ella realmente podía sentir su útero contrayéndose. Él se puso rígido frente a la altura de su clímax, tiró su cabeza para atrás, y rugió al techo de puro triunfo animal.

Durante unos largos instantes, ella no pensó que podría moverse en algún tiempo. Ella podía oler el olor de su relación sexual, podía oír su respiración pesada, oír la suya. Su pulso con un ruido sordo en sus oídos y ella estaba húmeda por el sudor y... otras cosas.

Él se retiró y, sus manos frenéticamente palpaban sus miembros, su cuello.

— ¿Estás herida? —Él preguntó con voz ronca—. ¿Te hice daño?

—No —ella dijo cansadamente, lista para dormir durante una semana. Un año—. No, fue una violación sorprendentemente indolora.

Ella lo sintió estremecerse, y se preguntó a quién pensaba engañar. Esto podría haber sido violación el primer minuto, pero después de eso, ella había sido una participante impaciente. La vergüenza la hizo ruborizarse.

—Bella… Lo lamento mucho. No espero que lo entiendas. —Ella sintió su mano en su brazo y se agachó atrás, odiándose, odiándolo, y sobre todo, odiando el hecho de que ella quería volver a hacer todo esto otra vez, ahora mismo. Aquí mismo— Lo siento —dijo él otra vez, silenciosamente—. Mi pobre Bella. Fuiste tan valiente.

—No me llames así —gritó ella. Trató de juntar su blusa hecha trizas, podría haber tratado de vestirse con el confeti, que era igual—. No me llames de ninguna manera. No me hables en absoluto.

—Tenemos que sacarte de aquí —dijo él urgentemente, ignorando completamente su orden—. Y rápidamente. La luna está casi arriba.

—No comiences con eso otra vez —dijo ella.

—A fuera—refunfuñó el—. Tengo que sacarte. No estás segura aquí.

—Hermano, acertaste en eso. —Ella comenzó a levantarse y casi se cae para adelante; había pensado que sus ojos se habrían adaptado a la oscuridad ya, pero estaba todavía prácticamente ciega. Y agotada. Y —la cosa más estúpida que alguna vez había deseado— ella quería que él pusiera sus brazos alrededor de ella y prometiera que todo estaría bien.

¿Y si ella estaba atrapada aquí con él toda la noche? ¿Y si él decidía tomarla otra vez? ¿Podría rechazarlo? ¿Quería hacerlo?

Ella oyó que él se levantaba, oyó que él golpeaba experimentalmente en el techo del ascensor, luego oyó el gemido de metal cuando él de alguna manera forzó la escotilla cerrada con llave. Ella sacudió su cabeza por el sonido, asombrada por su fuerza. Él podría haber roto mi cuello, pensó quedamente. En cualquier momento que él hubiera querido.

— ¿Por qué diablos no hiciste eso hace veinte minutos?

Él agarró su cintura y la levantó... por la pequeña puerta secreta.

—Tenía otras cosas en mi mente —contestó él—. Como cuanto necesitaba tocarte.

—Bastardo.

—Sí —él dijo silenciosamente—. Pero ahora puedo pensar otra vez. Por un rato.

—No te alabes —masculló ella, con cautela poniéndose de rodillas encima del ascensor. Ella oyó que él se reía entre dientes bajo ella y luego repentinamente, asombrosamente él se puso en cuclillas al lado de ella en el techo. Pasó del suelo y por la trampilla en un giro, por lo visto. Era casi suficiente para hacerla preguntarse...

Pero era ridículo. ¡Esto era el siglo veintiuno, y no había tales cosas como hombres lobo, demonios!

— ¿Por qué hemos dejado la seguridad relativa del ascensor, para vacilar aquí fuera encima del ascensor, loco? —ella preguntó con un dulzor artificial.

—Planeo definitivamente enamorarme de ti —dijo él por causalidad, en un tono que podría haber usado para pedirle que cerrara la ventana—. Cualquier mujer en peligro mortal que puede hacer bromas a su atacante luego de haber sido aterrorizada definitivamente vale la pena tomar para aparearse. Sólo para que lo sepas.

—Guárdalo para tu audiencia de libertad condicional, amigo —dijo ella. Antes de que pudiera pensar en lo que el sistema judicial le haría con su bendición, ella oyó su sentencia de muerte: los cables de ascensor gimiendo de tensión. Ella tardíamente se dio cuenta de que estaba en más peligro que de sexo forzado esta tarde—. Oh, Dios —dijo ella, repentinamente aterrorizada. ¿Había pensado que estaba asustada cuándo Alto, Oscuro, y Caliente la había tomado contra su voluntad? Ella no sabía lo que era estar asustada—. Oh, Dios… ¿qué podemos hacer?

—Vivir —él dijo simplemente y, absurdamente, ella se confortó en eso. Ella lo haría, porque nunca la oscuridad la había aterrorizado más. Ella podía oír sus movimientos rápidos, oír sonidos vibrantes cuando las partes del cable cedían por la tensión, oír las puertas del ascensor a 60 cm por encima crujir cuando eran forzadas y abiertas.

— ¡Ten cuidado!—dijo ella bruscamente.

—Siempre —él dijo, y de repente sus manos estaban sobre ella otra vez, y ella se sintió fácilmente levantada y empujada. Ella extendió la mano y se agarró violentamente, y sintió la alfombra delante de ella. El edificio estaba tan oscuro como lo estaba el ascensor, pero ella podía decir que él la había sostenido, casi sobre su cabeza (nadie era tan fuerte) y la había empujado a través de las puertas del ascensor. En la pura oscuridad, no podía sentir a nadie más alrededor, que no estaba mal, considerando la ruina de su ropa. Ahora sus manos estaban en sus talones, y él empujó, con fuerza. Ella se desplegó a través de la alfombra como si fuera azulejo mojado, su frente entera calentándose por la fricción (él no estaba loco, él realmente era un hombre lobo).

Ella giró y avanzó lentamente hacia las puertas abiertas, andando a tientas por la caída.

— ¡Sal!—gritó ella en la oscuridad, oyendo el vibrante y agudo sonido de más cable partiéndose. — ¡Salta! ¡Rápido! ¡Tú puedes hacerlo, bicho raro!

— ¡Quédate atrás de las puertas! —él dijo bruscamente—. No puedes ver nada, te caerás seguramente. Permanece…

Ella se obsesionaría con eso durante semanas, que sus últimas palabras fueran advertencias para ella. Porque en aquel momento, el cable principal se partió y el ascensor cayó como plomo cinco pisos hacia el sótano.

Su violador se había vuelto su salvador. Y había pagado el precio con su vida. Ella debería sentirse aliviada. Y se sentía aliviada. Tan aliviada que bajo su cara a la alfombra polvorienta y sollozó como si su corazón se hubiera roto.

¿Os gusta?

Esta historia le pertenece Mary Janice Davidson yo solo la adapto para estos personajes.

Espero vuestros reviews

XoXo

*Lynx*