ENTRE NUNCA Y JAMÁS

(Neverland)

No suelo ser creyente de los sueños proféticos ni nada parecido, pues en mis ensoñaciones más recurrentes siempre he tenido pesadillas. Hubo un tiempo en el pasado, donde odiaba cerrar los ojos porque cuando lograba partir a la dimensión desconocida de ese plano no explorado aún por el hombre, que es el sueño profundo, la oscuridad imperaba a mi alrededor, cambiando los colores del mundo real por tonalidades grises y rojas. Si debí necesitar un psicólogo no lo sé, pero lo que sí puedo decir es que durante muchos años dormí con un gato a mi costado para espantar tan infernales pesadillas.

Pero anoche fue diferente, anoche me vi rodeada de miles de flores, de miles de colores, fue un sueño muy placentero a decir verdad. Los tonos que imperaban en mi mundo fantasioso, eran amarillos, pareciera un campo o quizá un invernadero, donde cientos o miles de flores de color leonado se hallaban frescas y bellas para mi deleite personal. Igual sabía que era un sueño, pues de algún modo yo caminaba sobre las flores sin hacerles ningún daño, era como si flotara sobre ellas, pues estaba buscando una flor en especial. Todas eran hermosas, pero yo buscaba una especie única en su tipo.

¿Pero cual tipo? Me preguntaba en mi sueño, mas yo sabía que al verla la reconocería como la más bella de todas, la que yo quería para mí. Seguí buscando entonces, maravillada por ese hermoso espectáculo de colores y olores, que lejos de asustarme me tranquilizaba. Hasta que finalmente di con ella. Me detuve un momento para contemplarla, ahí entre las otras, resaltaba por su diferencia, por su belleza, por su color y su olor, pero sobre todo, por su retoño. Sí, la flor que tanto buscaba aún era un capullo, una bella planta de color violeta que inesperadamente retoñó ante mis ojos. Sonreí complacida, no sólo estaba orgullosa de que mi búsqueda haya tenido su recompensa, sino también por la oportunidad de ver frente a mis ojos, el cómo ella abrió sus pétalos para mí, indicándome de esa manera que ella era mía.

No era yo la única en ese jardín de flores, a mi lado una persona buscaba la suya también, escogiendo no muy lejos de donde yo estaba, una para sí. Cogí la flor entonces, mientras mi acompañante igual hacía lo mismo con la suya; la contemplé largamente, feliz por tenerla entre mis manos para ser luego interrumpida por la voz de aquel personaje. Con voz melódica, me preguntó si esa flor no se sentiría menos sola con otra a su lado. Le miré a la cara pero ignoro quién era aquella persona, pues su rostro se encontraba borroso, mas tampoco le presté importancia, después de todo esto era un sueño. Entonces la difusa figura me mostró que, no muy lejos de donde había cortado mi bella flor, se encontraban unos claveles rojos. Escogí el menos bonito, curiosamente, uno ya más maduro y me tomé mi tiempo para contemplarles juntos. Sabía que ese clavel no opacaría nunca la belleza de mi pequeña, nadie lo haría, nunca jamás.

Capítulo 15.

- "¡Yo Kuga, estoy en casa!" - Interrumpió mi momento de inspiración, un desagradable y abominable ser a la puerta del hogar.

- "¡Voy!" - Cerré la laptop y acudí a su llamado - "¿Qué tal el trabajo?" - Pregunté mientras bajaba por las escaleras.

- "Asqueroso como siempre" - Se quitó los zapatos en la entrada de la casa en lo que me dirigía a la cocina a calentarle la comida - "La educación cada vez está peor, estos pequeños son terribles"

- "No te quejes Yuuichi, cuando menos son niños sin tanta malicia"

- "Oh no te creas, que con estos videojuegos tan violentos los niños ahora son unos psicópatas en potencia" - Ándale - "¿Y la niña?"

- "Tuvo actividad en el colegio" - Abrí la cacerola y probé el guisado, asqueroso por cierto - "Debe estar aquí en un rato más"

- "¿Estás loca?"

- "¿Y ahora?" - Ya se histerizó, qué horror.

- "¡Cómo puedes permitir que una niña de siete años venga sola a la casa!"

- "Relájate papá, no viene sola, Hikari la va a pasar a buscar al cole y la trae a la casa" - Aporreé la mesa de la cocina - "Siéntate a comer, tengo clases más tarde"

- "¿Hikari?" - Frunció el ceño - "¿Tu ex-alumna?"

- "Come Yuuichi" - Se sentó malhumorado - "Hikari está haciendo sus prácticas en la escuela de Yomi-chan" - Le serví un vaso de sake para que calmara su paranoia - "Me la encontré un día en una junta de padres de familia" - Aquí le di un zape - "Por cierto, deja de decir que..."

- "Buenas tardes Kuga-sensei" - Se escuchó en la puerta de la casa.

- "Es ella" - Sonreí con picardía - "¿Ves que no hay nada qué temer?"

- "Pronto entrará el invierno, ábreles la puerta, no quiero que mi Yomi se enferme por tu culpa"

- "Claro papá" - Este tipo - "Adelante Hikari, Yomi-chan bienvenidas a casa" - Saludé a las recién llegadas.

- "Estoy en casa mamá" - Respondió con su voz infantil la pequeña del hogar.

- "Ya, ya, ya; vete a lavar para que comas con tu padre" - Ordené mientras le quitaba el abrigo que seguro el idiota de Yuuichi le obligó a usar en pleno verano.

- "Con permiso" - Con educación la chiquilla se dirigió al baño para asearse, en lo que yo le indicaba a Hikari que entrara.

- "¿Tienes hambre?" - Convidé a la recién llegada a sentarse a la mesa con la familia - "A Yuuichi no le molestará la compañía femenina joven" - Desde aquí escuché el cómo escupió su sake a la mesa.

- "Sensei, no quiero molestar"

- "No molestas, vamos" - Caminamos hacia la mesa y cuando se sentó le serví una taza de té.

- "Buenas tardes" - Saludó Yuuichi - "Entiendo que tú estás en el colegio de Yomi-chan.

- "Sí" - Sorbió nerviosa su té - "Realizo mis prácticas profesionales"

- "¿Música?" - Negó con la cabeza y respondió.

- "Psicología"

- "Ah" - Se rascó la barbilla sorprendido - "Como Natsuki te dio clases de piano yo creí..."

- "Ah no" - Rió nerviosa - "Eso fue porque quería impresionar a alguien" - Tate sonrió con complicidad en este punto.

- "¿Y funcionó?"

- "No" - Se rascó la cabeza nerviosa - "A ella le gustaba más la guitarra" - Pero dándose cuenta de su resbalón, se tapó la boca avergonzada mientras Tate se aguantaba la risa.

- "Ten consideración Yuuichi" - Le jalé la oreja - "La mujer trajo a tu pequeña sana y salva"

- "No me regañes" - Protestó - "Es sólo que me llamó la atención, es todo"

- "Sensei, ¿la vas a ver?" - Me preguntó esperanzada mi joven pupila.

- "Sí, iré a la universidad en una hora para poner exámenes" - Miré hacia el reloj de la cocina - "Por cierto creo que se me está haciendo tarde y el decano nos citó a una junta importante"

- "¿A quién vas a ver?" - Preguntó el entrometido de Tate, pero en ese momento Yomi se sentó a la mesa.

- "¿Puedes atenderla?" - Le pregunté al rubio - "Debo irme ya"

- "Creo que sé cómo lidiar con niños"

- "Perfecto" - Acaricié su cabeza y le indiqué a Hikari que me siguiera - "Creo que yo también sé lidiar con ellos"

- "¡Hey!" - Torció la boca en protesta - "¡No soy un niño!"

- "Pero cómo te gusta hacerlos" - Bromeé y con la misma me dirigí a la puerta con Hikari a mis espaldas - "Nos vemos en la noche"

- "No te tardes" - Respondió apenado - "Hoy es noche de box"

- "Cierto" - Exclamé emocionada - "Tenemos una cita entonces" - Le guiñé el ojo, cogí mis llaves y me fui.

Me excusé con Hikari de no poder acercarla a su casa, pero al menos la llevé al paradero de autobús más cercano para que no caminara sola por las oscuras calles del barrio de Osaka. A pesar de sus protestas, conseguí persuadirla para que acepte mi aventón a cambio del favor de llevarme a la casa a la pequeña Yomi. Manejé en perfecto silencio, hasta que encendí la radio del auto, una emisora que se transmitía a nivel nacional con una voz que conocía desde años atrás. Sí. El programa vespertino de Temis-sama, quien sin duda se había consolidado como uno de los personajes más emblemáticos de la NHK.

- "¿Crees en eso, Kuga-sensei?"

- "No pero me entretiene" - Sonreí para mis adentros - "¿Y tú?"

- "Fuera de las tonterías esotéricas, Temis-sama tiene un buen programa" - Yo pienso igual - "¿Serán ciertos los rumores?"

- "¿Cuales?" - ¿Que le gustan las menores? Sí.

- "Nada" - Bajó la cabeza - "¿Sensei?"

- "Ya" - Detuve el auto al llegar al paradero - "Le daré tus saludos"

- "Gracias"

- "Deberías decirle"

- "Nos hemos distanciado un poco" - Respondió pensativa - "La universidad y eso"

- "Igual y un día podrías pasar por ahí y saludarla"

- "Lo pensaré" - Salió del automóvil - "Gracias sensei"

Yohko me acompañó todo el camino a Osaka daigaku, la universidad donde imparto cátedra en la materia de ingeniería química. Sabía que esa especialización me serviría de algo, puesto que en esta universidad no existe la facultad de agricultura, aún así, pude colarme para impartir con un cupo completo a la semana. Por supuesto que no fue sencillo, tuve que picar piedra al inicio, para empezar romper el hielo con los osaquenses, cuyo dialecto es por demás tequioso y molesto. Tan molesto como Tate, pero si pude lidiar con el rubio, podría lidiar con los casi diez millones de habitantes restantes también.

Fueron tiempos difíciles, pero gracias al rubio y a su familia pude superarlos; ellos fueron un buen apoyo y confieso que en aquellos días yo no estaba nada bien. No encontraba ni mi esquina y sencillamente no sabía qué hacer con mi vida. Afortunadamente una vez que las aguas alcanzaron su nivel, pude pararme y seguir mi camino. Ahora me dedico en cuerpo y alma a lo que hago, le dedico algo de mi tiempo a Tate y a Yomi y lo demás simplemente lo dejo fluir. La vida pasa, pero de momento no estoy interesada en buscar problemas, sino tan sólo mi tranquilidad.

- "Buenas tardes sensei" - Saludaron mis alumnos con cierto temor y simpatía, pues en mis manos se encontraban sus exámenes.

- "Buenas tardes" - Respondí con cortesía - "Karime-san" - Me dirigí a la jefa de grupo - "Ayúdeme a repartir esta serie"

- "Sí sensei" - Solícita como de costumbre, mi estudiante realizó la enmienda encomendada dándome tiempo de ajustar mi cronómetro.

- "Es una prueba sencilla, tienen una hora y retiro los exámenes" - Esto causó una serie de abucheos de inconformidad entre la clase - "Jóvenes calma, son tres preguntas fáciles de resolver" - Expliqué - "Además todos los maestros tenemos junta con el decano, no puedo esperar más tiempo"

Una vez terminado de decir esto, las agujas del reloj comenzaron a correr, marcando así que en sesenta minutos se les terminaría el tiempo y recogería sus pruebas. En lo que esto ocurría, decidí pasearme en los alrededores del salón, haciéndome de la vista gorda cuando alguno le pasaba las respuestas a su compañero en un papel, en un borrador, en una calculadora y por qué no, hasta verbalmente. Miré hacia la ventanilla que daba a una de las canchas del campus, donde algunos estudiantes practicaban mi deporte favorito. ¿Cuál más? El rey de los deportes, el béisbol. Por cierto, estamos en temporada y creo sin temor a equivocarme, que los Giants de Yomiuri vienen a retar a los Tigres de Hanshin, el equipo local de Osaka.

Me pregunto si conseguiré que Tate me acompañe al juego, aunque lo dudo. Ese fulano ya está viejo y entre sus alumnos, sus actividades escolares, su hija y sus pagos; no creo que tenga humor para acompañarme a un sólo juego de la temporada. Qué lástima. Mientras mis cavilaciones me llevan a pensamientos ociosos, mi rostro permanece sereno e impávido, donde mis alumnos nunca sabrán que su maestra ni siquiera les está prestando el más mínimo de atención. En realidad estoy contemplando mi reflejo en la ventana del salón; a mis casi treinta y tres años, se ve con claridad la imagen de una mujer madura. Mis rasgos cada vez más parecidos a los de mamá, si a eso le sumamos mis lentes para la miopía endemoniada que tengo, casi soy su viva imagen.

Los días donde llorara como una niña su ausencia pareciera que los he dejado muy atrás, aunque debo confesar que a veces una lágrima traicionera se me escapa nuevamente. La extraño y me hace falta, pero afortunadamente todo pasa y hoy puedo decir que estoy muy orgullosa de haber tenido una madre como ella. De igual forma, sé que Saeko también donde quiera que esté, siente lo mismo por mí. Pero dejemos los pensamientos funestos para otra ocasión, que hoy, estamos de fiesta.

- "Joven Yoshida, ¿está seguro que esa es la respuesta correcta?" - Le he metido miedo al soplón de la clase, pues si cree que no me di cuenta que le ha pasado su examen como a cinco de sus compañeros, es que no conoce a Kuga Natsuki.

- "¡Sensei!" - Pegó un brinco del susto, mientras que sus camaradas, palidecieron de terror. Sí. Amo mi trabajo.

- "Cinco minutos más" - Reí para mis adentros, pues torturarlos es al menos un consuelo al tener un sueldo de porquería y mucho trabajo - "Bien, denme sus pruebas"

Uno a uno fueron pasando a mi escritorio para dejarme sus papeletas, en sus rostros podías ver desde apatía hasta total consternación. Igual era un parcial, si les iba mal tendrían chance de recuperarse en el próximo. Todos salieron del salón excepto la jefa de grupo, quien se dedicó a acomodar las sillas del aula y a ponerle seguro a las ventanas antes de salir de ahí.

- "Tú siempre tan diligente"

- "Es mi responsabilidad"

- "Ya veo" - Miré su examen - "¿No estudiaste verdad?"

- "Leí un poco en el descanso" - Me miró preocupada - "¿Así de mal?"

- "No" - Sonreí - "Regular"

- "Kuga perversa" - Aquí ambas nos echamos a reír - "¿Vas al salón de maestros?"

- "Sí" - Abrí la puerta del salón - "Dejaré las pruebas en mi escritorio y ahí me deben estar esperando los demás para la dichosa junta"

- "Ah ya" - Me miró inquieta.

- "¿Ocurre algo?"

- "Escribí un poema anoche" - Enarqué la ceja - "Me gustaría que lo leyeras"

- "Claro, mándalo a mi correo" - Me miró con felicidad - "Aunque ya te dije que no te fíes mucho de mi juicio, sólo escribo por mero pasatiempo"

- "Igual me gusta lo que sensei hace"

- "Ya" - Esta niña - "Nos vemos mañana Karime-san"

- "Hasta mañana, Kuga-sensei"

Pareciera como si yo tuviera un imán para las menores o un atractivo hacia mis kouhai, como Yohko solía decir años atrás, pero no es eso. Al menos con mi alumna no va la cosa de esa manera. Lo que pasa es que en estos últimos años me la he dedicado a subir por internet todas las historias que he vivido, que he sabido o que se me han ocurrido, en una página para aficionados a la ficción. Me di de alta con un nombre falso, naturalmente para esconder mi identidad de los demás, esto fue porque no quería que nadie supiera de esta afición mía a la escritura. Teniendo el carácter que yo tengo, es difícil pensar que una mujer como yo sea esa otra personalidad de la red, la cual es mucho más sensible y mucho más humana.

Pocas personas saben de mi pasión secreta, Karime-san es una de ellas. Se enteró por casualidad, creo que fue el año pasado, en un examen precisamente. En lo que ellos hacían cálculos moleculares, yo me entretuve con mi laptop en el escritorio, sin darme cuenta de que mi astuta y silenciosa alumna, se encontraba a mis espaldas leyendo atentamente lo que ponía en el monitor. Cuando alcé la vista era muy tarde, ella lo vio todo, pero no dijo nada, al menos no en ese momento. Meses después me escribió a mi correo de la página con su nick de la cuenta, revelándome de esa manera, que ella era una de mis seguidoras. ¿Qué pequeño es el mundo no?

Karime a veces me recuerda un poco a mí, pues posee una personalidad muy contrastante. Es aparentemente, una chica rebelde que no le presta atención a nada, pero en más de una ocasión le he visto esa tendencia a ser extremadamente responsable en lo que hace. Aparte está el hecho de que gusta de la lectura tanto como yo, lo cual nos une un poco. Ah, pero no hay que confundir que ella es y será siempre mi alumna, nada más. Además es el objeto del deseo de una buena amiga mía.

- "Kuga-sensei, sólo usted faltaba" - Intentó carajearme el decano a mi entrada tardía a la cita.

- "¿En serio?" - Me mofé - "Y yo que pensaba entrar diez minutos después, digo, me encantan las juntas de improviso y cuando tengo exámenes que poner"

- "Siéntese por favor Kuga-sensei" - Su vena casi le estalla pero a estas alturas el hombre ha aprendido a ignorar mi sarcasmo.

- "¿Dónde quedó tu respeto?" - Susurró entre risas una voz femenina a mis espaldas.

- "Es que me encabrona que me esté jodiendo este ojete"

- "Miss Steinberg, Kuga-sensei, pongan atención por favor" - Nos regañó el decano.

- "Sí" - Respondimos como niñas mientras nos aguantábamos la risa.

- "Debo informarles que debido a un cambio administrativo de la mesa directiva, tendremos nuevo presidente" - ¿Me voy a perder del box por esto? ¡A mí qué más me da! - "Por favor Fujino-sama, adelante"

- "Oye, ¿ya viste a esa chica?" - Susurró a mi oído mi buena amiga, la maestra de lenguas extranjeras de la universidad - "Nos han puesto a una cría como jefa"

Fujino Viola, para presidente. Joder. Tantos años huyendo de mi pasado como para tenerlo ahora enfrente, hablando como toda una diplomática, ejerciendo su poder como alta directiva y por si fuera poco, convertida en mi jefa. De alguna u otra manera estoy entendiendo que la de abajo, siempre he de ser yo. Al menos eso es lo que la vida me está restregando a la cara con descaro. Pero bien tener a Viola de cara al frente de nueva cuenta, no ha sido una experiencia del todo desagradable. En los días en donde solíamos cortejarnos la una a la otra, siempre me preguntaba qué clase de mujer sería a la madurez. Hoy he tenido mi respuesta. Si ella era hermosa cuando la conocí, ahora, a sus veintisiete años está muy buena.

Con el hermoso kiotoben en sus labios que definitivamente, es mucho más agradable que el dialecto de estos majaderos osaquenses, su discurso de presentación me pareció equiparable a una refrescante mañana de primavera. Era definitivamente, un oasis en el desierto, pues en todo este tiempo mis ojos no han visto mujer más bella que ella. Así que tenerla aquí, parada, pretendiendo como que nunca en su vida me ha visto, es algo que aunque duele, me alegra mucho.

En cuanto la mujer terminó con su presentación, nos pidió uno a uno que nos introdujéramos para que pudiera conocernos a todos. Así fue como el personal completo de la facultad de Ciencias de la Ingeniería, se presentó ante la nueva cabeza de la universidad de Osaka. Aplausos por favor. Oh, es mi turno.

- "Kuga Natsuki, ingeniera agrónoma, imparto las materias de ingeniería química y laboratorio" - Le miré a los ojos - "Fujino-sama un placer" - Poder verte a los ojos nuevamente.

- "Gracias Kuga-sensei" - Respondió con frialdad pero algo en su voz le delató, algo que hizo que mi sonrisa fuera más ancha todavía.

Si piensan que hubo un reencuentro de esos como los libros pasionales, se equivocaron, muy a mi pesar en cuanto la sesión terminó, todos nos marchamos y Viola no hizo el menor intento por contactarme. Igual y la comprendo, aunque algo en el fondo de mi corazón esperaba que lo hiciera. Lejos de aquello, llegué a casa, donde Tate me esperaba con una cerveza en la mano, sentado al sillón y viendo la tele. Con su mano me indicó que me sentara a su lado y cuando lo hice me convidó de su cerveza en lo que veíamos el box.

- "¿Mal día no?" - Preguntó sin apartar la vista del aparato.

- "Han habido peores" - Mentí, pero igual mis pensamientos serán algo que siempre mantendré ocultos de los demás.

- "Papá no puedo domir" - Se apareció de repente la pequeña Yomi con su cobija en la mano.

- "¿Qué pasa princesa, tienes pesadillas?" - Se incorporó Tate con rumbo a donde ella se encontraba - "Voy a acostarla, ¿te quedas?"

- "Subiré en un rato más"

- "De acuerdo"

En realidad estaba cansada, tenía mucho sueño, el día había sido realmente exhaustivo, pero tantas cosas sucedieran que sabía perfectamente que, en cuanto cerrara los ojos, la penumbra de la noche me traería recuerdos de un pasado que no quiero revivir ahora. Tomé un trago de cerveza saboreando el amargo licor que entumecía mi lengua, esperando que de alguna manera mi mente también resintiera el efecto y así poder conciliar el sueño, una noche más.

()()()

Como el preámbulo de una serie de acontecimientos que se avecinaban, pasé la noche entera ensimismada en reflexiones que no me llevaron a ningún lado. Por un lado estaba el hecho de que no podía conciliar el sueño, de ahí comencé un autoanálisis del por qué se estaba dando este fenómeno, para finalmente llegar a la misma conclusión de siempre. No duermes porque hay demasiado espacio en la cama.

- "¡Por favor, por favor, por favor!" - Unos gritos infantiles amenizaron mi mañana un día de tantos.

- "Dije que no"

- "Pero..."

- "Tengo que entregar calificaciones en la universidad, no puedo llevar a Yomi conmigo" - Me crucé de brazos - "¿No puede tu mamá cuidarla?"

- "Mamá está fuera de la ciudad, ninguna de mis hermanas me habla porque a todas les debo dinero" - Me sorprende que no te hayan demandado - "Sólo será esta tarde, te prometo que te compensaré por ello"

- "¡No quisiste acompañarme a un sólo juego de béisbol y sí tengo que consecuentar tu parranda!"

- "No es una parranda" - Bufó el rubio - "Es una fiesta de maestros"

- "La misma cosa"

- "Oye" - Se puso de rodillas el zoquete - "Haré lo que sea para retribuirte el favor"

- "Muy bien Yuuichi" - Lo miré con frialdad - "Luego no vayas a llorar"

- "Eres la mejor"

Y esa fue la forma en la que terminé con Yomi-chan andando conmigo por todo el campus. No es la primera vez que se me ve en la facultad con la hija de Tate deambulando por los pasillos y salones del edificio, mas sin embargo siempre me ha incomodado esta situación. En fin, que por ahora no hay más remedio que torear los rumores que esto conlleva, al menos por un tiempo más.

- "Buenas tardes sensei" - Saludó mi alumna Karime-san, quien recién entraba al salón de maestros - "Oh" - Exclamó al notar la pequeña presencia de Yomi-chan en la sala - "¿Quién podrá ser esta pequeñita?"

- "Yomi" - Respondió con timidez.

- "¿Es su hija Kuga-sensei?"

- "En realidad..."

- "Ara" - Carajo, qué hace aquí - "Kuga-han, no tenía idea de que estuviera casada"

- "No lo estoy" - Respondí con brusquedad, a lo que Viola sólo me miró con incredulidad.

- "Ya" - En ese momento, el decano entró al salón de maestros y los dos se fueron a la oficina del hombre para hablar en privado.

- "¿Quién era ella?" - Preguntó Karime - "Nunca antes la había visto por aquí"

- "Sustituye a Hirano-san"

- "¿El Presidente?" - Asentí con la cabeza - "Vaya" - Se echó el cabello detrás de los hombros - "Por un momento pensé que ustedes dos se conocían"

- "¿Qué te hizo pensar eso?" - Sonreí internamente ante su astucia, fingiendo total desinterés sobre el tema en lo que calificaba una prueba.

- "No lo sé" - Me miró con extrañeza - "Algo en su mirada en cuanto vio a la niña" - Yo no noté nada, pero en fin - "¿Entonces?"

- "Es hija de Tate" - Expliqué con sequedad - "Pero técnicamente yo la he criado, ¿no es así Yomi?"

- "Mamá tengo hambre"

- "Hay frituras grasosas en mi bolso, coge una"

- "¡Bien!" - Respondió con emoción y ante la mirada atónita de Karime.

- "¡Le estás dando chatarra a una niña!" - Me reclamó - "De ser tu hija no harías eso" - Hasta crees que no - "Natsuki"

- "Dime"

- "¿Leíste lo que te pedí?" - Preguntó nerviosa, a lo que no pude evitar esbozar una enorme sonrisa ante su timidez.

- "¿La carta de amor?"

- "¡No es una carta de amor!"

- "Si tú lo dices" - Bajé la vista de nuevo a las pruebas, que el tiempo pasaba rápido y yo no veía para cuando acabar con aquello.

- "Bueno" - Le dio la vuelta al escritorio nerviosa - "Es algo que se me ocurrió hace mucho tiempo, para una amiga"

- "¿En serio?" - Pregunté con el mismo interés que le pongo a alguien que dice algo que no me interesa.

- "Ella me gustaba mucho"

- "¿Y qué pasó?" - Cuestioné sin dejar de hacer mi labor.

- "Ella amaba a alguien más y nuestros caminos se separaron" - Mmm, esto ya lo oí antes - "La universidad y todo"

- "¿La has vuelto a ver?"

- "No" - Se sentó de golpe en la silla frente a mi escritorio del salón de maestros - "Me atrasé un poco en la escuela y ella ya debe haber terminado" - Alcé la mirada - "Ya te expliqué por qué no pude seguir estudiando Kuga"

- "Continúa" - Seguí con lo mío pero prestando algo de atención a su historia.

- "Es dos años menor que yo" - Ajá - "Solíamos pasar mucho tiempo juntas y..." - Nunca escuché la siguiente parte, pues fuimos abruptamente interrumpidas por una presencia siniestra.

- "Ara" - Ex al ataque - "¿Kuga-han sigues aquí?"

- "Aquí trabajo, ¿no?"

- "¿Y esta muchacha igual?" - Le vio tan feo que logró incomodarla un poco.

- "Kuga-sensei, creo que es mejor retirarme, no fue mi intención causarle problemas" - Se excusó y se dio la media vuelta.

- "Karime" - Le llamé por su primer nombre, cosa que no pareció agradarle a mi jefa para nada - "¿Te importaría llevar a Yomi-chan a comer algo?"

- "No sensei" - Respondió solícita.

- "Bien" - Sonreí complacida - "Yomi, ve con ella y pórtate bien"

- "Sí mamá" - Pegó un brinco del escritorio y se dirigió hacia Viola - "Mucho gusto" - Acto que le sorprendió a la susodicha que no pudo más que maravillarse ante los buenos modales de la niña.

- "Vamos Yomi-chan"

Karime-san le ofreció su mano a Yomi para que salieran de la oficina y nos dieran la tan ansiada privacidad a Viola y a mí. En cuanto ambas desaparecieron del campo de acción, saqué mi celular y le hablé a Hikari, a quien le pedí de favor que viniera al campus lo más pronto posible pues necesitaba de sus servicios como niñera. Viola no dijo nada después de eso, sólo se quedó mirándome con cierta suspicacia hasta que su curiosidad le ganó y me habló por vez primera desde que la nombraron Presidente.

- "Veo que te siguen gustando las mocosas"

- "No tanto" - Le miré a los ojos - "Soy una adulta responsable ahora"

- "¿En serio?" - Se rió con ironía - "¿Mamá?" - Aquí me contempló esperando alguna reacción de mi parte, aunque ignoro cual - "Esa niña no se te parece en nada"

- "Claro" - Miré la prueba en mis manos para proseguir con mi retrasada tarea - "No es mía"

- "¿La adoptaste?"

- "No" - Escribí una calificación al azar, que ya me había fastidiado de mi ardua labor - "Ellos me adoptaron a mí"

- "Ya"

- "Han pasado muchas cosas desde la última vez que nos vimos" - Proseguí inventando calificaciones - "¿Tomarías un café conmigo?" - Aunque Viola lo disimuló, casi se cae al piso a pesar de que estaba bien parada.

- "Odio el café" - Vociferó, que mi proposición no le cayó del todo bien.

- "Un té entonces" - Insistí con una sonrisa.

- "Olvídalo Kuga, tengo cosas que hacer" - Caminó con velocidad hacia la puerta y antes de que saliera le grité lo siguiente.

- "Mi ofrecimiento queda abierto para cuando quieras Viola-chan"

Mi jefa no respondió, simplemente aporreó la puerta con brusquedad indicándome así, que no quería nada conmigo. En el fondo de mi corazón, algo caliente circulaba y sonreí para mis adentros pensando lo siguiente. Sí, a mí también me dio mucho gusto poder cruzar al menos unas cuantas palabras con ella. Suspiré como colegiala y me revolví el cabello en lo que mordisqueaba mi pluma, que tenía mucho trabajo y pocas ganas de hacerlo. Fácil. Todos aprobados.

No sé cuánto tiempo transcurrió entre lo que entregaba calificaciones en la dirección y deambulaba por los pasillos de la facultad, pero supongo que fue mucho. Me apoyé en el barandal de uno de los pasillos cuando a la distancia divisé a Karime, quien entretenía como podía a una inquieta Yomi-chan que correteaba entre los árboles que flanqueaban la explanada de la universidad. En eso estaba cuando la voz de Hikari me hizo volver a la realidad.

- "Sensei"

- "Hola" - Saludé amistosa - "Creí que no llegarías"

- "El transporte en esta ciudad es malo" - Protestó - "¿Dónde está Yomi?"

- "Ahí" - Señalé hacia donde Karime se encontraba, ante la mirada atónita de Hikari.

- "¡Karime!" - Me miró con sorpresa - "¿Qué hace aquí?"

- "Estudia aquí" - Respondí lo obvio.

- "Sí pero por qué ella está con..." - Entonces comprendió lo que pretendía y me miró entre irritada, apenada y temerosa - "Me has timado"

- "¿Te quedarás aquí a reclamarme o vas a cumplir con la tarea que te encomendé?" - Encendí un cigarro mientras presionaba a mi tarada estudiante - "Anda antes de que se arruine el factor sorpresa"

- "Pero..."

- ¡Ve, carajo!"

Hikari soltó a reír nerviosa, me dio las gracias y corrió para alcanzar al objeto de sus afectos. Resoplé el humo del tabaco en mi boca y continué mi tarea de observar a Yomi y a Karime a la distancia, esperando el momento justo en el que Hikari llegue y ellas se encuentren, dándome así, la oportunidad de ver sus expresiones de asombro. Sí. Soy ociosa, qué se le va a hacer.

- "No sabía que te gustaba hacerla de Celestina también" - Dijo una dulce voz a mis espaldas.

- "Viola" - Me sorprendió, estaba tan distraída que no me di cuenta en qué momento apareció detrás mío.

- "¿Cuándo se te va a quitar el vicio de espiar a las personas?"

- "No estoy espiando" - Me excusé - "Sólo pongo atención"

- "Apaga esa cosa Kuga, soy alérgica al cigarro"

- "Creí que estabas muy ocupada" - Cambié el tópico mientras apachurraba mi cigarro en el barandal ante la incrédula mirada de Viola.

- "Sólo doy una inspección de rutina en los salones" - Mintió descaradamente, pues todos están vacíos a esta hora.

- "Y yo que pensé que habías reconsiderado mi ofrecimiento"

- "En tus sueños" - Miró hacia la explanada - "Ah" - Ante su exclamación no pude menos que seguir el sitio exacto hacia donde miraba - "Parece que tu plan funcionó"

- "Así parece" - Respondí taciturna - "¿Entonces?"

- "¿Entonces qué?" - Miré a Viola con ternura pidiéndole con los ojos, que aceptara mi invitación - "¡Vete al diablo Kuga!"

()()()

Esa misma noche volví a soñar con mi campo de flores, sólo que ahora me veía caminando con aquellas que elegí en el sueño anterior, acompañada por la silueta de aquella persona misteriosa que eligiera la otra flor violeta del invernadero. Sólo que su flor a diferencia de la mía, era un botón púrpura. En este sueño, ya podía reconocer el rostro de mi acompañante, sabía de quién se trataba perfectamente, por eso mismo le pregunté por qué eligió aquel pequeño botón. La mujer me respondió que para ella esa flor representaba el amor. Luego le pregunté como la cosa más natural del mundo, por qué si fue ella quien me sugirió el seleccionar otra especie que acompañe a la mía, no hizo lo mismo. Ante mi pregunta, la castaña simplemente me respondió que así estaba bien.

- "Eres muy amable Natsuki" - Fue el saludo que recibí de mi mejor amiga al subirse al auto.

- "Al parecer la edad me ha ablandado mucho" - Vociferé.

- "Sabía que tenías tu lado humanitario" - Se burló de mí Yukariko Steinberg, la maestra de lenguas extranjeras de la universidad.

- "Ponte el cinturón de seguridad y no jodas"

Yukariko es en realidad hija de una japonesa con un inversionista alemán, por lo que habla ambos idiomas con facilidad, aparte domina el inglés y el francés como si nada. Es un estuche de monerías esta tipa, tiene unos treinta y siete años, nunca se ha casado y ha dedicado su vida al servicio de los demás. De alguna manera logró convencerme para que la acompañase a un acto de caridad que un estúpido club de mujeres de esas que se reúnen los fines de semana a jugar canasta, ha organizado. Uno de esos clubes de damas ricachonas que le tiran un hueso a los menos afortunados una vez por mes.

¿Qué hago yo participando en esta farsa? Una vez al año no hace daño y era esto o quedarme en casa con la familia de Tate. Por cierto, el rubio últimamente me está pidiendo muchos favores, se me hace que ya tiene novia lo cual me indica que tarde o temprano he de abandonar el nido. Hasta ahora la hemos llevado bien, porque él en realidad nunca se casó. La casa donde ahora vivimos es en realidad la casa de sus papás, pero nos la rentaron para vivir en lo que cada uno hacía su vida. De eso han pasado muchos años, por cierto.

Pero les decía que en un día de tantos, se apareció a la puerta una de sus ex novias con una niña en brazos, le dijo que no podía ni quería mantenerla, se dio la media vuelta y nunca más supimos de la mujer. Yuuichi al principio fue escéptico, no creía que la niña fuese suya, aunque con una prueba de paternidad la sospecha se convirtió en realidad y de realidad, pasó a convertirse en pesadilla. Yomi tenía dos años cuando mucho, desde eso, la hemos cuidado esperando que un día la madre se arrepienta y vuelva por ella. Lo dudo, pero allá ella y su consciencia.

De vuelta al presente, este acto de beneficencia es para una casa de niños huérfanos de alguna congregación religiosa, no importa cuál. El punto es que pensando en los niños que se encuentran en la situación en la que conocí a Yomi, fue que acepté colaborar en la actividad social de mi amiga gaijin. Para mi sorpresa, al entrar al teatro donde se montó el evento, una enorme manta me reveló el nombre del patrocinador oficial de la obra. Fujino Shizuru.

- "¿Ya viste el programa Natsuki? La Orquesta Sinfónica de Osaka amenizará nuestra tertulia con un programa de valses rusos donde nos deleitaremos con El Lago de los Cisnes, Cenicienta y El Cascanueces" - Star Wars estaba bien para mí, gracias.

- "Excitante"

- "Oye" - Me golpeó el hombro - "Al menos quita esa cara"

- "Voy por una cerveza"

- "Aquí no hay" - Se rió de mi ocurrencia la desgraciada - "Sólo bocadillos en el otro salón al finalizar el concierto" - Esto va a ser largo y doloroso.

- "Tímbrame cuando esto acabe, voy a fumar un cigarro afuera"

- "¡Kuga!" - Pero para cuando me llamó yo ya tenía un pie en la calle y el cigarrillo a medio encender. ¡Ah! Dulce nicotina.

- "A pesar de ser una adulta, Natsuki no se cuida ni un poquito" - ¡Shizuru! - "Tiempo sin vernos"

- "Ah" - Me quedé parada como una estúpida y con el cigarro en la boca, no sé cómo no se me cayó en que la tenía abierta.

- "Te ayudo" - Shizuru cogió el cigarrillo que estaba pegado a mi labio y lo apagó en un basurero que se encontraba cerca de nosotras.

- "Perdón" - Me disculpé ante mi momento de estupidez - "Otra vez" - Me abofeteé la cara para salir de mi letargo emocional - "Gusto en saludarte Shizuru"

- "¿De verdad?" - Preguntó con timidez, cosa que me extrañó bastante - "¿De verdad te da gusto verme Natsuki?"

- "Claro" - Asentí con el rostro - "Estaba segura de que no te volvería a ver en mi vida"

- "Yo igual"

Si mis cálculos no me fallan, Shizuru ha de rondar los cincuenta ahora, aunque debo confesar que para ser una mujer que casi tiene el tostón de edad, se ve mejor que cualquier otra que presuma los cuarenta. Los años no pasan en balde, pero para mí ella será siempre la mujer por la que perdí la cabeza en mis años de juventud. El castaño que yo recordaba de su cabello no hay más, pues el tono se ve un poco diferente, probablemente se deba al tinte que lleva puesto. Su rostro perfectamente maquillado para ocultar esas líneas de expresión que están más marcadas ahora que antes, aún así, la combinación exacta de tonalidades, el punto perfecto de matices, la fragancia adecuada a su cuerpo y sin olvidar ese estilo que aunado a su elegante porte, maneja con maestría; hacen de Shizuru la mujer que todas desearíamos ser a su edad y que cualquier hombre querría como compañera siempre. Ella era perfecta.

- "Y..." - Traté de iniciar una conversación antes de que la mujer notara que estaba por demás nerviosa - "¿Qué te trae a esta arteria de Kansai?"

- "Una vieja amiga del colegio me invitó a participar en el evento de caridad de la ciudad" - Trató de mantener mi mirada pero la apartó abruptamente mientras prosiguió con su explicación - "Actualmente vivo en Kioto"

- "Ah" - ¡Ah idiota! ¿Es todo lo que sabes decir? - "Entonces te dedicas a la beneficencia"

- "Sí" - Intentó una última vez mirarme - "Estoy retirada del mundo de la política pero tengo algunas acciones aún que me mantienen a flote"

- "Supe lo de tu divorcio" - Comenté con cautela.

- "Un tremendo escándalo" - Rió por lo bajo - "Muchos atribuyeron mi separación a un problema hormonal, ¿puedes creerlo?" - Habla de la menopausia - "Lo bueno es que Hitsugi lo tomó bien"

- "¿Valía la pena?" - Pregunté con curiosidad - "Después de tantos años viviendo así..."

- "Era un infierno y tú lo sabes" - Sí, un infierno del que no querías salir - "Mejor háblame de ti"

- "¿De mí?" - Pregunta idiota como de costumbre, pues con Shizuru siempre la cago - "No hay gran cosa qué decir" - Dirigí mi mirada al cielo como pensando bien las palabras a utilizar con esta mujer - "Doy clases en las tardes"

- "Te has dedicado al magisterio entonces" - Sonrió feliz - "Te ves bien"

- "Bien vieja" - Bromeé, pero a Shizuru no le pareció gracioso.

- "Ahora te ves como debieras, antes era cuando estabas vieja" - No comprendo, ¿fue crítica o halago? - "A diferencia mía que sí debo verme como una anciana"

- "Estás hermosa" - Y eso juro que se me escapó de los labios sin pensar, acto seguido me ruboricé.

- "Gracias Natsuki" - Me cogió de las manos - "Tú siempre fuiste una niña muy linda conmigo"

- "Shizuru" - Me calló asentando un dedo sobre mis labios.

- "Adiós Natsuki, me dio gusto verte nuevamente" - Shizuru me besó en la mejilla y me dio la espalda para regresar al interior del teatro.

- "¿Alguna vez me amaste?" - Mi corazón volvió a traicionarme, pero mi mente esta vez estaba en automático, ambos querían saber la respuesta. Shizuru detuvo su caminar y después de un par de segundos respondió mi pregunta.

- "Sí" - En este punto mi corazón latía tan fuerte que no podía escuchar nada más que lo que ella pronunciara - "Mas sin embargo nuestro amor jamás floreció"

Casi inmediatamente después de su declaración final, la orquesta inició su concierto en beneficio de los niños huérfanos de Osaka. El bullicio de los autos en la calle, el murmullo de las voces de los más de ocho millones de osaquenses que habitaban en la ciudad, la fragante brisa de verano que revolvió nuestros cabellos en una cálida pero agradable tarde; fueron testigos del final de una historia que empezó muchos años atrás. La historia de una niña, ahora mujer, que atravesó el largo y doloroso camino hacia la madurez, tratando al mismo tiempo de encontrar la felicidad.

La obertura de la sinfónica disfrazó el sollozo que mi cuerpo emitió en ese momento, mientras mis ojos se preguntaban a dónde había ido a parar el tabaco que hasta hacía unos minutos, se encontraba en mi boca. Con los ojos enrojecidos, con el alma en la boca y Shizuru fuera de mi alcance, tan sólo pude lanzar mi declaración de amor al aire, quien fuera mi único testigo.

- "Yo sí te quería"

Me enjugué las lágrimas y decidí buscar a Yukariko, de momento como que la caridad no me importaba mucho y me llamaba más la borrachera. Entre uno de los pasillos del teatro, divisé la bella silueta de Shizuru, pero lo que más me sorprendió fue que la vi del brazo de Viola. Me escondí tras una columna, sintiéndome culpable de espiarlas, pero es que el cuadro era tan bonito que por un instante pensé que si yo aparecía en él, tan sólo lo arruinaría.

Ambas damas estaban bien acompañadas déjenme decirles, acto que aminoró todavía más mis deseos de permanecer un segundo más en el lugar. Así que le mandé un mensaje de texto a mi amiga, avisándole que tenía una emergencia doméstica urgente y que no podía quedarme hasta el final del evento. Le pedí disculpas de antemano y le prometí que al siguiente no le fallaría de nuevo, aunque dudo que me vuelva a invitar, eso sí.

Todo el camino a casa me la pasé recapitulando cada segundo pasado con Shizuru, cada instante y todo lo que ella significó en mi vida. Sería una larga noche, mas lo peor aún no empezaba, pues al llegar a la casa Tate me esperaba en la puerta nervioso. Estacioné el auto en la acera y me dirigí a él con cautela, que el ver un total de quince colillas de cigarro a sus pies, era una mala señal, según mi diccionario de interpretación de conductas animales.

- "Buenas noches Natsuki"

- "Buenas noches Yuuichi"

- "Llegas temprano" - Se llevó la lengua a los labios, saboreando los residuos de nicotina que en él habían - "Creí que vendrías mucho después"

- "Sucedieron cosas" - Y creo que no sólo a mí - "¿Qué tienes?"

- "Yumi" - La madre de Yomi - "Se llevó a la niña"

- "¿Qué?" - Mi boca cayó hasta el piso - "¡Cómo carajos fuiste a permitir eso!" - Lo regañé.

- "Espera" - Me cogió por los hombros - "Yo se lo he pedido"

- "Explica" - Me puse seria.

- "Dijo que estaba arrepentida" - Sí claro - "Que todos estos años fueron un infierno para ella"

- "Y supongo que con un par de lágrimas te convenció"

- "Hablamos mucho" - Me ignoró - "Llegamos a la conclusión de que lo mejor para Yomi era estar con su verdadera madre" - Auch.

- "¿Cómo pudiste permitir que te lavara el cerebro así como así?" - Imbécil - "¿Pensaste siquiera en lo que tu propia hija quería?"

- "Estaba asustada" - Claro que sí - "Pero le dije que sólo serían unos días"

- "¿Qué demonios estás pensando Tate?"

- "Viviremos juntos los tres"

Y de esa manera finalizó otro ciclo en mi vida, que si bien no fue maravilloso, tampoco fue tan malo. No sé si yo haya vivido mucho, no sé si haya vivido poco, pero si algo la vida me ha enseñado es que todo gira alrededor de círculos. La vida es un ciclo, uno que avanza lentamente hasta que llega a un punto en donde se cierra. Erróneamente para muchos, el que el círculo llegue a su fin, significa el ocaso de sus vidas. Permítanme explicarles que para mí esa es una aseveración totalmente incorrecta, más bien yo creo que cuando un ciclo termina, otro comienza. Así pues es el largo ciclo de la vida. Una vida llena de círculos, hasta que sí, un buen día llegue el ocaso, pero para que esto ocurra habrás de recorrer más de uno. Dos, tres, cuatro; ¿quién sabe? Yo no. Tan sólo puedo decirles que ahora comienzo el tercero y no sé si sea el último o existan en mi vida, muchos más.

No estoy diciendo con esto que no me duela, que he llegado a un punto donde no siento nada y me he resignado a volver a empezar desde cero. No soy tan fuerte. Pero no me gusta rendirme, soy obstinada y terca como las mulas; tal cual mamá solía describirme desde la niñez. Mientras la poderosa flama de la vida arda en mi pecho, me mantendré firme en memoria de aquellos que ya no se encuentran a mi lado, pero que vivirán en mi corazón hasta el último aliento vital que yo expire. Hasta ese entonces, aún si han perdido la vida, para mí estarán conmigo siempre.

()()()

- "Felicidades Karime-san"

- "Gracias sensei"

- "¿Qué piensas hacer ahora que terminaste la carrera?"

- "Regresaré a Tokio, pasaré unos días con la familia"

- "¿Y después?"

- "Ni idea" - Se rascó la cabeza.

- "¿No piensas volver a Osaka?" - ¿Por Hikari?

- "Eso... no lo sé" - Se mordió el labio nerviosa - "En realidad me gustaría más un trabajo en la capital, odio este lugar, lo sabes" - Pero ella se estableció aquí y no en Tokio mujer.

- "Lo sé"

- "¿Tienes cita con el médico verdad?" - Cambió abruptamente el tópico, chamaca inteligente.

- "Sí, si me apuro llegaré con tiempo" - Miré la hora por el celular.

- "No creo que sea conveniente que te vayas en taxi, con lo peligroso de la ciudad y todo" - La miré con incredulidad - "Te llevo"

- "Oi" - Esa no me la esperaba - "¿Tienes auto?" - ¿Por no mencionar, licencia?

- "Fue un regalo de mis padres" - Declaró orgullosa - "Vamos, te llevo"

- "Ya, deja que coja mi bolso"

Como podrán ver sigo en la universidad de Osaka, de hecho esta es la primera generación de egresados que me toca coordinar, siendo precisamente la de Karime-san con la que me estreno. Debo confesar que la experiencia de trabajar en el magisterio ha sido grata, aunque no fue sencillo empezar otra vez, al menos no ha sido desde cero. Renté un apartamento cercano para no tener que gastar mucho en combustible, a diferencia de antes que recorría casi media ciudad para llegar al trabajo. Como ya estaba amueblado fueron pocas las cosas que tuve que aportar, pues cuando salí de la casa de Tate lo hice con la ropa con la que llegué.

¿Dramático? Para nada, digamos que todos esos años de vivir a costa de la familia los pagué al final. Por cierto, el tramposo está esperando su segundo hijo, pero no es de Yumi, se los aseguro. Tanto circo para que meta la pata fuera del matrimonio, pero en fin, así es él. Afortunadamente su esposa tiene un carácter muy flexible, le permite todo siempre y cuando ella sea la oficial. A mí no me vean, esas cosas no van conmigo.

Karime me acompañó a mi cita con el doctor y cuando salí le invité a cenar en agradecimiento a sus servicios de ruletero. Después de la comida, quedamos en que ella se comunicaría conmigo cuando llegara a Tokio y si volvía algún día a Osaka, le ofrecí mi hogar para que se quedara un tiempo en lo que ordenaba sus ideas. Me dejó a la puerta de la casa y esa fue la última vez que tuve contacto con ella o al menos, esa fue la última vez que perteneció a mi círculo. Arrastrando mi alma, abrí la puerta de la casa, donde al entrar encendí la luz que daba a la cochera mientras al mismo tiempo aventaba mis llaves en la mesita del recibidor.

- "Bienvenida a casa" - Me recibió una voz que provenía de la sala.

- "Estoy en casa" - Contesté, mientras contemplaba sonriente las dos flores que se encontraban frescas en la misma mesita, adornando nuestro portarretratos.

- "¿Fuiste al doctor, qué te dijo?" - Preguntó mi compañera al mismo tiempo que cerraba su laptop para recibirme.

- "Dijo que es un bebé sano" - La mujer me miró con un rostro entre alivio y exasperación.

- "¿Y?" - No aguantó más, lo sabía - "¿Qué fue?"

- "¿Huele a comida o es mi idea?" - Fingí demencia, cosa que exasperó a la mujer - "Ay no, tengo hambre otra vez"

- "¡Kuga!" - Exclamó furiosa - "¿Niño o niña?" - Casi me sacude por el cuello de la camisa pero recordó mi estado de embarazo y se aguantó las ganas.

- "¿Es importante el sexo del crío?"

- "¡Por supuesto!" - Ándale - "¿Cómo voy a saber de qué color pintar el cuarto?" - Oh, aquí viene - "Tengo en mente la decoración para cada género, pero para realizarla he esperado cuatro largos meses de insufrible embarazo contigo para conocer el sexo del bebé"

- "¡Oye!" - Y los que te faltan mamita.

- "Es la verdad" - Se cruzó de brazos.

- "Es nuestro aniversario" - Protesté - "Trátame bien al menos el día de hoy, ya mañana me regañas si quieres" - Abrió la boca como para reclamar, pero lo pensó dos veces y se calló.

- "De acuerdo" - ¡Yupi! - "Lávate, vamos a cenar"

Con un corto y rápido beso, susurré el dictamen del médico en su oído y me dirigí hacia el baño para asearme y finalmente comer de nueva cuenta, que el apetito es algo que ahora, no pierdo. Hubo una vez en mi vida que tuve un sueño, como toda señorita me casaría, formaría un hogar y todos seríamos muy felices por siempre. De una u otra forma lo he conseguido, aunque no de la manera como me vendieron la historia, pues en este cuento el príncipe no era un hombre.

Mi príncipe en realidad, tiene un cuchillo de cocina en la mano, todos los días se pregunta si es verdad cuando le digo que no he bebido una sola gota de alcohol desde que inició el embarazo. A veces también llora, porque nos peleamos continuamente, pero al final siempre logramos salir adelante. Aunque no posee espada y escudo, su nobleza lo ha mantenido erguido y orgulloso, pues allá afuera existen seres abominables disfrazados de amigos, que suelen tirarte piedras en el camino para que te caigas. Lo bueno de ello es, que aunque las piedras cada vez son más grandes, nuestra resistencia es todavía mayor.

A pesar de que la fragilidad de las relaciones es comparable a la delicadeza de una flor, he de admitir que aún en su aparente, débil condición, las plantas son más fuertes de lo que parecen. Resisten los embistes del tiempo, son flexibles ante el viento y a pesar de permanecer inmóviles en su lugar, florecen con tal belleza que no existe ser animal que se resista a su encanto. Pero yo sé bien que esas flores en el recibidor tarde o temprano se marchitarán indicando así el final de su existencia, pero, ¿no lo he dicho antes? Cuando un ciclo finaliza, siempre, siempre, otro inicia. ¿Que por qué el nombre de Nunca, Jamás? Ah, para responder esa pregunta habrás de leer todas las veces que le he mencionado y notarás entonces que todo gira alrededor, de entre el orgullo y el amor.

FIN

21-I-12


N/A: ¿Largo verdad? Pero con este último capítulo me reivindico por todos los anteriores, que más bien parecieron el guión de una mala novela o un intento de tal. Como les dije anteriormente, esta es la última historia que subo a la página y aunque estoy segura que no será la última que yo escriba en mi vida, sí les garantizo que al menos el día de hoy, HauR, se tomará un largo y merecido descanso, después de años de trabajo no redituado, pero sí satisfactorio. No sé ustedes pero yo me divertí muchísimo en todo este tiempo, con mis altas y mis bajas, con mis giros impredecibles y mis cambios de humor, creo que esta etapa de mi vida la disfruté mucho.

La cuenta siempre estará abierta, las historias quedarán ahí para la posteridad o al menos hasta que la web decida desaparecerlas un día de tantos. Por mi parte sólo me queda felicitarles, humildemente, por haber permanecido como mis clientes cautivos en todo este tiempo. Que nunca les mencione o les dedique unas líneas al final de mis historias, no significa que no me importaran o que no prestara atención a sus comentarios. Los leí todos, siempre lo hago. Sé quienes son, sé quienes han seguido fielmente mis historias desde que HauR nació. Tal vez no siempre son las mismas, a veces son unas o a veces son otras, a veces hay nuevas y las hay anónimas. A todos y todas, muchas gracias por haber estado conmigo y apoyar mis desvaríos que sin duda, han sido eso y nada más.

Le dedico también un espacio muy importante a mi novia, quien sin duda ha hecho por mí lo que nadie antes y me ha enseñado la lección más importante en la vida. Me enseñó a amar. Con ella aprendí que una persona nunca deja de aprender sin importar qué edad tengas y miren que mis años no son pocos. También aprendí que cuando se ama de verdad, ni el tiempo, ni el espacio puede aminorar ese sentimiento; ahora mantenlo cabrona... Ejem, bueno eso era lo que quería compartirles.

Se despide afectuosamente su humilde servidora y hasta entonces, ja ne!

Laura.

PD: ¿Con quién se quedó Natsuki al final? Jajajaja, esa es fácil, pues con