Parte I

La ladrona.

La lluvia que caía en la enorme ciudad, era impresionante. Fuerte, agresiva y casi peligrosa. La noche perfecta para su movimiento, como siempre. Su máscara cubría su fino rostro y ocultó su larga melena. Sus prendas eran del color de la noche y estaba lista para su movimiento. Todo lo había planeado desde hacía meses y no se le escaparía ni un solo detalle.

Se acercó a la puerta del museo que ya conocía de arriba a abajo. El código de seguridad lo había hackeado en cuestión de segundos y entró tranquilamente. Continuó caminando discretamente. Un guardia la divisó y se preocupó. El hombre corrió donde ella y le apuntó con un arma de fuego - ¡ni un paso más! - le gritó. Ella solo le sonrió. En su mano tenía una pequeña bomba de humo y la soltó discretamente, ocasionando confusión en el hombre armado.

La ladrona se escabulló para acercarse al guardia; lanzó una nueva bomba, siendo esta vez de luz, confundiéndolo más. Ella corrió astutamente. El pobre hombre no supo de la chica más. En cuanto pudo recuperar un poco su vista, comenzó a buscar la alarma del museo. Pronto el hombre sintió algo extraño en su cabeza. Todo le giraba, y cuando menos lo esperó, se desmayó.

En cuanto despertó, activó la alarma, esperando que no fuera muy tarde.

Pasaron solo unos minutos para que todo el museo se despertara, cada luz había sido encendida a la llegada de los policias.

Los investigadores se habían desplazado para encontrar cualquier rastro de evidencia, sin tener mucho éxito. "Que excelente trabajo" pensaban algunos al darse cuenta que el plan era casi perfecto.

- Se robaron piezas de una colección importante, recién la habían donado, ¿lo entiende, oficial Kamui? - gritó el dueño del museo.

- Entiendo su situación, estamos haciendo todo lo posible y...

- ¡Llevan años diciéndome lo mismo! Cuatro museos han perdido confianza porque su departamento no ha atrapado a esa ladrona - lo interrumpió molesto. El capitán Kamui se enderezó y evitó decir algo más. Volteó ligeramente y la larga melena se movió a la par, el tono púrpura hacía que no pasara desapercibido. Con su mirada celeste veía como trabajaban sus subordinados. El director del museo simplemente le clavó la mirada, esperando respuesta. Estaba furioso y se lo había demostrado. - Oficial - lo llamó. El hombre volteó de nuevo a la voz que lo llamaba - escuchéme con atención, quiero que atrapen a esa maldita ratera. No creo que quiera problema con sus superiores, ¿verdad? - empezó a chantajearlo. - En unos meses llegará a mi museo una pieza única en el mundo para una exposición temporal y si los robos siguen, me lo negarán, dejándome pérdidas irreparables - continuó con su discurso. - Así que, o atrapa a la perra esa o me encargo personalmente de que no vuelva a trabajar en esta ciudad, ¿entendido? - Gakupo Kamui se sorprendió demasiado pero mantuvo su expresión serena. - ¡¿entendido? - gritó el director.

- Si, señor - concluyó. El hombre regordete se dio la vuelta, murmurando sobre la incompetencia total de los oficiales. Realmente Gakupo se sintió preocupado, no podía permitirse perder su trabajo, no ahora.

- ¡Capitán Kamui! - escuchó su apellido y volteó. Uno de sus subordinados se acercó. - El detective Kagamine encontró algo - le comentó una vez que estuvo lo suficientemente cerca. Al fin una sonrisa se pintaba en su rostro, sabía que ese muchacho era bueno. Se acercaron a donde estaba el joven detective. Estaba en la puerta donde la ladrona había hackeado el código de seguridad.

- Detective Kagamine - lo llamó. El muchacho se sobresaltó.

- ¡Capitán! - exclamó. Se incorporó y clavó su nerviosa mirada azul en su superior.

- Me contaron que tienes buenas noticias - el muchacho asintió con la cabeza, provocando que su rubia y desordenada melena se moviera. La pequeña coleta alta seguía el ritmo de su dueño conforme caminaba para dirigir a la persona que iba tras él, más bien, tras su hallazgo.

Después de varias horas de trabajo en el museo, con la poca evidencia recogida y el espíritu agotado, todos los oficiales y detectives volvieron a su estación. La enorme oficina donde sus escritorios estaban llenos de papeles pidiendo ser leídos urgentemente. Casos acumulados, algunos se cerraban sin más, otros eran traspasados o simplemente aplazados. Al fondo, un pequeño cuarto ocultaba los problemas personales del capitán de los ojos curiosos de sus subordinados. Todos se dirigían a su lugar.

La secretaria veía como se acomodaban y trataban de relajarse, charlando un poco. El último en entrar al edificio fue el capitán. Volteó a ver a la chica que trabajaba en el edificio solo atendiendo teléfonos, redactando las cartas por él y "organizando" los textos generales. La miró, de pies a cabeza. Jugaba con su largo cabello del peculiar tono verde que siempre recogía en dos coletas. La muchacha seguía con su mirada al detective Shion - tómele una fotografía, duran más - le dijo con cierta molestia. La chica se sobresalto.

- ¡Ca...! ¡Capitán Kamui! - tartamudeó. No esperaba que estuviera junto a ella.

- Pídale amablemente a todos los que fueron al museo su reporte, lo quiero en una hora. Una vez que lo tenga en mi oficina, pueden retirarse. Y... - se quedó pensando un momento. - Dígale al detective Kagamine que lo espero en mi oficina mañana temprano.

- Si, capitán - concluyó ella.

- ¡Oh! Miku, ¿qué te trae por la zona oficial? - preguntó de momento una de las detectives.

- Un aviso del capitán. Me pidió que les recordara sobre sus reportes, los quiere en menos de una hora en su escritorio. Después de ello, podrán irse - les dijo con cierta petulancia. Buscó al detective Kagamine con su mirada, si mucho éxito. Aprovechó la situación y se acercó al detective Shion. - Oye, Kaito - el muchacho giró para verla. Los ojos azules de él buscaban la voz aguda que lo llamaba.

- Hey, Miku - expresó en forma de respuesta. - ¿Qué necesitas?

- ¿Dónde está el pequeño Len? - aclaró prontamente. De inmediato se arrepintió, pudo haber largado más la conversación, pero era quizá la mirada castaña que la seguía desde lejos lo que la intimidaba.

- Debe de estar en la sala de descanso, el pobre muchacho casi no ha dormido - contestó. Miku le agradeció y fue a la dichosa sala. Cada uno de sus movimientos eran vigilados por la misma mirada café, la incomodaba un poco. "El capitán debe de deshacerce de esa Meiko ya, no puede haber romance entre los detectives, y lo sabe", se repetía mentalmente sabiendo que ellos ya hasta pensaban en matrimonio.

Entró a la sala de descanso, un pequeño cuarto con tres literas y una mesa llena de más papeles, algunos vasos de café y una cafetera. Buscó al detective Kagamine en las literas, hallándolo dormido en la parte superior de una. Lo despertó bruscamente gritando su nombre - ¡LEN! - exclamó. El pobre muchacho se sobresalto y abrió los ojos por completo, realmente asustado. Cuando se dio cuenta de quien lo había despertado, trató de relajarse. - El capitán Kamui quiere verte mañana temprano en su oficina.

- ¿A mi? ¿Y para qué?

- Yo que voy a saber, a lo mejor hay recorte de personal - comentó aleatoriamente Miku, para después salir del cuartito. Se sintió un poco preocupado por las palabras de la muchacha. Realmente él no hacía mucho en la oficina y era probable que fuese cierto lo que decía.

A la mañana siguiente, muchos ya habían llegado a sus puestos y trabajan en sus computadoras. Algunos más salían ante la necesitad de ir en busca de información y Len iba llegando justamente a la hora después de haber ido a su apartamento solo a bañarse y cambiarse. Se acercó a la puerta del capitán y tocó. Escuchó una voz femenina gritándole al hombre y poco después oyó el "pase". Nervioso, abrió la puerta. - ¡Maldita sea, Gakupo! - gritó la mujer de nuevo. El rubio se sobresaltó. La mujer miró lo miró y le lanzó un último insulto al capitán, saliendo de la oficina.

- Perdón, llegué en mal momento - comentó el muchacho. El capitán se rió y le pidió que se sentara.

- Al contrario, llegaste en el mejor momento. Mi hermana casi me golpea si no apareces. Le urge una buena cogida para quitarse ese estrés - continuó. Len no pudo aguantarse la risa. Lo último que se esperaba era un comentario de ese tipo de su jefe. Ambos rieron tranquilamente. - En fin. Len, necesito hablar contigo de algo importante - comentó mientras tanteaba un folder amarillo sobre su escritorio, el cual tenía su nombre escrito. Se sintió un poco nervioso, en especial al recordar las palabras de la secretaria. El capitán sacó un segundo folder de su escritorio, pero al no encontrar lo que buscaba se levantó - ahora vuelvo - comentó y salió de la oficina. El muchacho rubio se quedó sentado con cierto nervio; y mientras repasaba con la mirada el lugar se encontró con un cuadro en la pared. Lo contempló y se percató que de cierta manera le daba paz. No supo cuanto tiempo se perdió en la pintura, pues de momento la puerta se había abierto de nueva cuenta. Gakupo regresó a sentarse frente a él. - Esa Miku. Creo que en poco tiempo cambiaré de secretaria. - comentó en voz alta. - En fin - volvió a tomar el folder amarillo donde se leía "Kagamine Len" a un costado. Lo abrió y leyó en voz alta el currículum del muchacho - licenciado en criminología con especialidad en seguridad y protección privada, con un reconocimiento de excelencia académica. Un diplomado en psicología criminal y dos cursos de especialización más. Y lo peor, ni si quiera tienes treinta años y hasta una maestría tienes. Que envidia, muchacho - le dijo su jefe de buena gana. - Déjame preguntarte una cosa, no tienes muchos amigos, ¿verdad? - Len se sorprendió. Sonrió con cierta melancolía, si, era cierto. Solo tenía a su trabajo. - Ya no digas más. Muchacho, quería asignarte un trabajo especial; me demostraste en el museo que eres habilidoso y dedicado, así que te tocará el caso Megu - el muchacho se sorprendió. Recientemete el caso había recibido el nombre por cosas que había encontrado y ahora lo hacía cargo.

- Capitán yo. Ah, no sé que decirle. ¿Realmente le daría esto a alguien como yo? No tengo tanta experiencia...

- Pero si la inteligencia - le aseguró. - Yo quiero creer en ti, así que espero no me decepciones - comentó con una sonrisa. Len tomó la carpeta con el expediente que su jefe le extendió.


*Quick edit* Se quedará en T hasta que considere pertinente xD... si, era M D:!*End quick edit lol*

Hey gente! :D! Y después de desaparecer mucho tiempo regreso con regalo :8! Una nueva historia. Muchos se han de estar preguntando "¿M? ¿Por qué? ¡Lemon RinxLen! OMG!" Pues... más que por lemon es por el tipo de lenguaje y la temática. Mi plan es volver esta historia mi trabajo más "maduro". Manejar temas como la sexualidad y un poco de lenguaje fuerte me hicieron dudar... y bueno, en este primer capítulo no hay mucho, lo sé. Pero la idea es que todo va a ser un poco más fuerte de aquí en adelante. Estoy hablándoles de personajes entre 27 y 35 años, la vida no es tan "alegre" a esa edad, así que quise poner la historia en esta clasificación por cualquier cosa xD! Si cuando termino la historia ustedes lectores creen que es mejor ponerla como T, entonces lo haré :)! Si, esta historia está casi completa entre mis archivos x3! Así que veran un avance rápido. En fin, espero que estén listos para esta nueva historia y que me sigan como lo han hecho algunos en Adolescencia. Nos estamos leyendo~!