Disclaimer: Ni Bleach ni sus personajes me pertenecen, son propiedad de Tite-Baka-Troll-sama Kubo, menos el fic, que fue creado por esta cabeza que durante toda esta ausencia ya pasó por terapia. :v

Volviendo después de poco más de un año…

Comienzos

Keigo y Michiru: Alguien.

Un muchachito de pelo castaño la miró desde la entrada al salón de clases. Tenía los ojos castaños y unas mejillas grandes, más que seguramente su edad de seis años y un rubor enorme en la cara. Michiru lo había mirado con sorpresa al verlo llegar y nunca entendería cómo ese niño de mirada inocente terminaría convirtiéndose en la persona que era doce años después.

Ciertamente, Keigo Asano había sido un niño muy tímido durante toda su niñez, en especial con las chicas. Cómo de complicado era ese asunto. No les tenía terror como los otros niños, no creía que ellas tuviesen piojos ni mucho menos. Le gustaban mucho las chicas, a tal punto de verse demasiado desesperado cuando sus sueños de una novia parecían no ir a cumplirse nunca en la adolescencia.

Por favor, ¡que hasta Kurosaki tenía a Kuchiki detrás todo el tiempo! ¡¿Cómo podían decirle que no era por él?!

—Las chicas quieren a los chicos malos, Keigo —comentó Mizuiro, despegando por una vez la mirada de su celular—. Creo que eres demasiado caballero y demasiado acosador algunas veces.

Al muchacho se le apretó el pecho, mirando a su mejor amigo como si fuera un ente maldito que no entendía nada. ¿Cómo no podía conquistar a las chicas siendo caballero? ¿Tan de malo era no querer ser como ese psicópata calvo que llegó a su casa y a quien su misma hermana idolatraba? Demonios, pensó, no podía ser malo con las chicas, había crecido rodeado de mujeres.

Era cierto que un sentimiento de amargura bien disimulado lo llenaba cada que pensaba en el hecho de ser rechazado una y otra vez, pero tampoco creía que sería el fin del mundo. Se había vuelto revoltoso al conocer a Mizuiro e Ichigo, los tres solían meterse en problemas en la escuela como todo grupo de niños y siempre creyó que por eso se había puesto tan insoportable llegado el momento. En especial después de que Ichigo regresara sin una sola gota de felicidad al cabo de la muerte de su madre.

Él era el tipo de persona que no podía dejar que la tristeza y la angustia embarguen todo. Pero al parecer su optimismo había llenado a tal punto su sistema que se olvidó cómo ser serio ante una mujer que buscaba eso principalmente.

—No puedo ser cruel —se lamentó, su compañero asintió.

—Mizuho te golpeaba cada que eras cruel con una niña, yo me acuerdo.

—Y en casa mi madre me daba sermón después de que ella le dijera lo que había hecho —sonrió divertido—. ¿Y cómo es que tú le haces? Has tenido como diez novias mayores de edad…

—Es que tengo encanto —A Keigo le resbaló el sudor por la frente cuando a su amigo le brillaron los dientes de ego—. Y además soy seguro y no me molesta charlar de cosas serias.

—¡No me molesta tampoco charlar de cosas serias!

—Pero tienes pinta de ser un payaso, Keigo. Las chicas no quieren un payaso —aclaró, señalando a las expresiones corporales estrafalarias que hacía el castaño y sacudiendo la cabeza después. El muchacho tomó asiento a su lado cuando se soltó del alambrado del tejado, al parecer sumamente derrotado—. ¿Por qué tanto interés en tener pareja, de por sí? No es como si fuera tan indispensable…

El silencio que se grabó a continuación llamó poderosamente la atención del moreno, que se sorprendió del solo hecho de que éste se hiciera un lugar. Keigo había vuelto su semblante serio, incluso melancólico y no era una señal usual. Claro que lo había acompañado en mil penurias y en mil estados de crisis existenciales, como todo un mejor amigo, pero el hecho de esa misma mirada que ahora llevaba el Asano, representaba algo más profundo de lo que siquiera podía pensar.

Keigo no era serio, después de todo, siempre quería que todos sintieran ligereza a su lado. Quería comodidad, no tensión, deseaba estabilidad, no desequilibrio. A su lado siempre todo era más tranquilo y revoltoso, en realidad, dependiendo siempre de lo que se necesitara para pasarlo mejor.

—Es que prometí algo hace años…

Y no estaba seguro de estar listo del todo para cumplir esa promesa.

.

Michiru suspiró profunda y melancólicamente, la sola idea de estar probándose vestidos para la graduación le promovía infinitos sentimientos. Ella era, con bastante notoriedad, la más sensible del grupo y el hecho de finalizar una etapa de su vida le hacía darse cuenta de todo lo que eso conllevaba. Darse cuenta de cómo habían crecido hasta entonces.

¡No desesperes, Ogawa! ¡Voy a ser yo quien te lleve al baile de graduación y quien se casará contigo a los dieciocho años!

La llenó un repentino rubor al recordar espontáneamente aquello, mordiéndose el labio inferior y volviendo a suspirar.

—Cuántos suspiros —Había olvidado a Orihime a su lado, que había ido solo por acompañar, ya que Ishida estaba confeccionándole el traje. También olvidaba a veces que ella era la única en comprender algunos sentidos que la carcomían, por más de solo ser amigas apenas y por la escuela—. ¿Te pasa algo, Ogawa?

—¡No! Digo… puede ser —Se apuró a sonreír, intentando quitarle importancia—. Estoy nostálgica por terminar la escuela…

—¿Ya te invitaron al baile? Yo iré con Ishida, pero como amigos, claro. No hay nada de extraño en ello, ¿verdad? Espero que no haya nada extraño en ello.

—No, no hay nada —la paró, sonriendo con ternura a la muchacha que se notaba nerviosa también—. Me invitaron hace tiempo.

Tenía doce años cuando la invitaron. Y esperaba realmente que el aludido no se hubiese olvidado del detalle.

Había resultado ser una campaña bastante desastrosa aquella vez. Terminaban la escuela primaria y a la despedida nadie la había invitado. Eran niños, pero era importante la idea de que un muchachito con agallas llegara a decirte que quería bailar esa noche contigo.

La triste realidad fue que ella estuvo comiéndose las uñas en espera e ilusión de que alguno llegara y nadie lo había hecho. Después de decidir no ir y ser convencida de ir nuevamente, acabó con ese vestido amarillo sentada en las sillas de adorno, como todas las que iban solas, durante las tres horas que duró la fiesta.

Todavía recordaba los pisotones que se daban los recién enterados de lo que era "bailar" y cómo se notaba la pérdida de la vergüenza por estar en contacto con una chica y además moverse al compás de ésta. Memoraba ese final a una etapa de su vida con la diversión que le consentía el ver a los muchachos inexpertos queriendo aprender a cortejar, pero también con el sentimiento de la desilusión comiéndole los huesos. Ella quería ser una de esas chicas pisoteadas sin querer y cubiertas de un rubor constante…

Entonces había aparecido Keigo, caminando despreocupado por delante de ella y frenando el andar al verla sola. Esa fue la primera vez que recordó al muchachito escuálido de seis años que llegó a la escuela y la miró desde la entrada al salón. Él la miró entonces también, con una mezcla de vergüenza y convicción, nada de lástima como algunas de sus compañeras.

En ese momento fue que Asano le gritó aquello.

¡No desesperes, Ogawa! ¡Voy a ser yo quien te lleve al baile de graduación y quien se casará contigo a los dieciocho años!

Por su parte no lo había olvidado y en verdad esperaba que él tampoco lo hubiese hecho. Por más de haberse vuelto un aparente revoltoso adolescente despreocupado y solo interesado en las chicas de forma casual, había algo, lo sentía, cada vez que se miraban.

Una pizca de algo diferente. Keigo había sido capaz de chillar aquello sin vergüenza, de parecer despreocupado ante ella cuando la ansiedad y los nervios se lo tragaban vivo. Él era capaz de hacer lo que fuera por esa niña linda de vestido amarillo que lo enamoró a los doce años y lo mantenía añorándola a los dieciocho.

Y no era lástima con lo que Michiru lo veía, como creían sus amigas cercanas. De hecho, aseguraba que la única en saber que había algo de anhelo en sus ojos era Orihime. Anhelo por ese muchachito que había sido capaz de lanzarse al mar por ella, porque se lo veía en los ojos cuando los demás no parecían prestar atención.

Alguien había sido capaz de sacarle el malestar y llenarla de conforte con una promesa infantil y romántica, y había sido suficiente para jamás olvidarlo. Para verlo diferente desde entonces, pese a los cambios y los alborotos y las rabietas que alguna vez que le hizo dar por su comportamiento.

—¡Eso es muy lindo! —felicitó la misma—. ¿Ya encontraste vestido?

—Ajá.

—¿Qué tal luzco? —Mahana salió del vestidor con un traje rosa brillante que realmente le asentaba los atributos, del vestidor a su lado salió Ryo con uno gris muy a su estilo—. Oh, vamos, ponte algo con más color.

—No. Mi pareja y yo no estamos interesados en dar espectáculo y éste es un color apropiado.

Tan escueta como siempre.

—Están ambas muy bien —alegó Orihime, Michiru asintió dándole la razón.

—En verdad, cada uno va con su estilo —concretó.

Esperaba que lo suyo fuera también a su estilo.

.

Al parecer de Mizuiro, Keigo estaba en pie a su lado (en la entrada al salón de fiestas) para hacerle compañía hasta la llegada de su pareja. Ambos vestían un traje negro y miraban la hora cada cierto rato, ya habían aparcado varios amigos suyos y aún permanecían allí porque su novia no podía encontrar el lugar, al no ser parte de la escuela.

Sin embargo, el moreno podía notar al muchacho con una especie de turbada tranquilidad comiéndoselo. Parecía nervioso, muy nervioso, metido en un intento de tranquilizarse tan grande que parecía completamente tranquilo y serio en ese instante, casi deprimido, como nunca antes lo había visto. A saber qué le pasaba por la cabeza y el porqué de su estado.

Por un momento llegó a pensar que se encontraba así debido a ser el único del grupo de amigos que no llevase compañía. Exceptuando Chad, que no llevaba pareja porque su pareja no podía asistir a una fiesta así, sumándole el que Ichigo lo mataría por traer a su hermana.

Y creyó en eso hasta que aparcó un auto en la entrada y una muchachita delgada, con un vestido largo hasta el suelo, de color amarillo claro, llevando una flor rosa en su cintura y otra más en el moño de su pelo, que estaba fijamente recogido y dejaba su rostro hermoso y de rasgos finos a todo esplendor, descendió lentamente del mismo y miró en su dirección.

Era Michiru, Mizuiro no la había reconocido. Lo que más; Keigo suspiró a su lado, sonriendo de una manera que no lo había visto antes, para después caminar en dirección a la joven que sonreía también, esperándolo y sintiendo que también podría lanzarse a lo desconocido solo por terminar de madurar aquellos sentimientos por él…

.

Y estoy vivo porque alguien pegó un salto a la deriva y así, su salvavidas, me rescató de por vida…

..

Shin-cwan: ¡Gracias por tu review! Me alegra que te haya gustado el capítulo de Hanataro y Yachiru, ¿verdad que es rara pero hermosísima? No sé si te surgió el amor con mi fic, pero yo los adoro e hice otro de ellos hace un tiempo. Por otro lado, espero que continúes leyéndome :3 Y que el capítulo de Keigo y Michiru te simpatice, también he de decirte que esperes al próximo, que será el de Jinta y Yuzu por tu pedido. ¡Espero nos leamos!

Hola, ¿qué tal? No se olvidaron de mí ni de este fic, ¿verdad? XD Es que hace más de un año, en verdad, que no actualizo.

Pero bueno, no pueden juzgarme, lo empecé con muchos seguidores y la idea de que hayan disminuido a menos de uno (exacto, ninguno) me desalentó horriblemente. Al cabo de unos cuantos meses fue que me di cuenta de que mi amor por el fandom de Bleach prácticamente de desmoronó e intenté revivir mi love por él al reescribir las historias viejas que tengo de él y… medio que sirvió, solo medio.

Por eso retomé esta idea y también voy a empezar a reescribir Dekiru de las Sombras, que ahora solo se va a llamar "de las sombras" y voy a comenzarla en poco tiempo, para cualquiera de los perdidos interesados que quedan en este fandom que me lean.

Sin más, gracias por leerme quienes llegaron hasta acá. Esta vez no voy a parar hasta terminar con los últimos shipps que me faltan, estén o no dejándome la pareja que quieran que escriba.

Catálogo:

Keigo y Michiru. – Jinta y Yuzu. - Ikkaku y Nemu. - Kira e Isane.

Ahora también doy a elegir como fue que Ulquiorra, Grimmjow o Aizen-baka se conocieron con las madres de sus hijos ;) Si no tienen idea pasen a leer 'Dekiru de las Sombras' xD

Aun así, se agradece un review. Espero que esta pareja les guste, en verdad que fue algo complicadamente sencillo de escribir y siento que le falta un cachito de empujón para salir a flote, pero que si lo pongo más liviano el agua se lo va a tragar. XD

Muérome con mis analogías…

Cuidense, ciao~