Disclaimer: No soy rubia, ni millonaria, ni inglesa. Nada de esto es mio!


Era víspera de Navidad, y como siempre nuestros protagonistas se habían reunido en la Madriguera para una cena familiar, recordando que los amigos cuentan como familia.

— ¿Harry, me pasas el pastel de calabaza?

— Aquí tienes, Ron —respondió el aludido entregándole al pelirrojo lo que pedía.

El comedor de los Weasleys se había ampliado al punto de unos diez puestos mas allá de lo sucedido se encontraban un rubio y una castaña, raramente discutiendo.

— ¡Es que Malfoy tenías que ser! —se quejaba la chica mientras fulminaba al rubio con la mirada.

— ¡Vamos, no tienes que ponerte así! ¿Siempre tienes que ser tan amargada? —exclamaba el rubio mientras intentaba sujetar la mano de la chica.

— ¿Sabes qué? ¡Suéltame! Ya estoy harta de todo esto. —gritó la chica ante la atonita mirada del resto de los habitantes de la casa para luego salir corriendo. Ron fulminó al rubio con la mirada, Harry sujetó el brazo de su mejor amigo y le indicó al chico con la mirada que siguiera a la castaña.

El rubio suspiró y subió las escaleras siguiendo la dirección que había seguido la muchacha.

Deambuló por el estrecho pasillo hasta que escuchó unos leves sollozos, se rescostó de la puerta mientras se reclamaba mentalmente a sí mismo por haber hecho llorar a tan hermosa criatura.

— Cariño... —susurró el chico mientras se adentraba en la habitación.

— ¡Lárgate! —espetó ella mientras le daba la espalda, sin estar dispuesta a que el chico viera sus lágrimas.

Él avanzó unos cuantos pasos y ya se encontraba detrás de ella, y sin mas la abrazó, recargando su cabeza en la espalda de la chica.

— Lo siento ¿si? Soy un idiota, lo reconozco, pero no llores, sabes que odio verte llorar.

— Tienes razón... ¡Eres un idiota! —respondió ella para luego darse la vuelta y dejarse envolver por los brazos del rubio.

— ¿Me perdonas? —inquirió él mirandola a los ojos, la chica durante un instante se perdio en aquellos ojos grises que ya tan bien conocia.

— Creo que esto respondera mejor tu pregunta —susurró para luego sellar sus labios con los del muchacho en su suave y tierno beso.

A las afueras de la habitación dos adultos contemplaban la escena con unas sonrisas nostalgicas.

— Creo que mi hijo es mas inteligente que yo —dijo uno de los dos, el hombre, pues se trataba de un hombre y de una mujer, de un rubio y una castaña.

— Me temo que si lo es, Draco —respondió la castaña a su compañero.

— Todo tiene su razón de ser, Hermione, se que tú mejor que nadie lo entiende, pero... aun así, aunque me encante la vida que todos llevamos ahora, no puedo dejar de preguntarme que hubiera pasado... —el hombre parecía altamente contrariado.

— Nunca lo sabremos Malfoy, pero tenemos el consuelo de ver en ellos lo que pudo haber sido de un modo mas hermoso del que imaginamos —dijo ella con voz dulce mirando a la pareja dentro de la habitación.

— Estoy feliz de que sea así, Granger —respondió él mirandola fijamente.

— Yo también... —susurró ella para luego depositar un suave beso en su mejilla y luego retirarse para ir junto a su pelirrojo esposo.

Mientras tanto dentro de la habitación...

— Te quiero Rosie.

— Y yo a ti Scorp.


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