Capítulo 21: ¿Y dónde quedó el juego?

Previamente, en el capítulo anterior:

¡Oh, Vegeta, ahora comprendo porque eres tan antipático y amargado!... ¡has sufrido tanto en tu vida porque nadie te ha querido! —le dijo Bulma con lágrimas en los ojos al tomarlo por sorpresa—. ¡Pero ya me tienes a mí para consolarte!

Nota antes de empezar: el nombre del capítulo es porque ahora no sé cuándo van a jugar… . Diviértanse con lo que sigue, nada que ver con el dichoso juego de póquer.

Al día siguiente de los últimos acontecimientos, un fuerte gruñido resonó en una de las habitaciones del hotel despertando a sus ocupantes.

— ¡Ah, es hora de desayunar!... ¡y qué bien dormí anoche! —Gokú se estiró en la cama e inmediatamente sobó su vientre… ¿a quién más podía rugirle así el estómago?—. Milk, muy buenos días, al fin amaneció y tengo hambre —y posteriormente le habló a su esposa con toda su amabilidad haciéndole la petición en cuanto su hambrienta víscera volvió a emitir su protesta.

— Ay, Gokú, déjame dormir otro poco —fue la respuesta de la aludida reacomodándose en la almohada, cerrando los ojos para no levantarse.

— Por cierto, Milk, ¿qué pasó aquí?, ¿por qué estamos desnudos?... ¿y dónde está Gohan? —preguntó el muy despistado al poner más atención a su alrededor, ya que había visto algo raro en la habitación.

Las patas de la cama estaban rotas, lo que significaba que ellos durmieron al ras del suelo, las sábanas desgarradas, varios muebles destrozados y las cortinas hechas girones. En un rincón se alcanzaba a apreciar los restos de lo que alguna vez fue ropa, la ropa con la que habían salido a la alberca la noche anterior. De su hijo, ni sus luces.

— Gokú, ¿en serio no recuerdas nada? —a Milk no le quedó más remedio que enderezarse, procurando cubrir su desnudez con un pedazo de la sábana rota—. Anoche platicamos sobre la educación de Gohan y… —dijo después de soltar un imperceptible suspiro, mostrándose desencantada ante el hecho de que su cónyuge no perpetuara ese hermoso momento de intimidad en su mente.

—… ¿de verdad… hablamos de la educación de Gohan? —el Saiyajin se rascó la nuca en señal de incomprensión, forzando su memoria al ponerse serio. Al no conseguir recordar se encogió de hombros, justificándose con su mujer al sonreír tontamente—. Discúlpame, Milk, pero no me acuerdo de nada de eso.

— Ya, sólo déjalo así… —recalcó la morena resignadamente suspirando una vez más—. ¿Por qué no mejor te bañas para ir por Gohan a la habitación de Bulma? —le indicó.

— Y… ¿y por qué Gohan está en la habitación de Bulma?... no entiendo —a Gokú le pareció bastante ilógico que su descendiente no estuviera con ellos en un momento tan crucial—. Si anoche íbamos a hablar de su educación lo mejor sería que estuviera con nosotros… ¿no? —señaló convencido.

— ¡Gokú, por favor!, ¿cómo crees que Gohan iba a estar aquí si… si hicimos el amor? ¡Eso dañaría su inocencia! —y claro, la histeria de Milk salió a flote y no dudó en llamarle la atención a su marido con voz chillona, restregándole en la cara lo sucedido en la velada nocturna.

—… ¿a… a qué te refieres con eso, Milk?, ¿qué quieres decir? —el hombre se mostró más confundido por esas palabras… o sea, ¿qué había pasado verdaderamente en la habitación?

—… Gokúuu… —la dama se debatió unos segundos consigo misma con los sentimientos encontrados: no estaba segura si llorar desconsolada por la gran falta de tacto de su marido o darle unos buenos golpes en la cabezota por pasarse de idiota. La mueca de su rostro se hizo amenazadora si bien intentó recobrar la calma—… si no estás listo en cinco minutos no pediré el servicio a cuarto y te quedarás sin desayunar —recalcó en tono lúgubre y amenazador.

— Sí, sí, ya lo hago —ni hablar, Gokú no esperó a que le repitieran la orden y se levantó rápidamente, atemorizado por el gesto de su esposa.

Y, mientras tanto, en otra habitación…

— ¡Ajum!... no sabía que la señorita Briefs hiciera mucho ruido para dormir… apenas si pude pegar el ojo —dijo una soñolienta Videl estirándose en la cama para desperezarse, soltando un bostezo mal disimulado y frotándose los ojos.

— Para mí también es difícil creer que alguien como ella ronque de ese modo —observó Gohan recostado en la misma cama a su lado, disimulando su propio bostezo—. Pero no es la primera vez que la oigo roncar —añadió.

— ¿Es que acaso ya habías dormido con la señorita Briefs? —fue la pregunta de la niña a su amiguito mirándolo con algo de recelo, tratando de imaginar los motivos de dicho acontecimiento.

La pijamada había terminado muy temprano puesto que Bulma no resistió el desvelo más allá de la una de la mañana, y Trunks, muy servicial, la acostó en una cama para que descansara a gusto, sugiriéndoles a los niños que hicieran lo mismo. Ambos se vieron en la necesidad de compartir un lecho porque, en cuanto la científica sintió la comodidad de su almohada, ocupó todo el espacio del colchón soltando un ronquido bastante fuerte, señal de que dormía profundamente, y ninguno se animó a moverla de su posición. Afortunadamente la habitación de la Briefs contaba con dos camas matrimoniales, así que eso no representó un problema en sí.

— Sí, ya que, hace tiempo, ella, Krilin y yo requerimos viajar al espacio y como la nave en la que viajamos no tenía muchas habitaciones tuvimos que dormir todos en un mismo cuarto por más de treinta días… ¿te imaginas oírla roncar todo ese tiempo? —se explicó Gohan calmadamente, empleando al final una entonación divertida de sólo recordar el suceso.

— ¿En serio ya fuiste al espacio?... ¿pero cómo? —la chiquilla se mostró intrigada ante lo que acababa de oír y pidió una explicación más amplia… no podía creer que un niño hubiera viajado por el espacio siendo tan pequeño.

— Es una larga historia que algún día te contaré, Videl… —le respondió el jovencito sonriéndole con amabilidad y un poco de pena, suponiendo que tal vez, más adelante en la vida, volvería a encontrarse con ella—… ¿No crees que tu papá ya ha de estar buscándote? Y de seguro también a mí me vendrán a buscar —agregó en un cortés tono de interrogación para desviar su atención hacia otro tema.

— Es verdad, Gohan, mejor vamos a regresar con nuestros papás —así Videl comprendió que lo más razonable en ese momento era estar nuevamente con su progenitor en su habitación. Se levantó de la cama y se calzó sus acojinadas pantuflas, siendo imitada por su amiguito. Antes de decidirse a salir volvió la vista hacia donde Bulma roncaba a pierna suelta, cuestionándose con duda—. Oye, Gohan, ¿no crees que deberíamos despedirnos de la señorita Briefs?

— No te recomiendo que lo hagas… Bulma se pone de muy mal humor cuando no ha dormido bien, y me temo que no le hará gracia el que la despertemos —manifestó el aludido con bastante timidez, esperando que su amiguita no insistiera con eso.

Al abrir la puerta se encontraron con un alto hombre de peinado afro, el cual traía entre las manos un gran ramo de flores.

— Mi estimada señorita Briefs, permítame entregarle este pequeño obsequio como muestra de mi admiración y agradecimiento —ya sabemos que Mr. Satán pretendía conseguir una cita con Bulma y no escatimaría esfuerzos por invitarla a desayunar. Se hallaba tan ensimismado tratando de mostrarse como todo un galán que no había prestado toda su atención a la personita que estaba frente a él, dándole las flores de sopetón.

— ¿Papá? —le preguntó Videl más que extrañada recibiendo el ramo, mostrándose indignada al comprender las intenciones de su padre… en realidad no había ido por ella—. ¿Qué está haciendo aquí, papá?

— ¡Videl, eres tú! —el pobre hombre dio un respingo al reconocer la vocecita de su hija, y rápidamente le quitó el ramo de flores para ocultarlo lo mejor que pudo tras su espalda, carraspeando para darle una explicación convincente—. Ejem, ejem… Hija mía, anoche en la recepción me dijeron que estarías aquí, así que vine a traerte y… ejem, ejem… a darle las gracias a la señorita Briefs… ejem, ejem… como comprenderás es mi deber el mostrarle mi agradecimiento de la mejor forma, ya que soy todo un caballero —dijo con voz levemente avergonzada.

— Mmm… —la chiquilla no dejó de mirarlo con gesto suspicaz.

— Muy buenos días, Mr. Satán, es bueno ver que se preocupa por el bienestar de Videl —y Gohan aprovechó el tenso momento para saludar al hombre con toda su amabilidad y educación, dedicándole una breve reverencia.

— ¿Eh?... —por lo que, al verlo, el campeón pareció confundido… ¿qué estaba haciendo un niño ahí con su niñita?

Observándolo con detenimiento se dio cuenta de que era un chiquillo no mucho mayor que Videl, pero representaba a un depravado en potencia que podría abusar de la inocencia de su pequeña a la menor distracción, especialmente porque iba vestido con lo que parecía ser un traje de baño de mal gusto.

— Videl, ¿quién es este niño?, ¿por qué está aquí contigo? —le preguntó a su hija sin quitarle a Gohan la vista de encima, mirándolo ahora con desconfianza.

— Su nombre es Gohan, papá, te lo presenté el otro día en la función estelar de luchas —explicó la jovencita un tanto desesperada, interpretando correctamente por donde habían divagado los pensamientos de su progenitor—. Él y su familia son amigos de la señorita Briefs y todos están aquí de vacaciones —precisó.

— ¿Ah, sí? —Mr. Satán siguió mostrándose reservado, manteniendo el gesto serio y solemne para intimidar.

— Mucho gusto nuevamente, Mr. Satán… también nos vimos hace poco en el gimnasio cuando usted terminó de entrenar con algunos de sus discípulos —dijo Gohan sin cambiar el tono educado, sonriendo despreocupado—. Ellos fueron a saludar a mi papá y a sus amigos —le mencionó.

— ¿De… de verdad tú estabas con… con esos sujetos tan extraños que se presentaron ayer al gimnasio? —bueno, al recordar ese suceso el hombre se puso a la defensiva, pero intentó disimular su contrariedad lo mejor que pudo.

— Oye, papá, ¿qué es lo que estás escondiendo? —por cierto que la chiquilla ya se sentía harta del comportamiento de su progenitor, así que no dudó en cuestionarle por el ramo de flores señalándole la espalda.

— Nada, no es nada importante, Videl… sólo es un pequeño presente para la señorita Briefs, eso es todo —ante esto el campeón recobró un poco el aplomo aunque no pudo evitar sonreírle a su hija con algo de timidez. Después reacomodó su túnica con la intención de lucir impecable, dispuesto a cumplir su objetivo y conseguir que la científica saliera con él—. Por cierto, ¿en dónde está? —preguntó dudoso, extrañado de que la bella dama aún no hubiera asomado a la puerta.

— Ella todavía está durmiendo y calculo que despertará en dos horas —explicó Gohan sintiendo algo de pena por el pobre hombre, y justo en ese momento, para corroborar su afirmación, se escuchó un potente resuello proveniente del interior de la habitación.

— ¿Y ese ruido?... no me dirás que es… —Mr. Satán se quedó pasmado, le era inconcebible imaginar a una hermosa mujer roncando de esa forma.

— Vámonos ya, papá, que quiero bañarme para ir a desayunar —Videl consideró que ya era suficiente y jaló a su padre tomándolo de la manga, arrastrándolo con ella—. Nos vemos más tarde, Gohan —dijo con más amabilidad al despedirse de su joven amigo con un movimiento de la mano.

— Adiós, Videl, te veo luego —el aludido correspondió el gesto con una gran sonrisa sincera, e inmediatamente sintió un Ki familiar a sus espaldas, lo que le hizo volver la vista—. ¡Papá! —exclamó muy feliz.

— ¡Hola, Gohan! —fue el saludo de Gokú presentándose por medio de la teletransportación—. ¿Dormiste bien? —le preguntó amablemente acariciándole la negra cabellera hasta despeinarlo más, sonriéndole con cariño paternal.

— Veo que ya te bañaste —le respondió el chicuelo a modo de corresponder su saludo.

— Oye, ¿qué no ese señor que va allá es Mr. Satán? —el despistado Saiyajin se fijó en las dos personas que se retiraban en ese momento por el pasillo con rumbo al ascensor, mostrándose extrañado al reconocer al hombre de peinado afro.

— Sí, y la niña que le acompaña es su hija Videl —respondió el muchachito con tranquilidad.

— ¿Y qué estaba haciendo aquí? — preguntó Gokú más que confundido, en tanto Mr. Satán subía al elevador de la mano de su hija.

— Es que Videl se quedó anoche con nosotros porque Bulma organizó una pijamada —contestó Gohan con su despreocupada voz y una gran sonrisa en el rostro, no dándole mayor importancia al asunto.

— ¿Pijamada…? ¿Y eso qué es? —volvió a interrogar su progenitor ya que no tenía ni idea de a qué se refería el niño con eso de la pijamada.

Justo entonces se escuchó un nuevo ronquido desde el interior de la habitación, y Gokú sonrió con aire divertido olvidándose de la dichosa pijamada.

— Vaya, así que Bulma sigue siendo tan escandalosa como siempre… pobrecito del que se case con ella —mencionó riendo por lo bajo. Dirigió la vista una vez más a su hijo hablándole con ese tono habitual suyo tan bonachón—. Bueno, Gohan, es mejor que nos vayamos ya que tu mamá nos ha de estar esperando para bajar a desayunar —le dijo tomándole por el hombro, dispuesto a teletransportarse junto con él.

Y justo estuvo de llevar a cabo su técnica cuando por el pasillo aparecieron unos diez camareros del restaurante conduciendo varios carritos repletos de comida, y se detuvieron frente a la puerta de la habitación de al lado, el dormitorio que compartían Pikoro y Vegeta con el joven Trunks. El olor de los manjares despertó nuevamente el apetito del hambriento Saiyajin.

— ¡Ah, pero qué bien!, ¡Vegeta no podrá negarme un plato de sopa! —exclamó Gokú muy contento, desatendiendo por completo las recomendaciones que le hiciera su esposa antes de ir por su hijo.

— Papá, espera… —Gohan quiso detenerlo pero le fue inútil, pues su padre se abalanzó sobre las fuentes con bocadillos sin esperar a que el amo y señor de dicha comida se presentará a reclamarla.

— ¡Señor!... —los meseros se mostraron sorprendidos al principio y después protestaron indignados, ya que su propina estaba en juego.

— Oiga, señor, este banquete es para el distinguidísimo huésped que ocupa esa habitación —le dijo el jefe de los mismos recobrándose de la primera impresión, empleando un tono de circunspecto.

No 'ay pgob'ema pog'e Ve'eta ed mi am'go… —fue la respuesta del aludido masticando diez volovanes de una sola vez.

Y hablando del Príncipe…

— ¡¿Kakarotto, grandísimo granuja, qué m#$*" crees que estás haciendo?! —como era de suponerse el olor del desayuno también había atraído a Vegeta, y claro que su exasperación fue tal al ver a su némesis devorar SU comida que no dudó ni un segundo en arrojarse sobre él arrebatándole la bandeja casi vacía para devorar lo último de su contenido, apretándole a su vez la garganta con la intención de estrangularlo por atrevido—. ¡Este desayuno es mío! —le recalcó fieramente.

— Papá… —Gohan sólo soltó un quejido imperceptible sin atreverse a moverse… su progenitor se lo había buscado. Los meseros tampoco dijeron ni pío, asustados por esa repentina aparición y el extremo salvajismo de ese señor de peinado extraño.

— Oye… Vegeta… no… no seas tan brusco —afortunadamente Gokú pudo librarse de la presión tras unos segundos, resoplando para tomar aire al tiempo que sobaba su cuello—. Anda, no te cuesta nada darme otro bocado… tú tienes muchos y yo sólo te pido uno ya que todavía no he desayunado —añadió con quejumbrosa voz poniendo gesto de niño regañado, e intentó acercarse una vez más a los carritos.

— ¡Mph!, no es mi problema si esa molestia que tienes por mujer no te pide el desayuno, por lo tanto no me importa si comes o no… —resopló el agresivo Saiyajin impidiéndole cumplir su cometido al bloquearle el paso, e inmediatamente les gritó a los pobres camareros mirándolos con dureza—. ¿Y ustedes que m#%&* esperan, eh? ¡Lleven esos carritos a donde ya saben!

— En seguida, señor, en seguida… —los cuales dieron un respingo del miedo y fueron apremiados por su jefe, entrando en la habitación lo más rápido que pudieron.

— Muy buenos días, señor Gokú —Trunks asomó en ese momento tras dejarles paso libre a los camareros, y saludó a Gokú con algo de pena al haber presenciado lo sucedido desde el interior—, si usted gusta puedo solicitarle también un servicio a su cuarto —le dijo gentilmente.

— No te preocupes por eso, jovenazo, imagino que Milk ya nos pidió el desayuno —el aludido recobró la sonrisa y el buen carácter al suponer que su adorada mujercita les estaría esperando con una muy buena cantidad de comida para pasar el rato—. Vamos, Gohan, es hora de irnos —le indicó una vez más a su hijo dándole en esta ocasión la mano.

— Como digas, papá… nos vemos luego, joven —respondió el chicuelo tomando obedientemente la mano de su progenitor, despidiéndose de Trunks con la otra mano. Ambos se desvanecieron en un santiamén.

— El señor Gokú es tan especial… —el adolescente sonrió levemente recordando todos los dichos de su madre acerca del carácter de su gran amigo.

En un segundo Gokú y Gohan se presentaron frente a la puerta de su habitación y vieron a Milk dialogar con un hombre de peculiar aspecto. Por cierto que ella llevaba puesta una bata de baño y traía el cabello suelto.

—… lo siento pero tiene que esperar a que él… —decía la morena y se silenció en cuanto lo vio ahí parado.

— ¡Hola, Milk!, ya traje a Gohan —saludó éste sin alterarse en lo más mínimo, como si fuera de lo más normal aparecerse de la nada.

— ¡Gokú, ya te he dicho que no hagas eso! —fue el regaño de su señora, pues no le causaba gracia el que su marido se tomara todo a la ligera.

— Buenos días, ¿qué no es usted Akira Toriyama? —Gokú pasó por alto el llamado de atención y volvió su atención al individuo que estaba allí con ellos, haciéndole la pregunta con su habitual desfachatez.

— Vaya, veo que a ti no puedo engañarte, Gokú —contestó el mangaka acomodándose la nueva máscara que traía puesta, la cual tenía forma de una cara de gato—. Normalmente intento estar de incógnito para evitar el acoso de los fans, por ello me cambió la máscara cada semana —y dio una explicación sin que se la hubieran pedido, dándose aires de suficiencia.

— Vamos, Gohan, tienes que bañarte ya para que bajemos a desayunar —como a Milk no le importaba en absoluto lo que Toriyama tuviera que decirle a su esposo apremió a su hijo para que estuviera presentable.

— Sí, mamá, en seguida —y el chiquillo decidió obedecer… ya se enteraría más tarde del asunto. Presto entró a la habitación.

— Oye, Milk, ¿y el tentempié que ibas a pedirme? —ante el recordatorio del desayuno el estómago del Saiyajin protestó con un sonoro gruñido, y el hombre miró hacia todos lados del pasillo buscando el servicio a cuarto—. Vegeta ya está comiendo y no quiso invitarme ni un bocado —agregó en tono de puchero infantil al tiempo que se sobaba el vientre.

— Ay, Gokú, en seguida viene el servicio, no te desesperes… precisamente están ocupados por atender a ese sujeto tan desagradable —la aludida hizo un leve gesto de resignación poniendo los ojos en blanco por una fracción de segundo—. Ahora, si me disculpan, tengo que vigilar a Gohan —añadió yendo detrás de su hijo.

— Bueno, Gokú, yo venía a avisarte que ya mañana se reiniciará el juego de cartas contra los androides, así que lo mejor es que se preparen —a todo esto Akira Toriyama consideró dar a conocer el motivo de su visita, así que le habló al Saiyajin con amabilidad—. Te pido de favor les avises a tus compañeros ya que estaré muy ocupado atendiendo a los fans en una conferencia de prensa —aclaró.

—… —nuestro atolondrado protagonista pareció confundido por unos segundos… ¿qué era una conferencia de prensa? Más enseguida retornó a sonreír despreocupado—. Muy bien, les avisaré a todos los muchachos.

— Entonces ya me voy… nos vemos en el juego —ya cumplida su misión el mangaka se despidió presuroso.

— Oiga, señor Toriyama, ya que usted dice que escribió la historia, ¿me puede contar si tendremos grandes batallas contra esos androides? —antes de que el buen Toriyama se perdiera por el pasillo Gokú le hizo la pregunta en voz alta con bastante curiosidad.

— Oh, sí, claro que tendrán grandes batallas, faltaba más… y por ello les di un lapso de tres años en su tiempo, para poder preparar los mejores escenarios —le respondió el aludido al tiempo que entraba al elevador, despidiéndose amablemente agitando una mano.

— ¡Qué bien! —el Saiyajin no hizo más que sonreír grandemente, sintiéndose complacido por la perspectiva de los emocionantes retos que enfrentaría junto a sus camaradas. Muy contento entró en la habitación.

Por cierto que Gohan se abstuvo de preguntar por lo sucedido en ella al notar que había algo diferente… recordando lo que Bulma le había dicho sobre la importancia de que los padres disfrutaran de momentos a solas prefirió evitarse la pena de saber más de lo necesario.

Ya en el restaurante Gokú les comunicó a sus amigos lo dicho por Toriyama en tanto devoraba platillo tras platillo, haciendo caso omiso a sus gestos de repulsión.

— ¡Argh, es el colmo contigo, Gokú!, ¿podrías dejar de hablar con la bocota llena? —claro que Pikoro no iba a quedarse mirando el espectáculo como si nada, así que le echó en cara su vulgaridad al tiempo que le quitó de enfrente la última bandeja con comida que se había servido.

— Lo siento mucho, Pikoro… pero es que toda la comida es deliciosa y tengo mucha hambre —el Saiyajin se disculpó pasándose ruidosamente el último bocado que traía en la boca, mostrando una sonrisita tímida. Casi al instante soltó un eructo mal disimulado—… perdón, perdón, no era mi intención… —añadió rascándose la nuca, carcajeándose por lo bajo con turbación ante la mirada endurecida que le lanzó el namek.

Milk quiso evitarse el mal momento yendo con Gohan a sentarse en la mesa que Bulma ocupaba junto a Trunks (por Vegeta ni pregunten, él como siempre de antisocial). Aun así no podía dejar de ver a su marido de vez en cuando, sintiéndose más que molesta por esa muestra de incultura.

— Ese Gokú… ¿cuándo aprenderá a tener buenos modales? —mencionó con fastidio en voz alta.

— Gokú es un caso perdido… —opinó la científica comprensivamente, uniéndose por un segundo al sentimiento de su amiga—. Menos mal que Vegeta ya aprendió a usar los cubiertos y a comer con discreción —agregó en tono orgulloso dándose su importancia, casi como si fuera mérito suyo.

—… Si tú lo dices… —la señora Son la miró con una mezcla de escepticismo e incomodidad… ¿a quién le importaba eso ahora? Volvió la vista hacia su hijo cambiando el semblante por uno más dulce y amable, y le habló con énfasis maternal—. Gohan, siempre debes mostrar tu educación a la hora de comer y así no espantarás a las chicas —puntualizó.

— Sí, mamá, como tú digas —el chiquillo enrojeció levemente ante ese comentario en tanto tomaba sus alimentos en pequeñas porciones. "Caray, ¿en qué está pensando mi mamá?" se dijo interiormente, más consideró adecuado no contradecirla.

— Un hombre bien educado causa una buena impresión entre las mujeres —dijo Bulma y miró a Trunks guiñándole un ojo con coquetería y regalándole una sonrisa abierta—. Este buen muchacho es un ejemplo de ello, además de que es bastante guapo también… —añadió.

— Gracias, señorita Bulma, usted hace que me apene… —el adolescente respondió al tiempo que enrojecía intensamente de los pómulos, desviando presuroso la vista… "Mi mamá era demasiado lanzada cuando joven" pensó en sus adentros evitando poner los ojos en blanco.

Los guerreros "Z" se pusieron de acuerdo para entrenar primero el cuerpo y después la mente, así que, terminado el desayuno, se retiraron con rumbo al gimnasio del hotel para encerrarse por varias horas a manera de aprovechar el tiempo. Vegeta, por su parte, prefirió cruzar una vez más el Mediterráneo y perderse en el desierto alejado del bullicio citadino. Y las damas se tomaron ese lapso de tiempo para ir al spa a tomar un relajante servicio completo de belleza.

Así llegó la hora de la comida con el usual ajetreo en el comedor, pues el Príncipe Saiyajin se dignó a presentarse en el lugar y tuvo con Gokú una leve discusión sobre cuál de los dos debería comerse toda la bandeja de guisado de pollo adobado.

Un poco más tarde, ya con los ánimos balanceados, encontramos a nuestros personajes favoritos disfrutando del clima mediterráneo en una gran terraza del hotel, dispuestos a diseñar su estrategia para la partida de póquer de la noche siguiente.

—… si me permiten mi opinión considero recomendable jugar en un casino para ir dominando el juego —sugirió Trunks antes de permitirle a Bulma golpear a Röshi por su atrevimiento, pues el anciano maestro le hizo la indecorosa propuesta de rifar la ropa (entiéndase las prendas íntimas de ella) del que perdiera la ronda.

— Esa es una gran idea, así tal vez hasta ganamos algo de dinero extra —Yamcha no dudó en aprobar la moción como la forma más idónea de practicar las jugadas.

— Y podremos ver a las lindas edecanes que atienden a los clientes en esos lugares luciendo unas prendas divinas —y Oolong se apresuró a expresar su consentimiento poniendo su mejor gesto de pervertido, pues su imaginación voló muy lejos.

Bulma ya no pudo contenerse y le metió al cerdito metamorfo el coscorrón que venía guardando para el descarado de Kame Sen'nin, provocándole un chichón muy grande y doloroso en lo alto de su redonda cabeza.

— ¡Ush!, ¿por qué no cierras la boca? —le espetó al darle el golpe, y todos los presentes (y digo todos sin excepción) dieron un respingo mirándola con cautela, no fuera a ser que su enojo se saliera de control. Pero ella adquirió prontamente una actitud de "aquí no pasó nada" sonriendo grandemente—. Este guapo muchacho sí que sabe pensar… por algo trabaja en la compañía —dijo en tono amable dándole a Trunks una palmaditas cariñosas en el hombro, a lo que el joven enrojeció brevemente—. Bueno, creo que lo mejor que podemos hacer para practicar el póquer es ir al casino a jugar de verdad —añadió emocionada levantando el pulgar de la mano derecha.

— Oye, Bulma, ¿en los casinos dan de comer? —Gokú no pasaría por alto algo tan importante y su víscera le delató en el momento justo soltando el gruñido característico.

— Ay, Gokú, no tiene ni cuatro horas que comimos, ¿y ya tienes hambre? —le reprochó Milk lanzándole una mirada de desaprobación.

— De verdad lo siento mucho, Milk, pero es que como Vegeta se comió la mitad del guisado de pollo pues… —se excusó éste sonriendo tontamente a la vez que sobaba su bajo vientre.

— ¡Mph!, no seas idiota, Kakarotto, ¿acaso pensabas que te dejaría comer de MI comida? —rezongó el Príncipe con su habitual gesto de malos amigos, mirándolo como se mira a un insecto rastrero.

— Por favor, ¿quieren tranquilizarse de una buena vez? —Bulma se interpuso entre ambos Saiyajins pidiendo paz con ambas manos, y después se volvió hacia su amigo evitando poner los ojos en blanco… cuando de comer se trata parecía insaciable—. Descuida, Gokú, en los casinos también te pueden dar de comer.

—Eso suena bien… entonces, ¿qué estamos esperando? —y claro, ante la afirmación ya no tenía sentido entretenerse más.

Y así los guerreros "Z" y compañía fueron al principal casino de la ciudad de Montecarlo, un recinto espectacular lleno de gente que había ido a divertirse apostando en los innumerables juegos de azar que suele haber en dichos lugares.

— No sabía que en los casinos había tantas luces… —murmuró Gohan en voz baja con embelesamiento, mirando hacia todos lados.

— Muy buenas noches, queremos reservar una mesa de póquer y un servicio personalizado si me hace usted el favor —Bulma no se detuvo y se acercó al área de administración del casino para hablar con el encargado, empleando un fluido francés. Trunks no quiso dejarla sola y decidió acompañarla para prevenir algún incidente.

— El servicio de primera está reservado solamente para clientes distinguidos que pueden pagar por ello —respondió el caballero con seriedad e indiferencia, dando a entender con esa actitud que el mencionado servicio no estaba al alcance de todos los bolsillos.

— ¿Pues con quién cree que está hablando, eh? —obvio que la Briefs no se intimidaría si de dinero se trata, y sacó de su bolso la chequera—. Sólo dígame a nombre de quien y el monto por el cual voy a extender el cheque y asunto arreglado —agregó con aire de suficiencia, mirando fijamente al hombre.

— Oh, madame, usted disculpe mi descortesía… adelante, por favor, ya habrá tiempo después para los detalles —y con ese gesto el proceder del administrador cambió radicalmente, indicándoles que le siguieran.

— Muchas gracias, es usted muy amable —Bulma sonrió y le acompañó prontamente, contoneándose con su habitual coquetería.

Todos los demás fueron tras ellos.

Nota: no estoy para explicaciones sin sentido que sólo suenan a pretexto. Espero les haya gustado y les haya proporcionado un momento de diversión que había sido pospuesta por tanto tiempo, y sepan disculparme por tanto retraso… en la próxima entrega les aseguro más diversión, y pido su paciencia para ultimar detalles de ambos fics.

Un saludo.