Perfume

-Hermione, hueles lindo. – Menciono Harry con la perfecta cabeza de Hermione bajo su pera, mientras le hacia pequeñas caricias en su escultural e liso hombro. Harry siempre opino que su piel era la más bella, aun más que la arreglada carne de Ginny.

Los ojos de Hermione se achinaron, su rostro se vio algo disparatado pero para Harry era simplemente hermoso, gracias a que su bella dentadura se permitía visualizar finalmente formando una melodiosa sonrisa que despertaría a los Ángeles de su sueño eterno.

-Es perfume, tonto. – Escupió Hermione, como solía hacerlo cuando deseaba afirmar algo, pero con una dulce tonada inocente. Le empujo suavemente el pecho hacia atrás con el puño, en un gesto amigable, pero ese acto lógicamente fue cometido de una manera algo patética ya que sinceramente ni Hermione ni Harry estaban molestos. ¡Pf! Como si fueran a estar molestos.

Era una imagen memorable. Hermione apenas colgaba una dulce tela lavanda cubriendo su cuerpo, y la frazada blanca que obtenía la medida adecuada para acoger a ella y a el. Lo que Harry llevaba puesto era nada más que un recuerdo vago para ambos. El tan solo se limitaba a mirar sus dulces ojos color canela, y oler el hermoso perfume que se desprendía de su cuello.