Disclaimer: Pandora Hearts no es mía, le pertenece a Mochizuki Jun.


Tacto.

No era la primera vez que sucedía.

Había veces en las que simplemente prefería ignorarlo. Según Elliot, era mejor así; al menos no tenía la necesidad de indagar mucho en el asunto luego de que Ada parecía mirarle de reojo al tomar asiento lejos (bastante lejos) de él.

Sin embargo, aun cuando tratara de evitar pensar en ello, por más que intentara evadirlo; seguía ahí. Ese pensamiento que picaba de vez en cuando; a Elliot, por supuesto, no le gustaba. Le hacía sentirse raro. Como que un ligero calorcito le subía a la cara y le ponía las manos sudorosas.

Y es que la Vessalius, a veces, le hacía pensar cosas extrañas. Cosas que con él tenían un efecto penoso y un poco (sólo un poco) afable. Elliot realmente no lo entendía.

―L-lo siento.

La torpe excusa siquiera es tomada en cuenta comparada con el leve roce cálido de su mano con la de él al tratar de coger el mismo libro de la estantería. Elliot parece gruñir e incluso aleja rápidamente su palma. Ada prefiere largarse apresuradamente con libro en mano.

Pero cuando la Vessalius ya está en el otro extremo de la habitación, sosteniendo el libro con ambas manos y con el rostro metido en él, Elliot tiene la cara teñida de rojo. Las manos le vuelven a sudar y su mente, involuntariamente, se le llena de cosas extrañas. Siente el corazón agitado e incluso hace una mueca: como que la comisura de sus labios se va arqueando de a poco y, levemente, sonríe de lado.