Hola!

Bien... primero me disculpo de todas las formas posibles, pero mi tiempo libre se vio reducido a cero debido a que este es mi último año de universidad y comencé a trabajar!

Lo siento tanto... intenté actualizar pero no estaba nada conforme con el capítulo y no contaba con el tiempo o la inspiración... si ya me abandonaron, lo entiendo...

A las que me mandaron mensajes les dije que volvería... y lo hice finalmente, ahora estoy de vacaciones y cuento con energía y tiempo!

Gracias como siempre por sus reviews y su lealtad...

Besotes y disfruten!


Capítulo 23

Tres semanas después...

Instituto Forks, 14:05 p.m.

...

Puto dolor de cabeza...

Mientras ponía la combinación correcta para abrir el casillero, ciertas voces se colaron en mis oídos.

-Se ve horrible...

-Cullen la dejó por otra...

-Era obvio que iba a suceder... ¿acaso creyó que era especial?

Apreté la mandíbula mientras respiraba hondo por la nariz. Mi estómago, que por estos días se hallaba en constante tensión, se endureció aún más.

-Tanya dijo que esto pasaría...

-Cada uno tiene lo que merece.

-Hale se acostó con él. Dicen que fue una vez, pero ¿quién sabe?

-Cullen no es conocido por ser fiel, ya decía yo que había durado mucho sólo con...

Golpeé el casillero y las miré. Estaban a unos metros, creyéndose discretas.

-¡Ey, zorras! ¿Por qué no se van a parar en otra esquina?

Emitieron varios grititos ahogados, pero no les dediqué atención. Las susurradoras se fueron haciendo sonar los tacones, mientras me molía los dientes de rabia.

Perras chismosas... ojalá las atropellase un camión a la hora de salida. De forma dolorosa.

Finalmente abrí el locker para buscar una aspirina y resoplé al encontrar una flor pegada a una nota encima de todas mis cosas. Con deseo de escupirle, la lancé a un basurero a un par de metros de distancia. No me volví para ver si había caído dentro, si terminaba en el suelo pisoteada por los demás, mucho mejor.

Cullen podía seguir disculpándose hasta el día del Juicio Final si quería. Eso no iba a cambiar nada. Aunque sí debía cambiar la combinación del casillero.

-Hola.

Me volví lo justo para dedicarle una mueca a Alice.

-¿Qué te ocurrió?- inquirió.

-¿Eh?

-El examen de Literatura fue en la mañana.

-¡Joder!- me pasé una mano por el cabello- ¿Era hoy?

Asintió con gesto preocupado. Luego de maldecir otra vez me encogí de hombros... no había venido hoy en la mañana porque no estaba en condiciones.

-Quizás pueda pedir que me lo tomen otro día- le resté importancia y seguí sacando libros del casillero, sin embargo en mi apuro algunas cosas se cayeron al suelo.

Alice se inclinó a recogerlos y de entre ellos, tomó mi botella de vodka... mi semi-vacía botella de vodka. Me la entregó lentamente, con el ceño fruncido.

-Gracias- mascullé metiendo todo en mi bolso.

-De nada- mencionó mirándome con preocupación- ¿No... no crees que estás bebiendo demasiado?

-No, mamá- respondí con sorna.

Se retorció los dedos.

-Quizás podrías venir hoy por la tarde a mi casa y podamos conversar o ver una pelí...-

-Ya tengo planes- la corté- Nos vemos.

-Pero...

Caminé hacia mi siguiente clase dejándola con la palabra en la boca. No me gustaba tratar mal a Alice, después de todo era una de las pocas almas con las que todavía me comunicaba luego de la erradicación de todos los innombrables, Edward, Rosalie, Jasper y Emmett. Si bien el último no me había causado ningún daño, no tenía absolutamente nada que decirle, incluso lo evitaba. Sólo ver en el estado de patética depresión en el que había caído me hacía querer correr en dirección contraria.

Pero Alice había desarrollado el molesto hábito de revolotear a mi alrededor como mamá gallina y no estaba de humor para soportar preguntas ni mimos.

Sólo quería distraerme.

Después de una tarde de llanto en el bosque y una horrible noche de insomnio dando vueltas como trompo en la cama, había decidido suprimir cualquier pensamiento lúgubre que pudiera llevarme al camino de la autocompasión o la lástima... y aquello significaba destruir todo lo que me recordara a Edward. Fotografías, unas cuantas cartas, cosas que había dejado en mi habitación, vídeos, mensajes en el móvil. Absolutamente todo.

Durante una o dos horas me había despedido de todas las posesiones terrenales de mi relación. Para ser totalmente sincera, mi voluntad había flaqueado mientras observaba aquello. Eran pruebas de tiempos felices, de sonrisas, de besos... pero al enterarme de la verdad, todos aquellos momentos parecían una completa mentira. Desde el primer día todo había sido un sucio fraude.

Charlie me había observado algo conmocionado mientras aquellos cambios operaban en mi dormitorio. Me había visto llegar hecha una pena y me había bombardeado con preguntas. Sólo me había limitado a explicarle que su hija volvía a estar soltera. Mi padre, un hombre de pocas palabas respondió un simple"bien" y me dio un largo abrazo. Al día siguiente me había ayudado a botar las cajas.

-¿Estás segura?- había preguntado cuando dejamos todo en los contenedores para que lo recogieran.

Lo había observado con rostro inescrutable, Charlie se veía pensativo y me pregunté si estaba pensando en sus propias experiencias. Mi padre no se había desecho de las cosas de Renée cuando esta se mandó a cambiar. Aunque eran situaciones muy diferentes, hasta donde sabía mi madre no le había puesto los cuernos y quizás pensó que me afectaría si él decidía deshacerse de todo. Tampoco iba a ponerme a comparar un matrimonio con un simple noviazgo...

-Segura.

De todas formas no quería nada de Edward, ya tendría suficiente con verlo en el Instituto.

Como un ritual de sanación, vi como el camión de la basura levantaba las variadas pruebas de mi estupidez y la mezclaba con otros desechos, para luego triturarlos. Esperé que algo cambiase mientras el camión se alejaba, quizás sentir algo de alivio o que la pena se disipase aunque fuera un poco.

No ocurrió.

Dicen que la verdad te hace libre. Siempre había pensado que eso era positivo, pero observando todo aquello destruirse a la vez que me escocían los ojos, entendía porque algunos vivían en el engaño. A veces deseaba no haberme enterado nunca.

Después de la limpieza, sabía que contaba únicamente con dos opciones... meterme en la cama y llorar hasta ahogarme en angustia, o simplemente forzarme a dejar el tema en el pasado. Sabía que el dolor no se iba a ir ninguna parte, había una parte en mi que se sentía marchita, un vacío que no quería explorar, porque temía que al hacerlo, no tendría la fuerza necesaria para levantarme de la cama. Demonios, hasta para abrir un maldito ojo.

Nunca me había destacado por lidiar con los problemas y obviamente me había decantado por la segunda opción.

Aquello se traducía en salir a divertirme. Por mi cuenta. Llevaba demasiado tiempo tranquila. Fiestas, pubs y alcohol eran una apuesta segura. Pasar un buen rato era en definitiva mi objetivo principal. Por eso necesitaba, distracciones. Varias.

Una de las cuales caminaba directamente hacia mi.

Demetri era un matón de último año que era bien conocido como drogadicto y camello. Nunca habíamos hablado mucho, pero siempre había existido un mudo respeto entre ambos.

-¿Lo tienes?

Asintió.

-Fue difícil conseguirla, sólo hago negocios a fin de mes- dijo en voz baja mientras la gente caminaba a nuestro alrededor- Así que te costará un poco más, cielo.

Resoplé.

-No jodas. James dijo cincuenta y eso te voy a pagar. Si no te gusta- me encogí de hombros- ve a vendérsela a un idiota de primero que te crea el cuento.

El chico dudó un instante, pero luego me ofreció la bolsita con una mueca.

-Los novatos son unos jodidos soplones... ¿eres ahora la chica de James?

Lo ignoré y le pasé el dinero.

-Nos vemos.

-Swan- me volví- celebraré una pequeña reunión en mi casa mañana- le lanzó una mirada mi cuerpo- Si James no te invita, lo hago yo. Recuerdo que solías ser divertida.

Me dirigió una sonrisa sucia y se marchó. Sabía de que tipo de reuniones hablaba... la casa de Demetri era la versión Forkense de Godoma y Somorra. Había asistido algunas veces con Jasper y en aquellos tiempos nunca se me hubiese ocurrido ir sola.

Tomé un trago de vodka para olvidar la mirada de Demetri y me dirigí a clase. Me senté en uno de los lugares vacíos, rezando por que mi dolor de cabeza se esfumara. El asiento a mi lado fue ocupado un instante mas tarde.

Me encontré con la sonrisa de Tanya a centímetros de mi cara.

Resoplé, me había preguntado cuanto más tardaría en venir a burlarse. No había dicho nada a pesar de que mi tragedia personal había estado en las bocas de todos desde el mismo momento en que había explotado la bomba. Había notado tanto las miradas burlonas del equipo de porristas como sus comentarios. Pero no de Tanya.

-¿Viniste a alardear?

Juntó las manos, haciendo chocar su perfectas uñas de manicura.

-Llevo riéndome de tu pequeño escándalo desde hace tres semanas. Créeme, me he jactado bastante.

-¿Viniste a ganarte un ojo negro, entonces?

Su sonrisa vaciló un poco, pero no se movió.

-El chico simplemente no puede guardárselo en los pantalones... no es su culpa. Es la tuya por creerle...

-Sigue hablando Tanya y te juro que arranco la cabellera de zorra que tienes, no me importa que estemos en medio de clases.

-Deja las amenazas... vengo a ofrecerte un trato.

Abrí los ojos, no me esperaba aquello.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Porque cariño... apuesto que no me odias ni de cerca tanto como a Hale.

Entrecerré los ojos examinando su rostro. Se veía muy pagada de si misma.

-Odié a esa estúpida desde que llegó- continuó- Y ahora el destino quiso que nos uniéramos en un frente común. Quiero decir, también te aborrezco a ti...

-El sentimiento es mutuo.

-... pero yo nunca pretendí ser tu amiga para después tirarme a tu novio.

-Porque nunca sería amiga tuya.

-Escucha, Swan- respondió impaciente- Te arruinó la vida, la odias, yo también. Y debido a tu constante agresividad apuesto que deseas que sufra... y yo quiero lo mismo.

-¿Por qué?

Por primera vez vi su seguridad quebrantarse. Tardó unos segundos en contestar.

-Si no hago algo esa perra va a ser reina de la graduación.

Me reí, incrédula.

-¿Haces esto por un estúpida corona?

-Las motivaciones son irrelevantes mientras el objetivo sea el mismo. Pensaba que ser descubierta engañando a su novio con su mejor amigo destruiría su reputación, pero no funcionó- suspiró- Así que si tienes algo sobre ella, cualquier historia vergonzosa, cualquier secreto... bueno, dímelo y yo sabré que hacer con ello. Imagino que te encantaría verla completamente arruinada- los ojos le brillaron de maldad- Tal como tu ahora.

Rodé los ojos pero luego pensé en las cosas que Rosalie me había contado de sus padres, de su novio. Tanya sonrió, leyéndome el pensamiento.

-Si se te ocurre algo, sólo dime.

Sacudí la cabeza mientras se alejaba, Denali era más astuta de lo que pensaba y mucho, mucho más mezquina.

Aunque tenía razón en una cosa, odiaba a Rosalie con cada célula de mi cuerpo. Cada vez que la divisaba la rabia comenzaba a burbujear dentro como agua hirviendo. Se había acercado para darme su versión de los hechos, algo que no pensaba oír... ¿para qué? Ya sabía por dónde iba a ir la cosa.

Esa noche se había sentido particularmente vulnerable por lo de Jazz y bla bla bla.. y a eso se sumaba el miedo por su recién descubierta atracción hacia Emmett, considerando las mierdas de experiencia con su ex-novio millonario y bla bla bla... Como cualquier cobarde, había intentado eliminar el miedo acostándose con alguien.

Entendía eso mejor que nadie, pero ¿con Edward? ¿acaso no tenía un gramo de decencia? ¿Y luego la mentira? Era mucho más de lo que podía perdonar. Ni hablar de olvidar.

Una apestosa voz en la cabeza me recordó que yo misma había cometido un error similar hace meses al enredarme con Jasper sin considerar los sentimientos de Alice... Bien, no era lo mismo. No, no. Primero que todo ellos no eran nada y yo nunca había pensado en esconder lo sucedido.

Pero Alice ni siquiera se enojó contigo...

Como sea, ya sabía que no era tan magnánima como mi amiga. Alice seguro tenía asegurado su metro cuadrado en el cielo, mientras que yo me iba a rostizar cerquita de Satanás por ni siquiera considerar el perdón.

Aún así, no tenía el ánimo para pensar en venganza, en nada realmente. Ni siquiera quería verla, estaba ocupando toda mi energía en evadir mis propios sentimientos. Sería más fácil para mi que todos los involucrados se esfumaran.

Un par de horas después salí con la resaca aún molestándome. Tenía ganas de sacarme los ojos y ponerlos en un vaso con hielo.

-Hey.

Alcé la vista bruscamente al escuchar esa voz.

Ver a Edward por estos días era una afrenta enorme a todos mis sentidos. Siempre lo había sido, pero ahora era problemático porque a pesar de todo, seguía teniendo un efecto devastador sobre mi sistema, todavía mis hormonas enloquecían, el corazón se aceleraba y las piernas se convertían en dos palillos inestables, sin importar que fuera un bastardo traicionero.

Lo odiaba por eso, sentía que me había arrebatado el control sobre mi misma. Aborrecía tener que luchar contra todas la sensaciones que me provocaba... porque parecía que yo estaba pagando por un castigo sin haber hecho nada malo. Supongo que era el precio por ser una redomada idiota. Además era increíblemente agotador.

Y siempre aparecía cuando no estaba preparada para enfrentarlo.

-¿Recibiste mi nota?

Lo esquivé y seguí caminando.

-¿La leíste esta vez?

Apuré el paso. Mantén la dignidad...

-Bella...

Se detuvo delante impidiéndome el paso. Fijé mis ojos en los suyos procurando mantener el rostro frío.

-Sé que estás enojada, pero no puedes seguir así. Llegando tarde, emborrachándote por todo el pueblo, especialmente con James.

Quería gritarle... y tirarle cosas. Cerré y abrí los ojos para no ceder ante la violencia.

-¿Algo más?- inquirí usando el mismo tono que usaría la vendedora en una tienda.

Un músculo se tensó en su mejilla, abrió la boca pero no esperé más de sus palabras.

-Bien- respondí y me alejé.

Indiferencia... indiferencia...

Este tipo de escenas se daban todos los días y no era algo de lo que estuviera agradecida. Jasper y Rosalie habían hecho lo mismo los primeros días, aparecer por los pasillos o por mi casa abogando a su favor respectivamente, pero mi actitud robótica pareció convencerlos de que no tenían nada que ganar siguiéndome.

A Edward no. El chico no se daba por aludido. Si no podía convencerme a mi misma de que ya no me importaba, por lo menos quería que él lo creyera.

Encendí un cigarrillo con las manos aún temblorosas debido al encuentro y caminé hacia el trasto. Había un pasajero en el asiento del copiloto.

-¿Pensando en robarme el carro?

James sonrió.

-¿Esta porquería?

Gente con falta de visión.

Lo había encontrado hace poco más de una semana en un pub. Bueno, encontrado no exactamente. El tipo me había seguido hasta allí, llevaba un par de días apareciendo en los lugares que frecuentaba y se dedicaba mirarme. No me asustaba, pero la constante presencia había comenzado a irritarme.

Y ese día, se había sentado a mi lado en la barra.

...

-¿Qué tomas?

Alcé mi vaso mostrándole.

-Quiero lo mismo- pidió.

-¿Qué haces aquí?

-Pasaba por el lugar.

-Claro... ¿tengo cara de idiota?

James sonrió y tomó el vaso que le ofrecía el barman. Luego puso una mano en mi silla, rozándome la cintura.

-¿Qué se supone que haces?- pregunté y alejé su brazo- ¿Siguiéndome? Cualquier cosa a la que estés jugando, ya puedes parar.

Tardó unos momentos en contestar.

-No quieres que me vaya- aseguró.

-¿Ah, no? ¿Y por qué supones eso?

-Estás sola.

Lo miré fijamente mientras sus palabras me golpeaban como una patada en el estómago.

-Ya, bueno... estaba buscando diversión, no un puto análisis.

Lancé un billete en la barra pero James se interpuso entre mi y la salida.

-Puedo ayudar con eso.

Arqueé una ceja.

-Es lo que hago- continuó- Divertirme.

...

Y eso habíamos hecho durante la semana siguiente.

No andaba en busca de un novio, ni siquiera de un amigo, pero tenía que aceptar que salir siempre sola terminaba siendo deprimente. James me hacía compañía y tenía buenas ideas cuando se trataba de no aburrirse. Con un buen físico, pelo rubio oscuro y ojos grises misteriosos, supuse que debía sentirme atraída, pero la verdad es que no lo hacía. Sólo hacíamos un dúo decente para pasar el rato.

Anoche habíamos ido a una fogata en medio del bosque y había vuelto a mi casa tardísimo, razón por la cual en la mañana no me encontraba en estado de asistir a clases. Apenas recordaba haber subido el árbol hasta mi ventana.

Sabía que James no andaba en busca de un compañero de parranda solamente, pero no era tan zorra como para acostarme con él de buenas a primeras. También sabía que no se trataba de mi, a James le encantaba hacerle la vida miserable a Edward y hacerme compañía era un modo de lograrlo. Se suponía que aquello debía molestarme, pero Edward ya no era asunto mío.

-¿Por qué estás aquí?- me subí.

-Hay una fiesta en Port Angels que me dicen que será grande- tomó mi cigarrillo e inhaló- y pensé que podíamos ir a ponernos a tono antes. ¿Qué dices?

-Todavía tengo una puta resaca.

-Débil- criticó buscando en sus bolsillos, sacó un par de pastillas-Toma, se te pasará en un rato.

-¿Y esto es...?

-No preguntes.

Me encogí de hombros y las tragué en el acto. En estos días había aprendido a no cuestionarlo.

-Vamos.

-¿No tienes que ir a casa?- quiso saber.

Había reunión Swan-Clearwater en mi hogar.

-No- dije sin embargo. Ya me había perdido algunas, una mas no importaba.

-Bien, vamos entonces.

Eché a andar el carro.

-Jodimos el examen de Literatura- comentó cuando ya estábamos a las afueras del pueblo.

-Lo sé.

-¿No estás preocupada?

-No. Inventaré algo, le agrado a los profesores. ¿Tú qué harás?

-Certificado médico.

Asentí, seguro era falso.

-¿Por qué?-preguntó momentos después.

-¿Por qué, qué?

-Los profesores... ¿por qué les agradas?

Alcé las cejas.

-No lo tomes a mal- explicó- pero no eres una de las personas más amables que conozco... y tampoco destacas por calificaciones. Eres más bien del montón.

-¿Me estoy ruborizando?

-Sólo tengo curiosidad.

Suspiré.

-Más que agradarles, sienten un poco de pena por mi- lo miré de reojo- Es una de las muchas ventajas de la ida de mi madre.

-Fue un escándalo.

Recordé como la gente en la calle me miraba después de lo ocurrido, los susurros a mi espalda, las expresiones de lástima. Arrugué la frente.

-Lo fue... Después de eso, cada vez que hacía algo mal los demás comenzaban a culpar a Renée. Ya sabes..."su mamá se fue, la niña sólo está reaccionando ante eso". No importaba cómo o cuan mal jodiera las cosas, la responsabilidad nunca era mía. Al principio pensaba que era una mierda, pero después entendí que me daba cierta libertad.

James se quedó en silencio un rato.

-¿La extrañas?

Sí.

-No.

Soltó una risita sombría.

-Claro- dijo de modo condescendiente- Ojalá los míos se perdieran por un rato.

Los padres de James eran algo mayores y estaban muy involucrados con el instituto. Se los podía ver por lo menos una vez a la semana entre los pasillos participando de diferentes actividades. Eran los típicos apoderados involucrados en todo. Era obvio que para James eran un fastidio.

-Se ven aburridos.

-Lo son.

-Mmm... ¿y cómo es que un par de buenos, responsables, perfectos y aburridos ciudadanos tienen un desastre de hijo como tú?

Sonrió.

-¿Le preguntaste lo mismo a Cullen?

Por tácito acuerdo ninguno de los dos mencionaba a Edward, pero a veces el idiota de James lo olvidaba. Pasé por alto la puntada en el pecho.

-¿Qué?- preguntó cuando no dije nada- Todo el mundo dice que somos similares... no es que me emocione escucharlo. Es un maldito idiota.

Técnicamente se parecían, no en el sentido físico sino en el modo de ser, pero para mi eran tan distintos como peras y manzanas, aunque tenía razón en lo último.

-Supongo que la obvia conclusión es que buenos padres tienen desagracias de hijos.

-Tú tampoco eres ningún premio, cariño.

-Pero tengo excusa.

Me mostró el dedo, y me carcajeé.

Llegamos a un bar en la periferia de Port Angels. Se accedía a través de un callejón oscuro, sucio y maloliente, el lugar perfecto para los asaltos. Por dentro era bastante rústico, de madera, mesas de pool en los espacios libres, un tocadiscos estropeado y una pista de baile de un metro cuadrado, todo sumergido en humo de cigarrillo.

James solía ir a estos lugares, en un principio me había dado mala espina pero debido a que no ocurría nada digno de mención en ninguno ya no me preocupaba. Me había explicado que aquí era menos probable que apareciera la policía comprobando la edad de los bebedores.

Sus amigos se nos unieron al rato. Félix y Alec andaban siempre juntos y eran totalmente opuestos. El primero era un gigantón que podía competir con Emmett en porte, bastante serio y algunas veces malhumorado. Alec por su parte, poseía contextura delgada, me llevaba apenas unos centímetros, era mucho más extrovertido que su amigo y tenía una mirada calculadora que a veces me hacía sentir incómoda.

A ellos parecía no importarle mi presencia en sus salidas, teniendo en cuenta que no traían chicas consigo. Me aceptaban como algo normal, lo que no era sorprendente dado que me comunicaba mejor con el género masculino. No había tardado en notar que Félix y Alec eran tan buenos para divertirse como James.

-¿Vas a ir a lo de Demetri mañana?- preguntó Alec a James, quien se encogió de hombros.

-Muy pronto para decir.

-Bueno nosotros si vamos- Félix palmeó a Alec en la espalda.

-¿Supongo que estás fiestas son un poco salvajes para tu gusto?- me preguntó el último.

Enarqué una ceja. ¿Acaso tenía que demostrar algo?

-Fui un par de veces...- me encogí de hombros- No me impresionó demasiado. No es como si las drogas y el sexo fueron algo nuevo por aquí.

James se rió.

-¿Entonces no vas?- siguió Alec.

Pensé en el paquetito que llevaba en el bolsillo.

-Tampoco dije eso.

El hombre detrás de la barra nos servía tequila con el ceño fruncido. Después de varios shots su expresión todavía no cambiaba y demoraba cada vez más en atendernos.

-¿Y a este qué le pasa?- pregunté señalándolo cuando se fue a buscar algo.

-Necesita un buen polvo- respondió James.

Los tres me lanzaron miradas.

-Ya, bueno... no me ofrezco.

-Una pena- dijo Félix- Podrías hacer que esto nos saliera gratis.

Me reí.

-Si no quieres pagar, no lo hagas.

-¿Tú vas a invitarme?- los ojos negros me vieron con incredulidad.

-No, digo que no pagues.

James echó la cabeza atrás y rió captando la idea. Alec sacudió la cabeza, aunque sonreía.

-No nos va a dejar entrar otra vez.

-¿Y qué?- James se encogió de hombros- El lugar está hecho una porquería y ya es hora de irnos.

Apreciando su actitud, llamé al tabernero.

-¿Qué es lo más costoso que tiene? Me siento generosa y quiero invitar a mis amigos.

Espetó el nombre de un whisky de varios años.

-Bien... ¿cuatro?- miré a mis acompañantes.

Todos asintieron con sonrisitas burlonas. El hombre bufó y luego de eternos minutos de espera llegó con el pedido.

-En las rocas- exigí.

Me fulminó con la mirada pero accedió a buscar hielo y luego sirvió la bebida. Todos levantamos los vasos al mismo tiempo y tragamos. El líquido me quemó la garganta como fuego extendiéndose hasta mi estómago. Estaba acostumbrada al alcohol sin mezclar pero esta mierda era fuerte. Tragué todo valientemente, pero no pude reprimir la tos que sobrevino.

James, Alec y Félix soltaron risitas mientras el primero me daba unas palmaditas en la espalda.

-Tragó como un escocés- comentó un viejo que nos veía desde una mesa. Lo tomé como un cumplido.

-Bien, hora de irnos- avisó Félix en voz baja cuando el hombre se agachó bajo la barra a buscar algo.

Nos levantamos en el acto y con total tranquilidad nos dirigimos a la salida. Estabamos a tres pasos cuando escuchamos un "¡Hey, ustedes!".

-Corre- murmuró James.

No necesité más. Entre risas y empujones salimos del tugurio hacia la noche, corriendo a más no poder por el callejón, que se hizo increíblemente largo. Los cuatro pasamos como flechas entre los mendigos y borrachos que estaban afuera.

Escuché maldiciones y pasos atrás y eché una mirada por sobre mi hombro. El hombre malhumorado y otros dos monigotes venían por nuestro pellejo tan enojados que casi botaban espuma blanca por la boca. Traían tacos consigo, seguro esperando apalearnos.

Me reí y seguí corriendo, la añorada adrenalina se desató en mi sistema y combinada con el alcohol, me dio la sensación de ser completamente liviana para deslizarme sobre el concreto. Por el rabillo del ojo vi que Félix botaba unos tarros de basura para obstaculizarles la persecución y James, con una sonrisa petulante, les mostraba el dedo de medio.

Oí más maldiciones y golpes, supuse que alguno se habría caído con el tarro. Llegamos al final del callejón que desembocaba en un paseo destinado al shopping, y lleno de restaurantes con mesas en el exterior. Debido a la hora estaba todo repleto de personas y nos mezclamos entre los compradores esperando perder a los gorilas.

Las personas se quejaron a nuestro brusco paso pero no pusimos atención, yo me estaba divirtiendo demasiado como para escucharlos. Nos metimos entre medio de un equipo de basquétbolistas, a juzgar por la altura. Eran extranjeros y sólo nos miraron con extrañeza mientras nos agachábamos entre ellos. Luego Alec señaló otro callejón que apenas resultaba visible entre la multitud y nos dirigimos hacia él.

Apenas llegué, caminé hacia la pared y apoyé las manos sobre las rodillas intentando regularizar la respiración. Habíamos corrido apenas por un par de minutos, pero a toda pastilla. Además era difícil desacelerar mi cuerpo mientras todavía nos reíamos.

-Par de idiotas- murmuró Félix mirando hacia la calle. Vi a uno de los hombres todavía buscándonos- No vendrá aquí.

Era de la misma opinión, el Hulk no se veía muy inteligente y nos buscaría en la multitud.

Alec me sonrió.

-¿Así que a la niña le gusta el peligro?

-¿A eso le llamas peligro?- inquirí.

-Ese trío podría habernos hecho papilla- explicó y luego miró a Félix- Por lo menos a James y a mi. A ti podrían haberte hecho unas cuantas cosas desagradables- pasó la mirada por mi cuerpo- Además...

-Cállate, Alec.

James se acercó y me tomó de la cintura arrimándome contra la pared. Luego presionó sus labios contra los míos, primero gentilmente y luego con más energía. Sin imponer demasiada resistencia, abrí la boca para él.

Sus labios eran suaves y expertos, pero no me producían más que una excitación primaria, algo completamente mecánico. En las ocasiones que lo había besado, ninguna me había hecho perder la razón y era algo que cada vez me enfurecía más. Edward no podía ser el único con ese efecto en mi, sería increíblemente injusto.

Tomé su rostro y lo ladeé a mi gusto mientras lo urgía a acercarse más. James no perdía tiempo en sutilezas y entendió el mensaje. Su asalto se volvió más acalorado y aceleró el ritmo sobre mi boca. Busqué algún indicio de pasión desbocada dentro de mi cuerpo, pero no encontré nada.

Segundos después me separé para respirar. Él deslizó la boca hasta mi oído.

-Que se joda la fiesta, vamos a mi casa- exhaló.

Lo aparté.

-No, quiero bailar.

Felix y Alec tenían sonrisitas burlonas en el rostro.

-¿Nuestro turno?

Los mostré el dedo. James rió y pasó un brazo por mis hombros.

-Vamos.

Caminamos hasta la dichosa fiesta. Los autos se habllaban a un par de calles de bar al que habíamos estafado tan exitosamente, y consideramos no acercarnos al lugar hasta más tarde. Féix y Alec llamaron a un par de chicas y en el camino se nos unieron Jane y Heidi, "amigas" de los dos chicos. Ambas oriundas de Port Angels, y ambas con minifaldas que no dejaban nada a la imaginación y con tops que no eran más que servilletas porno.

Otras a las que les gustaba congelarse el trasero.

Jane me había dirigido una mirada algo desagradable.

-¿No viene Victoria?-

James se había encogido de hombros. Yo ya sabía que la pelirroja era su amiga especial, pero por lo demás el rubio estaba soltero.

A pesar de mi baja moral para algunos asuntos, tenía claro que jamás me involucraría con alguien comprometido en un nivel serio. Antes no me habría importado, pero ahora era una regla autoimpuesta que no pensaba romper.

Llegamos al lugar que era un gran galpón cercano a la playa. James saludó a uno de los guardias y sin mayor dilación, nos dejó entrar.

Adentro la gente se movía al ritmo del DJ, que estaba sobre una tarima mezclando techno y algunas canciones de rock. Estaba más bien oscuro y los focos iluminaban el lugar en tonos verdes y rojos, dando la sensación de clandestinidad. James tenía razón, la fiesta se veía genial.

En las esquinas habían tarimas sobre las cuales varias chicas bailaban de forma extremadamente sensual. Mientras miraba, una se quitó el top.

-¿Strippers?

-No creo- contestó Alec- Sólo son entusiastas.

Mi móvil vibró.

Te perdiste la cena, estoy preocupada. ¿Dónde estás?

Era de Leah, quien me había llamado varias veces en las últimas semanas además de enviarme este tipo de mensajes. Siempre estaba demasiado ocupada o con mucha resaca, para devolverle la llamada.

Además tenía dos llamadas perdidas de Charlie y varias más de Jasper.

-¿Barra o baile?- preguntó James.

Guardé el aparato.

-Barra.

En el camino me percaté de que varios chicos de Forks se hallaban en el lugar. Jessica y todas las porristas, casi todos los de tercer año.

-Todo el puto instituto está aquí- mencioné mientras esperábamos las bebidas.

-¿Y?

-Pensé que tenías gustos menos populares.

Soltó una carcajada.

-No me iba a perder la fiesta por un montón de pueblerinos.- James vivía entre Port Angels y Forks y se consideraba un chico de ciudad- Sin ofender claro... ¿o no quieres encontrarte con alguien en particular?

Hice una mueca.

-¿Quizás deberíamos sacar el polvito mágico?-propuse y saqué la bolsita.

-Mañana- me examinó con la mirada y la tomó de mi mano guardándola en su bolsillo- Esta noche conformémonos con un poco de alcohol.

Me encogí de hombros.

-Como sea.

Uno de los barman saludó a James y ambos se embarcaron en una conversación que no me interesaba en lo absoluto. Atrás, Alec y Félix estaban con las lenguas enrolladas respectivamente con sus chicas. Esperé a que mi bebida llegara y luego me senté en uno de los pisos libres en la barra.

Luego del whisky, el ron no me sabía demasiado fuerte y maldije el poco efecto que tenía sobre mi. Quería... necesitaba algo más potente.

-Hola.

Volví levemente la cabeza para ver a Jazz ocupar el asiento a mi lado.

-No estoy de humor- dije.

-Lo noto- sacó la cajetilla y me ofreció un cigarrillo. La tomé y acto seguido la di vuelta haciendo que todos los cigarros se desparramaran por el piso sucio.

Jasper me miró fijamente, sin expresar sorpresa por mi actitud combativa.

-Tu padre me llamó. No llegaste a cenar y estaba Sue...

-Lo sé- lo corté.

Se inclinó más cerca.

-Estaba preocupado, le dije que estabas conmigo pero...

-Bien.

Ya había imaginado todo eso, me levanté. Jazz tomó mi brazo.

-No quiero seguir cubriéndote las espaldas.

Me encogí de hombros.

-No lo hagas... pero ¿qué va a pasar con el pobre Charlie? Va a morirse de la preocupación porque no me apetece contestar el teléfono.

-¡Demonios, Bella!- soltó mi brazo con brusquedad- Todos estamos preocupados por ti y si sólo nos dejases...

Sacudí la mano para interrumpirlo.

-No quiero oír tu discurso, no te pedí que me vinieses a cuidar, tampoco te pedí que me cubrieras con Charlie. Es tu puta culpa la que te obliga y eso no es problema mío.

Di media vuelta para irme.

-Lo siento- dijo de modo repentino. Me detuve- Fui un amigo de mierda y haría lo que fuera por que me dejaras explicarte.

Giré al tiempo que tomaba un trago de ron. Eso no lo había escuchado antes, mi mente consideró una posibilidad.

-¿Lo que fuera?

-Sí, las cosas no sucedieron como tu crees.

-Mmm... ¿en serio? ¿pero harías cualquier cosa?

Sus ojos emitieron un brillo de esperanza.

-Sí, sólo...

Me reí y subí a su regazo.

-¿Qué haces?- preguntó sorprendido y ladeé la cabeza.

-Esto es lo que querías ¿verdad Jasper?- me acerqué a su oído - Dijiste que me querías a mi.

Lo besé debajo de la oreja. Jasper reaccionó como si lo hubiese quemado. Me agarró de las muñecas y me separó.

-¿Te volviste loca?- dijo furioso.

Me reí.

-Te estoy diciendo que si, ¿vas a aprovecharlo o no?

-Bella...- se alejó aún más aunque todavía me hallaba sentada en sus piernas.

-Hagámoslo Jazz... luego podrás explicarme lo que quieras. No pongas esa cara, esto es lo que me pediste hace algunos meses, a sólo unas cuadras de aquí. Pediste que te considerara ¿verdad? Bien, tú ganas. Llévame a tu casa, a tu carro, a un motel, no me importa. Sólo vamos.

Me acerqué otra vez a su rostro conmocionado. Alcancé a rozar sus labios antes de que se echara para atrás. Esta vez, me levantó y se alejó un paso.

-¿Estás tratando de arruinarlo aún más, verdad?-evaluaba mi rostro- ¿Para todos?

-No... lo disfrutamos la primera vez, seguro que ahora también.

Se alejó otro poco.

-¿Quieres pagarle a Edward con la misma moneda? ¿Volverlo todo aún más jodido?

Ahora era Edward, no Cullen... ¡maravilloso! ¿Acaso se habían vuelto amigos?

-No estoy traicionando a nadie-bufé.

Jasper sacudió la cabeza con la mirada sombría.

-Pensé que... no importa. Somos amigos Bella, no puedo hacernos eso... ni a ti, ni a mi, ni a Alice.

Lo observé durante varios segundos, algo decepcionada por el rechazo. Supuse que él por fin había empezado a ver las cosas con claridad y eso hubiese hecho feliz a mi yo anterior. Ahora no me importaba.

Jasper evitó mi mirada.

-Bien- me levanté, llevándome mi vaso.

-¿No puedes sólo escucharme?

-No.

James apareció por mi lado y agradecí la distracción.

-Hora de bailar.

Jasper se levantó.

-Estamos hablando- lo retó.

-No, ya no- contradije.

James sonrió y le dio la espalda a Jasper.

-Vamos.

Me guió hasta la pista, dejando a mi antiguo amigo mirándonos con el ceño fruncido.

La gente se agolpaba a nuestro alrededor mientras llegábamos al centro de la pista. James, como siempre, no demoró mucho tiempo en pegar su cuerpo al mío y moverlo al ritmo de la música, alternando los besos con sabor a ron.

Me dejé llevar completamente mientras él colocaba sus manos en mis caderas y las adecuaba a las suyas, moviéndonos despacio y luego más rápido. Estábamos rodeados por cuerpos sudorosos y gente totalmente excitada bailando a nuestro alrededor. Me aferré a sus hombros y dejé que un ser salvaje y alocado se apoderara de mi cuerpo.

James era bueno bailando, y a mi me gustaba hacerlo cuando la música era buena. Las luces parpadeaban haciendo que todo se volviese oscuro y sensual por momentos. Di media vuelta y pegué mi trasero y mi espalda su pecho.

-Lo digo en serio, vamos a mi casa...- gruñó cerca de mi oreja.

Eché la cabeza hacia atrás mientras me besaba el cuello.

-¿No te gusta bailar?

-Esto es un juego previo más que un baile.

Sus manos, ubicadas a ambos lados de mi obligo, subieron por mis costillas y me rozaron la parte inferior de los senos. Su respiración sonaba rápida en mi oído. Mi cuerpo se sentía estimulado debido al baile y el alcohol así que tomé sus manos y las posé sobre mis pechos, todavía bailando.

James soltó una risa ronca.

-¿Qué haces? ¿Ver cuanto puedo aguantar sin violarte aquí mismo?

Giré entre sus brazos y puse un dedo en su boca sonriendo.

-No te atreverías a hacerme algo que yo no quiero.

-Pero sí quieres.

Nos reímos mientras de pronto la música cambiaba a algo más rockero y la gente alrededor comenzaba a saltar. Muchas chicas se quitaron los tops, quedando sólo en sujetadores y los chicos se quitaron las camisas.

James bajó las manos y las coló entre mi ropa y mi piel. Me estremecí y me apreté contra su boca con renovado entusiasmo. El calor provocado por el alcohol corriendo por mi sangre, se incrementó y también yo metí las manos bajo su camisa para acariciar su piel. Quizás no sería una mala idea irnos a su casa.

-¿Ahora haces películas porno en vivo y en directo?

Desviamos la vista para ver a Rosalie mirándonos con severo disgusto. Mi ánimo se fue a la mierda.

-Piérdete rubia- espetó James en tono burlón.

Ella le alzó las cejas.

-¿Perderme?... Supongo que podría perderme justo en dirección de algún guardia y decirle que estuviste ofreciendo drogas por ahí, quien seguramente vendrá y te revisará en cada puto agujero hasta hallar algo- sonrió segura- Y seguro que lo va a encontrar. Me encantaría ver a la policía echarte en un calabozo.

James perdió la sonrisa.

-O -continuó ella con mirada dura- tú podrías perderte mientras hablo con... tu nueva adquisición- me apuntó con la cabeza.

Bufé, Rosalie era una maldita molestia. James se separó.

-Preferiría ahorrarme el drama- y se perdió entre los bailarines.

-Podrías elegir alguien con más pelotas- comentó.

Crucé los brazos.

-Lo voy a meditar... ¿qué mierda quieres?

Tomó aire, perdiendo un poco su aire de rudeza.

-Jasper se acaba de ir. Los dos estamos preocupados por ti, ¿podrías por favor dejar la actitud y hablar con él?

Sonreí.

-Genial... ¿eso era todo?- pasé por su lado con la intención de desaparecer.

Tomó mi brazo para detenerme. Me la sacudí de encima mientras la rabia se apoderaba de mi mente.

-Escucha...

-¿Qué es lo que quieres en verdad, Rosalie? ¿Tirarte a alguien más?- pregunté con acidez- No tengo novio por ahora... pero ¿que tal un amigo? ¿Ben, Jacob? ¿Quieres sus números?

No se dejó impactar demasiado por mis palabras, pero hizo una mueca.

-Bella, por favor.

-¿Por favor, qué?- solté una sombría carcajada- ¿Me estás rogando, Rosalie?

Apretó la mandíbula y los ojos chispearon con advertencia, pero no me detuve.

-¿Ese es tu modus operandi, verdad? ¿Rogar?..."¡Oh, por favor ámame!"-me burlé agudizando la voz- "Quiéreme, jódeme y quizás así nadie vuelva dejarme sola"

-Cállate- espetó con el rostro convertido en una máscara de amargura y rabia. No me importaba, ella no estaba más furiosa que yo.

-¿Te estoy incomodando, perra?

Me tomó los hombros y me empujó hacia atrás.

- No voy a dejar que me tires más mierda encima. Si tuvieras las agallas para escuchar a alguien más que a ti misma, podríamos resolver todo esto.

-No necesito resolver ni una puta cosa.

-Sí, lo necesitas. ¿Es que acaso emborracharte y vomitar es tu objetivo de todos los días?

-Oh, mis modales no son tan malos como los tuyos.

-¡Madura, Bella!

-¡Jódete!

-Entiendo que no quieras verme a mi, tampoco a tu novio, pero por lo menos escucha a Jasper.

Solté una carcajada.

-No estás en condiciones para darme consejos. ¿Por qué no llevas tu trasero traidor a otro lugar? Me estás arruinando la noche.

Me di media vuelta.

-¡Haz algo!- gritó- ¡Alguna maldita cosa! ¡Pégame, destruye la moto de Jasper, el carro de Edward! ¡Cualquier cosa!

-¿Dé qué putas hablas?

-Nos tienes en el maldito limbo... ¡reacciona, Bella! Si quieres venganza ¡bien, tómala! Si quieres gritarnos hasta quedarte muda, deberías hacerlo... pero no nos trates como si fuésemos invisibles.

Apreté la mandíbula.

-Diste en el clavo Rosalie... ojalá lo fueran.

Rosalie sacudió la cabeza ante mis palabras.

-Eres una cobarde... si al menos escucharas lo que tenemos que decir, luego podrías tomar una decisión, lo superas y lo olvidas o bueno... se acabó. Pero necesitas hacer algo.

-No tengo que hacer nada, mucho menos por recomendación tuya.

Sus ojos se llenaron de determinación

-¿Quieres que te lo ponga de otro modo?... Edward se ve bastante miserable por estos días, apuesto que lo podría consolar de alguna manera.

Todos los músculos de mi cuerpo se tensaron, el aire se me atragantó.

-Sí, ¿qué importaría? Al parecer no tenemos nada que perder- continuó- Emmett y tú están perdidos para nosotros... ¿por qué no ver el vaso medio lleno? Ahora podríamos tener tanto sexo como queramos, sin culpas.

Estaba tan enojada que las manos comenzaron a temblarme, pero la conmoción al escuchar sus palabras mantenían mis pies pegados al suelo. Ya no escuchaba la música, sólo un pitido y las horribles palabras de Rosalie.

-No creo que me haga falta mucho para convencerlo, ¿es hombre después de todo, no? Y tengo que admitir que es muy bueno en...

Mi cuerpo pareció tomar vida porpia y lanzarse sobre la rubia con el único objetivo de asesinarla. Ella cayó sobre su trasero y en el impulso caí sobre ella. Rosalie intentó alejarme y nos vimos envueltas en una lucha de dimensiones mayores. Pero ella luchaba más por defenderse mientras yo sólo pensaba herirla. Segundos después, unos brazos me tomaron de la cintura y me echaron hacia atrás.

Un chico que no conocía ayudó a la rubia a levantarse, quien tenía un brillo de satisfacción en la mirada.

-¡Mantendrás tus garras alejadas de él!

-¿Por qué?- su tono increíblemente frío- ¿Somos unos putos invisibles, no? ¿Qué demonios te importa?

-Te juro, Rosalie...

-¿Qué? ¿Vas a amenazarme con algo?... Bien, deberías hacerlo.

Me deshice de los brazos que me tenían prisionera. Ella no retrocedió cuando me acerqué.

-Te odio- espeté- Odio el hecho de que no pueda odiar a Jazz o a Edward, por más que lo intente... no puedo. Pero a ti, a ti si te odio.

Su máscara de frialdad se resquebrajó, los ojos azules se cargaron de tristeza.

-Lo sé.

La empujé al pasar, una parte de mi quería volver y seguir pegándole... la otra quería ir y escucharla. Me apoyé en una pared mientras luchaba por calmarme, las manos me temblaban de ira...

Aborrecí a Rosalie por hacerme aquello, por hacerme reaccionar, por demostrarme a mi misma que todavía me importaba. Yo ya no quería eso... no quería tener que relacionarme con ninguno de ellos de ninguna manera.

Levanté la mirada unos minutos mas tarde cuando mi respiración ya trabajaba a un ritmo más normal. Estaba cerca del baño de chicas y mientras miraba, una pelirroja ligera de ropa salió por la puerta.

Tanya.

Recordé sus palabras... y la alcancé antes de pararme a pensar.

-¿Qué...?- graznó.

- Su novio la engañó, se tiraba a sus amigas... luego la golpeó. Sus padres la odian, la botaron aquí porque era una maldita molestia para ellos- solté antes de cambiar de opinión- Es todo lo que sé, haz lo que quieras con ello.

Tanya me regaló su sonrisa maléfica. Lo poco de conciencia que me quedaba, protestó en contra, pero no estaba para escuchar.

-Lo haré.

Se alejó con paso presuntuoso. Si Rosalie quería una muestra de mis sentimientos... bien, se la daría.

...

...

...

-Voy a salir- grité bajando las escaleras mientras me ataba el cabello en una cola de caballo.

-Bella, espera.

Charlie estaba en la puerta con una expresión preocupada en el rostro.

-¿Qué?

Después de un minuto todavía no decía nada. Rodé los ojos.

-Voy con prisa, Charlie.

-Supuse que necesitabas tiempo para... lidiar con lo que ocurrió.

-¿Lo que ocurrió?

-Bueno, me he encontrado algunas veces con Esme y Carlisle... y Billy comentó algunas cosas.

-Por supuesto- suspiré. Los chismes eran el alma del pueblo y no se podía esperar menos de las generaciones adultas. Pero estaba preparada para este discurso.

-Papá...- comencé en tono conciliador- el instituto está terminando y según todos los indicios estoy lista para empezar el último año- era verdad, me había saltado algunas pruebas pero no creía que significaran un problema.- Sólo estoy celebrando más que de costumbre pero sigo respetando todas tus reglas- según lo que el sabía.

-Lo sé cariño, pero he notado que ya no sales con tus amigos habituales y no quiero que los dejes de lado.

Puse cara de póquer.

-De acuerdo.

Charlie no pareció convencido.

-Sólo quiero que seas feliz, Bella. Si necesitas hablar...

-Lo que me haría muy feliz- interrumpí- es que me dejases salir. En serio voy con prisa.

Sacudió levemente la cabeza pero se hizo a un lado.

-Cuídate y...

Cerré la puerta y el sonido de su voz se apagó. James estaba esperándome una cuadra más adelante y se subió al trasto rápidamente. No tenía intenciones de informar a Charlie quien era mi nueva compañía, especialmente ahora que Jasper, quisiera o no, me cubría la espalda.

Al llegar a la casa de Demetri la mayoría estaba sobre los sillones, hablando estupideces y fumando hierva como si el mundo se fuera a acabar. Más que una fiesta parecía una patética reunión hippie.

-Esto es una mierda- comenté.

James apuntó hacia el patio del lugar, donde las cosas de veían un poco mejor.

-No, esta casa tiene como mil jodidas habitaciones, seguro encontramos alguna vacía- tomé un par de cervezas de una mesa cercana y me puse en camino. James me pasó una mano por la cintura mientras subíamos las escalera esquivando las parejas amorosas y los inconscientes.

Tras tres intentos por fin encontramos una habitación vacía. Aunque no era más que cuatro paredes con una cama enclenque y un colchón encima.

-No impresiona demasiado-comentó James.

-No importa- cerré la puerta y sonreí. Me acerqué y llevé las manos hacia su pantalón en busca de la droga- ¿Hora de divertirse un poco?

James puso cara de duda y tomó mis manos alejándolas de su cuerpo.

-Escucha Swan, aprecio la actitud pero no voy a compartir esto contigo si...

-¿Compartir? Yo lo compré.

-Lo que sea... no voy a entregártela si esto va a resultar en un maldito circo.

Entrecerré los ojos.

-¿Circo?

-Ayer te peleaste con la mitad de la puta fiesta y no quiero que alguien venga a golpearme por pasarte drogas.

-La preocupación no te viene bien- me burlé- diría que no es tu estilo.

-Estimo mi cara, no necesito el puño de Whitlock o el de Cullen tatuados en mi rostro. Y seguro están por aquí en alguna parte.

Lo empujé.

-Jódete... si no quieres estar aquí puedes bajar las escaleras. Pero dejas eso- apunté a su pantalón- conmigo.

-No eres una drogadicta, cariño. Y si vas a hacer un berrinche luego... bueno, no me voy a exponer a golpes por una niña con ansias de venganza. Eres divertida, pero no necesito más problemas de los que tengo.

Sonreí, provocada por sus palabras. Tomé su camisa y lo guié hasta mi, el beso fue intenso, húmedo, rudo. Sentí su respiración acelerarse. Cuando se acercó con la obvia intención de lanzarme en la cama, lo aparté.

-¿Te parece que soy una niña con rabietas? Tú me buscaste a mi... y eres tú el que está intentando demostrarle alguna jodida cosa a Cullen, no yo- me observó sabiendo que estaba en lo correcto- ¿Ya paraste de quejarte? ¿Podemos divertirnos?

James maldijo sonoramente.

-Como quieras.

Él hizo que me sentara en la cama.

-¿Lo has hecho antes, verdad?- preguntó y puso una mano en mi espalda.

-Hace tiempo- tragué de mi cerveza.

-Adelante entonces- sacó una pequeña bolsa transparente. Humedeció su dedo con la lengua y lo metió dentro haciendo que el polvo blanco se adhiriera a su piel, luego se lo restregó por las encías.

Me la ofreció y sonreí.

-¿Es bueno?

-Demetri no tiene mercancía mala.

Tomé otro trago y metí el dedo en la bolsa. Saqué con cuidado un poco de polvo y lo acerqué a mi nariz. Aspiré rápidamente y luego me sobé el tabique ante la sensación de ardor. Si era buena, no tardaría mucho en hacer efecto.

James tomó mi barbilla y con una sonrisa audaz me dirigió hasta sus labios, saboreándome de modo concienzudo. Ejerció más presión con su cuerpo hasta que quedé levemente apoyada en el colchón. Pasó las manos por mi cuerpo sin perder ni un minuto en juegos innecesarios y sentí su cuerpo palpitar junto al mío. Levanté los brazos mansamente para que me sacara la ropa.

James se detuvo.

-¿No me vas a detener?

Lo miré.

-¿Acaso quieres que lo haga?

- Lo has hecho hasta hora- respondió. Detecté preocupación y resoplé.

-¿Qué demonios ocurre contigo? ¿Te convertiste en Mary Poppins de la noche a la mañana?

Sacudió al cabeza lentamente, aún encima mío.

-¿Acaso no ves dónde estamos? En la casa de Demetri, encima de un colchón asqueroso.

-¿Cuál es tu punto?

-Mierda, no sé... ¿quieres que te trate como una cualquiera?

Me reí.

-Si quisiera que me trataran bien, no me juntaría contigo ¿no crees? Ese era el acuerdo... sólo pasar un buen rato. Para recuperar el tiempo perdido- enlacé los brazos en su cuello.

-Con Cullen, pendejo aburrido- su mirada se tornó diferente, más dura.

-¿Así que podemos cortar con el teatro de la preocupación repentina? No lo necesito.

Se pasó la lengua por los labios tentadoramente.

-Divirtámonos entonces.

Me reí eliminando a Edward de mi mente y esta vez me acerqué yo, James se pegó a mi boca. Antes de avanzara en desvestirme hice que invirtiéramos posiciones y me coloqué a horcajadas sobre él, sin parar de besarlo.

Mi cuerpo estaba reaccionando ante el suyo, supuse que era el efecto de la cocaína y estaba bien. Esta vez, quería acostarme con él.

Alguien aporreó la puerta y nos separamos.

-¡James!- se escuchó una voz aguda- ¡Jamie! ¿estás ahí dentro?

-Mierda- bufó en tono bajo y luego gritó- ¿Qué demonios quieres, Victoria?

-¿Bebé, estás con alguien?

Solté una carcajada mientras James dudaba si responder o no, el chico tenía ganas de acostarse conmigo pero seguro temía perder su "polvo seguro". Victoria era algo así como su zorra personal. Sin ganas de enfrentar dilemas y gritos ,me moví hacia un lado y lo empujé levemente hacia la puerta.

-Ve.

-No.

-Dijiste que no tenías ánimos de verme montar un circo, bueno, yo tampoco me siento inclinada a ver tus escenas. Ve.

Dudó unos instantes, luego se levantó.

-Volveré.

Rodé los ojos mientras dejaba caer la cabeza en el colchón. Al salir James, escuché brevemente la conversación.

-¿Qué hacías con ella ahí?

-Bella se siente mal, la estaba ayudando...- explicó con tono de actor consumado- ¿Y qué demonios haces aquí? Te dije que vendría solo.

-Pero...

Las voces se silenciaron cuando se cerró la puerta y los sentí alejarse. Solté el aire sintiendo algo de lástima por Victoria, aunque no era nadie para hablar. También había sido lo suficientemente tonta para creer en las mentiras de mi novio. Ex-novio.

Varios minutos después y aún acostada, un hormigueo me recorrió y sonreí ante el efecto de relajación que poco a poco comenzaba a propagarse por mi cuerpo al tiempo que se me secaba la garganta. Me incliné para tomar de la cerveza y escuché la música proveniente del patio... tenía ganas de bailar o hacer algo. Resoplé, se suponía que James estaría en la habitación cuando la euforia llegara.

La puerta se abrió.

-Ya era ho...- me detuve cuando enfoqué al visitante- ¿Qué putas haces aquí?

Edward, con la mandíbula tensa, pasó la mirada por la habitación. Luego tomó mi chaqueta y mi bolso.

-Nos vamos- declaró sombríamente señalando la salida.

Lo miré sorprendida por unos segundos, luego me acomodé mejor en el colchón.

-Si no te importa, estoy esperando compañía.

-No vendrá- se acercó para tomarme del brazo- Victoria lo tendrá ocupado un buen rato.

Entrecerré los ojos mientras me alejaba de su toque, sorprendida por la seguridad de su voz.

-Tú la trajiste aquí- comprendí y reí con cansancio- Supongo que debí imaginarlo.

Edward estrechó la mirada a su vez, nada avergonzado por sus acciones. Se acercó y tomó mi barbilla orientándome hacia la luz.

-¡Hey...!

-¿Qué demonios tomaste?

-Elixir de la diversión, quizás podrías tomar un poco.

Edward me soltó y observó la cama buscando la evidencia, pero estaba segura en mi bolsillo. Acto seguido me tomó el brazo.

-Vamos.

Me deslicé hasta el otro extremo de la cama.

-No iré a ninguna parte.

-No voy a dejarte en esta jodida casa, menos con James... ¿acaso no lo conoces? Es un...

-¿Un qué?- alcé la voz- ¿Mala influencia? ¿Alcohol, drogas? ¿Es un mentiroso? Parece que ese es exactamente mi tipo.

No respondió a eso.

-Vete- exigí. Tampoco se movió y me encogí de hombros con indiferencia-Bien, quédate entonces. Pero cuando James llegue, tendrás que aguantarte el espectáculo.

Entrecerró los ojos. Noté como su genio se encendía.

-No va a venir- aseguró- Y ya que me voy a quedar, quizás tu y yo podamos intercambiar un par de palabras.

Reprimí el impulso de taparme los oídos.

-No quiero escucharte.

-Si quieres quedarte aquí, entonces me temo que no te queda otra opción.

Fruncí los labios con furia y me acerqué hacia él.

-Jódete.

Fui hacia la puerta. Edward me detuvo del brazo.

-No te vas a ir hasta que oigas la verdad...

La verdad... odiaba esa maldita palabra.

Lancé un gruñido y me desasí violentamente de su agarre.

-¿Acaso tienes más mierda escondida? ¡Ya sé toda la verdad!

-¡No!- impidió mi escape poniéndose delante- ¿Quieres saber como sabía todo lo que tú y Black hacían hace un par de años? ¿Quieres saber como lo perseguí hasta que lo encontré en Washington? ¿Quieres saber por qué siempre odié a Whitlock?

Lo miré en shock por un instante y luego me eché a reír de modo amargo.

-¡Déjame adivinar... ahora es el turno del gran gesto romántico! ¿Qué, Edward? ¿Me vas a explicar desde cuando se supone que estás enamorado de mi?- me burlé- ¿Y todas las cosas que has hecho? ¿Ese es ahora tu patético plan?... No quiero escucharlo, no me importa si es la historia más conmovedora del mundo, vale una mierda lo que haya pasado antes...

Me detuve a tomar aire, respiraba de forma agitada.

-Necesito que entiendas.

-¡Ya entiendo!- casi grité.

-Bella...

Levanté una mano.

-No Edward, no importa lo que tengas que decir. Esto no es sobre lo del pasado, ni sobre porque dejamos de ser amigos, no importa cuantas cosas hiciste por mi y no importa si las sé o no. Esto es de ahora...- una lágrima se me escapó y bajé la vista al suelo- no importa lo que digas porque eso no cambia el hecho de que te... acostaste con Rosalie. Y yo no puedo perdonar eso.

El silencio cayó sobre nosotros por un par de segundos, luego sentí sus pasos y sentí sus manos en mi rostro. Limpió las lágrimas y me levantó el mentón. Su expresión estaba llena de amargura. Me observó por un largo momento para después inclinarse y besarme.

No tuve las ganas, la fuerza ni el deseo de impedírselo.

-Lo siento- se separó por un segundo y luego su boca cayó otra vez sobre la mía, con más energía.

Mi cuerpo entero despertó ante su toque, reconociéndolo al instante, tal cual una persona reconoce el aroma de su hogar. Antes de cualquier racionalización, mis manos ya se hallaban apoyadas en su pecho y mi corazón se aceleró rogándome que continuara.

No había nada malo con ese beso... y eso era justamente lo que estaba mal.

¡Mierda!

Me eché hacia atrás y lo empujé levemente para que se alejara.

-No puedo...- hizo ademán de hablar, pero lo detuve- No, déjame... no puedes arreglar esto Edward, con gestos, con palabras, con sexo... las cosas no van a volver a ser lo que eran.

La voz se me quebró y toda mi lucha por la indiferencia se fue por el caño. No me importó que me viera echa el desastre que realmente era.

-Bella...

-Y necesito que te alejes, no quiero que me hables, quiero verte lo menos posible... No quiero tener que fingir ser valiente cada vez que te veo, no quero pasar todos los días temiendo encontrarme contigo ¿entiendes? Me estás haciendo la vida imposible y ya no me importa admitirlo. Si realmente te importo, entonces te mantendrás alejado.

Edward se mantuvo en silencio, me veía con el rostro contraído. Abrió la boca y la cerró, aquel acto se repitió un par de veces.

-¿Eso es lo que realmente quieres?

-Si.

Asintió y sus hombros cayeron unos centímetros. Lentamente me entregó mi bolso y chaqueta.

-De todos modos no creo que sea buena idea que te quedes...

-Puedo cuidarme sola- interrunpí.

Suspiró dándose por vencido y caminó hasta la puerta. Mientras lo observaba irse, más lágrimas de deslizaron por mis mejillas.

Se detuvo con la mano en el picaporte.

-Te amo- agregó sin mirarme y mi pecho se apretó- Y nunca fue mi intención... no quise hacerte daño, nunca lo haría a propósito pero supongo que eso ya no importa. Lo único que quería era no perderte, quiero que sepas eso.

Asentí.

-Bien... me mantedré alejado- prometió antes de desaparecer por la puerta. Lo escuché irse por la escalera.

Apreté las chaqueta contra mi pecho y por fin los sollozos se liberaron con intensidad. Sentí que las semanas pasadas se desvanecían en la niebla y otra vez me hallaba en medio del bosque, en mi propio infierno personal.

Me restregué los ojos decidiendo que no podía volver a lo mismo. Busqué en mi bolsillo hasta que di con el resto de la cocaína. Sin siquiera medir la cantidad inhalé y de mis labios salió un grito ahogado debido al ardor.

¿Por qué Edward tenía que afectarme así?

Suspiré, quizás no era su culpa... quizás era culpa mía por vivir en un pueblo del porte de una caja de fósforos. ¿Cómo la gente aquí superaba las cosas? ¿Si ver las mismas caras siempre eran un recordatorio constante de los errores y el dolor? Por lo menos, en mis peores momentos, Renée y Jacob se habían largado de Forks permitiéndome la ilusión del olvido. Y ahora se me negaba ese pequeño placer.

Apoyé la cabeza en la pared, meditando. Quizás no era imposible.

Me mordí el labio con impaciencia, jugando con la bolsita. ¿Qué demonios? ¿Por qué apenas hacía efecto? Quizá el idiota de Demetri me había vendido lo peor que tenía. Mojé mi dedo y me restregué lo poco que quedaba en las encías.

Me levanté con dificultad y fui hacia la puerta. Se escuchaban gritos cercanos, seguro era Victoria discutiendo con James o quizás estaban haciéndolo. No podía distinguir bien los sonidos, pero de todas maneras mi noche estaba claramente acabada y mejor me largaba de aquí.

Abajo todo el mundo seguía con la reunión hippie. Fui hacia mi carro sin dirigirme a nadie y al llegar al trasto me apoyé unos segundos contra el volante... un leve mareo me molestaba. Respiré hondo varias veces y lo eché a andar.

Cinco minutos después, en medio del camino, estaba viendo triple.

Estacioné como pude en el linde del bosque y abrí la puerta justo a tiempo para vomitar en la calle. Mi cuerpo empezó a sudar frío mientras unos temblores, originados en el estómago, me recorrían de arriba a abajo.

Vomité otra vez y sentí como si me enterraran dagas al rojo vivo en las entrañas.

Bien, no me iba a morir de una puta sobredosis a la orilla del camino. No era tan patética.

Con dificultad abrí el bolso, y en lo que me pareció una eternidad, logué dar con el móvil. Pero los ojos se me estaban cerrando y ya no parecía capaz de mantenerme concsiente. Apreté una tecla...la oscuridad me estaba reclamando... y ya no me moví más.


Adelanto

Tanya, con una sonrisa a la vez falsa y mezquina, tomó el micrófono.

-Si, bien. Como presidenta es mi deber felicitar a Rosalie por ser nuestra nueva reina- sus ojos se volvieron fríos mientras se dirigía a la silenciosa multitud- Y como somos una comunidad muy unida, me tomé la libertad de llamar a los señores Hale para hacerles saber lo orgullosos que deben que estar de su única hija.

En el escenario, el rostro de Rosalie perdió todo color. A mi lado, pude sentir la mirada de Jasper clavándose en mi nuca.

-¿No quieres saber el mensaje que te mandaron, Rosalie?- preguntó Tanya, feliz.

...

...

...

Golpeé la puerta con un nudo de nervios atorado en la garganta. Segundos después Leah en persona abrió y se quedó estática. Noté como en el último mes su estómago había crecido de manera importante.

Ella abrió los ojos por un instante , pero luego su expresión se tornó indiferente.

-Hol...- comencé.

Y me cerró la puerta en la cara.

...

...

...

-Y ¿qué fue lo que pasó para que me llamaras?

Tamborileé los dedos sobre el mostrador.

-Estaba pensando... mmm, en que quizás te interesaría una visita.

Silencio.

-¿Renée?- pregunté.

-¿Quieres venir a Florida?- sonaba alucinada- ¿Por unos días?

Suspiré.

-Mas bien por todo el verano.

...

...

...


Así que... una vez mas lo siento, pero actualizaré luego! Estoy en vacaciones.

Besoteeees!

Cata...