El de antes

Disclaimer: Prince of Tennis y todos sus personajes le pertenecen a Konomi-sensei y asociados.

Notas: Escribí este fic hace unos meses para uno de los retos de crack and roll, pero hasta ahora me animo a subirlo aquí. Debido a su extensión, decidí subirlo en dos partes y la siguiente la postearé tan pronto como termine de revisarla.

A quienes lean, ¡gracias de antemano!

Advertencias: Muerte de personajes, implicaciones de alguna pareja shounen ai, algo cliché.

El de antes

—Kaidou. Kaidou.

La voz que lo llamaba parecía venir desde tan lejos que Kaidou permaneció inmóvil, sin siquiera hacer un esfuerzo para reconocer a la persona que hablaba.

Se sentía cansado y adormilado, tal como siempre se sentía después de un largo día de entrenamiento, y la falta de una luz que lo obligase a abrir los ojos le hacía pensar que todavía era de noche, tal como la falta del sonido de su despertador le hacía pensar que todavía era demasiado temprano. Aún podía dormir un poco más y luego sí iría a correr antes del desayuno...

—Kaidou, ya llegamos.

Esas palabras no fueron suficientes para sacarlo de su superficial sueño, pero un bache del camino se encargó de hacer tambalear el auto y forzarlo con ello de regreso a la realidad.

Kaidou abrió sus ojos, confundido por un momento ante la parcial oscuridad, disminuida por la luz los faroles del carro que se reflejaba en la poca nieve en proceso de derretirse.

Los árboles que rodeaban el camino y se cerraban sobre sus cabezas, creando una impresión de encierro, hicieron que Kaidou se estremeciese de una forma en que el frío no lo había conseguido.

¿Dónde estaba? ¿Por qué estaba ahí?

El ver a Inui a su lado, conduciendo sin quitar su vista del camino, lo llevó a recordar la respuesta y sintiéndose avergonzado por su lenta reacción, Kaidou se enderezó en su asiento, apartando la manta extra que seguramente Inui le había colocado luego de que él se había quedado dormido.

—¿Ya llegamos? —preguntó, parpadeando para espantar la somnolencia.

—En aproximadamente cinco segundos deberíamos poder ver la casa.

La exactitud de Inui no había cambiado y Kaidou se encontró contando el tiempo que faltaba para que pudiesen ver el primer rastro de civilización, después de lo que sin duda habían sido horas de conducir en medio de bosques, sonriendo levemente con alivio cuando la imponente mansión apareció frente a ellos.

Aquel gesto desapareció de su rostro casi de inmediato al detallar la edificación de estilo occidental, con tres pisos y diversas ventanas repartidas en los dos primeros, que casi parecía salida de una película que él nunca vería, pero se esforzó por mantener su renovada intranquilidad fuera de su rostro al ver dos autos más parqueados frente a la mansión.

—¡Inui-senpai! ¡Mamushi!

Aun antes que Inui detuviese su vehículo junto a los demás, Momoshiro saludó con palabras y brazos, consiguiendo que el grupo que parecía haber estado saludándose en la entrada de la casa se girase hacia a ellos.

Kaidou resopló, negándose a contestar de igual forma tal bienvenida, y se limitó a subir la cremallera de su chaqueta mientras Inui se encargaba de parquear el auto.

Al bajarse, llevando una maleta mediana consigo, Kaidou pudo ver claramente que todos se encontraban ahí y saludó casi formalmente con un gesto en dirección a los que habían sido sus senpai.

—Kaidou, Inui —pronunció Tezuka, sin ninguna expresión en su rostro.

—Tezuka —repitió Inui, con un tono que casi parecía divertido.

—Los estábamos esperando —dijo Oishi, sonriéndoles a ambos.

—¡Ustedes son los últimos en llegar! —reclamó Kikumaru con sus brazos en jarra, pero casi de inmediato su expresión se transformó en una sonrisa y se lanzó hacia a ellos, dándoles a ambos un medio abrazo que los hizo tambalear.

Inui rió suavemente y Kaidou inclinó su cabeza, queriendo ocultar su expresión en el cuello de su chaqueta, al tiempo que retrocedió un paso. Nunca había conseguido acostumbrarse a esas espontáneas muestras de afecto e incluso ahora eso no había cambiado.

—Ha pasado mucho tiempo —comentó Inui—, dos años, tres meses y veintidós días en el caso de Tezuka, y...

—No has cambiado en nada —lo interrumpió Kikumaru, suspirando exageradamente.

—Estábamos preocupados —dijo Kawamura antes de que Inui pudiese continuar mencionando cuánto tiempo había pasado desde la última vez que había visto a cada uno y Fuji, a su lado, asintió con su cabeza, sonriendo tal como siempre lo había hecho.

—La condición del camino hizo que nos tardáramos más de lo pensado —explicó Inui, sin perder su calma—, también la inexactitud del mapa.

Kaidou observó a Inui reojo, sintiéndose la necesidad de disculparse. Él había dormido todo el recorrido, al fin de cuentas, sin siquiera ayudar a Inui con todos los problemas que había tenido.

—¿Y Ryuuzaki-sensei? —preguntó Inui, sin detenerse a tomar aire antes de cambiar el tema.

—Le mandó las llaves a Tezuka-buchou —respondió Momoshiro, encogiéndose de hombros—. ¿Pensará venir mañana?

—Es injusto, luego de que nos invitó y vinimos en un día como este —se quejó Kikumaru, metiendo sus manos enguantadas en los bolsillos de su chaqueta.

—Seguramente tuvo algo que hacer —intervino Oishi rápidamente—. Creo que todavía está enseñando en Seigaku, así que debe estar ocupada...

—¿No deberíamos entrar? —lo interrumpió Fuji, señalando con su cabeza la puerta.

El brusco cambio de tema fue recibido con asentimientos generales y una vez Tezuka se encargó de abrir la puerta, cosa que sólo logró después de un par de intentos, todos se encontraron en el recibidor, tanteando las paredes en busca del interruptor, sin soltar sus respectivas maletas.

Cuando al fin alguien dio con este y el lugar se iluminó, Kaidou dejó escapar el aire que no sabía que había estado conteniendo y escuchó cómo Momoshiro silbó con apreciación.

—No tenía idea que Ryuuzaki-sensei tenía una casa así —dijo Kikumaru, obviamente compartiendo la opinión de Momoshiro.

Con sólo lo que podía ver desde la entrada, Kaidou podía entender el porqué de sus reacciones.

Si por fuera la casa parecía grande, por dentro eso era incluso más notorio.

El amplio recibidor llevaba a una escalera de madera y tres salas, todas las cuales parecían estar ocupadas por inmensos muebles de estilo occidental que Kaidou nunca había imaginado que vería en Japón y la mullida alfombra que cubría el corredor le daba una apariencia incluso más extranjera, al igual que el perchero cercano a la puerta.

Aun así, Kaidou no podía decir que compartía su entusiasmo y se removió incómodo, observando a los demás.

—Tenemos que recorrer toda la mansión. —Momoshiro le sonrió a Kikumaru, que parecía estar listo para quitarse sus zapatos y hacer justo eso.

—No sé si deberíamos... —dijo Kawamura, mirando todo con aparente confusión, y Oishi asintió con su cabeza, aunque casi de inmediato añadió:

—Pero al menos tenemos que encontrar las habitaciones para pasar la noche.

—En ese caso sugeriría que fuésemos al segundo piso —pronunció Inui—; aunque haya un sistema de calefacción para toda la casa, tomando en cuenta la temperatura ambiente y las posibilidades de que vuelva a nevar más tarde, la temperatura será menos baja en el piso intermedio.

—Vamos con cuidado.

Y con esas palabras de Tezuka todos se encaminaron hacia las escaleras luego de quitarse los zapatos, que dejaron bajo el perchero luego de confirmar que no había un getabako.

-—-

Las habitaciones resultaron tan amplias como se podía esperar de una casa tan grande, pero el que todas fuesen similares hizo que el afán de Kikumaru y Momoshiro por explorar desapareciese rápidamente y fuese remplazado por intereses más comunes como prender la calefacción y comer.

Lo primero lo consiguieron rápidamente gracias a Inui e incluso antes de bajar en busca de la cocina, para lo segundo, todos lograron dejar atrás sus pesadas chaquetas de invierno.

La cocina, ubicada junto al gran comedor, resultó ser tan inusual como el resto de la casa: espaciosa y llena de aparatos eléctricos, incluyendo dos estufas, y ollas mucho más grandes de las que eran necesarias.

Kaidou no podía imaginarse a la que había sido su profesora y entrenadora en el club de tenis durante secundaria allí, pero la extrañeza que sentía fue callada por su estómago y luego de una corta discusión general sobre quienes no debían cocinar y una competencia de piedra-papel-y-tijera entre el resto, él, Oishi y Kawamura se quedaron allí, preparando una improvisada sopa con lo poco que encontraron en la nevera y las verduras y pastas instantáneas de reserva que Inui había llevado consigo.

Aunque quizás el resultado no fuese digno de un restaurante fue recibido con alegría e hicieron una pausa en la conversación que habían tenido mientras ellos cocinaban para atacar la comida con obvio gusto.

Eso no hizo que el silencio se instalase en el lugar, mas lo aplacó temporalmente hasta que casi todos comenzaron a pedir un segundo plato, hambrientos luego de largo viaje hasta la casa pero ya con renovada energía.

Kaidou escuchó más que participó, curioso, a pesar de lo que podía parecer, ante las anécdotas de Oishi en la facultad de medicina, las intenciones de Kikumaru de viajar al extranjero y las crecientes responsabilidades de Kawamura en el que en un futuro sería su restaurante; mas lo que más lo sorprendió fue escuchar que Tezuka comenzaría a trabajar el próximo mes en una multinacional.

Aunque era bien sabido por todos que la vieja lesión de Tezuka se había agravado, al punto de impedirle perseguir una carrera profesional en el tenis, al menos Kaidou nunca había llegado a pensar que su antiguo capitán elegiría una carrera ejecutiva para continuar su vida.

Él no pareció ser el único que no había esperado tal cosa, pues causó que no sólo Inui hiciese algunas preguntas para indagar de su vida actual.

Si Tezuka estaba incómodo ante eso o no era un misterio, al menos para Kaidou, pero él contestó brevemente la mayoría, incluso diciendo el nombre del departamento en el que ingresaría.

—Pero estoy seguro que pronto lo volverán a llamar Tezuka-buchou —bromeó Momoshiro luego de eso, causando que más de uno riese disimuladamente—. A mí, por mi parte —continuó con una gran sonrisa—, pronto me llamarán Momo-sensei.

Eso, decidió Kaidou en ese momento, era incluso más inesperado.

—Sólo un idiota contrataría a un idiota para enseñar —comentó Kaidou sin pensarlo, resoplando.

—¿¡Qué dijiste! —reclamó Momoshiro, levantándose.

—¡Kaidou! ¡Momo!

La posible pelea fue aplacada inmediatamente por Oishi, tal como en los viejos tiempos, sin que nadie más se sobresaltara.

—¿Y que hay de ti, Fuji? —cuestionó Inui, aprovechando la pausa que ese pequeño incidente causó. Fuji se encogió de hombros.

—Un poco de esto, un poco de eso.

La obvia forma en que Fuji evadió la pregunta hizo que Inui murmurase algo para así y sus manos desaparecieron de la mesa, seguramente, pensó Kaidou, para anotar algo en alguna de las libretas que siempre tenía consigo.

—Y escuché que estás preparándote para el abierto de Australia.

Distraído como estaba observando el intercambio, Kaidou tardó unos segundos en responder y cuando lo hizo las miradas de todos estaban en él.

—Sí.

—Y por sus recientes progresos me atrevo a asegurar que las posibilidades de que llegue a la semifinal ya superan el setenta por ciento —añadió Inui, sonriendo ampliamente.

—¿No deberías estar pensando en la final? —preguntó Kikumaru, con una infantil mueca de molestia.

—Por supuesto, también he calculado las probabilidades de...

—Estoy seguro que te irá bien, Kaidou —interrumpió Kawamura.

Kaidou agradeció, sintiéndose ligeramente avergonzado cuando los demás —Momoshiro incluido— corearon las palabras de ánimo e incluso Tezuka le dedicó algunas palabras, haciendo un simple gesto con su cabeza que lo hacía ver como el capitán que Kaidou siempre había admirado y respetado.

Tal vez era todo eso era de esperarse, siendo él el único que continuaba jugando el deporte que los había llevado a conocerse, en gran parte gracias a Inui, quien no había dejado de entrenarlo luego de que él decidiese seguir el camino de los profesionales.

Pero él nunca había sido como Inui y no podía enumerar las cosas que podían o no pasar y además eso no cambiaba lo extraño que era ser ahora el único...

-—-

El resto de la cena transcurrió en relativa calma, con la conversación avivándose repetidas veces y nunca deteniéndose del todo.

Aun así, el cansancio del viaje y la hora logró que todos acordasen ir a la cama y dejar los platos sucios para el día siguiente, en el que tendrían que dirigirse al pueblo más cercano en busca de comida si Ryuuzaki no llegaba temprano en la mañana.

Kaidou escuchó a medias los planes y los interrogantes sobre cuándo llegaría o se comunicaría con ellos la profesora, mucho más ocupado en esforzarse por no bostezar y en esperar de que Inui o alguien más decidiese subir.

El que la casa estuviese llena de luz y movimiento no hacía que Kaidou se sintiese más deseoso de pasear por ella estando solo, aun si eso significaba tener que mantener a raya la somnolencia que sentía.

A pesar de eso, una vez le dio las buenas noches a Inui y cerró la puerta de la que sería su habitación durante la noche el sueño que había sentido pareció desvanecerse.

Tal vez era el haber dormido durante el trayecto o tal vez era la gran habitación, con sus paredes decoradas y gruesas cortinas que parecían poder ocultar a alguien.

Aunque Kaidou consideró consultar con Inui al respecto, al final optó por acostarse, cerrar sus ojos y esperar a que el sueño volviese a él, mientras se esforzaba por relajarse y pensar en cualquier cosa que no fuese la mansión y sus alrededores.

Gatos, tenis e incluso la repentina reunión eran mejores temas y consiguieron que Kaidou incluso dejase de extrañar su más familiar pero pequeña cama, al menos hasta que un grito lo hizo abrir sus ojos y levantarse corriendo para prender la luz.

Sintiendo cómo su corazón latía de una forma anormalmente rápida en su pecho, Kaidou permaneció con su espalda pagada a la pared y observó toda la habitación, sin poder evitar tiritar.

¿Qué había sido eso? ¿Se lo había imaginado? ¿O acaso esa casa estaba embrujada...?

Un par de golpes en su puerta interrumpieron la hilera de preguntas que se había comenzado a hacer y Kaidou se tensó, casi esperando a que algo la atravesase o se abriese sola, pero en vez de eso escuchó una voz.

—¿Kaidou?

Inui. El saber quién estaba golpeando hizo que Kaidou corriese a abrir la puerta, suspirando con alivio al ver la familiar figura, envuelta en una pijama oscura y un grueso saco de igual color.

—Senpai.

—¿Estás bien? —preguntó Inui, estirando su cabeza para inspeccionar la habitación de Kaidou.

Eso sólo podía significar que no había imaginado ese inhumano grito. Un escalofrío recorrió la espada de Kaidou, pero aun así asintió con su cabeza.

—Pero ese grito...

—Creo que es mejor si vamos a ver de qué se trata —dijo Inui, con sus cejas fruncidas en obvia preocupación.

A pesar de querer negarse, la idea de estar solo ahora era incluso menos atractiva, por lo que Kaidou hizo un ademán de salir de la habitación, pero Inui lo detuvo.

—Ah, está nevando de nuevo así que es mejor que lleves tu chaqueta.

Al menos eso explicaba el frío que lo estremecía, pensó Kaidou mientras obedeció antes de ir tras Inui y caminar por el iluminado pero todavía tétrico corredor.

Lo primero que hizo Inui fue detenerse frente a la puerta siguiente, al final del corredor, la cual fue abierta rápidamente por Kawamura, que parecía tan alterado como Kaidou se sentía y temblaba visiblemente en sus pijamas de cuadros.

—¿Ustedes también escucharon...? —preguntó débilmente.

Inui asintió, mas no tuvo oportunidad de decir nada pues la siguiente puerta, que quedaba a pocos pasos de la escalera, se abrió y por ella salió Fuji, sin su sonrisa y con un chal verde como su pijama sobre sus hombros.

—Creo que vino de allá —dijo, señalando a la otra ala de la casa, invisible por la pared a la que llevaba el corredor luego de doblar a la izquierda, donde quedaban la mayoría de las habitaciones y donde los demás se habían hospedado.

No necesitaron decir más e Inui lideró el camino, sin titubear por un solo momento cuando al girar descubrieron a Momoshiro en sus pijamas blancos con raquetas de tenis golpeando la primera puerta que divisaron, a Tezuka como una figura oscura tras él y a Kikumaru bajo el umbral de una puerta al final del corredor, bostezando abiertamente mientras subía el cuello de su pijama de rayas.

—¿Ustedes también lo escucharon? —preguntó Inui con calma.

—¿Estamos en una mansión embrujada? —rió Momoshiro con nerviosismo, dejando de golpear para dirigirse a ellos.

—Nya, no digas eso, Momo —se quejó Kikumaru y Fuji río con sincera diversión.

—Sería entretenido si lo estamos.

—Fujiko-chan —rogó Kawamura en voz baja, haciendo evidente que a él tampoco le agradaba la idea.

Kaidou permaneció en silencio, pero metió sus manos en los bolsillos de su chaqueta y miró de un lado a otro antes de acercarse un poco más a Inui.

—Oishi —llamó Tezuka, ignorando los comentarios y esta vez adelantándose para golpear la puerta con más fuerza.

—¿Están seguros de que esta es la habitación de Oishi? —pregunto Inui, señalando a su alrededor.

El que hubiesen dos puertas más cerradas y tres abiertas hacía que esa duda fuese razonable, pero Tezuka asintió con su cabeza.

—Segurísimo —corroboró Kikumaru, bostezando nuevamente y encogiéndose de hombros—. Debe estar profundo.

—Oishi —repitió Tezuka y Kaidou se estremeció de nuevo.

—Deberíamos... —comenzó Inui, apartando a Tezuka y probando la cerradura, pero cuando esta no cedió hacia ningún lado retrocedió.

—Tal vez Eiji tiene razón —dijo Fuji con una expresión pensativa.

—Pero ese extraño... —Kawamura se abrazó a sí mismo, frotando sus brazos con sus manos para darse calor.

—¿Alguno vio algunas llaves que podrían ser de estas puertas? —cuestionó Inui y ante la falta de respuesta suspiró.

—Siempre lo podemos hacer como en las películas —dijo Momoshiro y sonrió ampliamente cuando las miradas de todos se dirigieron a él.

—Por una vez estoy de acuerdo con él —intervino Kaidou.

El que Oishi no se hubiese despertado luego de un grito como ese era extraño, tanto como el grito mismo, y la incertidumbre que le estaba causando estar en ese corredor, frente a una puerta por la cual no provenía ningún sonido, era desesperante.

Si estaban frente a un fantasma quería saberlo de una vez, en lugar de tener que pasar la noche no sólo con miedo sino preocupado, y si para eso tenían que romper una puerta y repararla después —o comprar una nueva— además de enfrentar la ira de la profesora Ryuuzaki, pues ese era un pequeño precio a pagar.

Nadie habló en contra de la idea y luego de que el primer intento de Momoshiro fuese fútil, Inui y Tezuka se le unieron para embestir la puerta a la cuenta de tres, acordando buscar alguna herramienta que les ayudase si eso no funcionaba.

El crujir de la madera les informó de que eso no sería necesario, aun cuando sí tuvieron que repetir el ataque para que las bisagras cediesen y los tres entrasen parcialmente a la habitación, casi cayendo dentro de ésta debido al impulso.

Kaidou esperó escuchar una exclamación de sorpresa de Oishi o que alguien dijese que no había nadie, cosa que significaría que después de todo sí estaban en la habitación equivocada, pero en lugar de eso lo que siguió fue un tenso silencio, que después de unos segundos fue roto por Momoshiro.

—¿Qu... qué?

—Kawamura —dijo Tezuka, con un tono más firme que el que usaba antes para ordenar vueltas—, llama una ambulancia.

—Espera —indicó Inui antes de que Kawamura pudiese obedecer, entrando a la habitación y saliendo del campo de vista de Kaidou. Luego de un momento volvió a hablar—: No, a la policía.

—¿Eh? —preguntó Kikumaru débilmente, pero Inui continuó hablando, cada vez más rápido.

—En la sala hay un teléfono, en caso de que no haya buena recepción.

—E... ¡entiendo! —A pesar de que la confusión era visible en su rostro, Kawamura salió corriendo luego de decir esa palabra.

¿Y qué estaba pasando?

Kaidou dio un paso hacia la habitación, esquivando a Momoshiro y entrecerrando sus ojos para poder ver con sólo la luz que provenía del corredor, y casi de inmediato se arrepintió de eso.

Realmente ahí estaba Oishi, en la cama, pero parcialmente sobre ésta en una posición innatural.

Su pijama azul claro estaba manchado, al igual que el cobertor de la cama y parte del suelo y aunque Kaidou no quería aceptarlo, sabía que aquellas manchas de oscuro color rojo sólo podían ser de sangre.

—E-está... —comenzó Kaidou, tragando forzosamente para controlar la nausea que sintió de repente, sin ser capaz de continuar. No quería saber, no quería escucharse decir lo que temía, no quería...

—¿¡Qué es lo que pasa! —reclamó Kikumaru, acercándose y haciendo un ademán de empujar a los que obstruían la puerta.

—¡Kaidou, detén a Kikumaru! —el grito de Inui, combinado con la brusca forma en que Kikumaru lo empujó, hizo que Kaidou reaccionase.

Apartando la mirada de Oishi, Kaidou se obligó a girar y al ver a Momoshiro trastabillar hacia delante y a Kikumaru abrir sus ojos por completo mientras todo rastro de sueño previamente visible en su rostro era remplazado por simple espanto, supo que no había sido lo suficientemente rápido.

—¡Oishi! —gritó Kikumaru, tratando correr hacia él. Kaidou lo agarró de un brazo antes de que pudiese hacerlo pero, como si no lo notase, Kikumaru continuó sus intentos por acercarse a Oishi—. ¡Oishi! ¡Él...! ¡Él!

Momoshiro lo tomó del otro brazo y entre ambos lograron sacarlo de la habitación.

Ocupado como estaba impidiendo que Kikumaru regresase a ésta, aunque Kaidou vio de reojo que Fuji aprovechó eso para asomarse por la puerta no pudo preocuparse por ello y esperó, concentrándose en Kikumaru e intentando alejar su mente de lo que acababa de ver.

—¡No hay línea! —La reaparición de Kawamura no le trajo ningún alivio a la situación y en vez de eso hizo Kikumaru se esforzase más para liberarse del agarre de Momoshiro y Kaidou

—¡Tenemos que llevar a Oishi al hospital! —gritó Kikumaru—. ¡Tenemos que apurarnos! ¡Tenemos que...!

—No tiene pulso —dijo Inui, reapareciendo en el umbral de la puerta y ajustando sus gafas con una mano temblorosa—. ¿Intentaste...?

—¿Qué quieres decir? —interrumpió Kawamura, palideciendo a pesar de que al regresar había llegado con sus mejillas rojas luego de correr en busca del teléfono.

—Oishi... —pronunció Fuji, haciendo un gesto con su cabeza hacia la habitación. Kawamura se acercó, pero pronto retrocedió mientras cubría su boca con ambas manos. A pesar de eso, Fuji continuó—: Está muerto.

Esas dos palabras hicieron que Kikumaru se derrumbase literalmente, deslizándose hasta quedar sentado en el suelo, contra la pared, con un grito que pronto se transformó en innumerables sollozos.

Kaidou lo soltó, fijando su mirada en la pared e intentando que ninguna lágrima se escapase de sus ojos ahora que había confirmado lo que había temido al verlo.

A pesar de que él no se sentía con fuerzas para moverse o hablar, notó que Tezuka salió de la habitación.

—¿No hay línea? —preguntó el excapitán y luego de unos segundos en los que el único sonido fueron los llantos de Kikumaru, Tezuka alzó su voz—. ¡Kawamura!

—N-no... —pronunció Kawamura con una voz temblorosa, bajando sus manos— y estamos fuera del área de servicio...

-—-

Kaidou no pudo prestar atención a las palabras que siguieron, con sugerencias sobre probar con todos los teléfonos móviles y los de la casa, de la cual Inui y Tezuka se encargaron luego de que los dejaron a todos en otra de las habitaciones, instruyéndoles no salir hasta que ellos regresasen.

Eso último era innecesario, al menos eso le pareció a Kaidou.

No se sentía con fuerzas para moverse y los demás parecían estar en el mismo estado, todos con sus cabezas gachas y sin pronunciar palabra, aunque ocasionalmente dejaban escapar algún sollozo.

Y aunque el regreso de Inui y Tezuka provocó que él alzase su cabeza, para confirmar que eran ellos los que entraron, los demás no reaccionaron.

—Es mejor que esperemos hasta mañana —dijo Inui, cerrando la puerta con seguro—. Sin saber lo que pasó y sin poder comunicarnos con nadie no es seguro que salgamos de aquí en este momento.

—Pero... ¿y Oishi? —preguntó Kawamura, desde la esquina contra la que se había recostado—. No podemos dejarlo...

—Es mejor que esperemos a la policía —lo interrumpió Inui—. No tenemos idea de qué pasó y...

—¿Y qué hay de la nota? —dijo Fuji, impidiendo que Inui continuase.

—¿La nota? —preguntó Tezuka, perplejo.

—¿Nota? —repitió Kikumaru, hablando por primera vez desde que habían sido llevados a esa habitación.

—Ah, la nota.

Inui ajustó sus gafas y luego de un momento suspiró, acercándose a la cama en la que Fuji y Kikumaru se encontraban sentados y tomó asiento también en ella, dejándose caer sin ningún cuidado.

Momoshiro, que todavía no había pronunciado palabra y que se había sentado en el suelo, alzó su cabeza y pronto se levantó para acercarse.

También curioso ante la actitud de Inui, Kaidou se apartó de la pared contra la que se había recostado e hizo lo mismo.

—Estaba sobre la cabecera de la cama de Oishi —dijo Inui, sacando su libreta de su saco y pasando las páginas de esta—. Admito que no pensé cuando la tomé antes de salir y que es posible que dificulte la investigación, pero también es importante que sepamos todo lo posible...

—Inui —el tono de Tezuka fue seco y calló inmediatamente a Inui, quien se limitó a detenerse cuando encontró la página entre la que había puesto la nota.

Kaidou la observó, frunciendo el ceño mientras leía las palabras en inglés impresas en la pequeña hoja "This'll be for surpassing the one from before".

—Esto será por… —tradujo Momoshiro, con voz dudosa— ¿superar al de antes?

—Básicamente —confirmó Inui—. Además de esas palabras, las cuatro puntas muestran signos de que fueron dobladas. Es posible que esa sea la clave para descifrar el mensaje, pero aparte de que se trata de una amenaza todavía no sé...

—Pero eso quiere decir... —comenzó Kawamura.

—Alguien mató a Oishi —pronunció Kikumaru con un tono serio que Kaidou nunca había escuchado— y nos va a matar a todos.

—No necesariamente. —Inui sacó un esfero y golpeó con éste el borde de su libreta—. Podría tratarse de una venganza contra Oishi...

—¡Eso es imposible! —exclamó Kikumaru.

—Estoy de acuerdo —dijo Momoshiro y Kaidou asintió con su cabeza, dándole la razón.

—Es Oishi-senpai.

—Aun así no podemos descartar esa posibilidad —dijo Inui y pronto continuó rápidamente—. La nota también podría ser un ceñuelo para entretenernos mientras escapa...

—¡Entonces tenemos que movernos! —Kikumaru se paró, firmemente pero sin la usual energía que lo caracterizaba—. ¡No podemos dejar que huya! ¡No podemos dejar que también nos mate!

—Estoy de acuerdo —intervino Tezuka, con sus brazos cruzados—, debemos comenzar revisando esta casa.

—Ese es… un posible método de acción —aceptó Inui—. Si el culpable sólo tiene un arma cortopunzante y lo superamos en número es posible que no corramos peligro, pero...

—Vamos —dijo Kawamura, deteniéndose un momento para tomar aire—. Es mejor que no hacer nada.

-—-

La búsqueda comenzó en el primer piso, en el que no sólo revisaron todos los rincones sino donde también comprobaron que las puertas —la principal y la que descubrieron en una esquina de la cocina— estuviesen cerradas, además de las ventanas, por las que se asomaron para verificar si habían huellas que saliesen o entrasen, mas no encontraron nada.

Por sugerencia de Inui, también recogieron algunos de los objetos que encontraron durante la exploración, como un par de linternas.

Kaidou, además, también probó los teléfonos, confirmando lo que sin duda Inui y Tezuka ya habían hecho.

El recorrido del segundo piso fue mucho más tenso, pero en ninguna de las diez habitaciones y sus respectivos baños encontraron algo, ni siquiera en la de Oishi, a la que sólo Inui y Tezuka se atrevieron a entrar.

Eso sólo les dejaba el tercer piso, que resultó ser un polvoriento desván de techo alto en el que tuvieron que hacer uso de las linternas que habían conseguido.

En éste no encontraron más que algunos muebles, incluyendo una hilera de armarios llenos de ropa de cama guardada en bolsas plásticas, pero ninguna otra persona, como si estuviesen totalmente solos.

Aquel pensamiento hizo que la garganta de Kaidou se secara por completo, dejándolo no sólo renuente sino incapaz de pronunciar tal cosa.

Una vez regresaron al segundo piso, Inui los llevó de regreso a la habitación previa, que resultó ser de Momoshiro, donde algunos se sentaron y otros se recostaron contra una pared, compartiendo un tenso silencio.

Kaidou no sabía ni quería saber qué estaba pasando por las mentes de todos, por lo que permaneció callado, alerta a cualquier movimiento pero sin realmente prestar atención a lo que los demás estaban haciendo.

A pesar de eso, el que Inui se levantase repentinamente atrajo su atención y no pudo apartar su vista de él cuando éste abrió la puerta, le puso seguro y la volvió a cerrar de un empujón, repitiendo el proceso cerrándola con más cuidado un par de veces más antes de sacar su libreta y anotar algo en ésta.

—¿Senpai? —preguntó Momoshiro, haciendo obvio que Kaidou no era el único curioso.

—¿Estás probando cómo cerraron la puerta? —cuestionó Fuji con evidente interés.

—Sí —respondió Inui, escribiendo algo más antes de continuar—. Aunque no sepamos el quién, el descubrir el cómo nos puede dar alguna pista...

—Pero no fue un asesinato en una habitación cerrada —señaló Fuji, abriendo sus ojos por un momento.

—Si la puerta de la habitación de Oishi es igual a esta, cualquiera pudo haberla cerrado al salir sin hacer uso de ningún truco, por lo que la única verdadera pista es la nota. —Inui asintió y masajeó su frente con una de sus manos—. Siendo así, ni siquiera puedo descartar si uno de noso...

—¡Inui! —interrumpió Kawamura, con una expresión horrorizada en su rostro—. Eso suena como si...

—Lo lamento —se rectificó Inui, ajustando sus gafas y girando un poco su cabeza en dirección a Kikumaru, como si temiese su reacción—. Estaba considerando las más remotas posibilidades, no pretendía insinuar que...

—Pero todos lo estamos pensando.

Las palabras de Fuji detuvieron el intercambio y causaron que Kaidou se enderezase y apartase la mirada de todos.

El no haber encontrado a nadie y que Inui mismo confirmarse que cualquiera de ellos podría haberlo hecho hacía que fuese inevitable pensar así, pero el solo considerar que quizás no había una novena persona en la casa lo hacía sentir culpable.

El paso de los años no eran suficientes para borrar el aprecio que le tenía a todos sus senpai e incluso a Momoshiro y todos los buenos recuerdos de cómo habían luchado juntos para alcanzar la victoria, y eso debía valer más que el miedo.

Tomando aire lentamente, Kaidou se obligó a volver a dirigir su vista hacia todos los que estaban en la habitación.

Observó a Inui, quien seguía tomando notas de cuando a cuando; a Kikumaru con su cabeza gacha; a Fuji, quien estaba a su lado como si quisiese darle ánimos; a Kawamura, quien se mantenía cerca de ellos y con su mirada en la puerta; a Tezuka con sus labios fuertemente apretados; a Momoshiro con su ceño fruncido.

Todos ellos estaban afectados por la muerte de Oishi, ninguno de ellos lo habría hecho, se dijo a sí mismo, negándose a aceptar que quería que alguien más también dijese eso en voz alta.

—No lo perdonaré —habló Kikumaru de repente, con sus puños cerrados y su mirada en el suelo—. Nunca perdonaré al que mató a Oishi.

—Ninguno de nosotros lo hará —aseguró Inui, con un tono de disculpa—. Sea cual sea la razón.

—¿Pero vamos a pasar la noche sin hacer nada? —cuestionó Momoshiro con lentitud, como si tuviese una idea pero no estuviese seguro de ella y simplemente quisiese aprovechar que el silencio había sido roto para decirla—. ¿Y si vamos todos a buscar a la policía? O algunos y los demás se quedan...

—No creo que sea buena idea —dijo Kawamura, para sorpresa de Kaidou.

—Así es. —Inui ajustó sus gafas y se acercó a la ventana, apartando la cortina para que todos pudiesen ver—. Con la nieve, nuestro estado mental después de lo sucedido, la noche y el que no conozcamos los caminos, las posibilidades de que terminemos en un accidente supera el ochenta...

—Veo —pronunció Tezuka, sobresaltándolos, y sin decir más se dirigió hacia la puerta.

—Sería más seguro si permanecemos juntos... —advirtió Inui, pero Tezuka no se detuvo y pronto salió de la habitación.

—No encontramos a nadie —remarcó Fuji, levantándose también—. Y descansar podría ayudarnos a pensar.

Inui no intentó refutar esa lógica y Kaidou tuvo que resignarse a salir de la habitación de Momoshiro y dirigirse a la que él había tomado para pasar su estadía, esforzándose por no posar su vista en la puerta fuera de sus bisagras y sintiéndose parcialmente aliviado de dirigirse a la otra ala de la casa.

Eso no cambiaba que la idea de pasar la noche solo en ese lugar, después de lo sucedido, distaba mucho de ser atractiva, por lo que decidió tragarse su orgullo y se detuvo una vez Fuji desapareció en su habitación y Kawamura se despidió de ellos con un gesto cansado.

—Inui-senpai... —comenzó, sin saber cómo explicárselo.

—Está bien, Kaidou —dijo Inui, como si supiese lo que quería decir.

Al abrir la puerta de su habitación, Inui le indicó que esperara y entró primero, quizás queriendo revisar el lugar una vez más, y sólo fue momentos después que regresó, invitándolo a pasar con una sonrisa cansada.

—Mantengo que es más seguro que no estemos solos.

Continuará

Notas:

Getabako: es el mueble para dejar los zapatos que usualmente se encuentra en las entradas.

Buchou: significa capitán, pero también puede significar director de un departamento de una empresa.