Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen a mi si no a Masami Kurumada, esto es sin ningún fin de lucro. Contiene texto explícito. Me inspire en Beso de Josean Log.

Capítulo 8 Beso

Shun y Miho.

Aquella era una fiesta de gran lujo y gusto exquisito. Las esferas de luces chinas decoraban el jardín de aquella bella mansión dándole un aire romántico proporcionando luz al mágico atardecer, mientras algunas mesas redondas de manteles blancos y sillas tapizadas con flores decoraban la recepción. Vino y bocadillos iban y venían entre un par de meseros guiados por la encomienda de Tatsumi mientras algunos santos con sus parejas de sencillos vestidos arriban al lugar donde se esperaba a la multitud de invitados se había convocado para celebrar el cumpleaños de la miembro principal de la familia Kido.

La música de jazz comenzó a resonar animando el ambiente y pronto Shiryu sujeto de su amada Shunrei, ambos ataviados con trajes tradicionales de gala se aproximaron a una mesa donde ya esperaban Ikki y Shun vestidos de forma casual.

Justo en aquel momento, Saori salió de la puerta de la mansión apoyada del brazo de su caballero más fiel, Seiya y ambos saludaron a los invitados de la fiesta que aplaudieron al ver la presencia de la bella japonesa luciendo un bello vestido rosado que la hacía destacar a miles de kilómetros de distancia. Seiya en aquel momento inflo el pecho orgulloso ante la mujer que escoltaba al escuchar los rechiflidos de halago hacia ella pues aquel día su bella amada lucia demasiado preciosa. Se sentia afortunado.

Ambos diestros caminaron por las mesas y saludaron uno a uno a los invitados, recibiendo las felicitaciones de todos hacia la diosa y algunos presentes.

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En aquel momento un taxi se estaciono frente a la mansión y de el descendieron tres siluetas. Hyoga, Eris y Miho bajaron del automóvil con sus ropas casuales y se maravillaron ante la bella recepción del lugar.

Miho se puso nerviosa de inmediato, no sabía si aquella idea de su amiga Eris de asistir a aquel cumpleaños había sido buena, sin embargo, ella había insistido tanto por ello con la intención de que ambas se divirtieran y la misma Saori le había enviado una invitación que negarse le resulto difícil, aunque en el fondo, se moría de nervios por estar ahí y por reencontrarse con Pegaso.

Miho penetro a la fiesta guiada del brazo de Hyoga junto a Eris y así el trio de jóvenes avanzaron hasta la mesa donde esperaban sus demás amigos conocidos.

Shiryu se alzó de su mesa al verles llegar y saludo con entusiasmo a su amigo de Siberia, así como a sus acompañantes, ayudándoles a sentarse en la mesa donde solo ellos esperaban.

Miho en aquel momento quedo sentada junto a Shun y Eris, recibiendo una sonrisa del santo de las cadenas, quien amable le ofreció un poco de limonada a su frente mientras ella oteaba por el lugar en busca de la única persona que le interesaba: Seiya.

Fue entonces que la peli azul observo a metros de si a Seiya junto a Saori saludando en una mesa contigua. Su corazón se alteró al momento, dolía verle tan feliz en compañía de Saori despues de tanto tiempo de no saber de el, ambos compartiendo una sonrisa al unísono. Y aunque quiso salir corriendo al baño para calmar su dolor y ansiedad ante la escena, la mano cálida de Shun le sujeto llamando su atención para recibir su bebida mientras Saori y Seiya se aproximaban a su mesa para saludar.

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Seiya llegó a la mesa donde estaba Miho esbozando una enorme sonrisa al encontrarse con sus amigos y al verla entre ellos, se aproximó hacia ella como si nada más existiera, haciéndole levantarse de su asineto para recibirle.

- ¡Miho! - clamó el santo con emoción y la abrazo a su cuerpo. -Hace tanto tiempo que no se de ti.

-Seiya…-pronuncio la dama cerrando sus ojos mientras un nudo en su garganta se hacía profundo ante él. El santo se separó de ella unos segundos y dibujo un gesto de preocupación al verle los ojos acuosos.

- ¿Qué tienes Miho? - pronuncio meloso el santo, apoyando sus manos en los hombros de Miho. - ¿Estas bien?

Ella no pudo contestar y descendió su mirada al suelo, conteniéndose. -Nada Seiya, estoy feliz de verte.

-Oh Miho…-murmuro dulce el Pegaso regalándole una vez más un suave abrazo. En aquel momento, Saori se posó detrás de ellos y toco de la cintura a Miho viéndole con preocupación.

- ¿Estas bien Miho? -pronuncio la diosa con preocupación ante su evidente llanto. Miho no pudo mirarlos a la cara y solo asintió conmovida.

-Felicidades señorita Saori…-objeto la peliazul, girándose hacia la mesa para sacar de su sencillo bolso, un diminuto paquete con un listón rosa. -Le traje un regalo, no es mucho, pero es con cariño.

La pelilla sonrió y le dio un abrazo, gesto muy raro para ella pues la diosa no estaba acostumbrada a esas demostraciones, aunque le había nacido sincero al ver a Miho tan melancólica. -No importa eso Miho, si no la bella intención con la que lo hiciste, te lo agradezco.

Tras aquellas palabras, Saori y Seiya fueron llamados por Tatsumi para dar la bienvenida en medio de la fiesta y fue que ambos se despidieron momentáneamente de la peli azul y sus demás amigos.

- ¿Estas bien Miho? -pregunto Shun al verle sentarse nostalgica tras saludar a Seiya. Ella asintió y Eris al instante, soltó los labios de Hyoga y poso sus manos sobre las de ella, sintiéndose triste por su amiga. -Tranquila Miho, no pienses en ello, solo pasémosla bien.

-Si.

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Algunas horas después de aquel suceso y tras departir con comida deliciosa, la música jazz comenzó a resonar más animada, incitando a los invitados a removerse con sus mejores pasos en la pista iluminada con bombillas elegantes en la oscuridad del jardín.

Una a una las parejas de invitados se levantaron de sus asientos, como Shiryu y Shunrei, quienes comenzaron un improvisado baile romántico a metros de la mesa donde estaba los demas santos y se abrazaron al ritmo del viento mientras Ikki, al ver a una joven del lugar dispuesta a pedirle una pieza, tomo su copa al frente hasta el fondo y corrió hacia el baño de la mansión para evitarle mientras Hyoga y Eris se alzaron de la mesa y se animaron a bailar. Solo Shun y Miho, quienes no eran especialistas en baile se quedaron en la soledad de aquella mesa observando a la pista como se removían animados cada uno de sus amigos.

- ¿Sabes bailar? -pregunto Shun hacia Miho al verla tan concentrada al mirar la pista.

Ella sonrió tímida. -El baile nunca ha sido mi fuerte.

Shun le sonrió tímido. -Ni el mío.

Ambos compartieron una sonrisa cómplice y observaron hacia la pista. -No sé cómo lo hacen…-soltó Shun observando a Hyoga y Eris dar una vuelta rápida en su abrazo. -Pero parece divertido.

Miho sonrió animada, aunque su sonrisa se desdibujo al ver a Seiya y Saori detras de Eris y Hyoga, comenzar a bailar a pesar de la negativa de la diosa, pues se sentía apenada ante las miradas.

-Quiero intentarlo. -soltó Shun bebiendo un poco de la copa de vino a su frente. Miho no le presto mucha atención centrada en Seiya hasta que lo vio ponerse de pie.

- ¿Bailarías conmigo Miho…? -Shun estiro su mano frente a la bella Miho con toda la intención de animarla y ella, asombrada por la inesperada propuesta, accedió con el encendido de sus mejillas ruborizado.

Shun al instante llevo a Miho hacia la pista y en un suave movimiento, la afianzo a su cuerpo con firmeza, removiéndose un poco torpe al compás del delicado jazz, ese que, con su tintineo de campanillas, guitarra, violín les hacía acercar los cuerpos lo suficiente para sentirse a plenitud.

Al principio Shun y Miho se sintieron ligeramente incomodos por lo poco diestros que se sentían en el baile, sin embargo, se miraron a la cara y rieron con fuerza al verse bailando. Sin duda con aquellos pasos de ambos les hacia parecer ebrios, más que otra cosa.

-Afiánzate más a mí, creo que así puedo guiarte, eso le he visto hacer a Hyoga…-soltó dulce Shun hacia la peli azul y ella tímida le asintió.

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Miho entonces se acomodó tímida en la curvatura del cuello de Shun, percibiendo la esencia varonil de sus cabellos y abrazando temblorosa el filo de sus omoplatos, reposando su peso ligeramente sobre él mientras el la removía con su vaivén personal. Con ello, ambos encontraron un acople perfecto para bailar sin verse chistosos y así continuaron al ritmo de la música que se tornaba aún más melosa.

Y mientras Miho giraba al son del abrazo guiado de Shun, vio a su frente la silueta de Seiya y Saori bailando con una preciosa sonrisa recíproca. Ambos lucían tan cómplices, tan perfectos, tan felices que sus ojos quisieron nublarse en aquel momento, pues supo que su amado amigo de infancia jamás podría estar asi de feliz a su lado. Por su parte, Shun observo a su frente a Shiryu y Shunrei bailando con la frente unida a otra en un gesto amoroso y suspiro hipnótico en la escena, pues su sin duda le hubiese gustado encontrase de igual manera con alguien a quien amara, sin embargo, su corazón errante y quebrado por la ausencia de June, no le permitía encontrar alguien más con quien bailar vals.

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La noche llego hasta su final y uno a uno los invitados a aquella fiesta se despidieron de aquella mansión dejando del murmullo solo soledad. Y así, algunos de ellos decidieron quedarse a pasar la noche en el cobijo del lugar mientras unos otros decidieron seguir la romatica velada en otro lado.

-Miho, iré con Hyoga por un café a la parte céntrica de la ciudad, ¿deseas ir con nosotros? -pregunto Eris a su amiga mientras recogía sus cosas de la mesa para partir.

-No, creo que me iré al orfanato, te veo allá, estoy cansada.

-Entonces te acompañamos hasta allá, no podemos dejarte ir a estas horas sola. -soltó Eris con la mirada cómplice de Hyoga tras de sí.

-No se preocupen chicos, está bien por mí, puedo ir sola, no está lejos y no quiero atrasarlos.

-Miho…-le reprendió la rubia mientras Shun, quien escuchaba sin querer la conversación, les objetaba detrás suyo.

-No te preocupes Miho, te acompañare a casa si ese es el problema, es tarde para que vayas sola al orfanato.

-Gracias Shun. - soltó Hyoga hacia su amigo, al igual que Miho, quien le accedio.

Tras lo dicho,los rubios amantes se despidieron caminando en la noche hacia la ciudad mientras Miho los veía partir. Luego entonces, Shun sujeto sus hombros y le indico.

-Espera aquí Miho, le avisaré a Ikki que te acompañare, regreso pronto. -ella asintió y vio al santo ir con su hermano para luego volver hacia ella y caminar a su lado en la noche, incluso prestandole su saco casual para cubrirse del frio de la noche.

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Tras caminar algunas calles bajo la luz de la luna y contarse momentáneamente sus anécdotas del corazón, por fin Andrómeda y Miho llegaron hasta la puerta del orfanato, sonriéndose ambos ante la improvisada situación.

-Bueno, debo irme, gracias por todo Shun. -objeto Miho nerviosa frente al santo, devolviendole su saco. -Fue un buen día.

-Sí que lo fue. -objeto el santo de cabellos verdes, sonriéndole. -Entra ahora, hace frio aquí y no quiero que enfermes.

La dama le sonrió y compartió un último abrazo confortable de despedida, girándose hacia el orfanato y agradeciendo la calidez de Shun.

Fue entonces que al volver hacia el orfanato, algo sucedió. Aquel joven de las cadenas se había comportado como un gran amigo con Miho ese día y ella ante la soledad que su mundo le proponía, decidió querer dejarle entrar a su vida por más tiempo.

- ¡Shun! -grito Miho hacia la espalda de Andrómeda quien volvía para la mansión, haciéndole detenerse. -¿te gustaría ir… conmigo al cine mañana?

Shun sonrió ante la propuesta, con esa bella sonrisa que podía robar un mundo con su esplendor. Y le dijo que sí animado.

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La noche consumió las horas y parte del día hasta el atardecer, ese donde la peliazul y santo de las cadenas concibieron una cita frente al enorme cine de Tokio, en medio de la ciudad.

Y ahí, ambos se acompañaron comprando algunos tickets para una película de romance y golosinas para la función.

Y mientras la sala de cine se cubría de sombras solo siendo iluminada por la pantalla, Miho en medio de la película se dio un momento para girar su vista hacia el distraído Shun quien comía palomitas atento a la pantalla y analizarlo. Entonces algo ocurrió. Un extraño escalofrió tibio se hizo presente en la piel de la morena, observando los brillantes ojos distraídos de Shun a detalle, pues de pronto le parecia hermoso. Sus cabellos alborotados, sus finas facciones, sus labios delgados y la calidez que emanaba siendo tan dulce en cada momento le comenzaban a poner nerviosa.

El tiempo se detuvo para la peliazul pues su mirada se mantuvo fija en Shun y luego entonces, un extraño impulso le hizo recargar su cabeza sobre el amplio hombro del santo, quien se tensó al sentirla, pero no le negó su cómplices amigos ahora.

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La función termino y ambos se dispusieron a volver al orfanato y mansión pues era hora de volver a sus realidades.

Y justo mientras abandonaban aquel enorme cine y platicaban de sus impresiones de la película, Miho aguardo su mirada en una máquina de peluches al frente de su camino, observando a una pareja ganar uno de ellos y sonreír por aquel peluche.

Shun al verle distraída en ello, le jalo directamente a la máquina y le sonrió.

- ¿Quieres un peluche? -objeto Andrómeda a Miho frente aquella maquina con diversión y ella le asintió.

-Nunca he intentado jugar en esto, lo haré, a ver si puedo lograrlo.

-Ni yo, hay que intentarlo. -contesto Miho con una dulce sonrisa mientras veía al santo depositar una moneda y comenzar a juguetear con la palanca de la maquina.

- ¡A la izquierda Shun, vamos! -objetaba emocionada la peliazul, saltando a un lado de la máquina mientras el concentrado santo removía la máquina.-Creo que aquí la dejare caer.

Tras algunos segundos de suspenso, la maquina permitió que el santo atrapara un pequeño gatito de peluche y lo entregara como premio para Miho, logrando al recibirlo, ella le abrazara con fuerza y se colgara momentáneamente de su cuello. Fue hasta aquel momento que la mirada de ambos jovenes se concentró en ellos, envolviéndolos en una extraña atmosfera cálida y radiante a pesar de los demás. Y en medio del tumulto, Miho no pudo contenerse y en un impulso, se alzo sus puntillas y beso los labios de Shun, percibiendo la tibieza de su ser.

Shun al principio se sorprendio, sin embargo, le abrazo tienro ante la dulzura que despedia Miho y le correspondio, entregandole asi su primer beso de amor.

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Con el tiempo aquel incipiente beso y "amistad" fue cubriendo el adolorido corazón de ambos con su cobijo, animándoles los sentimientos e iniciando un tímido romance, buscandoles el experimenatr.

Los meses continuaron su camino y fue que en uno de ellos Shun le anuncio a Miho que había rentado un apartamento con Ikki, pues por fin los dos habían encontrado un lugar fijo para vivir en Japón.

Y mientras su hermano mayor hacia un viaje a la Isla Reina Muerte bajo la encomienda de Athena pues ella le tenía una sorpresa en aquel lugar, Shun y MIho se dispusieron a acomodar aquel apartamento tras la mudanza de aquellos santos de bronce de la mansión.

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Y mientras Shun acomodada unas cajas en un armario, su bella novia peliazul de jumper de mezclilla con un paliacate y coletas en su cabello, prendía la radio y se reconfortaba con una canción mientras veía a la ventana del apartamento con vista al mar.

Shun vio pensativa a Miho en la ventana enfocada en aquella canción y dejo a lado su labor con las cajas, dirigiéndose a ella y abrazándole por la espalda.

- ¿Todo bien? -murmuro meloso Andrómeda hundiéndose en la curvatura de su cuello.

Miho sonrió y le acaricio los brazos confortándose en su cálido abrazo. -Sí, solo que la canción me emocionó un poco.

-Miho…-suspiro con dulzura el santo de las cadenas. - Yo ahora estoy contigo y nos cuidaremos juntos, lo prometo.

Ella sonrio ante lo dulce de sus palabras y se giro a confrontarle. -Bésame.

Miho ya no pudo contener aquel candor ansioso en su pecho y sin prevenirlo se afianzo a los labios delgados y quebrados llenándolos con su ternura.

Shun al sentirla, la atrapo en sus brazos y apago sus ojos, perdiéndose lentamente en su calor mientras sonreía pues por fin se sentía cómplice y cálido a perfección con alguien más que no fuera June.

Él tan poco experimentado en el amor, la sujeto firme sobre su cintura y comenzó a danzar sutilmente con ella entre sus brazos justo como la primera vez que ambos bailaron en aquella fiesta de Saori.

Y tras unos instantes de unirse el alma y los labios, ambos jóvenes se separaron y miraron anhelantes como si sus corazones por fin encontraran en el otro la calidez que necesitaban desesperadamente.

-Te amo Shun…-suspiro la bella Miho mientras el santo le acariciaba la mejilla con una de sus manos libres y sonreía satisfecho.

-Y yo a ti, Miho, como no imaginas.

Ambos se volvieron a unir en un abrazo apasionado donde sus labios se arrancaron los suspiros más prfundos y en él, caminaron hasta la puerta de la habitación de Shun, dejando caer sus cuerpos expectantes por calor sobre la cama del santo.

Shun atrapo en su caricia a Miho y ahí sobre su cuerpo, la vio esbozarle una preciosa e inocente sonrisa mientras los ojitos se le iluminaban por su mirada.

-Miho…-soltó el santo de las cadenas, acariciándole el flequillo. -Eres preciosa.

Ella sonrió aún más, y dominante el santo dejo caer sus labios nuevamente sobre los de ella. Y de aquel beso tierno compartido tiempo atras, pronto la magia de sus cuerpos comenzó a experimentar por primera vez el incendio gradual de la pasión, elevándoles de temperatura el cuerpo y de cosquilleante sensibilidad por doquier.

Sus cuerpos tímidos por primera vez sentían ansiedad pasional y pronto las ropas que els cubriancomenzaron a estorbar. Miho deslizo sus manos por las costillas del santo y se afianzaron a su espalda, bailando sus dedos entre cada hueso de su columna vertebral tratando de apegarse a su piel mientras su labios se enredaban con los suyos. Shun por su parte, deslizo su mano por los delgados hombros de Miho y deslizo sin querer aquel tirante de su jumper, tensándola.

Sus labios delgados como mariposas se separaron de sus labios y comenzaron a hacer camino por sus mejillas, mentón y hendidura de su cuello, llenando sus fosas con la dulce y femenina fragancia de Miho de vainilla y fresa.

Shun percibió sus latidos aún más agitados y pulsantes que siempre y la piel atrapada en su pantalón se elevó al ritmo del avance de sus caricias, dejándole confundido pues aquel experimentar del amor era desconocido para sí, sin embargo, no se detuvo y continúo embelesado en aquella preciosa piel.

Miho descendió sus manos hasta el borde de la camiseta de Shun y comenzó a hacerse espacio para sentirle la piel haciendo que el santo, se tensara y se alzara para enfrentarle con la mirada excitada.

-Miho… ¿estas segura? -murmuro el santo con la perfecta imagen de sus cabellos verdes cayendo por el borde de sus mejillas y los músculos de sus brazos resaltados por el acorralamiento de la peli azul.

Ella asintió dulce sobre la cama y le sonrio. -Así es Shun, te amo.

Los ojos del santo centellaron ante la confesión y en un suspiro de luz, él la abrazo acelerado con sus labios, fundiendo su boca con la suya en un dulce compas.

Sus manos comenzaron a descubrirse el cuerpo y una a una las ropas de ambos comenzaron a caer por el borde de la cama, envolviendo sus cuerpos solo en el cobijo de sus siluetas desnudas. Miho observo la finura del cuerpo de Shun, como si estuviese esculpido por los dioses, escondiendo sus fornidas musculaturas siempre bajo sus ropas, y dejando ante sus ojos la nívea piel de luna de Andrómeda, contrastantes con sus cabellos y ojos a su vez, pro primera vez conocio el bello cuerpo femenino de Miho, y la suavidad de su piel durazno fundiendose en sus ojos.

La magia del conocerse la piel por primera vez les hizo dejarse llevar por la curiosidad y seguir sus instintos. Las manos amplias de Shun se deslizaron por las montañas de la figura de Miho, percibiendo la delicadeza de la piel entre sus manos y masajeándola a placer, pues podía verla disfrutar su caricia arqueando su cuerpo a voluntad. MIho acorralada de la silueta de Shun, rodeo inconscientemente su cintura con sus piernas y hundió sus dedos en la musculosa espalda del santo, quien prodigaba los más dulces besos de amor al filo de su cuello mientras sus cabellos largos verdes le acicalaban de cosquillas la piel.

El roce de sus sexos y el latido avivado de su corazón les incito a entregarse a placer y ante la humedad de ella, el santo poso su virilidad en el umbral de la intimidad de Miho, viéndola centellar la mirada ante su apasionado entrega. Era el momento, no podía esperar más por sentirle.

-Te amo Miho.

Tras aquel murmurar dulce, el santo fue venciendo la estrechez que el cuerpo frágil de Miho y percibió su temblar ante el rompimiento de su pureza, que se reflejaba en un par de lágrimas, mismas que el limpio con sus mejillas, frotándolas entre las suyas con dulzura.

Y espero hasta que ella se acostumbrara a su piel e intruso, comenzó a mecerse lentamente en su interior, sintiendo la presión en su virilidad y calidez de su vientre, quien con palpitaciones húmedas y caricias electrizantes le nublaba la razón.

Los dos se envolvieron en un baile hipnótico observándose a momentos el perfecto acople de su cuerpo desnudo y vibrantes oscilaciones de placer. Su perfecto baile, ese donde solo los dos existían al compás de sus respiraciones.

La locura les hizo apresurar su contacto y lo que había comenzado como un tímido juego se convirtió en un galope agitado que les aperlo el cuerpo de sudor y convirtió sus cuerpos en luz en su mundo de oscuridad.

La magia los elevo hasta la cumbre del placer y fue ahí que la tensión en la columna de Andrómeda, descaro su esencia en el interior tibio del vientre de Miho entre jadeos bravíos que se acallaban en los labios atrapantes del santo.

Tras aquel encuentro de fuego y sueño, la delicia y el cansancio les hizo caer sobre la amplia cama y cubrirse la desnudes improvisadamente con las sábanas bajo si, dejándoles escuchar el bombeo arrebatado de sus corazones y la ansiedad en sus alientos.

Shun busco cobijar con su abrazo el delgado cuerpo de Miho y lo apoyo en su fornido antebrazo, besándole la frente antes que el cansancio el apagara la vida. Por fin la calma habían llegado a ambos pues sus corazones quebrados por sus amores pasados, con su cálido abrazo por fin se unían nuevamente sus piezas, haciéndoles sentirse uno solo.

Continuará…

Gracias por leer.