Los personajes no me pertenecen ...


– ¡Espera, Italia! –salió corriendo tras él hasta el cuarto del italiano, pero la puerta se le cerró en la cara. Claramente Italia no quería verlo…

-¿pero que te ha pasado? – le preguntó Alemania escuchando el llanto de Italia desde el otro lado de la puerta, no había respuesta. – Por favor, Italia. – La voz se le debilitó – ¿alguien te hizo daño? ¿Qué ocurrió?

- N...no - lloriqueo Feliciano

- por favor dímelo, sea lo que sea – La voz del rubio se llenó de súplica, realmente estaba preocupado. Cualquier cosa le podría haber pasado, él era su pequeño protegido – Dímelo, Italia…

- t...te oí gritarle a Prusia – habló con inseguridad. ¿Por qué habría eso de afectar a Italia?

- No te entiendo… ¿No te gustó que le gritará a Gilbert? – Ludwig arrugó la frente en confusión.

-¡No! – A Alemania le sobresaltó el grito – fue...lo que dijiste...sobre alguien...una chica. – Feliciano sollozó ruidosamente.

-¿Qué? – no tenía sentido que Italia estuviera así por el rechazo de Ludwig hacia la chica – ¿exactamente qué fue lo que escuchaste?

- no…no quiero mencionarlo, Ve~…

- Italia...por favor – le dijo el hombre fornido.

- Doitsu…estuvo con una chica…- comenzó a llorar bastante fuerte y Alemania se llevó la mano al rostro, el muchacho estaba totalmente errado.

- Italia, ¿no escuchaste nada de lo que dijimos luego de eso? – le preguntó él con tranquilidad.

- No...no – murmuró cerca de la puerta

-ábreme por favor, Italia. Todo tiene una explicación. Te lo explicaré. – reposó sus puños en la puerta esperando una respuesta.

¿Qué más podía hacer Italia además de dejarlo entrar? No era capaz de contenerse la curiosidad para saber cuál era la explicación. Sabía que podía confiar en su Ludwig, ¿pero porque había dicho lo que dijo?

-¿Doitsu me quiere? – preguntó el italiano con timidez, en ese momento no había nada más que quisiera saber, al menos saber eso antes de escuchar la explicación.

- Por supuesto que sí, Italia. Claro que te quiero – su respuesta fue inmediata y muy segura - No fuera así, no me preocuparía por ti, no te aguantaría día tras día y ni soportaría tus muestras de afecto, no habríamos compartido aquella noche en mi oficina…- soltó un suspiro hondo, confesar algo tan profundo no era fácil, sobre todo para él que era alguien tan cerrado con sus sentimientos y emociones. – sé que me he negado a aceptar que te quiero pero anoche...me di cuenta realmente como son las cosas...si tan solo dejas que te explique entenderás perfectamente.

Durante un par de minutos no hubo respuesta, solo se escuchaba la respiración de Alemania, pero luego el llanto de Feliciano lo inundó todo.

- ¡Doitsu! – Italia abrió la puerta y se aferró a Ludwig como si de eso dependiera su existencia; nada podría hacerlo más feliz que saber que su Ludwig lo quería y lo había admitido. Las lágrimas tibias cubrieron parte de los pectorales del rubio quién tan solo tenía su pantalón puesto – Lo siento, Lo siento si dudé de ti. Perdón…

-No...es…- Ludwig miró los ojos castaños de Feliciano y le cosquilleó el estomago –entremos al cuarto. – al hacerlo cerraron la puerta tras de sí – Mira, Italia fue de los más natural que hayas dudado de mi y de si te quiero o no, de hecho cualquier persona cuerda hubiera dudado desde el principio pero esto no va al caso, lo más importante de todo es que finalmente puedo admitir que te quiero y que te me has metido bajo la piel de alguna forma que aun estoy descifrando – se revolvió el cabello despeinado con cierta confusión, Italia sonreía con los ojos llorosos. – déjame que te explique qué ha pasado anoche.

Se sentaron en la cama para comentar lo sucedido; Feliciano se sentía triste al oír como aquella mujer aparecida de la nada lo había seducido con tanta facilidad pero luego en la parte crucial del relato su corazón casi se paró de sorpresa y tomó la mano del rubio con cariño. No le había fallado a pesar de todos los factores en su contra; Ludwig no quería a nadie más en su vida.

- Y por eso dije lo que dije y tú escuchaste sola parte de eso – murmuró Alemania mirando al piso –Realmente lo siento si escuchaste algo que no querías oír, pero juro que todo es verdad. No podía...simplemente no pude, ella era hermosa pero...no...- Italia silenció al alemán al poner su dedo índice en los labios rosados

- sé que es verdad. Confío en ti, Ludwig. – lo besó con ternura, lentamente. Era una especie de beso renovado, éste contenía cariño más que simple atracción desenfrenada, era doblemente placentero. Al terminar el beso, Italia abrazó al rubio. - soy muy feliz, demasiado. Ve~… - ocultó su rostro en la piel blanca de Ludwig quien lo abrazó con cuidado.

El aroma de Italia era reconfortante, al igual que para Feliciano el aroma de su alemán preferido le daba la sensación de seguridad y protección. Estuvieron algunos minutos de aquella forma, en los brazos del otro, sintiendo, pensando, anhelando. Italia rompió el silencio.

- ¿a dónde ibas cuando me encontraste...llorando, Ve~?

-a cualquier lugar, fuera de esta casa.

-pero no tienes camisa ni zapatos –recalcó el italiano.

- iba a tomar una chaqueta y zapatos del vestíbulo.

- Oh. – Italia se quedó con la boca abierta unos momentos –Doitsu, dijiste que querías salir... ¿Podemos salir…? – el muchacho de cabello oscuro entornó sus ojos de forma suplicante. Alemania tenía mucho por hacer y resolver, no podía gastar su preciado tiempo saliendo por ahí a comprar, pasear o lo que fuese que Italia quería pero al ver sus ojos no podía darle negativa.

- de acuerdo…-pronunció el alemán – déjame ducharme y vamos, no sé a dónde pero lo cierto es que necesito un respiro de todas las cosas que tengo pendientes. –esbozó una pequeña sonrisa.

- Si! – Exclamó Feliciano totalmente emocionado – e iremos a comer pasta y comprar dulces, Ve~…

-lo que desees.

….

Italia haló del brazo a Alemania la mayor parte del tiempo en su recorrido por la ciudad, fue algo interesante y refrescante, de verdad les hacía falta salir y mucho más juntos. Revolotearon por plazas de comidas, librerías, almacenes de antigüedades y un sin fin de lugares curiosos, sin embargo el tiempo pasó con rapidez exagerada y la tarde cayó con una atardecer perfecto de tonos naranjas y rojizos. Estaban ya cerca de casa y el cansancio e Alemania era notable en cambio Italia parecía estar tan alegre que el agotamiento no le afectaba.

Al llegar a casa, Prusia no se encontraba en ninguna de las estancias, probablemente estaba en algún bar sacándose la rabia a punta de cervezas.

- Doitsu, me divertí muchísimo – comentó Feliciano al tomar de la mano a Ludwig en el pasillo central de la segunda planta – creo que no habíamos pasado tanto tiempo juntos aparte de los momentos de guerra, los entrenamientos y las reuniones. – El rubio asintió con una sonrisa en el rostro – No hice la siesta hoy, y tengo mucho sueño –bostezó al final de la frase -¿podemos ir a dormir ya, Ve~?

- por supuesto, yo estoy cansado. – ambos se dirigieron al cuarto de Alemania, encendieron la lámpara de la mesa de noche y comenzaron a desvestirse para dormir. Nada creaba mas estimulo en Feliciano que vislumbrar la espalda de Alemania. Se le acercó con sigilo y comenzó a acariciar esa piel que tanto adoraba; un escalofrío recorrió el cuerpo del alemán y sonrió para sí mismo, esas pequeñas manos le causaban las más extrañas y deliciosas sensaciones. Italia lo abrazó.

-¿hoy podemos..?

-sí, claro que sí. – se sentía muy complaciente esa noche a pesar de estar agotado. Se dio la vuelta y abrazó a Feliciano. El beso fue apasionado con cierto toque de amor; las barreras emocionales prácticamente estaban destruidas para Alemania y ahora sentía que podía demostrar el verdadero afecto que sentía por Italia; luego de aquel beso profundo frotó su nariz con la del muchacho imitando el beso esquimal. Italia sonrió y miró hacia la cama con poco disimulo; era una invitación franca. Feliciano tomó las manos de Alemania y lo guió hacia la cama, lo empujó con suavidad insinuándole que se recostara, él lo hizo con todo agrado. El italiano se terminó de quitar toda su ropa para quedar desnudo, se sentía muy cómodo de esa forma.

Se arrodilló junto a Ludwig en la cama y le tomó el rostro entre las manos para besarlo. Pero paró antes de tocar los labios del rubio.

- mírame cuando te beso – le susurró tímidamente el italiano, el otro asintió. Los besos eran tan diferentes cuando miraban en los ojos de su amante; eso de que los ojos eran el espejo del alma cobraba sentido en ese preciso instante mientras sus lenguas se debatían dulcemente. Al término del beso, Italia se posicionó encima de su mejor amigo, sentándose en el abdomen bajo de Ludwig a quien se le aceleró el corazón. Frotó las palmas de sus manos en los abdominales del rubio –estás en mis manos, Ludwig. No te preocupes –dijo el italiano al sentir los músculos tensos bajo la piel blanca, el otro asintió con los ojos cerrados.

Las dulces caricias tomaron un tono insistente con rapidez; los escalofríos placenteros nacieron en la piel de Ludwig con cada roce sutil. Miraba a Italia con intensidad, su cuerpo era fascinante, el tono de la tez, sus facciones concentradas, luego cerró los ojos; Alemania jamás había sentido lo que ahora sentía, era como si todo lo había reprimido durante su vida estuviese ascendiendo a la atmosfera por medio de su piel, era la única descripción más acertada que podía darle a lo que sentía. Ya no le importaba que se sintiese atraído por otro hombre, ni como era que Prusia se había dado cuenta de su inclinación sexual, tampoco si algo de eso estaba bien o mal, simplemente se olvidaría de todo…

- ¿Ludwig? – El rubio abrió sus ojos azules; Alemania notó que cada vez que ambos estaban en la intimidad Italia lo llamaba por su nombre humano y no Doitsu – Creí que te habías dormido – Feliciano soltó una risita, le besó en el pecho y descendió un poco más para plantarle besos cerca del ombligo.

- estaba…distraído ahhhh…- suspiró Alemania debido a un pequeño mordisco le dio Italia quien sonrió luego. Estiró el elástico de la ropa interior de Ludwig y lo soltó causándole un placentero dolor al rubio.

- no...voy a dejar que te distraigas mas – Italia le deslizó la ropa interior por las piernas con pericia hasta quitársela. Los dos corazones se agitaban en ese momento, Feliciano no sabía cómo proceder exactamente pero quería intentarlo. Besaba el muslo de Alemania mientras sus dedos recorrían suavemente el miembro casi rígido que se presentaba frente él. Ludwig agarró con fuerza las almohadas que estaban bajo su cabeza; se preguntaba si era que Italia sabía muy bien lo que hacía o si que cualquier toque del muchacho lo excitaba de sobremanera. Primero fueron los dedos exploradores y casi juguetones sobre su piel, luego vino la palma con su roce vigoroso y sublime, y por último los delgados labios de Italia.

Por poco y las fundas de las almohadas se rasgan por culpa del pequeño gesto del italiano; Ludwig se tenía que controlar un poco más puesto que Italia estaba tomando más confianza al realizar el intimo acto de tomar el falo de su amante en su boca. Era una deliciosa tortura estar a merced de las manos y labios de otro, no podía ir a su propio ritmo sino al deseado de su compañero, quería pedirle que se apresurara un poco con los movimientos pero de alguna forma se sentía cohibido y el chico apenas estaba aprendiendo si mucho intentando.

- I...Italia...mmm…– gimió con gozo mientras se alzaba de la cama sobre sus codos para contemplar al castaño en su cometido de complacer a quien más adoraba sobre el planeta, una ola de calor recorrió su cuerpo germano y echó la cabeza hacia atrás un segundo al sisear – espera - una de las grandes manos de Alemania se cernió sobre la mejilla sonrosada del castaño, sus ojos brillantes manifestaban la lujuria pura. –Ven – con su mano le insinuó que se sentase en su regazo.

- ¿no te gustó..? – preguntó Italia temeroso mientras apoyaba sus caderas en las de Alemania quien se sentó sobre la cama.

- me...me gustó demasiado solo es que quiero…quiero estar contigo ahora mismo – recargó sus labios sobre los de su amante al acariciar el lugar donde la espalda perdía su nombre, quería excitarlo un poco para que estuviese listo para recibirlo en su interior. Luego Italia empezó a besar el hombro de su amado con delicadeza mientras Ludwig utilizaba su saliva como lubricante al humedecer sus dedos para prepararlo y que no hubiese dolor. Introdujo ambos dedos e Italia le araño la espalda impulsivamente.

- lo sien... – Ludwig lo calló con un beso mientras retiraba sus dedos; tomó al castaño por la cadera y posicionó su miembro en la entrada. Entrando con suavidad para no causarle daño alguno dejó que Italia se acomodara a su gusto – aaaa... Ludwig –gritó cuando todo el falo estaba en su interior.

- ¿estás bien? – Italia asintió enterrando su rostro en el cuello de Alemania. Le acarició el cabello con ternura antes de tomarlo nuevamente por la cintura para crear los sensuales movimientos repetitivos entre los dos cuerpos; con dulzura y sin apuros iban consumando su pasión satisfactoriamente; Feliciano sollozaba en la piel del hombro de Ludwig, demasiadas sensaciones lo embargaban en ese momento. Aparte de sentir a Alemania en su interior, su miembro rozaba con los abdominales del otro hombre, las manos que le apretaban las caderas, la fricción entre los dos cuerpos..sin embargo quería un poco más. Sin el más mínimo tinte de pudor le pidió a su amante que aumentara el ritmo de su unión, el otro con gusto le complació. Los movimientos de ambos cuerpos eran irregulares, Alemania tenía su ritmo definido pero Italia en su afán de sentir algo más de placer comenzó a moverse igualmente, y tenía mucha razón en su forma de obrar, eso lo llevó casi al límite.

-Lud..- no terminó de pronunciar el nombre; hundió con fuerza sus dedos en la piel blanca del germano – Ti amo, ti amo – susurró contra la piel del hombro de Ludwig antes de llegar a su clímax. Mordió a Ludwig, casi le hizo sangrar mientras su semilla se derramaba entre en el pequeño espacio que separaba ambos torsos.

Dolor y placer, aquella dualidad causó que el rubio tuviese probablemente el orgasmos más fuerte que hubiese sentido en toda su vida, todo se tornó blanco. Todos sus sentidos están sobre estimulados en ese momento, como si pudiese sentirlo todo y a la vez nada, era el paraíso…

Un pequeño beso en su frente lo sacó de su trance, los ojos de Feliciano lo miraban con curiosidad y algo de preocupación; él devolvió el beso pero en los labios y se dejó caer suavemente de espaldas a la cama, Feliciano se acomodó sobre su pecho.

- Lo siento mucho, lo siento mucho –repitió el italiano unas cuantas veces casi al borde de las lágrimas mientras frotaba la marca de dientes dejada en Ludwig. –perdón…

- no, no pidas perdón, no hiciste nada malo. Se sintió muy bien de hecho – le pasó los brazos por la espalda para acercarlo un poco más – ich liebe dich (*) – susurró Alemania en el oído de su adorado castaño. El muchacho lo besó como si fuera la última oportunidad que tuviese para hacerlo.

-Ti amo – murmuró mientras lloraba silenciosamente de alegría. Con el rostro presionado contra la piel de Ludwig, cayó rápidamente en las garras de un plácido sueño, el mejor de los sueños, en los brazos de quien amaba.


ich liebe dich (*): "te quiero" o "te amo"

ok,.. hasta aqui llegó el fanfic ): me encantaria seguirle pero ya no tendré tiempo para nada a partir de esta semana, de milagro terminé este cap jaja agradezco a todos quienes leyeron :) fue muy interesante escribir esto porque me supuso un reto enorme en cuanto a creatividad en el lenguaje que usé xD

Todas las opiniones,criticas,dudas,comentarios..son bien recibidos..

saludos ^^