Era una noche cerrada y el bosque estaba en calma, oscuro como la boca de un lobo.

En medio de un claro entre los árboles, siete figuras se erguían majestuosas, tres mujeres y cuatro hombres.

Uno de ellos, un hombre alto, fornido y musculoso con rizos negros y una pícara sonrisa en la cara hacía crujir los nudillos, preparado para la batalla. Otro, más alto aún y con una melena de león de rizos rubios estaba oteando el horizonte a través de los árboles. Las mujeres eran de aspecto frágil, con la piel nívea, una de ellas era rubia, alta y delgada, la que parecía la más madura era bajita y tenía el rostro de corazón con ondas de pelo color caramelo hasta la cintura; en cambio, la otra chica de aspecto vivaz, tenía el rostro concentrado en algo que los demás no podían ver, su pelo era negro y corto con cada punta señalando en una dirección. Todos estaban tensos. El cabecilla, un hombre alto y apuesto de pelo rubio interrumpió el silencio de la noche.

-¿Estás segura de qué fue aquí dónde la viste Alice? -preguntó él serio.

-Está a punto de llegar Carlisle -confirmó la mujer con rasgos de duende. Del pecho del chico más joven en apariencia surgió un leve gruñido. Su piel es blanca como el mármol, y casi tan fría como el hielo . El pelo se le puso de punta. Lo llevaba despeinado y su color cobrizo que él heredó, en su vida humana, de su madre biológica, era precioso. Los ojos, hipnóticos e irresistibles, de color dorado como el resto de su aquelarre. Su cuerpo era esbelto, alto, de un 1'85 m aproximadamente, fuerte y musculoso, pero no tan musculoso como Emmett ni tan delgado como Jasper, los otros dos machos.

-Tranquilo, Edward. Bella está en Florida, y está a salvo -le dijo su madre mentalmente.

-Lo sé Esme -contestó en un murmullo. Todo quedó en calma de nuevo, Alice vigilaba atentamente, sin apartar la vista del frente, cuando de repente, por la izquierda pasó una figura pelirroja.

-A la izquierda -gritó Alice. Todos reaccionaron al mismo tiempo y se lanzaron en la persecución de aquella mujer.

-Esta vez no, Victoria -rugió Edward furioso. Jamás tocaría a su Bella.

Emmett aceleró con un rugido. Su hermanita no iba a estar en peligro nunca más por culpa de aquella loca. Estiró un brazo y tomó el derecho de Victoria, pero ella se revolvió y lo lanzó contra un árbol.

-¡Emmett! -gritó Rosalie, pero él ya se estaba levantando con un rugido enredado entre sus dientes desnudos, cegado por el odio. Tocaría a su hermana cuando pasara por encima de su cadáver.

Edward se adelantó y se lanzó contra ella, pero esta la esquivó y él acabó de boca contra el suelo.

Jasper se tiró en la dirección en la que iba Victoria y ella saltó al lado contrario.

De repente, los árboles ralearon y se encontraron frente a un río. Victoria saltó y aterrizó en el otro lado con una media sonrisa en el rostro.

Carlisle alargó una mano cuando vio que sus hijos querían saltar para ir por ella.

-Esperad... Está en su territorio -gritó con impotencia. Bella era como una hija para él y aquella mujer la quería matar. Reemprendieron su alocada carrera, siguiéndola desde una de las orillas.

-Se escapará -gritó Esme, furiosa por no haber podido coger antes. Oportunamente, por el lado de Victoria salieron los lobos Quileuttes, siguiéndola de cerca.

-NO, NO LO HARÁ -le replicó Jasper, de repente jubiloso. Los lobos la siguieron, con los dientes chasqueando cerca de su cuerpo. Una vez más Victoria saltó a la orilla contraria, donde le esperaba el aquelarre de los Cullen. Emmett se adelantó de nuevo con Edward a su lado, ambos rugiendo desde el fondo de la garganta. Ella empezó a saltar de árbol a árbol y los chicos Cullen la imitaron.

Jasper que había llegado a su altura, cayó al suelo cuando casi la agarra por la cintura. Emmett la seguía con Edward, cada vez más cerca, cuando Victoria saltó hacia el otro lado. Edward frenó pero Emmett tenía a su presa ya fijada, no la dejaría escapar. Rosalie aceleró.

-Emmett ¡NO! -gritó la rubia, pero su marido ya había saltado. Uno de los lobos le interceptó y le tiró al río. Emmett le rugió furioso, temblando de arriba a abajo de pura rabia.

Los lobos le cerraron el paso a Victoria y ella saltó al río yendo por la línea divisoria invisible.

-No la dejaré escapar -gritó Edward y se tiró al río, yendo tras ella a toda velocidad. El agua les salpicaba cuando de repente oyeron una voz aguda que decía:

-Enfrentemos los poderes de los seguidores de Lord Voldemort, heredero de Salazar Slytherin y una Potter, la protegida, la marioneta, de Albus Dumbledore.

-Jamás te dejaré tocarlos -los Cullen se tensaron, conocían muy bien esa dulce voz que ahora sonaba ronca, como adolorida.

-¿No lo entiendes, Potter? Tu familia de vampiros acabará muerta, tal y como tantos antes que ellos. ¿Qué vas a hacer cuando te quedes sin mami Esme y papá Carlisle? -las voces rieron.- ¿Y sin tus hermanitos, sin Alice, Jasper, Emmett y Rose? ¿Y sin tu Eddie?

-¿Vas a amenazarme cuando estoy desarmada? -inquirió de nuevo la voz de Bella, con una nota de burla en la voz.- Uauh! Que valiente eres, Draco.

-Al menos a mi no me da miedo la almohada. No mates a Cedric, no mates a Cedrid -se burló la otra voz. Los Cullen estaban cada vez más cerca, como los lobos, como victoria. Estaban preocupados, ¿quién era Cedric? ¿Realmente esa era Bella? ¿Por qué hablaban de ellos como si Bells no tuviera más familia?- ¿Quién es Cedric? ¿Tu novio? -todos rieron.- Ah no, era tu amiguito ¿no?

-Cállate -le soltó Bella. Los Cullen ya vislumbraban la escena, Bella estaba apoyada en un árbol y se limpiaba la sangre del labio.-

-¿Qué pasa Potter? ¿Tu papá no te enseñó modales? ¿Mamá no te dijo como se habla con tus superiores? Ah, no, lo olvidaba. Ya estaban muertos cuando tú babeabas y llevabas pañales.

-Cállate -repitió Bella furiosa.

-¿Dónde está tu mamá, Potter? ¿Está muerta? ¿¡ESTÁ MUERTA! -las carcajadas de todos ya eran innegables. Vestían de negro y verde, y tenían sonrisas de superioridad en la cara. Victoria, aprovechó que los Cullen estaban distraídos y salió corriendo.

Ellos no sé dieron ni cuenta. Bella se había levantado y apuntaba a l tal Draco al pecho con un palo largo.

-Asquerosa, sucia, y falsa cucaracha -rugió. Temblaba de arriba a abajo y Draco había comenzado a hacer pucheros observándola de reojo.

-No vales la pena -murmuró y bajó aquella cosa, metiéndola en la cinturilla de sus pantalones. Draco se palpó el pecho y rió.

-No tienes agallas ¿verdad Caracortada? -el movimiento fue rápido cuando un puñetazo impactó en la cara de Draco.

-Joder ¡ME HAS ROTO LA NARIZ! -gritó él.

Los Cullen estaban sorprendidos.

-Tienes suerte de que no te haya roto la cabeza -le replicó Bella.- Agradece el seguir con vida y vete -añadió y ella se dió la vuelta y se internó en el bosque, sin captar a los Cullen y sus miradas de asombro.