Hola de nuevo, aquí les traigo otro fic, pero esta vez es de Byakuya (mi personaje favorito) y Soi Fong, últimamente me obsesione con esta pareja, creo que se verían bien juntos.

Es una adaptación de la novela "El hijo secreto de Slade" de Elizabeth August.

Los personajes de Bleach pertenecen a Tite Kubo.

EL SECRETO

Capítulo 1.- Reencuentro

— ¡Diantres! —Soi Fong murmuró entre dientes, mientras se estacionaba delante de la sencilla casa de dos plantas a las afueras de karakura.

La casa estaba situada en medio de 20 kilómetros de tierra. Al dueño, ella lo sabía muy bien, le gustaba preservar su intimidad y tener espacio suficiente. En realidad, era la persona más cerrada que había conocido jamás. Hubo un tiempo en el que había pensado que podría cambiar eso, pero se había equivocado.

Soi Fong detestaba estar allí. Las ganas que le entraron de dar media vuelta y volver a Inuzuri fueron casi incontenibles.

—Tengo que hacerlo. No tengo elección —se dijo por enésima vez en ese día sin despegar las manos del volante.

Salió del coche y fue hacia la casa, al llegar a la puerta vaciló. Entonces, repitiéndose de nuevo que no le quedaba otra alternativa, llamó al timbre. Una mujer de pelo negro, ojos azules y facciones agradables abrió la puerta.

Soi Fong se amonestó interiormente por no haber mirado en la guía para asegurarse de que aquella era la dirección de Byakuya. Jamás se le había ocurrido pensar que pudiera haberse mudado.

—Siento haberla molestado. Pensé que Byakuya Kuchiki vivía aquí. — dijo Soi Fong.

La mujer sonrió.

—Y vive aquí, pero aún no ha llegado a casa. ¿Le gustaría pasar y esperarlo dentro? —contestó dulcemente la chica de cabello negro.

—("Se volvió a casar") — Pensó Soi Fong cuando miró que en la mano izquierda la mujer llevaba una alianza. — Vendré más tarde. — dijo con cara de indiferencia, a pesar de que sintió una puñalada en el corazón, pero como le dio rabia que aquello la afectara tanto, decidió ignorar la nauseabunda sensación.

Cuando Soi Fong se disponía a marcharse, la mujer salió.

—¿Quiere que le diga su nombre?

Soi Fong se dio la vuelta. Encontraría otra solución. No sabía el qué, pero ya se le ocurriría algo. De nuevo sintió una punzada de dolor al pensar que se había vuelto a casar. «Debería darme lástima esta mujer», se dijo ella. Hisana, la primera esposa de Byakuya, que había muerto trágicamente en un accidente, siempre sería la número uno en su corazón. Al momento Soi Fong se rió de sí misma; eran los celos los que hablaban por ella. Sencillamente, ella jamás había podido llegar a su corazón, mientras que parecía que esa mujer sí.

El reconocer eso le dolió aún más. Hasta ese momento ella le había echado la culpa al dominio que Hisana tenía sobre Byakuya, por cuya razón él no había podido enamorarse de ella. Pero en ese momento tuvo que enfrentarse al hecho de que, mientras que él lo había sido todo para ella, ella no había sido más que un cuerpo con el que satisfacer sus necesidades.

—Para ser sincera, estoy de paso por la ciudad —dijo Soi Fong y seguidamente se dio la vuelta y fue hacia su coche.

—Estoy segura de que sentirá no haberla visto — dijo la mujer desde la terraza.

—Lo dudo —murmuró Soi Fong entre dientes.

El ruido de un vehículo aproximándose le hizo levantar la cabeza y mirar hacia el camino de tierra que terminaba a pocos metros de la casa. Un sólido vehículo rojo de tracción a cuatro ruedas avanzaba por el camino. Era la camioneta de Byakuya.

Mientras él se estacionaba, Soi Fong sintió una oleada de rabia apretándole el pecho. Lo que menos le apetecía era verlo junto a su nueva esposa. Pero no tenía otra elección. El orgullo no le dejaba darse la vuelta y marcharse.

—Parece que finalmente se van a ver —dijo la mujer, que bajó las escaleras de la terraza y se acercó a Soi Fong.

Soi Fong apenas la oyó. Estaba ensimismada, con todos los sentidos puestos en el alto y musculoso Byakuya, que en ese momento salía de su todo-terreno. El Tenía el pelo negro como el ébano y los ojos oscuros. Soi Fong detestó que su presencia siguiera afectándola como en el pasado, pero enseguida se reprendió para sus adentros, y la amargura por haberse preocupado tanto por un hombre que nunca la había querido aminoró los latidos de su corazón.

—Soi Fong—la saludó con serenidad.

—Byakuya —le devolvió el saludo en el mismo tono.

—No pensé que volvería a verte.

La frialdad de su tono de voz le indujo a pensar que preferiría que no hubiera sido así. Soi Fong se arrepintió de haber ido. Miró a la mujer de ojos azules y se puso colorada de vergüenza. No solo había hecho el ridículo yendo allí, sino que lo había hecho delante de la esposa de Byakuya.

—Siento haber interrumpido su tarde —añadió en tono seco—. Felicidades por su matrimonio.

La mujer de ojos azules sonrió, como si el comentario de Soi Fong le resultara divertido.

—Está equivocada —dijo mientras le tendía la mano—. Creo que no nos hemos presentado, me llamo Rukia Kuchiki; soy la hermana de Byakuya. Mi esposo Ichigo y yo estamos aquí mientras nos pintan la casa.

—Me llamo Soi Fong —respondió estrechando la mano de la mujer.

Pero incluso después de enterarse de quién era, Soi Fong siguió sintiéndose igual de ridícula.

—Creo que iré dentro a terminar de preparar la cena. Parece que ustedes tienen que hablar de algo privado. — Dijo Rukia después de mirar a Soi Fong y Byakuya.

Y dicho eso se dio media vuelta y desapareció por la puerta.

Soi Fong miró de nuevo a Byakuya, que seguía contemplándola con la misma frialdad inicial. Se había pasado todo el camino librando una dura batalla entre su razón y su orgullo y ella había ganado. Pero en ese momento el frío recibimiento de Byakuya hizo renacer el orgullo con fuerza.

—Esto es un error —comentó Soi Fong en tono seco.

Y dicho eso, se dio media vuelta y se fue hacia el coche. Mientras avanzaba por el camino, se le saltaron las lágrimas; unas lágrimas de frustración y pena. En el retrovisor vio a Byakuya reflejado, como una mancha borrosa a través de las lágrimas. Y eso era lo que quería que fuera… un recuerdo desdibujado que con el tiempo terminara siendo una sombra en su memoria. Pero eso no iba a ocurrir. Tenía un recuerdo de su relación que jamás le permitiría borrar a Byakuya de su vida con la misma facilidad con la que él la había borrado a ella. En ese momento se rompió a llorar a lágrima viva.

Byakuya permaneció donde estaba, con el ceño fruncido mientras observaba el coche de Soi Fong que se alejaba. El ver a Soi Fong había sido un shock para él.

No había cambiado. Recordó la primera vez que la había visto. Los agentes de la sexta división habían sido reclamados por la segunda división de la policía de Karakura para ayudarlos con un caso y ella había sido una de las oficiales a la que habían elegido para trabajar con él, entre otros. Nada más verla entrar en la sala donde el grupo se reunió el primer día, él había presentido que le traería problemas. No era muy alta, de constitución atlética, con el pelo largo y negro trenzado, los ojos negros y unos labios de lo más deliciosos…

—¿Una antigua novia? —le preguntó Rukia, que había salido al darse cuenta de la repentina marcha de la mujer.

—Sí.

El rostro de Rukia expresó sorpresa y lo estudió detenidamente.

—¿De hace cuánto?

—Salió de la ciudad hará unos dos años.

—La familia parece creer que no has tenido una relación seria en los diez años que han pasado desde la muerte de Hisana.

—Y así es.

La afirmación tuvo el gusto de una mentira. Bueno, tal vez Soi Fong se hubiera paseado en sus sueños un par de veces en los últimos dos años pero él no la había invitado. Cuando había salido de su vida, él se había sentido aliviado.

Rukia frunció el ceño pensativamente.

—Me pregunto por qué habrá venido. — dijo ella.

En silencio Byakuya se reconoció a sí mismo que él también se había quedado sorprendido de que Soi Fong se hubiera presentado a su puerta después de tanto tiempo. Cuando se había marchado, le había dejado claro su deseo de no volverlo a ver.

Su memoria lo trasportó al último día que habían estado juntos. Habían salido a cenar al restaurante favorito de Byakuya. Soi Fong no había comido demasiado y él había pensado que estaba preocupada por algún caso, o tal vez por su madre. Su padre había muerto un par de años atrás y su madre se había mudado a Inuzuri a vivir con su hija, la hermana de Soi Fong. Las dos mujeres se llevaban bien la mayor parte del tiempo, pero cuando reñían, su madre siempre la llamaba. Finalmente, Soi Fong había dejado el tenedor sobre la mesa y lo había mirado a los ojos.

—Hay algo que necesito saber —había dicho Soi Fong. El temblor de su voz había puesto a Byakuya sobre aviso.

—¿El qué?

—Cuando empezamos a salir juntos, dejaste claro que no tenías intención de casarte otra vez. Y en aquel momento, me mostré dispuesta a aceptarlo. Pero las cosas han cambiado para mí. Necesito saber si podríamos tener un futuro en común —había dicho Soi Fong con la expresión tensa; aquello le estaba resultando muy difícil.— Necesito saber si hay alguna posibilidad de que te plantees el volver a casarte.

—No —le había contestado él con sinceridad.

La rabia había brillado en los ojos de Soi Fong.

—¿Prefieres seguir viviendo con un fantasma que conmigo?

—Tengo mis razones.

—Necesito algo más que una relación temporal —se había levantado de la mesa, dispuesta a marcharse— No quiero volver a verte. Tomaré un taxi para que me lleve a casa.

Byakuya no había hecho ni dicho nada para detenerla, sino que se había quedado allí sentado mientras la veía salir del local. En su interior experimentó una punzada de remordimiento, pero se había dicho a sí mismo que sería mejor de ese modo. Ella merecía más de lo que él podía darle.

Menos de un mes más tarde ella se había mudado a Inuzuri a vivir con su madre y su hermana. Habían mantenido su relación casi en secreto, incluso para la familia de él. Solamente y por casualidad Ichigo sí que había sabido que Byakuya había salido con ella, pero incluso a él se le había dado a entender que su relación no era sentimental. De modo que no se habían producido rumores en el trabajo, ni ninguna tercera persona había intentado juntarlos. Durante el breve período que ella había permanecido en Karakura, Soi Fong lo había evitado lo más posible y tal y como se dijo para sus adentros Byakuya en ese momento, él la había evitado también a ella.

Tan solo había habido un encuentro final. Byakuya apartó aquel recuerdo de su pensamiento.

—Me ha dado la impresión de que en realidad no quería estar aquí —Rukia dijo en tono pensativo, devolviendo a Byakuya al presente.— Debía de ser algo importante lo que quería. Desde luego no ha venido a hacerte una visita de amistad.

Byakuya reconoció que Rukia tenía razón. ¿Entonces, para qué había ido Soi Fong hasta allí?

Una camioneta azul similar a la de Byakuya subió por el camino y estaciono junto a la suya y un hombre con una placa de oficial se bajó del vehículo.

—Juraría que acabo de cruzarme con Soi Fong en la carretera —dijo Ichigo Kurosaki, mientras se acercaba a su cuñado y esposa.

—Y así es —respondió Rukia.

—¿La has espantado otra vez? —Ichigo miró a Byakuya con el ceño fruncido—. Sólo hablé con ella un par de veces, pero me dio la impresión de que no sólo era una estupenda oficial de policía, sino que también era una buena mujer, fuerte y honrada…

—No la espanté la primera vez —contestó Byakuya—. Ella pensó que no merecía la pena quedarse.

Ichigo sacudió la cabeza.

—Si no aprendes a olvidar el pasado, jamás tendrás un futuro. —le dijo Ichigo.

Byakuya apretó los dientes.

—Estoy satisfecho con la vida que llevo.

Ichigo no pareció quedarse muy convencido, pero dejó el tema.

—¿Y por qué ha venido Soi Fong? — preguntó Ichigo

—No se quedó —respondió Rukia.

Ichigo arqueó una ceja.

—¿Ha venido desde Inuzuri y no ha dicho para qué?

Por una parte Byakuya quería dejar que Soi Fong continuara su camino, pero por otra no. Y la última tuvo más peso. Rukia tenía razón, ella no habría ido allí de no haber sido por algo muy importante.

—Creo que será mejor que me entere de por qué ha venido.

Ichigo asintió.

—No creo que tengas que ir muy lejos —dijo Rukia mientras señalaba hacia la valla.

Los dos hombres se volvieron y vieron el coche de Soi Fong entrando de nuevo.

—Ichigo y yo iremos a la cocina a terminar de preparar la cena —dijo Rukia y agarró a su esposo del brazo.

Byakuya ni siquiera se fijó en ellos. Estaba ya caminando hacia el vehículo de Soi Fong para recibirla.

—¿Qué pasa? —Preguntó Byakuya mientras notaba la expresión desafiante de su rostro— Debe de ser algo muy importante para que te hayas tragado ese orgullo que tienes y hayas dado la vuelta.

Soi Fong tragó saliva con dificultad; la rabia le subía por la garganta, amarga y nauseabunda.

—Lo es —se puso derecha y lo miró a los ojos—. Hay algo que necesito decirte.

Byakuya notó que a Soi Fong le estaba costando mucho hacer aquello.

—Dímelo, entonces.

—Quiero que sepas que jamás habría venido aquí de haber tenido otra opción.

—Eso está bastante claro —dijo Byakuya, notando su expresión seca.

—Hace tres semanas me hirió una bala. Tuve suerte. Si me hubiera dado medio centímetro más hacia la izquierda estaría muerta. El riesgo de muerte en mi profesión es alto y por eso estoy aquí. En realidad, no me había tenido que enfrentar a una situación así anteriormente. — le comentó Soi Fong.

El pensar en que ella podría haber muerto le provocó un espasmo de terror.

—Me alegro de que estés bien —dijo Byakuya.

Soi Fong vio la sinceridad reflejada en su mirada. Incluso había cierta ternura también.

—Pues bien, pensé que si moría… —hizo una pausa para tragar el nudo que le apretaba la garganta—. No he querido pedirte nunca nada, pero mi madre es algo mayor y no está en una posición económica demasiado buena para hacerse responsable de un niño.

Byakuya la miró con los ojos entrecerrados.

—¿Un niño?

Soi Fong suspiró brevemente.

—Nuestro hijo.

Byakuya se quedó boquiabierto. ¡Tenía un hijo! Una oleada de júbilo, un orgullo y una emoción que jamás había esperado volver a sentir, se agolpó en su interior. Pero enseguida esas emociones dieron paso a la ira.

—¿Tuviste un hijo mío y no pensabas decírmelo nunca?

—Te negaste a abrirme el corazón. Ha sido un santuario donde solo llevas a Hisana. Me imaginé que no querrías un hijo mío. Y no te estoy pidiendo nada para ninguno de nosotros dos. Nos las arreglamos bien solos. Mientras que no me ocurra nada, no tendrás que preocuparte por nadie. Sólo quiero que me des tu palabra de que si algo me ocurre, te ocuparás de Kaoru.

—Estás de broma, ¿no? ¿Crees que abandonaría a mi hijo?

Soi Fong se sintió tentada a señalarle que no había tenido ningún remordimiento de abandonarla a ella, pero se mordió la lengua. No quería que supiera el daño que le había hecho.

—No he venido aquí para invitarte a entrar en nuestras vidas. Sólo para saber que mi hijo tiene alguien que lo proteja si a mí me ocurriera algo.

—Nuestro hijo. —Corrigió Byakuya — Y tengo la intención de hacer mucho más que eso por él.

Soi Fong se había dicho a sí misma que aunque Byakuya cumpliera con su deber y atendiera a Kaoru de pasarle algo a ella, también se conformaría con estar al margen. A no ser que no le quedara más remedio que implicarse en la vida de Kaoru. En realidad, había estado segura de que él le estaría agradecido por no haberle dicho antes lo del embarazo. Aparentemente, se había equivocado.

—¿Dónde está? Quiero verlo.

—Está en Inuzuri con mi madre.

Byakuya la agarró del brazo y empezó a tirar de ella hacia la casa.

—Voy a llamar a mi comandante y le diré que necesito que me dé unos días. Después tomaremos el primer vuelo a Inuzuri.

Soi Fong experimentó una punzada de dolor de su reciente herida de bala, pero fue el modo en que su cuerpo reaccionó al contacto de Byakuya lo que le hizo estremecerse de arriba abajo. Después de tanto tiempo aún tenía la capacidad de hacer que el corazón se le acelerara.

Byakuya percibió el dolor en su rostro.

—Lo siento. Había olvidado que te habían herido —se disculpó—. Esto ha sido un shock para mí. Sé que en parte es culpa mía que no vinieras a verme cuando descubriste que estabas embarazada, pero el niño tiene mi sangre y haré lo que deba hacer por él y por ti.

—Supongo que al menos deberías conocerlo —concedió Soi Fong.

Byakuya la invitó a pasar delante de él y Soi Fong obedeció. En la sala, el cansancio del viaje mezclado con la ansiedad de volver a ver a Byakuya pudieron con ella y Soi Fong se dejó caer en el sofá. Mientras, Byakuya marcó un número de teléfono.

—Te hemos oído entrar… —el alegre saludo de Rukia murió en sus labios al entrar en la sala con su marido y ver a Soi Fong, a quien miró con preocupación—. ¿Te encuentras bien? Te veo muy pálida.

—Aún me estoy recuperando de una herida de bala —respondió Soi Fong, que no quería que pensaran que la presencia de Byakuya la había afectado tanto como en realidad lo había hecho.

Ichigo se acercó a ella.

—¿Pero ha sido grave? —le preguntó.

—No.

Desde que lo conoció en el trabajo siempre le había agradado Ichigo. Era un buen hombre, fuerte y digno de confianza.

—Me alegro. — Ichigo sonrió aliviado.

—No te vendría mal comer algo. He hecho un guiso que ya está listo. Hay suficiente para todos. Cena con nosotros—insistió Rukia.

Soi Fong pensó en rechazarlo, pero lo cierto era que tenía hambre, ya que no había comido en todo el día.

—Gracias, acepto la invitación.

Ichigo había estado escuchando la conversación telefónica de su cuñado. Cuando colgó, se acercó a él.

—Te he oído decirle al comandante que te vas a tomar unos días libres. ¿Qué ocurre?

Byakuya miró a Soi Fong.

—Parece ser que tengo un hijo de cuya existencia no me habría enterado de no haber estado Soi Fong a punto de morir —apretó los labios—. Me habría casado contigo —añadió, volviéndose hacia Soi Fong.

Soi Fong ignoró las expresiones de sorpresa de Ichigo y Rukia y lo miró con desafío.

—Quería un hombre que me amase, no uno que prefiriese vivir con un fantasma del pasado y que solo se casase conmigo por estar embarazada de su hijo.

Durante un buen rato Byakuya la miró en silencio. Entonces se dirigió hacia la puerta.

—Tengo que reservar los boletos y hacer la maleta. — dijo en tono seco antes de salir.

Continuará…

Espero que les haya gustado la historia, si pueden dejen un review.